EL PRINCIPAL ARGUMENTO FASCISTA: RESTAURAR EL ORDEN

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El primer y fundamental motivo por el cual el discurso fascista puede tener 茅xito es porque promete una restauraci贸n, sobre todo la restauraci贸n de un supuesto orden perdido. Para ofrecer esa restauraci贸n usa la democracia contra s铆 misma como plataforma desde la cual despegar pero al mismo tiempo denunci谩ndola como espacio de desorden, de corrupci贸n, de actividad de minor铆as peligrosas (inmigrantes, razas perversas, comunistas, delincuentes, drogadictos, degenerados, gitanos, vagos, lo que sea, todo en la misma bolsa y sin clasificar). La democracia, afirman los fascistas, es insuficiente porque habilita la existencia de los agentes del desorden, no los elimina sino que les permite existir. Y el fascismo promete, entonces, la extirpaci贸n, la depuraci贸n, la eliminaci贸n, y si es posible que esta eliminaci贸n sea f铆sica, tanto mejor para dar fuerza al discurso. Por supuesto que para ello lo primero que hace el discurso fascista es se帽alar que la democracia ha degenerado, que hay corrupci贸n, delincuencia, malestar social, inconformidad p煤blica, insatisfacci贸n, malgasto de los recursos, etc. La promesa de terminar con la delincuencia, las perversiones, los degenerados, las taras sociales, etc., en fin, la promesa de purificar a la naci贸n o al pueblo, de restaurar la paz social mediante la fuerza bruta y la autoridad, incluso la tortura y el asesinato, eso alimenta sobre todo a las mentalidades que se concentran en odiar al oponente, en despreciar a quienes consideran inferiores o desviados del buen camino. Son las mentes conservadoras y reaccionarias las que mejor se encandilan con el discurso fascista. Y ciertamente en toda sociedad la multitud de los reaccionarios, cargados de sentimientos violentos y de resentimientos sociales profundos, es siempre lo suficientemente grande como para que el discurso fascista arraigue y prolifere. De modo que si vemos que un partido insiste constantemente en que el gran problema no es tanto la pobreza, o el mejoramiento de la democracia, sino el terminar con el desorden, con la irrupci贸n de extra帽os, de enemigos o de desviados, con la corrupci贸n mostrada como un ogro devorador de la dignidad social, entonces lo que est谩 haciendo es tratar de arrastrar los votos de la masa conservadora y resentida de la sociedad con un discurso que, aunque no llegue a ser fascista, tendr谩 el tono fascista necesario para lograrlo. Y no importa si los que llevan adelante el discurso son ellos mismos m谩s corruptos que aquellos a quienes se帽alan: la masa reaccionaria los aplaudir谩 y los seguir谩 incluso si el destino es el hundimiento, porque, como suger铆a Erich Fromm en su obra "El miedo a la libertad" la masa reaccionaria no logra distinguir, impregnada por sentimiento sadomasoquistas, la destrucci贸n de la autodestrucci贸n.

Jorge Zalkind.     RFU



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