En 1969, José Milton Pepe Veneno Alanís, concibió a La Soberana, quien aportó a la murga la coreografía y un cuidado movimiento escénico, abriendo un nuevo surco


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HAY UN RUMOR DE MURGA EN MI BARRIO EL PEPE Y LA SOBERANA ESTAN POR ENSAYAR audio y video clik aca 
Los años 60 fueron tiempos revulsivos, luego de los cuales ya nada sería igual para Uruguay y el mundo: la Revolución cubana, el surgimiento de los Beatles, el mayo francés, la llegada del hombre a la luna, la guerra de Vietnam, la guerrilla, la lucha en todas sus formas, fueron factores para que las transformaciones se sucedieran en forma continua en la sociedad… Tiempos de vino y rosas, de utopías, de jóvenes conscientes de su tiempo, entregados en forma total al cambio de las viejas estructuras, aunque en ese proyecto les fuera la vida.
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Uruguay había entrado en crisis y la paz de los años de las vacas gordas se había transformado en enfrentamientos muy duros, polarizando ideológicamente a nuestra población. Había una única central obrera creada en 1964, la Convención Nacional de Trabajadores, que convocaba paros generales que tenían pleno acatamiento. Las luchas estudiantiles se acentuaron en periodicidad y violencia, con reclamos que derivaban en manifestaciones relámpago, pedreas, quemas de neumáticos, reprimidos por una policía cada vez más armada con elementos suministrados por Estados Unidos, especialmente ideados para ser utilizados en este tipo de enfrentamientos. La derecha tenía a la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), agrupación integrada por los estudiantes más reaccionarios, como así también era dueña de periódicos y radios en consonancia con ese pensar.

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El 29 de abril de 1968 se produjo una devaluación del dólar que lo llevó de $ 200 a $ 250. La inflación no se detenía, se militarizaba a los bancarios, se congelaban los precios y los salarios.
El descontento se hacía total contra el gobierno del presidente Jorge Pacheco Areco, quien junto a un gabinete conformado por banqueros, empresarios y ganaderos decidieron el 13 de junio de 1968 implantar las Medidas Prontas de Seguridad. El 14 de agosto de ese mismo año, asesinaban al primer mártir estudiantil: Líber Arce. nombre y apellido con una particular característica para ese tiempo.

Pepe Veneno en cx 30 Radio Nacional audio y video 

En 1969 debutaba La Soberana, una murga con un claro perfil ideológico, afín al MLN-T,11 movimiento que durante ese mismo Carnaval acapararía los titulares de todos los diarios por el asalto a la Financiera Monty, colateral del Banco Mercantil. La Soberana, desde su inicio y cobrando un mayor vigor después de ganar el Primer Premio en 1970, se transformó en un fenómeno social de masas. Largas caravanas de autos, motos y camiones la iban siguiendo de tablado en tablado, con gente ávida de ver cada una de sus actuaciones, incluyendo sus presencias en el Concurso. Muchos, entonces, comprendieron que la murga también podía ser un instrumento político, entre ellos quienes detentaban el poder. La Soberana empezó a ser perseguida y acosada continuamente por la Policía. Paralelamente, entre las restantes murgas se notó una división, la mayoría sumando su voz contestataria, algunas eludiendo un posicionamiento y, las menos, con un canto conservador saliendo en defensa del Gobierno y el Ejército, que ya comenzaba a jugar su partido.

La Soberana - Murga 1971 audio y video 

Ese enfrentamiento ideológico murguero se tornó más intenso en 1971, teniendo como principales abanderados de las causas a La Soberana y Patos Cabreros. Mientras los integrantes de La Soberana algunas noches eran llevados presos luego de sus actuaciones, una bomba molotov estallaba en el camión de Patos Cabreros, que había estacionado atrás del tablado del Arbolito, en pleno corazón de La Teja.



JOSÉ ALANÍS "PEPE VENENO" - II MUESTRA VIRTUAL INTERNACIONAL DE CARNAVAL audio y video 

Los Diablos Verdes y Araca la Cana fueron otras de las que empezaron a ser reprimidas, al igual que La Cumbre, La Nueva Ola, La Censurada y La Bohemia, pues todas ellas reclamaban un cambio de rumbo, con un contundente mensaje político en sus textos. En el otro extremo estaba Patos Cabreros con su apoyo al régimen:

MURGA LA SOBERANA audio y video 

Y llenos de orgullo gritarle al mundo: Viva mi Uruguay, bendita tierra, cuna de amor y paz. Esto es mi Uruguay, ya no podrán cambiarlo por miles de años. Fuera los que acá ideas foráneas quiérannos implantar. Esta libertad nuestros mayores la legaron y en nuestras venas está. Hoy no hay vencidos ni vencedor. De la lucha la llama perdió su ardor. Orientales: Unámonos. Nuestro sudor solo el trabajo da frutos de amor.12
El 9 de febrero de 1973 la Armada se acantonaba en la Ciudad Vieja y los cañones de sus barcos apuntaban hacia Montevideo, negándose a participar en el golpe de Estado que pretendían dar el Ejército y la Fuerza Aérea. Se emitieron los comunicados 4 y 7. El pueblo y un poder político sin rumbo respiraban un raro clima de quiebre constitucional.
En aquel entonces, las carnestolendas comenzaban en el preciso día que el calendario indicaba el feriado, por eso recién en marzo empezaba el tiempo de Momo. En ese marco político, la Comisión de Censura estaba muy atareada, tachando textos incansablemente, «con el fin de preservar la defensa de las instituciones» [sic]…
La labor de los censores no se detuvo en lo previo, ya con la fiesta en su desarrollo siguieron los tijeretazos a los textos, afectando los repertorios de Los Diablos Verdes, Araca la Cana y La Soberana. Ante la gravedad del hecho, DAECPU13 convocó a una Asamblea Extraordinaria y a pesar de los sucesos acaecidos decidieron continuar con el Carnaval. El fallo de ese Carnaval, a cargo de un Jurado altamente parcial, pro derecha, castigó duramente con sus puntajes a quienes desafiaban a la autoridad. Los Diablos Verdes fue relegada a un noveno lugar, La Soberana al décimo segundo y Araca la Cana al vigésimo. Sin embargo, esa murga que fue postergada a un vigésimo puesto interpretaba e inmortalizaba su canción emblema «La Compañera»,14 en referencia a ella misma, que sería cantada por generaciones convirtiéndose en un himno popular.
2.4.2 Los hechos consumados
El 27 de junio de 1973 se produjo el atropello a las instituciones: el presidente Bordaberry, apoyado por las Fuerzas Armadas, sectores políticos y patronales (Federación Rural, Asociación de Bancos, Cámara de Industria, entre otros) declaraba la disolución de las Cámaras. La dictadura se sacaba la máscara. La CNT15 impulsa una huelga general, apoyada por los estudiantes y organizaciones sociales, ocupando lugares de trabajo y centros de estudio. La dictadura respondió con una caza sistemática a los militantes opositores. Se efectuó una oleada de despidos arbitrarios y detenciones por doquier. El Cilindro Municipal –que solía albergar encuentros deportivos o eventos culturales– se transformó en una gigantesca cárcel. El régimen no tenía piedad.
Desde mediados de los sesenta, las relaciones entre las autoridades comunales y DAECPU se venían deteriorando; había numerosos reclamos por la cuantía de los premios entregados y su pago que se difería en el tiempo. Corolario de esa puja, en 1974 el Intendente de facto Oscar Víctor Rachetti decidió retirar el apoyo oficial y así lo comunicó. Después de algunas negociaciones, se acordó que la organización del concurso pasaría a ser responsabilidad de DAECPU y se les cedía el usufructo del Teatro de Verano durante el período festivo. El resultado no pudo ser mejor para los conjuntos, ya que transformaron un evento deficitario en uno con un saldo económico positivo. El poder político nuevamente había subestimado a los carnavaleros: Con ese golpe de efecto habían pretendido destruir el Carnaval y, en cambio, le dieron un nuevo vigor.
En el plano artístico, el panorama en las murgas seguía dividido. Las opositoras enmascaraban las críticas mediante el uso de metáforas; otras, alababan al nuevo orden instaurado. La represión y la intimidación se hacían más constantes sobre los conjuntos rebeldes. Las detenciones estaban a la orden del día. En una misma noche llevaron presos a los integrantes de La Soberana y a los de humoristas Las Ranas… Al día siguiente, les tocó a Los Diablos Verdes…
Para el 1.º de mayo de ese año, las murgas Los Diablos Verdes y Araca la Cana comunicaron su decisión de participar en la jornada, abriendo las columnas que venían de La Teja a ritmo de bombo, platillo y redoblante, lo que originó un gran revuelo en la interna de la CNT. De acuerdo a los que nos contaba Antonio Iglesias (director de Los Diablos Verdes y dirigente sindical del Sindicato del Vidrio) y José María Catusa Silva (director de Araca la Cana) se les negó la autorización a manifestar junto a sus hermanos de clase, en una de las decisiones más incomprensibles de la central obrera. De todas formas, esto no amilanó a los murguistas que igualmente participaron en la marcha. El paso del tiempo serviría para poner las cosas en su lugar y demostrar la equivocación que tuvieron con aquellas murgas heroicas. La actitud que tendría luego un grupo de conjuntos, con alto grado de inteligencia y fundamentalmente valentía, lo transformaría en uno de los enemigos más letales que se alzarían a nivel popular contra la dictadura.
En 1975 se celebraba el sesquicentenario de la Declaratoria de la Independencia y las autoridades lo denominarían Año de la Orientalidad, con la obligatoriedad de encabezar cualquier tipo de documentos con esa frase. Pero no todos fueron festejos para ellas, ya que la forma en cómo se desarrollaría ese proyecto provocó las primeras divergencias entre el presidente de facto, Bordaberry, y las Fuerzas Armadas.
El día del desfile inaugural del Carnaval trajo novedades. En plena avenida 18 de Julio, instantes antes de comenzar la farándula de Momo, se le notificó la prohibición de salir a la calle a las murgas La Soberana, La Cumbre y Núcleo Murga Femenino (esta última, ni siquiera llegó a debutar; era una murga de mujeres y las letras pertenecían a Pepe Veneno Alanís). También fue afectado por dicha medida el grupo de humoristas Las Ranas. La razón de esperar hasta ese momento para anunciarlo tiene una explicación: los conjuntos ya habían afrontado gastos para su preparación, confeccionado sus vestuarios, etcétera y, por ende, el daño económico que se les provocaba era mucho mayor. Para los restantes participantes tampoco reinó la tranquilidad, el acoso se volvió constante hasta el último día. El fallo del Carnaval determinó que Los Saltimbanquis fueran los ganadores, aunque el claro favorito era La Bohemia, que ese año se presentaba disfrazado de pájaros; el conocido periodista Néstor Pallares en su columna en El Diario aludió a esa injusta postergación de La Bohemia, lo que motivó que fuera detenido y encerrado en una cárcel acusado por «promover asonadas».
En ese mismo año, se produjo la detención de Pepe Veneno Alanís por el Departamento 5 de Inteligencia, a cargo del tristemente conocido inspector Víctor Castiglioni. Fue torturado y lo recluyeron en el Penal de Punta Carretas durante tres años. Días después de recuperar su libertad, el conocido periodista y empresario Dalton Rosas Riolfo16 se enteró de que se iba a librar una nueva orden de captura para Alanís, fue a buscarlo a su casa, le pidió que juntara lo más imprescindible y que lo llevó a un lugar en donde estuviera protegido: la Iglesia Tierra Santa.17 Desde allí se coordinó su salida del país, eludiendo el cerco policial–militar, radicándose finalmente en Suecia, en donde residió durante tres décadas.
Mientras eso pasaba aquí en Uruguay, en Chile los gobiernos cívico-militares que imperaban en casi toda Latinoamérica, establecían las bases del macabro Plan Cóndor.18 Entre tantas sombras que cubrían al mundo, en España empezaba a asomar una nueva alborada: la muerte de Franco daba la oportunidad de apertura democrática en su país y, años más tarde, también en América Latina.
El período comprendido entre 1976 y 1979 fue de los más duros en lo que refiere a la represión. En la vida política del país, se asistiría al ocaso de Bordaberry, destituido el 12 de junio de 1976, tras pretender perpetuarse en el poder proponiendo un nuevo régimen en el que no tendrían cabida los partidos políticos. Los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas designaron a Alberto de Michelli para ejercer un interinato en la Presidencia y, finalmente, el 1.º de setiembre de ese año, fue elegido como su sucesor, Aparicio Méndez.
Los habitantes del Uruguay pasaron a ser catalogados, exigiéndose un «certificado de fe democrática» para cualquier tipo de trámite. Artísticamente, para poder subirse a un escenario, debía obtener un documento con la categoría A, de no ser así automáticamente quedaba proscrito. Numerosos componentes debieron abandonar los ensayos ante tal atropello y obligó a los conjuntos a una búsqueda contrarreloj para completar sus planteles.


MURGA
Hugo Brocos Enrique Filgueiras Fragmento
1. LA MURGA URUGUAYA

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