Cuando
se diseñó internet, allá lejos y hace tiempo en 1969, se buscó conectar
computadoras. Ahora se está buscando que todo sea/tenga una computadora
conectada. La inclusión digital de los objetos avanza a gran velocidad:
según Cisco IBSG, hay unas 25 mil millones de “cosas” conectadas a
Internet y se estima que en el 2020 serán 50 mil millones los objetos
conectados. Todas esas “cosas” transmitirán información.
En
todo el planeta hay cada vez más objetos con software, pantallas,
antenas y sensores. Ya hay más antenas que personas. Decenas de objetos
que antaño no contaban con alguna de esas características, ahora las
incorporan. Como el auto, la heladera, los asientos de los aviones,
incluso los muros de la ciudad.
Todo
ser humano, durante un día normal, está rodeado por una media de entre
1,000 y 5,000 objetos, contando todo: desde el tenedor que usa para
comer, el sillón donde descansa, etc., tal como lo explica Jean Baptiste
Waldner en Nano-informatique et intelligence ambiante: inventer
l’ordinateur du XXIe siècle.
No
estamos solos produciendo y consumiendo información. Las “cosas”
también se encargan de eso. Actualmente internet es un universo de unas
400 mil redes interconectadas corriendo independientemente y operadas
por 400 mil agencias que usan el mismo protocolo IPv4, que está llegando
a su límite. Por esa razón su evolución ya está diseñada: IPv6.
El
mercado de la comunicación y de los contenidos está empezando a lidiar
silenciosa e irreversiblemente con el desafío de entender qué significa
comunicarnos con “las cosas”. Quienes trabajamos en esas industrias
hemos sido formados y entrenados para comunicarnos con humanos, no con
objetos. Vamos a tener que aprender cómo comunicarnos con
computadoras/objetos y cómo diseñar objetos/computadoras que puedan
comunicarse con nosotros.
La
Web tiene apenas 7,000 días de historia, y ya estamos pensando en la
internet de las cosas, la internet de todo, con objetos inanimados, pero
socialmente conectados, sumándose a la Red. El mercado de la
sincronización de objetos con la vida cotidiana ya se presenta
millonario: Google está a punto de crear un mercado de miles de millones
de dólares para los accesorios cyborg. La Internet interplanetaria ya
está en desarrollo. El Test de Turing y la Ley de Moore, dos principios
esenciales de la época, ya tienen fecha de vencimiento.
Muy
lejos quedó el malentendido que nos autoimpusimos, aquel que sostenía
que internet sería como la TV, “pero mejor”. Nos equivocamos. Estamos
trabajando con comunicación en un terreno que sólo fue abordado por la
ciencia ficción.
La
publicidad, obstinada, ensaya en público toda clase de respuestas a la
pregunta “¿qué puede hacer la tecnología por nosotros?”. Pero la época
es mucho más interesante: nos plantea “qué significa la tecnología para
nosotros”.
Pensar
las máquinas sin la idea de hombre, o bien pensar al hombre sin las
máquinas, eso sí será, muy pronto (¿o ya lo es?), ciencia ficción.
Publicado originalmente en Infobae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario