El bloqueo petrolero de Washington inicia una ofensiva contra Venezuela y América Latina


 Este bloqueo se suma a una serie de ataques estadounidenses contra embarcaciones en la región, oficialmente realizados en nombre de la “guerra contra las drogas” (war on drugs). Sin embargo, según la jefa de gabinete de Trump, forma parte de la campaña para derrocar a Maduro. Ella declaró que Trump “quiere seguir bombardeando barcos hasta que Maduro se rinda”. Ya han muerto casi cien personas como resultado de estas acciones.
Escenario conocido

Para justificar esta agresión bélica la Casa Blanca recurre a un guion familiar. Trump firmó un decreto que calificaba el fentanilo de “arma de destrucción masiva” y afirma que los “enemigos de Estados Unidos lo usan para matar estadounidenses”, a pesar de que esta sustancia no proviene de Venezuela. Al igual que en 2003 con la invasión de Irak, un supuesto riesgo de seguridad se infla hasta convertirlo en una amenaza existencial.

En Irak no había armas de destrucción masiva, pero la invasión trajo décadas de caos e inestabilidad. El secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió también que Irán y Hezbollah “han plantado su bandera” en Venezuela, de la misma manera que en su día se inventaron relatos que vinculaban a Al Qaeda con Saddam Hussein.

Otros políticos repiten consignas ya conocidas: Maduro representaría ahora “una amenaza existencial”, la guerra sería “un trabajo fácil” y la intervención debería “transformar” la región con “libertad y democracia”, presentándola como un nuevo “faro de esperanza”.

Los paralelismos con 2003 son innegables: de nuevo se criminaliza a un enemigo, se exagera una amenaza y se vende la guerra como una operación rápida y liberadora. Solo han cambiado los nombres y el mapa; el guion sigue siendo el mismo.
Motivos

La fijación de Washington con Venezuela no es difícil de entender. A ojos de la Casa Blanca, el país comete tres ‘pecados’ cardinales: posee las mayores reservas de petróleo del mundo sobre las que Estados Unidos no tiene control, ejerce una política exterior soberana con aliados como China, Rusia e Irán, y utiliza sus riquezas para financiar programas sociales.

Desde la elección de Hugo Chávez en 1998 Estados Unidos ha intentado imponer un cambio de régimen mediante sanciones, intentos de golpe de Estado, presión diplomática y operaciones secretas.

Pero Venezuela es solo la primera pieza del dominó. Cuba, Nicaragua, México, Brasil y Colombia son blanco de sanciones, amenazas comerciales, manipulación de elecciones y protestas orquestadas.

Esto se enmarca en la llamada “Doctrina Donroe”.i Marshall Billingslea, excolaborador tanto de Bush como de Trump, afirma que el objetivo final es toda la izquierda latinoamericana, “desde Cuba hasta Brasil, México y Nicaragua”.

La exjefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, admitió recientemente de forma abierta de qué se trata realmente: el control de la enorme riqueza de recursos de América Latina – petróleo, litio, oro y tierras raras – como fundamento del poder militar y tecnológico occidental, con las reservas de petróleo de Venezuela como trofeo principal.

Estados Unidos necesita estos recursos para cortar su dependencia de China y prepararse para un futuro conflicto con el gigante asiático.
Consecuencias dramáticas.  



Las consecuencias de este bloqueo son dramáticas para Venezuela. El petróleo es la arteria financiera vital del país, ya que representa al menos el 95 % de todos los ingresos en divisas.

Las recientes sanciones de Estados Unidos, incluida la confiscación de un petrolero, dificultarán aún más la venta de crudo en el extranjero. Se estima que hasta el 30 % de las exportaciones entra en zona de riesgo, dado que navieras y compradores se retiran por temor a las represalias de Washington.

Además, la producción petrolera venezolana es hoy más de un 70 % inferior a la de finales de los noventa, lo que sitúa al país alrededor del puesto 21 a nivel mundial. Las sanciones también ahuyentan a los aliados: incluso Rusia y China se lo pensarán dos veces antes de volver a invertir en el sector petrolero venezolano.

Hasta el 80 % de los ingresos del Estado corre el riesgo de desaparecer, lo que provocaría escasez de alimentos, transporte y bienes básicos, y generaría como consecuencia una migración masiva.
Reacciones

El gobierno de Venezuela condena el bloqueo calificándolo de “grotesca amenaza” y “piratería internacional”. Desde que comenzó la amenaza de guerra, el presidente Maduro ha reaccionado con ejercicios de defensa nacional, pero al mismo tiempo ha hecho llamamientos al diálogo. En distintas partes del país, milicias ciudadanas, policía y ejército realizan maniobras para proteger la infraestructura.

A pesar de los buques de guerra y las sanciones, la vida cotidiana en Venezuela transcurre en gran medida con normalidad. En los barrios populares, la gente se organiza en consejos comunales. Según Anais Márquez, “tanto Chávez como ahora Maduro se apoyan en un pueblo organizado y movilizado”. Una encuesta de finales de septiembre otorga a Maduro un 65 % de apoyo.

El historiador Miguel Tinker Salas subraya que “los venezolanos están decididos a oponerse a una intervención de Estados Unidos” y que incluso los opositores a Maduro “no se quedarán de brazos cruzados permitiendo que se desmantelen sus derechos”.

En América Latina, diversos movimientos sociales preparan, inspirados en la Guerra Civil Española, brigadas internacionalistas para ayudar a defender a Venezuela contra la agresión estadounidense.

Dentro de Estados Unidos existe una fuerte resistencia tanto a una intervención militar como al bloqueo petrolero, debido a que los riesgos son gigantescos y los beneficios inciertos. El 70 % de la población se opone a una intervención militar.

Los ciudadanos estadounidenses están agotados de la guerra tras Irak y Afganistán, y no consideran a Venezuela una amenaza directa. Incluso sectores republicanos creen que el presidente no puede iniciar un nuevo conflicto sin la luz verde del Congreso.
¿Y Europa?

Cualquier otro país que decretara un bloqueo petrolero ilegal y cometiera crímenes de guerra recibiría una firme condena y probables sanciones por parte de la UE.

En la declaración conjunta de la cumbre del 9 de noviembre entre la UE y los países de América Latina y el Caribe se afirmaba: “Reiteramos nuestra oposición a la amenaza o al uso de la fuerza y a cualquier acción que no sea conforme con el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.”

Sin embargo, estas palabras suenan vacías, ya que actualmente no hay rastro de dicha “oposición”. Ni la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ni la Alta Representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, han condenado el bloqueo ni los actos de guerra de Estados Unidos.

Alemania no fue más allá de expresar su “preocupación”. Berlín advierte que la medida puede poner en peligro la estabilidad regional y pide evitar pasos que aviven las tensiones. Pura retórica.

Los dirigentes europeos repiten últimamente al unísono que quieren actuar de manera independiente de Washington y seguir una línea propia. Pero a la hora de la verdad, recaen una y otra vez en la misma y obstinada sumisión.

La agresión contra Venezuela no es un incidente aislado, sino un precedente peligroso que puede arrastrar a todo el continente latinoamericano a una espiral de chantaje económico, guerra y caos. Quien hoy guarda silencio sobre el bloqueo de Caracas, legitima mañana nuevos ataques contra La Habana, Managua, Bogotá o Ciudad de México.

Es urgente que las fuerzas progresistas de todo el mundo – sindicatos, movimientos sociales, partidos e intelectuales – se organicen en un frente amplio contra esta lógica imperialista de guerra.

La resistencia contra el bloqueo a Venezuela es más que solidaridad con un solo país. Es una lucha por la paz, la soberanía y la justicia social en toda América Latina y el mundo.
Nota:

i La “Doctrina Donroe” es un nuevo apodo para la actual política exterior de Trump en las Américas, un juego de palabras entre la Doctrina Monroe y “Don” (Donald Trump).
Esta doctrina considera a toda América (del Norte y del Sur) una esfera de influencia exclusiva de Estados Unidos. Justifica el uso de medios coercitivos —intervenciones militares, despliegue de buques de guerra en el Caribe, sanciones y presión económica— para frenar la migración, el narcotráfico y, sobre todo, la influencia de China y Rusia en la región.
A diferencia de la Doctrina Monroe original (1823), que esencialmente advertía a Europa que se mantuviera fuera del hemisferio occidental, la Doctrina Donroe va mucho más lejos al tratar a la región como una especie de frente interno estadounidense ampliado.

Marc Vandepitte es miembro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH)

Fuente: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/12/17/irak-scenario-20-olieblokkade-van-washington-opent-aanval-op-venezuela-en-latijns-amerika

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lula sobre tensión en el Caribe: Nadie dice concretamente por qué Trump hace esa guerra


 El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, manifestó este jueves que "nadie" dice en concreto por qué su par estadounidense, Donald Trump, tiene una actitud hostil en contra del Gobierno venezolano, en el contexto de las agresiones militares estadounidenses en el Caribe.

El mandatario brasileño aseveró que se comunicó con su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, y con Trump para saber más sobre la cuestión de Venezuela.    

SOCIEDADPocos saben que los dulces “Los Nietitos” y la marca “Nix” ahora son de multinacionales


 La presencia de capitales extranjeros en Uruguay continúa en aumento y alcanza a sectores estratégicos como la industria alimentaria, la construcción, el agro y las bebidas. Aunque muchas marcas mantienen su nombre y su identidad local, ya no pertenecen a empresarios uruguayos. Según estimaciones    difundidas en distintos estudios públicos, entre el 35% y el 40% del territorio productivo del país está en manos extranjeras, una tendencia que también se replica en empresas emblemáticas.  

Avanza la identificación del horror en La Perla


 Luego de la recolección de una importante cantidad de restos óseos humanos empieza el trabajo de clasificación, identificación y cotejo con las muestras existentes. Son huesos mezclados y no esqueletos completos ya que, como dijeron testigos, los cuerpos fueron removidos y trasladados luego de ser enterrados. SEGUIR LEYENDO ACÁ

LA OTRA CARA DE BUKELE


 

Los despidos y la venta de M24 El botón de muestra


Victor H. Abelando

28 noviembre, 2025- semanario Brecha 

El llamativo silencio institucional y de referentes frenteamplistas que sucedió al despido masivo e intempestivo de todos los trabajadores de M24, la radio de FM propiedad del Movimiento de Participación Popular (MPP), se pretendió sustituir, a las pocas horas, por la idea de que dicha emisora no pertenecía al sector mayoritario del Frente Amplio (FA). En las redes sociales, varias focas, trols y bots lanzaron la información de que el MPP solo alquilaba la radio y, por tanto, no era responsable de la venta al grupo El Observador ni de los despidos. Pero la deformación informativa duró poco, no solo porque varios de sus experiodistas desnudaron la identidad de los propietarios, sino porque, además, una simple búsqueda de documentos permitió conocer una resolución del 6 de mayo de 2024 por la cual Bonimar SA (propietaria de la emisora) transfería el 100 por ciento de sus acciones a la dirigente del MPP Andrea Martini Guigou. El texto, firmado por Beatriz Argimón, en ejercicio interino de la presidencia, y por la entonces ministra de Industria, Elisa Facio, dice: «Apruébase la transferencia parcial de la titularidad de la frecuencia 97.9 MHz, Canal 250, de la ciudad de Montevideo, departamento de Montevideo, cuyo titular es Bonimar SA, a favor de la Sra. Andrea Mirela Martini Guigou. Establécese que la empresa Bonimar SA quedará integrada por la Sra. Andrea Mirela Martini Guigou con el 100 por ciento del capital accionario».


El control del sector también quedó claro respecto a las emisoras de Colonia (FM 102.5) y Maldonado (FM 90.9). Un senador del MPP, Nicolás Viera, posee el 67 por ciento de la primera (Búsqueda, 27-XI-25), mientras que la segunda está en manos de Martini en un 99 por ciento.


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Tras un fin de semana de silencio del oficialismo, el lunes en la reunión del secretariado del FA el delegado emepepista Heber Bousses justificó la venta y los despidos por permanentes pérdidas económicas. Veinticuatro horas después, empezaron a hacerse oír manifestaciones individuales de dirigentes frenteamplistas en solidaridad con los extrabajadores de M24. Lo hizo el presidente del FA, Fernando Pereira, la senadora Liliam Kechichian, el diputado del MPP Gabriel Otero. En la última transmisión de la programación del lunes 24, manifestaron su solidaridad el ministro de Trabajo, Juan Castillo y el exsenador por el MPP Ernesto Agazzi.


También hubo pronunciamientos institucionales del PIT-CNT y de la Asociación de la Prensa Uruguaya que denunciaban la arbitrariedad de los despidos.


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Por otro lado, circula la versión de que no todos los dirigentes del MPP estaban en conocimiento de la medida tomada. En tal sentido, el senador Sebastián Sabini tomó distancia de la decisión en una rueda de prensa. Consultado sobre los despidos y la venta de la radio, respondió: «Creo que deberían hablar con los dueños de la radio, que son los representantes legales […]. Obviamente es una situación triste y dura que muchos trabajadores queden sin trabajo; mi solidaridad con ellos, pero que hablen con quienes representan a la radio». Y ante la pregunta de la relación de su sector con la emisora dijo: «Hablen con los responsables de la radio».


El evidente malestar del legislador abona la tesis de que los ceses y la venta a un grupo sostén del presidente libertario argentino Javier Milei fue tomada en el seno del círculo áulico del presidente Yamandu Orsi y que varios de sus hombres de confianza negociaron la venta con el excanciller argentino Gerardo Werthein, uno de los principales propietarios del grupo dueño de El Observador.


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Ninguno de los saludos en solidaridad con los trabajadores de referentes frenteamplistas ubica responsabilidad en los propietarios de la radio. Más bien se parecen a un QEPD. Son dichos que no pueden diferenciarse de manifestaciones frente a un desastre natural o a una epidemia como la del covid, en los que la responsabilidad queda licuada en lo imprevisto. Pero, a la vista de que el empleador arbitrario es el sector mayoritario del FA, entre las figuras del FA –salvo saludos a los «pobres empleados» que quedan sin trabajo en la peor época del año– no hubo señalamientos claros y condenatorios del evidente desprecio por la suerte de los trabajadores. Todo parece justificarse en una ecuación económica y en las pérdidas que para el MPP significaba mantener un medio alternativo a los hegemónicos.


La interrogante es si la propiedad de una emisora o de cualquier otro medio, más allá de su papel en el debate cultural, tiene como factor determinante la ganancia económica. La izquierda (no hablo del progresismo) ha tenido a lo largo de la historia y con suerte variada distintas empresas periodísticas o radiales. Y siempre se justificaron en la necesidad de dar la batalla contra el pensamiento hegemónico de las derechas. No parece que El Popular y Radio Centenario sean fuentes de ingreso superavitarias para las organizaciones políticas que las sostienen. Tampoco puede inferirse que medios alternativos como este semanario, Caras y Caretas o La Diaria sean mecanismos de enriquecimiento para propietarios.


La venta de M24 no es un rayo en un cielo sereno. Es un síntoma más del devenir del progresismo uruguayo. Aquí vale una aclaración: en el FA existen sectores de izquierda que conviven con agrupamientos que han abandonado el pensamiento cuestionador del modelo económico, social y político, para transcurrir por una lógica de medidas paliativas, que le den un rostro humano al capitalismo.


No puede entenderse el paso dado por el MPP sin constatar el abandono de la batalla ideológica y cultural de la que hacen gala los gobernantes progresistas, capaces de buscar empatía con lo más reaccionario de la población, destacando, como hizo Orsi esta semana en los desayunos de Búsqueda, el modelo de Nayib Bukele para combatir la inseguridad. El presidente rectificó al otro día sus palabras (después de que, como dijo una colega, el secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, le editara las declaraciones) y descartó –no se sabe por cuánto– ese modelo para Uruguay.


Lo paradójico de todo esto es que quienes hablan de batalla cultural son los integrantes de la ultraderecha, que incluso no dejan de invocar a Antonio Gramsci. Mientras tanto, el progresismo pelea por no irritar al poder y limar antiguas pujas transgresoras.

Nueva versión de la venta de M24

 




Mario Paez

ANA JUDITH CALACHI ERA LA DUEÑA DE M24. 👇


Para los que dicen que el MPP vendió la radio M24, bueno, no.

La radio la arrendaba, no era de su propiedad.

De hecho, el MPP planteo al FA su compra y algunos sectores se negaron:

"En reiteradas oportunidades el MPP planteó a nivel de la Mesa Política del Frente Amplio la necesidad de contar con un medio de prensa para difundir las actividades y puntos de vista sobre la realidad nacional.

Sin embargo, nada de esto se concretó por la negativa de otros

sectores de la coalición que no veían esto como una prioridad.".

Habría que averiguar cuales fueron los sectores que se negaron.

Por otro lado, la radio pertenecía a un empresario floridense que falleció

en febrero de este año.

En un grupo de whatsap que integro, puso una persona que conozco superbien y que no es afínal MPP: "El dueño de M24 era Luis Calachi, un magnate floridense dueño también de otras radioemisoras y empresas.

En el 2016 le arrendó M24 al MPP ( por amistad, compromisos, o lo que

sea con Mujica)

Falleció este año por lo que su hija Ana Judith Calachi decidió vender la

radio a El Observador

( según se lee por ahi su hija lejos está de tener idelogías hacia la izquierda)

En fin solo para aclarar un poco las cosas...el MPP no fue el vendedor, fue

Ana Judith Calachi que a su vez generó con la venta el despido de todo el personal de M24.

El MPP como arrendatario tuvo que despedir a sus trabajadores porque el nuevo perfil de la radio va a estar en las antípodas de lo que hasta ahora fue

( La libertad avanza es parte interesada) por lo que era imposible que el personal se mantuviera.

Pero en esto de tratar de ser justa ( muy lejos estoy de ser del MPP) no me parece trasmitir información errada, (igualmente puedo equivocarme)

Pero quien era dueña de M24 era Ana Judith Calachi, ella integraba una S.A. con Sara Blechman, Bonimar S.A. de las que eran dueñas de M24.

Ellas vendieron, no el MPP quien por cambio abrupto de orientación política

de la radio luego de su venta, tuvo que despedir a todo el personal y porque seguro los nuevos dueños no los iban a absorber".

Dicho todo esto, primero, no es responsabilidad del MPP lo que pasó con

la radio.

Segundo, ¿algún día la izquierda pensará seriamente el tener un medio de comunicación radial y de televisión?

Golpe a la comunicación y silencios incómodos


 



Solidaridad con los trabajadores despedidos

La venta de M24 y el despido masivo de sus trabajadores no es un hecho aislado ni meramente empresarial.

Es parte de un proceso más grande: la disputa por el control de la comunicación en Uruguay, la precarización de los trabajadores de prensa y el avance de grupos económicos —muchos de ellos extranjeros—




La narrativa oficial intenta vender la idea de que esto es “solo una operación comercial”, pero cualquiera que conozca un poco el mapa mediático sabe que:




M24 era un espacio incómodo para el poder económico.




Tenía una identidad política marcada, con voces críticas y análisis profundos.




Representaba un bastión histórico del progresismo, especialmente del MPP.




Era una de las pocas radios que no hablaba desde el centro neoliberal recauchutado.




Desmantelar de un solo golpe a toda su plantilla, sin transición, sin respeto por los vínculos y sin transparencia, es una maniobra clásica para vaciar de contenido un medio y rearmarlo a gusto del comprador.




El objetivo es claro:

👉 neutralizar las voces críticas

En Uruguay se está viviendo un proceso silencioso pero profundo:




Concentración mediática en pocas manos.

Extranjerización del espectro.

Desplazamiento de periodistas críticos.

Precarización laboral para neutralizar la independencia.

Avance de formatos blandos y “despolitizados” para reemplazar la opinión y el análisis.




La comunicación se está transformando en un campo donde:




El negocio manda

La línea editorial se compra

La pluralidad es un costo

Y las voces críticas son un riesgo para los intereses empresariales

El que no se adapta al guion del mercado, no sobrevive.




La derecha ya sabemos cómo actúa y como se maneja en los medios

La postura del Frente Amplio ha sido, en el mejor de los casos, tímida, y en el peor, inexistente ,la reacción fue lenta, desordenada.




Dicen qué M24 siempre fue un tema incómodo dentro del FA:

Se veía a M24 como un “medio del MPP” y no como un proyecto de izquierda más amplio.

Otros sectores del FA nunca apoyaron realmente la construcción de medios propios fuertes.




Hay una tendencia histórica del FA a subestimar la batalla comunicacional.

La derecha entiende hace décadas que sin medios no hay poder.

Por eso compra, concentra, ordena y reorganiza el discurso público.

El FA, en cambio, llega tarde,responde desordenado,no tiene estrategia comunicacional sólida,no defiende sus propios espacios cuando están bajo ataque.




Y sigue creyendo que con “argumentos” alcanza, cuando en realidad esta es una disputa de poder, no de razón.




M24 era una herramienta:




para contrarrestar el blindaje mediático,




para amplificar voces sociales,




para discutir modelos de país,




para romper el cerco informativo.




Y hoy, ante su caída, la reacción institucional del FA no estuvo a la altura del daño producido. Lo que se viene: silencio, concentración y un retroceso para la democracia informativa

Si no se enfrenta esto políticamente:

Avanzará la concentración mediática.

Se achicará el campo progresista en radio abierta.

Los trabajadores de prensa seguirán siendo la variable de ajuste.




Y la derecha seguirá imponiendo el sentido común desde sus espacios comunicacionales blindados.




M24 No es solo una radio.

Es un símbolo.

Es una advertencia.

Es un test para saber si la izquierda entiende o no la batalla comunicacional del siglo XXI.




La venta y vaciamiento de M24 es un golpe directo a la pluralidad.

La comunicación no es un lujo: es un campo de disputa política.

Y el Frente Amplio, si pretende ser alternativa real de poder, tiene que dejar la tibieza y asumir que sin medios propios, fuertes y críticos, la batalla cultural la gana siempre el que controla el discurso.




La derecha lo sabe.

La izquierda todavía no actúa en consecuencia




Toda la solidaridad con los trabajodres despedidos.




Ana Antúnez

La servidumbre perfeccionada: esclavos del algoritmo, prisioneros del clic


 

Pensábamos que la esclavitud era una página cerrada de la historia. Que las cadenas se habían oxidado, que los grilletes eran piezas de museo. Pero nos equivocamos. Hoy la esclavitud no se impone con látigos, sino con notificaciones. No se firma con sangre, sino con clics. No se perpetra en campos de algodón, sino en oficinas abiertas, en plataformas digitales, en discursos que nos venden libertad mientras nos atan con algoritmos.

Vivimos en una sociedad que ha perfeccionado el régimen de servidumbre. El individuo ya no es ciudadano: es usuario, cliente, dato. El desclasado, el apolítico, el ignorante, el emprendedor ingenuo… todos giran en torno a un sistema que nos devora mientras nos promete éxito, visibilidad, pertenencia. Pero lo que recibimos es ansiedad, precariedad, aislamiento. Somos piezas de una maquinaria que no entendemos, pero que se alimenta cada día con nuestro tiempo, nuestra atención, nuestro deseo. Y buena parte de ello nos llega por nuestro teléfono.

El algoritmo es el nuevo capataz. Decide qué ves, qué sientes, qué crees. Te premia si confrontas (¡dále al like!), te castiga si reflexionas (te censuro y no te viralizo). Te empuja a odiar al pobre, al migrante, al diferente, mientras oculta a los verdaderos amos del cortijo: los fondos de inversión, los complejos militares-industriales, las transnacionales que saquean el planeta. Todo realizado sigilosamente, como una gran maniobra de distracción. Una coreografía de espejismos. Nos enfrentan entre los de abajo para que no miremos hacia arriba.

La sociedad actual es un teatro de sombras. Las redes sociales simulan comunidad, pero son vitrinas de soledad. El trabajo simula dignidad, pero es una carrera sin meta. La política simula representación, pero es un juego de máscaras. Y el individuo, perdido en este laberinto, ya no sabe qué papel cumple. Cree que emprende, pero lo que hace es sobrevivir. Cree que opina, pero lo que hace es repetir. Cree que elige, pero lo que hace es aceptar.

Wilhelm Reich lo vio venir. En Psicología de masas del fascismo, denunció cómo la represión emocional y la estructura autoritaria del carácter hacían posible el ascenso del totalitarismo. Hoy, esa estructura se ha digitalizado. La obediencia se ha convertido en scroll. La represión, en productividad. El miedo a la libertad, en miedo al algoritmo. Y la izquierda, si quiere ser transformadora, debe dejar de jugar en este tablero amañado. Debe enseñar a leer entre líneas, a desconectar, a organizar, a resistir. Porque esta esclavitud no se rompe con clics. Se rompe con conciencia. Con cuerpo. Con calle. Con comunidad.

En Psicología de masas del fascismo (1933), Wilhelm Reich se preguntaba por qué las masas obreras, que deberían luchar por su emancipación, terminaban apoyando regímenes autoritarios que las oprimían. Su respuesta no se limitaba a lo económico: Reich introdujo la dimensión emocional, sexual y cultural como clave para entender el fascismo. La represión del deseo, la obediencia inculcada en la familia patriarcal, el miedo a la libertad y la necesidad de pertenencia eran, para él, los ingredientes psicológicos que explicaban la sumisión de las masas.

En el Estado español, partidos como Vox y el PP han construido su discurso sobre el miedo y la confrontación. Promueven la idea de que el “otro” —el extranjero, el feminismo, el independentismo, la diversidad sexual— amenaza la unidad, la seguridad y la identidad nacional.

Mientras esto ocurre, ¿quiénes se benefician realmente? Muy sencillo: 1) las grandes eléctricas, la banca y los fondos buitre, que siguen acumulando beneficios récord mientras millones de personas sufren pobreza energética, tienen empleos precarios y no pueden acceder a una vivienda digna. 2) Las multinacionales que controlan sectores estratégicos como la alimentación, las medicinas, la sanidad privada o la educación concertada. 3) El complejo militar-industrial que se refuerza con presupuestos crecientes, mientras se recortan servicios públicos. 4) Las corporaciones tecnológicas que, por medio de los algoritmos de las redes sociales, amplifican el discurso del odio y la polarización, generando una falsa sensación de participación mientras manipulan emocionalmente a los usuarios.

Todo esto encaja con lo que Reich denunció: el fascismo no se impone solo desde arriba, sino que se alimenta de estructuras emocionales profundamente arraigadas. La ultraderecha ofrece orden, pertenencia, identidad. Pero lo hace a costa de la libertad, la empatía y la conciencia crítica.

Hoy, esa estructura emocional sigue vigente. La ultraderecha contemporánea no ha inventado nada nuevo: ha perfeccionado el manual. Fija enemigos externos para desviar la atención de los verdaderos beneficiarios del sistema. Así que necesitamos de forma urgente argumentos para luchar contra este sistema de servidumbre perfeccionada porque el enemigo no es el otro, es el sistema que nos enfrenta entre nosotros los explotados.

La ultraderecha señala al migrante, al pobre, al disidente, al queer. Pero el verdadero enemigo está en los consejos de administración, en los algoritmos que moldean el pensamiento, en los tratados comerciales que blindan el expolio. La izquierda debe dejar de jugar a la reacción y volver a la raíz: señalar al poder económico, al extractivismo, a la financiarización de la vida.

La tecnología no es neutral, es ideología codificada. Los algoritmos no solo censuran: moldean deseos, emociones, creencias. La izquierda debe entender que la batalla digital no es estética, sino estructural. No basta con tener presencia en redes: hay que construir soberanía tecnológica, medios digitales propios, plataformas descentralizadas.

La democracia representativa está agotada. Los parlamentos se han convertido en escenarios de marketing político. Las decisiones reales se toman en despachos opacos, en consejos de administración, en cumbres blindadas, en lobbies transnacionales. La izquierda debe apostar por formas de democracia directa, deliberativa, comunitaria. Hay que volver a la asamblea, al barrio, al contacto personal.

Y es que hay propuestas reales y prácticas para un nuevo rumbo basadas en pedagogía crítica digital, como pueden ser la creación de escuelas populares de alfabetización algorítmica, enseñar cómo funcionan las redes, cómo manipulan y cómo resistir a este marea de fakes que nos inunda, formando militantes en comunicación no dependientes de plataformas corporativas.

Hay que crear, y esto es urgente, infraestructuras propias, impulsar medios alternativos, cooperativas tecnológicas, redes federadas (como Mastodon o Peertube) y recuperar el control sobre los canales de comunicación.

Hay que repolitizar el deseo. La izquierda debe hablar de placer, de cuerpo, de afectos. Reich lo dijo: sin liberar el deseo, no hay revolución.

Hay que crear espacios donde la política no sea solo discurso, sino experiencia compartida, vínculo, comunidad.

Hay que impulsar redes de ayuda mutua. Frente al “sálvese quien pueda”, construir redes de cuidados, bancos de tiempo, cooperativas de consumo, espacios de resistencia cotidiana, porque la solidaridad no es un valor abstracto: es una práctica concreta que puede desmontar el individualismo neoliberal.

La desobediencia institucional debiera ser otro pilar fundamental del tránsito hacia una más sociedad más justa, sin esperar a que un gobierno nos salve de la catástrofe. La izquierda debe desobedecer cuando las leyes protegen el expolio.

Si queremos transformar esta sociedad, este sistema, hay que apoyar la insumisión, la ocupación, la autogestión. Crear flotillas de libertad que naveguen fuera del mapa oficial.

Vivimos en un mundo en el que el algoritmo es el nuevo inquisidor: decide qué es verdad, y que merece ser visto. El clic es el nuevo voto sin poder: se contabiliza, pero no transforma. La red social es el nuevo confesionario donde se expone la intimidad, pero no se recibe consuelo. La izquierda institucional es un barco varado, necesita astilleros nuevos, velas nuevas, rutas nuevas.

Txema García, periodista y escritor

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Entrevista a Héctor Florit,


 El exconsejero de Primaria, Héctor Florit, dijo que la desafiliación de Pablo Caggiani en Ademu “es extemporánea” y expresó “toda su solidaridad con él”. Entrevistado por Nada que perder, indicó que “la mejor manera de evitar el riesgo es blindando las escuelas con comunidad”.