Hombre de pecho abierto que toca las nubes Poema Elegía a Karl Marx, de Sergio Saíz Montes de Oca


Foto: Archivo
Profeta de la cara cubierta,
por blanco que sobra,
de adentro del alma.

Apóstol sencillo, de los de mano dura,
encía en desilusión
y pecho abierto que toca las nubes.

Cantor al martillo, y a los ojos tristes,
defensor de hombres que lloran atados
a un monstruo aceitado.

Karl, el duro de tu nombre
sirve de ariete, en el asalto final
al enemigo de piernas fuertes y tórax grasoso.
Marx, el suave latir acompasado de tu apellido,
es el nuncio profético, del nuevo mundo
de justicia y decoro.

Germano de cuerpo, universal de miras,
en el fondo de tu cerebro siempre brilló la frase inmortal:
«proletarios del mundo, ¡uníos!»
La historia se estaba aburguesando,
echaba canas y dormía temprano,
la suave dureza de tu andar,
sirvió de quiebra, de despertar.

Karl Marx, el espacio se puebla de solemnidad,
al vibrar en sonoro, tu obra de redención,
tu mano golpeó muy hondo,
arremetió muy cerca, para dormir en paz.

Te saludo, lanzo al imperio de los soles
el grito sin nombre, de mi corazón
y uno mi mano, a tu cuerpo rudo
para luchar en alto, por la dignidad.

Tu rostro, cincelado en verdad,
en frío y en realidad, penetra en reto
hunde con sinceridad de alma cansada de esperar
el mudo escalpelo de tu doctrina,
hace temblar en vibraciones el duro templo
de la explotación.

Viniste tú, y de un golpe de arrojo.
Tu frente abombada, germinó en luz,
supiste hacer de ella,
cañón de grafito, bombas destructoras
de la infelicidad.


(Elegía a Karl Marx, de Sergio Saíz Montes de Oca)

Autor: Sergio Saíz Montes de Oca | internet@granma.cu
4 de mayo de 2018 20:05:20

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