Un torrente de reivindicaciones en el que la diversidad empezó a hacer pie Un río subterráneo para un futuro imparable


Mirado desde el feminismo, mujeres y disidentes sexuales compartieron adoquines, asambleas y aerosoles, pero sus reivindicaciones quedaron fuera de agenda de ese mayo revolucionario. Sin embargo, de ese caldo de cultivo surgieron, al despuntar los 70, el Movimiento de Liberación de las Mujeres y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria.

“Los ángeles del mimeógrafo” llamaba una publicación a las chicas de mayo 68. El nombre de la publicación era La liberación de la mujer, Hora cero (editada por Granica) y está extraviada en mi biblioteca . Se por experiencia que, si la encontrara, lo único que me serviría para hacer esta nota sería esa frase que es la metáfora de una injusticia: la de que una insurrección no haya sido igual para el bautizado con mordacidad femenina, “el segundo sexo”.

Caroline de Bender –una modelo inglesa amiga de Andy Warhol y de Lou Reed–, considerada la nueva “Marianne” , símbolo de la Libertad guiando al pueblo, en el cuadro de Delacroix , y que posa para los fotógrafos a babucha de un hombre de mayo llamado Jean-Jacques Lebel marchando a la Bastilla y que salió en Times y Life, por lo que fue desheredada por su bisabuelo, el conde de Bender, se parecía más a Paris Hilton que a Tania la guerrillera .

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En los setenta carteles realizados por los ateliers populares de la época y recopilados en 1982 por la Biblioteca Nacional de Francia para la exposición «Los pósteres de mayo del 68 o la imaginación gráfica», hay mucho obrerismo, antigaullismo, surrealismo, aforismo : de feminismo minga salvo, según Victoria Mateos de Manuel ( Los mitos de un mayo 68 feminista, revista La grieta) en dos casos : un afiche donde una belleza estudiantil lanza un adoquín con el epígrafe “La beauté est dans la rue” (La belleza está en la calle): qué manera de hacer atrasar a Rimbaud que a los veinte se atrevió a sentarla en sus rodillas y repudiarla; y –dice Mateos– “un cartel que lleva a cabo una provocativa sátira de la masculinidad, criticando la brutalidad policial e igualando a todos los varones bajo el temible espectro del violador. “Les CRS [Compagnies Républicaines de Securité] sont aussi des hommes. Le preuve? Ils violent les filles dans les commisariats” (Los antidisturbios son también hombres. ¿La evidencia? Ellos violan a las muchachas en las comisarías).”

De las más de cincuenta siglas que inyectan sus mayúsculas en los archivos internacionales mayo 68 (CFDT, Confederación Francesa Democrática del Trabajo, CNJA Centro Nacional de Jóvenes Agricultores, SDS Liga de Estudiantes Alemanes Socialistas, SP Comité de Redacción de Servir al Pueblo….) ni una admite lo no mixto y ni siquiera un salto al español es capaz de convertir a las del Frente Estudiantil Antifascista(FEA) en un chiste de doble sentido.

Según Florence Prudhomme (El 22 de marzo de 1968, mayo del 68 y las mujeres ) antes del 68 , la ley Neuwirth había autorizado la anticoncepción y la pastilla anticonceptiva que puso parcialmente fin a la ley de 192O que prohibía todo control de la natalidad y que bajo el régimen de Vichy consideró el aborto como crimen de estado y punible con pena de muerte. Si el franco-machirulo de barricada interpretó la libertad sexual ejercida con una compañera consumidora de la píldora, como un derecho de pernada sobre ella sin el riesgo de una paternidad indeseada o un aborto a cuyo pago desviar la dieta en buhardilla, tintorro y panfletos, ella seguramente obtendría sus orgasmos de acuerdo a su lugar en el mercado de los encantos: no creo que sea a raíz de la simple selección de los papparazi de revueltas que las fotografiadas en las multitudes insurgentes de Mayo 68 parecieran contratables, como Caroline de Bender, para posar en una tapa de Vogue.

Aunque mujeres y disidentes sexuales compartieron adoquines, asambleas y aerosoles, sus reivindicaciones quedaron a la gauche, es decir en la agenda del mañana de la revolución . Pero como en el trauma, es el segundo tiempo el significativo y había que empezar otra década para que surgiera el MLF (Movimiento de Liberación de las Mujeres) y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (el FHAR). Mayo 68 fue su caldo de cultivo, río subterráneo o batería de adoquines rosa para un futuro imparable.

68 en mí
No recuerdo nada de mayo del 68, salvo que ese año perdí la virginidad, –la arrastraba como un lastre pasado de moda– aunque no creo que haya sido bajo la ósmosis periodística de mayo del 68 ni de la primavera de Praga, definitivamente no del Cordobazo para el que faltaba. Qué ingenua era en pensar que en cada muchacho de izquierdas no había un asceta rojo y con la calificación de “puta” en la misma boquita curvada para decir “El progreso social puede ser medido por la posición social del sexo femenino” y el que me obtuvo en la tómbola de Eros no sólo no me reprochó mi impericia sonrojada y sudorosa sino que lloró de emoción ya que en su corrida exaltada hacia la conciencia de clase jamás se había topado con un himen.

Si la articulación entre vanguardias artísticas y políticas tuvo momentos fecundos, fricciones insostenibles, separaciones irreconciliables, finales trágicos (muertos para la política por el arte, muertos para el arte por la política, artistas y/o políticos muertos), me sobrecogió leer en la lista de firmantes de la declaración con motivo de la destrucción de “Experiencia 68”, el nombre de Rodolfo Walsh y Enrique Raab. Y, por supuesto que eran artistas, pero lo que sobrecogía era “pescarlos” en ese tiempo anterior en que “arte” se pronunciaba junto a “revolución” sin que se perdiera la vida. Pero no nos engañemos , a la lista la ví en la exposición 68 el culo te abrocho, de Roberto Jacoby, autor del grafiti “Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared”, con una imagen del Che.

No tengo ese mayo del 68 : tengo otros. Uno de ellos es hipoacústico y sucedió en el ex Instituto Columbia para Sordos y Ciegos de Washington convertido en la Universidad de Gallaudet donde, durante 1986, los estudiantes se levantaron para exigir la subida al poder de un rector sordo. Y lo lograron luego de largas sentadas a la luz de las velas, marchas al Capitolio y “oradores” como un tal Tim Rarus que arengó a una multitud hablando por señas y subido a un árbol y, sin que se sintiera el vuelo de una mosca, “sonaba” tan encendido como Dany el Rojo en las barricadas de mayo 68. Otro es queer y el héroe no es el que arroja adoquines sino el que huye como Copi que se rateó de la toma del Pabellón Argentino y el cuento que me hizo el escritor y artista Raúl Escari, aún suena en mis oídos con sus agudos de gran loquesa:

<https://www.pagina12.com.ar /imprimir/diario/suplementos/radar/9-4760-2008-08-10.html>” Planteamos votar por que se tomara al día siguiente. Copi, que estaba reborracho y fascinado por el comandante no sé qué, un boludo, se acercó a mí y me dijo: “Vamos y lo tomamos ahora”. Se decidió tomarlo al día siguiente. “Quiero ver si mañana vos vas a estar”, le dije a Copi. Y al otro día cuando yo fui –éramos doce– Copi no estaba. Después íbamos caminando con Severo Sarduy por el boulevar Saint Germain. Pasó Copi y se acercó a saludarlo. Yo lo agarré y le dije de todo.”

O quizás mi mayo del 68 como el feminismo francés atrasó dos años y me tomó por asalto durante el ascenso del Chicho Allende. Fui a Santiago de Chile con Pichi y Carlos, dos muchachos que tenían un taller mecánico en Banfield y empezaban a interesarse por la política luego de haber sido reclutado en el fútbol por referentes barriales: amigos de toda la vida, tiraban para lados distintos: Pichi era trotskista, Carlos, peronista. Era uno de esos momentos históricos que disuelven la intimidad, cuando cada uno cuenta con que el desconocido que se cruza es un compañero al que se puede resumir la propia vida. Hablábamos con obreros y estudiantes, esa consigna que, fuera de la movilización o la asamblea, es mero goce de contacto –nosotros no éramos ninguna cosa ni la otra, pero sumábamos entusiasmo. Recuerdo las plazas llenas y las banderas rojas, el sobresalto por la voz de Fidel saliendo de un altoparlante– del otro lado de la cordillera, la serie de facto estaba a la altura del general Roberto Marcelo Levingston. En un acto, yo espié al Chicho con mis anteojos de teatro. Pichi y Carlos fingieron no conocerme. Mis anteojos tenían adornos de nácar.

El feminismo o todavía quedan adoquines
¡Rápido!: un mito de origen. Por ejemplo la manifestación que se hizo en el Arco del Triunfo el 20 de agosto de 1970 que fue anunciada en L’Aurore y Le Figaro como el nacimiento del “movimiento de liberación de la mujer francesa”. Según Victoria Mateos de Manuel, París Match inauguró la post verdad recordándola un año después como sacudida por la protesta de mil mujeres. Una manifestante, la historiadora Christine Delphy dijo que eran 9.

La policía misma no sabía cuántas personas éramos; hizo traer tres camionetas, si bien hubiésemos entrado perfectamente en un cuarto de camioneta. Una vez la policía estuvo tranquila en cuanto al número de personas que éramos, al cabo de diez minutos de trayecto –pues para ser policía no hace falta ser un as de cálculo– dejaron de accionar la sirena de la camioneta. […] De esta forma nos encontramos en la comisaría del barrio octavo, por orden alfabético: Cathy Bernheim, Monique Bourroux, Frédérique Daber, Christine Delphy, Emmanuéle de Lesseps, Christiane Rochefort, Janine Sert, Monique Wittig, Anne Zelensky (testimonio recogido por Victoria mateos de manuel)

Mi mayo 68 tal vez empiece ahí: no a la sombra de las muchachas en flor sino a la sombra de unas muchachas a la sombra entre las que separo a Monique Witting, la autora del Borrador para un diccionario de las amantes y a Chistiane Rochefort, la de El reposo del guerrero, esas pioneras del placer como política antipatriarcal que no abjura de Sade. Lesbofeminismo, la revolución que empieza por el cuerpo y sus humores en los dos sentidos, la sororidad sin tabú del incesto que las italianas tradujeron en afiddamento, la belleza de la huelga como potencia y belleza, la política como fiesta y levante, no, no hubo feminismo a la vista en mayo del 68, pero años después, fue su radicalidad, No queremos ser colonizadas pero con la máquina del tiempo importamos adoquines. Los reservamos para el 8M y como en los originales, debajo de ellos está la playa.

Por María Moreno   fuente  pagina 12

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