Verdades incómodas sobre Venezuela y la furia de las oligarquías mediáticas.

Verdades incómodas sobre Venezuela y la furia de las oligarquías mediáticas. Reflexiones en defensa propia
Los periódicos comenzaron a existir para decir la verdad

y hoy existen para impedir que la verdad se diga.”
(G. K. Chesterton, 1917)
En los últimos días, en coincidencia con la decisión de Cambiemos de hacer de Venezuela uno de sus ejes de campaña, fui sometido a un ataque sin precedentes desde las ciudadelas de la oligarquía mediática argentina a propósito de mis opiniones acerca de lo que está ocurriendo en aquel país.
Periodistas y académicos unieron sus fuerzas para no sólo disentir con mis ideas sino también para lanzar toda suerte de agravios sobre mi persona. No tiene sentido referirme a cada uno de sus autores por separado, y esto por dos razones. Primero, porque en el fondo su discurso es el mismo: variantes de un mismo guión dictado desde Washington, reciclado por sus acólitos neocoloniales y lanzado por ellos a través de los “medios independientes” (¿independientes de quiénes?) para hostilizar a quienes piensan distinto. Segundo, porque individualizarlos sería conferirles a los autores de tales libelos una dignidad que su estatura intelectual y moral hace totalmente inmerecida. Dicho esto, en lo que sigue, va mi respuesta.
Uno. En Venezuela la oposición está compuesta por dos sectores. Uno, que acepta al diálogo con el gobierno. Otro, totalmente opuesto a él y dispuesto a quebrar el orden constitucional y derrocar a Nicolás Maduro apelando a cualquier recurso, legal o ilegal. Desgraciadamente, esta fracción ha sido la que hasta la semana pasada ha hegemonizado la oposición amenazando al sector dialoguista con una brutal represalia si cedía a los llamados del gobierno.1 Negociar con éste equivalía, para los violentos, a una infame traición a la patria, merecedora de los peores castigos. Este grupo extremista y fascista hasta el tuétano, venía conspirando contra la democracia desde el fallido golpe de estado del 11 de abril del 2002 y sus principales líderes: Leopoldo López, Henrique Capriles, Antonio Ledezma, Freddy Guevara, Julio Borges y María Corina Machado apoyaron abiertamente aquel golpe. Machado, una de las “demócratas” de hoy, fue firmante del Acta de Juramentación de la nueva junta de gobierno presidida por el empresario Pedro Carmona Estanga. En dicha acta se cancelaban las libertades públicas, se abolían todas las leyes producidas por el chavismo y se decretaba la cesación en sus cargos de todas las autoridades electas y de los parlamentarios y ediles del país. Estos fascistas fueron los que, bajo el liderazgo de Leopoldo López, organizarían la sedición de febrero del 2014 –significativamente llamada “Operación Salida”- una vez consumada la derrota del candidato Henrique Capriles en las elecciones presidenciales convocadas luego de la muerte de Hugo Chávez. La “Operación Salida” adoptó las tácticas violentas de control de la calle aconsejadas en diversos manuales de la CIA y en la obra de uno de sus máximos teóricos, Eugene Sharp. Aquellas contemplaban la realización de atentados de todo tipo a instalaciones públicas, autobuses, erección de barricadas armadas (“guarimbas”) impidiendo que la gente saliera de sus hogares y matanza indiscriminada de personas para aterrorizar a la población. A diario López declaraba que esta insurrección sólo cesaría con la renuncia de Maduro. Finalmente se restableció el orden público, pero con un saldo luctuoso de 43 muertos. López fue apresado y enviado a la justicia donde, como veremos más abajo, recibió una moderada condena, desproporcionada en relación a los crímenes cometidos. Este mismo grupo es el que en abril de este año relanzó la segunda fase de la estrategia insurreccional, pero incrementando exponencialmente la violencia de sus actos e introduciendo macabras innovaciones en sus tácticas de “oposición democrática”: arrojar bombas incendiarias sobre jardines infantiles y hospitales y, como en los viejos tiempos de la Inquisición, quemando vivas a personas cuyo pecado fuese tener el color de piel incorrecto según el criterio de los terroristas. Cuando al describir este deplorable escenario utilicé la expresión “aplastar a la oposición” era obvio para cualquier lector atento de mi artículo que me estaba refiriendo a este sector y no a quienes deseaban una salida pacífica, como felizmente parece estar en marcha en estos últimos días. Cualquier interpretación en contrario sólo puede ser producto de la mala fe. Pero fue dicha lectura la que originó la primera ronda de críticas e insultos.
Dos, si algo revela la monumental hipocresía de mis censores es su sepulcral silencio a la hora de proponer alguna alternativa para detener la violencia en Venezuela. Críticos que en su enorme mayoría no conocen ese país, que jamás estuvieron en él, ignoran su historia y no tienen amigos o parientes viviendo allí se dan el lujo de agraviar a quien piense de otra manera. Mi preocupación obsesiva por el deterioro de una situación que podría desembocar en una orgía de muerte y destrucción se funda en la necesidad de evitar para Venezuela -y para los amigos que tengo en ambos lados, en el chavismo y en la vereda de enfrente- un final apocalíptico. No es el caso de mis censores, a quienes en su condición de obedientes publicistas de la derecha – la de aquí y la de allá, y sobre todo la de “más allá”, en Washington- se les ordenó que descarguen toda su artillería contra quienes tuviéramos la osadía de defender el orden institucional en Venezuela. Mil veces hice la pregunta: ¿cómo se detiene la violencia iniciada, nuevamente por la derecha golpista, y ante la cual la respuesta del Estado fue débil e insuficiente? Las respuestas casi siempre fueron evasivas, pero cuando les exigía mayores precisiones lo que decían era: “renuncia de Maduro y convocatoria a elecciones presidenciales.” Es decir que estos severos críticos de mis opiniones, autoproclamados (pero inverosímiles) custodios de la libertad, los derechos humanos y la democracia, no son otra cosa que vergonzantes apologistas de la fracción terrorista de la oposición. Lo que quieren estos furiosos escribas es nada menos que el triunfo de la sedición, la victoria de los golpistas, el retorno de los fascistas y la destrucción del Estado de derecho. O sea, quieren exactamente lo mismo que la pandilla de López y sus compinches. Son, por lo tanto cómplices, cuando no autores intelectuales o legitimadores post bellum, de la barbarie desatada por la derecha. En su desesperación por acabar con el chavismo apelan a una retórica que sólo en apariencia es democrática. Lo que hay debajo de sus huecas palabras es una afrenta a los valores humanísticos que dicen defender. Tendrán que hacerse cargo de su apología de la violencia. Porque, en la reseca llanura de la política latinoamericana, con tantas “democracias” que empobrecen, marginan y lanzan a la desesperación a millones de personas no sería de extrañar que fuera de Venezuela surjan grupos que ante el ostensible vaciamiento del proyecto democrático decidan también ellos apelar a la violencia para derrocar gobiernos que los hambrean y embrutecen. Si los sedicentes custodios de la democracia aprobaron esa metodología en Venezuela, ¿la apoyarán también cuando se ensaye en otros países? ¿Qué van a decir entonces? ¿Que saquear, incendiar, matar y quemar vivas a personas está bien en Venezuela pero estaría mal en Colombia, Argentina, México? ¿No les suena un poquitín incoherente exaltar la vía insurreccional en contextos laboriosamente democráticos y que tanto costó construir?
Tres, decíamos más arriba que esta ofensiva se produce en momentos en que el gobierno argentino hizo de Venezuela uno de los ejes de su campaña electoral. Este sábado fue la punta de lanza para suspender a Venezuela del Mercosur, violando las normas del Mercosur y la Carta Democrática establecida en el Protocolo de Ushuaia, y los ataques tienen que ver con eso pero también con algo más. Obedientes, los escribidores y charlistas de los medios hegemónicos arremeten con saña contra cualquiera que defienda al gobierno legal, legítimo y constitucional de Nicolás Maduro. La voz del amo imperial les exige que digan que su gobierno es una feroz dictadura, una manzana podrida en el cajón donde brillan las ejemplares democracias de Argentina, el Brasil del golpista Michel Temer, y Paraguay, dignas herederas de la democracia ateniense y sus grandes líderes como Pericles, Solón y Clístenes, que empalidecen cuando se los compara con sus actuales sucesores sudamericanos. Tremenda dictadura la de Maduro en donde, seguramente al igual que en tiempos de Videla, Pinochet y Strossner, sus opositores pueden ir a Estados Unidos para solicitar la intervención armada de ese país en Venezuela, como lo hiciera el presidente de la Asamblea Nacional Julio Borges en su visita al Jefe del Comando Sur, Almirante Kurt Tidd, y regresar al país sin ser molestado por las autoridades, conservar su inmunidad parlamentaria, ofrecer conferencias de prensa y entrevistas en numerosos medios nacionales e internacionales y proseguir con su actividad proselitista y destituyente sin ninguna clase de limitaciones. Seguramente ocurriría lo mismo con los opositores en las dictaduras de Videla, Pinochet y Strossner. Este es un ejemplo entre muchos otros. Uno más: en Venezuela la mayoría de los medios de comunicación son contrarios al gobierno y las grandes cadenas de noticias internacionales tienen sus corresponsales instalados en aquel país que día a día “malinforman” o “desinforman” al resto del mundo sobre lo que ocurre en Venezuela sin ninguna clase de restricciones. Es que la “posverdad” y la “plusmentira” se convirtieron en monedas corrientes en los medios hegemónicos.
Conviene reproducir aquí lo que recientemente escribiera Boaventura de Sousa Santos, profesor de la Universidad de Wisconsin y uno de los más distinguidos sociólogos y juristas contemporáneos. Luego de adherir a un manifiesto de intelectuales críticos del gobierno de Nicolás Maduro, de Sousa Santos sintió la necesidad de escribir un artículo porque, según sus palabras, “estoy alarmado con la parcialidad de la comunicación social europea, incluyendo la portuguesa, sobre la crisis de Venezuela, una distorsión que recorre todos los medios para demonizar un gobierno legítimamente electo, atizar el incendio social y político y legitimar una intervención extranjera de consecuencias incalculables.” Y, poco más adelante, en ese mismo artículo, nuestro autor, cuya autoridad científica y moral convierte a mis críticos en deformes pigmeos, termina diciendo que “El gobierno de la Revolución bolivariana es democráticamente legítimo. A lo largo de muchas elecciones durante los últimos veinte años, nunca ha dado señales de no respetar los resultados electorales. Ha perdido algunas elecciones y puede perder la próxima, y solo sería criticable si no respetara los resultados. Pero no se puede negar que el presidente Maduro tiene legitimidad constitucional para convocar la Asamblea Constituyente.” 2 Suficiente en relación a este tema.
Cuatro, siempre en función de la dupla “posverdad-plus mentira” ninguno de los órganos de la oligarquía mediática que nos desinforma a diario en toda América Latina -incluyendo a El País de España, director de esta desafinada orquesta mediática- mencionó una noticia que ningún medio de comunicación “serio e independiente”, como gustan llamarse estas agencias de propaganda que hoy nos bombardean con sus falsedades, podría haber dejado pasar por alto. En su conferencia de prensa del 1º de agosto el Secretario de Estado de Donald Trump, Rex Tillerson, anunció oficialmente que “estamos evaluando todas nuestras opciones de política acerca de lo que nosotros podemos hacer para crear un cambio de condiciones donde o bien Maduro decida que ya no tiene futuro y quiera marcharse por voluntad propia o nosotros podemos hacer que los procesos gubernamentales en Venezuela vuelvan a lo que marca su Constitución.3 O sea: el imperio, por boca de su encargado de relaciones exteriores, anuncia que está implicado en la concreción de un golpe de Estado en Venezuela y tan gravísima novedad es escandalosamente silenciada en los grandes medios, esos que dedican ríos de tinta y horas y más horas de radio y televisión para acusar y difamar a diestra y siniestra a quienes denuncian las maniobras del imperialismo y sus lugartenientes locales para destruir regímenes democráticos, como lo hicieron –para nombrar sólo los casos más resonantes- en Guatemala (1954), en Brasil (1964), en República Dominicana (1965), en Chile (1973), en Honduras (2009), en Paraguay (2012) y hace pocos meses en Brasil. Pocos días antes había sido el Director de la CIA, Mike Pompeo, quien declarase en su ponencia ante el Foro de Seguridad convocado por el Aspen Institute que “basta señalar que estamos muy esperanzados de que puede haber una transición en Venezuela, y nosotros -la CIA-, está dando lo mejor de sí para entender la dinámica allá para que podamos comunicársela a nuestro Departamento de Estado y a otros, los colombianos. Acabo de estar en Ciudad de México y en Bogotá, la semana antepasada, hablando exactamente sobre este tema, intentado ayudarles a entender las cosas que podrían hacer para obtener un mejor resultado para su rincón del mundo y nuestro rincón del mundo.”4 ¡Al demonio con la soberanía nacional, la autodeterminación de los pueblos y la democracia! Porque si al emperador no le gusta el gobierno que existe en algunas de las provincias del imperio lo derriba sin miramientos. Y la prensa de todo el hemisferio, más la española, convenientemente aceitada y colonizada, acepta el engaño sin chistar y se esmera por blindar la ominosa noticia con la colaboración de los habituales saltimbanquis de los medios que dicen los que se les ordena decir, no importa lo que hayan dicho antes. No es conveniente que el pueblo se entere de estos planes insurreccionales de la Casa Blanca que producen un daño irreparable a la credibilidad de la democracia porque esta sólo será respetada si sus resultados son del agrado del emperador. Caso contrario el error se corrige con una ayudita de los boys de la CIA y la “embajada”. Mejor será que la población siga pensando que el imperio tiene su sede en Orlando y sus personajes más significativos son el Pato Donald y el Ratón Mickey, que la CIA es una vetusta leyenda soviética y los otros quince servicios de inteligencia de Estados Unidos productos de una alucinación colectiva que afectó irreparablemente los cerebros de Noam Chomsky, Howard Zinn, Tom Engelhardt, Michael Parenti, James Petras, Jim Cockcroft, Philip Agee y John Perkins. Que no vaya a recordar ese pueblo que en el mayor acto terrorista de la historia Estados Unidos arrojó dos bombas atómicas sobre dos ciudades indefensas cuando Japón estaba vencido y que sí recuerde, en cambio, que Washington ha “exitosamente” exportado la democracia a Irak, Libia y Ucrania y ahora está tratando de hacer lo mismo en Siria y Venezuela. En síntesis, que Estados Unidos es lo que Hollywood dice que es y que Julian Assange es el novio despechado de la hija de Donald Trump y por eso inunda al mundo con sus mentiras desde Wikileaks. Se cumple lo que hace ya un siglo había pronosticado Gilbert K. Chesterton cuya cita pusimos como epígrafe a este escrito: los medios existen para impedir que la verdad sea dicha, que la verdad sea conocida.5
Cinco y final. El torrente de mentiras, falsedades y ocultamientos de mis críticos me obligaría a escribir un libro para desnudar toda y cada una de sus canalladas. No lo merecen. Prefiero proseguir con mis análisis y no perder mi tiempo discutiendo una a una sus acusaciones y respondiendo a sus insultos. Pero haré una excepción en relación a una de sus más socorridas mentiras: la reiterada caracterización del líder fascista y golpista Leopoldo López cono un “preso político.” En su afán por congraciarse con el imperio y la derecha vernácula los personeros de la oligarquía mediática insisten en el tema y, aún más, endiosan a ese personaje y a otros de su calaña como si fueran heroicos combatientes por la libertad. ¿Les suena la melodía? ¡Claro! Washington la empleó varias veces en el pasado: Combatientes por la libertad fueron los “exiliados” iraquíes que atestiguaron que el gobierno de su país estaba fabricando armas de destrucción masiva, a sabiendas de que tal cosa era una flagrante mentira. Pero sus testimonios fueron decisivos para que el Congreso de EEUU aprobase la declaración de la guerra contra Irak junto a José María Aznar y Tony Blair, siniestros cómplices del engaño que todo el mundo sabía era tal.6 Antes habían utilizado la misma virtuosa categoría para exaltar la imagen de los “contras” nicaragüenses, convirtiendo a unos brutales mercenarios en heroicos luchadores por la democracia y los derechos humanos. Volvieron a hacer lo mismo con la “oposición democrática” a Gadaffi supuestamente bombardeada por este en Bengasi, un hecho que luego se demostró absolutamente falso pues el monitoreo satelital de la zona reveló que no existió tal bombardeo.7 Pero la mentira surtió efecto y las víctimas de ese supuesto ataque rápidamente se convirtieron en valerosos combatientes por la libertad. Lo mismo está ocurriendo hoy en Venezuela, caracterizando como “preso político” a un señor como Leopoldo López que en realidad es un político preso, y que lo está por haber sido encontrado culpable del delito de sedición. En Estados Unidos, por ejemplo, esto configura un crimen federal y puede llegar a ser purgado con prisión perpetua y hasta con la pena capital si es que en los incidentes promovidos por los sediciosos para alterar el orden institucional o derrocar a las autoridades constituidas se produjeran víctimas fatales. Parecida es la pena contemplada en España (recordar el caso del Teniente Coronel Antonio Tejero, en 1981) a quien en principio se lo sancionó con prisión perpetua por haber intentado un incruento golpe de estado ocupando la sede de las Cortes, reteniendo a los diputados pero sin provocar el menor destrozo dentro y fuera del recinto.. La sanción a López, en cambio, fue mucho más benigna pese a los destrozos producidos y las muertes ocasionadas: 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión. Con el ánimo de reducir la crispación política en vísperas de la Asamblea Nacional Constituyente la justicia venezolana le concedió el benefició de la prisión domiciliaria. Tal como es habitual en estos casos su otorgamiento estaba regido por estrictas reglas, una de las cuales era abstenerse de hacer proselitismo político, norma que el líder golpista violó repetidamente y por eso fue devuelto a la cárcel. Lo mismo ocurre en EEUU cuando un reo sale de la cárcel bajo “parole” y viola las condiciones de la libertad condicional. Nada nuevo. El gobierno argentino, y otros de su mismo signo, insisten en la liberación del “preso político” Leopoldo López, mientras mantiene como prisionera política sin cargos y sin proceso, y en contra de los reclamos de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derecho Humanos, a Milagro Salta en la prisión de Alto Comedero, en Jujuy. Sin embargo, bastó que yo dijera que el retorno a la cárcel de López se ajustaba a derecho y era lo que legalmente correspondía para que un tropel de críticos se abalanzaran de nueva cuenta contra mi persona, haciendo lugar inclusive a la inserción en una de esa notas de ataques soeces y agraviantes extraídos de los mensajes enviados en las redes sociales, algo que yo al menos nunca había visto antes y que expresa el grado de putrefacción moral a que han llegado las oligarquías mediáticas en la Argentina y Nuestra América.8 ¡Dixit, et salvavi animam meam! 
1 Afortunadamente para la paz en Venezuela los líderes de Acción Democrática manifestaron días atrás que presentarían sus candidatos a las elecciones de gobernadores y alcaldes previstas para la segunda mitad de este año, rompiendo de ese modo el chantaje al que los tenía sometidos la fracción terrorista de la oposición. Es muy probable que en los próximos días otros partidos adopten la misma postura.
2 Ver su “En defensa de Venezuela”, en La Jornada (México), 28 Julio 2017
3 https://www.state.gov/secretary/remarks/2017/08/272979.htm . Fue también publicado en España por el periódico digital Público: http://www.publico.es/internacional/crisis-venezuela-secretario-eeuu-dice-estudiando-forma-derrocar-maduro.html
4 https://red58.org/la-cia-confirma-que-est%C3%A1-trabajando-para-derrocar-a-venezuela-c485f0754487
5 Me permito recomendar la lectura de algunos libros que permitirán comprender un poco mejor el mundo en que vivimos y el papel que en él desempeñan los medios: Pascual Serrano, Desinformación. Como los medios ocultan al mundo (Barcelona: Península, 2009) y del mismo autor, Medios Violentos: Palabras e imágenes para el odio y la guerra (Madrid: El Viejo Topo, 2008).Ver también Denis de Moraes, A batalha da mídia (Río de Janeiro, Pao e Rosas, 2009)
6 Ver el magnífico documental “Iraq: a deadly deception” que prueba todo esto. Ir a: https://www.youtube.com/watch?v=3fNkeOZlM4U
7 Ver al respecto: https://www.youtube.com/watch?v=XYesnOD6_gQ
8 “Atilio Borón aplaudió los encarcelamientos de opositores en Venezuela y en Twitter le respondieron”, en https://www.clarin.com/mundo/atilio-boron-aplaudio-encarcelamientos-opositores-venezuela-twitter-respondieron_0_HkGhBMRU-.html   
Atilio A. Boron
FUENTES DE TELE SUR    
                                                                                                                                                                                   







América Latina y el Caribe: Ofensiva imperial y resistencia de los pueblos



Por Roberto Regalado.

Intervención en el II Encuentro Centroamericano de Solidaridad con Cuba, San Salvador, 28 de julio de 2017.

“La política imperialista hacia la región y su círculo vicioso, el imperialismo norteamericano no ha cesado ni cesará, mientras exista y crea tener fuerza para hacerlo”.

Agradezco al Movimiento Salvadoreño de Solidaridad con Cuba, al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y a la Embajada de Cuba en El Salvador, por la invitación a participar en este II Encuentro Centroamericano de Solidaridad con Cuba, con una presentación sobre el tema «América Latina y el Caribe: ofensiva imperial y resistencia de los pueblos».

Desde la conquista y colonización europea, los pueblos y naciones que integran la América Latina y el Caribe han enfrentado la dominación foránea, primero colonialista, luego neocolonialista y por último imperialista. Los Estados Unidos desataron la puja por erigirse en la potencia dominante del continente a partir del momento mismo en que proclamaron su independencia, en 1776. Para alcanzar ese objetivo desarrollaron dos mecanismos complementarios:

El mecanismo principal y el más antiguo, utilizado por primera vez en 1777 para anexarse a la Luisiana Francesa, es la amenaza y el uso de la fuerza, en particular, la realización de acciones unilaterales de fuerza. La historia de América Latina y el Caribe está plagada de estas acciones en su contra por parte de Estados Unidos

El otro mecanismo, que data del período en que los Estados Unidos se convirtieron en nación imperialista, a finales del siglo XIX, es la construcción de un sistema de dominación continental mediante el cual imponer su hegemonía, es decir, mediante el cual hacer que los pueblos y naciones dominados asuman como propios los intereses, los valores y la ideología de la potencia que los domina

El propósito inalcanzado –y en mi opinión inalcanzable– del imperialismo norteamericano es lograr un acople perfecto de estos dos mecanismos complementarios de dominación. Con otras palabras, es crear una «tenaza» cuyos brazos, el de la fuerza y el de la hegemonía, aprisionen al subcontinente. ¿Acaso no es esto lo que vemos en Venezuela, donde la desestabilización interna (la fuerza) y la injerencia de la OEA (la hegemonía regional) se complementan y retroalimentan?

Hay cinco momentos en que los Estados Unidos han creído tener condiciones óptimas para lograr la síntesis de ambos mecanismos de dominación:

El primero de esos momentos, como ya mencioné, data de finales del siglo XIX, cuando hicieron el primer amago de construir el llamado Sistema Interamericano, con la celebración de la I Conferencia Internacional de las Repúblicas Americanas, de 1889‑1890, y la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, de 1891. Este resultó ser un intento prematuro y frustrado, debido al peso de Inglaterra como potencia neocolonial dominante en América del Sur.

El segundo tuvo lugar a raíz de la Gran Depresión de 1929-1933, la cual destruyó el imperio neocolonial inglés en América del Sur. Este fue otro intento prematuro y frustrado porque, si bien desapareció la competencia imperialista extracontinental, los Estados Unidos aún carecían de la fuerza política y económica suficiente para vencer el rechazo de América Latina a someterse a su dominación.

El tercero se produjo en el momento en que los Estados Unidos emergieron intactos y omnipotentes de la II Guerra Mundial y, junto a Inglaterra, provocaron el estallido de la Guerra Fría, utilizada por el gobierno estadounidense como mecanismo de presión para completar la construcción del Sistema Interamericano, cuyo núcleo central, la Organización de Estados Americanos (OEA) se fundó en 1948. Aquí hubo una diferencia: este fue un tercer intento frustrado pero, en este caso, no fue prematuro, pues sí tenían condiciones para hacerlo. Lo frustró el triunfo de la Revolución Cubana, el 1ro de enero de 1959, y la subsiguiente apertura de una nueva etapa de luchas populares que se extendió durante tres décadas.

El cuarto transcurrió en la coyuntura creada por el derrumbe del bloque socialista europeo y el fin de la bipolaridad mundial de posguerra. En la creencia de que las fuerzas revolucionarias, de izquierda y progresistas estaban derrotadas, total y definitivamente, tanto en el mundo en general, como en América Latina y el Caribe en particular, en 1989, el imperialismo norteamericano inició una reestructuración y revitalización integral de su sistema de dominación continental, sustentada en tres pilares:

El pilar político fue la implantación de «democracias neoliberales», sometidas a mecanismos transnacionales de imposición, control y sanción de «infracciones». Uno de estos mecanismos fue la OEA, reestructurada y relanzada a tal efecto.

El pilar económico consistió en el intento, pronto derrotado, de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), acompañado de la firma de Tratados de Libre Comercio bilaterales y subregionales (TLC) que sí fueron establecidos

El pilar militar –cuya primera concepción fue también derrotada, a saber, la creación de un cuerpo militar semejante a los cascos azules de la ONU– derivó en el aumento de la presencia militar estadounidense en la región mediante la apertura de bases militares y el restablecimiento de la IV Flota

El cuarto intento de cerrar la «tenaza» también se frustró, por un (para ellos) inesperado nuevo auge de las luchas populares, que desembocó en la ocupación, por primera vez en la historia de América Latina y el Caribe, de espacios institucionales en los poderes del Estado por parte de fuerzas de izquierda y progresistas, incluido el ejercicio del Poder Ejecutivo en un considerable número de países.

¿Cómo se explica que esto ocurriera a menos de una década del derrumbe de la URSS? Téngase en cuenta que su colapso ocurrió el 25 de diciembre de 1991, y que el 6 de diciembre de 1998 –apenas 6 años, 11 meses y 19 días– Hugo Chávez –nacido un día como hoy hace 63 años– ganaba su primera elección a la Presidencia de Venezuela y, con ese triunfo, abría la cadena de elecciones y reelecciones de gobiernos de izquierda y progresistas, interrumpida a finales de 2015 por la derrota del candidato del Frente para la Victoria de Argentina. Esos triunfos se explican por cuatro factores:

El acumulado histórico de las luchas populares, en especial, a partir del triunfo de la Revolución Cubana, que de ningún modo podía desaparecer como resultado del fracaso de la experiencia soviética

El rechazo a los métodos tradicionales de dominación violenta, que forzó al imperialismo y las oligarquías criollas a recurrir a formas más mediadas y sofisticadas de dominación

El acumulado social y político de los movimientos populares y las fuerzas políticas de izquierda y progresistas en lucha contra el neoliberalismo

El voto de castigo de amplios sectores sociales contra las fuerzas políticas y los gobiernos neoliberales

El quinto intento de cerrar la «tenaza» de la dominación de América Latina y el Caribe es en el momento actual, en el que el imperialismo norteamericano y las oligarquías criollas desarrollan una estrategia desestabilizadora destinada a derrotar o derrocar a los gobiernos de izquierda y progresistas, con la cual han tenido éxitos y sufrido derrotas. No ahondaré en este tema, abordado de modo extenso, profundo y acertado por muchos compañeros y compañeras. Baste decir que, para hablar de esa estrategia, podemos parafrasear los conceptos «guerra de espectro completo» y «dominación de espectro completo» formulados por la Dra. Ana Esther Ceceña, y llamarla «desestabilización de espectro completo».

Voy aprovechar el limitado tiempo del que dispongo para, al menos mencionar, tres problemas que no han recibido igual atención:

El primero es el antagonismo del sistema político de democracia burguesa con los proyectos, procesos y gobiernos de izquierda y progresistas

El segundo es el objetivo de la política del imperialismo norteamericano hacia la región, y el círculo vicioso en que esa política se encuentra encerrada

El tercero es la necesidad de una evaluación autocrítica de las fortalezas y debilidades de nuestros proyectos, procesos, fuerzas políticas y gobiernos

Con relación al primer problema, el antagonismo entre el sistema y nuestros objetivos, reitero la conocida idea de que la democracia liberal es un sistema de dominación y subordinación de clase ejercido por la burguesía. Con mucho acierto, Gramsci observó que las fuerzas populares organizadas pueden y deben abrirse espacios dentro de ella, y aprovecharlos para arrancarle concesiones a la clase dominante. Entre otros muchos casos registrados en la historia en los que esa idea gramsciana fue llevada a la práctica, constatemos que eso es lo ocurrido en los países de América Latina y el Caribe gobernados por fuerzas políticas de izquierda y progresistas desde finales de la década de 1990. Sin embargo, ello no niega ni invalida el hecho de que la democracia burguesa no fue concebida para que fuerzas populares establezcan su control sobre los poderes del Estado, sino para evitarlo, y que cuando ello ocurre en virtud de determinada correlación de fuerzas, la función del sistema es expulsarlas de los espacios institucionales que ocuparon. Es algo semejante a los anticuerpos generados por las y los seres humanos para cercar, debilitar, aniquilar y expulsar a los virus y bacterias que ingresan a su organismo. Eso es lo que el sistema hace contra nuestros gobiernos con la desestabilización de espectro completo.

Debemos comprender que se ha producido un cambio cualitativo en la situación política de América Latina y el Caribe, y actuar en consecuencia. La tendencia regional favoreció la elección de gobiernos de izquierda y progresistas entre 1999 y 2009, pero a partir de desde ese último año la desfavorece, en especial, desde de 2014. Esa tendencia negativa no se revertirá por sí sola, ni de manera aleatoria. Por supuesto que, donde somos gobierno, luchamos hasta con las uñas y los dientes para que no nos expulsen de él, y donde nos desalojaron, luchamos de la igual forma para recuperarlo. Pero esta defensa o recuperación del gobierno ha de tener un horizonte mayor: tiene que estar sustentada por un proyecto de transformación social revolucionaria.

Imaginemos que Lula derrote las maniobras jurídicas destinadas a condenarlo, encarcelarlo y privarlo de sus derechos políticos, y que gane las próximas elecciones presidenciales en Brasil: ¿acaso va a poder gobernar enfrentado al mismo Senado, a la misma Cámara de Diputados, al mismo sistema judicial y a los mismos poderes fácticos que derrocaron a Dilma Rousseff y lo criminalizaron a él? No, es imposible retornar a la situación en que Lula ganó la Presidencia de Brasil, el 27 de octubre de 2002. Ya no es el mismo Brasil, ni el mismo PT, ni el mismo Lula. No podemos mirar ni caminar hacia atrás; tenemos que mirar y caminar hacia adelante. Del pasado sacamos experiencias positivas y negativas, para marchar hacia el futuro.

La respuesta de Lula a los cambios ocurridos, que también debe ser la nuestra, no puede circunscribirse al terreno electoral: la respuesta es construir hegemonía y poder popular, y avanzar hacia la construcción de un nuevo sistema social en las entrañas del hoy imperante. La decisión de cuán rápido o despacio avanzar en la construcción de ese nuevo sistema social no será resultado de la aplicación de una ciencia exacta. Será una decisión inevitablemente subjetiva sobre la cual habrá diversos puntos de vista, muchos de ellos contradictorios y hasta antagónicos entre sí. No será una decisión fácil, ni a prueba de error, pero es imposible evadirla.

Quizás las dos principales lecciones del negativo cambio en la correlación regional de fuerzas ocurrido en los últimos años sean: que los espacios de poder estatal, no importa cuán sólidos y duraderos aparenten ser, son frágiles y efímeros si no se sustentan en una real y efectiva construcción de hegemonía y poder popular; y el hecho de que existe una abismal y trágica diferencia entre creernos que estamos construyendo hegemonía y poder popular desde el gobierno, y construirlos de verdad. Esto no se puede hacer «de arriba para abajo», sino con una fluida y constructiva interacción que vaya, primero y principalmente, «de abajo para arriba», y solo después, «de arriba para abajo».

Si creímos, como yo creí, que existía una diferencia fundamental en el blindaje contra los embates sistémicos entre los procesos más profundos y abarcadores de transformación política –como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador– y los procesos de reforma no rupturistas con el statu quo –como, por ejemplo, los de Honduras, Paraguay, Argentina y Brasil–, la vida revela que la resiliencia del sistema de dominación funciona contra ambos, que unos y otros son víctimas potenciales del cierre de los espacios democráticos que lograron abrir y, por tanto, sujetos potenciales de expulsión de los espacios institucionales que alcanzaron a ocupar.

Con respecto al segundo problema, la política imperialista hacia la región y su círculo vicioso, el imperialismo norteamericano no ha cesado ni cesará, mientras exista y crea tener fuerza para hacerlo, de intentar cerrar la «tenaza» de su dominación sobre los pueblos de América Latina y el Caribe, pero hoy esa «tenaza» es casi exactamente la misma en cuyo intento de imposición ya fracasó entre finales de la década de 1980 y principios de la de 1990. Esto significa que el agravamiento de sus contradicciones antagónicas le imposibilita diseñar y ejecutar una nueva política hacia la región. Lo que busca hacer es retroceder el «reloj de la historia»:

Primero, reimplantar gobiernos neoliberales «puros y duros» en los países donde estos fueron derrotados y reemplazados por gobiernos de izquierda y progresistas y, además, blindar a los gobiernos neoliberales existentes

Segundo, destruir los mecanismos regionales de concertación, cooperación e integración, como ALBA‑TCP, UNASUR y CELAC, y fortalecer los mecanismos de dominación política y económica continental, en los términos aún más leoninos establecidos por el presidente Trump

Tercero, seguir ampliando y fortaleciendo su presencia militar directa, extendida a aquellos países donde logren derrotar o derrocar a los gobiernos de izquierda y progresistas que la impidieron o le pusieron fin

Personajes como Macri y Temer podrán sacar partido de la memoria corta de sectores de las sociedades latinoamericanas y caribeñas que olvidaron los efectos del neoliberalismo puro y duro, que no repararon en que los problemas socioeconómicos que los afectan no son culpa de los gobiernos de izquierda y progresistas que, en todo caso, lo que no han tenido es una correlación de fuerzas favorable para revertir las secuelas de más de cinco siglos de dominación y explotación, agravadas al extremo por la reestructuración neoliberal de las décadas de 1980 y 1990, pero, cuando llegan al gobierno, la verdad sale a flote y la conciencia social y política adormecida de esos sectores se reaviva.

En cuanto al tercer problema, la necesidad de una evaluación autocrítica de las fortalezas y debilidades de nuestros proyectos, procesos, fuerzas políticas y gobiernos, parto de la premisa de que la desestabilización de espectro completo nos debilita, e incluso nos destruye, cuando saca partido de nuestras deficiencias y errores, y de que tenemos todas las condiciones para derrotarla cuando somos rigurosos y eficientes en nuestra labor organizativa, política e ideológica, y cuando nuestra relación con el pueblo es fluida, interactiva, constructiva, respetuosa, democrática y transparente.

De los cuatro factores que hace dos décadas contribuyeron a la elección de gobiernos de izquierda y progresistas, descartemos el segundo pues el imperialismo, consciente del rechazo generalizado a sus medios y métodos abiertamente violentos y represivos de dominación, sustituyó los golpes de Estado al estilo de Pinochet, por los golpes de Estado «de nuevo tipo» característicos de la desestabilización de espectro completo.

El factor fundamental que favoreció la ocupación de espacios institucionales por parte de las fuerzas políticas de izquierda y progresistas fue su acumulado histórico. De ello se deriva que la evaluación autocrítica crucial que todas y cada una de esas fuerzas necesitan hacer es: cuánto han acumulado social y políticamente a lo largo de estas dos décadas, cuánto han dejado de acumular y cuánto han desacumulado. Indisoluble relación tiene con esto la descolocación que sufren los movimientos populares. Valter Pomar, dirigente del Partido de los Trabadores de Brasil, analizando la experiencia de los gobiernos de Lula y Dilma explica que esos movimientos, nacidos para luchar en contra del Estado, e históricamente habituados a ello, pueden ser presa del desconcierto y el letargo cuando el Estado lo ocupan fuerzas de izquierda y progresistas, a menos que jueguen un papel protagónico, hombro con hombro con dichas fuerzas, en el proceso de transformación o reforma social.

Por último, está el voto de castigo de amplios sectores sociales que fue determinante en la derrota de las fuerzas políticas y los gobiernos neoliberales. Son esos sectores los que tienen memoria corta, los rehenes de la desestabilización de espectro completo y proclives a ser ganados por las falsas promesas y la mercadotecnia electoral, tal como ya ocurrió en la elección presidencial argentina de 2015, en la elección legislativa venezolana también de 2015 y en el referendo boliviano de 2016 convocado para habilitar una tercera elección consecutiva del presidente Evo Morales.

Compañeras y compañeros:

La situación es muy grave. Podemos vencer o ser derrotados. Ambas posibilidades están abiertas. Para vencer, lo primero que necesitamos es tomar conciencia de la gravedad de la situación. La adopción de posturas justificativas y complacientes nos llevaría directo a la derrota. No podemos limitarnos a denunciar a nuestros enemigos. Por supuesto que hay que denunciarlos, pero ello no basta. Nuestros enemigos están cumpliendo su función, que es defender los intereses del imperialismo y las oligarquías criollas. ¿Acaso pensamos que se iban a dejar arrebatar el monopolio de los poderes del Estado, o que solo iban a luchar para recuperarlo por medios pacíficos y legales?

En su obra, Guerra de guerrillas: un método, publicada en 1963, el comandante Ernesto Che Guevara, cuyo 50 aniversario de su asesinato conmemoramos este año, haciendo gala de su intelecto visionario, sentenció:

[…] la oligarquía rompe sus propios contratos, su propia apariencia de «democracia» y ataca al pueblo, aunque siempre trate de utilizar los métodos de la superestructura, que ha formado para la opresión.

Con franqueza les digo que no sé si las fuerzas de izquierda de América Latina y el Caribe están hoy en condiciones de construir, con la celeridad y la profundidad requeridas, la hegemonía y el poder popular imprescindibles para deconstruir el sistema social imperante, y construir dentro de sus propias entrañas, el que ha de suplantarlo. No sé si están en condiciones de hacerlo en todos los países que fueron gobernados o que siguen siendo gobernados por ellas. En los países donde lo logren, estarán en condiciones de derrotar la desestabilización de espectro completo de la que son objeto. En aquellos países donde no lo logren, se cerrará la «tenaza» de la dominación imperial, se agudizarán la opresión, la explotación y las contradicciones sociales, y más temprano que tarde surgirán nuevas fuerzas y nuevos liderazgos de izquierda, que abran una nueva etapa de luchas emancipadoras, tal como en su momento lo hicieron Fidel y las y los jóvenes que junto a él asaltaron el Cuartel Moncada, gesta cuyo 64 aniversario conmemoramos antier, como en su momento lo hizo Chávez y los militares patriotas del Movimiento Bolivariano 200, como en su momento lo hizo Lula y las y los sindicalistas que junto a él fundaron el Partido de los Trabajadores de Brasil, y como en su momento lo hizo Evo al frente del movimiento indígena y campesino de Bolivia.

De nosotras y nosotros, revolucionarias y revolucionarios latinoamericanos y caribeños, y de nuestros respectivos partidos, organizaciones y movimientos políticos, depende si los procesos de transformación social en beneficio de los pueblos a los que dedicamos nuestras vidas, lograrán derrotar la ofensiva imperial en curso, o si será necesario esperar a que futuras generaciones de luchadoras y luchadores emprendan sus propios procesos transformadores.

Hagamos todo lo posible, empleémonos a fondo, para que no se pierda lo mucho que hemos avanzado, para que esas generaciones de revolucionarias y revolucionarios que nos reemplazarán no tengan que volver a empezar, no tengan que caminar de nuevo lo que ya hemos caminado, para que acumulen sobre lo acumulado por nosotras y nosotros, para que construyan sobre lo que nosotras y nosotros construimos, para que alcancen metas superiores que hoy nos parecen sueños distantes. Nuestro único camino es el que Fidel le trazó un día al pueblo cubano, en medio de una situación sumamente adversa: convertir los reveses en victorias.

Termino con la consigna histórica de la Revolución Cubana: ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!

Roberto Regalado es Politólogo, Doctor en Ciencias Filosóficas y Licenciado en Periodismo, miembro de la Sección de Literatura Socio Histórica de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, consultor del Instituto Schafik Hándal y el Centro de Estudios de El Salvador.
Tomado de http://www.alainet.org/es/articulo/187213

FUENTES  DE  Compañero, La Revista – Número 5

HACE 25 AÑOS EL MTRO DE DEFENSA DE L. A. LACALLE RECONOCIA EL ESPIONAJE MILITAR



Corría abril de 1992 cuando el ministro de Defensa, Mariano Brito, reconoció ante una delegación sindical, y luego ante la prensa, la existencia de espionaje contra organizaciones sindicales y sociales. Afirmó que era una tarea necesaria y que estaba en conocimiento de las autoridades. Los ministros de Defensa que pasaron por la comisión investigadora parlamentaria negaron tener conocimiento de las tareas de espionaje. A la luz de lo revelado por Brito hace 25 años, es evidente que alguno no dice la verdad.

POR PABLO SILVA GALVÁN

Desde el comienzo de las investigaciones en torno al espionaje militar en democracia, en particular a partir de los denominados archivos “Berrutti” y  “Castiglioni”, los ministros de Defensa e Interior, en sus declaraciones ante la comisión investigadora, negaron tener conocimiento de esas tareas. Sin embargo, hay un acontecimiento que puede dejar en evidencia que al menos alguno de ellos mintió ante los parlamentarios: el 8 de abril de 1992 el diario El Observador (por ese tiempo El Observador Económico) tituló ‘Brito admitió al PIT que los servicios de inteligencia de las FFAA actúan en los sindicatos y otras organizaciones’. El titular de Defensa de la época, el nacionalista Mariano Brito, reconoció ante sindicalistas que estos y sus actividades eran espiados. Y así lo reveló el diario del Opus Dei, pese a la coincidencia –en su momento se habló de pacto de silencio– entre los asistentes a la reunión de no dar a conocimiento público lo informado por el secretario de Estado.

Corría la mitad del gobierno de Luis Alberto Lacalle, un período complejo en cuanto a las relaciones con los militares. Allí está el caso Berríos, en el que quedó claro que los servicios de inteligencia actuaban por su cuenta. O no tanto. Por lo menos eso fue lo que dijo el ministro a una delegación de la central sindical cuando reconoció que eran espiados, actividad que estaba bajo su conocimiento. Por ese tiempo se reveló que un virus informático (Michelangelo) había provocado pérdidas importantes en las computadoras del Ejército. Entre la información perdida estaba la referente a las actividades de

los sindicatos. Por esta razón, el Pit-Cnt solicitó una entrevista al titular de Defensa. El viernes 3 de abril Brito recibió en su despacho a los dirigentes Alberto Melgarejo (textil) y Antonio Adourian (bebida) y les informó que los servicios de inteligencia actuaban en los sindicatos y otras organizaciones sociales para buscar información. Hubo coincidencia en no hacer público lo informado. Los sindicalistas darían cuenta a la central sobre esa situación y ella resolvería en consecuencia.

Pero algo falló: el 8 de abril, como ya fue mencionado, El Observador publicó, como título principal de su edición de ese día, que Brito había admitido al Pit-Cnt que los servicios de inteligencia de las FFAA actuaban sindicatos y otras organizaciones. En su página 4, el matutino señalaba que “el ministro de Defensa Nacional, Mariano Brito, admitió el pasado viernes 3 a una delegación del Pit-Cnt que los sindicatos y otras organizaciones políticas y sociales son objeto de actuación de los servicios de inteligencia para la obtención de información, dijeron fuentes oficiales y sindicales”. La nota estaba “producida” por los periodistas Alfonso Lessa (editor de política), Sergio Berrutti y Antonio Ladra, y su única fuente era el propio ministro Mariano Brito. “En todos los países funcionan servicios de inteligencia porque su función es prevenir. ¿Prevenir qué? Un daño. Es como la medicina: hay que tenerla en los estantes para cuando uno necesita usarla. Prevenir la enfermedad, el daño”, afirmaba en la nota el ministro para explicar a los periodistas lo que anteriormente había dicho a los sindicalistas.

Posteriormente el jerarca aclaró en otra entrevista con el mismo diario que la tarea la realizaba el Servicio de Información de Defensa (SID) y que él tenía “el deber de transmitir a la opinión pública que [ese organismo] recoge información, por ejemplo de la prensa, y luego la sistematiza”.

La noticia provocó conmoción en los medios periodísticos y políticos. Esa misma tarde, en la redacción del diario La República, se me encomendó trabajar sobre el tema. El ministro no contestó a ninguna llamada, pero sí uno de los sindicalistas participantes de la reunión. Enterado del asunto y tras un grueso improperio contra el secretario de Estado por haber dado a conocer el tenor de la reunión, explicó en detalle los pormenores del encuentro. La edición del día siguiente del diario no cayó muy bien entre los sindicalistas porque dejaba en evidencia la “coincidencia” para no dar detalles del tema.

Tras la evidencia y la conmoción en ámbitos políticos y del sindicalismo, el ministro consideró cerrado el asunto. Así se lo expresó a la prensa, que lo abordó a la salida de una reunión de la comisión de Defensa de la cámara baja, a la que concurrió para informar sobre la presencia de militares estadounidenses en San José.

Unos días después de las revelaciones, el Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt respaldó lo actuado por los dirigentes que participaron en la reunión y negó un pacto de silencio. En este sentido señaló que hubo “común coincidencia de que [el tema] no daba mérito a trascender”. O sea que permanecería oculto para la población.

En esa ocasión el dirigente Carlos Curbelo dijo a la prensa tras la reunión de la Mesa Representativa –no había teléfonos celulares ni correo electrónico, mucho menos WhatsApp, así que no había más remedio que ir personalmente al lugar– que la información (sobre el espionaje) “adquirió una trascendencia que no merece el tema”.

Casi como cerrando el tema abierto por ellos mismos y que extrañamente no ha sido recordado por estos días, el 13 de abril El Observador publicó una extensa entrevista de dos páginas al ministro Mariano Brito. Bajo el título de “Los militares están en lo que deben”, explicó en detalle que las Fuerzas Armadas realizan su trabajo bajo el control del poder civil y en ningún momento los periodistas Alfonso Lessa y Sergio Berrutti le preguntaron por el espionaje, tema revelado por su diario y por ellos mismos.

El espionaje militar a sindicatos, partidos políticos, organizaciones sociales, dirigentes y hasta presidentes de la República, que ahora se revela, puede decirse que salió a la luz –por lo menos una parte– en un tiempo ya tan lejano como 1992. Fue el propio ministro de Defensa de la época el que abrió esa ventana por la que nadie quiso mirar.

FUENTES DE CARAS Y CARETAS

Marenales: Es evidente el apoyo popular al gobierno venezolano


Resultado de imagen para Marenales:
El Fundador del Movimiento Nacional de Liberación Tupamaro de Uruguay, Julio Marenales, en entrevista para teleSUR, explicó que se sintió impactado al ver al pueblo venezolano movilizado para poder ejercer su voto el pasado 30 de julio en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, "yo nunca había visto una movilización así". teleSUR

Hoy el mundo sufre HAMBRE, más de mil millones de personas sufren y mueren de hambre.

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A pesar de todo, hoy que se termino la guerra la fría, las grandes potencias gastan decenas de millones de dólares por día en armarse, para la conquista del mundo.
Hoy la principal potencia mundial en armamentos es los EE.UU., pero no se quedan atrás ningunos de los países de la OTAN, ni China o Rusia. La pregunta es quien paga esos armamentos: ¿que el mundo produce y son cada vez más sofisticados?  Seguro que los poderosos, NO.  Si pagaran los pueblos, en especial, los del tercer y cuarto mundo.

     La caída de la Unión Soviética en 1991, dio lugar en los EE.UU. al surgimiento de los neoconservadores proclamando su hegemonía mundial para actuar, ahora, como la única súper potencia mundial en cualquier parte del mundo. Pues no tenía oposición y podía llegar a cualquier punto del planeta, sin rivalidad, ni militar ni económica. Desde su declaratoria de la independencia el 4 de julio de 1776, los EE.UU. han intervenido en más de 70 países. Por solo citar algunos nombraremos: desde México a la Argentina; de Uruguay a China; de Samoa a Guatemala; de Cuba a Omán; de Grenada a Bolivia; de Yemen a Mali.....  Eso son sin contar todas las operaciones encubierta que realizan en forma constante los EE.UU. Hoy existen unos doscientos países en el mundo, los EE.UU. poseen, bases militares en casi 140 países.  EE. UU., comenzó, en 1776 año de su independencia, el genocidio de las poblaciones nativas, acabando con decenas de tribus de las Naciones India, que se extendían por el este y norte del país. A principios del siglo XIX, dictara el Parlamento norteamericano la Doctrina Monroe, que dirá algo así "América para los norteamericanos".   Luego de la guerra de Secesión, (1861-1865) la llamada conquista del Oeste llevo hasta casi el exterminio de cientos de miles de indígenas. Luego a la conquista del mundo. Por medio de la fuerza o por el engaño, comprando o aniquilando pueblos enteros, EE.UU. avanzara en su conquista. Solo en los últimos 35 años, invadió Grenada (1983) en la operación "Furia urgente", EE.UU. sufrió 19 soldados muertos y 116 heridos. Las bajas de Grenada fueron 45 soldados y 24 civiles muertos y unos 400 heridos. En 1989 estaba el traspaso a sus dueños del Canal de Panamá, el 20 de diciembre de ese año EE.UU. invade Panamá. El barrio el Chorrillo en la capital, fue bombardeado por aire y tierra durante días, nadie sabe a ciencia cierta cuantos civiles murieron, versiones lo sitúan en varios miles, todos civiles. 10 años después, el 31 de diciembre se retira el último de los soldados y entregaran el canal al Gobierno de Panamá. En 1992, diciembre 8, desembarcan unos 30.000 mil soldados, bajo la bandera de la ONU, en suelo de Somalia, allí sufrirán uno de las más grande derrota militar. 10 meses después soldados colgados por las piernas en uno de los puentes de Madagascar y otros arrastrados por las calles demostraran que podían ser derrotados, por soldados mal armados, pero con mucho coraje. Miles serán los muertos civiles ocasionados por los norteamericanos. Luego vendrá, las guerras en la península Balcánica, de allí Afganistán, Irak, Libia, en Nigeria ayudaran a las tropas francesas.  Todas guerras en la que intervenía el "Gendarme" del mundo, por donde pasaba, dejaba el reguero de miles y miles de cadaveres. Solamente en Afganistán se dice que la guerra dejo más de un millón de muertos civiles. A fines de los años 80 crearon  Al Qaeda, con Osama Bin Laden como líder, el financiamiento económico vino por parte de Arabia Saudí y el asesoramiento militar, por parte de los EE.UU. y sus aliados en medio oriente. Luego vendrá "la ayuda" a la creación del Estado Islámico, para enfrentar a Siria e Irak. Una guerra religiosa que poco tiene de religiosa, pues los pueblos siempre son los que más perjudicados salen.

     Hoy hay quien dice que Trumph es "la bestia" de siglo XXI, como Hitler lo fue del siglo XX.   El primer presupuesto militar solicitado al Congreso de los EE.UU. por este personaje fue de unos 650 mil millones de dólares, cifra verdaderamente increíble para la mente humana.  Pero algo interesante es lo que dice el vicepresidente, Mike Pense: "que nadie ose desafiarnos somos muy poderosos, pero siempre atacamos para defendernos". Para eso lanzola madre de todas las bombas, en lo convencional. Antes del G20 realizado en Alemania, "La Bestia" estuvo de visita en Riad, allí realiza la gran jugada de ajedrez y se despacha con una frase, que dejara perplejos a muchos. "El enemigo no es Siria, si lo es el Yihadismo, al que hay que exterminar"  Pero justo el anfitrión es uno de los creadores del Isis, o Yihadismo, junto a los EE.UU. la OTAN, Israel y otros aliados occidentales.  ¿Qué estado puede manifestarse a favor del ISIS, o sea el terrorismo islamita? Ninguno. Sin embargo esos mismos estados son los que crearon cofradías, como la Hermandad Musulmana, con sede en Egipto, hace 66 años, sus creadores fueron los ingleses en 1951. Arabia Saudita crea la liga Islámica Mundial, que es el órgano que financia con dinero y armamento al todo el sistema Yihadista mundial. Turquía (OTAN), es quien da y garantiza la parte logística a la mayoría de estas organizaciones terroristas. EE.UU.es el creador, ideólogo de Al Qaeda, en Afganistán en la década del 80, para luchar con el ocupante Soviético. Por eso es difícil de entender, lo que manifiesta el Secretario de Defensa del los EE.UU.,  el general James Mattis: "la nueva estrategia militar, en su lucha contra el terrorismo será aislarlos y exterminarlos, sin dejar posibilidad de escapar".   El tema da para mas.

POBRE MUNDO, LA TIERRA

William Marino