RAÚL SENDIC, A TRAVÉS DE SU COMPAÑERA XENIA




“Siempre que voy al cementerio encuentro flores. Parece que hubiera como una peregrinación, a veces le dejan alguna esquela pidiéndole cosas”, recuerda Xenia Itté, viuda de Raúl Sendic. La ex guerrillera respondió Las 40 de Gerardo Tagliaferro.


Por GERARDO TAGLIAFERRO

En la oscuridad atravesada por los reflectores, el humo de los disparos le da a la escenografía un relieve casi pop. Hay olor a pólvora en el ambiente, pero se ha producido un alto el fuego. Una muchacha joven, de unos 30 años, avanza por el pasillo con los brazos en alto bajo el sediento acecho de los fusiles. Está descalza y tiembla, tiene miedo. Cuando llega a la vereda, un aluvión de golpes, insultos y empujones le corta el paso y el aliento, y la obliga a pararse con las manos arriba contra la pared. Entonces ella lo escucha gritar, desde el fondo del pasillo, lo que minutos antes le había anunciado sin inmutarse: "Soy Raúl Sendic y no me voy a entregar".
El estruendo sacude otra vez la noche y poco después -nunca podrá saber qué tan largo fue ese instante- él es arrastrado afuera, sangrando a borbotones. Cayó Raúl Sendic, el más buscado, el que tenía que caer para sellar la debacle de esa guerrilla que tan solo unos meses antes parecía invencible.
Esto fue hace más de 40 años. La muchacha descalza en el pasillo se llama Xenia Itté y es esta señora que hoy está sentada frente a mí, en el living de su casa en las afueras de San Jacinto, donde vive con su actual compañero.
Hace pocas semanas, cuando se cumplieron 25 años de la muerte de Sendic, Xenia fue centro de las actividades que se organizaron para homenajear al fundador del MLN-Tupamaros. Volvió a recordar entonces aquella noche del 1° de setiembre de 1972 y las muchas noches y días que pasó con quien fue su pareja hasta que murió en abril de 1989, en la cama de un hospital de París.
No le gusta revelar su edad, pero probablemente tenga más de la que aparenta. Habla de sus arrugas pero si existen, están bien disimuladas. "Alguna vez fui joven" dice, y se ríe al recordar a la chica que un día vio llegar en motoneta a la radio de Bella Unión, donde trabajaba, a aquel procurador que quería contratar un espacio en el que difundir el mensaje de los cañeros. Orden de la dirección: ella debía censurar sus audiciones, pero presintió desde el comienzo que aquel encuentro iba a cambiar su existencia. Terminó siendo su compañera, en la lucha y en la vida.
Un cuarto de siglo después de ver morir a ese hombre que amó y acompañó hasta el final, dice que su presencia "nos hace falta" cuando habla del gobierno que hoy encabeza uno de los lugartenientes de Sendic y que compartió con él sueños y tiros, cárcel y fugas, templanza y desmesuras. Y recuerda poemas de amor que le escribía aquel enemigo público desde la penumbra de la clandestinidad, o sentencias como una que también ha evocado, por estos días, el hijo del guerrillero: "Si nos ponemos a discutir sobre nuestras diferencias, podemos pasarnos la vida discutiendo. Si nos ponemos a trabajar sobre nuestras coincidencias, nos pasaremos la vida trabajando".
1) Sos una de las dos mujeres que aparece en una célebre foto de la salida de la cárcel, con el puño en alto, saludando a la multitud, en marzo de 1985.
Sí, soy yo. Cuando ven esa foto me preguntan siempre qué estoy diciendo. Y lo que estoy diciendo es "gracias pueblo". Recuerdo perfectamente ese día, los milicos decían "no saquen los brazos porque se los van a arrancar". Salimos en la camioneta desde el subsuelo de Cárcel Central, por la rampa que da a San José y justamente, yo abrí rápidamente la ventanilla y saqué la mano... casi me arrancan el brazo, efectivamente, me quedó lleno de hematomas. Pero bueno, era muy lindo porque fue la gente la que me hizo eso, no fueron los milicos (se ríe).
2) Habías estado 13 años presa.
Sí. Estuve detenida antes, caí en el 71, y fui una de las 37 que nos fugamos por las cloacas, en la fuga conocida como "La estrella". Estuve clandestina desde el 71 hasta que caí con Raúl el 1° de setiembre del 72. Salí con la amnistía, el 10 de marzo de 1985.
3) ¿Cómo es la vida de un clandestino? Muchas veces uno se imagina que está enterrado en algún lugar, sin salir a la calle.
No, no. Cuesta bastante porque tenés una doble vida. Tenés que estar constantemente pensando en que estás con un documento falso, que donde te agarre una "pinza" tenés que responder. Eso en la primera época, porque después del 14 de abril (de 1972) prácticamente todos los compañeros que quedábamos afuera andábamos armados. Ahí te jugabas mucho, sabías que te esperaba la cárcel o la muerte.
4) Eras muy joven.
Bueno sí, en algún momento fui joven (se ríe). Pero mirá, cuando estuve en la cárcel las compañeras más jóvenes me decían cómo era que yo podía mantener mi espíritu... siempre fui una persona alegre. Compañeras que cayeron muy jovencitas se sorprendían, y yo les decía que viví todas las etapas de la vida plenamente. Nací y me crié en el Interior, tuve muchos hermanos varones y mujeres, compartía todos los juegos y mis padres eran muy unidos. Todo eso te da fortaleza de espíritu. No solo te la da el haberte formado, saber mucho de teoría, te la da sobre todo las vivencias que has tenido. Y yo viví plenamente mi infancia, mi juventud.
5) Sos de Bella Unión y ahí conociste a Sendic, cuando él fue a organizar a los cañeros.
Exactamente, yo trabajaba en la radio de Bella Unión, que era de Jorge Batlle, y ahí fue Raúl a pedir la audición para UTAA. Recién llegaba, me acuerdo que andaba en una motoneta. Se presentó y le dije que tenía que consultar al director de la radio. Cuando volvió por la contestación le dije: "Mire, tiene que traer el contenido de las audiciones por escrito". "¿Usted me las va a censurar?" "Las tengo que leer porque esa es la orden que tengo". Ahí puso un tono socarrón y me dijo: "Muy bien, así que me va a censurar las audiciones". "No puede hacer ataques personales a los comisarios, al juez, a las autoridades del pueblo" le contesté

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