Un hito que rompe el imaginario. Entre críticas y autocríticas, el colectivo Ni Todo Está Perdido, conformado por personas en situación de calle organizadas, impulsó una cooperativa que sacó a decenas de personas de la calle a partir del trabajo de mantenimiento y limpieza de baños públicos en la ciudad. Un proyecto valioso que requiere apoyo para continuar.
Hubo un tiempo en el que los baños privados hacían de públicos. La mayoría de los bares o cafeterías no ignoraban la necesidad de un transeúnte en apuros. Hoy solo hay excepciones. En Montevideo, la mayoría de los locales subrayan en su cartelería casera: «Exclusivo para clientes». Podés aguantar hasta llegar a tu casa o trabajo, pero si vivís en la calle, no queda otra; con mucha suerte, encontrás un edificio público que te permita ingresar. En ambos casos, haciéndole frente a la ley 19.120 –más conocida como ley de faltas–, que, castigo mediante, aboga por el orden y la convivencia. Fue por estas y otras urgencias que los integrantes fundadores del colectivo Ni Todo Está Perdido (NITEP), conformado por personas en situación de calle (véase «Solos es imposible», Brecha, 2-V-25), visitaban asiduamente la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de la República (Udelar). En eso, allá por 2018, dieron con un grupo de docentes que los acompañó durante la gestación y constitución de lo que ahora es un colectivo consolidado. Y entre asambleas y espacios de vocerías, se presentó –pulió, argumentó y ensayó– una idea: hacen falta baños públicos. Y los integrantes de NITEP quieren trabajar en su mantenimiento y limpieza. Bingo
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