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Calica Ferrer, fidelidad eterna a su amigo el Che


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Buenos Aires (PL) Calica Ferrer está a punto de cumplir 90 años y recorre Argentina y el continente americano a cada llamado honrando con fidelidad a su entrañable amigo Ernesto Che Guevara, compartiendo un poco de esas historias que vivieron juntos.

Estar al lado de Calica, quien hace mucho tiempo perdió el nombre de Carlos, es realmente sentir al Che vivo, ver a través de sus ojos, de su sonrisa y de sus muchas anécdotas sobre ese gran argentino que cambió para siempre la historia revolucionaria, que luchó y entregó su vida por un mundo mejor.

Por estos días de homenaje al Che en sus 90 se le sintió nostálgico, estuvo en Rosario y también en la distante ciudad patagónica de San Martín de los Andes, en el museo La Pastera, el lugar donde Ernesto Guevara (Rosario, Argentina, junio 14/1928-La Higuera, Bolivia, octubre 9/1967) se detuvo por un día en su recorrido con su otro amigo, Alberto Granado.

En la casa natal de Ernesto, como él lo llama, se le vio observar con detenimiento las fotos que allí cuelgan en las paredes. Hablaba con pasión y rememoraba desde aquella primera vez que comenzó a fundirse una entrañable amistad: él tenía tres años y su amigo cuatro.

Eran unos pibes (niños), y contó anécdotas y aventuras que lo llevaron juntos a recorrer Latinoamérica en uno de sus dos viajes en motocicleta (1953-1954), ese que convertiría al entonces joven médico en el Che. Calica conserva en su memoria detalles de cada día, de cada momento, y así lo reflejó a dos personalidades que estuvieron en el hogar natal del guerrillero heroico, el expresidente uruguayo José Mujica y el héroe cubano y luchador antiterrorista Antonio Guerrero. Miren esta foto, señalaba hacia una imagen donde aparecía el Che junto a Raúl Castro.

Miren el lomazo de Ernesto, eso se lo dio la natación, resaltaba y luego indicaba otra imagen y otra más donde estaba la familia Guevara de la Serna y personajes de la época que recuerda como si fuera hoy.

Cada vez que Calica habla del Che relata una historia nueva y guarda algunas que, dice, no puedo contar (sonríe). Conversa de aquella travesía que vivieron juntos, de las cosas que le pasaron en Perú y Ecuador.

También del día en el que vivió un susto grande pues su amigo, en pleno ataque de asma, casi se quedó sin respirar. ÂíPelotudo, que susto me has dado!, le dijo al Che tras superar la crisis.

Aunque no lo hace notar, a Calica se le vio emocionado en estos días y cuando le cedieron el micrófono para hablar el 14 de junio en la Plaza Che Guevara, de Rosario, en un frío mediodía, viró su torso en dirección a la escultura de hierro con la imagen de su amigo.

Allí estaban también María Victoria, Ramón, Celia, Ramiro y Juan Martín, cinco de los hermanos del guerrillero.

Estamos reunidos para rendir homenaje a este gran amigo que un día llegó a ser el Che. No quisiera dejar este momento, no dormiría tranquilo sin nombrar a Alberto Granado, su otro gran amigo, dijo a los presentes con esa modestia que caracteriza a uno de los compañeros de aventuras en su niñez y juventud, y para toda la vida.

Conversa Calica con esta redactora, quizás consciente de que tiene por contar mucho a las nuevas generaciones, y recuerda que también el Che contribuyó a fundar Prensa Latina. A la conversación espontánea se unen otros jóvenes deseosos de escucharlo.

Recuerda aquella tarea que le dio Celia de cuidar a Ernesto, y cómo su mamá le dio la tarea a Ernesto de cuidarlo a él en aquella aventura que emprendieron.

Le vienen a la memoria imágenes del Che cuando pidió prestado un traje de torero en Lima que inmortalizó en una foto pero luego se perdió. Él tenía un espíritu aventurero permanente, dice.

De aquella época no quedó mucho registro fotográfico, porque a pesar que el objeto más apreciado del Che en la valija era su camarita, las imágenes las perdió el guerrillero en un naufragio que tuvo en Nicaragua.

Calica y el Che, al igual que Granado, atravesaron caminos espantosos, con frío, calor, sin plata. Aún no he hecho la suma de los días de los viajes, dice y reitera que ese periplo le cambió la vida a Ernesto al descubrir la pobreza de nuestros pueblos, un recorrido que lo convertiría definitivamente en el Che.

Varios episodios vividos corren por su memoria, recuerda también cómo esperaba cartas de Ernesto e iba a buscarlas corriendo cuando Celia, su madre, le avisaba, en aquella barriada de Palermo donde vivían, en la esquina de Araoz 2180. Se las leía de un tirón.

Fue el 7 de julio de 1953 cuando el joven médico partió rumbo a la estación de tren de Retiro y allí se encontraron. Emprendían entonces su último viaje por Latinoamérica, ese que lo llevaría a ser después el Che Guevara.

Más allá de narrar sus historias, Calica hoy rinde homenaje a su amigo como mejor puede hacerlo, legando e inculcando a las nuevas generaciones las ideas del revolucionario.

Visita Rosario desde hace un tiempo acompañando a Mauro Testa, encargado de traducir al italiano el libro de Alberto Granado y quien desde 1999 trabaja en el Instituto para la Recuperación del Adolescente (IRAR), una cárcel donde hay jóvenes entre 16 y 18 años por causas penales graves.

A cuatro de ellos se le otorgó permiso para participar en una de las actividades organizadas por la Municipalidad de Rosario en honor al Che, y allí estaban orgullosos junto a Calica.

Testa relató a Prensa Latina que cuando llegó al lugar comenzó a convocar a muchos amigos, personajes y sobre todo aquellos que tuvieran relación con el Che y Calica se sumó.

Queremos que estos chicos, que ni siquiera tuvieron la suerte de una oportunidad puedan salir, trabajar, y no de los oficios para los pobres, sino tener una profesión creativa, como artistas, músicos, con profesiones diferentes, expresa.

En la Casa de la Memoria rosarina, en una exposición del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín en homenaje al Che, estaba Elías Montenegro, de 17 años, acompañando a Calica, un buen hombre, señala, a quien le tengo mucho cariño y lo sigo para todos lados, pido permiso para poderlo ver.

Me contó Calica cuando él y el Che eran amigos, cosas que vivieron juntos, subraya el joven, quien se muestra orgulloso porque ya pudo publicar un libro con la editorial municipal de Rosario, el cual recoge 'poesía romántica e historias de cómo sobrevivimos detrás de una reja', señala.

A su lado Ezequiel Soto, de 18 años y quien guarda prisión desde los 16. 'He aprendido mucho con Calica, nos enseñó cosas que no conocíamos. Tengo una hija y quiero cambiar mi vida, el encierro me hizo pensar que lo que estaba haciendo estaba mal, ahora hago audiovisual, carpintería', manifiesta.

Calica los escucha atento. Cuando voy a verlos a la cárcel, dice, le pasamos videos sobre el Che, le hablamos de él y de todo lo que significó y vivió, de la Revolución cubana, de Fidel Castro, de Raúl, de Camilo Cienfuegos.

Me da una alegría inmensa que me reconozcan y los tengo como amigos, en julio voy otra vez al IRAR a darle saludos a los que aún quedan allá, subraya Calica, quien sigue predicando así el legado y el sueño de un hombre nuevo posible.

Hay que poner el hombro, venir a ver a estos chicos, contestar las preguntas, aclararles un poco el panorama y esto se lo dedico a mi amigo Ernesto, porque quiero también que él se conozca más, el ejemplo que es para estas nuevas generaciones, afirma el gran amigo y casi hermano del Che.

Porque como Calica dijera, hoy, más que nunca, que estamos atravesando por una corriente de derecha espantosa en el continente, cuando hay momentos que uno está por el suelo, es necesario recordar una y otra vez al Che porque nos levanta el ánimo y el espíritu.
arb/may

Por Maylín Vidal *

*Corresponsal de Prensa Latina en Argentina.

Por qué Antonio Gramsci es el pensador marxista de nuestro tiempo El concepto de hegemonía del difunto filosofo italiano era asombrosamente clarividente

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En el juicio de Antonio Gramsci celebrado en 1928 el fiscal declaró: “Debemos impedir que este cerebro trabaje durante 20 años”. Gramsci, exlíder del Partido Comunista Italiano y lúcido teórico marxista y periodista, fue condenado a dos décadas de cárcel por el gobierno fascista de Benito Mussolini.
Sin embargo, la reclusión provocó el florecimiento del pensamiento de Gramsci en vez de su declive. Emprendió una colosal búsqueda intelectual cuyo objetivo era ofrecer un legado imperecedero. Sus Cuadernos de la cárcel* comprendían 33 volúmenes y 3.000 páginas de historia, filosofía, economía y estrategia revolucionaria. Aunque se le permitió escribir, Gramsci no tenía acceso a las obras marxistas y se vio obligado a utilizar un código para eludir a los censores de la cárcel. En 1937, después de que durante mucho tiempo se le negara una atención médica adecuada (se había quedado sin dientes y no podía digerir alimentos sólidos), Gramsci murió a la edad de 46 años.

Con todo, ha logrado la posteridad intelectual que trataba de alcanzar. Su cuñada Tatiana consiguió sacar a escondidas sus Cuadernos de la cárcel y se publicaron en Italia de 1948 a 1951. Después de que su obra de se tradujera al francés, alemán e inglés en la década de 1970 Gramsci se convirtió en la influencia principal de los eurocomunistas antiestalisnistas. Gramsci es ahora citado constantemente por comentaristas que recuerdan su aforismo más memorable (“pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”) y su descripción de la década de 1930: “La crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer, y en ese lapso de tiempo aparecen los más diversos síntomas morbosos”.

En un discurso pronunciado en 2013 el entonces Secretario de Estado de Educación [británico] Michael Gove citó a Gramsci al defender su insistencia en los métodos de educación tradicionales (“La ideología que tanto temía [Gramsci] en la Italia de entreguerras era lo que hemos denominado –de forma trágicamente inapropiada– 'educación progresista'”). Hasta el grupo francés de extrema derecha Nouvelle Droite y su homólogo belga Vlaams Blok reivindicaron a Gramsci. ¿Qué explica este extraño y disputado legado?

El concepto gramsciano característico es el de hegemonía, que indica un nivel de dominación política que va más allá del control de un Estado o de un parlamento hacia el ámbito de la cultura y las ideas. A Gramsci le preocupaba la cuestión de por qué otras revoluciones en Europa occidental no habían seguido a la Revolución rusa de 1917. La respuesta para él estaba en la persistencia de ideas capitalistas entre las instituciones de la sociedad civil (los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias, los medios de comunicación). “El Estado era solo una zanja exterior detrás de la cual se levantaba un poderoso sistema de fortalezas”, escribió.

Gramsci defendía que no bastaba con que los revolucionarios emprendieran meramente una “guerra de movimiento” (como habían hecho los bolcheviques al tomar el Estado ruso), tenían que luchar una “guerra de posición”: una larga lucha en el terreno de la sociedad civil con el objetivo de cambiar lo que el escritor denominó “el sentido común” (o la “filosofía de los no filósofos”).

A finales de la década de 1970 la revista Marxism Today analizó el ascenso del thatcherismo a través del prisma de la hegemonía. Su exdirector Martin Jacques y el difunto teórico de la cultura Stuart Hall** reconocieron que la nueva derecha estaba embarcada en un proyecto no solo para ganar fuerza electoral sino para redefinir el “sentido común”. Como me dijo Martin Jacques, “la mayoría de los líderes políticos no tratan de establecer la hegemonía. El experimento de Thatcher era extremadamente inusual”.

Stuar Hall señaló la incesante popularización por parte del movimiento de “la competición y la responsabilidad personal por el esfuerzo y la recompensa, la imagen del individuo sobrecargado de impuestos debilitado por los mimos del estado de bienestar”. Como señaló la propia Thatcher en 1981: “La economía es el método; el objetivo es cambiar el alma”. Aunque desde entonces la derecha ha utilizado el flexible y duradero concepto de hegemonía, la política del propio Gramsci era indudablemente marxista. La clase obrera sarda defendió una educación rigurosa en latín y gramática, pero pensando en unos fines absolutamente diferentes de los del conservador Gove.

Comentaristas de derecha como Melanie Phillips y Peter Hitchens advirtieron hace tiempo de que la izquierda está involucrada en un marcha gramsciana a través de instituciones como la BBC, las universidades y escuelas para tratar de realizar un cambio cultural. Pero aunque el Nuevo Laborismo promovió causas liberales como los derechos de las personas homosexuales, aceptó la hegemonía thatcheriana en vez de desafiarla.

Sin embargo, con Jeremy Corbyn los conservadores se enfrentan al primer desafío prolongado a su dominación cultural. Al igual que la nueva derecha antes que ellos, la nueva izquierda no aspira simplemente a derrotar a los oponentes en las elecciones sino a invalidar sus ideales más preciados. Cuando Corbyn y sus aliados se refieren a sí mismos como “la nueva corriente política dominante” intentan, en términos gramscianos, redefinir el “sentido común”. Como afirma Martin Jacques, “Corbyn es bastante inusual en este contexto. En las últimas elecciones luchaba en el terreno elevado, volvía a visitar el terreno en el que la izquierda perdió ante el thatcherismo”.

Gramsci habría admirado al grupo activista Momentum y su festival The Word Transformed (que incluía sesiones sobre temas gramscianos como la educación a lo largo de toda la vida y el teatro político, y un grupo de lectura de Stuart Hall). Como defendían los Cuadernos de la cárcel , Momentum busca el dominio de todo el espectro y se compromete en los ámbitos de la sociedad civil y de la cultura popular.

En una era de medios sociales, vídeos virales y educación superior de masas, el concepto de hegemonía de Gramscy es asombrosamente clarividente. De hecho Gramsci parece cada vez más no meramente un pensador marxista para nuestro tiempo sino, quizá, el pensador.

George Eaton es el director político de New Statesman.

Notas de la traductora:

* Edición en castellano, Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, edición crítica del Instituto Gramsci a cargo de Valentino Gerratana [traducción de Ana María Palos, revisada por José Luis González], México D. F., Era, 1985.

** Stuart Hall (1932 – 2014) fue un teórico cultural, activista político y sociólogo marxista de origen jamaicano que vivió y trabajó en Reino Unido desde 1951.

Fuente: http://www.newstatesman.com/culture/observations/2018/02/why-antonio-gramsci-marxist-thinker-our-times

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

George Eaton

¡FELIZ DÍA MAMÁ! ¿Cuál es el olvidado origen del Día de la Madre?

El olvidado origen del Día de la Madre: La proclama pacifista contra las guerras quedó muy lejos de la celebración comercial.
El olvidado origen del Día de la Madre: La proclama pacifista contra las guerras quedó muy lejos de la celebración comercial.

Aunque muchos crean que el Día de la Madre es una jornada simplemente comercial, cuyo origen es simplemente atribuible al afán de estimular las ventas, lo cierto es que fue una proclama antibelicista y una convocatoria a un congreso mundial de madres, lo que dio inicio a la fecha en cuestión.

Corría 1870, cuando la escritora estadounidense Julia Ward Howe, una pionera del activismo, el abolicionismo de la esclavitud y los derechos de las mujeres, convocó a todas las madres del mundo a rebelarse contra la guerra, en una desgarradora proclama pacifista que mantiene plena vigencia.

En la proclama se convocaba a un Congreso Internacional de Madres buscando promover alianzas entre diferentes naciones y el arreglo sin belicismos de cuestiones internacionales. Las buenas intenciones de la primera mujer electa para la Academia Estadounidense de Artes y Letras, en 1908, apenas lograrían que el Congreso de su país, votara en 1914, a instancias del presidente Woodrow Wilson, la celebración anual del Día de la Madre.

La idea se concretó pero jamás tuvo efectos reales

Su idea de un congreso de madres, no logró verla concretada en tanto escribía por aquellos días que las mujeres “están más interesadas en la promoción del sufragio femenino que en idear una protesta mundial de mujeres contra las crueldades de la guerra”.

Sus ideas no obstante fueron tomadas por Anna Jarvis, un ama de casa que organizó a las mujeres durante la Guerra Civil para trabajar en mejorar las condiciones sanitarias de los hijos heridos en combate y en 1868 comenzó a trabajar para conciliar los vecinos de la Unión y la Confederación. Su hija también Anna Jarvis, cuando su madre murió, promovió la idea del día de las madres. En 1873, mujeres en 18 ciudades estadunidenses realizaron una reunión del Día de las Madres, y en Virginia Occidental en 1907 se celebró el primer congreso, que no tuvo mayores efectos reales.

La proclama original de Julia Ward, es aún material de estudio en EE.UU.

“¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: ‘No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia’. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice ‘¡Desarma! ¡Desarma!’ La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales”.

FUENTE  DE  LA  RED  21



La Revolución marxista de corazón cubano

Fidel durante la creación del Comité Central del PCC.



















Fidel durante la creación del Comité Central del PCC. Foto: Jorge Oller

En la Mayor de las Antillas, Fidel y Raúl convirtieron al marxismo en patrimonio de millones y lo enriquecieron en la construcción del socialismo que hacemos cada día

A tan temprana edad de la Revolución cubana –diciembre de 1961– el periódico Revolución publicaba en una de sus portadas de entonces: «Soy marxista leninista y lo seré siempre». Eran palabras de Fidel, y en ese ideario, también se sostendrían las bases del proyecto de país que desde mucho antes viniera gestándose y que viera la luz el 1ro. de enero de 1959.

«(…) el caudal extraordinario de conocimientos que el marxismo encierra, significa para nosotros una ventaja extraordinaria en esta lucha».

«(…) el marxismo no es solo la única verdadera ciencia de la política y de la revolución, sino que desde que el hombre tiene conciencia de sí mismo, es la única interpretación verdadera del proceso de desarrollo de la historia humana», diría también el Comandante en Jefe, en junio de 1962.

Y Fidel alertaba, además, sobre las maneras de acercarnos a la obra de Marx: «Quizás una de las cosas, sin embargo, más difíciles de comprender es que ninguna de esas interpretaciones son interpretaciones mecánicas, que ninguna de esas interpretaciones tienen que ser interpretaciones de cliché, y que el marxismo no es un conjunto de “formulitas” para tratar de aplicar a la fuerza la explicación de cada problema concreto, sino una visión dialéctica de los problemas, una aplicación viva de esos principios, una guía, un método».

El pensamiento marxista estaría presente entonces en la práctica cubana del día a día, sería parte de las bases teóricas en que asentaran su ideario personalidades como el Che –con una mirada contemporánea del marxismo que se hiciera latente en su obra filosófica, y que tuviera una expresión valiosa en El socialismo y el hombre en Cuba.

Otros como Carlos Rafael Rodríguez abrirían «caminos a posteriores estudios especializados desde la perspectiva del marxismo», al decir de una estudiosa de su obra.

La mirada humanista y al lado de los humildes de «El Moro», como también le llamaran a Marx, hizo a Martí reparar en su pensamiento, de ahí que en ocasión de su muerte expresara: «Porque tomó partido por los pobres, merece nuestro honor».

«El mayor pensador viviente ya no pensará más. El mundo sentirá pronto el vacío que deja la muerte de este Titán. Su nombre y su obra vivirán durante siglos», así se despediría también de su gran amigo Federico Engels, en el cementerio de Highgate.

Las ideas llevarían a otro cubano, al santiaguero Pablo Lafargue, hasta la puerta de Marx, y lo uniría no solo en el compromiso del pensar, sino que se convertiría en parte de su familia, cuando su hija Laura se uniera en matrimonio con Lafargue.

El pensamiento de Marx estaría en la guía de Raúl y en la visión de nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible que se construye.

La Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, aprobada en el 7mo.Congreso del Partido, entre los principios que sustentan nuestro socialismo enarbola «el papel dirigente del Partido Comunista de Cuba, único y vanguardia organizada de la nación, martiano, marxista, leninista y fidelista, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, expresión de la unidad de todos los cubanos en torno a la dirección de su Revolución, de los humildes, por los humildes y para los humildes, sobre la base de su prestigio, autoridad moral, ejemplaridad y vínculos con el pueblo».

Marx desmontó las bases de desigualdad y explotación que sustentan al capitalismo y nos enseñó a entenderlo, de ahí que la construcción de un modelo alternativo sea, sin duda, el camino de Cuba. El marxismo no es letra muerta, respira y se oxigena en el pensamiento y el actuar revolucionario.

Autor: Arlin Alberty Loforte | arlin@internet.granma.cu
4 de mayo de 2018 20:05:20

Diez predicciones de Carlos Marx que definen el siglo XXI


Cada vez que suenan las alarmas de una crisis económica, se disparan las ventas de los libros de Carlos Marx. Y es que pocos como este pensador alemán del siglo XIX entendieron el funcionamiento del capitalismo y sus consecuencias para la humanidad

Cada vez que suenan las alarmas de una crisis económica, se disparan las ventas de los libros de Carlos Marx. Y es que pocos como este pensador alemán del siglo XIX entendieron el funcionamiento del capitalismo y sus consecuencias para la humanidad.
Por más que la maquinaria hegemónica ha intentado rebatir sus análisis y decretar la muerte de las ideas a las que dedicó su vida, el marxismo resiste la prueba del tiempo y confirma su validez no solo como método para entender el mundo, sino como herramienta para transformarlo.
Cuando se cumplen dos siglos de su nacimiento, Granma comparte diez predicciones de Marx que marcan el ritmo del siglo XXI.

1.LA CONCENTRACIÓN Y CENTRALIZACIÓN DEL CAPITAL
En El Capital, su obra cumbre, Marx define el método de reproducción de las riquezas en el capitalismo y predice su tendencia a concentrarse y centralizarse.

Si el primer aspecto se refiere a la acumulación de la plusvalía –el extra del trabajo de los obreros del que se apropia el dueño–, el segundo término consiste en el aumento del volumen del capital como consecuencia de la fusión de varios capitales en uno, casi siempre como resultado de las quiebras o las crisis económicas.

Las implicaciones de este análisis son demoledoras para los defensores de la capacidad de la «mano ciega del mercado» de distribuir las riquezas.

Como predijo Marx, una de las características del capitalismo en el siglo XXI es la creciente diferencia entre ricos y pobres. Según el último informe de Oxfam, el 82 % de la riqueza mundial generada durante el año 2017 fue a los bolsillos del 1 % más rico de la población, mientras el 50 % más pobre –3 700 millones de personas– no recibió nada de dicho crecimiento.

2.LA INESTABILIDAD DEL CAPITALISMO Y LAS CRISIS CÍCLICAS

El filósofo alemán fue uno de los primeros en comprender que las crisis económicas no eran un error del sistema capitalista, sino una de sus características intrínsecas.

Aún hoy se intenta vender una idea distinta.

Sin embargo, desde el crash bursátil de 1929 hasta la crisis de los años 2007 y 2008, hay una línea clara de comportamiento que sigue las pautas trazadas por Marx.  De ahí que incluso los magnates de Wall Street terminen recurriendo a las páginas de El Capital para encontrar algunas respuestas.

3.LA LUCHA DE CLASES

Quizá una de las ideas más revolucionarias del marxismo fue su comprensión de que «la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la
historia de la lucha de clases», como se lee en el Manifiesto Comunista escrito por Marx y Federico Engels en 1848.

Esa tesis puso en crisis el pensamiento liberal. Para Marx, el Estado capitalista es una herramienta más de la clase hegemónica para dominar al resto, al tiempo que reproduce sus valores y su propia clase.

Siglo y medio después, aún las luchas sociales se libran entre el 1 % que domina los hilos del poder y el otro 99 %.

4.EL EJÉRCITO INDUSTRIAL DE RESERVA

El capitalista, de acuerdo con Marx, tiene la necesidad de mantener bajos los salarios para ganar productividad. Eso lo puede lograr siempre que haya algún otro trabajador esperando por ocupar el lugar de aquel que se niegue a aceptar las condiciones. A eso lo llamó «Ejército industrial de reserva».

Aunque las luchas sociales y sindicales desde el siglo XIX hasta nuestros días han cambiado parte de ese escenario, sobre todo en las naciones desarrolladas, la búsqueda de bajos salarios sigue siendo una constante del sector empresarial.

Durante el siglo XX las grandes compañías manufactureras de Europa y Estados Unidos migraron a Asia en busca de una fuerza de trabajo calificada y dispuesta a cobrar menos.

Aunque gobiernos recientes intenten hacer ver una supuesta pérdida de puestos de trabajo en ese proceso, como ocurre con la administración de Donald Trump en Estados Unidos, lo cierto es que las compañías lograron mantener sus altas tasas de crecimiento gracias a la explotación de esa mano de obra barata.

Respecto a los salarios, estudios actuales demuestran que su poder adquisitivo, en términos de lo que realmente se puede comprar y no de su valor nominal, lleva cerca de 30 años descendiendo en los países occidentales.

Y esa brecha es aún más grande entre los ejecutivos y los empleados rasos.

 Según un artículo reciente de la revista británica The Economist, mientras que en las últimas dos décadas el sueldo de los trabajadores en países como Estados Unidos se ha estancado, el salario de los máximos ejecutivos ha aumentado significativamente: han pasado de cobrar 40 veces más que el promedio a embolsarse 110 veces más.

5.EL PAPEL NEGATIVO DEL CAPITAL FINANCIERO

Si bien Marx detalla los mecanismos de explotación inherentes al proceso de acumulación del capital, es especialmente crítico con el capital financiero, aquel que no tiene un referente directo material en la economía, sino que se crea de manera «ficticia» como puede ser un pagaré o un bono de deuda.
En su época no se podía pensar siquiera en el nivel de desarrollo que alcanzaría este sector de la economía en la modernidad, gracias al uso de computadoras para llevar a cabo transacciones financieras a la velocidad de la luz.

La especulación y la elaboración de complejos mecanismos financieros –como los llamados «subprime», que desataron la crisis del 2007-2008– son en la actualidad una dura confirmación de las preocupaciones de Marx.

6.LA CREACIÓN DE NECESIDADES FALSAS

El siglo XIX no había visto aún la aparición de la avalancha de propaganda comercial en la radio y la televisión, ni mucho menos los mecanismos modernos para personalizar los mensajes publicitarios en internet, pero ya Marx advertía la capacidad del sistema capitalista para generar enajenación y necesidades falsas entre las personas.

«La extensión de los productos y las necesidades se vuelve una especie de calculada y confabulatoria servidumbre a sofisticados apetitos imaginarios, inhumanos e innaturales», predijo Marx hace más de 150 años.

En el mundo actual los teléfonos se vuelven obsoletos en algunos meses y la publicidad se encarga de convencer a los usuarios de comprar el siguiente modelo. Entretanto, los equipos electrodomésticos vienen con obsolescencia programada para dejar de funcionar a los pocos años y crear la necesidad de renovarlos.

7.LA GLOBALIZACIÓN

«Impulsada por la necesidad de mercados siempre nuevos, la burguesía invade el mundo entero. Necesita penetrar por todas partes, establecerse en todos los sitios, crear por doquier medios de comunicación», aseguraron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.

Su retrato de la globalización de los mercados, acompañada por la imposición de una cultura determinada por el consumo, no podría ser más exacto.

8.EL PROTAGONISMO DE LOS MONOPOLIOS

Al mismo tiempo, esa tendencia se acompaña con la creación de monopolios transnacionales. Si bien la teoría económica liberal clásica asumía que la competencia mantendría la variedad de propietarios, Marx fue un paso más allá e identificó la tendencia del mercado a fusionarse sobre la ley del más fuerte.

Grandes conglomerados de medios de comunicación, compañías telefónicas y petroleras son algunos de los ejemplos actuales del proceso descrito por el marxismo.

9. LA TENDENCIA SUICIDA DEL CAPITALISMO

«Todo lo que es sólido se desvanece en el aire», resulta una de las reflexiones más preclaras sobre el capitalismo en el Manifiesto Comunista.

Marx y Engels comprendieron la naturaleza creativa y al mismo tiempo autodestructiva del capitalismo, en el que la búsqueda de productividad a cualquier precio impone un ritmo inhumano de producción y consumo.

Es precisamente esa tendencia la que tiene en la actualidad al borde del colapso a nuestro planeta.

Es una realidad científicamente demostrada el impacto del hombre en el aumento de la temperatura global, aunque algunos presidentes, como el de Estados Unidos, continúen negándolo.

10.LA CAPACIDAD REVOLUCIONARIA DE LOS EXPLOTADOS

El impacto mayor de Marx en la historia no fue su profundo análisis sobre las contradicciones del capitalismo, sino su llamado a construir un nuevo tipo de sociedad: el comunismo.

Su mensaje de que las clases explotadas tienen la capacidad de revelarse de la opresión y la inequidad cambió para siempre el siglo XX e inspiró revoluciones en Rusia, China, Vietnam y Cuba, entre otros países. Su llamado a la unidad de las clases explotadas mantiene plena vigencia en el XXI.

Autor: Sergio Alejandro Gómez | sergio@granma.cu
4 de mayo de 2018 20:05:45

Doscientos años de lucha


Comprender cabalmente la unidad del método y el contenido en Marx, es lo que nos permite, junto con él, ir más allá de la explicación de la realidad, y actuar intencionadamente en su transformación.

No sería justo hablar de que Marx nos ha dejado una herencia, porque continúa luchando, en busca de explicar la realidad para transformarla revolucionariamente y siempre insistiendo en la necesidad de enfocar los procesos integralmente, en su constante y contradictorio desenvolvimiento.

Se equivocan los que preguntan qué ha envejecido y qué ha pasado la prueba del tiempo dentro de la obra de Marx. En primer lugar, porque no se trata de una obra cerrada, terminada, sino de unos resultados que nunca pretendieron ser «respuestas finales» a los problemas que encontraba en su práctica transformadora. Estamos ante un revolucionario científico que profundiza en el arte de comprender la realidad para transformarla, y va elaborando un cuadro que constantemente busca perfeccionar, en el que propone una visión de futuro que nos llama a enriquecer a partir de esa práctica revolucionaria.

Quienes hablan de propuestas de Marx que han envejecido y pretenden así encontrar sus «errores», no están haciendo más que mostrar su enfoque «no marxista». No pretendemos «justificar» a Marx: ya la historia lo ha legitimado suficientemente como un genio. O, para decirlo mejor: la validez de su obra está confirmada plenamente por lo ocurrido en toda esta «prehistoria» humana que transcurre desde las primeras comunidades hasta el sistema del capital contemporáneo en su expresión neoliberal.

Es un error buscar en Marx respuestas a problemas concretos del mundo actual. Científico riguroso, no podía estudiar y describir lo que no existía. Esto no niega el valor heurístico de su obra, como se refleja en todas las actividades a las que prestó atención en su intensa actividad.

Ello se ve claramente cuando profundizamos en su concepción de la plusvalía y llegamos a entenderla como relación esencialmente política, expresión del dominio del capital sobre la vida del asalariado… y del propio capitalista. O cuando se dispone a estudiar el cálculo diferencial e integral, al ver en este entonces novedoso proceso matemático, potencialidades para el análisis de las crisis del capitalismo. Y elabora propuestas sobre conceptos como el de derivada, diferencial y límite, que van más allá de lo que habían hecho los «especialistas» a su alcance, y permiten comprender mejor la esencia de tales procedimientos y su valor para el estudio de la realidad.

No es suficiente plantear que lo que ha resistido el paso del tiempo en la obra de Marx es su método. Separar el contenido de la forma es una defensa poco «marxista» de Marx. Cierto es que nos brinda un método, un enfoque consecuentemente materialista y dialéctico de la realidad en su contradictorio desenvolvimiento. Pero precisamente comprender cabalmente la unidad del método y el contenido en Marx, es lo que nos permite, junto con él, ir más allá de la explicación de la realidad, y actuar intencionadamente en su transformación.

Esto es particularmente importante para los procesos sociales. En Marx tenemos elementos sustanciales de contenido para aproximarnos a los procesos reales buscando su conducción consciente, como totalidades en movimiento. En primer lugar, como procesos de interacción individuo-naturaleza-sociedad.

Comprender esto es de vital importancia para plantearnos una transformación que rebase los límites de superar el capitalismo; para plantearnos actuar en la generación y el ulterior desarrollo de las relaciones comunistas como «reino de la libertad», no como un estadio superior «de llegada», que  resultaría un «fin de la historia» hegeliano, o como el que pensó ver nuestro contemporáneo Fukuyama, con el derrumbe de experiencias socialistas europeas. Con Marx la sociedad comunista se plantea como un nivel superior del incesante y continuo proceso de emancipación, que se hace «verdaderamente humana». Es, como nos propone Fidel, «emanciparnos por nosotros mismos», en lucha con fuerzas poderosas que han dominado durante siglos.

LA OBRA DE MARX ES UN SISTEMA VIVO

Marx no nos da «recetas» para avanzar en esta sociedad. Pero sus ideas continúan pidiéndonos profundizar en las concepciones sobre la base de analizar las prácticas que hasta hoy han predominado acerca del «socialismo», incluidas las conducentes a experiencias autocalificadas como «socialismo real».

Con Marx podemos entender distinto los procesos reales. Y en particular, podemos entender la necesidad de ir más allá del orden reproductivo del capital, y actuar para generar uno completamente diferente. No en busca de implantar un modelo predeterminado, sino iniciando un profundo proceso de transformación, consciente, dirigida, que es mucho más que suma de cambios políticos o económicos. Se trata de una transformación radical de todo el sistema de relaciones sociales y de las relaciones entre los individuos humanos y la naturaleza. Es un proceso históricamente necesario, esencialmente contradictorio, de lucha constante para transformar la realidad y transformarnos nosotros mismos, que requiere de nuevos contenidos en todas las actividades humanas, y de nuevos conceptos para describirlas y actuar conscientemente en su transformación: no es posible con las «armas melladas» que sirvieron a los sistemas explotadores precedentes.

Marx estudió el sistema del capital existente en su tiempo, y, sobre la base de los materiales de la ciencia de entonces que estaban a su alcance, estudió rigurosamente las formas precedentes de funcionamiento y desarrollo de la sociedad.  Se dispuso a penetrar en la esencia de los procesos, con el objetivo de incorporar nuevas cualidades al progreso humano. Y con su obra fundamenta que el capital como sistema no es capaz de sustentar un futuro sostenible para la humanidad, y se hace necesario de modo revolucionario plantearse ir «más allá de sus límites», más allá de su naturaleza reproductiva.

Junto con Engels, subrayaron insistentemente la esencia de la revolución comunista como transformación históricamente necesaria, como un nuevo escalón en el funcionamiento y desarrollo de la sociedad, cuando hablaban del comunismo como «movimiento», «cambio»… aunque no «cualquier» cambio. Posteriormente el discurso revolucionario introdujo los términos de «periodo de transición», «construcción del socialismo», «socialismo desarrollado», etc., que insistimos en elevar al rango de conceptos y construir «leyes» para llevar adelante las transformaciones, «bajo las presiones» de los requerimientos cotidianos en los procesos concretos de establecimiento de esta sociedad esencialmente nueva. Y en el contexto de la aguda lucha ideológica de los tiempos de la «guerra fría», apareció el término «socialismo real». Un «término» que incluso resulta difícil de fundamentar como concepto, si somos consecuentes con la obra de Marx. Bastaría tratar de responder científicamente a la siguiente pregunta: ¿por qué, si ese «socialismo real» no incluía a Cuba, Vietnam, y la República Popular China, estos países se han mantenido enarbolando las banderas del socialismo después de que aquel sistema de «socialismo real» se derrumbó a fines del pasado siglo XX? No hay mejor demostración de que tal «concepto» artificialmente creado nada tiene en común con la obra de Carlos Marx.

Con esto no estamos negando los resultados positivos obtenidos por los procesos en Europa centro oriental, en medio de agudas confrontaciones después de la devastadora II Guerra Mundial, y mucho menos disminuir el valor del proceso pionero en la transformación comunista, iniciado por Rusia en 1917 y continuado por la URSS pese a guerras y frente a colosales obstáculos. Estamos subrayando la necesidad de perfeccionar nuestros enfoques para una práctica más eficaz, asimilando las enseñanzas de todas las experiencias, como Marx siempre insistió.

La obra de Marx se mantiene como un sistema vivo, en permanente enriquecimiento, para la comprensión y la transformación de la realidad. Se desarrolla sobre la base de la interacción entre los seres humanos y la naturaleza, en su práctica transformadora cotidiana. Una obra que se enriquece con los resultados de la apropiación humana de la realidad, en específico mediante el proceso del conocimiento científico, y seguirá siendo fundamento indispensable para responder a todos los retos de la contemporaneidad.

Autor: Jesús Pastor García Brigos | internet@granma.cu
4 de mayo de 2018 20:05:53

Las fotografías de los linchamientos de negros en EEUU se convirtieron en la gran prueba de cargo contra el racismo

La multitud de Waco, congregada antes del linchamiento de Jesse Washington en 1916.
La multitud de Waco, congregada antes del linchamiento de Jesse Washington en 1916. FRED GILDERSLEEVE

La organización de derechos civiles NAACP publicó las imágenes del brutal asesinato de un hombre negro en Texas en 1916 en el primer intento de utilizar en su favor las imágenes tomadas por los racistas para celebrar sus crímenes

En julio de 1916, al final de un largo día, lectores de todo Estados Unidos cogieron el número más reciente de una revista nueva, quizás de una mesa baja o de la biblioteca. La imagen en la tapa no era nada extraordinario: graduados de la universidad, las mujeres vestidas de encaje blanco, los hombres de traje. Los artículos también parecían dentro de lo común, tocando temas como jóvenes doctores, una nueva producción de una obra de Shakespeare y béisbol.

Pero al final, los lectores quedaban impresionados por algo absolutamente espantoso: un suplemento de ocho páginas con fotografías del linchamiento de un hombre afroamericano, paso por paso, desde la convocatoria de la turba hasta el cuerpo colgado sobre una pila de cenizas. No censuraron nada, y ése era la intención.

La revista era  The Crisis, una publicación mensual de la NAACP (siglas en inglés de la Asociación Nacional por el Avance de las Personas de Color, fundada en 1909), editada por WEB Du Bois. Las imágenes eran parte de una campaña que se apropiaba de las imágenes racistas y las subvertía con fines progresistas. Eran una revelación y consolidaron a la NAACP como una de las principales organizaciones por los derechos civiles, abriendo los ojos de los estadounidenses a los horrorosos crímenes que se estaban cometiendo en todo el país.

WEB Du Bois, director de la revista 'The Crisis', de la NAACP.
WEB Du Bois, director de la revista 'The Crisis', de la NAACP. BIBLIOTECA DEL CONGRESO

La víctima en aquellas imágenes de pesadilla era Jesse Washington, un joven negro de 17 años acusado de asesinar a Lucy Fryer, la mujer blanca para la cual él trabajaba en Waco, Texas, el 8 de mayo de 1916. Fryer había sido golpeada hasta la muerte con un martillo y a Washington lo encontraron cubierto de sangre. Arrestado en el mismo lugar, Washington confesó bajo coacción: las autoridades le dijeron que lo protegerían de un linchamiento público. Esa confesión fue el epicentro del juicio que se llevó a cabo una semana más tarde, el 15 de mayo.

Al jurado le llevó tres minutos llegar a un veredicto: pena de muerte. Las 1.500 personas abarrotadas en el tribunal querían que sucediera en ese mismo momento. En cuestión de segundos, cogieron a Washington y lo sacaron a la calle, donde fue golpeado, apuñalado, arrastrado y encadenado.

La multitud fue aumentando hasta llegar a ser miles de personas, y todos miraron extasiados cuando a Washington lo colgaron de un árbol y lo quemaron vivo. Una multitud de espectadores blancos embobados y riendo a carcajadas, estirando el cuello para ver mejor y cediendo el sitio solamente a un hombre, un fotógrafo llamado Fred Gildersleeve.

El alcalde de Waco había llamado personalmente a Gildersleeve para que fotografiara el evento, y el fotógrafo aceptó sin reparos, llegando a la escena con su bolso con la cámara y el flash. Tomó las fotografías con la misma profesionalidad con la que capturaba actos deportivos y desfiles, sólo que esta vez estaba fotografiando la agonía de Washington y su carne quemada.

Una postal de la época con una imagen del cadáver quemado de Jesse Washington en Waco tras el linchamiento.
Una postal de la época con una imagen del cadáver quemado de Jesse Washington en Waco tras el linchamiento. BIBLIOTECA DEL CONGRESO

Nada de esto era inusual. Los linchamientos fueron una parte tolerada de la cultura estadounidense desde 1836, cuando un hombre mestizo llamado Francis McIntosh fue quemado vivo por supuestamente obstruir una investigación policial. En los años siguientes, miles de personas fueron asesinadas de forma similar.

Las víctimas más frecuentes eran hombres negros –se calcula que entre 1885 y 1915 lincharon a 2.812 hombre negros y Washington fue la 31ª víctima de 1916– pero también linchaban a mexicanos, judíos, nativos americanos, mujeres negras y a veces a hombres blancos progresistas que representaban una amenaza para la supremacía blanca y cristiana.

Dentro de la cultura de los linchamientos, existía una especie de subcultura que disfrutaba intercambiando fotografías de los crímenes igual que los niños de hoy intercambian cromos de béisbol. Por eso Gildersleeve estaba tomando fotografías del asesinato de Washington: para hacer dinero. Luego podría vender las impresiones a 10 céntimos cada una, casi 2 euros al cambio actual. Lo que Gildersleeve no se imaginaba era que aquellas mismas fotografías serían utilizadas para subvertir el guión y serían empuñadas por la NAACP en su búsqueda de Justicia.

La NAACP, constituida en 1909, se concentró durante sus primeros años en luchar contra  las leyes Jim Crow y otras formas de segregación racial, pero los líderes no dudaron en involucrarse en el pujante movimiento antilinchamientos. En cuanto supieron del asesinato de Washington se dieron cuenta de que debían redoblar sus esfuerzos.

Por eso, el secretario de la NAACP, Roy Nash, envió un telegrama a Elisabeth Freeman, una sufragista nacida en Inglaterra que él sabía que estaba en un mitin en Fort Worth, y le pidió que viajara a Waco a investigar. “Probablemente no te cueste encontrar gente progresista o del Norte con quienes hablar en confianza,” escribió Nash el 16 de mayo, el día después del linchamiento.

Elisabeth Freeman.
Elisabeth Freeman. BIBLIOTECA DEL CONGRESO

Freeman no estaba segura. No sabía mucho del caso y nunca había trabajado en una campaña antilinchamientos. “Estoy muy verde en este tema y no estoy muy segura de lo que quieres averiguar", contestó. Pero Nash insistió y Freeman, una convencida en los derechos igualitarios, aceptó ir a hacer algunas preguntas.

A pesar de sus dudas, Freeman era una investigadora nata. Pasó ocho días en Waco, entrevistando a participantes y testigos del asesinato de Washington. Muchos se negaron a cooperar, por no dar mala imagen a su pueblo, pero Freeman utilizó su ingenio y algunas artimañas para averiguar la verdad, incluso con el alcalde.

Desconcertaba a la gente con una frase, que pronunciaba con su acento inglés: “Hace cuatro meses que estoy en Texas y quiero viajar al Norte y mostrar a la gente que Waco no está tan mal como ellos piensan". Encantados, los residentes de Waco aceptaban contarle historias, dando a Freeman el material que necesitaba y que se convirtió en el suplemento de la revista  The Crisis. Y eso incluyó las malditas pero finalmente útiles fotos de Gildersleeve. Era un tesoro macabro.

Con los hallazgos de Freeman, Du Bois se decidió por un título de impacto: “El horror de Waco”. Si bien el texto no daba muchos detalles, sobresalían las fotografías de  Gildersleeve, presentadas en orden cronológico.

Cuatro de las páginas del reportaje de The Crisis sobre el linchamiento de Washington.
Cuatro de las páginas del reportaje de The Crisis sobre el linchamiento de Washington.


Cincuenta y tres años antes del linchamiento de Washington, los estadounidenses ya habían visto las fotografías de la espalda marcada por latigazos de un esclavo llamado Gordon que intentó escapar, lo que hacía innegable la violencia de la esclavitud. El suplemento de  The Crisis era igualmente poderoso.
Por supuesto que todo el mundo había oído hablar de los linchamientos, pero pocos estadounidenses los habían visto. Y lo más importante era que el asesinato de Washington no sucedió en páramo perdido del Sur, sino en Waco, un pueblo conocido por albergar la Universidad Baylor y por su movilidad social ascendente. La NAACP había utilizado las fotografías tomadas originalmente para los racistas y las había convertido en prueba del salvajismo racista, de la banalidad de la maldad en un típico pueblo estadounidense, en crudo blanco y negro.  
Sin embargo, Freeman y la NAACP no habían acabado allí. Mientras  The Crisiscirculaba las imágenes entre sus 30.000 lectores, Freeman comenzó una gira de conferencias por el país en la que relató su experiencia en Waco en sitios como Detroit, Buffalo, y Des Moines, y utilizaba las fotografías tomadas por Gildersleeve de Washington agonizando y muerto para enfatizar su argumento, como dijo en Buffalo a fines de julio: "No puedes estar contento con tu suerte mientras a tus hermanos les niegan sus derechos naturales".
No hubo acusados por la muerte de Washington, pero su asesinato y las imágenes de aquel día cambiaron el rumbo de la historia. Gracias a los esfuerzos de Freeman y la NAACP, el sufrimiento de Washington, el sufrimiento que Gildersleeve fotografió, despertó una nueva generación de activistas. Al utilizar imágenes que eran destinadas para la diversión de los racistas contra sus propios creadores, la NAACP logró que el país abriera los ojos a la horrible realidad y fortaleció al movimiento antilinchamientos.
La circulación de  The Crisis creció en 50.000 ejemplares en los siguientes dos años, y la muerte de Washington también abrió las billeteras. En los meses siguientes, la NAACP recaudó 20.000 dólares (más de 400.000 euros actuales) que le sirvieron para incrementar la búsqueda de justicia. Incluso compraron una bandera que ponía “Ayer lincharon a un hombre” y la colgaron en la fachada de las oficinas de la organización en la Quinta Avenida de Nueva York. 
Si bien los linchamientos fueron disminuyendo en Estados Unidos, no finalizaron por completo. James Byrd fue encadenado a un coche y arrastrado hasta que murió en las calles de Jasper, Texas, en 1998. Y si bien la muerte a puñaladas de Timothy Caughman en 2017 en la ciudad de Nueva York no sigue el patrón, puede decirse que fue un linchamiento: su asesino, un confeso racista, viajó desde Baltimore especialmente para matar hombres negros como parte de su cruzada contra las parejas interraciales. Luego afirmó: “Odio a los hombres negros desde que era un crío".
Además de los linchamientos propiamente dichos, las sombras psicológicas de estos hechos son oscuras y largas. Por poner un ejemplo, en 2016, un hombre de Florida colgó muñecos negros de un árbol en el jardín al frente de su casa, junto a carteles de la campaña electoral de Trump. Cuando le preguntaron, dijo que era un montaje para Halloween.
FUENTE  eldiario.es 

SOBRE eldiario.es

SOBRE eldiario.es


Activistas del movimiento Black Lives Matter (“Las vidas afroestadounidenses importan”, en español) convocaron hoy una manifestación a nivel nacional contra la cadena de restaurantes Waffle House, luego de que se viralizara un video que muestra el violento arresto de una clienta afroestadounidense por parte de un par de oficiales de policía blancos en Alabama. El incidente ocurrió el 22 de abril en un local de Waffle House ubicado a las afueras de Mobile, en donde los empleados llamaron a la policía luego de que Chikesia Clemons, de 25 años, se rehusara a pagar un cargo de 50 centavos por cubiertos de plástico. Un video grabado con un teléfono celular por una amiga de Clemons muestra a los oficiales sujetándola contra el suelo y exponiendo sus senos, mientras uno de ellos dice: “Te romperé el brazo, eso es lo que haré”.

Chikesia Clemons: “¿Qué hace?”
Oficial de policía: “Te romperé el brazo, eso es lo que estoy a punto de hacer”.
Canita Adams: “¿Le romperá el brazo?”
Los manifestantes exigen que se retiren los cargos presentados contra Clemons por alteración del orden público y resistencia al arresto. También exigen que los empleados que participaron en el incidente reciban medidas disciplinarias, que se brinde el acceso al video policial y que Waffle House emita una declaración denunciando la manera en que Clemons fue arrestada. Los manifestantes afirman que hoy ocuparán asientos de locales de Waffle House de todo el país gastando solamente dos dólares en un refresco durante las horas de mayor clientela.
Charlottesville, Virginia: hallan culpable a nacionalista blanco por golpiza a hombre afroestadounidense
H15 white supremacist alex michael ramos sentenced
En Charlottesville, Virginia, un jurado halló al residente de Georgia Alex Michael Ramos, de 34 años, culpable de infligir heridas de forma maliciosa por su participación en la brutal golpiza recibida por DeAndre Harris, un afroestadounidense de 20 años, por parte de supremacistas blancos durante una manifestación de extrema derecha en Charlottesville, Virginia, en agosto de 2017. Las fotos y videos muestran cómo al menos seis supremacistas blancos patean a Harris y lo golpean con grandes bastones de metal. Ramos es la cuarta persona condenada por el ataque; y se enfrenta a una posible condena hasta 20 años de prisión, si bien el jurado recomendó que sea sentenciado a seis años y sin multa. Si bien fue brutalmente golpeado, Harris fue arrestado por el delito de “lesiones” luego del ataque. En marzo, le retiraron los cargos.
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TODO COMENZÓ EN CHICAGO, EN EL LEJANO 1886 Una fecha que reconocen todos los trabajadores del mundo


El 1° de mayo es reconocido en casi todos los países del mundo como el Día Internacional de los Trabajadores, en recuerdo de los obreros asesinados en Chicago, Estados Unidos, que en 1886 iniciaron una gigantesca huelga para conseguir una jornada laboral de ocho horas.

El día del trabajo celebra los logros alcanzados por los trabajadores de todo el mundo, como es la jornada de ocho horas, con dos días de descanso a la semana.


Pero antes esto no era así. Hacia el año 1874, la idea de llevar a cabo acciones para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas comenzó a extenderse desde distintos lugares y sectores de Estados Unidos.

Los pioneros de esta reacción fueron los obreros ferroviarios, quienes llevaron a cabo una huelga que por semanas involucró a 17 estados. Al poco tiempo se fueron sumando varias otras organizaciones, creándose en 1881 la Federación Americana del Trabajo (American Federation Labor, AFL), heredera de la anterior Federación de Gremios y Sindicatos.

Así, la Federación Norteamericana del Trabajo acordó en su cuarto congreso, de 1884, realizar una huelga general el 1° de mayo de 1886. Mientras tanto, se debía luchar por conseguir de parte de los patrones y autoridades la nueva jornada; de no lograrse en esos años, se haría efectiva la huelga.



El llamado de la AFL fue acogido por los sindicatos, el movimiento fue tomando cuerpo a medida que se acercaba la fecha indicada y los esfuerzos patronales por detener la iniciativa obrera prosperaban. El día señalado, la consigna ya estaba en boca de la mayoría de los trabajadores: “Ocho horas de trabajo, ocho de reposo y ocho para la recreación”.

El 1° de mayo de 1886, en Estados Unidos se declararon 5.000 movimientos laborales. Alrededor de 190.000 trabajadores iniciaron huelga y cerca de 150.000 obtuvieron su demanda con amenaza de paro.

A fines de mayo, otros 50.000 obreros lograron el reconocimiento legal de su nueva jornada de trabajo.

Sin embargo, estos logros no resultaron gratuitos. La represión se hizo sentir directamente en diversos lugares ese mismo día, produciéndose nueve muertos en la localidad de Milwaukee y enfrentamientos callejeros entre policías y manifestantes en Filadelfia, Louisville, St. Louis, Baltimore y Chicago. A estas ciudades pertenecía la mitad del total de obreros que entraron en huelga en ese país.

El 1° de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886.

Ese movimiento había sido calificado como “indignante e irrespetuoso”, “delirio de lunáticos poco patriotas”, y se manifestaba que era “lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”.

A partir de ese momento, el conflicto se fue extendiendo a otras ciudades estadounidenses, logrando que más de 400.000 obreros pararan en 5.000 huelgas simultáneas. La magnitud del conflicto causó preocupación en el gobierno y el sector empresarial, que creyeron ver en las manifestaciones y huelgas el inicio de una revolución anarquista.

Sin embargo, la fábrica McCormick de Chicago no reconoció la victoria de los trabajadores y el 1º de mayo de aquel año la Policía disparó contra los manifestantes que, a las puertas de la fábrica, reivindicaban el nuevo acuerdo. Durante los siguientes días murieron más trabajadores, hasta que el día 4 una bomba estalló contra las fuerzas policiales, suceso conocido como “el atentado de Haymarket”.

El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca. La culpabilidad de los condenados nunca fue probada.

También en 1886, la Noble Order of the Knights of Labor, una organización de trabajadores, logró que el sector empresarial cediese ante la presión de las huelgas por todo el país.

Entonces, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la “Ingersoll”, estableciendo ocho horas de trabajo diario. Como los empleadores se negaron a acatarla, los trabajadores de la ciudad industrial de Chicago iniciaron una huelga el 1º de mayo, que comenzó con una manifestación de más de 80.000 trabajadores liderados por Albert Pearsons.

En 1889, durante el Primer Congreso de la Segunda Internacional Socialista, celebrado en París, se decidió que el 1º de mayo se conmemoraría, en adelante, la solidaridad laboral. Desde entonces la mayoría de los países del mundo, especialmente aquellos de pasado o presente socialista, celebran ese día a sus trabajadores.

Paradójica y significativamente, el 1º de mayo no se celebra en Estados Unidos ni en Canadá como Día del Trabajo, sino como Día de la Ley (Law Day). En esos países se otorgó a los trabajadores el primer lunes de setiembre, un día sin significado histórico, para celebrar su día (Labor Day).

FUENTE  CARAS Y CARETAS

DE REUNIR UNOS POCOS A LOS ACTOS MULTITUDINARIOS DE HOY 1º de Mayo: En Uruguay la fecha comenzó a conmemorarse en 1890


A partir del año 1890 los trabajadores uruguayos comenzaron a conmemorar esta magna fecha con un acto de masas para recordar a los Mártires de Chicago, citando a concentrarse en 18 de Julio y Olimar (hoy Germán Barbato).

Sin embargo, y contrastando con la realidad de hoy, en aquella instancia solamente algunas decenas de personas concurrieron al acto, pero la prensa de la época ya se encargó de recoger el hecho, que se convertiría con el correr de los años en la fecha más importante para los trabajadores en la reivindicación de sus derechos.


Año tras año la convocatoria fue creciendo ante el estupor primero y el rechazo después de las fuerzas burguesas y del núcleo empresarial, hasta que la primera sangre fue derramada, lo cual ocurrió el 1° de mayo de 1923; mientras la manifestación marchaba por 18 de Julio, quienes la integraban expresaron su indignación apedreando un bar que permanecía abierto.

En respuesta se desató una despiadada represión policial que provocó dos fallecidos: un trabajador y un policía resultaron muertos a balazos durante el enfrentamiento.

Diez años más tarde, en 1933, cuando la resistencia a la dictadura de Terra, son asesinados los militantes populares Idalecio Lujambio y Julia Scorino, ambos símbolos del corte político que la causa sindical había ganado.


 La represión pasará a ser una constante de cada 1º de Mayo, luego del acto central, hasta que en 1973, mientras la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) convocaba a un acto de carácter festivo, desde las filas de la Resistencia Obrero Estudiantil, se exigía un 1º de Mayo combativo. “Ya celebraremos un 1º de Mayo de alegría. Será cuando con la lucha de todos derrotemos al enemigo de clase y construyamos el poder popular en nuestra patria libre y socialista”, decían los volantes.

Pero esa sería la última convocatoria legal en años, ya que el 27 de junio de ese año sobrevino el golpe de Estado y comenzaron los 12 años de dictadura.

En efecto, tras la heroica huelga general de 15 días por el golpe de Estado, la persecución alcanzó a miles de militantes, aunque cada 1º de Mayo los trabajadores igualmente se las arreglaron para cumplir con su cita.

Dentro de este negro panorama, a comienzos de los 80 se comenzó a consolidar el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), que abrió las puertas al 1º de Mayo de 1983, instancia en la que por primera vez, en diez años de represión, un cuarto millón de personas ocupó las calles exigiendo “Libertad, Trabajo, Salario y Amnistía”.

Este fue el paso previo a enero de 1984, cuando se produjo el primer paro general desde el inicio de la dictadura.

En adelante, el Pit-Cnt pasó a ser el referente indiscutible de la lucha de clase y de las corrientes del movimiento sindical uruguayo, transitando un proceso de unificación en torno a un programa y a una sola organización.

Con una de las tasas de sindicalización más altas del continente, el Pit-Cnt tiene por meta alcanzar 100% de los trabajadores, para lo cual ha desarrollado campañas masivas en los últimos años. Mientras en 2003 la central contaba con unos 110.000 afiliados, la cifra actual de afiliados a los sindicatos que integran la central ronda los 400.000 trabajadores.

Estos números, sumados al avance que se ha registrado en las negociaciones de los Consejos de Salarios, la adecuación de algunos sectores más sumergidos, el reconocimiento de los derechos a los trabajadores rurales y las trabajadoras domésticas, entre otros hasta ahora no reconocidos, se cuentan entre las principales reivindicaciones alcanzadas en los últimos años por el movimiento sindical organizado.

fuente  CARAS Y CARETAS

Nicaragua: ¿quién ganó y quién perdió?


Estos días Nicaragua se puso al rojo vivo. Las noticias llegaron alarmantes, y un país que ahora habitualmente no ocupa titulares en la prensa –como sí lo hizo décadas atrás, durante la Revolución Sandinista–, estuvo de nuevo ante los ojos del mundo.
Desde el Papa al Secretario General de Naciones Unidas, desde distintas posiciones de izquierda como desde las más recalcitrantes declaraciones de derecha, todo el mundo tuvo algo que decir sobre el país de Sandino. ¡Y no era para menos! La violencia fue generalizada, con un saldo de alrededor de 30 muertos.
¿Qué pasó? ¿Por qué se desató ese vendaval? ¿Qué consecuencias tuvo todo esto?
Ya se ha escrito y hablado copiosamente sobre lo sucedido. Hubo de todo un poco, desde análisis serios y sopesados hasta reacciones viscerales, desde encendidas defensas al Comandante de la Revolución Daniel Ortega hasta las más encarnizadas críticas al violador de su hijastra Zoilamérica Narváez. El presente opúsculo no pretende decir nada nuevo (seguramente no lo dice), sino que, modestamente, intenta hacer un balance de lo ya expresado por tanta gente, buscando alguna conclusión posible.
Sin dudas, lo sucedido movió pasiones. Las movió, porque Nicaragua aún sigue despertando pasiones. De hecho, fuera de Cuba, fue el primer país en territorio latinoamericano que produjo una revolución socialista. Aquel 19 de julio de 1979, ya muy lejano –lamentablemente no solo en el tiempo–, para muchos sigue siendo una referencia, una antorcha que marca camino: la Revolución Sandinista mostró que sí era posible enfrentarse a una dictadura, al imperio estadounidense… ¡y vencer! Pero para muchos, también, esa imagen gloriosa de un pueblo en armas construyendo su socialismo es el recordatorio oprobioso de una traición. El sandinismo victorioso de la década de los 80 del siglo pasado fue convirtiéndose con el tiempo, luego de salir del poder en 1990, de la mano del empresario Daniel Ortega y de su esposa Rosario Murillo, en un reformismo tibio, de corte capitalista con “rostro humano”, manejado discrecionalmente por ese binomio todopoderoso. De ahí que muchos integrantes históricos del Frente Sandinista de Liberación Nacional –FSLN– terminaron distanciándose del orteguismo y de este perfil que consideran una traicionera entrega.
Personajes como Ernesto Cardenal, Dora María Téllez, Víctor Hugo Tinoco, Mónica Baltodano, Jaime Wheelock, Alejandro Bendaña,Sergio Ramírez o Henry Ruiz, para nombrar algunos, todos comprometidos con el sandinismo revolucionario de aquel momento épico, fustigan la política vigente en Nicaragua al día de hoy. “El actual gobierno de Nicaragua usa algunas veces un discurso izquierdista, una estridencia en la palabra que nada tiene que ver con su práctica real, muy distante con un proyecto de izquierda. Por el contrario, en Nicaragua se fortalecen y enriquecen los banqueros y la oligarquía tradicional y grupos económicos de ex revolucionarios convertidos en inversionistas, en comerciantes y especuladores. Se fortalecen los sectores más reaccionarios de la jerarquía católica, se eliminan derechos humanos esenciales como el de las mujeres al aborto terapéutico”, caracterizaba la otrora comandante guerrillera Mónica Baltodano al actual gobierno sandinista.
Junto a esa visión, muy crítica por cierto (obviamente de izquierda), para la geopolítica de Estados Unidos (obviamente de derecha), un gobierno no totalmente alineado con Washington es siempre una molestia. La actual Nicaragua no es, ni por asomo, aquel disturbio insoportable que resultara el sandinismo revolucionario de los 80, con Ronald Reagan en la Casa Blanca y su obsesión anticomunista. Pero no es la administración dócil que desearía (como lo van siendo ahora la gran mayoría de países latinoamericanos, con políticas disciplinadamente neoliberales y obediencia ciega a los dictados imperiales). La actual administración nicaragüense le abrió la puerta a la República Popular China con la construcción de un nuevo canal interoceánico, y es parte del ALBA –Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América–, resultando un aliado estratégico de Venezuela (la nueva obsesión de la geopolítica estadounidense, país poseedor de las mayores reservas petrolíferas que la economía imperial no quiere perder de ningún modo).
Daniel Ortega no es ahora el guerrillero revolucionario que participó en la rebelión antisomocista; por el contrario, es un empresario “nuevo rico” con gran poder político, que ha negociado todo con todos los sectores y maneja todo (¿remembranzas de un tal Somoza?). Pero es también un líder carismático con innegable base social, con muchísimos seguidores, llevando adelante una política asistencial que, sin ningún lugar a dudas, favorece a los sectores más postergados del país. Es, en realidad, un exponente más de los presidentes que, sin dejar el modelo capitalista, en estos últimos años gobernaron varias repúblicas latinoamericanas con propuestas de algún modo populares, asistenciales, clientelares. Todo lo cual, para la lógica ultra conservadora y neoliberal de Washington, es mala palabra.
¿Qué pasó entonces en Nicaragua en estos días? El gobierno anunció en forma sorpresiva, con una medida unilateral no negociada con ningún sector, un importante aumento en los aportes a la Seguridad Social del 3.5 % para la patronal (llevando el aporte del 19 % al 22.5 %) y del 0.75 % para la clase asalariada (aumentando del 6.25 % al 7 %), recortando en 5 % las pensiones de los jubilados (que, según el gobierno, “seguían siendo los que menos aportaban”, y a cambio del aumento recibirían mejor cobertura en salud y otros beneficios), en tanto que las pensiones futuras disminuirían alrededor de un 12 %. La medida fue explosiva, y tanto empresariado como población trabajadora reaccionaron en forma furiosa. Pero ahí viene lo complicado de analizar, de situar políticamente.
Para algunas visiones, la reacción virulenta, con población enardecida en las calles, barricadas y furibunda protesta popular, fue un montaje, una manipulación. Sin dudas, la medida fue desafortunada, porque el mismo gobierno luego de los violentos sucesos que provocó, la retiró, llamando al diálogo “para mantener la paz”. Según el orteguismo y algunos sectores que analizaron la situación, incluso fuera de Nicaragua, –lectura que, sin dudas, tiene asidero– la explosión de furia popular tuvo una agenda preparada. De hecho, se la compara con las “guarimbas” venezolanas del 2017, que dejaron como saldo más de 100 personas muertas. Es significativo (igual a lo sucedido en Venezuela) que al unísono explotó, muy coordinadamente, una protesta generalizada en todas las ciudades del país, que luego derivó en saqueos y actos vandálicos, siempre encabezados por jóvenes. Eso podría hacer pensar en cierta “mano oculta”, dado que la oposición política de los partidos de derecha no tiene ese poder de convocatoria ni logístico-organizativo. Según denuncias de medios oficiales del orteguismo, muchos de los “estudiantes” no eran tales (igual que sucedía en Venezuela), sino provocadores, agitadores contratados. La derecha oligárquica –heredera histórica del somocismo– podría estar aprovechando la coyuntura para tomar distancia y deshacerse de un gobierno que ve como demasiado “populista”. Y Washington estaría frotándose las manos de alegría. Las “revoluciones de colores”, o “golpes de Estado suave” (¡no tan suaves para el caso, con 30 muertos!), propiciadas supuestamente por población civil que “ejerce sus derechos ciudadanos”, por jóvenes estudiantes que reclaman (pero con agendas ocultas de las usinas ideológico-mediáticas del imperio), parecen estar funcionando a todo vapor. Tener un nuevo “canal de Panamá” en el patio trasero, seguramente con futura presencia militar china, es un desafío insoportable para la geopolítica hemisférica de Estados Unidos. La consigna sería “sacar de una vez por todas estas molestias de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, y por supuesto: Cuba”. Para ello, según esta pérfida agenda, estas supuestas “revueltas ciudadanas espontáneas” serían el camino a transitar. Insistir con la corrupción como nueva plaga bíblica a atacar es un efectivo “caballo de batalla”. Por cierto, según comunicado del Frente Sandinista, “Vale la pena destacar que las universidades más beligerantes fueron: la Universidad Centroamericana (UCA), de los jesuitas; y la Universidad Politécnica (UPOLI), propiedad de una iglesia protestante con sede en Estados Unidos.
Pero también puede proponerse otra lectura de lo acontecido: el orteguismo, como expresión extrema de un bonapartismo desaforado, nepotista y corrupto, es cuestionado. La población en la calle sería una muestra de un descontento generalizado tras largos años de presidencialismo y corrupción. La represión violenta que llevaron adelante policía y ejército es un insulto a los valores revolucionarios que alguna vez levantara el Frente Sandinista. De ahí que, por ejemplo, un sandinista histórico como Jaime Wheelock le dijera al presidente Ortega en una misiva pública que “El decreto que reformó el INSS [Instituto Nicaragüense de Seguridad Social] por su contenido y forma fue un grave error político, técnico y legal del gobierno[pues]se afectaron los derechos económicos adquiridos y los ahorros de un millón de cabezas de familia, sin dar solución práctica a la grave situación financiera del INSS”, pidiendo así la pronta derogación del decreto de marras.
¿Por qué propuso esta medida el presidente Daniel Ortega? Según un comunicado que emitió el FSLN en estos días explicando las razones del proceder: “La cantidad de beneficios de los asegurados y la cobertura de dichos beneficios a la población aumentaron exponencialmente con el regreso del sandinismo al poder en 2007, lo que ocasionó una situación económica crítica en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que es la institución estatal a cargo de este tema.Ante tal situación, el FMI y le empresa privada organizada en el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), pidieron aplicar las típicas medidas neoliberales en este tema: subir la edad de jubilación (en Nicaragua es de 60 años) y la cantidad de semanas necesarias para acceder a ella (750 para pensión normal y 250 para quienes en edad de jubilación no hayan alcanzado la primera cantidad, lo cual no existía antes del regreso al poder del sandinismo en 2007; incluso en este caso, el planteamiento de los más radicales neoliberales era eliminar por completo la pensión). Ante ello, nuestro gobierno respondió con un rotundo rechazo tanto al FMI como al COSEP. En cambio, la opción escogida fue aumentar los aportes de trabajadores y empresarios, y establecer un aporte para los jubilados, incluyendo a los que reciben la pensión reducida”.
El progresismo (en Nicaragua y en otras latitudes) criticó severamente el aumento en los aportes, así como la represión desatada contra la población que protestaba. Obviamente que debe condenarse la violencia contra el pueblo trabajador: 30 muertes representan una catástrofe absolutamente intolerable. Pero objetivamente analizados todos los sucesos, no terminan de quedar claras algunas cosas. Es evidente que este Frente Sandinista, manejado discrecionalmente por Daniel Ortega y Rosario Murillo, ya no levanta las banderas revolucionarias de otrora. Citando al panameño Olmedo Beluche: “Aquí es donde se evidencia la verdadera cara del llamado “progresismo” latinoamericano. Gobiernos que alardean de revolucionarios y chacharean de “socialismo”, pero que en la práctica no pasan los límites del sistema capitalista. La crisis del progresismo en todo el continente es la crisis del reformismo burgués, incapaz de verdaderas medidas socialistas en un momento de crisis sistémica y caída de precios de las materias primas.”Al mismo tiempo, sin embargo, puede verse el proceso de monstruosa derechización y retroceso en avances populares que sufre el continente, o el mundo: un gobierno tibiamente reformista, que trabaja codo a codo con la empresa privada y no se pelea con la oligarquía conservadora como el actual orteguismo, para la lógica imperialista y voraz de Estados Unidos no deja de ser “una piedra en el zapato”. Hablar de justicia social (que no es lo mismo que revolución socialista), pertenecer a una alianza donde no está Washington como es el ALBA y abrirle las puertas a China es casi un “peligro comunista” en el mundo neoliberal y ultraconservador que vivimos.
¿Quién ganó y quién perdió con este movimiento en Nicaragua? La población de a pie, seguro que no ganó nada.
fuente hispantv

Entrevista a Pepe Mujica sobre Lula, el aborto, la izquierda, la corrupción y el ser humano “¿Por qué hay tanta enfermedad del balero?”



Presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, el senador Pepe Mujica está muy preocupado por lo que ocurre en Brasil con su amigo Lula y por su impacto en la región. En diálogo con PáginaI12 no se privó de ninguna definición sobre ningún otro tema.


Desde Montevideo

Cerca de cumplir 83 años el mes que viene y con 14 años de su vida como preso político, el senador José Pepe Mujica ya fue otra vez senador, y también ministro de Agricultura y Presidente en los gobiernos del Frente Amplio que gobierna Uruguay desde 2005. Sigue siendo un protagonista de la política, en el mundo y sobre todo desde su chacra de siempre, en las afueras de Montevideo, donde recibió a PáginaI12.

–En la Argentina se está debatiendo actualmente la posibilidad de que se apruebe un proyecto de despenalización del aborto. Uruguay lo discutió en 2012, cuando usted era presidente.

–Desde que el mundo es mundo, hay abortos. Cuanto más oculto y menos reconocido lo tenemos, más perjudicamos a las mujeres pobres, castigamos doblemente a las mujeres pobres. El paso a la legalización parte de este primer escalón, primero tenderle una mano social a la mujer si quiere retroceder en la decisión que tome. Si lo dejamos como un fenómeno clandestino, eso es imposible. Es decir, una atención social y psicológica de ayudarla si quiere retroceder. Creo que se terminan salvando más vidas con un procedimiento así de cara, de frente, reconociéndolo, que en el otro, al decir no, el aborto no. Pero sigue existiendo, porque somos hipócritas si no nos enteramos de que existe y que termina en una sociedad de mercado, siendo un estupendo negocio para algunos, y caro. Más claro: las mujeres que tienen la necesidad de abortar y que tienen poder económico van a resolver al problema clínicamente, bien atendidas. Las mujeres que están en el fondo de la sociedad, que tienen problemas sociales, se van a jugar la vida. Por esto nosotros decidimos. Porque no es que me gusta o no me gusta. El problema es que existe. En Uruguay, es una vieja manera de pensar.

–¿Es realismo?

–No se puede tapar lo que existe. Eso nos llevó a que en 1912 hubo un gobierno que le dio el divorcio a la mujer por su sola voluntad, que reconoció la prostitución con carnet de salud y aportes sociales. ¿Por qué, porque me gusta la prostitución? No, no, pero existe, es tan vieja como el mundo. Porque a un gobierno se le ocurra que no existe no va a dejar de existir. El alcohol lo mismo. Allá por 1915 hubo un gobierno acá que no pensó en la Ley Seca como en los Estados Unidos. No: nacionalizó la producción de alcohol de boca para garantizar que fuera un alcohol bueno. De ahí sacaba recursos para atender la salud pública, entre ellos las consecuencias del alcoholismo. Esa filosofía ha estado muy metida en Uruguay: no negar la evidencia de la realidad y tratar de organizarla lo mejor posible. Me considero un humilde heredero de esa tradición. La marihuana, ¿qué, la marihuana es una maravilla? No, es una joda, yo no creo que ninguna adicción sea buena. Si la intentamos legalizar, por lo menos tenemos un elemento de control y le damos un golpe al narcotráfico por el lado de romper el mercado. Hay una cierta armazón en todo: no negar la evidencia de la realidad y aceptándola, tratar de organizarla lo mejor que se pueda para que tenga un costo menor.

–Brasil está viviendo uno de los terremotos políticos de la región más importantes de los últimos años. ¿Qué impacto cree que puede tener en la democracia brasileña y en la región el escenario posible de que le prohíban postularse a un candidato como Lula, que podría ser electo con más de 60 por ciento?

–No lo puedo medir, pero no es la primera vez que Brasil hace dibujos de terror. Hay que recordar el suicidio de Getúlio Vargas. Curiosamente debe ser el pueblo más alegre de América Latina, un pueblo de samba, hermoso, mestizo. Si en la Argentina pasaba lo de Lula era un incendio. Daban vuelta Buenos Aires. Eso por las tradiciones que tiene el pueblo argentino. Brasil no es así, es distinto, no tiene esa tradición de luchas colectivas, de masas, de múltiples organizaciones sociales que se mueven. ¿En qué desemboca? No sé. Porque si han hecho tanta barbaridad (hay que recordar lo de Dilma y eso), no parece que tengan espíritu de detenerse así como así. De todas maneras no la van a tener fácil. Parte de la opinión a favor de Lula es la consecuencia sociológica de las reformas conservadoras que están metiendo. Lo meten a Lula en cana, pero los efectos de las reformas conservadoras los siente la gente. Y la gente se expresa políticamente. El PT, a la caída de Lula estaba hecho pelota. Y el PT sin Lula es muy poco, pero con Lula es mucho porque es un símbolo que está nucleando todo eso.

–¿Cuál es su enfoque sobre el tema de la corrupción?

–El fenómeno de la corrupción ha golpeado por toda América latina, pero existe en el mundo entero. Pero es una cosa curiosa, porque en América Latina nos destripamos. Entre otras cosas rompemos todas las empresas. La Volkswagen, la empresa de fabricación de autos más grande del mundo, se mandó una joda de carácter sideral, no hay nadie en cana, y sigue facturando autos. Paga multas. A la banca Morgan la vacunaron con 3 mil, 4 mil millones dólares de multa. Pagan y a otra cosa. Y así sucesivamente. Nosotros destrozamos todo y una empresa (lo digo yo que, tengo una visión socializante) es también una construcción social. Si las pocas que tenemos las dejamos destrozadas, ¿a quién favorecemos? A las multinacionales de afuera. Yo preferiría no matar a la empresa porque la empresa es un esfuerzo colectivo, y una acumulación de conocimiento, de experiencia, de funcionamiento, romper eso es un disparate.

–Este fenómeno de la corrupción es interesante porque atraviesa a izquierda y a derecha por igual y hoy parece ser una preocupación de toda la sociedad. A riesgo de parecer ingenuo, ¿cómo se combate la corrupción?

–Si se está sembrando la imagen de que triunfar en la vida es tener plata y eso es lo que estamos vendiendo como un modelo, y triunfador es el que gana mucha plata, ¿qué nos vamos a asustar de la corrupción? ¡Es una consecuencia del modelo que estamos planteando y se lo planteamos a todas las clases sociales! Y el gurí que nace en la pobreza y sale de caño, está enfermo de lo mismo. Y el burócrata que tiene un puesto importante en el Estado está enfermo también de lo mismo. Es una consecuencia de esta cultura, no hay que asustarse. Entonces, recogemos lo que sembramos. Ahora bien, no sembramos una sociedad de santos, no nos preocupamos por una sociedad solidaria. Tácitamente nos preocupamos por una sociedad de “Hacé la tuya, y mirá que con eso vas a hacer más feliz”. Acá hay un problema de filosofía de la vida.

–¿Cuál sería?

–El capitalismo necesita que estemos ambicionando, queriendo, comprando cosas nuevas y deseando. Generar deseos. Paralelamente a esto tenés que hacerte esta pregunta: ¿por qué hay tantos psiquiatras? ¿Por qué tanta enfermedad del balero? Parece que entramos en el siglo de las enfermedades neuronales, lo que está demostrando que algo anda mal. “Pobre es el que necesita mucho” es la vieja definición de Séneca. O la definición de los aymara: “Pobre es el que no tiene comunidad, el que está condenado a estar rodeado de soledad.” Este ideal de vida que significa comprar más que está planteado, y que el éxito depende de la riqueza, no tiene fin y quedan por el camino los afectos, porque para cultivar los afectos se necesita tiempo.

–¿Por qué usted habla cada vez más del tiempo?

–Las relaciones personales necesitan tiempo. Los afectos (porque el ser humano es muy emotivo: primero sentimos, después pensamos) necesitan tiempo. Pero si el tiempo de nuestra vida se gasta en la lucha por tener dinero para pagar las deudas que tenemos, ¿qué tiempo tenemos para nuestros afectos? “Yo no quiero que a mi hijo le falte nada”, ¡pero le faltás vos, que no tenés tiempo jamás de salir con tu hijo! ¿Qué querés, sustituir los afectos con juguetes? Las cosas no van por ahí. Porque las cosas inertes no emocionan. Las emociones son consecuencia de las cosas vivas. Esto es tan elemental que tácitamente todo el sistema nos lleva por un camino que es muy contrario a nuestro sentir. En realidad cuando comprás, no comprás con plata. Comprás con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Ojo, yo no hago apología del atorrantismo. Toda cosa viva tiene necesidades materiales y si tienes necesidades materiales, hay que trabajar para enfrentarlas, y el que no trabaja está viviendo a costilla de alguno que trabaja. Pero la vida no es solo trabajar. Acá hay un concepto de límite que nos hace perder esta civilización. Hay un tiempo para trabajar. Pero la vida no se hizo solo para trabajar. La vida tiene sentido para vivirla porque es lo único que se nos va. Gasto tiempo para tener plata para comprar. Pero no puedo ir al supermercado a comprar tiempo de vida. Por eso el concepto de límite, el viejo concepto griego, “nada en demasía” es parte de defender la libertad. Porque, ¿cuándo sos libre? Cuando estás sometido a la ley de la necesidad no sos libre. Sos libre cuando tenés tiempo que lo usás en lo que a ti te gusta y a ti te motiva.

–Quiere decir que la cultura del consumismo fue más arrolladora que la comunicación de una cultura?

–¡Por supuesto! La otra es de la academia. Es la que podemos decir en el devenir. Pero la cultura consumista golpea todos los días en el seno de los hogares, de la mañana a la noche y prácticamente estamos inmersos. Y eso es funcional al sistema. El sistema necesita que estemos debiendo, que tengamos cuotas que pagar. Y necesita que andemos desesperados porque no nos alcanza y cada vez tenemos que comprar más, porque somos agentes de mercado. Y los economistas se agarran la cabeza si no marcha ese mercado interno. Pero esto tiene una onda, tampoco la derecha la va a satisfacer, la va a explotar. Ya vendrá el reflujo, es inevitable. Yo creo que es pendular, y si tuviera que esquematizarlo hay tiempos que parece que son más bien de acumulación, y tiempos donde la prioridad la tiene el reparto: ninguno son definitivos ni eternos. El gran problema que tenemos los latinoamericanos es que por llegar tarde a la fiesta del capitalismo, tenemos las venas abiertas. Es decir, buena parte de nuestros períodos de eventual prosperidad, se nos va para afuera porque necesitamos recurrir a la inversión directa extranjera, después tenemos que pagar la amortización y la ganancia, aparte de los desequilibrios que se nos pueden dar en el comercio. Tenemos poca capacidad de generar ahorro con el esfuerzo propio porque estamos prisioneros de nuestra propia cultura y esa cultura nos hace también como países, eternamente demandantes. Sin darnos cuenta queremos vivir como el primer mundo, estamos como admirando el consumo del primer mundo, pero no somos. Porque ellos acumularon mucho, saqueando África, saqueando a la India. Hay una historia, 200 años atrás nosotros estuvimos ahí en el pelotón de los saqueados.

–¿Hay una crisis de sucesión de los líderes fuertes?

–Los hombres trascendentes son muy importantes pero a la larga no pueden sustituir a las formaciones políticas. Si uno tiene la humildad estratégica de reconocer que vamos pasando, que la lucha es eterna y permanente, y que es en el fondo por mejorar la civilización humana, no solo por una cuota de poder, se da cuenta que tiene que contribuir a crear la rueda de la historia y esos son colectivos que quedan luego de nosotros. El mejor dirigente no es el que hace más, o el que ladra más, o el que tiene el letrero más grande, o marquesina, o aplausos, o reconocimiento. No: el mejor dirigente es el que deja una barra que lo suplante con ventaja, porque la vida se nos va y las causas quedan, y el camino queda. Porque la lucha no es ni siquiera coyuntural, la lucha es el camino eterno de la vida.

–¿Produzca un triunfo o produzca un fracaso?

–Nunca hay un triunfo total, porque tampoco nunca hay una derrota total. Y porque además antropológicamente somos gregarios. Solos somos insignificantes, por poderosos que nos parezca que somos. Hay que detenerse un poco en las consecuencias de ser gregario. La construcción de la civilización humana es la herencia más grande que recibimos cuando nacemos. Desde aquellos que descubrieron el fuego y la rueda, hasta los que han descubierto la biología molecular. Cuando nacemos recibimos sin darnos cuenta la herencia de ese formidable esfuerzo intergeneracional. Quiere decir que lo que se ha acumulado es la destilación de generaciones que nos llega a nosotros y eso es construcción colectiva. ¿Eso va en contra del individuo? No, es lo que ampara al individuo. Lo colectivo es lo único que permite que el individuo no esté en soledad y enfrente a la vida con otras posibilidades. En el derecho antiguo, en las tradiciones antiguas, después de la pena de muerte, la pena más rigurosa era que te expulsaran de la comunidad porque tenías que salir a vivir en un mundo feroz, sin respaldo colectivo. Esta etapa de la civilización trata de atomizarnos. Vivimos en la megalópolis, a veces en un bloque de apartamentos donde ni nos saludamos con los vecinos. Es el imperio de la soledad en el medio de la multitud. Porque cuanto más solos estemos, más manejables somos. Uno tiende a creer que somos nosotros, que “he logrado esto por mi esfuerzo personal”... No quiere decir que el esfuerzo personal no tenga importancia, claro que la tiene, la tiene siempre que esté el cosmos colectivo que nos rodea. Yo tengo compañeros en pila, pero si me da un ataque cardíaco, preciso un cardiólogo, y eso me lo da la sociedad. Si salgo con la Fusca y se me rompe, tendré amigos pero necesito un mecánico que lo entienda. Todo eso es la sociedad. No podríamos vivir sin eso. Pero sin embargo esto lo olvidamos. Esto es tan elemental que rompe los ojos. Por eso hay que construir cuestiones colectivas. Pero también hay otra cosa: cambiar el mundo no es changa eh, tiene algunos inconvenientes, y a veces nos han costado caro. Pero es como una avenida que pasan autos, y autos van y vienen y es un loquero. No podemos evitar que pasen autos, pero tenemos que aprender a cruzar la avenida sin que los autos nos pisen. La avenida es la vida. El cruce es el grado de independencia que tenemos acá. Si tenemos conciencia, la lucha es por que esta sociedad demandante no nos lleve del hocico.  Porque creo, y este es un problema que tiene que incorporar la izquierda (o eso que llamamos izquierda, que llamamos progresismo, llamémosle como quieran): no alcanza con el desarrollo económico. Hay que entrarse a preocupar por la felicidad humana, porque esta vida se nos va.

–En 2016 usted señaló que “si a la izquierda le toca perder terreno, que lo pierda y aprenda” En este marco, ¿cuáles cree que son las “lecciones” que la izquierda tiene que aprender en el proceso político que viene?

–El duelo derecha-izquierda compone la historia humana, es un devenir constante. La forma que toma es contemporánea, pero es la cara eterna de la humanidad ese duelo. Triunfar en la vida no es llegar a un objetivo. Triunfar en la vida es levantarse y es volver a empezar cada vez que uno cae. Entonces, si la lucha es continua, tiene que ser colectiva porque solo lo colectivo se hereda. Pero además, los errores y la falta de humildad de creernos tan soberbios de creer que tenemos la verdad absoluta revelada y que somos absolutamente imprescindibles, y perdemos capacidad de negociación entre nosotros mismos y nos atomizamos. La gente de izquierda tiende a dividirse por ideas y la gente de derecha tiende a juntarse por intereses. La gente de izquierda es demasiado poética, la otra es demasiado realista. Para enfrentar eso hay que juntarse, colectivos grandes. Para lograr colectivos grandes, hay que aprender a transar con las diferencias y lograr puntos medios. Pero somos frecuentemente, tan soberbiamente intelectuales que dejamos por el camino a todos los que dijeron y queremos cosas cuadraditas, perfectas que solo están en el esquema de nuestra cabeza. La vida no es así. Y reventamos las fuerzas que pueden servir para enfrentar los desafíos que nos pone la grosa unidad de la derecha (que tiene sus contradicciones y a patadas también), pero tiene un instinto superior porque tiene intereses que custodiar. Creo que ha sido una constante.

–Hay un concepto que usted repite. Se lo cito: “Inventamos la república con la idea de que los hombres somos iguales, por lo menos ante la ley”.

–Todos sabemos que hay algunos que son mucho más iguales que otros. El que tiene mucha guita tiene abogados mucho mejores. Pero igual es una afirmación de principios que hay que defenderla. Debiera ser un camino ideal por el cual luchar. Los defectos que tiene no quieren decir que tengamos que volver al absolutismo. No merece ser despreciado, hay que defenderlo. Pero me parece que los que rengueamos por la parte izquierda o los que tenemos sentimientos solidarios no debiéramos desligar nunca nuestra forma de vivir y vivir como viven la mayoría de nuestro pueblo y no como viven las minorías privilegiadas.

–¿Cómo sería en la práctica?

–La izquierda tiene que cultivar una conducta. A la mesa ubérrima a la que nos invitan los señores por urbanismo a veces tenemos que concurrir y sentarnos, pero no es nuestra mesa. Nuestra mesa es la mesa común y corriente del pueblo común y corriente. Hay que vivir como se piensa, porque de lo contrario terminamos pensando como vivimos. La izquierda del futuro debe defender eso y debe preocuparse de esto. Yo no puedo cambiar la realidad de muchísima gente que está muy jodida, y si no lo puedo hacer, tengo que vivir a tono como vive la mayoría de la gente de mi sociedad. Porque eso es la República, eso es el republicanismo. Entonces yo he dicho, a los que les guste mucho la plata hay que correrlos de la política. En la política hay que buscar gente que viva con sencillez, con sobriedad. No quiero usar nunca más la palabra austeridad porque dejan a la gente sin laburo y a eso le llaman austeridad. Muy frecuentemente se pierde esa frontera. Y cuando sos referente no podés cometer esos errores porque el hombre de la calle ve esas cosas. Y si perdemos la confianza de la gente que defendemos, somos unos impostores. No creo que haya que ser monjes cartujos, no, pero hay que vivir como el pelotón de la sociedad, como la inmensa mayoría. Y ser coherente con un discurso que apunte a la igualdad, a la distribución, a la equidad, y que no puede solucionar todos los problemas, pero que los tiene que expresar. Yo creo que frecuentemente la izquierda en América Latina se equivocó en ese camino. Te tienden la alfombra roja, te ponen la corneta, te ponen toda una serie de instituciones que vienen del feudalismo, te las meten en los gobiernos, y creo que eso es una trampa. Soy desconfiado viejo, allá por la época de Nikita Jrushchov fui a la Unión Soviética y me llevaron a un hotel. Había unas alfombras que me hacían cosquillas en los tobillos y yo me hago la pregunta:“¿Para qué hicieron un hotel con este lujo en una revolución proletaria?” Ya no me gustó. Y empecé a mirar y me di cuenta que empezaba a haber una clase acomodada. Guarda: la forma de vivir también tiene que ver con lo que terminás pensando. Pero además esto se toca con la libertad: si no andás en la vida liviano de equipaje, tenés que preocuparte después de una cantidad de cosas materiales. Todo es complicado y difícil. Muchos sirvientes, que te afanan esto o lo otro... Dejá, si se puede vivir con enorme sencillez tranquilo. La sobriedad y la sencillez en el fondo son una terrible comodidad.

Por Gonzalo Arias

FUENTE  PAGINA 12