Árbol de Guernica |
El de Guernica no fue el primer bombardeo en alfombra para destruir una población civil, pues de hecho constituía un objetivo militar vital en ese momento, a fin de cortar la retirada y el aprovisionamiento a las tropas del Frente Popular en la campaña de Vizcaya. Sin embargo, gracias a la calificación como "ataque a la población civil", la repercusión internacional que alcanzó este bombardeo unido a su utilización propagandística, ha hecho que sea una masacre mundialmente conocida y considerada como un icono antibélico. Debido a ello, la tragedia fue instrumentalizada por ambos bandos y mitificada con fines propagandísticos. En un principio los sublevados atribuyeron la destrucción de la ciudad a los republicanos, como había sucedido en Éibar e Irún, pero pronto se reveló al mundo la realidad de los hechos debido a la presencia en Bilbao de varios periodistas ingleses de importancia como George Steer (The Times).
Guernica, días después |
El gobierno de Juan Negrín utilizó el bombardeo como insignia del antifranquismo, adaptando Pablo Picasso uno de sus cuadros para la Exposición Internacional de París de 1937. Esta obra se convertiría en uno de los iconos más sobresalientes de la pintura del siglo XX y del antibelicismo.
Tampoco fue el primer bombardeo contra civiles que habían llevado a cabo los aliados de los nacionales en Vizcaya, dado que un mes antes aviones italianos habían bombardeado Durango el 31 de marzo durante 20 minutos, causando unos 294 muertos). Tampoco fue la primera vez que la población civil fue atacada (en febrero de 1937, la misma Legión Cóndor había ametrallado a la columna de refugiados civiles en la carretera entre Málaga y Almería causando cientos de víctimas). Ni tampoco fue la última, puesto que en 1938 las ciudades de Barcelona, con los bombardeos de marzo y Alicante, con el bombardeo del 25 de mayo, fueron también los civiles los objetivos. Del mismo modo, cabe señalar que la aviación republicana ya había realizado bombardeos sobre poblaciones bajo control "nacional" como Oviedo, Zaragoza o Córdoba, en agosto de 1936, y en 1938 arrasaría la población de Cabra.
En 1997, el entonces presidente de Alemania, Roman Herzog, en carta leída a los supervivientes del bombardeo por el embajador alemán en España con motivo del 60 aniversario, pidió públicamente perdón por la manifiesta autoría alemana del bombardeo.
Guernica, capital cultural e histórica vasca, tenía antes del ataque una población de unas 5.000 personas, a las que habría que añadir un gran número de tropas, que se retiraban para preparar la defensa de Bilbao, y refugiados que huían del avance de las tropas franquistas. En ese momento no tenía ningún tipo de defensa antiaérea, aunque sí tenía tres fábricas de armas, una de ellas de bombas de aviación.
La Legión Cóndor tenía como jefe del Estado Mayor al Teniente Coronel Wolfram von Richthofen (primo del histórico aviador de la Primera Guerra Mundial Manfred von Richthofen, más conocido como el Barón Rojo), que ordenó, al parecer, el bombardeo y que en su diario personal admitía que en Guernica se había portado "muy maleducadamente". El grupo de bombardeo estaba formado por cuatro escuadrillas de Ju-52 y la escuadrilla VB 88 de bombardeo experimental, con Heinkel He 111, y Dornier Do 17. Los bombarderos fueron escoltados por cazas Heinkel He 51 de las escuadrillas de caza 1 y 3.J/ 88 y por los Me-109 del 2.J/ 88, escuadrilla que estaba bajo el mando del teniente Gunther Lützow. Cierto número de aviones de caza italianos participaron asimismo en la misión.
El reloj de la casa de Juntas |
El ataque empezó a las 4:30 de la tarde. Aunque posteriormente se dijo que el objetivo de la operación era la simple voladura de un puente, el hecho real es que tanto el puente como una fábrica de armas, situada en las afueras de la población, resultaron intactos, siendo muy improbable que las bombas lanzadas a 3.600 metros de altura impactaran en un puente de 15 metros y habida cuenta de que los aviones cargaban además bombas incendiarias. Sin embargo, el ataque fue devastador: los bombarderos lanzaron una gran cantidad de bombas medianas de 250 kg, livianas de 50 kg y más de tres mil proyectiles incendiarios de aluminio de 1 kg sobre el casco urbano de la ciudad. Los cazas Heinkel He 51, entretanto, disparaban en vuelo rasante a las tropas que huían del lugar.
La destrucción fue tan grande que provocó un intenso humo, por lo que los últimos bombarderos, al no poder ver los objetivos, descargaron las bombas a ciegas. A las 7:30 de la tarde terminó el ataque, no pudiéndose apagar totalmente el incendio hasta el día siguiente, en gran parte debido a la inexistencia de un parque de bomberos (que los dirigentes nacionalistas vascos consideraban innecesario)
Vista aérea de Guernica |
Como cualquier otro lunes del año, ese del 26 de abril de 1937 era día de mercado, pero la cantidad de gente que había en Guernica no se había incrementado debido a este hecho [cita requerida], ya que la feria fue prohibida antes del mediodía por el alcalde, ante la cercanía del frente y el temor del avance enemigo. El número de víctimas mortales, 126 según las últimas estimaciones, estuvo claramente influido por el sistema de refugios que se había realizado en la villa.
El Bombardeo de Ochandiano, al comienzo de la contienda, el 22 de julio de 1936, provocó que se tomara la decisión de realizar un sistema de refugios para la población civil. Este proyecto se encargó al arquitecto municipal Castor Uriarte y al ingeniero Manuel Cabañes (madrileño que pasaba sus vacaciones en la villa). En enero de 1937 ya habían diseñado un sistema de defensa civil en el cual estaban habilitados 3 refugios para la población civil. Uno de ellos se ubicó en los sótanos de la Casa Consistorial, otro en un edificio de la calle Santa María y el último en Pasealeku. Eran de hormigón con cuatro galerías de túneles. Aparte de estos refugios públicos había otros privados, al menos siete, en los sótanos de algunos chalés.
Las instalaciones de las empresas "Talleres de Guernica", "Cuberterías Jypsa" y "Armas Astra, Unceta y Cía" contaban con sus propios refugios antiaéreos. Los de Astra todavía están en pie y constan de una galería de 30 m en bóveda de cañón.
El sistema de defensa civil desarrollado por la "Junta Municipal de Defensa" de Guernica mantenía un sistema de señales de alerta. Este era un sistema visual y sonoro. Un vigilante en la cumbre del monte Kosnoaga avisaba de peligro mediante la exhibición de banderas rojas, estas banderas eran vista por un segundo vigilante situado en el campanario de la iglesia de Santa María que tocaba a rebato y seguidamente todas las industrias que poseían sirenas hacían tocar las mismas.
Consecuencias del ataque
Nunca ha llegado a saberse cifras oficiales de víctimas ni existen datos fiables sobre el número exacto, pues la propaganda de entonces, impulsada por periódicos ingleses, quería dar una imagen "de lo que iba a ocurrir con Hitler en el futuro", exagerando el número de víctimas y elevándolos incluso a tres mil. Siguiendo esta línea, el autor Hugh Thomas dice que las versiones hablan de entre cien y mil seiscientos, estimando que la cifra más probable sea de mil muertos. Sin embargo, los datos más actuales apuntan entre 250 y 300 muertos. Los historiadores de la asociación "Gernikazarra" Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz estiman que hubo 126 fallecidos.
El 70% de los edificios de la ciudad fue totalmente destruido por el incendio, que no se pudo apagar hasta el día siguiente, y el 20% gravemente dañados. Los lugares históricos vascos, la Casa de Juntas de Guernica (histórico lugar de reunión de las asambleas que regían Vizcaya y sede de su archivo histórico) y el anexo Árbol de Guernica, símbolo ancestral del pueblo vasco, no fueron afectados por el bombardeo. El cercano puente que se afirmó luego era el objetivo, quedó intacto.
El 28 de abril, dos días después del bombardeo, las tropas nacionales entraban en la villa foral, tomando el control de la misma y quemaron los archivos que hallaron en la iglesia de Santa María, imposibilitando el recuento final de fallecidos.
Se dio la circunstancia de que el Árbol de Guernica iba a ser talado por uno de los soldados de las tropas del bando sublevado. En aquel momento, el batallón carlista se dirigió a la Casa de Juntas donde rindió honores al Árbol de Guernica, poniéndole una guardia de honor como símbolo de los fueros. Antes de que llegaran los requetés, sin embargo, ya se había montado una protección en torno a la Casa de Juntas y el Árbol, a cargo de soldados marroquíes de Regulares de Tetuán nº 1. Cumplían órdenes del general Emilio Mola, jefe del Ejército del Norte, indignado por el bombardeo y que había dado órdenes estrictas de proteger los símbolos forales. Los requetés, al mando del capitán navarro Jaime del Burgo, relevaron a los soldados de Regulares.
Tras el ataque, los nacionales acusaron a las tropas republicanas de haber producido la destrucción, como antes habían hecho en Irún y Éibar. La versión oficial, que se mantuvo una vez terminada la guerra, llegó a prohibir el libro del periodista George Steer del Times de Londres, testigo y primer portavoz internacional del suceso. A finales de la dictadura franquista se vino a reconocer la verdad, que la destrucción de Guernica fue realizada por las tropas que apoyaban a Franco. La primera alusión al bombardeo aéreo se produjo en la revista "Ejército", en 1949, en el artículo de un jefe militar que había sido de los primeros en ocupar la villa. La confirmación oficiosa se publicó en el tomo "Vizcaya" de las monografías sobre la guerra civil del Servicio Histórico Militar. Este tomo se publicó en 1971.
Motivación del ataque
La Legión Cóndor alemana era la encargada de llevar a cabo misiones aéreas por toda España, como apoyo de la Alemania nazi a las tropas de Franco. Al parecer, el objetivo del bombardeo fue simplemente aterrorizar a la población civil y desmoralizar al bando republicano. Otros sostienen que el motivo del ataque consistía en una maniobra testaruda de Wolfram von Richthofen, pues opinaba que el ataque a Bilbao debía pasar por esta villa en vez de hacerlo por Durango. Aparte, Guernica constituía un centro clave de comunicaciones para las tropas republicanas. Existía también una discrepancia entre el mando alemán y el español sobre la dirección de las operaciones. Los alemanes preconizaban un avance más rápido, basado en la capacidad destructiva de la aviación, y estimaron que la destrucción del puente del barrrio de Rentería de Guernica, el último antes de la ría, dejaría bloqueados en la ribera derecha el material pesado y los pertrechos de las fuerzas enemigas en retirada. El mando español, por el contrario, era más prudente en el avance por un terreno de orografía difícil y frente a un enemigo que nunca dejaron de respetar.
El mando nacional quedó sorprendido, en un primer momento, ante la gravedad de la destrucción y consideró que no podía deberse, al menos en exclusiva, al ataque de la aviación. La realidad es que la mayor parte del daño fue causado no por efecto directo de las bombas, sino por el incendio provocado por ellas. Franco supo a los pocos días que los aviones italianos y alemanes eran los responsables del desastre, pero no quiso reconocerlo públicamente por suponer que ello molestaría a los alemanes, cuyo apoyo consideraba imprescindible para ganar la guerra.
El ejército alemán utilizó los efectos del bombardeo como arma política en la guerra fría que mantenía con Inglaterra, y les interesó que la prensa mundial exagerase los resultados. Así, Guernica habría sido una especie de ensayo de lo que luego serían los bombardeos masivos de la Segunda Guerra Mundial. En los juicios de Núremberg, el entonces mariscal de la Luftwaffe, Hermann Goering, declaró: "La guerra civil española dio una oportunidad de poner a prueba a mi joven fuerza aérea, así como para que mis hombres adquirieran experiencia."
Se suele afirmar también que el bombardeo fue una venganza por el linchamiento por parte de la población civil de Adolf Herman, un piloto de un bombardero, derribado en 1937.
La propaganda franquista afirmó que Guernica, al igual que Irún, había sido incendiada por los propios "rojo-separatistas" (sic) en su huida, practicando una política de tierra quemada; pero varios corresponsales extranjeros, entre ellos George Steer, del diario conservador británico The Times, tuvieron ocasión de presenciar el estado de la villa después del ataque y ser testigos de la devastación, recogiendo pruebas de la autoría de los hechos, pues las bombas que no habían explotado daban testimonio de su fabricación alemana.
También se ha afirmado que los bomberos de Bilbao llegaron muy tarde y apenas intervinieron por falta de operativos, lo que habría agravado los daños.
Publicado por Memoria Histórica Cartagena
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