SOCIEDADPocos saben que los dulces “Los Nietitos” y la marca “Nix” ahora son de multinacionales


 La presencia de capitales extranjeros en Uruguay contin煤a en aumento y alcanza a sectores estrat茅gicos como la industria alimentaria, la construcci贸n, el agro y las bebidas. Aunque muchas marcas mantienen su nombre y su identidad local, ya no pertenecen a empresarios uruguayos. Seg煤n estimaciones    difundidas en distintos estudios p煤blicos, entre el 35% y el 40% del territorio productivo del pa铆s est谩 en manos extranjeras, una tendencia que tambi茅n se replica en empresas emblem谩ticas.  

Avanza la identificaci贸n del horror en La Perla


 Luego de la recolecci贸n de una importante cantidad de restos 贸seos humanos empieza el trabajo de clasificaci贸n, identificaci贸n y cotejo con las muestras existentes. Son huesos mezclados y no esqueletos completos ya que, como dijeron testigos, los cuerpos fueron removidos y trasladados luego de ser enterrados. SEGUIR LEYENDO AC脕

LA OTRA CARA DE BUKELE


 

Los despidos y la venta de M24 El bot贸n de muestra


Victor H. Abelando

28 noviembre, 2025- semanario Brecha 

El llamativo silencio institucional y de referentes frenteamplistas que sucedi贸 al despido masivo e intempestivo de todos los trabajadores de M24, la radio de FM propiedad del Movimiento de Participaci贸n Popular (MPP), se pretendi贸 sustituir, a las pocas horas, por la idea de que dicha emisora no pertenec铆a al sector mayoritario del Frente Amplio (FA). En las redes sociales, varias focas, trols y bots lanzaron la informaci贸n de que el MPP solo alquilaba la radio y, por tanto, no era responsable de la venta al grupo El Observador ni de los despidos. Pero la deformaci贸n informativa dur贸 poco, no solo porque varios de sus experiodistas desnudaron la identidad de los propietarios, sino porque, adem谩s, una simple b煤squeda de documentos permiti贸 conocer una resoluci贸n del 6 de mayo de 2024 por la cual Bonimar SA (propietaria de la emisora) transfer铆a el 100 por ciento de sus acciones a la dirigente del MPP Andrea Martini Guigou. El texto, firmado por Beatriz Argim贸n, en ejercicio interino de la presidencia, y por la entonces ministra de Industria, Elisa Facio, dice: «Apru茅base la transferencia parcial de la titularidad de la frecuencia 97.9 MHz, Canal 250, de la ciudad de Montevideo, departamento de Montevideo, cuyo titular es Bonimar SA, a favor de la Sra. Andrea Mirela Martini Guigou. Establ茅cese que la empresa Bonimar SA quedar谩 integrada por la Sra. Andrea Mirela Martini Guigou con el 100 por ciento del capital accionario».


El control del sector tambi茅n qued贸 claro respecto a las emisoras de Colonia (FM 102.5) y Maldonado (FM 90.9). Un senador del MPP, Nicol谩s Viera, posee el 67 por ciento de la primera (B煤squeda, 27-XI-25), mientras que la segunda est谩 en manos de Martini en un 99 por ciento.


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Tras un fin de semana de silencio del oficialismo, el lunes en la reuni贸n del secretariado del FA el delegado emepepista Heber Bousses justific贸 la venta y los despidos por permanentes p茅rdidas econ贸micas. Veinticuatro horas despu茅s, empezaron a hacerse o铆r manifestaciones individuales de dirigentes frenteamplistas en solidaridad con los extrabajadores de M24. Lo hizo el presidente del FA, Fernando Pereira, la senadora Liliam Kechichian, el diputado del MPP Gabriel Otero. En la 煤ltima transmisi贸n de la programaci贸n del lunes 24, manifestaron su solidaridad el ministro de Trabajo, Juan Castillo y el exsenador por el MPP Ernesto Agazzi.


Tambi茅n hubo pronunciamientos institucionales del PIT-CNT y de la Asociaci贸n de la Prensa Uruguaya que denunciaban la arbitrariedad de los despidos.


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Por otro lado, circula la versi贸n de que no todos los dirigentes del MPP estaban en conocimiento de la medida tomada. En tal sentido, el senador Sebasti谩n Sabini tom贸 distancia de la decisi贸n en una rueda de prensa. Consultado sobre los despidos y la venta de la radio, respondi贸: «Creo que deber铆an hablar con los due帽os de la radio, que son los representantes legales […]. Obviamente es una situaci贸n triste y dura que muchos trabajadores queden sin trabajo; mi solidaridad con ellos, pero que hablen con quienes representan a la radio». Y ante la pregunta de la relaci贸n de su sector con la emisora dijo: «Hablen con los responsables de la radio».


El evidente malestar del legislador abona la tesis de que los ceses y la venta a un grupo sost茅n del presidente libertario argentino Javier Milei fue tomada en el seno del c铆rculo 谩ulico del presidente Yamandu Orsi y que varios de sus hombres de confianza negociaron la venta con el excanciller argentino Gerardo Werthein, uno de los principales propietarios del grupo due帽o de El Observador.


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Ninguno de los saludos en solidaridad con los trabajadores de referentes frenteamplistas ubica responsabilidad en los propietarios de la radio. M谩s bien se parecen a un QEPD. Son dichos que no pueden diferenciarse de manifestaciones frente a un desastre natural o a una epidemia como la del covid, en los que la responsabilidad queda licuada en lo imprevisto. Pero, a la vista de que el empleador arbitrario es el sector mayoritario del FA, entre las figuras del FA –salvo saludos a los «pobres empleados» que quedan sin trabajo en la peor 茅poca del a帽o– no hubo se帽alamientos claros y condenatorios del evidente desprecio por la suerte de los trabajadores. Todo parece justificarse en una ecuaci贸n econ贸mica y en las p茅rdidas que para el MPP significaba mantener un medio alternativo a los hegem贸nicos.


La interrogante es si la propiedad de una emisora o de cualquier otro medio, m谩s all谩 de su papel en el debate cultural, tiene como factor determinante la ganancia econ贸mica. La izquierda (no hablo del progresismo) ha tenido a lo largo de la historia y con suerte variada distintas empresas period铆sticas o radiales. Y siempre se justificaron en la necesidad de dar la batalla contra el pensamiento hegem贸nico de las derechas. No parece que El Popular y Radio Centenario sean fuentes de ingreso superavitarias para las organizaciones pol铆ticas que las sostienen. Tampoco puede inferirse que medios alternativos como este semanario, Caras y Caretas o La Diaria sean mecanismos de enriquecimiento para propietarios.


La venta de M24 no es un rayo en un cielo sereno. Es un s铆ntoma m谩s del devenir del progresismo uruguayo. Aqu铆 vale una aclaraci贸n: en el FA existen sectores de izquierda que conviven con agrupamientos que han abandonado el pensamiento cuestionador del modelo econ贸mico, social y pol铆tico, para transcurrir por una l贸gica de medidas paliativas, que le den un rostro humano al capitalismo.


No puede entenderse el paso dado por el MPP sin constatar el abandono de la batalla ideol贸gica y cultural de la que hacen gala los gobernantes progresistas, capaces de buscar empat铆a con lo m谩s reaccionario de la poblaci贸n, destacando, como hizo Orsi esta semana en los desayunos de B煤squeda, el modelo de Nayib Bukele para combatir la inseguridad. El presidente rectific贸 al otro d铆a sus palabras (despu茅s de que, como dijo una colega, el secretario de la Presidencia, Alejandro S谩nchez, le editara las declaraciones) y descart贸 –no se sabe por cu谩nto– ese modelo para Uruguay.


Lo parad贸jico de todo esto es que quienes hablan de batalla cultural son los integrantes de la ultraderecha, que incluso no dejan de invocar a Antonio Gramsci. Mientras tanto, el progresismo pelea por no irritar al poder y limar antiguas pujas transgresoras.

Nueva versi贸n de la venta de M24

 




Mario Paez

ANA JUDITH CALACHI ERA LA DUE脩A DE M24. 馃憞


Para los que dicen que el MPP vendi贸 la radio M24, bueno, no.

La radio la arrendaba, no era de su propiedad.

De hecho, el MPP planteo al FA su compra y algunos sectores se negaron:

"En reiteradas oportunidades el MPP plante贸 a nivel de la Mesa Pol铆tica del Frente Amplio la necesidad de contar con un medio de prensa para difundir las actividades y puntos de vista sobre la realidad nacional.

Sin embargo, nada de esto se concret贸 por la negativa de otros

sectores de la coalici贸n que no ve铆an esto como una prioridad.".

Habr铆a que averiguar cuales fueron los sectores que se negaron.

Por otro lado, la radio pertenec铆a a un empresario floridense que falleci贸

en febrero de este a帽o.

En un grupo de whatsap que integro, puso una persona que conozco superbien y que no es af铆nal MPP: "El due帽o de M24 era Luis Calachi, un magnate floridense due帽o tambi茅n de otras radioemisoras y empresas.

En el 2016 le arrend贸 M24 al MPP ( por amistad, compromisos, o lo que

sea con Mujica)

Falleci贸 este a帽o por lo que su hija Ana Judith Calachi decidi贸 vender la

radio a El Observador

( seg煤n se lee por ahi su hija lejos est谩 de tener idelog铆as hacia la izquierda)

En fin solo para aclarar un poco las cosas...el MPP no fue el vendedor, fue

Ana Judith Calachi que a su vez gener贸 con la venta el despido de todo el personal de M24.

El MPP como arrendatario tuvo que despedir a sus trabajadores porque el nuevo perfil de la radio va a estar en las ant铆podas de lo que hasta ahora fue

( La libertad avanza es parte interesada) por lo que era imposible que el personal se mantuviera.

Pero en esto de tratar de ser justa ( muy lejos estoy de ser del MPP) no me parece trasmitir informaci贸n errada, (igualmente puedo equivocarme)

Pero quien era due帽a de M24 era Ana Judith Calachi, ella integraba una S.A. con Sara Blechman, Bonimar S.A. de las que eran due帽as de M24.

Ellas vendieron, no el MPP quien por cambio abrupto de orientaci贸n pol铆tica

de la radio luego de su venta, tuvo que despedir a todo el personal y porque seguro los nuevos due帽os no los iban a absorber".

Dicho todo esto, primero, no es responsabilidad del MPP lo que pas贸 con

la radio.

Segundo, ¿alg煤n d铆a la izquierda pensar谩 seriamente el tener un medio de comunicaci贸n radial y de televisi贸n?

Golpe a la comunicaci贸n y silencios inc贸modos


 



Solidaridad con los trabajadores despedidos

La venta de M24 y el despido masivo de sus trabajadores no es un hecho aislado ni meramente empresarial.

Es parte de un proceso m谩s grande: la disputa por el control de la comunicaci贸n en Uruguay, la precarizaci贸n de los trabajadores de prensa y el avance de grupos econ贸micos —muchos de ellos extranjeros—




La narrativa oficial intenta vender la idea de que esto es “solo una operaci贸n comercial”, pero cualquiera que conozca un poco el mapa medi谩tico sabe que:




M24 era un espacio inc贸modo para el poder econ贸mico.




Ten铆a una identidad pol铆tica marcada, con voces cr铆ticas y an谩lisis profundos.




Representaba un basti贸n hist贸rico del progresismo, especialmente del MPP.




Era una de las pocas radios que no hablaba desde el centro neoliberal recauchutado.




Desmantelar de un solo golpe a toda su plantilla, sin transici贸n, sin respeto por los v铆nculos y sin transparencia, es una maniobra cl谩sica para vaciar de contenido un medio y rearmarlo a gusto del comprador.




El objetivo es claro:

馃憠 neutralizar las voces cr铆ticas

En Uruguay se est谩 viviendo un proceso silencioso pero profundo:




Concentraci贸n medi谩tica en pocas manos.

Extranjerizaci贸n del espectro.

Desplazamiento de periodistas cr铆ticos.

Precarizaci贸n laboral para neutralizar la independencia.

Avance de formatos blandos y “despolitizados” para reemplazar la opini贸n y el an谩lisis.




La comunicaci贸n se est谩 transformando en un campo donde:




El negocio manda

La l铆nea editorial se compra

La pluralidad es un costo

Y las voces cr铆ticas son un riesgo para los intereses empresariales

El que no se adapta al guion del mercado, no sobrevive.




La derecha ya sabemos c贸mo act煤a y como se maneja en los medios

La postura del Frente Amplio ha sido, en el mejor de los casos, t铆mida, y en el peor, inexistente ,la reacci贸n fue lenta, desordenada.




Dicen qu茅 M24 siempre fue un tema inc贸modo dentro del FA:

Se ve铆a a M24 como un “medio del MPP” y no como un proyecto de izquierda m谩s amplio.

Otros sectores del FA nunca apoyaron realmente la construcci贸n de medios propios fuertes.




Hay una tendencia hist贸rica del FA a subestimar la batalla comunicacional.

La derecha entiende hace d茅cadas que sin medios no hay poder.

Por eso compra, concentra, ordena y reorganiza el discurso p煤blico.

El FA, en cambio, llega tarde,responde desordenado,no tiene estrategia comunicacional s贸lida,no defiende sus propios espacios cuando est谩n bajo ataque.




Y sigue creyendo que con “argumentos” alcanza, cuando en realidad esta es una disputa de poder, no de raz贸n.




M24 era una herramienta:




para contrarrestar el blindaje medi谩tico,




para amplificar voces sociales,




para discutir modelos de pa铆s,




para romper el cerco informativo.




Y hoy, ante su ca铆da, la reacci贸n institucional del FA no estuvo a la altura del da帽o producido. Lo que se viene: silencio, concentraci贸n y un retroceso para la democracia informativa

Si no se enfrenta esto pol铆ticamente:

Avanzar谩 la concentraci贸n medi谩tica.

Se achicar谩 el campo progresista en radio abierta.

Los trabajadores de prensa seguir谩n siendo la variable de ajuste.




Y la derecha seguir谩 imponiendo el sentido com煤n desde sus espacios comunicacionales blindados.




M24 No es solo una radio.

Es un s铆mbolo.

Es una advertencia.

Es un test para saber si la izquierda entiende o no la batalla comunicacional del siglo XXI.




La venta y vaciamiento de M24 es un golpe directo a la pluralidad.

La comunicaci贸n no es un lujo: es un campo de disputa pol铆tica.

Y el Frente Amplio, si pretende ser alternativa real de poder, tiene que dejar la tibieza y asumir que sin medios propios, fuertes y cr铆ticos, la batalla cultural la gana siempre el que controla el discurso.




La derecha lo sabe.

La izquierda todav铆a no act煤a en consecuencia




Toda la solidaridad con los trabajodres despedidos.




Ana Ant煤nez

La servidumbre perfeccionada: esclavos del algoritmo, prisioneros del clic


 

Pens谩bamos que la esclavitud era una p谩gina cerrada de la historia. Que las cadenas se hab铆an oxidado, que los grilletes eran piezas de museo. Pero nos equivocamos. Hoy la esclavitud no se impone con l谩tigos, sino con notificaciones. No se firma con sangre, sino con clics. No se perpetra en campos de algod贸n, sino en oficinas abiertas, en plataformas digitales, en discursos que nos venden libertad mientras nos atan con algoritmos.

Vivimos en una sociedad que ha perfeccionado el r茅gimen de servidumbre. El individuo ya no es ciudadano: es usuario, cliente, dato. El desclasado, el apol铆tico, el ignorante, el emprendedor ingenuo… todos giran en torno a un sistema que nos devora mientras nos promete 茅xito, visibilidad, pertenencia. Pero lo que recibimos es ansiedad, precariedad, aislamiento. Somos piezas de una maquinaria que no entendemos, pero que se alimenta cada d铆a con nuestro tiempo, nuestra atenci贸n, nuestro deseo. Y buena parte de ello nos llega por nuestro tel茅fono.

El algoritmo es el nuevo capataz. Decide qu茅 ves, qu茅 sientes, qu茅 crees. Te premia si confrontas (¡d谩le al like!), te castiga si reflexionas (te censuro y no te viralizo). Te empuja a odiar al pobre, al migrante, al diferente, mientras oculta a los verdaderos amos del cortijo: los fondos de inversi贸n, los complejos militares-industriales, las transnacionales que saquean el planeta. Todo realizado sigilosamente, como una gran maniobra de distracci贸n. Una coreograf铆a de espejismos. Nos enfrentan entre los de abajo para que no miremos hacia arriba.

La sociedad actual es un teatro de sombras. Las redes sociales simulan comunidad, pero son vitrinas de soledad. El trabajo simula dignidad, pero es una carrera sin meta. La pol铆tica simula representaci贸n, pero es un juego de m谩scaras. Y el individuo, perdido en este laberinto, ya no sabe qu茅 papel cumple. Cree que emprende, pero lo que hace es sobrevivir. Cree que opina, pero lo que hace es repetir. Cree que elige, pero lo que hace es aceptar.

Wilhelm Reich lo vio venir. En Psicolog铆a de masas del fascismo, denunci贸 c贸mo la represi贸n emocional y la estructura autoritaria del car谩cter hac铆an posible el ascenso del totalitarismo. Hoy, esa estructura se ha digitalizado. La obediencia se ha convertido en scroll. La represi贸n, en productividad. El miedo a la libertad, en miedo al algoritmo. Y la izquierda, si quiere ser transformadora, debe dejar de jugar en este tablero ama帽ado. Debe ense帽ar a leer entre l铆neas, a desconectar, a organizar, a resistir. Porque esta esclavitud no se rompe con clics. Se rompe con conciencia. Con cuerpo. Con calle. Con comunidad.

En Psicolog铆a de masas del fascismo (1933), Wilhelm Reich se preguntaba por qu茅 las masas obreras, que deber铆an luchar por su emancipaci贸n, terminaban apoyando reg铆menes autoritarios que las oprim铆an. Su respuesta no se limitaba a lo econ贸mico: Reich introdujo la dimensi贸n emocional, sexual y cultural como clave para entender el fascismo. La represi贸n del deseo, la obediencia inculcada en la familia patriarcal, el miedo a la libertad y la necesidad de pertenencia eran, para 茅l, los ingredientes psicol贸gicos que explicaban la sumisi贸n de las masas.

En el Estado espa帽ol, partidos como Vox y el PP han construido su discurso sobre el miedo y la confrontaci贸n. Promueven la idea de que el “otro” —el extranjero, el feminismo, el independentismo, la diversidad sexual— amenaza la unidad, la seguridad y la identidad nacional.

Mientras esto ocurre, ¿qui茅nes se benefician realmente? Muy sencillo: 1) las grandes el茅ctricas, la banca y los fondos buitre, que siguen acumulando beneficios r茅cord mientras millones de personas sufren pobreza energ茅tica, tienen empleos precarios y no pueden acceder a una vivienda digna. 2) Las multinacionales que controlan sectores estrat茅gicos como la alimentaci贸n, las medicinas, la sanidad privada o la educaci贸n concertada. 3) El complejo militar-industrial que se refuerza con presupuestos crecientes, mientras se recortan servicios p煤blicos. 4) Las corporaciones tecnol贸gicas que, por medio de los algoritmos de las redes sociales, amplifican el discurso del odio y la polarizaci贸n, generando una falsa sensaci贸n de participaci贸n mientras manipulan emocionalmente a los usuarios.

Todo esto encaja con lo que Reich denunci贸: el fascismo no se impone solo desde arriba, sino que se alimenta de estructuras emocionales profundamente arraigadas. La ultraderecha ofrece orden, pertenencia, identidad. Pero lo hace a costa de la libertad, la empat铆a y la conciencia cr铆tica.

Hoy, esa estructura emocional sigue vigente. La ultraderecha contempor谩nea no ha inventado nada nuevo: ha perfeccionado el manual. Fija enemigos externos para desviar la atenci贸n de los verdaderos beneficiarios del sistema. As铆 que necesitamos de forma urgente argumentos para luchar contra este sistema de servidumbre perfeccionada porque el enemigo no es el otro, es el sistema que nos enfrenta entre nosotros los explotados.

La ultraderecha se帽ala al migrante, al pobre, al disidente, al queer. Pero el verdadero enemigo est谩 en los consejos de administraci贸n, en los algoritmos que moldean el pensamiento, en los tratados comerciales que blindan el expolio. La izquierda debe dejar de jugar a la reacci贸n y volver a la ra铆z: se帽alar al poder econ贸mico, al extractivismo, a la financiarizaci贸n de la vida.

La tecnolog铆a no es neutral, es ideolog铆a codificada. Los algoritmos no solo censuran: moldean deseos, emociones, creencias. La izquierda debe entender que la batalla digital no es est茅tica, sino estructural. No basta con tener presencia en redes: hay que construir soberan铆a tecnol贸gica, medios digitales propios, plataformas descentralizadas.

La democracia representativa est谩 agotada. Los parlamentos se han convertido en escenarios de marketing pol铆tico. Las decisiones reales se toman en despachos opacos, en consejos de administraci贸n, en cumbres blindadas, en lobbies transnacionales. La izquierda debe apostar por formas de democracia directa, deliberativa, comunitaria. Hay que volver a la asamblea, al barrio, al contacto personal.

Y es que hay propuestas reales y pr谩cticas para un nuevo rumbo basadas en pedagog铆a cr铆tica digital, como pueden ser la creaci贸n de escuelas populares de alfabetizaci贸n algor铆tmica, ense帽ar c贸mo funcionan las redes, c贸mo manipulan y c贸mo resistir a este marea de fakes que nos inunda, formando militantes en comunicaci贸n no dependientes de plataformas corporativas.

Hay que crear, y esto es urgente, infraestructuras propias, impulsar medios alternativos, cooperativas tecnol贸gicas, redes federadas (como Mastodon o Peertube) y recuperar el control sobre los canales de comunicaci贸n.

Hay que repolitizar el deseo. La izquierda debe hablar de placer, de cuerpo, de afectos. Reich lo dijo: sin liberar el deseo, no hay revoluci贸n.

Hay que crear espacios donde la pol铆tica no sea solo discurso, sino experiencia compartida, v铆nculo, comunidad.

Hay que impulsar redes de ayuda mutua. Frente al “s谩lvese quien pueda”, construir redes de cuidados, bancos de tiempo, cooperativas de consumo, espacios de resistencia cotidiana, porque la solidaridad no es un valor abstracto: es una pr谩ctica concreta que puede desmontar el individualismo neoliberal.

La desobediencia institucional debiera ser otro pilar fundamental del tr谩nsito hacia una m谩s sociedad m谩s justa, sin esperar a que un gobierno nos salve de la cat谩strofe. La izquierda debe desobedecer cuando las leyes protegen el expolio.

Si queremos transformar esta sociedad, este sistema, hay que apoyar la insumisi贸n, la ocupaci贸n, la autogesti贸n. Crear flotillas de libertad que naveguen fuera del mapa oficial.

Vivimos en un mundo en el que el algoritmo es el nuevo inquisidor: decide qu茅 es verdad, y que merece ser visto. El clic es el nuevo voto sin poder: se contabiliza, pero no transforma. La red social es el nuevo confesionario donde se expone la intimidad, pero no se recibe consuelo. La izquierda institucional es un barco varado, necesita astilleros nuevos, velas nuevas, rutas nuevas.

Txema Garc铆a, periodista y escritor

Rebeli贸n ha publicado este art铆culo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Entrevista a H茅ctor Florit,


 El exconsejero de Primaria, H茅ctor Florit, dijo que la desafiliaci贸n de Pablo Caggiani en Ademu “es extempor谩nea” y expres贸 “toda su solidaridad con 茅l”. Entrevistado por Nada que perder, indic贸 que “la mejor manera de evitar el riesgo es blindando las escuelas con comunidad”.