Emoción y recuerdos en la inesperada despedida a Daniel Viglietti


Emoción y recuerdos en la inesperada despedida a Daniel Viglietti
ECOS
Músicos, políticos y seguidores del músico llenaron el foyer del Teatro Solís para darle el adiós a un ícono de la cultura nacional.
"La cuerda se cortó sola cuando dejaron la guitarra acá". La señora, menuda, mayor y compungida, señalaba a la electroacústica, apostada al lado del féretro del cantautor Daniel Viglietti, con la cuarta cuerda rota. "La guitarra sabe", concluyó.

Mucha luz había este martes en el foyer del Teatro Solís, en el velorio de Viglietti. También mucha gente y mucho dolor. La emoción se desbordaba fácilmente, como cuando ese hombre de humilde vestimenta, que contrastaba con las paredes, pisos y techos del recinto, arrancó con un espontáneo "A desalambrar", de inmediato seguido por las decenas, que pronto serían centenas, de presentes.

Despedían a quien, al decir del expresidente José Mujica, representaba como muy pocos la cultura "removedora y contestataria".

La partida de Viglietti, este lunes debido a fallas cardíacas, sorprendió a todos sus amigos. Si bien había cumplido 78 años el 24 de julio, el ataque al corazón que comenzó a llevarlo de este mundo lo encontró trabajando, al mediodía, en la computadora de su casa.

"Estuvo conmigo el sábado de noche. Nos comimos un asado en casa. Y él estaba preocupado por mi salud. Y mirá ahora...", le dijo a ECOS el ex líder tupamaro Jorge Zabalza, uno de los asistentes al velorio. Notoriamente emocionado, como todos los presentes -que incluían desde el olimareño Braulio López a la ministra de Industria, Carolina Cosse; desde el embajador de Venezuela, Julio Chirino, hasta la dirigente del Pit-Cnt Fernanda Aguirre- se excusó de hacer más declaraciones.

El sábado pasado, el también músico popular Washington Carrasco recibió en la tarde la medalla Guitarra Negra de manos del intendente Daniel Martínez. Ahí estaba Viglietti.

El intendente Martínez, Carrasco y su compañera, la también cantante Cristina Fernández, lo despedían este martes en el foyer del Solís.

"Esto es un golpe enorme para toda la cultura uruguaya", dijo Cristina Fernández. Ella y Washington Carrasco fueron alumnos de Viglietti, cuando este recién estaba gestando el Núcleo de Educación Musical (Nemus), y daba clases en su casa de Andes y la Rambla. Ya de joven deslumbraba con su capacidad de mezclar lo clásico, en lo que se había formado, con lo folklórico, uruguayo y latinoamericano.

"A pesar que luego se tuvo que ir del país por los problemas políticos, siempre mantuvimos una relación. Cuando volvió del exilio, en 1984, fue maravilloso. Lo fuimos a buscar al aeropuerto y lo llevamos a tocar al estadio Franzini. Siempre estuvimos juntos. Hasta el sábado...", concluyó Fernández.

Siempre abrazado a la izquierda, cultor del canto de protesta, su simpatías con los tupamaros le costaron la prisión primero y el exilio después. Vivió muchos años en Francia. De hecho, la Embajada de Francia envió una corona al Solis. Otras fueron remitidas por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, Editorial Planeta, Fenapes, Sudei, Antel, Agadu, la Intendencia de Montevideo, la Presidencia de la Cámara de Representantes y Familiares de Detenidos Desaparecidos, entre otros.

1984 fue el año del regreso del exilio de los grandes cantantes populares: Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños y él mismo. A su recital del Franzini asistieron más de 20 mil personas.

En Francia quedaron su hija Trilce y su nieto Gaspar, de un año de edad, que no pudieron viajar. Si estaba su esposa Lourdes, recibiendo la contención de todos los asistentes al Solis.

Viglietti era grande entre grandes. Numa Moraes, cantante, comunicador y compositor, siente que el lunes se perdió "el uno" de la música popular uruguaya.

"Para mí siempre fue un ejemplo. No solo desde el punto de vista musical sino como persona, en su forma de enfrentarse al arte y a la vida. La mejor forma de recordarlo es aprender de él. Saber sobre él. Difundirlo. Va a durar para siempre porque sin duda fue el uno de la música popular uruguaya".

Moraes y Viglietti compartieron exilio europeo. El primero fue a visitar al segundo una vez a París. Fue él quien le hizo escuchar por primera vez el disco debut de Eduardo Darnauchans, "Canción de Muchacho". Fue él quien, luego de una caminata por las calles de París, le terminó regalando un disco de Chico Buarque. Al tiempo, Viglietti le devolvió la visita a Moraes a Holanda. "Yo lo vi en uno de los recitales más insólitos que me tocó presenciar, un domingo a la mañana en el Coffee Concert: logró hacer cantar al público holandés".

Moraes, un gran guitarrista, elogia la "técnica exuberante en la guitarra" de Viglietti, aprendida de su padre, César Viglietti, y de Abel Carlevaro. "Y exuberante es también su obra. No son muchos los discos suyos (N. de R. 16 álbumes en estudio con inéditos desde 1963), pero no es un tema de cantidad sino de calidad".

Al momento de morir no estaba pensando en un nuevo disco pero si en un nuevo recital. Había tocado en el reciente Antel Fest de Piriápolis, el sábado 30 de setiembre.

"Para recordarlo hay que tratar de ser mejor cada día. El es insustituible e imprescindible en todos los aspectos. Todos quienes estamos en esto aprendimos de él y tratamos de imitar su coherencia en todos los aspectos, su ética, su estudio por el instrumento, y su compromiso no solo en lo social sino en la calidad de su trabajo. Su trabajo, justamente, tendría que ser objeto de estudio en el gran libro de la música uruguaya", señaló por su lado Eduardo Larbanois, del dúo Larbanois-Carrero. El tampoco podía creer la partida de Viglietti: había estado con él el sábado, durante la distinción a Washington Carrasco.

Tres posibles presidenciables del Frente Amplio llegaron al Solís casi a la misma hora. Fueron la ministra Cristina Cosse -que se excusó entre lágrimas de hablar-, el intendente Martínez y el senador José Mujica.

Para el ex presidente Mujica, la mejor forma de recordar al fallecido es esperar que alguien tome su legado: "Inevitablemente es un pedazo importante de la cultura y sobre todo de la cultura removedora y contestataria. El mayor homenaje que le podemos hacer no es solo un recuerdo poético sino un recuerdo de compromiso militante, por el sueño de un mundo un poco mejor y una sociedad mejor. Al fin y al cabo pienso que en el tiempo aparecerán pequeños Vigliettis en el campo de la cultura, del decir y del compromiso humano".
Por: Leonel García                    
Publicado: 31/10/2017 14:04

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