El escritor que ayudó a distintas generaciones a conocer y descubrir la profunda, intensa, explotada, saqueada y resistente América Latina; el escritor de las venas abiertas y de la gente como mar de fueguitos; el futbolero, el apasionado, el rebelde y el intelectual que detestaba ser considerado uno de ellos. El solidario con las causas populares, con la defensa persistente de la memoria, la verdad y la justicia, el que rescató a los olvidados del continente para contar sus historias con dulzura cercana y en modo prosa feroz, hoy cumpliría un año más, en una América Latina tan contradictoria, tan injusta y tan desigual como siempre o tal vez, un poco más que siempre.
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