LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS DEL PASADO RECIENTE “La Justicia tomó una decisión que daña proceso de reconciliación” dijo Wilder Tayler

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La Suprema Corte de Justicia dictaminó que la tortura, la violación y la desaparición forzada -delitos de lesa humanidad- cometidos durante la pasada dictadura cívico militar han perdido su imprescriptibilidad. Ante esta situación, un clima de tensión e inseguridad vuelve a instalarse en la esfera pública y muchos actores han advertido que este hecho es un claro ejemplo de la posición política que ha tomado el Poder Judicial con respecto a estos casos.
“Claramente el fallo es la decisión más dañina que se podía adoptar para la fibra social del país, el futuro y para nuestro proceso de reconciliación. En esta decisión hay una connotación política muy importante, ya que sin lugar a dudas hay un proceso de represión política por el que seguiremos pagando el precio”, declaró a LA REPÚBLICA Wilder Tayler, integrante del consejo directivo de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo.
Por su parte, Nilo Patiño, integrante de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, opinó que el fallo es “altamente condenable” y afirmó que es “increíble” que a más de treinta años se siga frenando la investigación de cada uno de los casos. Además, señaló que la decisión de la SCJ va en contra de los estatutos propuestos por los convenios internacionales que Uruguay se ha suscripto.
“La Justicia acaba de dar una mala señal. Pero es importante recordar que desde siempre ha sido lenta y poco efectiva en juzgar los terribles crímenes que se vivieron en dictadura. En la medida en que se vuelve a dar estas señales, aumenta el desgaste sobre quienes han aportado toda la información que tenemos (los familiares y las organizaciones sociales), van muriendo los testigos, y la sensación de que acá no pasa nada va minando las mentes y corazones de quienes luego de treinta años aún resisten”, declaró a LA REPÚBLICA la senadora Constanza Moreira.
En la misma sintonía, María Emilia Pérez, asesora legal de la senadora Constanza Moreira e integrante de Proderechos, y Tayler afirmaron que el fallo es un “gran retroceso” para el Estado uruguayo, ya que es una sentencia contraria al Derecho Internacional y a los fallos anteriores en los que se había señalado un cambio en la postura de la SCJ.
Según Pérez, para los Tratados Internacionales, estos crímenes tienen una característica esencial y es su imprescriptibilidad. Sostuvo la Suprema Corte de Justicia, en su opinión mayoritaria, desconoce con este fallo que la categoría de crimen de lesa humanidad y su característica de imprescriptibilidad existen al menos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Las cifras que existen sobre las causas judiciales
Según lo presentado por el Observatorio Luz Ibaburbu, existen 307 causas presentadas sobre violación de derechos humanos del pasado reciente. De las mismas, el 62% están presumariadas, el 23% archivadas, el 7% están acumuladas a otras, el 3% en sumario y el 2% no están registradas. Por tanto, sólo el restante 3% de las denuncias ha recibido una sentencia.
Por otra parte, el registro que cuenta el Observatorio ha realizado una clasificación de las causas según tipo de delito. Allí se muestra que la mayoría de ellas se refieren a tortura, muerte, privación de libertad, desaparición forzada, detención ilegítima, secuestro y amenazas. En cuanto al año al cual las causas denuncian, el período mayormente señalado comprende desde 1972 hasta 1978.
Sin embargo, ¿qué nos están diciendo estas cifras sobre el sistema judicial de nuestro país? Según Mirtha Guianze, presidenta de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, lo que se ve es que la impunidad opera sin ninguna traba.
La jerarca declaró que hay un estancamiento, una cierta parálisis, de las causas y que, además, no hay ningún registro en el Poder Judicial sobre este tema.
Por otra parte, la directora declaró que los abogados de los militares imputados presentan recursos en distintos momentos para enlentecer el juicio. Sin embargo, manifestó que no es la única causa que explica por qué los juicios no terminan en sentencias. Según sus palabras, el sistema judicial es pausado porque están sobrecargados los juzgados y ellos no pueden hacer un tratamiento especial de este tema. “Son juicios con muchísimos testigos, los militares no concurren, se lo cita más de una vez y muchas veces se expiden las cajas militares. Por tanto, es todo un trabajo que hacen las víctimas. No hay, de parte del Estado, una política pública que impulse el ritmo de estos juicios”.
El accionar de la Justicia
“El principal impedimento para que se apliquen los delitos de lesa humanidad y salga la verdad a la luz es el Poder Judicial”, declaró Patiño. Según sus palabras, el Estado se tiene que hacer responsable de los delitos cometidos en el pasado reciente.
Señaló que a pesar de que dentro del Estado están los tres poderes, el judicial es el que ha mantenido la posición “más retrograda”. “Desde que se han iniciado los juicios, la Justicia ha puesto permanentemente obstáculos. Por tanto hay una cuestión de actitud, en la cual no se pretende encajonar los casos. Por ejemplo, cuando se manda a investigar cosas que son totalmente secundarias es para atrasar la investigación, ya que un recurso como ese puede durar 6 meses o un año”.
“El Poder Judicial no está siendo ni indiferente ni inoperante, está bloqueando que se cumpla efectivamente la justicia. No es una justicia neutral, ha tomado partido para que no se lleve adelante ciertos procesos. Es una justicia que se ha comprometido con una posición que es desgraciadamente la más conservadora”, declaró Tayler.
Con respecto a la integración de la SCJ, Patiño afirmó que en este tema el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo tienen responsabilidad. “Sin duda que hay un problema de actitud política, de visión del pasado y hay una acción premeditada de encajonar todo esto hasta que todo el mundo se muera”.
La Justicia como una fuerza contrademocrática
“La falta de resolución de la justicia significa que no hay Justicia. Y la existencia de justicia, es anterior a la democracia”, declaró Moreira.
Explicó que la población votó por un programa de gobierno que enfatizara el compromiso con el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad. “Cuando la justicia se interpone e impide el cumplimiento de este objetivo, se vuelve una fuerza contrademocrática, que viola el principio de la soberanía popular. Pero como la Justicia es parte de la solución y del problema, estamos en un callejón sin salida. Esperemos que con los nuevos roles de la Fiscalía, logremos avanzar”.
Actuación de los partidos políticos
Moreira afirmó que la justicia uruguaya ha sido lenta y poco efectiva ya que faltó voluntad política por parte del sistema de partidos después de la dictadura. Afirmó que a pesar de que esa voluntad se recobró con la llegada del Frente Amplio al gobierno, la Suprema Corte falló contra la Ley que declaraba no comprendido en el plazo de prescripción el tiempo en que la ley de caducidad estuvo vigente. “El impulso y el freno. Todo lo que hemos conquistado políticamente, lo estamos perdiendo en los tribunales”.
“Costó reconocer que hubo terrorismo de Estado. Tuvo que llegar el Frente Amplio para aprobar la Ley 18.026 donde se reconocen los crímenes de lesa humanidad. ¿Por qué no se hizo antes? ¿Por qué se tuvo que esperar que el Frente Amplio tuviera mayorías parlamentarias para impulsar el reconocimiento? Porque no hay nada más político que los derechos humanos”, agregó.
La senadora explicó que usualmente se habla de los derechos humanos pero el único que los ha impulsado es el Frente Amplio, que ostentó la condición de víctima durante la dictadura. Mencionó que se ha enfrentado al asunto con la limitación de la Suprema Corte de Justicia, quien con examen de constitucionalidad de las leyes, la asignación de responsabilidades a jueces, los “premios” en la carrera judicial e inhibiciones al avance de los juicios ha limitado el accionar del Frente Amplio.

FUENTES DE DIARIO LA REPUBLICA

Ya no habrá más A dos voces con Benedetti, ni actuaciones donde la solidaridad lo reclamara. Todos saben que El flaco murió de exceso de solidaridad, a los 78 años


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Daniel Viglietti montevideaneaba habitualmente, con su guitarra-compañera y era fácil cruzarse con él por la calle, o encontrárselo en cualquier café del centro. Lejos de cualquier prototipo de artista exitoso, popular, querido.


¿Quién era Viglietti? Él se autodefine: “Soy eso, una especie de referencia de una etapa que se ha venido viviendo, con aciertos, errores, desajustes, con emociones, con valentía, con miedos, una etapa de hallazgos, de pérdidas… Seguimos buscando lo humano, eso que el Che simbolizaba como el hombre nuevo lo seguimos buscando, aún cuando seamos generacionalmente veteranos… Creo que no hay conciencia sin emoción”.


En realidad, decía, uno siempre se está componiendo, porque se está pensando, soñando, sufriendo,  respirando la porción de realidad que al trovador le toca vivir, siempre se está como afinando ideas…Pero tampoco creer que uno es una máquina de cantos políticos. Así como me nacen canciones de opinión, me nacen otras sobre el paisaje, sobre el amor, sobre seres entrañables, siempre desde un modo de concebir la vida.


Y hablaba de “una vida igualitaria, lo más parejita posible, sin soberbia, sin codicia, defendiendo la alegría, como nos pedía nuestro entrañable Mario (Benedetti); la ternura, el compañerismo. “Defendiendo las arenas rochenses de Valizas al cantar El vals de la duna, defendiendo el amor al cantar “Anaclara”, defendiendo la educación al recordar a la maestra uruguaya desaparecida Elena Quinteros, cuestionando la impunidad al cantar mi música para el poema de Circe Maia Otra voz canta.


Y “defendiendo nuestra cultura cuando abordamos a Violeta Parra o a Atahualpa Yupanqui o a Mario Benedetti o a Eduardo Galeano, defendiendo la libertad de pensamiento cuando evocamos al sacerdote colombiano Camilo Torres que, en su momento, cambió la sotana por un fusil, o al capitán Carlos Lamarca que cambió la puntería del suyo, defendiendo la memoria de Salvador Allende, de Miguel Enríquez, de Víctor Jara en Chile, como en mi país la de Raúl “Bebe” Sendic, o en el mundo la del nuestroamericano que fue el argentino Ernesto Guevara”.


Quizá el lacónico título de la primera página de La Diaria lo expresa todo: Sólo digo compañero.


Muchos lo recuerdan por A desalambrar, un himno popular desde hace 50 años: “Ese verbo que inventé en 1966 es un símbolo que me nació del Reglamento de Tierras que Artigas creó en 1813. Se trata, todavía hoy y no solamente en Uruguay, de desalambrar los latifundios”. Y con Viglietti llegamos a la conclusión –ron mediante, en Caracas- que ahora había que desalambrar también los latifundios mediáticos.


“Permanece el latifundio, sobrevive, se realimenta, se redimensiona. El yugo de la banca internacional nos sigue sometiendo, salvo rarísimas excepciones como son los casos de Cuba y del proceso bolivariano, o una experiencia altamente positiva como la de Bolivia con Evo Morales. Todos esos elementos que permanecen hacen que la canción -en el caso mío- tenga un eco y pueda encontrar nuevos oídos”, decía a principios de octubre en Chile.


Seis décadas


Lo conocí hace 60 años, por su amistad entrañable y creativa con mi hermano Coriún. Quizá por eso se me hace difícil escribir. Recuerdo el estuche de su guitarra que antecedía a su enorme jopo mientras bajaba por la empinada Susviela, allá en El Prado, en el norte montevideano.


 Dice La Diaria que “cuando cantaba no tenía edad. La memoria del cuerpo, ejercitada en la escuela exquisita de Abel Carlevaro, lo despojaba de los años y era cada vez el de siempre, como iluminado en integración perfecta con la guitarra, como si aquel mechón de pelo joven le cayera todavía sobre la frente.


Era parte de aquel renacer cultural uruguayo de los años 1960, junto a Los Olimareños, a Alfredo Zitarrosa, al Sabalero  (José Carvajal), el payador Carlos Molina, y tantos otros, que –decía él-  cantaban “a coro sin saberlo [...]. Todos amantes de la libertad en el sentido más profundo y menos manoseado del término; me gustaría decir libertarios”. “Ojo: no estoy olvidando a los luchadores anónimos. Todos son una especie de sujeto colectivo que impulsa a seguir”.


Recorrió medio mundo llevando su humildad y su solidaridad, su rebeldía y esperanza, su excelsa guitarra y su canto. Compuso hitos como A desalambrar, Canción para mi América, Declaración de amor a Nicaragua, La Patria Vieja, Duerme Negrito, Canción para el hombre nuevo…

Cuando lo detuvieron en 1972, los estudiantes rodearon en una manifestación relámpago la Jefatura de Policía y volantean una imagen con dos manos y una leyenda que dice “en Jefatura se está torturando a un patriota”, que obliga a las autoridades a visibilizarlo. Lo que permite la protesta internacional y su posterior liberación y exilio.


La tarea más dura en su exilio francés, fue abastecerlo de jalea y licor de pétalos de rosa negra, manufacturados por doña Victoria, la madre de su amigo Coriún. A éste se le dio por morirse tres semanas antes que Daniel, rompiendo seis décadas de amistad. El jueves último, lo recordó cenando comida armenia con su compañera Lourdes (mexicana y para peor psicoanalista) y Nairí, la hija de Coriún, extrañando a su propia hija, Trilce, quien vive en Paris.


Nuestroamericano soy


Recordaba El Flaco que “en 1982 en la Nicaragua sandinista inicial, se me ocurrió el término “nuestroamericano” en la letra de mi canción Declaración de amor a Nicaragua; me nació de un sentimiento de siempre que nos viene de Bolívar, de Martí, del Che, del propio Artigas, la idea de la unidad latinoamericana. Pero con el tiempo me doy cuenta que esto no borra las identidades, en sus aspectos positivos y negativos, de cada una de nuestras patrias”.


“Somos todos uno, pero cada una de nuestras historias es un mundo y tiene sus coordenadas propias. Pienso que hay que lograr aunar toda esa diversidad y los logros obtenidos”, remarcaba, grabadora en mano, dispuesto a entrevistar a su entrevistador.


Últimamente  se había decidido mezclar temas de vieja y nueva cosecha –“es una despedida en continuado”, me dijo a principios de octubre-, como en su última presentación en Piriápolis, en Santiago de Chile, en Vallehermoso, “un paseo por diferentes estilos de músicas, seres que está prohibido olvidar, historias de amor y resistencia, algo de humor, con canciones en su mayoría de mi autoría, que voy a elegir desde mis comienzos en 1957 hasta este 2017, en que conmemoramos los cien años del nacimiento de ‘la única violeta que nació de una parra’”.


Le gustaba estar al tanto de la realidad y le preocupaba mucho el terrorismo mediático: “nos abarcan y nos manipulan en una hipnosis que rompe conciencias, que adormece el sentido crítico. No es fácil ni es habitual ejercitar la contralectura de lo que vemos, de lo que leemos, de lo que escuchamos en esa suerte de nueva iglesia inquisidora que son los medios. Las imágenes intentan dominar el imaginario colectivo, y muchas veces lo consiguen. Y lo cultural es infiltrado por la seducción de los mensajes del poder”.
 “Si un día crece la rebelión popular, ahí está siempre latente la amenaza de la represión, de encarcelar, torturar, y si la situación se agrava, aplicar la receta de los misiles y las bombas, ahora muchas veces en ataques anónimos desde los siniestros drones no tripulados. En nuestro sur esto fue muy claro en los años de plomo, aunque sin la guerra generalizada. Y hoy continúa este otro conflicto, la guerra invisible, la de los medios… sin olvidar las de destrucción y las desesperadas migraciones de tantas poblaciones, como en campos de concentración móviles”, señalaba a principios de este octubre, 100 años después del otro.


“Como mínimo son cinco las prioridades para un mundo mejor: la alimentación, la vivienda, la salud, la educación y el trabajo: es un buen resumen de la sed de estos tiempos. Como los cinco dedos de la mano izquierda. En ese caso, de puño abierto”, le decía a periodistas curiosos.


Elegí recordar dos anécdotas, una de 1971 y la otra de 2005.


La patria chueca


Nelson El Chueco Maciel, a quien la prensa sensacionalista montevideana llegó a bautizar como “el enemigo público número uno”,  nació en Tacuarembó y recaló junto con su familia en los cantegriles del barrio Marconi, por Aparicio Saravia, en la periferia de Montevideo.


Cantegril era una zona de más lujo en Punta del Estey el pueblo con ese humor crítico que lo caracteriza, le aplicó a los lugares más pobres, a las villas miseria, el término cantegril. “Y allí creció un muchacho que venía del interior del Uruguay, en el proceso de migración campo-ciudad, que se llamaba Nelson Maciel y le decían “chueco”, porque allá nombran así a los que caminan con los pies un poco hacia adentro”, recuerda Viglietti.


“Este muchacho comenzó a hacer algunos asaltos para acercar comida a los miembros del cantegril. Asaltó camiones de comestibles y bancos para conseguir dinero para ayudar a los del cantegril y así se convirtió en un símbolo creciente. Se le defendió mucho en el cantegril, hasta que un día de 1971 fue capturado y asesinado dentro de una camioneta. Esto despertó una enorme cantidad de sentimientos. Así yo hice la canción. Tuve la oportunidad de cantarla incluso delante de la madre del propio Chueco Maciel”.


Era época de persecución política, de medidas “prontas” de seguridad. En ese 1971, el general Líber Seregni, líder del recién fundado Frente Amplio, fue a visitar el comité de base que se había formado en el cantegril, mientras Viglietti componía con mucho cuidado su canción, para que no sirviera de excusa para alguna represión o prisión por ejemplo por apología del delito. Por eso, el Chueco “aprieta el gatillo  y no quiere matar”.


Con Chávez, vía Alí Primera


Viglietti llegó por primera vez a Venezuela en 1974 para encontrarse con el cantautor Alí Primera. “Yo capté la autenticidad, profundidad, y el hecho de que no había que detenerse en dos o tres canciones para juzgar una obra. Cuando empecé a recorrer su obra, en la medida que lo conocí hablando de cosas políticas, ideológicas, en seguida me sentí cerca, amigo. Si alguien lo cuestionaba yo era de los que defendían”, explica, 40 años después de esos días de playa, cuando Viglietti dio algunos recitales en la aula magna de la Universidad Central de Venezuela.


En 1983, Daniel y Alí arriba de un avión de combate, sobrevolando el cielo de Nicaragua junto a la chilena Isabel Parra, y el cura y poeta sandinista, Ernesto Cardenal, cuatro años después de aquel ingreso triunfal rojo y negro por las calles de Managua, de la victoria revolucionaria.  En cuartel de San Carlos, en la zona de frontera con Costa Rica, Alí tomó su cuatro y cantó a un grupo de milicianos sobre las luchas de ese país en revolución, que resistía contra una guerra dirigida desde Estados Unidos.


Ese recuerdos lo llevó de regreso a Venezuela, cuando se conmemoró un aniversario de su muerte, y se lo participó en 2005 al presidente Hugo Chávez, cuando lo conoció, frente a frente, guitarra en mano y asado y vino adelante, en los quinchos del Pepe Mujica. “Alí Primera es la banda sonora del chavismo”, me comentó entonces.


Estaba la larga mesa en U, con ministros, ex guerrilleros, dirigentes, trabajadores, disfrutando del asado y la presencia del “comandante”, y venezolanos y uruguayos intercambian opiniones y tarjetas. Chávez ya había anticipado que iba a estar un ratito, y que quería descansar.


De repente, con el postre ya servido y el vino mermado, aparece un flaco melenudo con una guitarra, sentado delante de Chávez, los embajadores Jerónimo Cardoso y María Urbaneja  y otros homenajeantes, tocando unos acordes, en espera del silencio. Chávez miraba con cara de “no entiendo nada”, hasta que –como si hubiera un protocolo preestablecido – se fue haciendo silencio en la concurrida sala.


Obvio: ni un micrófono, ni una cámara de video, ni un grabador. Apenas tenedores y cuchillos. Hubo que explicarle silenciosamente a Chávez quién era ese señor tan serio que insistía con su guitarra. La segunda canción fue una de Alí Primera (Techos de Cartón, si no recuerdo mal) y a Chávez se le fue enseguida el cansancio y terminó cantando las coplas de Florentino y el diablo.


Numerosas veces Viglietti visitó, desde entonces, Venezuela. Siempre solidario, siempre presente. Siempre buscando material para sus audiciones de radio y televisión. Y su último mensaje a Chávez fue: "Los combates de la vida son tantos, tantos y tantos, por ellos canto".


 “Mi deseo de cantar de nuevo en Venezuela, Cuba, Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú, El Salvador, siempre es fuerte, pero se pospone por razones de organización, de producción, o porque no hay eventos que hayan requerido de mi solidaridad. Siempre ando navegando a dos aguas; la de la solidaridad y la de mantenerme con mi trabajo. Es evidente que no formo parte del show business... Más de la mitad de mis actuaciones son por causas solidarias”, recapitulaba dos semanas atrás.
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Ya no habrá más A dos voces con Benedetti, ni actuaciones donde la solidaridad lo reclamara. Todos saben que El flaco murió de exceso de solidaridad, a los 78 años, en la misma Montevideo, cuando La Cumparsita cumplía cien años. Pero la ciudad no era la misma: ya no estaban Benedetti, idea Vilariño ni Galeano, hacía mucho que se habían ido Zitarrosa, El Sabalero, Capagorry, Carlitos Molina, Lazaroff. Y reciencito nomás, se fue Coriún…


Aram Aharonian es periodista, comunicólogo, magister en Integración, codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)

 Viglietti, el trovador muerto por exceso de solidaridad
Aram Aharonian



https://www.alainet.org/es/articulo/188978

fuentes de  america latina en movimiento

Daniel, el Flaco. y A propósito de Viglietti; me gustan los estudiantes

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Uno puede irse de muchas formas de este mundo, uno puede morir de mil maneras, sin embargo son contadas las ocasiones en que una partida tiene la magnitud de gritos de lucha y logra ensanchar el pecho de tantos y tantas.
Tanto, tanto, tanto amor y no poder nada contra la muerte. Y no se trata de estar tirando puñetazos al viento, se trata de agradecer. De agradecerle a Daniel, el Flaco, por prestar sus espaldas gigantes para que pequeños e insignificantes como nosotros, pudiéramos llegar hasta el hoy.
He leído cientos de saludos y recuerdos sobre Daniel, el Flaco, en estas horas que se han colocado en las redes. Además, fue momento de hablar con mucha gente sobre Daniel, el Flaco. Y sobre todo, fue momento de remover entre mis recuerdos las anécdotas que lo involucran.
El lugar común de todas las despedidas y de todos los recuerdos, es que Daniel estaba presente. Lograba desafiar las leyes de la física y estar en varios lugares al mismo tiempo si de acompañar luchas, si de luchar se trataba. Esa imagen de Daniel llegando, al paso que se abre la mañana de la noche más oscura, con su boina, su guitarra al hombro y su “acá estoy, presente”.
Todos tenemos una historia de ese tipo con Daniel, que siempre implicaba el compartir unas canciones, contagiar la esperanza de las luchas y conversar con ese calor trafoguero sobre la vida.
No pretendo en esta columna compartir un recuerdo más, una singularidad. Quiero sí, ensanchar, levantar, observar, al hombre que nos juntaba a todos a su alrededor. Al que nos enseñaba que la importancia de las luchas sociales, era justamente la lucha, ya que allí nos dignificábamos y nos constituíamos como hombres y mujeres libres.
Daniel, el Flaco, nos vincula con la esperanza, con los desprotegidos, con los naides. Daniel es una conexión con el compromiso que asumimos como un puñado de sueños en nuestra adolescencia, de que debe haber patria para todos y con todos. Daniel, me junta además, con queridos, queridísimos compañeros con quienes compartimos la intención, la necesidad y la fuerza por transformar este mundo, por hacerlo de nuevo.
Qué mejor recuerdo para un hombre, para un luchador, para un revolucionario que tomó por arma la guitarra y por balas unas cuantas partituras, aún sabiendo que papel contra bala no puede servir. Qué mejor recuerdo, y homenaje que esa fotografía donde nos encuentra juntos. Daniel, es ese palito de colmena que nos fue juntando. Daniel son esas canciones que mi adolescente escuchaba para arrancar el día, juntando argumentos en sus canciones para transformar la vida.

Me tocó mirar la ida de Daniel desde Salto. No pude ser parte del mar de Pueblo en el Solís para despedirlo. Sí pude compartir con él noches, días y rondas en ocupaciones de fábricas, de liceos, en marchas. Sí pude estar con él en el patio de la Chola en Treinta y Tres, entre mates y guitarras. En su casa, por un abrazo rápido.
Mi hermano, desde el norte, mientras intercambiábamos mensajes al enterarnos que Daniel, el Flaco se nos fue. Mientras recordábamos y pasábamos una y otra vez por la marca que nos dejó, nos hizo llegar a modo de recuerdo lo siguiente:
“Yo puse canciones chuecas y lloré desde el principio, pensando y sintiendo que se me está muriendo la infancia, niño de primavera, sol trafoguero, allá en Vietnam, mis pasos perdidos del norte hacia el sur, el pan que saldrá del horno, tanto amor y no poder nada contra la muerte… papel contra bala no puede servir. Se muere Peter Pan, y su sombra se llena de luz… te acordás antes de irnos al IAVA, lo escuchábamos hasta transformar sus letras en nuestros argumentos…mirada clara, cabello corto, la nombro ¡primavera!”.

Daniel, el Flaco  Por: Camilo Álvarez

fuentes de diario la republica



Hace unos años fuimos a tocar con La Chancha a un evento organizado por estudiantes de la Facultad de agronomía y compartimos escenario con Daniel. Previo a subirnos al escenario, mientras compartíamos una charla de camaradería, los estudiantes nos ofrecieron chorizos al pan para comer. Quiso la mala fortuna que dentro del chorizo que le había tocado a Daniel viniera como si se tratara de un atentado a su dentadura, un trozo de alambre. Al morder, Daniel casi se traga el alambre… lo sacó de su boca y les dijo al grupo que repartía los chorizos: Muchachos… ¡a desalambrar! Una genialidad de su parte. Gracias Daniel por tu música y tu buena onda para nosotros que aprendimos a escuchar entre las tinieblas esas canciones amanecidas. (Del muro de Facebook de Yanny Ippoliti).
Larai, larai, larai, larai, laralero…
En casa había un disco simple de pasta de Viglietti, mi viejo lo tenía como un tesoro a resguardo de miradas indiscretas en tiempos de libertades restringidas hasta para escuchar música. Eran los cantantes de protesta, los de pelo largo, los que la dictadura había prohibido para evitar que otros escucharan el mensaje de libertad en clave de sol.
Aquel disco simple encerraba pocas canciones pero fueron un ícono para mi infancia acotada a la clandestinidad de los mensajes de mi padre en medio de una huelga general que duró mucho más que 15 días. Me sentaba a escucharlo con aquel pasadiscos marca Lyon que transformaba aquel plástico en canción y la canción en mensaje libertario.
Aquel artefacto de una modernidad en ciernes de la década del 70, me transportaba a un campo sin alambrados o a una marcha de estudiantes con tonadas pegadizas que se volvieron un himno al que podíamos “escuchar bajito”.
Junto a aquel disco simple de Viglietti, otro de Zitarrosa nos dejaba la imagen del milico con aquella chamarrita que tarareábamos sin parar en una especie de susurro cómplice que identificaba compañeros. Eran pequeños trofeos atesorados hasta hoy, camuflados entre otros “long play” que aún esperan una púa para hacerse oír.
Con el tiempo recuperamos la democracia y aquellos tiempos oscuros de silencios y vedas quedaron atrás. Pero quedan esos discos de pasta, los casettes de cinta, los discos compactos, los archivos mp3 y cuanto soporte llegue para contener la voz hecha canción de artistas que hacen de su arte un estandarte de lucha por los que menos tienen.
Qué hubiera sido de nosotros sin su existencia, en aquellos años oscuros de censuras, desempleo, cortes de luz, carestía, escasez y crisis institucional. Ellos supieron mantener viva la llamarada, esa que invitaba a envidiar las madrugadas de soles trafogueros.

Con la música a otra parte
Me crié en dictadura, amanecí tarde a la vida política. Hijo de padres obreros, mi visión de aquellos años está muy marcada por aquella huelga general que llevó a tener solo agua con limón en la vieja heladera Ferrosmalt… y por aquellos viejos discos de pasta que aún conservo.
Se fue Zitarrosa a poco de su retorno del exilio y nos dejó el sinsabor de haberlo disfrutado muy poco. Se fue el Sabalero, y con él se llevó aquel pantalón cortito y hasta la bolsa de los recuerdos que hicieron parte fermental de nuestros años de escuela. Se fue Benedetti, quien supo darles letra y hace muy poco se fue el Bocha Benavides, que también nutrió a los cantores del pueblo.
Este 30 de octubre -vísperas de una fiesta importada que nos invadió sin pedir permiso- se fue Daniel Viglietti, y con él se va una parte importante de esa infancia y adolescencia. Pero nos queda un legado de canciones, letras e historias como las que vivió el batero de La Chancha con que arrancamos esta columna.
Los cantores no se mueren, siguen vivos en sus melodías, inmortalizados en aquellos viejos discos de pasta que encierran mucho más que acordes, encierran historias de luchas por ideas que se hicieron canciones mensajeras de revolución.
Ayer volví a mi casa temprano, desempolvé el viejo tocadiscos Lyon y eché a rodar aquel disco simple de Daniel…
“Me gustan los estudiantes/porque son la levadura,
del pan que saldrá del horno/con toda su sabrosura…”

A propósito de Viglietti; me gustan los estudiantes  Por: Fernando Gil Díaz, Analista

fuentes de diario la republica

 



El trabajo esclavo no será penado en Brasil CAMBIADA POR VOTOS PARA SALVAR A TEMER

Cambiada por votos para salvar a TemerEl trabajo esclavo no será penado en Brasil

Ismauir de Sousa pasó casi tres décadas en haciendas del norte de Brasil. Sin alimentación adecuada, durmiendo en tiendas plásticas y compartiendo agua con animales, estaba sometido a largas jornadas de trabajo. “Los reclamos al patrón a veces rendían en pago, otras en balas”, recuerda.
Rescatado en 2003, Ismauir, de 58 años, rememora el sufrimiento de aquellos años, días después de que el gobierno restringiera el concepto de trabajo esclavo, limitándolo a situaciones de privación de la libertad. “Las condiciones eran tan malas que el sufrimiento comenzaba apenas salía de casa”, pero esa “era la única opción”, relata en una conversación telefónica con la agencia francesa AFP.
Con la nueva definición, casos como el de Ismauir no serían considerados. Tampoco el del Gildasio Silva, quien una década atrás, con 27 años y tres hijos, partió a una hacienda en Maranhao, en el noreste. “Pasé seis meses en el campo y no recibí un centavo, siempre debía dinero, tenía que pagar las herramientas y la comida que ellos mismos vendían a precios absurdos”, cuenta.
Gildasio escapó y tres meses después regresó con una inspección que liberó a casi veinte trabajadores. “Esos operativos salvan vidas que se sienten perdidas en esos lugares”, explica. Los críticos con la nueva legislación argumentan que con ella el gobierno de Michel Temer buscaba satisfacer a sectores de un Congreso que estaba próximo a votar una segunda denuncia en contra del presidente.
“Es un error monumental con el objetivo de atender una demanda antigua de los ruralistas y comprar 200 votos en la Cámara”, dijo el fraile francés Xavier Plassat, de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), quien tras casi treinta años rescatando personas en el norte del país es una de las voces más documentadas sobre el tema. Esta cuestión es, además, de gran sensibilidad para la última nación de las Américas en abolir la esclavitud, pero que en los últimos años parecía haber compensado el rezago histórico.
En 1995 Brasil reformuló su sistema de combate al trabajo, con avances elogiados en organismos internacionales. Desde entonces, más de 50.000 personas fueron rescatadas. Una de las críticas contra la nueva normativa es que desconoce la caracterización actual de condiciones análogas a esclavitud, que comprenden desde el trabajo forzado hasta el servicio por deuda, las condiciones degradantes y la jornada exhaustiva.
“Brasil va a llamar el trabajo esclavo con otro nombre, porque la ley no va a incluir estos casos y las personas dejarán de ser liberadas”, señaló Leonardo Sakamoto, consejero del Fondo de la ONU para Formas Contemporáneas de Esclavitud. “Entre 75% y 90% de los casos identificados como trabajo esclavo se deben a jornadas exhaustivas y condiciones degradantes”, añadió Plassat.
“No creía que uno podía volverse un esclavo, pero vas aceptando por no tener opciones y cuando ves a tu familia pasando hambre te ves forzado a trabajar, incluso siendo humillado”, cuenta el trabajador rescatado Gildasio Silva, ahora desempleado y con otro hijo. Para Caio Magri, director de Instituto Ethos de Empresa y Responsabilidad Social, se debería enfrentar el problema de forma sistémica. “En vez de retroceder, como lo hace esta medida, hay que reducir la impunidad, crear mecanismos de prevención y atacar la desigualdad para dar opciones a los trabajadores”.

La normativa también politiza la llamada “lista sucia” de trabajo esclavo, creada en 2003, que señala a quienes incurren en ese delito. Antes formulada por un equipo técnico, ahora quedaría únicamente en manos del ministro de Trabajo.
Magri explica que ese “instrumento inédito” se había transformado también en una garantía de transparencia comercial. Sakamoto agrega que el trabajo esclavo reduce costos en las cadenas de producción, volviéndose competencia desleal. “¿Cuánto tardarán los productores de carne internacionales en denunciar a Brasil por competencia desleal?”, se pregunta.
Para el equipo de auditores que guía las inspecciones, paralizado en protesta contra la normativa, la preocupación no es menor. “Este gobierno dio señales desde el inicio de que atendería a sectores específicos de la economía descontentos con el concepto adoptado”, afirma Renato Bignami, auditor fiscal del Ministerio de Trabajo.
FUENTES DE DIARIO LA REPUBLICA


BRASIL EN CRISIS
ESTE AÑO CAERA 3,37 POR CIENTO

El mercado empeoró esta semana las perspectivas sobre el PIB de Brasil. El promedio de las consultoras relevadas por el Banco Central del país vecino pronosticó para este año una contracción del 3,37 por ciento, en tanto que para 2017 moderó las expectativas de crecimiento a 1,13 por ciento. Es la cuarta vez en las últimas semanas que las consultoras moderan los pronósticos de expansión económica para Brasil para el próximo año. En esta oportunidad, el “efecto Trump” impactó en los augurios del mercado, puesto que avizoran un escenario financiero más complicado, por la suba de la tasa de interés, y un comercio más dificultoso, con caída de precios de materias primas y dificultades para exportar a la economía norteamericana.

El pesimismo sobre la economía brasileña se asoció además a la floja performance de los indicadores macroeconómicos en el tercer trimestre, en particular, las cifras asociadas a la industria y el comercio. Los analistas brasileños creen que la inflación se ubicará en torno de 6,8 por ciento este año y 4,9 por ciento en 2017.

El escenario de fragilidad en Brasil, previo a la elección de Trump, se evidenció con caídas en octubre en áreas clave como la producción de automotores y de cemento, lo que frustró las esperanzas de un repunte en el cuatro trimestre. Entre julio y septiembre la producción industrial cayó 1,1 por ciento en relación con el segundo trimestre, mientras las ventas en el comercio retrocedieron 2,7 por ciento.

La tendencia para los últimos tres meses del año hace prever una nueva baja del PBI de 0,2 por ciento, según las proyecciones de algunos consultores. En Brasil se viene registrando una destrucción de 100.000 empleos al mes, por lo que los analistas aseguraron que una recuperación, si ocurre, no vendrá por el lado del consumo sino que deberá asociarse a las inversiones. Pero con un mercado volátil producto de la incertidumbre generada a nivel internacional por el triunfo del candidato republicano Donald Trump los inversores se verán reacios a desembolsar capital en los próximos meses, lo cual podría frenar aún más el desempeño del PIB brasileño para 2017.
 FUENTES DE PAGINA 12


Emoción y recuerdos en la inesperada despedida a Daniel Viglietti


Emoción y recuerdos en la inesperada despedida a Daniel Viglietti
ECOS
Músicos, políticos y seguidores del músico llenaron el foyer del Teatro Solís para darle el adiós a un ícono de la cultura nacional.
"La cuerda se cortó sola cuando dejaron la guitarra acá". La señora, menuda, mayor y compungida, señalaba a la electroacústica, apostada al lado del féretro del cantautor Daniel Viglietti, con la cuarta cuerda rota. "La guitarra sabe", concluyó.

Mucha luz había este martes en el foyer del Teatro Solís, en el velorio de Viglietti. También mucha gente y mucho dolor. La emoción se desbordaba fácilmente, como cuando ese hombre de humilde vestimenta, que contrastaba con las paredes, pisos y techos del recinto, arrancó con un espontáneo "A desalambrar", de inmediato seguido por las decenas, que pronto serían centenas, de presentes.

Despedían a quien, al decir del expresidente José Mujica, representaba como muy pocos la cultura "removedora y contestataria".

La partida de Viglietti, este lunes debido a fallas cardíacas, sorprendió a todos sus amigos. Si bien había cumplido 78 años el 24 de julio, el ataque al corazón que comenzó a llevarlo de este mundo lo encontró trabajando, al mediodía, en la computadora de su casa.

"Estuvo conmigo el sábado de noche. Nos comimos un asado en casa. Y él estaba preocupado por mi salud. Y mirá ahora...", le dijo a ECOS el ex líder tupamaro Jorge Zabalza, uno de los asistentes al velorio. Notoriamente emocionado, como todos los presentes -que incluían desde el olimareño Braulio López a la ministra de Industria, Carolina Cosse; desde el embajador de Venezuela, Julio Chirino, hasta la dirigente del Pit-Cnt Fernanda Aguirre- se excusó de hacer más declaraciones.

El sábado pasado, el también músico popular Washington Carrasco recibió en la tarde la medalla Guitarra Negra de manos del intendente Daniel Martínez. Ahí estaba Viglietti.

El intendente Martínez, Carrasco y su compañera, la también cantante Cristina Fernández, lo despedían este martes en el foyer del Solís.

"Esto es un golpe enorme para toda la cultura uruguaya", dijo Cristina Fernández. Ella y Washington Carrasco fueron alumnos de Viglietti, cuando este recién estaba gestando el Núcleo de Educación Musical (Nemus), y daba clases en su casa de Andes y la Rambla. Ya de joven deslumbraba con su capacidad de mezclar lo clásico, en lo que se había formado, con lo folklórico, uruguayo y latinoamericano.

"A pesar que luego se tuvo que ir del país por los problemas políticos, siempre mantuvimos una relación. Cuando volvió del exilio, en 1984, fue maravilloso. Lo fuimos a buscar al aeropuerto y lo llevamos a tocar al estadio Franzini. Siempre estuvimos juntos. Hasta el sábado...", concluyó Fernández.

Siempre abrazado a la izquierda, cultor del canto de protesta, su simpatías con los tupamaros le costaron la prisión primero y el exilio después. Vivió muchos años en Francia. De hecho, la Embajada de Francia envió una corona al Solis. Otras fueron remitidas por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, Editorial Planeta, Fenapes, Sudei, Antel, Agadu, la Intendencia de Montevideo, la Presidencia de la Cámara de Representantes y Familiares de Detenidos Desaparecidos, entre otros.

1984 fue el año del regreso del exilio de los grandes cantantes populares: Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños y él mismo. A su recital del Franzini asistieron más de 20 mil personas.

En Francia quedaron su hija Trilce y su nieto Gaspar, de un año de edad, que no pudieron viajar. Si estaba su esposa Lourdes, recibiendo la contención de todos los asistentes al Solis.

Viglietti era grande entre grandes. Numa Moraes, cantante, comunicador y compositor, siente que el lunes se perdió "el uno" de la música popular uruguaya.

"Para mí siempre fue un ejemplo. No solo desde el punto de vista musical sino como persona, en su forma de enfrentarse al arte y a la vida. La mejor forma de recordarlo es aprender de él. Saber sobre él. Difundirlo. Va a durar para siempre porque sin duda fue el uno de la música popular uruguaya".

Moraes y Viglietti compartieron exilio europeo. El primero fue a visitar al segundo una vez a París. Fue él quien le hizo escuchar por primera vez el disco debut de Eduardo Darnauchans, "Canción de Muchacho". Fue él quien, luego de una caminata por las calles de París, le terminó regalando un disco de Chico Buarque. Al tiempo, Viglietti le devolvió la visita a Moraes a Holanda. "Yo lo vi en uno de los recitales más insólitos que me tocó presenciar, un domingo a la mañana en el Coffee Concert: logró hacer cantar al público holandés".

Moraes, un gran guitarrista, elogia la "técnica exuberante en la guitarra" de Viglietti, aprendida de su padre, César Viglietti, y de Abel Carlevaro. "Y exuberante es también su obra. No son muchos los discos suyos (N. de R. 16 álbumes en estudio con inéditos desde 1963), pero no es un tema de cantidad sino de calidad".

Al momento de morir no estaba pensando en un nuevo disco pero si en un nuevo recital. Había tocado en el reciente Antel Fest de Piriápolis, el sábado 30 de setiembre.

"Para recordarlo hay que tratar de ser mejor cada día. El es insustituible e imprescindible en todos los aspectos. Todos quienes estamos en esto aprendimos de él y tratamos de imitar su coherencia en todos los aspectos, su ética, su estudio por el instrumento, y su compromiso no solo en lo social sino en la calidad de su trabajo. Su trabajo, justamente, tendría que ser objeto de estudio en el gran libro de la música uruguaya", señaló por su lado Eduardo Larbanois, del dúo Larbanois-Carrero. El tampoco podía creer la partida de Viglietti: había estado con él el sábado, durante la distinción a Washington Carrasco.

Tres posibles presidenciables del Frente Amplio llegaron al Solís casi a la misma hora. Fueron la ministra Cristina Cosse -que se excusó entre lágrimas de hablar-, el intendente Martínez y el senador José Mujica.

Para el ex presidente Mujica, la mejor forma de recordar al fallecido es esperar que alguien tome su legado: "Inevitablemente es un pedazo importante de la cultura y sobre todo de la cultura removedora y contestataria. El mayor homenaje que le podemos hacer no es solo un recuerdo poético sino un recuerdo de compromiso militante, por el sueño de un mundo un poco mejor y una sociedad mejor. Al fin y al cabo pienso que en el tiempo aparecerán pequeños Vigliettis en el campo de la cultura, del decir y del compromiso humano".
Por: Leonel García                    
Publicado: 31/10/2017 14:04