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Alfredo Zitarrosa “Todo cantor popular ha sido un cantor de protesta”
El 10 de marzo Alfredo Zitarrosa cumpliría 77 años. Un buen pretexto para recordarlo mediante un fragmento de una entrevista que le realizara Carlos Ulanosky en 1982. El exilio, la garra charrúa, Gardel y varios temas discurren en esta charla donde expresa que canta “mas o menos”, y que “no puedo soportarlo a Zitarrosa”.
¿Qué canción le gustaría no tener que volver a interpretar?
"Adagio a mi país".
A su juicio, ¿qué es lo peor de la nostalgia?
Que lo demora a uno, lo aquieta, le hace perder el tiempo. Es casi una droga, porque también a la nostalgia uno se aficiona. Como indudablemente se encuentra cierto regoce en esa evocación perpetua, uno se sienta a descansar en la poltrona de la nostalgia.
¿Usted lo experimentó?
Muchísimo.
¿Y cómo hace para levantarse de ese sillón?
Recurro a mi cabeza. Me invento cosas, como coleccionar caracoles marinos; empecé hace poco, he tenido que informarme cómo es la vida de estas especies de alta mar. También me hace bien estudiar y fundamentalmente estar activo, trabajar.
¿Cuántos litros tiene ese termo de agua para mate?
Un litro y medio.
¿Cuántos se hecha por día?
Dos.
¿Qué reproche le haría, a esta altura, a la canción de protesta?
Primero, haberse autotitulado vanguardia. Muchos de los cantores de protesta no supimos ocupar el lugar apropiado en el momento preciso. Las empresas discográficas convirtieron esos materiales en un producto de curso corriente, que estuvo de moda y que se vendió muy bien, sin olvidar que también fue un tipo de música que acompañó ciertos procesos. Macaneó mucho la canción de protesta, metió la pata varias veces, se emboscó sola, se dejó emboscar y de hecho le costó reconocer que nunca una canción será vanguardia de un pueblo.
Gardel, ¿fue un cantor de protesta?
Todo cantor popular ha sido un cantor de protesta.
¿Alguna vez le dijeron que tiene un aire físico a Gardel?
Sí, varias veces. Una vez me lo dijo Onetti.
¿Le gustó?
No, me molestó mucho. Porque admiro muy profundamente a Gardel.
¿Qué no le gusta del Uruguay de hoy?
Del Uruguay me gusta todo. Incluso lo malo. El país de la cola de paja, como alguna vez lo definió Benedetti. Aquel Uruguay que fue y que nunca volverá a ser; aquel Uruguay del no comprometerse más allá de lo razonable, el de la clase media adormecida, ése también es un país que amo.
Los rioplatenses, ¿somos tristones?
Sí. A lo mejor se debe a nuestros atardeceres. Creo que nuestro carácter tiene que ver con esa forma de ser turbulenta y nostálgica del río que no canta, del río que no pudo ser, del mar que no somos. Montevideo y Buenos Aires no están ni frente al mar ni frente al río, estamos frente a la vorágine y en la convergencia torturada de esos dos ríos que, de cualquier manera, van al mar. Hemos desarrollado una sicología de tránsito.
A su edad, ¿qué esperanza perdió para siempre?
La del amor torrencial.
Yo conocía la lluvia torrencial. ¿Qué es el amor torrencial?
Es el mar de amor, en donde uno soñaría sumergirse. Estoy convencido de que ni yo ni nadie podrá zambullirse en ese mar, sin que antes se produzca una profunda transformación social.
La célebre garra charrúa, ¿existe?
Desde luego que existe; no es un mito, sino algo reconocible y admirable.
¿Me podría explicar de qué se trata?
Es el vamos adelante de cualquier manera, el ganamos o ganamos.
Cuando salió de su país y obligado a empezar de nuevo en otro, ¿se le pasó por delante la garra charrúa?
Yo nunca sentí la necesidad de ganar; en México, como exiliado, he sido un bienvenido y eso suprime el desafío. Pero lo de la garra es real porque el Uruguay es un país chico que tiene cuatro títulos mundiales de fútbol.
En el "Adagio a mi país" dice: En mi país, qué tristeza, la pobreza y el rencor. De esas cosas, ¿qué es lo que más resiente?
El rencor más que la pobreza, porque hay una estética de la pobreza que nuestro pueblo desarrolla día a día. Una casa pobre es bella, si quien la habita tiene sensibilidad y la ejerce.
¿Qué es mejor, cantor callado en tierra propia o cantor activo en país ajeno?
Toda la vida esto último; por eso estoy exiliado.
¿Le gustaría ser presidente de Uruguay?
No, no tengo condiciones ni para ser vocal en el gremio radial en Uruguay. Incluso dije no cuando me quisieron incluir como suplente en una lista del Frente Amplio. Yo no tengo la capacidad necesaria para desempeñar un puesto público. Yo sólo sé leer y escribir.
¿Y cantar?
Cantar, más o menos.
¿No canta bien?
No puedo soportarlo a Zitarrosa. Nunca me escucho, salvo que lo haga en compañía de alguien que yo sé que disfruta de mis canciones. Ahí, puede ser, descubro algunos de sus méritos, pero no antes. Pero en general detesto la música de Zitarrosa, es demasiado desgarrada, cruel, irritante.
¿Y a quién sí le gusta escuchar?
A Jussi Björling, un gran cantante sueco, ya fallecido. Y a Gardel.
* Fragmentos de un reportaje realizado por Carlos Ulanosky en agosto de 1982, para la revista argentina "Humor". (Tomado de: http://humbral.blogspot.com/2011/03/alfredo-zitarrosa-todo-cantor-popular.html)
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