Una pedrada en la cabeza a la entrada del paraíso


El Jardín Botánico de Montevideo es una isla de frescura en estos días de enero. Espacio único en la ciudad por su ubicación y hermosura, casi siempre hay decenas de personas, acaso cientos, que descansan y pasan el rato en el Botánico. Familias con niños, señoras y señores con sus caniches, sillas plegables, un saxofonista a la gorra. Muchos llegan en sus vehículos particulares desde otros barrios, estacionan y luego ingresan y se acomodan en el pasto, toman mate, conversan. Otra forma de veranear, con entrada libre y gratuita. Es un punto de reunión lleno de verdor y tranquilidad, un discreto paraíso urbano.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario