El homicidio de Plef no obedece a un error de apreciación de un vecino paranoico y temerario, es el tipo de desenlace más probable de una campaña permanente de atemorización de la sociedad, de exaltación del fascismo


Si Felipe hubiese sido un ladrón, un joven adicto a la pasta base, un pibe con antecedentes penales, un criminal huyendo, un delincuente planificando un robo, un malviviente, un vecino díscolo o el más sospechoso de los seres humanos, igual nadie en este mundo tenía derecho a pegarle un tiro. Pero Felipe Cabral, Plef, no era nada de eso. Era un artista popular que embellecía los muros de la ciudad con grafitis preciosos, llenos de contenido, militantes, honestos, mejores que el conjunto de esta sociedad, sin dudas. Lo mataron por mirar un muro en Punta Gorda, una obra suya en una casa abandonada, un trabajo artístico que, además, después de asesinarlo, taparon con cal. Le dieron un tiro en la cabeza porque dicen que lo confundieron con un ladrón. Pero el que lo mató es un asesino inconfundible. El asesino que anida el corazón inmisericorde de esa “gente de bien” que antepone la propiedad a la vida, la sensación precaria de seguridad al derecho a existir de los otros, los que no son como ellos, los que no viven, ni se visten, ni hablan, ni sienten ni piensan como ellos. El homicidio de Plef no obedece a un error de apreciación de un vecino paranoico y temerario, es el tipo de desenlace más probable de una campaña permanente de atemorización de la sociedad, de exaltación del fascismo cotidiano de la gente corriente, de justificación de linchamientos, de eso que se hace llamar justicia por mano propia, pero que ni es justicia ni es propia o sólo lo es en el momento de la ejecución concreta, pero cuya urdimbre intelectual es más compleja, más encumbrada y más abarcativa.

A Felipe lo mató el hombre que le disparó. Pero antes lo mató el relato de que todos los jóvenes son sospechosos, de que la urbe es una jungla donde hay que andar alerta y cualquier chiquilín que no conozcas es un potencial agresor. A Felipe lo mató el relato del miedo, las horas diarias de televisión dedicadas a los problemas de seguridad, las prédicas psicotizantes, el otrora fiscal que se ufana de andar armado con un “matagatos” que era su ángel de la guarda. A Felipe lo mató esa diatriba del temor antes que la bala del homicida, lo fue matando de a poquito como en la crónica de una muerte anunciada. Es una muerte política en el sentido más hondo de la cosa pública, porque no es un hecho privado que se origina en un litigio entre personas concretas, es una bala habilitada por la política que se dispara contra una figuración del mal, una conjetura en la cabeza de un tipo que, narcotizado por un discurso, cultiva la presunción y la vuelve condena.

Este fue un crimen de odio. Pero de un odio que se abona día a día desde la prensa y las redes sociales, desde sectores importantes de la clase política que están todo el tiempo insistiendo con que vivimos en el paroxismo de la indefensión, que no se puede salir a la calle, que nada funciona, que estamos permanentemente cercados por una jauría de malandros que nos quieren robar, matar, violar y que la única solución es la represión pura y dura, la militarización de la vida social y el gatillo fácil a lo que se aproxime. Mientras tanto, se milita de forma subrepticia un derecho a linchar, a organizar patotas de vecinos y a castigar gente sin debido proceso, sin condena, invocando un derecho a vivir sin miedo, como si el miedo fuera la carta blanca que te autoriza a cualquier cosa, incluso a cegar la vida de una persona sin otra certeza que el prejuicio.

No debe quedar impune el homicidio de Felipe, pero sobre todo no deben quedar sin su señalamiento los promotores de esta filosofía de la pena de muerte privada, los difusores de esta monodia de la inseguridad que quiere modelar la sociedad a hachazos primitivos, con una demagogia plena de irresponsabilidad que se utiliza para obtener un rédito político rápido a la vez que opera en el fondo de las miserias humanas, y las desata y las amplifica y las sacraliza y las aplaude. Hay que parar con la propaganda de la brutalidad, especialmente contra los jóvenes, los adolescentes, y entre ellos los de procedencia humilde, que son los más estigmatizados de todos. Hay que parar con esto antes de que otros chiquilines sean asesinados por vecinos nerviosos, por gente atemorizada, por ciudadanos que se sienten amenazados y habilitados para matar ante la duda.

Un crimen de odio

Por Leandro Grille.

fuente  caras y caretas

La primera ejecución del Escuadrón de la Muerte fue la de Abel Ayala. Desapareció el sábado17 de julio de 1971. Antes del golpe de Estado del 27 de junio de 1973. En “democracia”. La Justicia nunca aclaró este caso.

Miguel Sofía
Abel Ayala era estudiante de Medicina. Trabajó como profesor de Biología y Física en el liceo de Rivera y en Montevideo era funcionario en Sanidad Policial, encargado de relaciones y asesor con el grado de agente de segunda. El fiscal Dr. Ricado Perciballe solicitó que se continúe la instrucción de su caso. Fueron citados a declarar sus amigos Rafael Darío Palacios y Mario Píriz Budes. Según el exabogado del ahora detenido Miguel Sofía, integrante del Escuadrón de la Muerte, Dr. Miguel Langón Cuñarro, ese aparato parapolicial no existió. Langón cuestionó el dictamen fiscal sobre el caso y afirmó que el Escuadrón de la Muerte “fue un éxito propagandístico” y una “realidad virtual”.

El viernes 16 de julio de 1971, tres hombres llegaron a la casa de Susana, compañera de estudios y de trabajo de Ayala. Un individuo de complexión gruesa, 1,80 m de estatura, que conducía un automóvil color rojo marca Opel y que dijo pertenecer a Sanidad Policial, se presentó y preguntó por Ayala. En ese trayecto es detenido en la vía pública. Sus captores lo trasladaron al Departamento 6 de Información e Inteligencia de la Jefatura de Policía de Montevideo, al mando del comisario Pedro Macchi.

Seguramente torturado durante más de 24 horas, su cuerpo no soportó más. En agosto de 1971 los órganos de difusión capitalinos informaron de la existencia de negociaciones entre las empresas del complejo Berenbau y el MLN para liberar al conocido industrial que había sido secuestrado por la guerrilla. El Dr. Maeso, asesor y abogado de Berenbau es secuestrado por un comando del Escuadrón de la Muerte y retenido durante 43 horas; por su liberación se pidió un rescate de 25 millones de pesos. Según el fiscal Perciballe, el secuestro del Dr. Maeso fue preparado y realizado por un grupo de funcionarios policiales y algunos civiles, según un comunicado de la DNII del sábado 21/8/1971.

Amigo de Mitrione

Uno de los civiles, Enrique Fernández Albano, era amigo personal de Dan Mitrione y dueño de una boite que pudo traer su equipo estereofónico directamente de Estados Unidos por medio de la valija diplomática de la embajada. La compañera de estudios del desaparecido Abel Ayala dijo que podría reconocer, en un careo, a los tres hombres que preguntaron por él en su casa, pero la Policía no le permitió ver a los culpables del secuestro de Maeso. El 29 de setiembre de 1971, la Embajada de Estados Unidos en Montevideo redacta un telegrama que es enviado al Departamento de Estado, relatando la conversación realizada entre el embajador Charles W. Adair y el ministro del Interior, brigadier Danilo Sena. El ministro dijo que “Uruguay está ahora en guerra con los terroristas y que en esa lucha podría ser necesario recurrir a todo tipo de acciones”.

Según un documento de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), del 6 de junio de 1972, firmado por el coronel Néstor Bolentini, entonces subsecretario del Ministerio del Interior, se informa de documentación incautada al MLN en un procedimiento realizado en la calle Misiones 1361, apto. 2. Casi un año después que Ayala había sido asesinado por el Escuadrón de la Muerte, la DNII informa de una supuesta documentación sustraída del Servicio Policial de Asociación Médica y Social y hallada en poder del MLN. Se trataba de 1.200 fichas médicas, con datos personales y de atención médica de funcionarios policiales, provenientes del Servicio de Sanidad Policial, así como un número significativo de fotos de miembros de la Guardia Republicana extraídas de los archivos de esta.

En agosto de 1970, Abel Ayala había sido detenido por dos días e interrogado sobre la desaparición de ficheros de Sanidad Policial con nombre de funcionarios que supuestamente aparecieron dos años después en un apartamento, tras un operativo contra el MLN.

Gestiones

Visita el penal, pero el resultado es negativo. “El 7 de marzo de 1972 la Cámara de Senadores aprueba la constitución de una “Comisión investigadora sobre la presencia y actividades de un Escuadrón de la Muerte”. El padre de Abel y Ariel Ayala, Romeo Ayala Sánchez, continuó insistiendo en 1986, tramitando averiguaciones sobre su hijo desaparecido. El diputado Guillermo Chifflet hizo dos pedidos de informes al Ministerio del Interior sobre antecedentes e investigación de la desaparición de Abel Ayala, el 22 de abril y el 2 de noviembre de 1997.

La Comisión para la paz considera confirmada la denuncia sobre la desaparición forzada del ciudadano uruguayo Abel Adán Ayala Álvez porque ha recogido elementos de convicción coincidentes y relevantes. Según el informe final, su cuerpo habría sido arrojado al mar en una zona cercana al Cerro de Montevideo. Las averiguaciones fueron practicadas en 1973, en torno a su desaparición.



Amodio, relato 28 (21 de agosto de 2018)

Entre los relatos que escribe Héctor Amodio Pérez en su página de Facebook, en uno se refiere a Abel Ayala.

Ante la ineficacia mostrada por los cuerpos de Inteligencia, se hizo cargo de algunos procedimientos una brigada especial dirigida por el comisario Morán Charquero, secundado por los subcomisarios Villar y Besson. Uno de los argumentos esgrimidos para tomar esta medida fue que los tupamaros no eran delincuentes políticos, como eran llamados por algunos sectores, sino vulgares delincuentes y que debían ser tratados como tal. Lo que había detrás de esa argumentación era una velada crítica hacia el Departamento de Inteligencia y Enlace por su política de no practicar la tortura. Las dos primeras víctimas de esa brigada fueron dos militantes tupamaros, quienes denunciaron en el juzgado las torturas sufridas, algunas de las cuales quedaron en evidencia por las secuelas físicas.

El MLN, en cuya documentación interna se reconocía a la tortura como una de las posibles causas de bajas a sufrir, decidió ejecutar a Morán Charquero y a los subcomisarios ayudantes. Se resolvió entonces dedicar todos los esfuerzos sobre Morán Charquero mediante un sistema de guardias permanentes en Jefatura, sin lograr su ubicación. Uno de los lugares que frecuentaba era la ACJ de la calle Colonia, lugar que no se consideró adecuado y que sólo sirvió para ubicar los autos en los que se movilizaba hasta Jefatura, pero que no eran los que lo llevaban hasta su casa, por lo que era imposible montar su seguimiento. Abel Ayala permanece como desaparecido desde 1971, sin que el MLN ni ninguna otra organización lo haya incluido en las listas de ejecutados o desaparecidos por el Comando Cazatupamaros, más conocido como Escuadrón de la Muerte.



Julio de 1971. El asesinato de Manuel Ramos Filippini

Dos semanas después la desaparición de Abel Ayala, aparece ejecutado en la playa Pocitos Manuel Ramos Filippini. El dictamen del fiscal Ricardo Perciballe dice que se encuentra acreditado que “el Escuadrón de la Muerte planificó y llevó a cabo la ejecución del joven Manuel Antonio Ramos Filippini”.

El sábado 31 de julio de 1971, entre las 2.00 y las 3.00 de la madrugada, personal de la DNII, a cargo de Óscar Delega y Washington Grignoli, vestidos de particular y que se movilizaban en dos vehículos, un automóvil Volkswagen y una Combi con chapas falsas, llegaron al domicilio de María Zulma Filippini. En la calle Talcahuano 3134 bis, entre Ricaldoni y Alfredo Navarra, a media cuadra del Estadio Centenario, atrás de la tribuna Ámsterdam, vivía con su madre Manuel Antonio Ramos Filippini. Los hombres mostraron documentos que los identificaban como policías. En la puerta se presentó el comisario Óscar Delega, quien le expresa a la madre que venían a buscar a su hijo por una cuestión de rutina. Delega le dijo que se quedara tranquila que en un rato más iba a estar por allí. Conminado a concurrir a Jefatura, Manuel Ramos Filippini le pidió un pulóver a su madre y la tranquilizó, asegurándole que regresaría pronto.

El dictamen del fiscal Ricardo Perciballe dice que se encuentra acreditado que “el Escuadrón de la Muerte planificó y llevó a cabo la ejecución del joven Manuel Antonio Ramos Filippini”. En la puerta se presentó el comisario Delega, quien le expresa a la madre que venían a buscar a su hijo por una cuestión de rutina. Según el dictamen fiscal, “tras ello, Ramos Filippini fue ultimado en lugar desconocido mediante 12 balazos en su cuerpo”. El documento de la Justicia agrega que “muy poco tiempo después el cadáver fue dejado en la zona rocosa de playa Pocitos a la altura de la calle Pereira de la Luz detrás del parador Kibón”.

Los brazos de Manuel Ramos estaban fracturados, caían inertes por los golpes, presentaba la tumefacción de múltiples puñetazos en el rostro y su cuerpo estaba acribillado por 12 balazos, calibres 38 y 32, en la cabeza y en el cuerpo. El cadáver fue encontrado por serenos de algunos edificios de la zona de Pocitos, la rambla y Pereira de la Luz, en la misma madrugada en que fue detenido. María Zulma Filippini, la madre de Manuel, logró identificar no sólo al comisario Delega, sino también a
Miguel Sofía y a Óscar Rodao, un policía de Durazno, departamento de donde también era originaria la familia Ramos Filippini. En sus confesiones al MLN, el fotógrafo policial e integrante del Escuadrón de la Muerte, Nelson Bardesio, identificó a Rodao como uno de los policías reclutados por orden del entonces subsecretario del Interior, Carlos Pirán, para integrar un “grupo de inteligencia” compartimentado y entrenado para la vigilancia y seguimiento de personas en Argentina.

Después comenzaron su accionar poniendo bombas de gelinita, secuestrando y asesinando jóvenes. Se lo había presentado Mario Benítez Saldivia, otro de los reclutados para aquel grupo, pero que, sin embargo, realizó una declaración ante escribano público. Su testimonio fue realizado antes de que se conocieran las confesiones de Bardesio y coincidían exactamente en varios aspectos. Benítez Saldivia ha reafirmado recientemente que está dispuesto a ratificar su testimonio ante la Justicia.

Reclutado por Bardesio a mediados de 1970, a instancias de Carlos Pirán, Benítez Saldivia recordó que “había quienes comenzaban a hablar de la necesidad de eliminar a los cabecillas tupamaros. Yo planteé que en ese caso pedía la baja y Bardesio me dijo que las puertas estaban abiertas para que me fuera cuando quisiera”.

Al desvincularse del escuadrón, Benítez Saldivia fue trasladado como custodia del embajador paraguayo Atilio Fernández y después fue mantenido sin destino. A los pocos días, un grupo comandado por el capitán de la Armada Ernesto Motto, también sindicado como miembro del escuadrón, llevó a Benítez Saldivia a un calabozo del cuarto piso de Jefatura, donde fue desnudado, golpeado y amenazado. El interrogatorio, dirigido por otro marino, el capitán de navío Jorge Nader Curbelo, apuntaba a saber dónde estaba secuestrado Bardesio y a quién, Benítez Saldivia, le había pasado los datos.

Fue enviado a Santiago de Chile donde permaneció un año y medio. En 1977 fue nuevamente detenido y trasladado al local de la DNII , interrogado sobre el testimonio sobre el escuadrón y luego liberado. El expolicía Óscar Rodao también fue designado como custodio del embajador paraguayo, Atilio Fernández, en cuyo apartamento del edifico Panamericano los integrantes del escuadrón realizaron varias reuniones. El 15 de abril de 1972, Rodao fue trasladado al Departamento de Investigaciones de la Jefatura de Durazno y posteriormente viajó a Asunción del Paraguay en el auto del embajador Atilio Fernández, según él mismo reconoció.

Su salida del país fue parte de lo que el expresidente Julio María Sanguinetti calificó como una “dispersión” de los miembros del escuadrón luego de que el MLN atacara su núcleo duro el 14 de abril de 1972. Rodao también ha reconocido haber recibido entrenamiento en vigilancia y seguimiento junto a otros cuatro policías, en Buenos Aires, durante tres meses, por la Secretaría de Inteligencia del Estado.

Ejecutado por “confusión”

“De igual forma no se puede soslayar que Mitrione concurría con cierta frecuencia a Jefatura y fue partícipe preponderante en la consolidación de la DNII, y en especial de la formación de su personal en material de interrogatorios. Por tanto no parece haber sido una mera coincidencia la muerte del joven militante, habida cuenta que según el informe de los Consejeros de Seguridad pública que operaban en la fecha en Uruguay, Ramos Filippini sería uno de los sospechosos de haber participado en el comando que secuestrara a Mitrione”. Cinco días después, la Cámara de Diputados decide el juicio político al presidente Pacheco Areco, el cual debería ser llevado a cabo por la Cámara Alta. Se conjeturó que el Escuadrón de la Muerte salió indiscriminadamente a buscar una víctima, a modo de respuesta por la fuga.

Sin embargo, un documento desclasificado, fechado en Montevideo el 17 de febrero de 1972 y referido al secuestro de Dan Anthony Mitrione, el agente de la CIA destinado en el Ministerio del Interior como instructor de policías en técnicas de interrogatorios y clases prácticas de torturas brinda otra explicación. El secuestro de Mitrione ocurrió un año antes, en la mañana del 31 de julio de 1970 y su chofer, el sargento Emilio González, identificó las fotos de Emidgio da Rosa, Raúl Bidegain y Manuel Ramos Filippini como tres de los integrantes del comando que había secuestrado al agente de la CIA. Ramos Filippini fue nuevamente liberado, pero su nombre quedó asociado al secuestro de Mitrione en los registros policiales, y así fue consignado en los despachos de los funcionarios diplomáticos estadounidenses. Un año después, Ramos Filippini era secuestrado y asesinado por la gente de Campos Hermida y Delega, según Bardesio, y nadie relacionó el episodio con el primer aniversario del secuestro de Dan Mitrione.

El Loco Antonio

Un hombre muy austero y sumamente honesto tenía militancia política desde hacía tiempo alineado a los sectores herreristas por aquel entonces. Falleció en 1969, cuando Manuel Ramos Filippini estaba detenido en la cárcel de Punta Carretas donde compartió la celda con Íbero Gutiérrez, otra víctima posterior del Escuadrón. Con extremas medidas de seguridad, Manuel Ramos Filippini fue conducido para ver el féretro de su padre fallecido. Le habían encontrado en su poder unos volantes firmados por el MLN Tupamaros, aunque él siempre negó su pertenencia a la organización.



Agosto de 1971. Castagnetto fue la tercera ejecución

Documentos desclasificados vincularon a Ramos Filippini y al primo de Castagnetto como secuestradores de Mitrione. Entonces, de acuerdo con lo trascendido, habría manifestado que tenía información de que era el “número tres” en la lista del Escuadrón de la Muerte. Cuando Héctor habló con Ana sobre el seguimiento del que era objeto, ya se había retirado del MLN-T. En la mañana del martes 17 de agosto de 1971, Héctor dejó la mesa de trabajo lista para seguir repujando un cinto.

En las inmediaciones de Avenida Italia y Propios fue detenido por el subcomisario Delega del Departamento 5 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia y otros funcionarios del Departamento 4, los que viajaban en el automóvil de su jefe, Pablo Fontana. Inmediatamente, ambos grupos se dirigieron hacia un rancho ubicado en el balneario de El Pinar, que se encontraba abandonado y que años antes había pertenecido al MLN. Allí permanecieron toda la noche junto a Freitas, Delega y Bardesio. A la mañana siguiente al lugar llegaron Miguel Sofía y los policías del Departamento 4 de la DNII, por lo que se marcharon Bardesio y Delega, en tanto aquellos continuaron con los interrogatorios y tortura de Castagnetto.

Tras ese contacto Castagnetto fue sacado de la casa de Araucana y subido al vehículo de Closas, donde también se ubicaron Miguel Sofía y los funcionarios del Departamento 4. En el lugar también se hallaba Bardesio, que se encontraba en su automóvil VW junto a Delega. “Producido el encuentro, los tres vehículos se dirigieron al Puerto de Montevideo, donde, luego de ingresar en el auto de Nader con Castagnetto, este fue arrojado al mar sin saberse hasta el momento si lo hicieron estando vivo o muerto”, dice la Justicia.



Su primo, su hermana y Mitrione

El primo de Héctor Castagnetto, Sergio Emidgio da Rosa, también había sido señalado como otro de los secuestradores de Mitrione. El secuestro de Mitrione ocurrió en la mañana del 31 de julio de 1970 y su chofer, el sargento Emilio González, identificó las fotos de Emidgio da Rosa, Raúl Bidegain y Manuel Ramos Filippini como tres de los integrantes del comando del MLN. “El dictamen del fiscal Perciballe dice que “dable es resaltar que la muerte de Ramos Filippini, a los 27 años de edad, coincidió con el primer aniversario del secuestro, a manos de la organización guerrillera MLN-Tupamaros, del exjefe
del equipo de instructores del programa de seguridad pública dependiente de la Agencia Internacional para el Desarrollo, Daniel Anthony Mitrione, a la sazón muerto por dicho grupo. De igual forma no se puede soslayar que Mitrione concurría con cierta frecuencia a Jefatura y fue partícipe preponderante en la consolidación de la DNII, y en especial de la formación de su personal en material de interrogatorios.

Por tanto no parece haber sido una mera coincidencia la muerte del joven militante, habida cuenta que, según el informe de los consejeros de seguridad pública que operaban en la fecha en Uruguay, Ramos Filippini sería uno de los sospechosos de haber participado en el comando que secuestrara a Mitrione.



Del norte hacia el sur

Le gustaban Los Beatles, trabajar el cuero y dibujar. “Creció y vivió feliz, contento como todos los niños que están protegidos por el amor materno, que es inconmensurable, no mide esfuerzos ni diferencia, y tiene la fuerza de una invencible tormenta”, escribía Blanca Da Rosa, su madre. Un grupo de artesanos lo había invitado para hacer un viaje por toda Sudamérica, por lo cual estaba muy contento.
Febrero de 1972. El asesinato de Íbero Gutiérrez González

La ejecución del joven poeta y estudiante Íbero Gutiérrez pareció ser un acto planificado por el Escuadrón de la Muerte en respuesta al secuestro por el MLN, de uno de sus integrantes, el policía y fotógrafo Nelson Bardesio, ocurrido tres días antes. Se fabricó una falsa imagen de “jefe tupamaro” por haber viajado a Cuba a los 18 años.

En la calle Hernani Nº 1541, en Punta Gorda, vivían los padres de Íbero Gutiérrez. En ese barrio se había criado. “El domingo 27 almorzó en mi casa, con la familia. Luego Olga, su esposa, fue a casa de una compañera a estudiar. En mi auto yo llevé a Íbero hasta su departamento. Eran las 3 de la tarde, aproximadamente. Lo dejé en la esquina, a poca distancia de su casa, con el brazo levantado, saludándome. Esa es la última imagen que tengo de él”, cuenta el padre de Íbero.

Su compañera Olga relata los últimos trágicos momentos: “Quedamos en encontrarnos a las diez y media u once de la noche. Él iba a pasar a buscarme por la casa de una compañera, donde yo estaba estudiando. No vino y eso nos sorprendió, porque Íbero era puntual. Así que cerca de medianoche estábamos muy nerviosas, porque no aparecía. Con unos familiares fui hasta nuestro apartamento y allí todo estaba en orden. Íbero no estaba. El lunes en la mañana, temprano, fui con el padre de Íbero a la Jefatura. Allí dijeron que no sabían nada de él. Seguimos investigando hasta cerca de las 7 de la tarde, sin resultado. Fue cuando nos informaron que había aparecido su cadáver.

El lunes 28 de febrero, la Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas emitió su comunicado No. 43, a la hora 22”.

Según todos los indicios no fue asesinado en el lugar que apareció el cadáver, sino que fue llevado allí ya muerto. Pasaron 21 horas entre la última vez que Íbero fue visto vivo y el hallazgo de su cuerpo torturado y acribillado. Otras heridas de bala en el brazo izquierdo, la región occipito-parietal derecha del cerebro, dos heridas de bala, preauriculares, derechas, una herida de bala en región carotidea izquierda que le fracturó el maxilar inferior, otra herida de bala supraclavicular izquierda, dos heridas de bala en la cara posterior del tórax, una derecha y otra izquierda y dos heridas en cara anterior de tórax. Agrega el documento judicial que: “No contentos con ello, sus ejecutores quisieron dar un claro mensaje a los jóvenes de su edad, vinculados de forma directa o indirecta con la organización guerrillera”.

El Escuadrón dejó un cartel en el cuello de Íbero que decía: “Vos también pediste perdón”. Íbero yacía debajo de un árbol, a unos 15 metros de la intersección de Camino de las Tropas y Camino Melilla. Un examen balístico podría haber ayudado a conocer más detalles sobre las armas usadas. El ángulo desde el que fueron disparados los balazos sobre un Íbero aparentemente atado a una silla podría proporcionar datos sobre la altura y otras características físicas de los probables asesinos.

Un estudio dactiloscópico a fondo del cartel que colgaba del cuello de Íbero podría ayudar también en la investigación.



Seregni: “Íbero simboliza lo mejor de la juventud uruguaya”
En diciembre de 1969, el nombre de Íbero Gutiérrez apareció vinculado a una importante acción de la guerrilla, de la que estaba absolutamente desligado. Luego de muchas dudas decidió presentarse a la Policía, y a pesar de su inocencia resulta procesado y es remitido a la cárcel. Liberado en marzo de 1970, fue nuevamente encarcelado en dos oportunidades, en razón de las Medidas Prontas de Seguridad dictadas por el gobierno de Pacheco Areco. Así estuvo detenido entre el 13 de agosto al 13 de setiembre de 1970, y del 13 al 26 de marzo de 1971.

Íbero fue portador de un saludo de los presos políticos enviado desde las cárceles, que fue leído esa noche. Cuando Íbero Gutiérrez González regresó de Europa, luego de dos meses de permanencia en Francia y España, en 1968, envió a un sacerdote amigo de su padre, en cuyo domicilio madrileño se había hospedado, una carta en la cual le solicitaba le enviara unos libros que había dejado allá. El 7 de setiembre de 1971 su nombre apareció en una lista publicada por El País, donde se le sindicó, también, como sedicioso. Se le acusaba de un atentado contra la quinta presidencial el 21 de junio de 1969. Eso fue probado a través de testigos calificados.



El poeta asesinado
De niño data también su afición por la pintura y el dibujo, a la vez que dedicaba largas horas a la lectura. Ganó un concurso organizado por Radio Habana que le permitió viajar a Cuba, para los Festejos del X Aniversario de la Revolución, en diciembre de 1968. Sus padres se lo permitieron a condición de que conociera Europa, en aquel tiempo pasaje obligado en el itinerario a Cuba.

LOS CRÍMENES DEL ESCUADRÓN DE LA MUERTE
Sofía sabe todo

Por Víctor Carrato

fuente  de caras y caretas

Era un piso de barro y un rancho de totora: eso es pobreza. Estábamos viviendo en los terrenos de los Gallinal, no teníamos rancho propio. O sea, como mi padre era capataz de tropa de los Gallinal, mi madre era lavandera de los Gallinal, eran esclavos de los Gallinal, hasta que un día yo dije: "De éstos no voy a ser esclavo", y me fui.




La historia de vida de Julio Sosa se ha contado muchas veces, en múltiples entrevistas. Pero siempre vale la pena volver a charlar con este hombre de casi 86 años que representa el candombe por antonomasia y que alguna cosa de esto sabe. Perdió la virginidad con un párroco de su pueblo Illescas, y dentro de la misma iglesia, pero nunca se le ocurrió denunciarlo porque él -dice- lo disfrutó y sabía lo que hacía. Unos meses después, con apenas 15 años cumplidos, Julio hizo un bolsito, se subió a un tren y dejó atrás el trabajo en el campo para perseguir sus sueños. Quería estudiar y tener un buen empleo, pero la primera noche se quedó sin el cuarto de pensión que le habían prometido y tuvo que lavar waters para sobrevivir. Después la cosa fue mejorando: se hizo amigo de otros "maricas" que le dieron cobijo y trabajo, empezó a bordar y coser para grandes vedettes, hasta que -por fin- lo tocó la varita mágica de la suerte y se transformó en Tabú. El compositor e intérprete mexicano Agustín Lara lo contrató como bailarín de boleros y otras canciones, bailó semidesnudo, y luego lo bautizó Piel Canela. Julio Sosa ya era un personaje, con nombre propio.
Se hizo amigo de Rosa Luna, Lágrima Ríos, Martha Gularte y sobre todo, de "La Negra" Johnson. Desarrolló su carrera artística como bailarín y coreógrafo, tuvo sus propias comparsas y desde hace años lidera Tronar de Tambores, con la cual acaba de consagrarse en la última edición de las Llamadas. El de la semana pasada fue un desfile polémico por la participación de la comunicadora Andy Vila, que despertó críticas y burlas en redes sociales. "Kanela" no solo la defiende, sino que -dice- quienes le faltaron el respeto al candombe fueron las propias negras, y sostiene que muchas prefieren bailar en escolas do samba antes que bailar candombe.
Cree que los gays -"¿qué gays? Maricas querrás decir"- tienen todo el derecho del mundo a exigir que se respeten sus derechos, pero no avala para nada el matrimonio igualitario, porque sostiene que eso es cosa de un hombre y una mujer. Pero progresista al fin, dice que nunca vivió mejor que ahora, defiende a su amiga (e integrante invitada de su comparsa) María Julia Muñoz y atiende a Luis Lacalle Pou porque "fue criado como un bebé" y no ha "pisado el barro". Tocayo del "Varón del Tango", casi despidiéndose del concurso oficial del Teatro de Verano, habla el Señor Candombe.

-Padre capataz de tropa, madre doméstica, en Nico Pérez. ¿Cómo fue esa infancia en el medio del campo, con 16 hermanos?
-Yo nací en Puntas de Illescas, pero había una vía media torcida, el juez venía del lado de Nico Pérez la cruzaba en pedo, y anotaba de a dos o tres gurises. Mi madre tenía 16. Yo soy mellizo con otro hermano, Eleuterio. Tenemos cuatro hermanos mellizos. Fui reconocido del lado de Florida, pero si vamos a la realidad, soy del lado de Lavalleja. Esa infancia fue bastante dura: un día galletas y otro día un poco de avena. No fue fácil. Tuve dos padres maravillosos: un padre muy duro, a la antigua, porque lo habían criado así, y mi madre, una morena, también criada a la antigua, pero era más accesible, era una mujer más floja. Mi padre era un hombre muy duro, para él, el honor estaba primero.
-Ya de niño tuvo que trabajar...
-Sí, claro. Empecé con las patas adentro del barro, cuando empezaba la época del maíz, teníamos que salir para correr la langosta. Pasábamos la tarde metidos adentro de los maizales, con tarros con piedras para correr la langosta. Y ya nos íbamos haciendo. A mí no me tocó ordeñar vacas, eso lo hacían mis hermanos en la estancia de los Gallinal. Más bien yo vendía empanadas en la estación de AFE: empanadas, roscas de chicharrón, pan casero, y me llevaba muy bien en Nico Pérez con las chicas del prostíbulo. ¡Porque era una zona que de noche parecía París! Era la zona de los bagayeros, una zona muy importante, ahí en la estación de Nico Pérez. Y después me fui ganando la vida con canastas.
-¿Vivía en la pobreza?
-Claro que era pobreza, pobreza total. Era un piso de barro y un rancho de totora: eso es pobreza. Estábamos viviendo en los terrenos de los Gallinal, no teníamos rancho propio. O sea, como mi padre era capataz de tropa de los Gallinal, mi madre era lavandera de los Gallinal, eran esclavos de los Gallinal, hasta que un día yo dije: "De éstos no voy a ser esclavo", y me fui.
-Hoy denunciarían a sus padres por explotación infantil, pero quizás en aquel tiempo era más aceptado...
-Ah sí, pero en aquel momento todos los niños tenían que trabajar, menos los hijos de los estancieros, de los terratenientes, que venían los fines de semana de la capital a mirar a las gurisas que andaban ahí, dejarlas preñadas (sic) y después volarse, y quedaban las gurisas preñadas ahí. Esas cosas fueron las que más vi. Pero era súper común ver menores trabajar. Hoy el campo ha recuperado mucha cosa, tienen seis horas de trabajo, antes ya salía el sol y tenías que estar y te volvías a tu casa cuando oscurecía. Antes había muchísimo sacrificio.



"Todos los niños tenían que trabajar, menos los hijos de los estancieros, que venían los fines de semana de la capital a mirar a las gurisas que andaban ahí, dejarlas preñadas (sic) y después volarse, y quedaban las gurisas preñadas ahí"
-¿A qué edad se dio cuenta que era gay?
-¿Qué gay? Gays son los de ahora, los modernos que usan barba y bigote. A qué edad me di cuenta que era marica, querrás decir. Y... ya mi inclinación venía porque me gustaba cuidarme mi pelo, me gustaba ir al río a lavarme y ser prolijo, limpio, ¿me entendés?
-Bueno, pero ser higiénico es una cosa y la orientación sexual es otra...
-No, ojo, porque mirá que había mucho gaucho "pata sucia", hediendo mucho, y yo era muy delicadito, ¿sabés? Me cuidaba mucho, me cuidaba el pelo con salvia y todas esas cosas. Era coqueto. Y de ahí uno se va dando cuenta de lo que es, hasta que un día, llega el momento de tu desfloración y te das cuenta lo que sos... Eso fue a los 14 años. Era "la gata de París" yo. A los pocos meses de perder mi virginidad, ya me vine para la capital.
-¿En algún momento tuvo algún contacto non sancto con curas, cuando era chico?
-Precisamente, fue el primero: un cura, en la capilla de mi pueblo Illescas.
-¿Y nunca lo denunció o pensó en denunciarlo?
-No, ¿por qué lo iba a denunciar si a mí no me violó? Yo me metí también para adentro de la iglesia. ¿Por qué voy a decir que el cura me violó, si a mí también me gustó? No debía hacer el cura lo que hizo. Debió haberme educado de otra manera y decir: "No, acá no, esto no se hace acá", y más dentro de la iglesia.


"¿Por qué iba a denunciar al cura si a mí no me violó? Yo me metí también para adentro de la iglesia. No debía hacer el cura lo que hizo. Debió haberme dicho: 'No, esto no se hace acá en la iglesia'. Yo callé, porque ya tenía códigos"
-¿Le pidió silencio, que no le diga nada a nadie?
-No, yo ya era de códigos: oír, ver y callar. En ningún momento me dijo nada.
-¿Y usted nunca se lo comentó a un amigo, a un familiar, a sus padres?
-¿Para qué iba a comentar si a mí me gustaba? Eso fue cuando yo tenía 13 o 14 años, no era ningún bebé. Hoy los niños saben todo lo que hacen, como yo sabía lo que hacía.
-Pero con la madurez y la experiencia de hoy, ¿es consciente de que, siendo usted menor de edad, fue un abuso sexual de parte del cura?
-Yo diría que no conviene estando dentro de la iglesia.

-Y si hubiera sido fuera de la iglesia, ¿hubiera estado bien?
-Pero en ese momento, no se usaba la minoría... Los gauchos se llevaban mujeres de 13 años de la puerta del rancho, las preñaban y ya era su mujer. Mi padre se llevó así a mi madre de la puerta del rancho. Y después le dijo: "Vamos a casarnos" y aguantaron. Mi madre a los 14 tuvo su primer hijo. Esa era la campaña. Tenías que ser una nenita de bien que venía de Montevideo para que sea distinto, porque las pobres muchachas ignorantes del campo eran así.
-¿Sintió la discriminación en Nico Pérez, pueblo chico donde todos se conocen?
-De día sentía la discriminación, de noche no. De noche todos los gatos son pardos y todos caminan por ahí.
-A los 15 años, siendo un adolescente, decidió venirse solo a Montevideo en tren. ¿Por qué? ¿Huía de algo o venía en busca de algo que le faltaba?
-Me fui en el moto-car, como se decía en aquel momento. Vine con ambiciones. Miraba las revistas -no sabía leer muy bien-, pero miraba las revistas, la revistita del London París, de Angenscheidt, que recién se fundaba en esa época, que dejaban en los trenes... Yo llegaba tratando de ver si podía estudiar, hacer algo, y trabajar, encontrar un buen trabajo. Pero no. No hubo buen trabajo. No fue deshonroso lo que hice: andar limpiando baños y metiendo la mano en los excusados, pero no tuve tiempo a estudiar ni nada, porque la peor discriminación la sentí en la capital. Y eran muchos los amigos que encontraba que estaban en la misma situación, muchachos bien, que lamentablemente como eran maricas, la sufrían.
-¿Cómo lo deslumbró Montevideo, la capital del país, a ese jovencito de 15 años?
-Primero me embargó una gran tristeza dejar mi pueblo. No fue fácil dejarlo, aunque solo tuviera una taza con avena con leche y una galleta, mal o bien estaba con mi familia. Pero venirte y no conocer a nadie... Yo venía para una pensión que me dijeron que fuera, pero no me dejaron quedarme porque era menor de edad. En el interior no pasaba nada, pero acá sí, porque existía población flotante y controlaban los menores que andaban solos, estaba el Consejo del Niño (hoy Inau) y todas esas cosas... Fue bastante bravo poder adaptarme, hasta que me metí en una pensión de un marica amigo que me recibió y me dio trabajo, todo ahí.
-¿Tuvo que prostituirse en algún momento para poder comer o pagar la pensión?
-No, no, nunca, la dignidad antes que nada. Siempre trabajé. Me crié trabajando y trabajando me voy a morir.
-Su vinculación con el arte y la cultura se da bordando en los cabarets. ¿Es así?
-Sí, por esos años empecé a trabajar en la pasamanería, el bordado, y justo en la pensión donde yo estaba trabajando la mayoría (de los huéspedes) eran artistas, artistas de bajo pelo, hasta Alfredo Barbieri llegó a esa pensión. Esto era cerca de la estación de AFE. Trabajabas allá pero dormías acá, en las pensiones de bajo pelo. En los cabarets le bordé a grande figuras: a Blanquita Amaro siendo muy joven, una de las grandes figuras que tuvo Argentina, a Amelita Vargas, ese año vino con Alberto Castillo a hacer el carnaval acá, y yo le preparé el vestuario a ella.
-¿Cómo era El Bajo en aquella época? ¿Cómo era el mundo de la noche y los cabarets?
-El Bajo era todo código y respeto. Un marino que llegaba en el Julio César o los barcos griegos, se bajaban y arrancaban para los boliches -¡porque había 80 boliches acá en la capital!-... Yo estoy segurísimo que si bajaran esos marinos hoy, los cagaban a palos, los afanaban y los daban contra el suelo. Pero en aquel tiempo no. A un marino borracho se lo llevaba hasta el puerto, para que se fuera a su barco. Había un respeto. Las mujeres se ocupaban con los tipos, tomaban sus copas, era otro respeto. Había muchos "poetas", como yo decía, que iba a conversar con una mujer, le pagaba tres o cuatro copas solo para conversar, no para ir al mueble. Intelectuales que inclusive hablaban con los maricas, sobre la vida. Un día uno me preguntó "qué se sentía". Le dije: "Hacete dar y vas a ver lo que se siente".
-¿Había códigos que se perdieron? Me refiero a que los pungas no robaran a las ancianas o no robaran en el barrio...
-¡Eso era impensado! El punga era un gentleman, un caballero. Y si vos eran un rastrillo, te cortaban las manos, hermano. No ibas a ir a una pensión a romper un candado para llevarte un primus. Hoy te rompen la puerta, te llevan la garrafita de tres kilos, te llevan la yerba y todo lo que tengas, o como hacen en las escuelas: mean, defecan, hacen cualquier cosa dentro de las escuelas, les roban la leche en polvo a los niños... Esas cosas no existían. Al contrario, se ayudaba y se le rompía la cabeza a los rastrillos.
-Cuénteme cómo nació el apodo de Piel Canela, bautizado nada más ni nada menos que por Agustín Lara, y que de alguna forma tiene que ver con sus inicios como bailarín...
-Yo me llamaba Tabú, en la noche. Tabú por lo prohibido. Una noche de esas en que pasan cosas en tu vida solicitaban un bailarín, y yo era muy atrevido, muy audaz. Venía Pedro Alaria, un bailarín argentino nacionalizado mexicano, pero justó se enfermó, y llegaba la noche del debut de "Piel Canela", tema que traía Agustín Lara. También hacía "María Bonita", en un teatro de 18 de Julio. Y me dicen: "Che, llega una compañía mexicana y necesitan un bailarín para bailar entre un tambor y el otro, pero tenés que bajar casi en bolas". Y yo dije: "¡A mi juego me llamaron!" Date cuenta que me pagaban siete pesos por cada baile y eran tres actuaciones. Siete pesos era moneda fuerte, eran como hoy 70 palos, y eso multiplicalo por tres. Yo quería terminar esos tres días para agarrar la plata y mandarme mudar, pero decían que iba a venir Agustín (Lara) a saludar a los camarines. Llegó y era una cosa chiquita, enana, con la cara torcida, yo no entendía cómo era el marido de la mujer más linda del mundo, que era María Félix. Entonces me llamó, me prguntó mi nombre y le dije Tabú. Y me dijo: "A partir de ahora yo te bautizo como Piel Canela".



"Me dicen: 'Llega una compañía mexicana y necesitan un bailarín, pero tenés que bajar casi en bolas'. Y yo dije: '¡A mi juego me llamaron!' Date cuenta que me pagaban siete pesos por cada baile y eran tres actuaciones. Eran como 70 palos de ahora"
-¿Y le gustó el nuevo apodo?
-No me gustó mucho, me gustaba más Tabú: más joven, más alegre, hacía referencia a lo prohibido, y eran solo cuatro letras. Pero quedó Kanela... con K.
-¿Había duelo de egos entre Lágrima Ríos, Martha Gularte y Rosa Luna? ¿Había una fuerte competencia? ¿Cómo las recuerda?
-Lo hubo siempre, pero después se juntaban a tomar mate, a chusmear y a hablar de viejas épocas. Nosotros los uruguayos no somos tan mediáticos como los argentinos. Arriba de las tablas nos peleamos, pero después que bajamos, somos todo corazón. Las recuerdo como mujeres genias que le dieron todo a este país. También a "La Negra" Johnson... Lágrima no fue bailarina, ella cantó, era "la calandria criolla". Yo la conocí cantando y no en el candombe, la conocí cantando en el Prado, ella vino de Durazno. A Rosa Luna la conocí de jovencita y era tan flaca que dormía en el dobladillo de la sábana, era bailarina en Fantasía Negra, la teníamos en el cuerpo de baile, después se transformó en una negra grandota... Era una excelente compañera. Pero de todas, a la que amé fue "La Negra" Johnson.
-Después de grande y ya famoso, una figura de la cultura conocida en todo el país, ¿dejó de sufrir la discriminación o la sigue sintiendo?
-No le doy pelota. La siento sí, está solapada... Pero son canallas. La canallada existió siempre. Son divinos, te elogian, pero te diste vuelta y ponen una cara tipo "este trolo". Y te la dan en la nuca. Te duele, eh. Porque llegás a tu casa y decís: "La atendí tan bien a esta persona, fui amable, gentil, para que me dé media vuelta y me defenestre". Es una traición.
-Pero hoy hay una sociedad más progresista: se legalizó la marihuana, se aprobó el matrimonio igualitario. ¿Le parece bien? ¿Es un cambio significativo que se haya aprobado el matrimonio entre homosexuales?
-Yo se ve que llegué tarde, pero no me casaría, ni estoy de acuerdo con el casamiento. Estoy de acuerdo con los derechos de que si yo tengo una pareja, y vivo 30 años con ella, y mañana se va de este mundo, viene su familia y dice: "¿Este tipo qué hace acá? No, no, raje de acá, todo esto es de nosotros". Y lo tiran al tipo como un piojoso, sarnoso, a la calle. Yo quiero una ley que proteja a ese que quedó solo, y si muere mi compañero, todo esto que era de nosotros, me quede a mí. Pero no estoy de acuerdo con el arrocito y la fotito a la salida del juzgado.
-¿Por qué no?
-Porque lo veo un poquito violento. Creo que el amor es entre cuatro paredes, ahí hacé lo que quieras. Yo nunca lo hice, nunca anduve de la mano con nadie en la calle. No fue necesario, si cuando voy caminando dicen: "Ahí va el maricón, ahí va el puto".
-¿Por qué no permitírselo a los gays que sí quieren casarse?
-Problema de ellos, pero yo no estoy de acuerdo. Tengo derecho a que se respete mi opinión.
-En alguna entrevista ha dicho que permitir el casamiento entre homosexuales es una "hipocresía". ¿Por qué?
-Claro, es una hipocresía. Porque fue un antojo: "¡Me quiero casar!" o "¡me quiero sentir mujer!", "¡quiero mis derechos!". Los derechos se logran a través de las leyes que se hacen en el Parlamento...
-Precisamente, ahí lograron el matrimonio igualitario...
-¡Pero es equivocada esa ley! El casamiento es entre el hombre y la mujer. Punto.
-¿Qué se le dio por incursionar en la religión umbanda?
-Nací en ella, vengo de familia, mis abuelos eran curanderos. Yo no incursioné jamás, la viví desde chico en mi familia. La practico pero para mí, no estoy con el curro de vengan que yo les hago umbanda, toco las castañuelas y mango guita. No, no. Ese curro no corre conmigo. Y si alguien que dice que le cobré, que me denuncie.
-¿Está bien que ya no se elijan "reinas" de carnaval y ahora se elijan "figuras"? ¿O es parte de la hipocresía o corrección política de la que hablábamos antes?
-Todos cuando ocupan un cargo o llegan como directores quieren hacer algo nuevo, quieren ser distintos. Quieren sacar una medida para decir "esto lo hice yo", y le cagan la vida a las costumbres, las tradiciones, a la cultura nuestra. La reina de las Llamadas tiene que estar y la reina del carnaval tiene que estar. No hay que restarle al carnaval, hay que aportarle.
-Tiene fama de ser muy exigente como líder de Tronar de Tambores. ¿Qué tan duro es con quienes trabajan con usted?
-Soy insoportable, imbancable... Soy no a la bebida, no a la droga. Mirá, yo me mamé, yo me drogué, yo me pervertí como quise, pero acá adentro no. Entonces no le permito a nadie que le falte el respeto a lo que hacemos. Y en cuanto al baile: soy exigente total, soy asquerosamente exigente, soy repulsivo. Hay quienes me odian y quienes me aman por ser así.



"¿Exigente? Soy insoportable, imbancable... Soy no a la bebida, no a la droga. Yo me mamé, yo me drogué, yo me pervertí como quise, pero acá adentro no. Soy asquerosamente exigente, soy repulsivo"
-Tuvo alguna controversia con la vedette Yessy López, por ejemplo... ¿Lo arreglaron en algún momento?
-Naaa... fue una controversia estúpida. La Yessy es una negra buena, una negra santa. Qué me voy a pelear con la Yessy...
-¿Cuánto cambió el carnaval? ¿En qué cosas nota los cambios más significativos?
-Se han ido cambiando muchas cosas. No quisiéramos cambiar tanta cosa, sino mantener las costumbres de este país. En cuanto al baile, yo me he sacado un poco el balde en eso. Porque era muy antiguo y había cosas que no me cerraban; ahora dije sí a lo que hace el Coco Rivero, sí a lo que hace (Martín) Angiolini -que están con la puesta en escena de nuestro espectáculo en el concurso del Teatro de Verano-, sí a lo que hacen los técnicos modernos, nuevos. Antes estaba cerrado. Ahora digo: "Muchachos, yo coso la ropa del espectáculo que ustedes están armando, denle para adelante".
-Fue declarado ciudadano ilustre en Nueva York, también en Australia y en 2015 acá en Montevideo. Además de los innumerables premios como bailarín y coreógrafo. ¿Le cambian esas distinciones?
-No, en nada... No le doy la más mínima pelota.
-¿Por qué cree que se lo ha distinguido?
-Porque tengo una cantidad de años, soy un tipo que todavía permanece, intenté llevar la historia acá adentro. Son como premios a la trayectoria. No he hecho cosas que otros no hayan hecho, hay gente que hizo cosas más grandes que yo.
-¿Y ganar el desfile de Llamadas, como el de la semana pasada?
-Todavía no reaccioné, todavía no caí. Sé que hicimos un gran trabajo, con el Colo (José Luis Brun), con un gran equipo, armamos un espectáculo maravilloso, lo sé, como el espectáculo que armamos para el Teatro de Verano, que iremos el 23 (de febrero) para la segunda vuelta. Hay un gran espectáculo armado, por eso te decía que me saqué el balde de la cabeza: es más modernizado, más tecnificado, más refinado.
-¿Cómo vio la enorme cantidad de críticas a Andy Vila en redes sociales tras verla desfilar con Tronar de Tambores?
-Fue muy penoso, triste. Eso demuestra -no en todos, en algunos- la incapacidad, la envidia, y los celos de los uruguayos, hasta porque una mujer es bella. ¿Qué hizo esa mujer? Querer salir a divertirse. No salió contratada, ni (fue) paga, ni es candombera ni es bailarina. Salió a mostrar, a sacar esa libertad que debe tener la mujer uruguaya. ¡Salgan como hizo ella! Salió casi en bolas y se terminó. Es una mujer encantadora. Y otra cosa: no tengo nada contra los chetos, ni contra nadie, pero es una gurisa que se sentaba ahí en la esquina a tomar mate y comer un pedazo de rosca con las negras y con todo el mundo. ¿Qué cheta? Se integró totalmente...
-Algunas negras uruguayas sintieron que era una falta de respeto al candombe, una danza afrouruguaya, que por novelería se sumen algunas personas públicas, de tez blanca, a comparsas de negros y lubolos para desfilar por Isla de Flores, y sin saber bailar. ¿Tienen algo de razón?
-El respeto se lo faltaron las propias negras. Desde que yo empecé en carnaval éramos cuatro o cinco negros en pedo allá abajo para sacar una Llamada. Y se hacían las ricas, no querían salir a bailar. Cuando empezaron a bailar las mujeres en las Llamadas eran prostitutas, putas, de todo eran... Mujeres blancas muchas, porque las negras salían de los quilombos, de los prostíbulos. Porque, ¡por favor! ¡Salir a bailar candombe! Y te digo más: hoy hay negras que no bailan candombe, no quieren bailar candombe, y bailan en escolas do samba. Y no defienden el candombe. ¡Y la mayoría en las Llamadas son blancos! Yo soy hijo de madre negra y padre blanco. Hoy la enorme mayoría son blancos, en la cuerda de tambores la mayoría son blancos, contame las negras cuántas son... Hubo una negrita por allí que dijo: "Me discriminaron, que esto, que lo otro". Fue bailarina de acá, de hacha y taco, muy mediocre. ¡Quiere subirse arriba de Andy! Y eso es feo. Lo mejor que hay que tener es humildad, unir y estar todos unidos, no tirar mierda para todos lados. Yo te voy a ser sincero: la mayoría de las mujeres bailarinas fueron blancas, y no negras.



"Hoy, en la cuerda de tambores la mayoría son blancos, contame las negras cuántas son... Hubo una negrita por allí que dijo: 'Me discriminaron, que esto, que lo otro'. Fue bailarina de acá, de hacha y taco, muy mediocre. ¡Quiere subirse arriba de Andy Vila!"
-¿Pero con ella fue igual de exigente a la hora de bailar?
-No, pero vino solo tres días.... Era invitada, vino a divertirse. Ahora viene con nosotros a la gira, y la voy a preparar. Es una chica que tiene terrible corazón y es indomable, no la llevan por delante.
-¿Y la ministra María Julia Muñoz? ¿Cómo la vio?
-Es un encanto de persona, una amigaza. Fuera de lo político, es mi amiga. Ella cuando pudo vino a ensayar, pero no te olvides que es una mujer mayor, tampoco se puede pretender tanto. Ella vino por allá por invierno a ensayar, vino varias veces. Y es una ministra.
-¿Qué sigue sintiendo cada febrero al bailar en su comparsa...?
-Que me tienen podrido.
-Pero sigue saliendo...
-Vamos a ver, este año puede ser mi despedida del Teatro de Verano. Yo ya dije que me retiraba del concurso. De la Llamadas no, ahí voy a morir, es mi ley: yo las empecé, yo las termino.
-¿Y qué es lo que le gusta de desfilar en las Llamadas?
-Me gusta estar con mi gente, estar al frente de mis tambores, y el cariño de la gente, por supuesto. No quiero ser jactancioso, pero creo que nadie levanta al público de pie como se levanta a mi paso.
-Sé que tuvo algunas nanas. ¿Cómo lo encuentra la vida a los casi 86 años?
-Tuve una operación al corazón hace muy poco, el ojo derecho me lo operaron, el izquierdo no me lo pudieron operar, porque tenía que trabajar, y lo hice con la cataratas... Ando con este ojo que no veo (el derecho), éste que más o menos (el izquierdo), y la voy llevando... Sería más feliz si no viera cosas que estoy viendo a esta edad.
-¿Qué cosas?
-La convulsión en Sudamérica, los ataques entre los políticos, que no son honestos ni de un lado ni del otro, que se tiran mierda de un lado para el otro... Yo voy a hacer una confesión: nunca viví mejor que ahora. Con eso lo digo todo. Pero me lastima ver tanto palo de un lado para el otro, que se insultan, cuando los políticos tienen que dar el ejemplo de una mejor educación para nuestro pueblo, de una mejor convivencia democrática. Dar señales de que son educados, porque son educaditos cuando hablan, pero después se sacan los pedazos de piel.
-Bueno, su amiga María Julia no dio el ejemplo con las cosas que dijo de Lacalle Pou...
-¡Le dijo la verdad! ¿De dónde salió él? De una nube de algodón, criadito como un bebé. Yo quiero un presidente que haya pisado barro, yo quiero un presidente que la haya sufrido.
-¿Es feliz?
-Intento.

Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López

fuente montevideo  portal

Los escuadrones de la muerte en Uruguay, también conocidos como Comandos Caza Tupamaros o Defensa Armada Nacionalista (DAN), fueron grupos parapoliciales de extrema derecha que operaron en Uruguay en las décadas de los años 1960 y 1970.


LA DETENCIÓN DE MIGUEL SOFIA
Los lazos del Escuadrón de la Muerte

La reciente captura del Dr. Miguel Antonio Sofía Abeleira, acusado de integrar el Escuadrón de la Muerte, de desapariciones forzadas y homicidios cometidos durante la dictadura militar, sacudió el polvo de un expediente de un metro y medio de altura.

En la Alemania nazi estaban los Einsatzgruppen, escuadrones de ejecución itinerantes especiales formados por miembros de las SS, SD y otros miembros de la policía secreta de Hitler. En El Salvador, los escuadrones de la muerte eran un movimiento armado de extrema derecha. En Guatemala, era un movimiento radical de extrema derecha que deliberadamente persiguió a la nación indígena, durante la guerra civil, con la limpieza social. En Honduras existió el Batallón 3-16, escuadrón de inteligencia anticomunista de las Fuerzas Armadas de ese país que actuó entre 1982 y 1997. En Colombia, se llamaban Autodefensas Unidas de Colombia, grupo paramilitar de extrema derecha que está oficialmente desmovilizado y que contó en su momento con el apoyo tácito del Ejército, la Policía y el Estado. En Argentina, era la Triple A, grupo parapolicial argentino de extrema derecha.

La guatemalización

Allá por los años 60, Eduardo Galeano escribió ‘Informe especial sobre operaciones parapoliciales y paramilitares. Escuadrón de la muerte: de Guatemala al Uruguay’. Contaba sobre la NOA (Nueva Organización Anticomunista), la cual escribió en un comunicado a la prensa, a principios de 1967, que operaba “junto al glorioso ejército de Guatemala”. Había prometido arrancar la lengua y cortar la mano izquierda a todos los revolucionarios. También relataba sobre la MANO (Movimiento Anticomunista Nacionalista Organizado), que funcionaba en la órbita de la policía.

Tanto la NOA como la MANO difundían con frecuencia datos confidenciales que sólo estaban en poder del ejército o de la policía política.

Era lo que se llamó, más tarde, la guatemalización del Uruguay.

En los años 1966 y 1967, Guatemala sirvió de campo de experimentación para la puesta en práctica de la guerra sucia contra la revolución en ascenso, contaba Galeano, y desde acá se veía ese proceso como muy lejano. Guatemala se había convertido en un laboratorio gigante.

Soledad Barrett

Mucho antes que Galeano, Manuel Martínez Carril denunciaba, en la prensa local, los ataques fascistas contra mujeres.

El 6 de julio de 1962, cuando tenía 17 años, la paraguaya Soledad Barrett, que vivía exiliada en nuestro país, fue secuestrada en un automóvil por un comando nazi uruguayo, cuyos integrantes le marcaron en los muslos una cruz esvástica, con hojas de afeitar o una navaja, por negarse a repetir la consigna “¡Viva Hitler! ¡Abajo Fidel!”. Esto porque dichos grupos asociaban el antisemitismo con el antisocialismo y Barrett tenía ascendencia judía por parte de su madre.

Lo mismo sucedió con otras personas a las que se sometió a distintos castigos tras lo cual se les tatuaba una cruz esvástica. Una noche de 1962, el entonces jefe de Policía de Montevideo, coronel Mario O. Aguerrondo, entró en el diario El País.

El jerarca se reunió con el cronista policial y responsables del diario, al día siguiente, el matutino mostraba una fotografía obtenida en una manifestación meses atrás y en la que se había identificado -entre otras personas- a la joven militante. Así la Policía -en aquel momento muy activa en la organización de golpes como el asalto a la Universidad que durante años tuvo separado de su cargo al comisario Orestes Braida Arbulo- trataba de desviar la atención sobre las bandas fascistas que ella misma armaba.

Por aquellas fechas, un asesino protegido por la oscuridad de la noche arrojó una bomba incendiaria contra un local comunista. El fuego causó la muerte de una criatura de meses, hija de los cuidadores del lugar. Esa vez el escándalo había sido muy grande y la Policía no tuvo más remedio que “aclarar” el caso y detener al homicida que, casualmente, resultó ser un habitual informante y delator ubicado en el medio estudiantil. Esa era la democracia de aquellos años.

En materia de bandas fascistas hay, como se ve, una larga y, muchas veces, dolorosa experiencia.

Desde la embajada estadounidense, a través de sus agentes, se financió a grupos como la Confederación Sindical del Uruguay (CSU), intentando quebrar el movimiento obrero aún dividido, o el Movimiento Estudiantil de Defensa de la Libertad (MEDL), que ya en 1962 y, por medio de una conferencia de prensa, trataba de desvincularse de otros grupos igualmente totalitarios (como el Fedan, Moensu, Alerta, Gallo, etc.), acusando a la Lista 15 de ser “tontos útiles”, mientras Benito Nardone los tildaba de “comunistas chapa 15” a través de Radio Rural.

La calavera y las tibias cruzadas

En Brasil, la policía había organizado equipos de asesinos a sueldo, reclutados en sus propias filas, para limpiar el país de delincuentes. Sérgio Paranhos Fleury se convirtió en el jefe del “escuadrón”, y fue quien disparó uno de los cuatro tiros que mataron al líder comunista Carlos Marighella en 1969. También fue responsable del ataque contra miembros del Partido Comunista de Brasil en 1976, a quienes el régimen militar había calificado de terroristas. Estuvo directamente involucrado en la tortura de Tito de Alencar Lima, conocido como Padre Tito, un fraile católico que luchó contra el régimen militar en Brasil.

Fleury fue investigado y denunciado por los fiscales Hélio Bicudo y Dirceu de Mello por los asesinatos cometidos por el Escuadrón de la Muerte. El senador estadounidense William Proxmire denunció que se estaba utilizando la ayuda de Estados Unidos para financiar las operaciones del “escuadrón de la muerte” y el régimen decidió lavarse las manos. Sérgio Fleury, organizador del “escuadrón” en Brasil, vino contratado dos meses a nuestro país. Hubo policías que no quisieron creer cuando sus propios compañeros los metieron presos como miembros del “escuadrón”.

Algunos se “fugaron” misteriosamente y nunca más se supo. El jefe, Fleury, se curó en salud. Cuando lo amenazaron con 150 años de cárcel o pena de muerte, se limitó a decir: “Todo lo que hice fue por orden del general Ernani Airosa Da Silva, jefe del Estado Mayor del Segundo Ejército”. No se animaron a meterlo preso. Murió el 1º de mayo de 1979, a los 45 años. Según su esposa, se ahogó mientras estaba en su bote.

El escuadrón uruguayo

Los escuadrones de la muerte en Uruguay, también conocidos como Comandos Caza Tupamaros o Defensa Armada Nacionalista (DAN), fueron grupos parapoliciales de extrema derecha que operaron en Uruguay en las décadas de los años 1960 y 1970. Integraron un movimiento de contrainsurgencia conformado por civiles, militares y policías cuyo accionar tenía por objeto la represión de integrantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) por medio de atentados, secuestros, torturas y homicidios. Aunque no limitaron su accionar violento a guerrilleros, también realizaron atentados a abogados defensores de presos políticos y familiares de aquellos.

El vínculo de Miguel Sofía con la ultraderechista Juventud Uruguaya de Pie (JUP) y el Comando Caza Tupamaros quedó al descubierto a partir del testimonio de Nelson Bardesio, obtenido durante su secuestro por parte del MLN-T y su reclusión en la Cárcel del Pueblo. En su declaración -confirmada ante varios legisladores la noche en que fue liberado-, Bardesio identificó a Sofía como un joven de confianza del subsecretario del Interior de la época, Armando Acosta y Lara, que tenía acceso directo a las dependencias de la Jefatura de Policía de Montevideo y a las oficinas del personal estadounidense que colaboraba con esta en Uruguay, según publicó Brecha el 29 de agosto de 2008.

La JUP fue un movimiento estudiantil uruguayo, fundado en 1970, que nucleaba a jóvenes de diversas tendencias políticas y se disolvió en 1974.

En 2009, la Justicia uruguaya procesó al exfotógrafo policial Nelson Bardesio y al exagente de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia Pedro Freitas por homicidio muy especialmente agravado. El entonces fiscal letrado en lo Penal de 1er Turno, Ricardo Perciballe, solicitó también el procesamiento y prisión de Miguel Antonio Sofía Abeleira por el delito de asociación para delinquir en calidad de autor en concurrencia fuera de la reiteración con un delito de desaparición forzada y dos delitos de homicidio muy especialmente agravados en calidad de coautor.

El 24 de febrero de 1972, los tupamaros secuestraron a Nelson Bardesio, quien habría confesado en la Cárcel del Pueblo la existencia de una organización terrorista integrada por civiles, militares y policías responsable del secuestro y muerte de Abel Ayala, Manuel Ramos Filippini, Héctor Castagnetto e Íbero Gutiérrez. Bardesio habría sostenido que había recibido entrenamiento en Buenos Aires, mientras que otros miembros lo habían recibido en Brasil y que autoridades de ambos países habían provisto a los escuadrones de armas y explosivos. Habría confirmado que los escuadrones habían atentado con explosivos contra el domicilio de varios abogados defensores de presos políticos y realizado un secuestro extorsivo contra el abogado de una empresa textil. El testimonio más impactante de Bardesio habría sido su participación directa junto a otros integrantes de los escuadrones en el secuestro de Castagnetto y la revelación de que su cadáver había sido arrojado a la bahía de Montevideo.

El 14 de abril de 1972 los tupamaros asesinaron a Armando Acosta y Lara, al subcomisario Óscar Delega, al agente Carlos Leites y al capitán de corbeta Ernesto Motto, todos acusados de pertenecer a los escuadrones de la muerte. Acosta y Lara estaba acusado de ser uno de los ideólogos.

Un documento desclasificado por el National Security Archive de Estados Unidos confirmó que en 1972 la embajada de ese país en Uruguay creía en la existencia de los escuadrones de la muerte. Para la diplomacia estadounidense de la época, los homicidios de los jóvenes Abel Ayala, Héctor Castagnetto, Manuel Ramos Filippini e Íbero Gutiérrez fueron obra de los escuadrones de la muerte.



Charles Adair

Documentos desclasificados de Estados Unidos permitieron conocer un informe confidencial del embajador estadounidense en Uruguay, Charles Adair, enviado al Departamento de Estado en febrero de 1972. En él se adjudica al expresidente Jorge Batlle la idea de crear un grupo pequeño, secreto e ilegal, que combatiera a los tupamaros “en sus propios términos”. El documento, obtenido por el investigador Carlos Osorio en el Archivo Nacional de Estados Unidos, es una síntesis del embajador Adair de una serie de conversaciones que funcionarios de la embajada tuvieron con Batlle, el senador Eduardo Paz Aguirre, el administrador del diario Acción, Enrique Piqué, y el politólogo Ulyses Graceras. Luego señalaba las características del presidente electo, Juan María Bordaberry, quien asumiría semanas después, el 1º de marzo de 1972.

El informe de Adair analizó las consecuencias del reciente resultado electoral antes de referirse al “terrorismo”. “Tal como en previas conversaciones con nosotros, Batlle repitió que está a favor de atacar el problema terrorista con un grupo nuevo, pequeño y secreto que lucharía contra los tupamaros en sus propios términos. Dijo que un grupo tal tendría que ser formado fuera de las autoridades constituidas legalmente”, concluyó el embajador en su informe. Sin embargo, al Escuadrón de la Muerte se le atribuyen, al menos, la desaparición de Abel Ayala, el 17 de julio de 1971, el asesinato de Manuel Ramos Filippini, secuestrado el 31 de julio de 1971, el asesinato de Héctor Castagnetto Da Rosa, el 18 de agosto de 1971 y el asesinato de Íbero Gutiérrez, el 28 de febrero de 1972.

fuente de  caras y caretas

¿Cómo pudo el “Cabo Anselmo” entregar a los torturadores brasileños a su propia compañera, a la hermosa Soledad Barrett Viedma, quien estaba además embarazada de su propio hijo? Esa misma muchacha paraguaya que había sido noticia en su adolescencia cuando exiliada en Uruguay le tajearon las bellas piernas con esvásticas por negarse a dar mueras a Fidel Castro. La misma cara bonita, esbelta, de largo cabello cobrizo, a quien habían dedicado poemas y cantos Mario Benedetti y Daniel Viglietti.

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Viglietti Benedetti ||| Soledad Barrett


Esa historia de pasiones extremas, de dolores inmensos y de grandes preguntas sobre el alma humana llena varias investigaciones históricas, biográficas y programas de debate en la televisión brasileña, uruguaya y paraguaya. Soledad murió acribillada, con el feto de sus entrañas, aparentemente abortado, al lado de su cadáver que jamás fue entregada a la familia, en un aparente enfrentamiento, como solían presentar los regímenes de entonces; se sabía que fue delatada, después se supo que el infiltrado en la Vanguardia Revolucionaria del Pueblo era su amado esposo. Desde 2004 se supo quién era ese exmilitar que actuó como doble agente y entregó a varios militantes de izquierda en los duros años 70.

El “Cabo Anselmo”, José María Ferreira de Araujo, fue entrevistado varias veces y los videos se pueden encontrar en el Internet. Los periodistas no pueden disimular su repugnancia al escuchar su versión para justificar por qué era el agente que llevó a la muerte a tantos jóvenes. Ya no se esconde como cuando se hizo cirugía plástica y se cambió varios nombres. Ahora es un lumpen y quiere recibir una pensión de jubilado militar por los sucios servicios prestados.

Es el rostro del Plan Cóndor que planeó por todo el continente hace una generación llevándose a los más idealistas. El Plan que sigue sin castigo, salvo algunos presos pues muchos de sus agentes siguieron en los sistemas de inteligencia en las democracias latinoamericanas.

Su caso tiene el agravante de haber provocado la muerte de Soledad Barret, nieta del famoso anarquista español paraguayo Rafael Barrett y de la descendiente Francisca de la épica familia paraguaya Solano López; hija del militar comunista Alex Barrett que se alzó contra la dictadura de Alfredo Stroessner y hermana de otros nueve muchachos enrolados en diferentes guerrillas de Latinoamérica. Una biografía única entre las muchas historias del realismo mágico continental.


El abuelo anarco

Conocí la obra de Rafael Barrett (España 1876, Francia 1910), publicada en 1976 en Venezuela, gracias a su nieta María, exiliada en Colombia. Encontré en esas crónicas a mi padre literario y desde entonces lo leo cotidianamente y lo divulgo donde puedo.

Barrett era un señorito pendenciero europeo, amigo de literatos famosos, hasta que conoció en carne propia la hipocresía y bajeza de su propia clase y partió a Argentina con pocos recursos, en busca de un “nuevo mundo”. Sensible, se convirtió al anarquismo al contemplar la explotación de los nativos guaraníes en los yerbales paraguayos y desde entonces no dejó de publicar en diferentes periódicos el horror de esos parajes y de la miseria. Denunció las torturas a rebeldes en Asunción y fue exiliado a Corumbá, en la frontera entre Brasil y Bolivia, pero pronto pudo volver.

Periódicos liberales en Buenos Aires y Montevideo acogieron sus escritos y alcanzó el reconocimiento que no buscaba. Samuel Blixen y otros periodistas le dieron espacio, pero su principal vocero fue su propio semanario, “Germinal”.

En 1907 tuvo a su único hijo, Alex, ya enfermó de la tuberculosis que lo llevaría a la tumba a los 34 años, el mal que compartió con los semiesclavos de las haciendas al sur del continente. Ese pueblo que lo despidió en masa cuando partió a curarse a Francia, donde ni los cuidados de su familia irlandesa lograron salvarlo.

Sus escritos inspiraron al anarquismo humanista de muchísimos latinoamericanos, como Líber Forty, quien a su vez lo dio a conocer al poeta León Felipe cuando él visitó La Paz.

Muchos escritores, españoles de la generación del 98 y latinoamericanos de la talla de Augusto Roa Bastos o Jorge Luis Borges destacan su fina pluma y, como dice el argentino, “su espíritu libre”.


Alex en mi recuerdo

Llegué a la casa de Alex en el centro de Caracas. Había sido comunista y parte de los militares rebelados contra la dictadura paraguaya. Exiliado a Argentina cuando Soledad tenía sólo tres meses, junto a su ya numerosa familia, tuvo que partir de nuevo a Uruguay y al final a Venezuela, país que en los 70 recibía a los perseguidos el Cono Sur.

Entonces se mantenía enseñando matemáticas a los colegiales. Vivía modestamente, pero con abundante amor y hospitalidad. Me enseñó a ser metódica, incluso para resolver crucigramas. Siempre tenía un pan para compartir, a veces el pan que le hacía falta. La esposa, descendiente a su vez de estirpes aristocráticas, lo acompañaba silenciosa.

Recuerdo nítidamente que me sentía cohibida de quitarle su merienda y él me corrigió: “Puedo ser pobre, no miserable”, frase aprendida para siempre, qué diferencia es la pobreza de la miseria, la austeridad que la avaricia. Hospitalidad que gocé de toda su familia. Los Barrett siempre fueron así, incluso los hijos y nietos y bisnietos que pueblan la tierra.

La pareja vio partir uno a uno a sus hijos a diferentes combates en los años incendiarios de los 60 y 70 en América Latina.


Ilicha, Nanny, Fernando

María, Ilicha, era madre de José Alejandro —el mismo nombre de mi hijo— cuando la conocí. Asilada en Bogotá parió a Bolívar, famoso desde sus diez años como niño prodigio, conocedor como pocos de insectos y alimañas.

Ilicha se relacionó más con Bolivia con el amor por un guitarrero y vivió algunos años en La Paz.

Igual que Soledad, es una cantante privilegiada y su voz hacía vibrar las peñas en Caracas y en nuestra ciudad. Todos los Barrett son músicos y lutieres pues hacen sus propios instrumentos, guitarras, con troncos de su amado Paraguay. Varios ya han muerto, como Nanny, la más famosa en el canto, que compuso “En el sur del continente” para su hermana Soledad y grabó en disco acompañada por músicos cochabambinos, también asilados en Caracas.

Fernando fue combatiente guerrillero en varios frentes y defendió los procesos socialistas en el continente.   


MARIO BENEDETTI

Viviste aquí por meses o por años trazaste aquí una recta de melancolía que atravesó las vidas y las calles


Hace diez años tu adolescencia fue noticia te tajearon los muslos porque no quisiste gritar viva Hitler ni abajo Fidel


Eran otros tiempos y otros escuadrones pero aquellos tatuajes llenaron el asombro a cierto Uruguay que vivía en la luna y claro entonces no podías saber que de algún modo eras la prehistoria de ibero


Ahora acribillaron en Recife tus veintisiete años de amor templado y pena clandestina


Quizá nunca se sepa cómo ni por qué


Los cables dicen que te resististe y no habrá más remedio que creerlo porque lo cierto es que te resistías con sólo colocárteles en frente sólo mirarlos sólo sonreír sólo cantar cielitos cara al cielo


Con tu imagen segura con tu pinta muchacha pudiste ser modelo

Actriz

Miss Paraguay…

Los Barrett, rebeldes, anarquistas y marcados por la tragedia


fuente los tiempos