Hijos de los barcos

El 3% de la población mundial son migrantes. Juntas, estas personas formarían el 5º país más grande del mundo. Inmigrante se refiere  la persona que  “llega a otro país para establecerse en él, en especial con la idea de formar nuevas colonias o domiciliarse en las ya formadas”, según la definición formal. Emigrante es quien se va, inmigrante quien llega. Migrantes son ambos. Migrantes somos todos. La migración internacional ha crecido de manera notable desde el comienzo de este siglo y se calcula que en la actualidad unos 230 millones de personas buscan en países distintos al suyo nuevas oportunidades de mejorar su vida y desarrollarse.
Paula nació en Argentina. Su abuela  llegó desde Piamonte, Italia. Escapó de la segunda guerra mundial. Su abuelo también desembarcó en el país austral cuando huía del horror de la guerra civil española. En el 2000, la crisis económica golpeó duro a numerosos países de Latinoamérica y ese año Paula viajó a Madrid en busca de mejor suerte. Allí nació Tomás, su primer hijo, de padre judío de origen Polaco.  Quince años después la situación económica cambió y la Familia regresó a Buenos Aires. Paula no se siente ni de aquí ni de allá. Igual que Tomás, criado con costumbres argentinas en un país europeo y hoy regresa a ese país que siente tan suyo y a la vez no. Son migrantes, ciudadanos del mundo.
Hace un siglo nueve de cada diez migrantes arribaban desde Europa a cinco países: Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá y Australia.  Hoy las principales fuentes de migración internacional ya no están en Europa, sino en Asia, América Latina y África. También la nómina de países receptores se ha multiplicado por más de 40, nucleados en cuatro grandes ejes: América del Norte, Europa occidental, la región del Golfo Pérsico y la cuenca del Asia-Pacífico.
En cada momento de la historia los flujos migratorios en el mundo varían.  La guerra, el hambre, la persecución, la discriminación y la falta de oportunidades son denominador común entre las causas. Guiados por la aspiración humana de supervivencia y dignidad.
Pero los inmigrantes no siempre fueron ni son acogidos. En la actualidad sus derechos se ven vulnerados en la mayoría de los países a los que llegan. Sufren explotación económica, discriminación y segregación social.  Prácticas como demoras en el pago de los salarios, la dureza y peligrosidad de las condiciones de trabajo, las malas condiciones de vida, el trabajo forzado y la violencia física y  hasta sexual continúan imparables. También las cifras de injustas detenciones aumentan cada día.
Sumado a esto, este año ha aumentado el número de personas que huyen de las guerras, la inestabilidad y la pobreza y se embarcan en peligrosos viajes en su intento de llegar a Europa. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados señaló que en 2015 se alcanzó una cifra récord de casi 350.000 travesías de migrantes por mar en todo el mundo. El Mediterráneo fue la ruta más peligrosa de todas: Desde Enero del 2014 se cobró al menos 3 mil vidas.
El incremento del sentimiento anti-inmigrante en Europa auspiciado por la derecha parece cobrar cada vez más fuerza.  Mientras la fortaleza europea levanta muros cada vez más altos en las fronteras como respuesta a la inmigración, la gente toma rutas cada vez más peligrosas para intentar alcanzar la seguridad y la dignidad”, manifestó Sherif Elsayed-Ali, director del trabajo sobre personas refugiadas y migrantes de Amnistía Internacional. Los Estados miembros de la UE deberían tener como prioridad salvar estas vidas antes que cerrar fronteras.
Tanto en países de Europa como en otros, receptores de inmigrantes, existe una sensación de  temor ante la llegada de personas de otras nacionalidades. Temor hacia la pérdida de cohesión social e identidad nacional y rechazo a la multiculturalidad.
Jorge Drexler escribe: Yo no sé de dónde soy mi casa está en la frontera, y las fronteras se mueven como las banderas. Al igual que  él y que Paula, yo tampoco sé de dónde soy. Soy migrante.  Todos lo somos, ciudadanos del mundo. Hijos de los días y de los barcos.
Clara Presman
Periodista


                                      Frontera - Jorge Drexler

                     

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