La ansiedad del mundo adulto que arruina la vida futura


Hace unos días, a esa hora algo tristona que precede al ocaso, estaba parado en la puerta del INJU en compañía de una mujer, cuando vi llegar a un hombre joven, elegante, de camisa estampada, con dos niñas de unos siete u ocho años. Las traía en volandas. Al parecer las pequeñas llegaban tarde a cierta actividad cultural. Unos minutos después el hombre salió del INJU sin las niñas, pero con su iPhone en la mano, hablando unas octavas más arriba de lo normal, con prisa y angustia. Enfiló hacia la esquina de Eduardo Acevedo a toda velocidad. Alcancé a escuchar: “dejé el auto mal estacionado”.  SEGUIR LEYENDO ACÁ 

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