Un mundo peligroso
El mundo es un lugar cada vez más peligroso para las personas refugiadas y migrantes. Esta es la conclusión a la que llega Amnistía Internacional en su informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el planeta. La pobreza, los conflictos, los desastres naturales… obligan a millones de personas a abandonar sus hogares para luchar por su vida y la de sus familias. Personas vulnerables que no encuentran una mano tendida sino un mundo que los rechaza y los relega a una vida en la sombra.
Más de 72 millones de personas en todo el mundo viven alejadas de su hogar. Muchas de ellas lo hacen en campos de refugiados, otros en países vecinos y otros tienen que recorrer kilómetros para sentirse seguros. Es la vida de las personas refugiadas, alejadas de sus casas y de sus países para salvar sus vidas y obligadas a vivir desarraigadas. Conflictos como el de Siria, la República Democrática del Congo, Malí o República Centroafricana, han obligado a millones de personas a dejar su vida atrás y mirar hacia el futuro. Sin embargo, éste se presenta muy negro.
“Al no abordarse de manera eficaz las situaciones de conflicto, se está creando una clase de segunda categoría. Los derechos de quienes huyen de los conflictos están siendo pisoteados y las personas se encuentran desprotegidas”, denuncia el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty.
La Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (Acnur) alerta de que estamos ante cifras récord de refugiados en el mundo. Sin embargo, también nos encontramos en un momento en el que los Estados ponen grandes obstáculos para cruzar las fronteras. Amnistía Internacional explica que los refugiados tuvieron más dificultades para pasar las fronteras que, por ejemplo, “las responsables de avivar la violencia que obliga a esas personas a huir de sus hogares”.
A los millones de personas refugiadas en el mundo, hay que añadir los 214 millones de personas inmigrantes. También ellos se encuentran en grave situación de vulnerabilidad de sus derechos. “Ni los países de origen ni los países receptores han hecho demasiado por la protección de estas personas”, argumentan desde Amnistía Internacional. En un momento en el que los países del Norte siguen tratando de superar la crisis financiera provocada en 2008, las personas inmigrantes ven mermados y vulnerados sus derechos más fundamentales. En muchos países de acogida, crece la xenofobia y se vuelven a escuchar frases como “el trabajo para los de este país”, “vienen a quitarnos el trabajo”… Además de los problemas sociales, las personas inmigrantes están sufriendo por los recortes a los presupuestos sociales una y otra vez. Un claro ejemplo es España, donde aquellos inmigrantes sin trabajo ni subsidio de desempleo han dejado de tener derecho a ser atendidos por la sanidad pública. Así, para ser atendidos en caso de caer enfermos tendrán que pasar primero por caja.
Personas inmigrantes, desplazadas y refugiadas son personas vulnerables, alejadas de sus seres queridos y de sus países. Además, son castigados doblemente cuando lejos de ayudarles a superar esa realidad se les condena a seguir viviendo en la miseria, perseguidos, tratados como delincuentes… La sociedad y la comunidad internacional no podemos seguir mirando hacia otro lado. Los ciudadanos tenemos que exigir que los derechos humanos sean respetados y que sean iguales para todos. El futuro no está marcado, todos juntos podemos construir uno más justo. “La protección de los derechos humanos nos compete a todos. Las nuevas tecnologías de la información hacen imposible ocultar los abusos y surgen oportunidades sin precedentes de que cada persona defienda los derechos de millones de personas”. Se ha pasado el momento de la inacción.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista
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