"Está en proceso un golpe blando contra Dilma Rousseff" ¿Hasta dónde pueden dejarse vejar los ciudadanos de un país?

"Está en proceso un golpe blando contra Dilma Rousseff"
En esta edición de exclusiva tenemos a José Manuel Mel Zelaya Rosales, expresidente de Honduras, en conversación telefónica, que opina sobre la actualidad del país hondureño después de 6 años del Golpe de Estado, de los sucesos desencadenados post golpe, de la situación política, social y económica que evidencian crisis de ese país hondureño, también de la influencia política en América Latina y la acometida de EE.UU. en el panorama político a países como Venezuela y Brasil.
Mel Zelaya, político hondureño, presidente 2006-2009, fundador y actual coordinador general del partido de resistencia Libertad y Refundación (LIBRE), denuncia que se está gestando en Brasil un Golpe de Estado bajo la modalidad de ‘Golpe Blando’.

-Cumplidos más de 6 años del Golpe en Honduras, desde su convicción cristiana y humanista en el desempeño político, ¿cómo evalúa los sucesos que fracturaron su nación?

-Ha tenido efectos evidentes, primero el deterioro de la credibilidad de las instituciones y la economía, igualmente en materia de seguridad; pero lo más grave, se le entregó el país a fuerzas extranjeras que están aplicando el Plan Colombia en Honduras.

-Orlando Hernández, actual presidente de Honduras, pidió a EEUU aplicar el plan Colombia en Honduras. ¿Cómo la califica frente a las cifras sobre inseguridad?

-El plan Colombia se empezó a aplicar días siguientes al Golpe de estado del 2009 y tiene prácticamente dos componentes, uno en materia de seguridad, militarizar absolutamente a toda la sociedad y empezar a usar la fuerza de la ley desde el punto de vista coercitivo para conseguir sus propósitos. Y el segundo componente, lógicamente, es cambiar todos los ejes del país, violentando todos los principios y garantías naturales de los derechos humanos y de la constitución de la República, esto ya se efectuó y se está aplicando.

Por ejemplo, la Ley de Escuchas, la Ley Especial de Allanamientos, de expropiaciones de casas, de propiedades y hasta de bancos, en Honduras se está aplicando en forma irracional. Es evidente el fracaso de este proceso en seis años, ha aumentado increíblemente las violaciones a los derechos humanos, las torturas, los asesinatos, las masacres y las condiciones de inseguridad en el país son totalmente graves. Ayer mismo un periodista reconocido aquí, símbolo del combate a la corrupción, denunciaba la existencia de escuadrones de la muerte dentro de los círculos militares y policiacos.

-Ud. gobernó 3 años. ¿Cuál es la libertad que tiene un presidente para gobernar a Honduras?

-Un presidente es un representante de un pueblo, de él dependerá la dignidad de la imagen de la nación. Si el presidente se une con el pueblo donde residen y emanan los poderes del estado, el presidente es libre. Ahora, si se une con las oligarquías, con las fuerzas extranjeras, transnacionales, el presidente es un esclavo y simplemente vive entre cadenas.

-¿Qué opina ahora sobre la aprobación del proyecto de Reelección en su país? ¿Va a lanzar su candidatura?

,La reelección estaba prohibida en Honduras, ahora este presidente actual la aprobó en una forma ilegal e impositiva. Hemos cuestionado mucho la forma, el autoritarismo con el que actúa, realmente lo obtiene con el menor índice de popularidad.

Con estas reformas, lógicamente todos los expresidentes tenemos opción de participar, pero nosotros estamos cuestionando la forma en que lo hizo, que al pueblo le quede claro que su conducta es arbitraria y que significa un riesgo para la democracia la forma en que él actúa en nuestro país.

El próximo año 2016 empiezan las precampañas políticas, porque en el 2017 son las elecciones presidenciales, allí se tendrán que tomar todas las decisiones, pero nosotros seguimos cuestionando la forma antidemocrática que se vive en Honduras por el autoritarismo con ese Plan Colombia.

-El Movimiento de los Indignados exige la renuncia de Hernández, la crisis… ¿creé que es el momento preciso en Honduras para dar cambios?

-Los movimientos de resistencia frente al golpe de estado nacieron en el 2009, cuando yo propuse una cuarta urna el día de las elecciones no era para reelegirme sino para que viniera un proceso constituyente y hacer una nueva constitución. Ellos tomaron las armas para detener ese proceso y lo que han hecho es nada más que incentivarlo, es como echarle fuego a la hoguera. Ahora, el movimiento de indignados, de los inconformes, de insatisfechos y gente molesta cada día es mayor frente a un sistema que nos explota y nos oprime.
-Una portavoz del Departamento de Estado, Jennifer Psaki, ha dicho que como política de EEUU está el no promover ni apoyar golpes de estado, tampoco cambios de gobierno inconstitucionales. ¿Creé en estas afirmativas?

-Como dice el dicho popular de buenos propósitos, de buenas intenciones esta lleno el infierno. Estas son frases que tienen un sentido ético y moral pero que no se cumplen en la realidad, es totalmente diferente.

-¿Quiere decir qué EE.UU contrarresta influencias de políticas socialistas en Latinoamérica?

-Los intereses de las potencias siempre son evidentes históricos, eso no va a cambiar nunca. El problema no son ellos ni los extranjeros, son los compatriotas nuestros que doblan la columna vertebral ante ellos. En los flexos, Chávez los llamaba Pitiyankis, nosotros los llamamos vendidos apátridas, se prestan para que intereses externos vengan a aplastar a nuestros países. Ese es el problema en Latinoamericana.

-América Latina tiene un reto: Golpes de Estado nunca más. En Venezuela se habla de Golpe de Estado, desde Chávez a Maduro. La Ley antimperialista ha sido continuada por decreto de Obama, la justifica por la supuesta erosión de la garantía de los DDHH cuando realmente es una orden ejecutiva de prohibiciones financieras y comerciales para castigar. ¿Castigar a quién o quiénes? ¿Ve positivas éstas acciones?

-Chávez significó todo una época revolucionaria, altamente democrática y de altísima sensibilidad social, de independencia y soberanía de Latinoamérica. Fue un intérprete de esa demanda popular ante el fracaso del Neoliberalista capital que ha empobrecido y explotado a los pueblos.

No hay que tenerle miedo al imperio ni a las potencias, no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista. Siempre caen y las caídas vienen en su propio interior, ellos mismos se deterioran. En ese sentido, no me cabe la menor duda que seguirán las agresiones, pero los pueblos de pie grande siguen luchando organizándose siempre avanzados, aunque no quieran la historia está llena de esos hechos de esos acontecimientos de esas tragedias, pero los pueblos siempre están avanzando.

Hay un dicho popular que dice: Jerusalén siempre elimina sus profetas. Es un caso paradigmático del asesinato y desaparecimiento de Hugo Chávez Frías del escenario de América Latina. En el único lugar de América que no ha habido golpes de estado es en Estados Unidos de América. Ahí cuando un presidente no obedece simplemente es liquidado.

Nicolás Maduro tiene un gran reto, pese a las agresiones mayores y más fuerte en su contra. Sin embargo, allí está resistiendo y tiene el apoyo y la solidaridad moral de los pueblos de Latinoamérica. Recordemos que después de 2009 intentaron botar al presidente Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia, todavía no han podido. Han habido conspiraciones, la última se dio con Fernando Lugo, de Paraguay; a eso se le llama golpes suaves. Ahora es está atentando también con este tipo de golpes suaves, que son golpes constitucionales, donde no intervienen militares y se está intentando desestabilizar.

-Los presidentes Maduro y Morales han alertado sobre Golpe de Estado contra Dilma Rousseff. ¿Cómo ve ese golpe entre emergentes de la economía?

-Mira, la corrupción es un flagelo que hay que combatirlo en todos los campos, igual que la explotación, la falta de libertad y justicia que hay en nuestro país. Hace poco cayó un presidente el de Guatemala precisamente cuestionado por corrupción.

Ahora cuando se une a esta tendencia de lucha y combate contra la corrupción el componente político, internacional o intereses económicos se vuelve una acción explosiva en nuestro país. Y creo que en el caso de Dilma sucede eso. Precisamente, se han unido muchos factores de oposición la restauración conservadora en contra de ella y otros sectores tratando de desfigurar la imagen de una socialista.

-Mientras políticos brasileños opinan que “quien se queda quieto se hunde”, Eduardo Cunha, procesado por corrupción y promotor del impeachment contra Dilma, mientras Almagro negó exista acusación “bien fundada” ¿qué podemos esperar mientras tanto, qué se puede decir de Dilma Rouseff en esta encrucijada de decisión final?

-Pero fíjese bien, se lo pongo como una paradoja, pues, que diferente son las acciones, aquí en Honduras el pueblo está en la calle demandando la renuncia del presidente por corrupción. Sin embargo, aquí las fuerzas y organismos internacionales cubren al presidente, en otros países lo atacan.

La percepción que tenemos todos es que en Brasil está desarrollándose lo que conocemos como un golpe blando, está en proceso un golpe blando contra Dilma Rousseff y es lamentable específicamente esta nueva forma de encubrir con legalidad simplemente utilizando conceptos que el pueblo le repugna como la corrupción para botar o desestabilizar gobiernos o presidentes

-Ampliando esa paradoja, en el caso de Venezuela, ¿cómo sería?

-En los años 70 y 80 cuando las izquierdas tomaron las armas para luchar por la liberación de los pueblos, las derechas se acogieron a las urnas, pasaron 30 o 40 años y hoy la izquierda prendió en las urnas y gana elecciones, entonces la derecha ha cogido las armas.

Thania  Rosales Rebelion

¿Hasta dónde pueden dejarse vejar los ciudadanos de un país?

Uno a uno eran llamados a votar los 511 once diputados presentes. Los llamaba el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha.
La sesión duró horas, cerca de siete. La cifra decisiva era 342, los dos tercios necesarios para aprobar la recomendación del impeachment, para enviar el caso al senado donde, también por dos tercios de los votos, se deberá decidir la suerte de la presidente Dilma Rousseff.

Uno a uno salían los diputados a expresar públicamente su voto, transmitido en directo a todo el mundo. El que quisiera verlo, podría hacerlo por internet. Fue mi caso.

No vi, en todo caso, el voto al que me refiero: el de un diputado homenajeando al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, muerto en octubre del año pasado, torturador de la ahora presidente cuando, en los años 70, durante la ola más represiva del golpe militar de 1964, dirigía el Destacamento de Operaciones de Información-Centro de Operaciones de Defensa Interna, conocido como DOI-CODI.

La intervención del diputado Jair Bolsonaro puede ser vista en internet. Está en Youtube. Militar retirado, como Ustra, diputado más votado del estado de Rio de Janeiro en las pasadas elecciones, del Partido Social Cristiano (PSC), Bolsonaro empezó hablando de “este día de gloria para el pueblo brasileño”. Recordó el golpe militar cuando afirmó: “perdieron en 1964 y perderán ahora”. Votó “contra el comunismo, por nuestra libertad, contra el Foro de Sao Paulo, por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff, y por dios por encima de todo”.

El coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, a quien Bolsonaro trata como héroe de la patria, fue responsable de por lo menos 45 muertes y desapariciones en el período en que comandó el DOI-CODI, aparato de represión de la dictadura militar, de 1970 a 1974. Los sobrevivientes cargan en la piel y en la memoria las marcas de la violencia y del miedo.

Ustra torturó embarazadas. Violó decenas de mujeres. Ordenó o ejecutó torturas inimaginables contra varios presos políticos. Llevó los hijos pequeños de Maria Amélia de Almeida Teles, Amelinha, para que la vieran siendo torturada, en la silla del dragón”. Ahí, el torturado, desnudo y con diversas partes del cuerpo conectados a la corriente eléctrica, era sometido a suplicio. El cardenal Paulo Evaristo Arns describió la silla del dragón en su libro “Brasil: nunca más”.

Dos hijos de Bolsonaro son también diputados. El padre quiere ser presidente. Tiene 8% de las intenciones de voto. Entre el grupo más rico del país es el favorito. Entre los más escolarizados, está en segundo lugar.

Se puede leer, en un texto de Cremilda Aguiar, en Facebook (ella aparece también hablando en vivo, identificándose).

En su opinión, Bolsonaro “debe haber acumulado nuevos seguidores después del discurso de ayer (en realidad, del domingo 17). El giro a la derecha del electorado brasileño me parece un camino sin retorno. Por eso siento que un nudo en la garganta va a seguir molestándome mientras vea esas fuerzas reaccionarias y conservadoras, de las cuales Bolsonaro es el principal representante, ganaren terreno”.

Y concluyó: “Bolsonaro, como Ustra, no tiene límites. Bolsonaro, como Ustra, es un canalla”.

Pero Bolsonaro es también un diputado. En la mesa de la Cámara de diputados lo convocaba su presidente. Ocho de sus once miembros responden a juicios.

Si el impeachment se aprueba, como parece probable, Cunha asumirá como vicepresidente del país. Cunha votó también en nombre de dios. Es cristiano, de iglesia evangélica. Está acusado de corrupción ante el Supremo Tribunal Federal (STF), que debe juzgarlo, por tener foro parlamentario. Es el único acusado ante el STF por crimen y corrupción. En sus cuentas en Suiza encontraron millones de dólares. Su nombre aparece en las listas de los sobornados por las empresas constructoras brasileñas. En su caso, con casi 15 millones de dólares. Jovair Arantes, el diputado que presentó el informe solicitando la aprobación del impeachment, es hombre de Cunha.

El vicepresidente Michel Temer, que asumirá si Dilma es depuesta, tiene también un largo historial de corrupción.

El partido de Temer, el mismo de Cunha, el PMDB, mayoritario en el Congreso, tiene más acusados por corrupción en las investigaciones conocidas como Lava-Jato que el partido de los Trabajadores (PT), del expresidente Lula y Dilma.

¿Cómo fue posible?

Mientras Cunha llamaba uno a uno a los más de 500 diputados los brasileños los veían, transformados ahora en tribunal acusador, invocar a dios, a la patria, recordar a sus hijos, o a su pequeña ciudad tan querida para justificar su voto a favor del impeachment.

Pocos, muy pocos, hicieron referencia a las acusaciones con que el informe de Arantes justificaba la medida. No se trataba de actos de corrupción, sino de medidas administrativas para acomodar el manejo el presupuesto, inconvenientes pero habituales en todos los gobiernos recientes en Brasil.

¿Cómo fue posible entonces que una mayoría de diputados denunciados por delitos de corrupción, encabezados por un presidente con cuentas en Suiza llenas de millones de dólares de sobornos, pudieran dar el espectáculo del domingo pasado, con el apoyo de una parte importante de la población brasileña?

El tema es objeto de interminables especulaciones en Brasil.

Dos hechos aparecen citados con frecuencia. Uno es la investigación conocida como Lava-Jato que desde hace un par de años viene revelando la desviación de miles de millones de dólares de la petrolera brasileña Petrobrás para el financiamiento de campañas políticas, pero también para el enriquecimiento personal de centenares de dirigentes políticos.

Las investigaciones han llegado ya hasta el expresidente Lula, aunque este no ha sido acusado formalmente. Pero hay viejos e históricos líderes del PT, exministros de los gobiernos Lula y Rousseff, detenidos y condenados. Otros partidos, entre ellos el PMDB, están tanto o más involucrados en esos delitos. Como lo ha demostrado la investigación los sobornos se transformaron en una forma habitual de hacer política (en Brasil y en el resto del mundo).

No se trata, en todo caso, solo de Petrobrás, sino de las obras públicas que transformaron a algunas empresas brasileñas en grandes multinacionales y que hicieron del pago de “propinas” su forma habitual de ganar licitaciones.

Además de la corrupción, el otro gran tema, es el fracaso total de la presidente Rousseff, tanto en el manejo político como administrativo. Su estrecho triunfo en el segundo turno en octubre de 2014 dio como resultado un segundo mandato en el que la presidente envió una extraña señal al electorado y a sus partidarios. En las carteras claves de Hacienda y Agricultura puso, en el primer caso, a Joaquin Levy, un economista identificado con la banca más liberal, mientras entregaba la cartera de Agricultura a la líder del agronegocio, Katia Abreu, reconocida enemiga del Movimiento de los sin Tierra (MST), base de apoyo del PT.

Aislada políticamente, enfrentada a una crisis económica que tensionó la economía del país, sin criterio político para enfrentarla, sin formación económica, de espaldas a su electorado, revolcada por la ola de denuncias de corrupción en su entorno, Dilma quedó a merced de sus enemigos: los grupos conservadores de todo tipo que el PT había alejado del gobierno desde principios de siglo, cuando Lula asumió por primera vez, en 2003.

Como lo demostró la sesión de la cámara el pasado domingo 17, la eventual destitución de Dilma no se basa, en realidad, en problemas de corrupción. Parece más parte de una ofensiva generalizada en América Latina contra los gobiernos que, a principios de siglo, abandonaron el camino neoliberal que la región había transitado, como una tendencia mundial, en el último cuarto de siglo. Es una ingenuidad pensar que esas tendencias conservadoras se han resignado. Pese a la tragedia social a que han llevado el mundo con su rapacidad, a la enorme y creciente disparidad con que se reparten los recursos económicos, la voracidad de esos sectores no tiene límites. Sus intentos de volver al poder van a agravar las tensiones sociales. No es difícil ver que los intentos por apropiarse de lo que aun no ha sido privatizado, sumado a las lecciones aprendidas por la gente después de tres lustros de políticas alternativas son un coctel explosivo.

¿Con qué legitimidad?

Ahora que la cámara de Diputados aprobó enviar la solicitud de impechment al Senado, este deberá (se estima que a mediados de mayo), decidir por mayoría simples si inicia el proceso de destitución de la presidente. Si lo aprueba, como se considera casi seguro, Dilma Rousseff dejará de inmediato el cargo en manos de su vicepresidente, Michel Temer, a quien ahora considera un “traidor”.

Figura sin carisma, acusado de corrupción, Temer tendrá hasta 180 días para amarrar en el senado los dos tercios de votos necesarios para la aprobación definitiva del impechment.

Como el mismo Lula reconocía en reunión con asesores cercanos –según informaciones de medios brasileños– el alejamiento provisional de Dilma de la presidencia será, en la práctica, una decisión definitiva. Ya en el poder, Temer tendrá recursos renovados para negociar con los senadores los votos necesarios para hacer definitiva esa destitución.

Se habla ya de su gabinete, con dos figuras claves mencionadas para el ministerio de Hacienda, ambos expresidentes del Banco Central: Arminio Fraga y Henrique Meirelles.

En discurso en el fin de semana, ya conocido el resultado de la votación en la cámara, Dilma Rousseff hizo una pregunta que podría dar la pauta para lo que sigue: ¿Con qué legitimidad van a gobernar?

fuentes de Rebelion  Gilberto Lopes

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