Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia ingresó a sedes del Ejército y la Fuerza Aérea. Sepultado por la historia, murió Gregorio Álvarez


Ya sepultado por la historia desde hacía mucho tiempo, a los 91 años, y tras pasar diez de ellos en prisión por cometer graves violaciones a los derechos humanos, esta madrugada terminó de morirse el exdictador Gregorio Álvarez debido a una falla cardíaca, confirmaron a El Observador fuentes del Hospital Militar y del Ministerio del Interior.

Álvarez ejerció ilegítimamente la presidencia de la República entre 1981 y el 12 de enero de 1985 y tuvo un peso fundamental en el golpe militar de 1973 y en la dictadura que se cernió sobre el país durante 12 años.

Una foto de aquella noche del 27 de junio lo muestra caminando con otros militares por el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo a donde los políticos no volverían durante mucho tiempo. Otra fotografía, no menos icónica, lo mostró mucho tiempo después con la cabeza apenas alzada y el número de procesado 276.487 que le adjudicó la Justicia civil.

Más conocido como "Goyo" y simpatizante del Partido Nacional, ascendió al grado de general en 1971 y prontamente fue designado como jefe del Estado Mayor Conjunto (Esmaco) encargado de la lucha contra la guerrilla tupamara que un año después ejecutó a su hermano, el también militar Artigas Álvarez.

Rápidamente escaló posiciones hasta comandar la división del Ejército en Lavalleja- departamento que era conocido como "la república del Goyo"- para saltar luego a la comandancia del Ejército.

Álvarez llegó a la presidencia de la República el 1 de setiembre de 1981 tras desplazar al presidente títere Aparicio Méndez y cuando ya la mayoría de los uruguayos había expresado su rechazo a la dictadura en el plebiscito de 1980.

En los meses previos al golpe se había mostrado como un militar progresista –o "peruanista" como se decía entonces- pero prontamente quedaron claras sus intenciones

El día que asumió como presidente, el diario El País le dedicó un editorial en el que sostuvo que el discurso del general expresó "un pensamiento en forma sobria y al margen de todo desliz de carácter demagógico, fue mesurado pero no exento de de la inevitable firmeza y energía que requieren los instantes que vivimos".

El dictador siguió ejerciendo y reprimiendo, y cada tanto advertía por cadena de radio y televisión que no dejaría que los políticos volvieran para "revolcar en el más nauseabundo de los lodos el poncho de Saravia y el sobretodo de Batlle".

Fue invitado a integrar la logia militar Teniente de Artigas y la Masonería, pero no aceptó. En cambio, se metió de lleno en el denominado "Operativo Conserva", un contrato firmado en 1982 entre el gobierno y una empresa privada para exportar carne a Argentina. El directorio de uno los frigoríficos que recibía beneficios especiales para participar del negocio estaba integrado por la esposa del dictador.

Pero, progresivamente, los militares más aperturistas le fueron restando su apoyo y no tuvo más remedio que negociar con esos políticos a los que detestaba. Tras las elecciones de 1984 que ganó Julio María Sanguinetti, Álvarez le entregó provisoriamente el gobierno al entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, Rafael Addiego.

En 2007 comenzaron los procesos judiciales en su contra que lo confinaron en la cárcel de la calle Domingo Arena, un centro de reclusión, vecino de un cuartel, especialmente acondicionado para recibir a militares violadores de los derechos humanos.

Álvarez fue procesado como coautor de reiterados delitos de desaparición forzada vinculadas a los traslados clandestinos de detenidos desde Argentina ocurridos en 1978, cuyos protagonistas fueron asesinados. Luego, se le agregaron otros delitos como el del homicidio de 37 personas cuando ejercía la comandancia del Ejército. La condena sumó 25 años de cárcel.

Cuando el juez Luis Charles le extendió la mano en el juzgado para saludarlo, el ex dictador le preguntó: "¿Es necesario?". "No, pero es de buena educación", le respondió el magistrado.

Después, Charles lo responsabilizó por haber tenido "pleno conocimiento de todas las acciones que se llevaban a cabo" y por tener "una decidida participación en las mismas".

"Cuando asumió como Comandante en Jefe del Ejército el 1 de febrero de 1978 se le elevaban copias de todas partes, por lo que tenía conocimiento de todos los sucesos sin excepción de naturaleza alguna", dice el fallo.

Ya preso, Álvarez fue apartado del resto de sus camaradas delincuentes que lo acusaban de maltratos y de intentar seguir mandando como lo hizo en sus épocas en el poder. La incipiente demencia senil lo hacía creer que aún era portador de sus charreteras.

Durante su gobierno se produjo la ruptura de la denominada "tablita" (sistema de anuncio anticipado del precio del dólar) que sumió al país en una profunda crisis.

Antes de la catástrofe económica, un periodista le preguntó si no existía riesgo de que hubiera una devaluación. Álvarez respondió: "Ni que bajen los marcianos".

Cuando el dictador fue procesado, el historiador Lincoln Maiztegui Casas escribió en El Observador un perfil titulado "Que sea el punto final" y que terminaba con el siguiente aserto: "Su carismática personalidad resultó decisiva en la instauración de aquella realidad ominosa, que costó mucho dolor, muchas vidas inocentes y significó –esto lo afirmo con toda convicción- un retroceso en la posibilidad de convivencia que aún hoy estamos pagando. Por ello, su prisión podrá considerarse contraria a derecho, inconducente tal vez, pero no injusta, en el sentido ético del término. Si es posible extraer de todo este drama una enseñanza útil, ella no es otra que la certeza de que los poderosos y soberbios de ayer terminan, si la muerte no los somete antes a un Tribunal superior, siendo, fatalmente, los procesados de hoy. Quiera Dios que el proceso del general Álvarez constituya, por fin, el punto final de un ajuste de cuentas que no parece tener fin".

El poderoso y soberbio Álvarez fue condenado por la justicia de los hombres. Si existe ese otro Tribunal superior, el exdictador ya habrá iniciado el proceso que lo llevará a la sentencia final.
FUENTES DEL EL OBSEVADOR

Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia ingresó a sedes del Ejército y la Fuerza Aérea


“Esto tiene un valor simbólico importante, porque entramos al lugar donde están los archivos. No es como hasta ahora, que pedías una documentación y te daban un sobre con lo que ellos dicen que tienen. Ahora vimos los materiales y empezamos a delinear un plan de trabajo. Es algo que tiene un valor muy significativo”. La frase pertenece al coordinador del Grupo de trabajo por Verdad y Justicia (GVJ), Felipe Michelini, y fue dicha pocas horas después de ingresar al Comando del Ejército, ubicado en la calle Garibaldi, y al de la Fuerza Aérea, en Instrucciones y Mendoza, donde se encuentran los archivos de inteligencia de ambas ramas. Michelini concurrió junto con otros tres integrantes del GVJ, Mario Cayota, Ignacio Errandonea y Susana Andrade. Allí se reunieron con el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Alberto Zanelli, y funcionarios de inteligencia del Ejército.

La visita se empezó a coordinar hace menos de un mes, cuando representantes del GVJ iniciaron los contactos con Zanelli y con el comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos. Aquella vez lo hicieron a instancias del ministro de Defensa, Jorge Menéndez, que había evaluado positivamente el convenio de digitalización que había firmado el GVJ con la Armada, para trabajar con los archivos de Fusileros Navales. “Esto va en la misma dirección; tiene particularidades, porque hay una parte de lo que tiene el Ejército que ya está microfilmada. Pero es un hecho histórico, después de tanto tiempo, haber logrado ingresar. Porque constatamos en los hechos lo que ellos venían diciendo, en cuanto a que nos iban a dejar acceder a todos sus archivos. Ahora el paso siguiente, en el futuro cercano, es acordar un protocolo de adaptación y empezar a identificar con mayor claridad cuál es la documentación que puede ser útil para los cometidos del Grupo. Hay todo un acervo documental que empieza abrirse, que puede ser fundamental para la investigación judicial, histórica y testimonial. Hay una parte de trabajo más mecánica y después se pasará al análisis. Pero es un cambio de metodología importante, porque hasta ahora el Grupo pedía información y cada fuerza respondía, pero no habilitaba para comparar y sacar otras conclusiones”, declaró Michelini.

El coordinador del GVJ considera que han encontrado una “disposición real a trabajar” por parte de los funcionarios militares que han contactado en estas últimas semanas en la apertura de los archivos y también una “sintonía” con los lineamientos establecidos por el ministro Menéndez y el subsecretario del Ministerio de Defensa Nacional, Daniel Montiel.

FUENTES DE LA DIARIA

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