La guerra de los ‘drones’ y su margen de error



Este vídeo apoya el informe sobre el programa de aviones no tripulados (drones) de EE.UU. en Pakistán - "'Will I be next?' US drone strikes in Pakistan". El informe es uno de los estudios más completos sobre el programa de aviones no tripulados de EE.UU. desde una perspectiva de derechos humanos. Incluye investigación detallada sobre varios ataques con drones en Waziristán del Norte, que plantean serias dudas sobre violaciones del derecho internacional.
El vídeo se centra en el caso de Mamana Bibi, una abuela de 68 años que fue asesinada por un misil Hellfire en octubre de 2012 frente a sus nietos mientras recogián verduras en los campos de la familia.

Amnistía Internacional y Human Rights Watch lanzan hoy sendos informes sobre el uso por EEUU de ‘drones’ en sus guerras de Yemen y Pakistán. “América no lanza ataques para castigar individuos. Actuamos contra terroristas que suponen una amenaza continua e inminente al pueblo norteamericano, y cuando no hay otros gobiernos capaces de hacer frente a la amenaza. Y antes de que se lleve a cabo un ataque, tiene que haber una seguridad casi absoluta de que ningún civil resultará muerto o herido”, dijo Obama en un discurso en mayo.

Falso. El informe de Amnistía Internacional se centra en nueve ataques ocurridos entre mayo de 2012 y julio de 2013 en Waziristán del Norte, Pakistán. En cuatro de ellos, se cree que murieron al menos 30 civiles: “Una soleada tarde de octubre del año pasado, Mamana Bibi, abuela de 68 años, voló en pedazos ante la mirada de sus nietos. Mamana Bibi, matriarca de la familia, estaba recogiendo hortalizas en los campos de la familia en el noroeste de Pakistán cuando un vehículo aéreo no tripulado -”dron”- de los utilizados por Estados Unidos disparó directamente contra ella un misil Hellfire que la mató en el acto. Unos minutos después se disparó una segunda descarga de misiles, que causó heridas de gravedad a algunos de los niños que se arriesgaron a ver lo que había quedado de su abuela”.

Este último detalle se repite en otros casos: un segundo ataque dirigido contra las personas que se acercan al lugar de la explosión para atender a los heridos. Washington parte de la base de que cualquiera que se aproxime es por definición un enemigo y procede a eliminarlo. Cuando son civiles las víctimas, no es extraño que sean también civiles los que corren a comprobar si hay supervivientes. Para la legislación internacional, se trata de un crimen de guerra, similar al ataque sobre una ambulancia o un hospital.

En un ataque en julio de 2012, Amnistía describe la explosión en Zowi Sidgi ocurrida en una tienda donde se reunían para cenar un grupo de personas después de un día de trabajo. El misil mató a diez de ellos. Pocos minutos después, el ‘dron’ repitió el ataque sobre ese mismo punto. Otras ocho personas murieron.

En el informe de Human Rights Watch se habla del caso de un ataque en septiembre de 2012 contra un todoterreno en Yemen. Murieron doce de sus catorce ocupantes, entre ellos tres niños y una mujer embarazada. “Cuatro de esas personas quedaron sin cabeza. Muchos perdieron brazos y piernas”, dijo a HRW un líder tribal de una localidad cercana.

Al día siguiente, el vicegobernador de la provincia llegó al pueblo con el pago de la compensación que se entregó a la familia: 95 kalashnikov y 70.000 dólares.

En los seis ataques investigados por HRW, se calcula que 57 de las 82 víctimas mortales eran civiles. Un investigador de Naciones Unidas dijo hace unos días que el número de civiles muertos en los ataques en Pakistán puede ser de unos 450, sobre un total de 2.200 víctimas. Otros 200 eran probablemente no combatientes.

La propaganda nos habla de una guerra limpia con técnicas quirúrgicas contra objetivos precisos, miembros de organizaciones terroristas. La realidad es muy diferente. El operador del ‘dron’ puede estar a miles de kilómetros, pero la información que lleva a decidir ese ataque se consigue sobre el terreno, y los errores son numerosas en algunas zonas en las que ni siquiera el Gobierno local cuenta con una presencia relevante.

Se trata básicamente de matar a 2.000 metros de altura sin asumir más responsabilidad que una compensación económica cuando el error es demasiado obvio. Los puntos que se aprecian en tierra desde el ‘dron’ son prescindibles. Son seres humanos que entran dentro del margen de error. Si no fuera por informes como los de AI y HRW, esas personas seguirían siendo puntos para los norteamericanos. Quizá sigan siéndolo.

Artículo tomado de: http://www.guerraeterna.com/la-guerra-de-los-drones-y-su-margen-de-error/

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