El otoño uruguayo, la estación cada vez más breve por efecto del cambio climático, sigue con follaje caduco pero con la memoria perenne


El desembarco subversivo en la Agraciada, el 14 de abril y su legado de plomo, el escuadrón paramilitar de Sanguinetti lacerado en su propia carne, los mártires de la Seccional 20 del PCU, las Pibas de abril, el voto verde contra la impunidad, la muerte de Raúl Sendic, la tensión organizativa del movimiento trabajador previo al 1º de Mayo.

A esta breve y desactualizada lista hay que agregar el impacto profundo del año 1989, punto de inflexión al menos en la historia de la izquierda uruguaya; mientras el autodenominado socialismo real se desmoronaba y el dirigente socialista José P. Cardozo iba por su pedazo de adoquín del muro alemán, el Frente Amplio ganaba por primera vez la Intendencia de Montevideo, cargando la derrota contra el voto amarillo y la escisión de algunos sectores de la coalición, para que la izquierda llegara a un punto importante de su unidad.

Traemos el recuerdo en este otoño sobre todo para que quienes sacaron por primera vez la credencial para votar al Frente Amplio en aquel octubre de 2004 -por tanto, vienen ganando hace tres elecciones- no lleguen a pensar que lo que están viviendo nació por generación espontánea, sino que es el fruto de un largo, histórico y complejo proceso de acumulación de fuerzas e ideas; bien vale mostrar como un álbum de fotos familiar los esfuerzos realizados y subrayar que, sin ellos, no se explica este presente.

Por la vereda de los pares



En aquel otoño del 89, tan fermental y tan definitivo en muchos aspectos, murió Raúl Sendic; su masivo entierro fue un adelanto de lo que podemos comprobar hasta el día de hoy; hay tantos Raúl Sendic como seguidores de su legado se pueda uno encontrar.

El indiscutible líder guerrillero, el líder campesino, el integrante de un coordinador de autodefensa de organizaciones políticas de izquierda, el fundador de Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) y el MLN-T, el rehén que sobrevivió las más duras condiciones de reclusión, el de las cartas desde la prisión, el heterodoxo en el campo de las ideas, pero también y quizás por eso, el del Frente Grande, el de propuestas concretas de movilización y soluciones por encima de banderas y plataformas electorales, el de “Lucha por la tierra y contra la pobreza”, el maravillado por el mundo de la informática y su impacto, el desvelo por la comprensión y denuncia de la economía y su injerencia cada vez más directa en las decisiones políticas, la apuesta ciega a los jóvenes como los portadores del cambio posible.

El tímido orador de ávida lectura y ágil pluma o teclado.



Las varas del tiempo

Raúl Sendic fue portador, a la salida de la prisión, de una imponente capacidad de análisis que casi siempre terminaba en una propuesta concreta.

En ese sentido, compartidas o no, una vez más se salió del trille conocido de la consigna aun programática; tal vez por eso, por ser tan concreto, fue difícil concitar adhesiones tempranas.

No fue candidato porque, vale recordar, el MLN-T no definió hasta las elecciones de 1994 tener candidatos, pero además porque falleció antes de las elecciones del 89 y porque, aun dándose las circunstancias, todo hace sospechar que difícilmente hubiera aceptado algún puesto de relevancia institucional, pero esto, claro, es una mera especulación.

Si uno vuelve a analizar su estudio sobre la tierra, la banca y la deuda externa, sus columnas en el quincenario Mate Amargo, su actividad política estaba contenida en su práctica, y como no se contentaba sólo con la difusión de sus ideas, terminó generando aquel Movimiento por la Tierra.

Aquella barra que acompañó su idea de Frente Grande, que no implicaba el nacimiento de una nueva fuerza política, sino el unirse, juntarse sobre tres o cuatro puntos que dieran solución a los problemas acuciantes del país, fue duramente criticada por la dirección del Frente Amplio de entonces; el masivo e interpartidario movimiento contra la impunidad fue una primera señal, y el Encuentro Progresista, la expresión política más contundente.



Plan y fantasía

De los tantos viajes por Europa, llegó entusiasmado con las experiencias de autogestión que llevaban adelante algunos jóvenes que vivían en comunidades, muchos extrabajadores asalariados excluidos del mundo formal del trabajo, y allí empezó a madurar la idea de que los trabajadores pudieran hacerse cargo de los destinos de la empresa, llevadas al quiebre por los propios capitalistas.

En realidad era una idea vieja, ya impulsada desde aquella ocupación de tierras del latifundio de Silva y Rosas, para el sindicato de UTAA, una de las primeras organizaciones sindicales que se planteó la cuestión de la propiedad de la fuente laboral.

Mientras, se concentraban las finanzas, ganaba terreno la banca de capitales privados, y se seguía concentrando la tierra, al tiempo que se iba expandiendo el agronegocio, y en breve la agricultura emparejaría a la explotación ganadera.

La reforma agraria corría el riesgo de ser una entelequia semántica si no se tomaban acciones concretas; si miles de hectáreas de tierra estaban en manos de los bancos, antes que expropiar a los terratenientes y latifundistas, la primera expropiación debería ser contra estos nuevos latifundistas de escritorio, rescatar de los ministerios y de entidades estatales las tierras improductivas en su poder. Había que dotar al Instituto Nacional de Colonización del rol para el cual fue creado, y para sacarlo de esa suerte de mercado de feria en que lo habían transformado los directorios de  blancos y colorados, entendía que había que apoyar y fortalecer el Movimiento de Aspirantes a Colonos.

Y la apuesta a los proyectos colectivos de emprendimientos productivos no sólo tenía que ver con una definición de carácter ideológico, sino también con empezar a constatar las debilidades que el pequeño productor empezaba a padecer ante el avance del desarrollo tecnológico en el campo, adelantos que estaban al servicio de la producción que a su vez estaba al servicio del sistema financiero.

Autogestión empresarial de trabajadores; la cuestión de la propiedad de la tierra y los desarrollos alternativos como dos matrices de su pensamiento en la búsqueda de soluciones concretas, imbuidos en una conducta de tender puentes y conducta política.



La avenida s/n

Al lector posiblemente le choque el “s/n”, pero en un país de cárcel en Libertad, cerro Chato, arroyo Seco, escribir “Avenida de Las Leyes sin número” podría entrar en esa categoría de la ironía criolla.

Lo cierto es que en la Avenida de Las Leyes s/n, donde se encuentra el Palacio Legislativo, a partir de la administración progresista, algunas de las ideas fermentales -diamante en bruto de aquel que hizo leyenda haciendo contactos por la vereda de los pares- tuvieron alguna expresión.

Aquel Movimiento por la Tierra, de efímera vida, tal vez porque su impulso seguía las peripecias de su creador, dejó sentadas algunas bases.

En el campo de las anécdotas, aquel Sendic que impuso el concepto de “reunionismo”, contra el cual empezó a militar, implicaba rebelarse contra aquellas reuniones interminables sin que se avizorara muchas veces la necesaria síntesis, y de más de una de ellas se levantó bajo la contundente excusa de que tenía que ir a ordeñar la vaca en la chacra que había conseguido para el movimiento.

No vamos a cometer la torpeza de decir que la política de descentralización del Ministerio de Ganadería para el desarrollo rural, el fortalecimiento de las sociedades de fomento rural y las organizaciones sindicales de los trabajadores rurales, su ley de ocho horas, la adjudicación de tierras del Instituto Nacional de Colonización a grupos organizados, aquella vaca como pasaporte para irse antes de la reuniones y la lechería como uno de los rubros de apuesta al desarrollo rural, la ley contra la concentración de la tierra y los proyectos para detener la extranjerización son el guante recogido de las propuestas de Raúl Sendic, pero quien quiera hallar a uno de los hombres que impuso en la izquierda (esta izquierda urbana) el tema de la propiedad y la estructura productiva en la tierra, deberá llegar a él.

Nacido como no podía ser de otra manera del seno del pueblo trabajador para luego encontrar el eco e impulso institucional cuando las instituciones son herramientas al servicio de los pueblos, por ahí andan los emprendimientos autogestionados por los trabajadores, quizás una velita en una isla del océano capitalista, pero un rumbo posible.

Hay que agendarlo con fuerza, para que los esfuerzos del Fondes no corran la suerte de otros mecanismos institucionales que Uruguay se dio el lujo de dejar morir, como aquel imponente movimiento de las políticas planificadas, quedando la OPP como un señero testigo.

Y permítanme el atrevimiento de sostener que cuando la izquierda, más temprano que tarde, anteponga los proyectos de futuro a los logros conquistados, alguna propuesta de las planteadas por el que trillaba la vereda de los pares aún esta en agenda.

Por Ricardo Pose

ABRIL EN LA MEMORIA: POR LA VEREDA DE LOS PARES Y LA AVENIDA S/N"

FUENTE  DE CARAS Y CARETAS




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