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PROSTITUCI脫N, PUTEROS Y LA IZQUIERDA
«La corrupci贸n, la prostituci贸n, la drogas y las diferentes econom铆as il铆citas operan juntas, se alimentan entre s铆»
En estos 煤ltimos d铆as la prostituci贸n se ha convertido en un debate colectivo. En primer lugar, las conversaciones grabadas entre 脕balos y Koldo han desvelado una trama de corrupci贸n que nadie pod铆a imaginar en un gobierno y en un partido que llegaron a la pol铆tica precisamente para limpiar la trama corrupta del PP.
Sin embargo, este di谩logo sobre corrupci贸n conten铆a tambi茅n una grabaci贸n entre 脕balos y Koldo sobre su pretensi贸n de tener sexo con algunas mujeres que estaban en prostituci贸n. El intercambio de apreciaciones entre ambos sobre ellas ha mostrado el n煤cleo m谩s profundo de esta realidad social: en la prostituci贸n las mujeres son objetos, cosas, mercanc铆as y, por ello mismo, presas f谩ciles para su deshumanizaci贸n. Y la deshumanizaci贸n es la condici贸n de posibilidad para justificar cualquier forma de violencia contra ellas. El feminismo ha tenido (y tiene) hist贸ricamente la raz贸n: la prostituci贸n es una forma criminal de violencia sexual. Como tambi茅n una vulneraci贸n de los derechos humanos de mujeres que fueron expulsadas de sus familias, de sus entornos e incluso de sus propias expectativas de vida a causa de la pobreza.
Esta conversaci贸n entre ambos deja al desnudo el imaginario del putero, para el que las mujeres prostituidas son solo medios para gozar del placer que les proporciona el poder que ejercen sobre ellas. Ese placer del poder les devuelve la imagen de s铆 mismos como seres poderosos, casi omnipotentes. Su poder se alimenta de la falta de l铆mites de sus deseos y de la ausencia de resistencia a sus demandas. La impunidad es el asiento sobre el que se desarrolla la corrupci贸n, pero tambi茅n la prostituci贸n.
Tampoco debe extra帽ar que, en medio de conversaciones sobre comisiones y dinero negro, aparezca la compra de mujeres prostituidas. Las econom铆as ilegales no funcionan aisladamente: la corrupci贸n, la prostituci贸n, las drogas y diferentes econom铆as il铆citas operan juntas, se alimentan entre s铆, utilizan los mismos circuitos semi-institucionalizados para rentabilizar sus beneficios. En pocos lugares tiene un espacio tan asegurado e inevitable la prostituci贸n como en las tramas de corrupci贸n.
La conversaci贸n entre 脕balos y Koldo es una m谩s –y no de las m谩s violentas– de aquellas que tienen lugar en los foros de puteros donde las mujeres prostituidas son calificadas y puntuadas en funci贸n de distintos criterios. Desde su procedencia hasta algunas caracter铆sticas de su cuerpo, pero tambi茅n, y sobre todo, la puntuaci贸n depende de que ellas no muestren resistencia a los deseos de los puteros. Escuchar esta conversaci贸n entre estos dos puteros nos obliga a hacernos preguntas: ¿C贸mo argumentar que la prostituci贸n es un trabajo despu茅s de esta grabaci贸n? ¿C贸mo sostener que los puteros no deben ser sancionados y el proxenetismo perseguido? ¿C贸mo no hacer una ley abolicionista de la prostituci贸n? ¿C贸mo puede haber sectores de la izquierda que defienden que la prostituci贸n no es una quiebra extrema de la igualdad y una forma intolerable de explotaci贸n sexual? ¿C贸mo puede recuperar la izquierda el sentido com煤n?
Por eso, y voy a la segunda cuesti贸n, el congreso de Comisiones Obreras de este pasado fin de semana corrige en parte ese virus neoliberal que ha penetrado en los rincones ideol贸gicos m谩s profundos de algunos discursos de izquierdas. Al argumentar que la prostituci贸n es violencia sexual y desigualdad patriarcal y al negar que los cuerpos de las mujeres puedan ser lugares de trabajo, el sindicalismo de clase ha asumido que los cuerpos de las mujeres no pueden ser articulados en un mercado de consumo masculino.
Me pregunto si esta inequ铆voca posici贸n pol铆tica de CCOO, en la que el feminismo de clase del sindicato hac铆a mucho tiempo que estaba trabajando, es el principio de una nueva era ideol贸gica de la izquierda. Me pregunto si los aplausos a Unai Sordo por parte de la vicepresidenta, Yolanda D铆az, cuando el secretario general afirmaba que la prostituci贸n es explotaci贸n sexual, anuncian un cambio de rumbo de aquella izquierda que ha entendido la prostituci贸n como un acto de libertad (neoliberal) de las mujeres prostituidas.
Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/prostitucion-puteros-izquierda_129_2019104.html
Rosa Cobo es profesora de sociolog铆a de la Universidad da Coru帽a, escritora y te贸rica feminista.
EE.UU. arrincona a Latinoam茅rica para que diga "de qu茅 lado est谩" en conflicto con Ir谩n
EE.UU. exhort贸 este lunes a las naciones latinoamericanas a esclarecer "de qu茅 lado est谩n" en el conflicto con Ir谩n, luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, atacara tres instalaciones nucleares iran铆es.
Una alta funcionaria del Departamento de Estado, citada por la agencia EFE, afirm贸 que es "una gran oportunidad para que los pa铆ses en la regi贸n se den cuenta de qu茅 lado van a estar, si van a apoyar a un r茅gimen que es un patrocinador estatal del terrorismo o qu茅 postura van a tomar".
Alucinaciones de libertad e ideolog铆as de derecha: fantasmas que siguen recorriendo nuestra Am茅rica
En el escenario pol铆tico actual de Nuestra Am茅rica siguen apareciendo, aqu铆 y all谩, opciones electorales que, cada vez con menos disimulo, expresan en su programas y formulaciones discursivas visiones ultraconservadoras y reaccionarias, algunas de ellas de f谩cil asociaci贸n con alg煤n tipo de fascismo. Discursos autoritarios, de “mano dura”, de recortes de derechos, de desprestigio de las pol铆ticas p煤blicas de bienestar, de ajuste econ贸mico, de defensa ac茅rrima de la propiedad privada como valor supremo de la sociedad, de criminalizaci贸n de la migraci贸n, entre muchos otros aspectos, ya no quedan reducidos como caracterizaci贸n t铆pica de los reg铆menes dictatoriales que asolaron el subcontinente en la segunda mitad del siglo pasado. Por el contrario, en pleno siglo XXI vemos resurgir y exacerbarse tales posturas, con el diferencial m谩s reciente de ser recibidas con benepl谩cito por sectores amplios y para nada insignificantes de la poblaci贸n. Los ejemplos sobran; pasando de Pe帽a Nieto en M茅xico, Uribe (y sus delfines) en Colombia, Pi帽era en Chile, Macri en Argentina, Bolsonaro en Brasil o Lacalle Pou en Uruguay, que se reencarnan transmutando territorios hac铆a el Paraguay de Pe帽a, el Ecuador de Noboa, el Salvador de Bukele o a la Argentina de Milei. As铆, vemos que no se trata de un pasado superado sino, m谩s bien, de una continuidad derechista, conectada causalmente con el paup茅rrimo desempe帽o social y econ贸mico de los llamados progresismos de la primera d茅cada del nuevo siglo, que poco concretaron en modificaci贸n estructural del sistema de acumulaci贸n capitalista, y en mejoramiento sostenido de la situaci贸n existencial de las clases trabajadoras (empleadas o desocupadas). Ese derechismo que no ha muerto, se expresa ahora en las urnas bajo el sustento de los dispositivos tecnol贸gicos; usados como aparatos ideol贸gicos que los sectores dominantes pueden alinear a sus intereses. Tales dispositivos logran la exacerbaci贸n del individualismo y el no menos importante entendimiento de tal individualismo como una (supuesta) conquista de la libertad (obviamente, individual). La libertad, as铆 asumida, se convierte en promesa de las ideolog铆as de derecha y se transforma en el espejismo o la alucinaci贸n perseguida por millones de empobrecidos ciudadanos que, en uno y otro rinc贸n de nuestra regi贸n, legitiman con sus votos ese sinsentido cruel que consiste en hacer elegir al pueblo quien ser谩 su pr贸ximo opresor. Las tecnolog铆as, tal cual se encuentran dispuestas para el consumo masivo de la poblaci贸n, auspician la generaci贸n de burbujas de realidad bajo la cual crecen discursos de odio y polarizaci贸n; disuelven los lazos sociales en fantas铆as de conexi贸n virtual y terminan por validar puntos de vista formados por la desinformaci贸n y no por la construcci贸n argumentada del criterio. Favorecen el distanciamiento transmutado en alucinaci贸n de libertad.
Las ideas de Marx
En este escenario contradictorio y complejo se hace necesario retomar aquellas ideas que han sido construidas con la intenci贸n de ayudarnos a descifrar la complejidad del sistema contradictorio en el que vivimos. Por ejemplo, en su an谩lisis sobre el sistema capitalista, Karl Marx propuso una perspectiva de abordaje no reducible ni limitada al plano econ贸mico, que terminara reduciendo su din谩mica a una cuesti贸n meramente mercantil. Al contrario, se esforz贸 por analizarlo en su dimensi贸n de totalidad social o, en otras palabras, invit贸 a ver al capitalismo como una modalidad de vida (un sistema social de producci贸n y reproducci贸n de la vida). Con el paso del tiempo, los defensores del propio sistema capitalista han logrado trasmutar esa idea del capitalismo como “modo de vida” en el rotulo m谩s amable de modernidad (pretendiendo encapsular el concepto de capitalismo en su mera dimensi贸n econ贸mica), equiparando tal modernidad con el aumento de la capacidad productiva de las sociedades, pero aislado de su contraparte de desigual distribuci贸n de beneficios existenciales propios del tiempo presente. As铆, hoy por hoy defender los ideales de la modernidad suele generar menos oposici贸n que hacerlo frente a las promesas de bienestar del capitalismo en estricto sentido; promesas que por todas partes vemos incumplidas. Y esto porque el devenir hist贸rico ha llevado a creer (falsamente) que es posible asumir la modernidad o modernizaci贸n como un proceso separado del capitalismo y las evidentes consecuencias de pauperizaci贸n existencial que para las mayor铆as poblacionales ha causado. No son pocos quienes asumen la modernizaci贸n como una consecuencia ben茅fica del desarrollo de las sociedades humanas contempor谩neas, olvidando que tal modernizaci贸n no es cosa separada o independiente del modelo capitalista de explotaci贸n del ser humano por el ser humano.
La modernidad debe asumirse m谩s bien como un concepto que habilita la m谩s amplia identificaci贸n del tipo de sociabilidad propia del despliegue del capitalismo a lo largo y ancho del planeta. Bien podemos afirmar que, ligadas al capitalismo como modo de vida (y no solo como modelo de producci贸n de bienes y servicios) se hallan formas novedosas y distintivas de asociaci贸n, e insertas en ellas, nuevas clases de subjetividad individual. Las mismas, desde luego, no son formas est谩ticas o ahist贸ricas, sino que devienen permanentemente de la mano de los profundos cambios que el capitalismo determina en funci贸n de su creciente capacidad de concentraci贸n de la riqueza y opresi贸n de la vida. El actual capitalismo, amparado en su dual manifestaci贸n de dotador de sentidos para las pr谩cticas de sociabilidad, por un lado, y de gendarme de control y destrucci贸n de todas aquellas formas sociales que le desaf铆en, por el otro, estructura los andamiajes principales de la sociabilidad moderna, determinando los modos de vida aceptables y 煤tiles para ser parte del sistema en cualquier territorio (central o perif茅rico) y, al mismo tiempo, condicionando la reorganizaci贸n de la esfera privada del ser individual; tal el sentido que entiendo como definitorio de la modernidad.
Marx, pues, no fue en esencia un economista del capitalismo, sino ante todo un expositor de la sociolog铆a del capitalismo; esto es, de las formas de asociaci贸n y subjetividad que 茅l presupone y para cuya generalizaci贸n se ofrece como el veh铆culo clave. Esta aclaraci贸n, anclada en la necesidad de superar la explicaci贸n economicista de los planteamientos te贸ricos de Marx, parte de la reinterpretaci贸n de lo que com煤nmente hemos entendido por modo de producci贸n, que deber铆a llegar a ser entendido como una forma de expresar la propia vida, con lo cual, el capitalismo, m谩s que simplemente una estructura econ贸mica social, comprende m谩s ampliamente toda una revoluci贸n cultural, esto es, la configuraci贸n de nuevas formas de sociabilidad y por ende de subjetividad de los seres humanos. Valores, creencias y comportamientos espec铆ficos; con creciente tendencia a la abstracci贸n y al individualismo.
Al recordar esta dimensi贸n, es viable retomar la explicaci贸n dada por Marx de las formas precapitalistas de subjetividad, bajo las cuales operaba una coincidencia de los elementos que constitu铆an la personalidad individual y la identidad social, esto es, que la construcci贸n de la personalidad reconoc铆a la posici贸n que se ocupaba dentro de la comunidad. Y es precisamente en este punto en donde opera el cambio fundamental del capitalismo, que recrea un distanciamiento entre una dimensi贸n externa y una interna del ser individual, para justificar as铆 la creencia de un ser abstracto que constituye la esencia de cada ser humano, que se supone libre e igual a los dem谩s, y que puede desarrollarse con independencia de las circunstancias materiales que le envuelven, las cuales, cuando le son adversas, no dejan de suponerse como meros accidentes que no socavan la individualidad; ya que tal individualidad se piensa como independiente a sus circunstancias de contexto, y estas 煤ltimas no ser铆an m谩s que contingencias vol谩tiles.
El individuo moderno (o modernizado) se autopercibe en calidad de sujeto, con independencia de los contextos sociales, y es dotado de forma abstracta con los atributos (jur铆dico-pol铆ticos) que le permiten posicionarse dentro de una relaci贸n de transacci贸n comercial en un plano de igualdad y libertad con otros. Podr铆a decirse que el sujeto se afirma como parte de una relaci贸n de intercambio para la cual opera una especie de hipertrofia de la subjetividad (pero carente de toda objetividad) toda vez que lo que realmente fundamenta las relaciones de intercambio son las cosas y nos las personas. Desenvolverse con independencia a su contexto material de vida parece representar la libertad moderna o, en otras palabras, liberarse (en abstracto) de las ataduras de su contexto material. Esa ilusi贸n de libertad es la del individualismo; como imaginaci贸n de una separaci贸n posible de todo lo que no es querido o se entiende como atadura. Libertad que puede llegar al extremo de separarme de mi mismo (en mis condiciones materiales y concretas de vida) para llegar a ser otro, e incluso, un otro que se exprese como la negaci贸n de lo que concretamente soy. Tal enajenaci贸n conduce a una negaci贸n de m铆 mismo y, por a帽adidura, una animadversi贸n con lo que me identifica como parte de una clase que vive materialmente seg煤n las condiciones impuestas por el sistema. Si, tal como lo propone Marx, las condiciones de explotaci贸n transforman las condiciones de la inmensa mayor铆a de la poblaci贸n, creando una situaci贸n com煤n de explotaci贸n y, por ende, unos intereses comunes, esto es, una clase en s铆, cabr铆a esperar, seg煤n el propio autor, que sea la lucha colectiva la posibilidad de movilizaci贸n consciente necesaria para la formaci贸n de la clase para s铆. No obstante, los dispositivos de la modernidad tienden a coartar las experiencias de colectivizaci贸n, obturando la praxis de lucha necesaria para la conciencia de clase, dando paso m谩s bien a m煤ltiples dispositivos de individualizaci贸n que concluyen en la negaci贸n de lo colectivo y, en 煤ltimas, el odio a los aspectos materiales que identifican a la clase trabajadora entre s铆; el odio de clase dirigido contra la propia clase, en tanto y en cuanto esta representa la atadura (material) que se necesita olvidar, en pro del ideal liberador del individualismo moderno. Todo esto supone, en otras palabras, el reemplazo del horizonte de liberaci贸n colectiva por la alucinaci贸n (inofensiva) de la libertad individual.
La supuesta libertad que soporta al individuo moderno, que ya no estar铆a supeditado a dependencias de otras personas, realmente lo limita m谩s en la medida en que lo hace dependiente de las relaciones de intercambio en si mismas, esto es, de las cosas. Y tal circunstancia se posibilita y aumenta gracias a la divisi贸n social del trabajo que requiere las nuevas formas de mercado. As铆, la libertad del individuo es progresivamente menor toda vez el poder de decisi贸n de los individuos con relaci贸n a sus condiciones de vida descansa en la 贸rbita que regula el mercado y la divisi贸n social del trabajo, formas que hacen que el individuo sea m谩s interdependiente de las relaciones sociales que enmarcan estrechamente su desarrollo, relaciones que, como ya dijimos, aparentan ser m谩s independientes en la medida que no se representan en las personas sino en las mercanc铆as. As铆, el estrecho marco de relaciones y proyecciones de vida que tienen los individuos los convierten, como figura social, en la forma de “ciudadano/a” que es un sujeto abstracto, potencialmente portador de derechos y prerrogativas idealizadas (como elegir qu茅 consumir o a quien votar “libremente”), pero materialmente limitado a un contexto de relaciones que demarcan su identidad particular concreta.
En suma, las relaciones entre los individuos se presentan bajo el viso falsificador que esconden las relaciones de intercambio y, por consiguiente, la modernidad capitalista constituye a los individuos como sujetos, no a trav茅s de la sociabilidad concreta que los define y diferencia, sino en oposici贸n a esta, es decir, aumentando la interdependencia despersonalizada de los individuos frente a su posicionamiento dentro de la divisi贸n social del trabajo, mientras que se siguen alimentando los mitos sobre su val铆a interna independiente de las circunstancias externas, que induce al extremo de querer ser otro u odiar al que es igual a uno. Se trata de la creaci贸n de un abismo de distanciamiento entre las circunstancias concretas de vida y su representaci贸n abstracta. Para ello, se requiere que el individuo ignore u olvide su posici贸n y sus relaciones dentro de la sociedad y que configure su identidad individual sobre la base abstracta de su libertad igualitaria dentro de la comunidad.
Este orden de cosas es sustentado por la configuraci贸n de una forma de Estado, como el Estado burgu茅s que, con relaci贸n al sujeto, recrea la abstracci贸n de su igualdad gen茅rica, bajo supuestos como el imperio de la ley y la democracia, configurando una “comunidad ideal” que niega la diferencia a la par que regula las relaciones materiales que la aumentan. El sujeto libremente moderno se recrea dentro de la abstracci贸n en que se formulan sus formas de sociabilidad y subjetividad. Las diferencias cualitativas particulares que hacen concretamente de los individuos lo que son parecen superfluas, en tanto que la igualdad gen茅rica que parece caracterizar su subjetividad es abstracta, formal e ilusoria. La especificidad del capitalismo no est谩 fundada exclusivamente en las relaciones de clase que genera y recrea (y en su antagonismo objetivo, que es fundamental), sino, complementariamente, en la sofisticada estructuraci贸n de una forma de sociabilidad y de subjetividad basada en la abstracci贸n, en una alienaci贸n, en la que el ser humano est谩 sujeto a unas condiciones de realidad espec铆ficas, pero a la vez amarrado a un ideal de s铆 mismo: el sujeto moderno, cada vez menos libre.
La batalla de ideas del presente
Las derechas pol铆tico-ideol贸gicas de Nuestra Am茅rica parecen haber entendido muy bien algunos de los conceptos de Marx. No dejan a la suerte la profundizaci贸n permanente y cotidiana de dispositivos de individualizaci贸n que permean cada vez m谩s a mayores sectores de la poblaci贸n. Esto resulta especialmente preocupante si se piensa en el detallado 茅nfasis puesto en la publicidad para los consumos de las generaciones m谩s j贸venes. Por a帽adidura, las mismas generaciones que se encuentran cada vez m谩s vulnerables ante las pr谩cticas de desinformaci贸n mediadas por el uso excesivo e irreflexivo de los dispositivos tecnol贸gicos de comunicaci贸n (que ahora adem谩s cuentan con el impulso del sistema educativo), y que abonan a la transformaci贸n de las pr谩cticas de comunidad por nuevas relaciones virtualizadas que se venden como posibilidad de ampliar el espectro de sociabilidad, cuando en realidad corrompen su sentido y a铆slan a cada vez m谩s j贸venes. Mismas juventudes (y personas no tan j贸venes tambi茅n) que han sido profundamente golpeadas por la experiencia nefasta del aislamiento pand茅mico, que ha alterado la salud mental de la gran mayor铆a de la poblaci贸n que la padeci贸, significando tal experiencia una avanzada inigualable para la construcci贸n del individualismo y el aislamiento social como alucinaci贸n del bienestar. As铆, el panorama no parece alentador. Desde luego, las alternativas de cambio no van a llegar de la mano benefactora de ning煤n gobierno, ni podr谩n ser la obra mesi谩nica de ning煤n l铆der. Si las urnas se vuelcan cada vez m谩s a la derecha el llamado urgente es a que las ideas de izquierda se vuelquen (otra vez) a las calles, que inunden los espacios de comunicaci贸n, formaci贸n y debate, rompiendo las barreras f铆sicas y mentales del individualismo. La batalla de ideas en estos tiempos que tenemos que afrontar debe apuntar a desmitificar la ilusi贸n individualista y construir sin pausa pr谩cticas colectivas que borren ese velo fantasmal que nos divide. Si la derecha pretende apropiarse de la idea de la libertad, desde la izquierda debemos responder insistiendo en la lucha por la liberaci贸n, que solo es posible como creaci贸n colectiva; y para la cual hay que poner el cuerpo.
Rebeli贸n ha publicado este art铆culo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Tu iris por seis d贸lares: la oferta de una empresa en barrios pobres de Paraguay
Una compa帽铆a hasta ahora no identificada est谩 usando grupos de Facebook* para ofrecer el servicio de "escaneo de ojo" (iris) a personas que residen en barrios pobres de la ciudad paraguaya de Encarnaci贸n, a cambio de un monto exiguo en moneda local equivalente a entre seis y 18 d贸lares estadounidenses, seg煤n consta en una denuncia presentada por autoridades de la urbe, reportan medios locales.
La t茅cnica empleada para capturar im谩genes de alta resoluci贸n del iris permite obtener un dato biom茅trico 煤nico e intransferible, tanto como puede serlo una huella dactilar. As铆, el concejal Andr茅s Morel, advirti贸 que se trata de una informaci贸n que podr铆a ser empleada con fines deshonestos.
"No hay un humano que tenga un iris similar [a otro]. Si en celulares y bancos se usa reconocimiento facial, un escaneo de ojos nos da una identidad 煤nica que puede ser usada para otros fines", alert贸.
Investigaci贸n en curso
El esp铆ritu del nazismo a煤n se cierne sobre la humanidad
Con este art铆culo el autor quiere expresar su indignaci贸n por las atrocidades cometidas por el r茅gimen sionista contra el pueblo palestino, afirmando que el nazismo no ha sido derrotado, sigue actuando en el r茅gimen sionista.
¡El nazismo no ha terminado! ¡El nazismo no fue extirpado con la derrota sufrida por la Alemania hitleriana en 1945! ¡El nazismo y sus abominaciones est谩n hoy m谩s vigentes y en plena actividad que nunca!
A pesar de que los cr铆menes atroces cometidos a gran escala por los nazis alemanes en la primera mitad del siglo pasado suelen ser considerados como los m谩s tenebrosos y perversos que el ser humano ha sido capaz de cometer, estamos obligados a reconocer que hay un sinn煤mero de otros casos a lo largo de la historia que nada tienen que envidiar en t茅rminos de crueldad y perversidad a las pr谩cticas malignas consumadas por los partidarios de Adolf Hitler.
Probablemente, la gran motivaci贸n para que las atrocidades hitlerianas sean calificadas como la cumbre de la perversidad humana es que, por primera vez, entre las v铆ctimas que fueron blanco de la furia de sus perpetradores, hab铆a un contingente considerable de personas con las mismas caracter铆sticas 茅tnicas que quienes, sin duda, han sido los principales ejecutores de la mayor铆a de los genocidios conocidos en los 煤ltimos siete siglos.
Desde que las clases dominantes europeas se lanzaron en sus aventuras colonialistas, los pueblos del mundo han estado sufriendo las agresiones mortales desatadas por invasores provenientes de Europa. Esto ha ocurrido en todos los dem谩s continentes de nuestro planeta: 脕frica, Am茅rica, Asia y Ocean铆a. Civilizaciones enteras han sido simplemente diezmadas, todo para satisfacer la gula de acumulaci贸n de riquezas de las clases dominantes del llamado Occidente.
Aqu铆 en Am茅rica, la inmensa mayor铆a de los pueblos abor铆genes fueron masacrados y sus tierras ocupadas en el proceso de colonizaci贸n y despojo de sus riquezas naturales. 脕frica fue fuertemente atacada y buena parte de sus habitantes fueron secuestrados y llevados a otros continentes para que sirvieran como mano de obra esclava con el fin de producir ganancias para los amos europeos. En Asia y Ocean铆a las fuerzas invasoras europeas tambi茅n cometieron atrocidades y exterminios de la misma magnitud con igual prop贸sito.
Por lo tanto, el nazismo de Hitler no result贸 ser muy diferente de la pr谩ctica habitual de exterminio de otros pueblos que ya se hab铆a llevado a cabo durante mucho tiempo. La gran diferencia es que, por primera vez, esta sa帽a exterminadora tambi茅n se desat贸 contra una vasta comunidad de pura estirpe europea, y no s贸lo contra pueblos de fuera del mundo occidental.
Como es bien sabido por quienes estudiamos seriamente la evoluci贸n hist贸rica, los jud铆os que estaban presentes en gran n煤mero en Europa hasta principios del siglo pasado no ten铆an nada que ver 茅tnicamente con los antiguos pueblos hebreos que habitaban la regi贸n de Palestina en la Antig眉edad, a no ser lazos de ascendencia religiosa. Por lo tanto, cuando los detalles sobre la horrenda masacre orquestada contra los jud铆os europeos por los nazis se hicieron p煤blicos, m谩s que justamente, los efectos de la repulsi贸n y la condena vinieron a flote de manera generalizada.
Adem谩s, una parte muy significativa de esos jud铆os formaban parte de las clases trabajadoras, participando activamente en las luchas por superar las estructuras del capitalismo de la 茅poca. Tanto es as铆 que muchos de los l铆deres del movimiento socialista de entonces proven铆an de comunidades jud铆as.
Pero, con el pretexto de compensar a los jud铆os por los cr铆menes que hab铆an cometido contra ellos en Europa, las clases dominantes europeas decidieron apoyar las pretensiones de los l铆deres sionistas de crear un Estado que pudiera acoger a esa poblaci贸n que por mucho tiempo hab铆a sido v铆ctima de feroz persecuci贸n all铆. Sin embargo, a ninguno de los representantes de estas clases dominantes se les ocurri贸 ofrecerles ninguna porci贸n del territorio de Alemania, ni de Francia, ni de Austria, ni de Holanda, ni de ning煤n otro pa铆s europeo. ¡No, para nada! Se les anim贸 a crear su Estado en Palestina.
Como tambi茅n deben saberlo todos, el pueblo palestino nunca ha cometido ninguna atrocidad contra los jud铆os, ni en Palestina ni en ninguna otra regi贸n. Pero fueron ellos los elegidos para saldar la deuda moral que las clases dominantes europeas ten铆an con los sobrevivientes de las masacres y los intentos de exterminio que ellos mismos hab铆an llevado a cabo. C铆nicamente, pretend铆an matar dos p谩jaros de un solo tiro: al mismo tiempo que se liberaban del peso de la conciencia por los cr铆menes que hab铆an cometido contra los jud铆os, sacaban de Europa a un grupo de supervivientes que podr铆an causarles problemas en el futuro.
As铆, bajo la iniciativa y el mando del movimiento sionista europeo, se alent贸 al los jud铆os que restaban en Europa y a los de otras comunidades de otros lugares a trasladarse a Palestina para erigir all铆 su propio Estado. Por supuesto, el hecho de que esas tierras ya estuvieran habitadas por milenios por el pueblo palestino no significaba nada para los l铆deres sionistas. As铆, aunque casi todos los principales te贸ricos del sionismo eran personas no religiosas, ellos pasaron a alegar que el derecho a ocupar ese espacio les hab铆a sido concedido por Dios. En otras palabras, renombrados ateos hab铆an convertido a Dios en el m谩s confiable agente de bienes ra铆ces (para los intereses de ellos, por supuesto).
Empero, los sionistas que lideraban ese proceso no solo llevaron a Palestina a las personas de ascendencia jud铆a que hab铆an sobrevivido a las perversidades del nazismo en Europa. Tambi茅n trajeron con ellos la esencia misma de la ideolog铆a de los responsables del intento de exterminio de las comunidades jud铆as europeas. Para que no haya malentendidos en cuanto a lo que les quiero expresar, los dirigentes sionistas se fueron a Palestina totalmente imbuidos del esp铆ritu del nazismo, ya que, a todos los efectos, el sionismo y el nazismo tienen mucho, o m谩s bien, much铆simo, en com煤n. Aparte de alguna que otra divergencia sobre cu谩l ser铆a la raza superior destinada a sobreponerse a las dem谩s, en relaci贸n con los otros aspectos hay numerosas confluencias entre el sionismo y el nazismo, dos de las ideolog铆as m谩s perniciosas ya creadas por los seres humanos a lo largo de la historia.
Hoy, con el avance del genocidio que est谩 en marcha en Gaza y Cisjordania, los sionistas est谩n dando pruebas suficientes de que no s贸lo han asimilado bien las lecciones dictadas por los nazis, sino que han sido capaces de perfeccionar todas las t茅cnicas de matar, torturar y exterminar a seres humanos no deseados que los hitlerianos hab铆an desarrollado y promovido en su momento.
No obstante, mucho m谩s eficazmente que sus predecesores nazis, los sionistas de hoy han demostrado tener una capacidad gigantesca para articularse con las clases dominantes de otros pa铆ses y, lo que es m谩s importante, con sus medios de comunicaci贸n. Por lo tanto, a pesar de que las monstruosidades cometidas contra los ni帽os, las mujeres y la poblaci贸n civil indefensa puedan ser vistas casi en tiempo real en todo el mundo, y aunque est茅n delante de nuestros ojos las escenas de miles y miles de ni帽os sufriendo hambre aguda debido a que los sionistas impiden la entrada de agua y alimentos en Gaza, los medios de comunicaci贸n apenas se detienen en estos detalles.
Adem谩s, en este momento, con la violenta agresi贸n terrorista desatada por medio de los dispositivos b茅licos del Estado sionista de Israel contra Ir谩n, que han redundado en el brutal asesinato de decenas de oficiales iran铆es, se evidencia otra faceta del sionismo que lo acerca a煤n m谩s al nazismo: la presunci贸n de poder imponer todos sus designios a otros pueblos, sin ninguna preocupaci贸n por las consecuencias derivadas de sus ataques asesinos, al igual como tambi茅n actuaban los l铆deres de la Alemania nazi. Fue bajo similar inspiraci贸n que las hordas hitlerianas invadieron, ocuparon y llevaron la muerte y muchas otras desgracias a Francia, Checoslovaquia, Polonia, la Uni贸n Sovi茅tica, etc.
En resumen, sin ning煤n subterfugio, el sionismo y el nazismo son ideolog铆as de la misma orientaci贸n. Ambos se basan en el etnocentrismo excluyente, en la falta total de empat铆a con el sufrimiento de quienes est谩n fuera de su propio grupo. Pero, la crueldad de los sionistas logra ser a煤n m谩s insana. S贸lo seres dotados de un gigantesco sentimiento de perversidad ser铆an capaces de hacerse pasar por v铆ctimas de una persecuci贸n prejuiciosa siempre que sus cr铆menes sean expuestos y denunciados. Tanto es as铆 que es imposible hacerles una justa cr铆tica y condena de sus cr铆menes sin que inmediatamente nos tilden de antisemitas. ¡Realmente, los hitlerianos no ten铆an la desfachatez de llegar a tal punto!
Traducido del portugu茅s para Rebeli贸n por el propio autor.
Fuente: https://www.viomundo.com.br/politica/jair-de-souza-o-espirito-do-nazismo-continua-pairando-sobre-a-humanidade.html
Rebeli贸n ha publicado este art铆culo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
El pecado liberal de acumulaci贸n con desigualdad
En el primer tomo de El Capital, publicado por Karl Marx (1818-1883) en 1867, hay un cap铆tulo (el XXIV) titulado “La llamada acumulaci贸n originaria” que fue pionero en analizar dos asuntos clave para entender la econom铆a contempor谩nea: de una parte, la g茅nesis hist贸rica del capital y de otra, el papel que en ello tuvo el colonialismo europeo. Son dos caras de la misma moneda.
Como era usual en varios de sus escritos, Marx comienza por una comparaci贸n b铆blica y dice: “Esta acumulaci贸n originaria viene a desempe帽ar en econom铆a pol铆tica el mismo papel que desempe帽a en teolog铆a el pecado original. Al morder la manzana, Ad谩n engendr贸 el pecado y lo transmiti贸 a toda la humanidad”. Y as铆 fue. Marx comienza por distinguir muy bien la “era” del capitalismo frente al sistema capitalista como tal. Afirma: “Aunque los primeros indicios de producci贸n capitalista se presentan ya, espor谩dicamente, en algunas ciudades del Mediterr谩neo durante los siglos XIV y XV, la era capitalista s贸lo data, en realidad, del siglo XVI”; pero el capitalismo definitivamente surge con la primera revoluci贸n industrial a mediados del siglo XVIII. Las condiciones de su existencia fueron preparadas por la acumulaci贸n originaria que “no es, pues, m谩s que el proceso hist贸rico de disociaci贸n entre el productor y los medios de producci贸n. Se la llama “originaria” porque forma la prehistoria del capital y del r茅gimen capitalista de producci贸n”, concluye Marx.
En esa “disociaci贸n” los productores directos, los trabajadores de todo tipo, fueron literalmente expropiados de su propiedad y de los frutos de su propio trabajo, para ser convertidos en poseedores de fuerza de trabajo “libre” (en el doble sentido de quedar “libres” de propiedad y “libres” para la venta -salarios- de su fuerza de trabajo), de la cual ya pueden aprovechar los capitalistas contempor谩neos para continuar su enriquecimiento. La econom铆a ha olvidado el origen hist贸rico de esa riqueza acumulada, que se ha logrado mediante la esclavitud, la servidumbre, la expulsi贸n a los campesinos de sus tierras, la extorsi贸n o la violencia para saquear recursos y, sin duda, por intermedio de la colonizaci贸n, de la cual aprovecharon las potencias europeas. Marx resume: “El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de Am茅rica, la cruzada de exterminio, esclavizaci贸n y sepultamiento en las minas de la poblaci贸n aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversi贸n del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que se帽alan los albores de la era de producci贸n capitalista. Estos procesos id铆licos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulaci贸n originaria”.
A pesar de su an谩lisis, Marx no lleg贸 a profundizar en los procesos espec铆ficamente latinoamericanos, aunque retom贸 el tema del colonialismo en los tres a帽os finales de su vida. Sin embargo, especialmente desde la d茅cada de 1960, Am茅rica Latina transform贸 las ciencias sociales por su espec铆fico estudio de la regi贸n. Aqu铆 surgi贸 la que pas贸 a denominarse como “teor铆a de la dependencia”, con m煤ltiples autores de renombre: Enzo Faletto, Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, e incluso extranjeros como Andre Gunder Frank y Samir Amin, junto al relevante papel internacional que adquiri贸 la CEPAL y su Secretario Ejecutivo Ra煤l Prebisch.
Gracias a esas investigaciones se demostr贸 que la dependencia y los desniveles en los t茅rminos del intercambio, que surgieron precisamente desde la 茅poca de la conquista y la colonizaci贸n al iniciarse el siglo XVI (destacaron Espa帽a y Portugal), fueron los factores esenciales para el “subdesarrollo” de Am茅rica Latina, que continu贸 durante los siglos XIX y el imperialismo del XX, es decir, luego de las independencias, bajo nuevas “metr贸polis” o “centros capitalistas”: Inglaterra, primero y Estados Unidos, despu茅s.
Desde luego, las teor铆as latinoamericanas eran combatidas por “comunistas” o “marxistas”. Pero nunca se pudo afectar ni desmontar la base hist贸rica con la que se sustentaron los an谩lisis econ贸micos.
Un reciente estudio de Gast贸n Nievas y Thomas Piketty (este 煤ltimo investigador ampliamente reconocido por obras como “El capital en el siglo XXI”), titulado “Unequal Exchange and North-South Relations: Evidence from Global Trade Flows and the World Balance of Payments 1800-2025” (https://t.ly/kS47-) vuelve sobre el tema de las relaciones econ贸micas internacionales; y, sobre el examen de un nuevo e impresionante material estad铆stico de algo m谩s de dos siglos, llega a conclusiones decisivas: en el siglo XIX las potencias coloniales se enriquecieron a costa de imponer su poder y la extracci贸n de recursos; en el siglo XX la globalizaci贸n basada en un comercio internacional abierto no impidi贸 sino que acentu贸 los desequilibrios mundiales en los cuales se perjudicaron los pa铆ses del Sur global; el neoliberalismo global, que vendi贸 la ilusi贸n por la autocorrecci贸n que har铆an los mercados a los desequilibrios, ha sido un fracaso total y la desigualdad prosigui贸. Los autores concluyen que es necesario cambiar el sistema internacional y sus instituciones econ贸micas, para crear nuevas reglas que permitan revertir las desigualdades que incluso han generado tensiones geopol铆ticas mundiales.
El estudio de Piketty-Nievas revaloriza la “vieja” teor铆a de la dependencia y los estudios latinoamericanos sobre las relaciones econ贸micas de la regi贸n con las potencias saqueadoras y permite reafirmar la perversidad de la “econom铆a libre” para Am茅rica Latina. Pero tambi茅n recuerda a Marx, para quien estuvo muy claro que “el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”.
Rebeli贸n ha publicado este art铆culo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
CAPITALISMO Y FELICIDAD
Muchas veces nos venden la ilusi贸n del capitalismo como un sistema de realizaci贸n de los deseos, donde podemos avanzar en una ilimitada b煤squeda de la felicidad. La l贸gica neoliberal refuerza este discurso, ense帽谩ndonos, adem谩s, que la b煤squeda de la felicidad es siempre e invariablemente una cuesti贸n individual. Los grandes relatos han muerto, sostienen, y con ellos la posibilidad de proyectos colectivos. Queda entonces el refugio de una individualidad hedonista, donde la felicidad se reduce a la satisfacci贸n de necesidades individuales, en la forma y los marcos establecidos por el propio sistema.
El derrumbe del socialismo en Europa del Este reforz贸 los sentidos de lo que el marxista brit谩nico Mark Fisher denomina como “realismo capitalista”. Esto es, b谩sicamente, la concepci贸n de que nos hayamos no en el mejor de los mundos posibles, como sosten铆a un personaje del «C谩ndido», de Voltaire, sino en el 煤nico mundo posible y debemos aceptarlo. As铆 nos educan las industrias culturales, las redes sociales, los aparatos ideol贸gicos del moderno estado capitalista, para la normalizaci贸n de las relaciones de producci贸n imperantes y la invisibilizaci贸n del sistema. El show es una poderosa herramienta de educaci贸n e insensibilizaci贸n pol铆tica y, al mismo tiempo, es parte de la construcci贸n de un mundo espectacularizado, donde predominan las apariencias sobre las esencias y donde se impone una violenta idea de la felicidad, asoci谩ndola de modo casi invariable al 茅xito y la belleza.
Como resultado de esto, sobre el individuo presionan por un lado estereotipos sociales pr谩cticamente inalcanzables y, por el otro, se le atribuye la responsabilidad sobre procesos que son claramente sociales. Esto 煤ltimo comprende desde la responsabilidad individual con la crisis clim谩tica hasta la responsabilidad con su estabilidad laboral. Esto en un mundo donde la verdadera esencia de los problemas medioambientales reside m谩s en la voracidad empresarial y las descontroladas din谩micas extractivistas que con el descuido individual y donde la precariedad del trabajo, oculta bajo la jerga neoliberal del emprendurismo, el “s茅 tu propio jefe”, etc., realmente ocultan el hecho de que el capital ha avanzado sobre el mundo del trabajo, destruyendo empleos y precarizando las opciones laborales de buena parte de la humanidad.
No es de extra帽ar que, en este hostil universo, Mark Fisher apunte que se debe tratar a la depresi贸n como una crisis de salud producto del capitalismo, algo que no resulta para nada descabellado cuando se miran algunos indicadores en las sociedades del capitalismo desarrollado contempor谩neo. Baste solo como dato marco, se帽alar que, seg煤n el Instituto Tricontinental en 2024 los dos mil 153 multimillonarios m谩s ricos pose铆an m谩s riqueza que el 60 por ciento de la poblaci贸n mundial, unos cuatro mil 600 millones de seres humanos. La forzada individualizaci贸n del problema, se refuerza entonces con esta desigualdad estructural, fomentando sentimientos de exclusi贸n y alienaci贸n.
Seg煤n la Organizaci贸n Mundial de la Salud (OMS) en torno al cinco por ciento de los adultos en el mundo padecen depresi贸n, unos 300 millones de personas, pero este dato cuantifica solo aquellos casos de personas que se han acercado a recibir atenci贸n m茅dica especializada o viven en un pa铆s donde tienen acceso a este tipo de servicio. La propia OMS proyecta que, para 2030, la depresi贸n ser谩 la principal causa de discapacidad social a nivel global.
Viendo algunos n煤meros por pa铆s, nos encontramos con que en 2020 en Espa帽a 2,1 millones de personas sufr铆an alg煤n tipo de cuadro depresivo, con 230 mil casos graves. En Portugal un 9,8 por ciento de la poblaci贸n ha sido diagnosticada con depresi贸n y en Alemania un 9,2 por ciento de la poblaci贸n. La Uni贸n Europea en general, para 2019, registraba un 7,2 por ciento de la poblaci贸n adulta, unos 30 millones de personas, con s铆ntomas depresivos de diversa intensidad. Las mujeres con m谩s incidencia de esta condici贸n que los hombres.
En Chile, el laboratorio del neoliberalismo durante la dictadura pinochetista, seg煤n datos de 2017, unas 844 mil personas mayores de 15 a帽os ten铆an un diagn贸stico de depresi贸n, con una tasa de suicidio de 11 por cada 100 mil habitantes. De hecho, durante el estallido social de 2019 en Chile, una de las consignas sostenidas por los manifestantes fue “No era depresi贸n, era capitalismo”, en clara referencia a la relaci贸n entre enfermedad mental y el sistema hegem贸nico.
En Canad谩, para 2021, el 15,2 por ciento de los adultos, unos 4,7 millones de personas, reportaron s铆ntomas depresivos. Entre los j贸venes de 15 a 24 a帽os la cifra alcanza el 20 por ciento. En Australia, en el otro extremo del mundo, entre 2020 y 2021 aproximadamente el 17,8 por ciento de los adultos reportaron s铆ntomas de ansiedad y depresi贸n. Entre los ind铆genas australianos, hist贸ricamente explotados y desfavorecidos, estas tasas se elevan hasta un 30 por ciento.
En el propio imperio norteamericano los datos no son menores. En 2021 el 18,8 por ciento de los adultos, unos 47 millones, experimentaron s铆ntomas de depresi贸n en alg煤n momento. Entre los j贸venes de 18 a 25 a帽os la cifra se eleva hasta el 24 por ciento. Tanto estos datos, como algunos de los anteriores, por las fechas que se manejan, pudieran considerarse, en lo fundamental, como indicadores del momento pand茅mico m谩s que del sistema. Sin embargo, un an谩lisis m谩s cuidadoso, desmonta esta falsa impresi贸n.
En su excelente investigaci贸n «Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream» (Ciencias Sociales, Cuba, 2022) la periodista de RT Helena Villar documenta voces y datos diversos que dan un panorama completo y complejo de la sociedad Norteam茅rica actual. En di谩logo con una investigadora del Instituto Brookings, esta identifica la pobreza y las presiones econ贸micas de la sociedad norteamericana como una de las principales causas de depresi贸n.
“Hay algo de ser pobre en este pa铆s que es super deprimente. Vienes aqu铆 y vas a lugares desfavorecidos, y, por encima de todo, del crimen o de todo aquello que no tienen est谩 lo siguiente:
– la falta de esperanza
– la falta de respeto a s铆 mismos
– y el distanciamiento del resto de la sociedad.
Para m铆, el mayor coste de ser pobre en Estados es el coste psicol贸gico.”
A pesar de que el problema es evidente y est谩 frente a los ojos, lo ocultan una serie de estructuras ideol贸gicas, entre ellas la concepci贸n m茅dica predominante en buena parte de la medicina actual, que trata el problema de la depresi贸n como producto, fundamentalmente, de un desbalance en la qu铆mica cerebral, desconociendo las implicaciones sociales de este trastorno.
En otras palabras, sumado a las presiones econ贸mica y la iniquidad estructural, sumado a la violenta individualizaci贸n de responsabilidades colectivas, sumado al estridente y constante espect谩culo que nos impone modelos de vida y modelos humanos inalcanzables por irreales, sumado a las ilusiones de un sistema que te convence de que cualquiera puede hacerse rico, pero al mismo tiempo destruye empleos y precariza los existentes, los individuos deben lidiar con una cohorte de psiquiatras y sic贸logos que atacan las consecuencias del problema, pero son incapaces de llegar a la ra铆z de sus causas. El resultado es una infelicidad anestesiada, que es la que predomina en muchas de nuestras sociedades contempor谩neas.
Las grandes tareas de la izquierda actual pasan, entonces, por romper en la teor铆a y en la pr谩ctica con estas tendencias dominantes. En recuperar los espacios colectivos que se han fracturado y reconstruir una relaci贸n sana entre los social y lo individual, al tiempo que se plantea seriamente la superaci贸n efectiva del orden de producci贸n y propiedad imperantes. Esto implica pensar y buscar modelos post capitalistas efectivos. No limitarse a ser la conciencia cr铆tica del orden imperante, que al final contribuye a su mejoramiento al apuntar los nudos m谩s 谩lgidos de la contradicci贸n sin hacer absolutamente nada por cortarlos, al mejor estilo alejandrino.
En la tradici贸n marxista y revolucionaria, la respuesta que se ha buscado ha sido siempre colectiva, entendiendo que solo desde el punto de vista de la totalidad social es posible alcanzar una plena conciencia para la transformaci贸n del sistema. Y esa totalidad s贸lo se alcanza en las estructuras colectivas de una clase con potencial revolucionario. Esa clase, todav铆a hoy, sigue siendo el proletariado.
Desde los soviets hasta los consejos obreros, pasando por los consejos de f谩brica turineses y otras muchas y m煤ltiples formas de asociaci贸n, la b煤squeda de estas alternativas ha sido heroica y en ella se combinan 茅xitos y fracasos. Marx, influido por los datos concretos aportados por la realidad, encontr贸 en la Comuna de Paris como forma de organizaci贸n del proletariado urbano y la comuna rural rusa como forma de organizaci贸n de la producci贸n los posibles modelos para configurar un horizonte comunal que permitiera, en los hechos, superar el orden capitalista con todas sus taras.
En el mundo de hoy, impregnado de realismo capitalista, de fines de la historia y otras fantas铆as neoliberales, se alza, entre otros proyectos alternativos, la Venezuela Bolivariana, desde cuyo seno se impulsa un gran proyecto comunal. Y si algo he aprendido en numerosas conversaciones con comuneras y comuneros es que la transformaci贸n que se vive al interior de las estructuras comunales, el paso de objetos a sujetos de cambio en el marco de un proyecto colectivo y solidario de superaci贸n de las relaciones capitalistas, le devuelve al ser humano una felicidad que yac铆a aletargada. La felicidad de construir su propia emancipaci贸n frente a la enajenaci贸n depresiva del capitalismo.
Jos茅 Ernesto Nov谩ez Guerrero. Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociaci贸n Hermanos Sa铆z (AHS). Coordinador del cap铆tulo cubano de la Red en Defensa de la Humanidad. Rector de la Universidad de las Artes
Fuente: https://centrodescolonizacionvzla.wordpress.com/2025/06/09/capitalismo-y-felicidad/
Netanyahu busca la guerra
Las fuerzas de colonizaci贸n e invasi贸n de Israel –orwelianamente llamadas Fuerzas de Defensa, por Tel Aviv– atacaron ayer por la noche decenas de objetivos en Teher谩n y otras localidades iran铆es con el pretexto de desmantelar el programa at贸mico persa al que acusa, sin pruebas, de perseguir objetivos militares. El pasado 5 de junio, Israel bombarde贸 谩reas densamente pobladas de la capital libanesa, mientras ayer mismo en la madrugada invadieron Siria y secuestraron a varias personas, por lo que en apenas una semana las tropas israel铆es han agredido a tres naciones soberanas, lo que, sumado a su ocupaci贸n permanente de los territorios palestinos, la ampliaci贸n de sus anexiones ilegales de tierras de L铆bano y Siria y el rapto de un buque de la Flotilla de la Libertad que intentaba llevar ayuda humanitaria urgente a la franja de Gaza, da cuenta de los niveles de violencia alcanzados por Tel Aviv bajo el mando del fascista Benjamin Netanyahu.
En los bombardeos a edificios civiles de Ir谩n fue asesinado, seg煤n una agencia de noticias de esa naci贸n, el mayor general Hossein Salami, comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Isl谩mica; el r茅gimen de Tel Aviv afirm贸 que adem谩s asesin贸 al jefe del ej茅rcito iran铆, Mohammad Bagheri, as铆 como a otros mandos militares y a cient铆ficos nucleares. Se trata de la en茅sima prueba de que el primer ministro israel铆 est谩 dispuesto no s贸lo a exterminar al pueblo palestino, sino a arrastrar al mundo entero a una guerra total si ello es lo que requiere para eludir o al menos postergar los juicios por corrupci贸n que se le siguen en su pa铆s y as铆 mantenerse en el poder.
Asimismo, hay una deliberada provocaci贸n e incluso un insulto personal en el hecho de que la agresi贸n fue llevada a cabo s贸lo tres d铆as despu茅s de que su principal aliado, c贸mplice y patrocinador, el presidente estadunidense Donald Trump, le pidiera de forma expl铆cita abstenerse de iniciar una confrontaci贸n con Teher谩n, mientras siguen su curso las negociaciones bilaterales en torno al desarrollo de la tecnolog铆a at贸mica iran铆. Con sus actos, Netanyahu ratifica la postura israel铆 que se ha consolidado en los lustros recientes: Tel Aviv har谩 lo que quiera, cuando quiera, como quiera y contra quien quiera, dando por sentado que ninguna transgresi贸n har谩 vacilar el apoyo incondicional de Washington al proyecto sionista.
Por otra parte, aunque Trump ha repetido sus llamados a la contenci贸n de Netanyahu desde su regreso a la Casa Blanca en enero pasado, no puede olvidarse que el magnate es el responsable principal de la virulencia israel铆 y de que hoy por hoy Medio Oriente pase por uno de los momentos m谩s delicados de su convulsa historia. La ultraderecha israel铆 no tendr铆a excusas para golpear a Ir谩n si, en su primer mandato, Trump se hubiera limitado a respetar el hist贸rico acuerdo alcanzado en 2015 por Washington y Teher谩n, con China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania como avales.
Ese tratado ya daba a Occidente todas las garant铆as y mecanismos para supervisar que el programa nuclear iran铆 siguiera objetivos civiles leg铆timos a cambio de suavizar las sanciones ilegales que asfixiaban al pueblo de la Rep煤blica Isl谩mica, pero la man铆a trumpiana por borrar el legado de su antecesor dem贸crata Barack Obama lo llev贸 a retirarse unilateralmente y restablecer la pol铆tica de aniquilaci贸n contra Ir谩n. La irresponsabilidad y el cortoplacismo del magnate, junto a la sed de sangre de Netanyahu, amenazan con incendiar la regi贸n y llevar a una escalada de ramificaciones inquietantes.
Por 煤ltimo, es necesario remarcar que todos estos episodios de horror s贸lo son posibles por la permisividad de la comunidad internacional –y en particular de la supuestamente democr谩tica Europa– con Israel, al que se le disculpan, justifican e incluso aplauden cr铆menes de guerra, asesinatos de funcionarios extranjeros, actos de terrorismo perpetrados en terceros pa铆ses, violaciones permanentes a los derechos humanos e incluso un genocidio frente a los ojos del mundo.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/06/13/editorial/netanyahu-busca-la-guerra
"Fue una amistad y una relaci贸n profunda. Simplemente lo viv铆 y ahora lo vivo en el recuerdo": entrevista con Luc铆a Topolansky, viuda de Jos茅 "Pepe" Mujica
¿C贸mo han sido estas 煤ltimas semanas para usted?
Un aluvi贸n de cosas previsibles.
Hace un a帽o, cuando se detect贸 la enfermedad, por la edad de Pepe y por el tipo de enfermedad, siempre tuvimos la sospecha de que no se avecinaba un tiempo eterno. Pod铆a ser m谩s, menos, pero…
Entonces fue un a帽o en que uno fue pensando una cantidad de cosas, cerrando cosas. Y ahora empieza otro tiempo.
En ese momento tomamos algunas decisiones, porque no ten铆amos la posibilidad humana de tocar la melod铆a en todo el teclado. SEGUIR LEYENDO AC脕
“Sociedad automedicada”: los mitos y riesgos sobre salud mental en los j贸venes
Cinco a帽os despu茅s de la pandemia, algunos de sus efectos m谩s profundos siguen presentes. La expansi贸n de la virtualidad, el avance de la inteligencia artificial y una nueva forma de pensar la salud mental marcan el pulso de esta 茅poca.
Lo que empez贸 como una adaptaci贸n forzada se convirti贸 en una forma establecida de habitar el mundo: relaciones mediadas por pantallas, algoritmos que ofrecen respuestas, y la exposici贸n a consideraciones sobre el malestar ps铆quico, frecuente en redes sociales. SEGUIR LEYENDO AC脕
«La masacre de los hambrientos»: fueron a por ayuda humanitaria al punto que les dijeron en Gaza y acabaron tiroteados
Cruz Roja ha confirmado la muerte de al menos 21 palestinos el domingo pasado cerca de un punto de distribuci贸n de ayuda. Los supervivientes aseguran que iban a recoger comida y acusan directamente a los soldados israel铆es de la matanza. El ej茅rcito lo niega.
M谩s de 30 palestinos murieron el domingo por disparos israel铆es cuando se dirig铆an a recibir alimentos en un punto de distribuci贸n de ayuda establecido por una fundaci贸n respaldada por Israel en Gaza, seg煤n testigos. Un hospital gestionado por la Cruz Roja confirm贸 que atendi贸 a muchos heridos.
Los testigos dijeron que las fuerzas israel铆es hab铆an abierto fuego cuando los palestinos se dirig铆an al punto de distribuci贸n de ayuda en Rafah gestionado por la Fundaci贸n Humanitaria de Gaza (GHF).
“Mi hermano fue a recibir ayuda a los puntos de distribuci贸n estadounidenses de Rafah cuando empezaron a lloverles las balas”, declar贸 Yarin Abu al Naja, de 44 a帽os. “Los soldados israel铆es hab铆an empezado a disparar contra la gente de all铆. Mi hermano fue con dos de sus amigos. Uno de ellos result贸 gravemente herido en la cabeza, el otro muri贸 y a mi hermano le dispararon por la espalda”.
“Lo trasladaron al hospital en un carro tirado por un burro; ninguna ambulancia puede llegar a la zona y hab铆a docenas de heridos y muertos”, a帽adi贸 Naja. “Le vimos colocado en el suelo. No hab铆a camas disponibles debido al gran n煤mero de heridos y muertos que llegaban desde el mismo lugar. Las escenas eran horribles: personas a las que les faltaban miembros, manos o piernas, otras decapitadas o con el abdomen abierto.”
Los medios de comunicaci贸n informaron de que decenas de personas estaban siendo atendidas en el hospital tras el 煤ltimo incidente en el controvertido emplazamiento de Rafah. Los funcionarios del hospital de campa帽a no precisaron qui茅n abri贸 fuego, pero a帽adieron que otras 175 personas hab铆an resultado heridas.
El Comit茅 Internacional de la Cruz Roja (CICR) dijo que su hospital de campa帽a en Rafah recibi贸 una “afluencia masiva de v铆ctimas” de 179 personas, 21 de las cuales fueron declaradas muertas a su llegada. “Todos los pacientes dijeron que hab铆an intentado llegar a un lugar de distribuci贸n de ayuda”, a帽adi贸 el CICR, que lo describi贸 como “el mayor n煤mero de heridos por arma en un solo incidente desde la creaci贸n del hospital de campa帽a hace m谩s de un a帽o”.
Seg煤n las autoridades sanitarias locales, al menos 31 de los muertos fueron trasladados al hospital Nasser. La Media Luna Roja tambi茅n inform贸 de que otros 14 palestinos hab铆an resultado heridos cerca de otro punto de distribuci贸n de ayuda en el centro de Gaza. SEGUIR LEYENDO AC脕
Uruguay ante el horror en Gaza y Cisjordania
Por Angel Vera
La cat谩strofe humanitaria se ha agravado en Gaza bajo el fuego de Israel, un verdadero enclave colonial e imperialista. En efecto, Israel lleva una pol铆tica sistem谩tica de conquista, ocupaci贸n, desplazamiento y apartheid, que intenta eliminar la posibilidad de la constituci贸n de un Estado palestino soberano. Por ejemplo, el 21 de mayo, el primer ministro Benjam铆n Netanyahu reconoci贸 haber permitido el financiamiento de Hamas desde 2018, para dividir a los palestinos.(m谩s…)
Procesaron con prisi贸n domiciliaria al excomandante en jefe de la Armada Tabar茅 Daners
El excomandante en Jefe de la Armada Tabar茅 Daners fue procesado con prisi贸n domiciliaria en la causa que investiga torturas en el centro de detenci贸n clandestino del cuerpo de Fusileros Navales entre 1977 y 1978, seg煤n informaron a la diaria fuentes judiciales. La jueza en lo penal de 23°, Isaura T贸rtora, dispuso el procesamiento de Daners por cinco delitos de abuso de autoridad contra los detenidos y cinco delitos de privaci贸n de libertad contra militantes del Partido Comunista, la Uni贸n de Juventudes Comunistas que fueron detenidos en 1977 y torturados en la sede del Fusna. SEGUIR LEYENDO AC脕
Joan Manuel Serrat: "No he esperado a tener 80 a帽os para saber que todo pasa muy deprisa y que hoy eres fuego y ma帽ana olvido"
Hablar con Joan Manuel Serrat (Catalu帽a, 1943) es casi tan bonito como escucharlo cantar.
El cantautor espa帽ol -para muchos el mejor de todos junto al cubano Silvio Rodr铆guez- es un gran contador de historias, y es generoso con las an茅cdotas que comparte.
Hace unas noches lo escuch茅 en una conversaci贸n con el escritor nicarag眉ense Sergio Ram铆rez en el Teatro Lux de Ciudad de Guatemala y, aunque algunas de las preguntas que le hizo son similares a las de esta entrevista, las respuestas ten铆an otros detalles, otro tono, otra forma de narrar.
A los 81 a帽os, Serrat tiene una memoria prodigiosa. Va revelando sus recuerdos y pensamientos como si estuvieran dentro de matrioskas rusas o fueran capas de cebollas, ese vegetal que inspir贸 uno de los poemas m谩s hermosos de Miguel Hern谩ndez y que 茅l convirti贸 en una canci贸n inolvidable. SEGUIR LEYENDO AC脕
Dictaduras en Sudam茅rica: Uruguay sac贸 a la luz documentos hist贸ricos del Plan C贸ndor
Se trat贸 de una campa帽a de represi贸n pol铆tica y terrorismo de Estado llevada a cabo por varios gobiernos dictatoriales latinoamericanos con el respaldo de Estados Unidos. SEGUIR LEYENDO AC脕
Conocer el imperialismo, tarea ineludible
Por Marcos Roitman Rosenmann
La ca铆da de los imperios dio a luz el imperialismo. Durante el siglo XX y lo que va del XXI su estructura se ha modificado. Pero su definici贸n sigue vigente. Si nos atenemos a la primera caracterizaci贸n, Gran Breta帽a se estrenaba como faro de la revoluci贸n industrial.(m谩s…)
Mauricio Rosencof le dedic贸 un poema a Jos茅 Mujica
“Si este fuera mi 煤ltimo poema, insumiso y triste, ra铆do pero entero, tan solo una palabra escribir铆a: compa帽ero”, recit贸.