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Falleció Daniel Viglietti símbolo del canto de protesta de los años setenta y durante el exilio en la dictadura militar (1973-1984).


A los 78 años, nos ha dejado Daniel Viglietti
Daniel Viglietti murió hoy a los 78 años de edad, según dijeron personas allegadas al reconocido cantautor uruguayo. El músico falleció mientras se le realizaba una intervención quirúrgica.
Nacido el 24 de julio de 1939 en el seno de una familia de músicos —su madre era la pianista Lyda Indart, y su padre el guitarrista Cédar Viglietti—, desde niño entra en contacto con la música clásica y popular. Estudia guitarra con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro, adquiriendo así una sólida formación como concertista para luego dedicarse, en los años 1960, principalmente a la música popular.
Su obra musical se caracteriza por una particular mezcla entre elementos de música clásica y del folclore uruguayo y latinoamericano. Desde “Hombres de nuestra tierra”, su segundo disco a dos voces con Juan Capagorry, inicia un trabajo compartido con escritores, musicalizando luego poemas de Líber Falco, César Vallejo, Circe Maia, los españoles Rafael Alberti y Federico García Lorca, el cubano Nicolás Guillén entre otros.
Entre sus composiciones más conocidas están A desalambrar, Canción para mi América, Milonga de andar lejos y Gurisito. Su obra tiene proyección mundial, siendo interpretada por cantantes de varias nacionalidades, como Víctor Jara, Amparo Ochoa, Isabel Parra, Joan Manuel Serrat, Alí Primera, Mercedes Sosa, Chavela Vargas y Soledad Bravo entre muchos otros.
fuente de la  DIARIO   REPUBLICA

DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES Y SU LETRA


Daniel Viglietti Conciertos y recitales 16 vídeos



Falleció Daniel Viglietti


Había desarrollado una prolongada labor como músico y compositor y era uno de los iconos de la canción
política.

A los 78 años falleció este lunes el cantautor uruguayo Daniel Viglietti, víctima de un infarto cuando estaba siendo operado.

Viglietti fue un referente de la canción de protesta latinoamericana, había participado activamente de movimientos de solidaridad y apoyo a los revoluconarios en América Latina. Fruto de su compromiso fue “Canciones para el hombre nuevo”, de 1968, es uno de los discos más influyentes en la música popular iberoamericana. Algunas de sus temas fueron interpretados por artistas como Víctor Jara, Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Leo Maslíah, Fernando Cabrera y Tabaré Rivero, entre otros.

Fue autor de reconocidas canciones como “A desalambrar”, “El chueco Maciel” y musicalizó a numerosos poetas como Circe Maia, Líber Falco,  Washington Benavídez, César Vallejo,Rafael Alberti, Federico García Lorca y Nicolás Guillén, entre otros. Realizó múltiples espectáculos y grabó discos “A dos voces” con Mario Benedetti, a quien le unía además una profunda amistad.

Exiliado durante la dictadura, regresó al país en 1984, y desde entonces vinculó su obra indisolublemente a las causas populares.
Había nacido el 24 de julio de 1939 en Montevideo en el seno de una familia de músicos. desde muy joven mostró sus inclinaciones por el arte. Estudio guitarra con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro.

Además de su actividad como músico, realizó una tarea de investigación, preservación y difusión de la música latinoamericana. Construyó un archivo musical al que denominó “Memoria Sonora de América Latina”. Desde 1994 realizó el programa “Tímpano” por Radio El Espectador de Montevideo, que fue retransmitido en Argentina, Venezuela y Francia.
El 2014 recibió el premio “Noel Nicola” en “Casa de las Américas” de La Habana, Cuba.
FUENTE  CARAS Y CARETAS

Daniel Viglietti Conciertos y recitales 16 vídeos

DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES Y SU LETRA


Murió a los 78 años el cantautor uruguayo Daniel Viglietti El artista será velado en el Teatro Solís este martes, de 10 a 14 horas El músico Daniel Viglietti, uno de los más influyentes de la música popular uruguaya, murió este lunes a los 78 años por complicaciones durante una operación quirúrgica, según confirmó a El Observador Eduardo Fernández, secretario del Partido Socialista.


Murió el cantautor urguayo Daniel Viglietti El músico murió en Montevideo, a los 78 años; es autor de "A desalambrar" y "Gurisito", entre otras

Daniel Viglietti, la voz de la canción de protesta uruguaya Falleció en Montevideo, a los 78 años; su último concierto fue el viernes en un festival de Piriápolis

Murió el cantautor uruguayo Daniel Viglietti, ícono de la música popular El músico tenía 78 años. Fue un referente de la protesta contra la dictadura uruguaya desde el exilio en los años 1970. Tuvo además una intensa actividad como comunicador en radio, prensa y televisión

Falleció el poeta Washington Benavides a los 87 años. es autor de libros como Tata Vizcacha, Tanta vida en cuatro versos y Sansueña, entre muchos otros.

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dos de las últimas entrevistas  En http://ladiaria.com.uy/UPX  y  En PORTAL 180 No toquen nada entrevistó a Benavides sobre la reedición y aquella quema de sus libros.
El trovador norteño
19 • jun. • 2015 Débora Quiring en Cultura
Con el poeta, letrista, ensayista y docente Washington Benavides.
Rodeado de cientos de vinilos, libros y casetes, Washington "Bocha" Benavides habla animado. Recuerda a su abuelo colorado -vencedor en Masoller- y su padre folclorista, sus primeras publicaciones en la revista "Asir", la inverosímil quema de su primer libro, "Tata Vizcacha" (1955), cuando ni siquiera se sospechaba un golpe de Estado. Pero además de su nutrida obra, sus letras y poemas han sido musicalizados por Alfredo Zitarrosa (“Chamarrita de una bailanta”, “Como un jazmín del país”, “Guitarrero viejo”, “Tanta vida en cuatro versos”), Eduardo Darnauchans (“El instrumento”), Daniel Viglietti y Héctor Numa Moraes, entre varios otros. A sus 85 años, este Ciudadano Ilustre, Premio Morosoli de Oro y Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual acaba de publicar tres libros: "Durandarte, Durandarte" (Yaugurú), ejemplar acompañado por un CD con Numa Moraes, "Rap" y "Diferencias con mirlos", editados por la Universidad del Trabajo del Uruguay. Lejos de abandonar las canchas, Benavides mantiene su escritura intensa y sus clases en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y continúa su incontenible central poética.
-Contrariando “Como un jazmín del país”, en Masoller pelearon su abuelo y su padre.

-Claro, a mi padre le metieron un tiro en la rodilla -una bala de plomo- y él no se dio cuenta, en medio de la tensión. Cuando terminó todo y bajó del caballo, tenía una bota llena de sangre. Era una familia muy especial, de origen leonés. Uno de mis bisabuelos, Manuel Benavídez, peleó junto con [Fernando] Otorgués. Mi abuelo, vencedor de Masoller, tenía un respeto hacia Aparicio... No se podía hablar en su contra. Es más, mi padre y sus hermanos, que tenían un pequeño grupo musical por 1904, tocaban un pericón por Saravia, contra el que luchaban. Esto ofrece una pista de por qué, por ejemplo, un “puente de guitarras fue lo que me trajo al mundo” y, por otro lado, no es extraño si contrapuntean aquí la guitarra de Gavino [Ezeiza, payador] y el arpa del rey David. Es decir, lo culto y lo popular se están entrecruzando permanentemente, y eso es lo que conforma la estructura de mi obra.

-Su padre fue un guitarrista y folclorista, al que Lauro Ayestarán le grabó 40 temas en su recorrida por el interior.

-Sí, claro.

-O sea que tuvo una formación musical muy temprana.

-Y yo no salí guitarrista porque era zurdo. Para tocar tenía que alterar el orden de las cuerdas o hacerme diestro. Por eso, lo que hice fue estudiar canto con don José Tomás Mujica [exiliado de la Guerra Civil Española], un vasco medalla de oro del conservatorio de Madrid. Él también fue maestro de Héctor Tosar y [Abel] Carlevaro. Aunque, significativamente, yo me inicié como dibujante y pintor, algo que atribuyo al asma, ya que la sufrí hasta la pubertad. De modo que esa enfermedad transformaba mi vida en dos períodos: en verano y primavera era un niño atorrante como cualquier otro, pasaba en el campito, en la sierra y en el monte; pero en otoño y en invierno era un pequeño monje. O sea que aquellos amigos de carne y hueso se transformaban en Sandokan, en piratas, en viajar en el Nautilus. Así había leído a [Charles] Dickens y a [Honoré de] Balzac antes de entrar a la escuela. Además de la radio, claro, que sonaba día y noche. Éstas son las razones de que a los 85 años todavía me considere el más joven de los ancianos poetas. Desde 2012 hasta ahora he publicado unos 11 libros. La reedición de Hokusai y de Tata Vizcacha, los seis libros reunidos en Como un comanche, del Ministerio de Relaciones Exteriores, Asuntos del falsificador, de Banda Oriental, y estos tres. Siempre cuento una anécdota de mis comienzos: cuando estaba en el liceo con Walter Ortiz y Ayala, éramos unos goliardos, unos vagabundos y pésimos estudiantes, pero pasábamos escribiendo. El excelente poeta Roberto Ibáñez, que trabajaba él solo como inspector de Literatura para todo el país, había implementado por su cuenta algo que ninguno continuó: pedir a los profesores de cada liceo que lo contactaran con estudiantes que gustaran de las letras. Una noche que para nosotros fue inolvidable, Walter y yo le leímos los poemas e Ibáñez nos pidió una copia porque creía que eso tenía que ser conocido. Los dos nos mirábamos sin poder creerlo, porque éramos dos caferatas, habitantes de café y nada más. Y todos los demás compañeros nos miraban réprobos. Así que de pronto, el dibujante tuvo que darle paso al escritor. La palabra dominó todo. Pero esto siempre lo he vinculado con ser un gran lector. Le doy toda la razón a aquella frase de [Jorge Luis] Borges que pedía que no lo juzgaran por lo que había escrito sino por lo que había leído.

-Después inició, desde Tacuarembó, un movimiento en torno al canto popular.

-Sí, eso después de haber concursado, haber trabajado en la enseñanza secundaria y haber sido profesor en Santa Isabel del Paso de los Toros.

-Hay una buena anécdota de cuando le mandó a Ángel Rama una serie de poemas isabelinos.

-Cuando Rama estaba al frente de la página literaria de Marcha, le enviaba no sólo mis poemas sino también los primeros textos en prosa de Tomás de Mattos (“quiero más de este muchacho extraño”, me escribió una vez). La cuestión es que un joven que trabajaba en el semanario le dijo a Rama: “Qué raro este Benavides, que viviendo allá en el norte, entre las vacas y el campo, se le ocurra mandarte poemas del mundo isabelino y jacobino”. “¿Qué?”, le preguntó Rama. “Estos poemas isabelinos que usted acaba de publicar”, respondió. Rama contaba que lo miró y le dijo: “Benavides vive en Santa Isabel del Paso de los toros, y a los habitantes de Paso de los Toros los llaman ‘isabelinos’”. Parece que la respuesta fue un “ah” seco. Es memorable. Y tampoco tenía nada extraño si los hubiera escrito, porque en una librería conseguía libros formidables. Ahí había descubierto la primera edición de Mas acá del paraíso, de Scott Fitzgerald, que me dio vuelta la cabeza, y Nadie encendía las lámparas, de Felisberto [Hernández], además de una antología de la poesía inglesa y alemana desde la edad media hasta el siglo XX. ¿Te das cuenta? Esto fue un impacto muy grande, porque en ese momento, a fines de los 50, lo que dominaba a los jóvenes poetas montevideanos era [Pablo] Neruda, [César] Vallejo y [Vicente] Huidobro, y los poetas de la generación española del 27. Por supuesto que para nosotros fueron modélicos, pero por encima de todos ellos la poesía sajona fue fundamental.

-A los años se convirtió en el maestro del Grupo Tacuarembó.

-No, siempre me negué a aceptar la idea de ser el maestro; más bien me consideré una especie de hermano mayor.

-Pero Darnauchans, Numa y Eduardo Larbanois lo identifican así.

-Sí, además de los dos poetas que sobresalieron: Eduardo Milán, a quien los mexicanos quieren convertir a toda costa en uno más, y Víctor Cunha. También estaba José Carlos Seoane, hoy doctor en lógica y ex decano de la facultad donde vivo. Todos nos reuníamos en mi casa. Darnauchans, con su humor genial, siempre decía: “Nosotros no sólo íbamos a lo del Bocha a participar en la búsqueda de poesía y de música, también íbamos a comer el arroz con leche que hacía Nené [esposa de Benavides]”. Y era verdad.

-Si pensamos en esos tres músicos, son muy distintos entre ellos: Larbanois, instrumentista; Numa, folclórico, con muchos ritmos norteños; y el Darno, una suerte de trovador medieval, por buscar una definición. Lejos de una actitud de formateo, los alentó en las características de cada uno, hasta el punto de que lo único que comparten es haber interpretado sus canciones.

-De Darnauchans también está su otro costado de [Leonard] Cohen y [Bob] Dylan, que comparto abiertamente. También Donovan, el trovador escocés. Hay artistas que entran en conos de sombras, y es una infamia que no se recuperen. Las milongas [su libro de 1965] se podría haber llamado de otra manera, como ahora Rap. A mí me interesa llevar a cabo aquello que [Igor] Stravinsky llamaba “música buena o música mala”. Porque no hay música culta o popular, hay buena o mala música.

-Con Numa fue con el que más trabajó de manera colectiva, más allá de que Zitarrosa haya grabado 23 temas suyos.

-Con él y Numa hicimos, en una trilogía muy especial, Almas y pájaros, que se convirtió en el último disco que hizo Alfredo. Ahí hay cosas suyas y de Numa que son formidables. Por ejemplo, en ese disco Alfredo rockea.

-¿Cómo se vinculó con Zitarrosa? Después fue muy cercano, y de hecho integró la comitiva que lo fue a recibir a Buenos Aires, para acompañarlo en su regreso.

-En la década del 60, en las primeras ediciones de la Feria del Libro de Nancy Bacelo, con la que yo estuve muy ligado siempre, uno de los primeros espectáculos fue de Alfredo, Los Olimareños y Ducho [Dahd] Sfeir, en el que cantaron y recitaron textos de un libro mío que estaba por salir, Las milongas. Después él me mandó una carta muy ceremoniosa -la han publicado por ahí-, con membrete que decía “Alfredo Zitarrosa”, en la que me solicitaba la posibilidad de musicalizar “El otro”, una de las milongas. Pero ya la había musicalizado y grabado Numa, así que le respondí que estaban a su disposición todas las demás. De ahí en adelante tuvimos una colaboración muy grande. La música fue el instrumento de grandes poetas, y nosotros, de alguna manera, intentamos replicarlo. En un disco del Darno –Sansueña-, que contó con la colaboración de ese admirable músico uruguayo que es Jorge Galemire, que fue el arreglador de casi todas las canciones, le ofrecí que grabara dos textos de Porfirio Barba Jacob. Este poeta paisa era considerado en Colombia un poeta maldito. Un tipo que decía, en la década del 20: “fui Eva y fui Adán”, y en otro poema escribía: “Soy un perdido, soy un marihuano. A cantar y a bailar al son de mi canción”. El Darno grabó, entonces, dos textos suyos y otro de José Asunción Silva, “Cápsulas”, a la que le iba agregando y cambiando cosas. Creo que en la última versión incluyó a [Leo] Maslíah. Quiero decir, en esa época tratábamos de encontrar a poetas que respondieran a una búsqueda incesante del mañana. De lo que teníamos que escribir y cantar mañana, no hoy.

-¿Cómo era este proceso junto a Zitarrosa?

-Era increíble. Porque Zitarrosa, en realidad, fue el que le dio el espaldarazo a todo el Grupo de Tacuarembó. Un día fue a mi casa, y mientras tomaba mate escuchaba sorprendido a los integrantes del grupo. Después les dijo a todos: “Muchachos, si me lo permiten, yo voy a grabar las canciones de ustedes. Y a su vez, les aseguro que voy a conseguir grabadoras para sus temas y discos personales”. Y así fue. Fijate que hay un disco de Zitarrosa que se llama Desde Tacuarembó; ya eso te da una idea de la vinculación que tuvo. Además, era un tipo muy especial: cuando algo lo emocionaba mucho se le caían las lágrimas. Y en esa foto [señala un retrato a su espalda] está llorando y tomando mate. Los integrantes del Grupo Tacuarembó estaban serios y nerviosos por su visita.

-Después de ser destituido -y encarcelado varias veces-, comenzó a trabajar en CX30, con el apoyo de José Germán Araújo. Allí tuvo un programa de referencia, Canto popular, en el que organizaba ciclos.

-Cuando en 1975 nos echaron a miles de la enseñanza, me rebusqué pintando como loco, hasta que Germán y Salvador Puig me invitaron a trabajar con ellos. Tuve dos programas por más de 20 años, Canto popular y Trovadores de nuestro tiempo. Me acuerdo de haber sido el primero en pasar por radio a [Joaquín] Sabina y a Patxi Andión, por ejemplo. Lo podíamos extender a una línea baladística, incluyendo rock y blues.

-¿Cómo recuerda el rol de resistencia que se realizaba desde CX30?

-Se llamaba “La radio”, porque desde Pacheco habían prohibido que se llamara “Nacional”. La gente que pudo quedarse en el país y colaborar estuvo en la radio: [Milton] Schinca, Salvador Puig, [Jorge] Denevi, [Alfredo] Percovich, Manuel Martínez Carril. A todos los que trabajábamos nos hacían llamadas anónimas del tipo “cuando llegues a tu casa vas a encontrar una sorpresita”. Schinca, que tenía su programa Boulevard Sarandí, un día dijo: “A ustedes, los modistos, les impusieron las botas”, y fue y escribió “La tiranía de las botas”. Jugando con el asunto de las botas femeninas comenzó a filtrar las otras botas. Pero cuando llegó a la radio, al otro día, un oficial lo enfrentó a Germán y le dijo: “Desde este momento, el señor Milton Schinca no puede salir al aire”. Ahí estaba la tiranía de las botas. Además, desde ese lugar se promovió el canto popular, que, a la larga, cuando se fue ampliando el público, era el modo de encontrarse y de intercambiar casetes. Ahí estaban los dos grupos claves: el de Tacuarembó, por un lado, y Los que iban cantando, por otro; dos líneas que no tocaron lo mismo y que buscaron estéticas musicales y literarias distintas, pero que fueron valiosísimas.

-En esos años publicó Hokusai (1975), un libro de culto para muchas generaciones, y clave en su trayectoria poética. Ahí surgió el concepto de “central poética” que Heber Raviolo le adjudicó en Marcha.

-La central poética, en el sentido de que ahí surgió no sólo la poesía sino también la vinculación con la canción, esa variedad de tonos y de registros. Esto ya está dado desde el comienzo.

-Ésa es otra impronta que define su obra, la musicalidad de sus versos, ya sean neoclásicos, vanguardistas o experimentales.

-El que rastree mi obra encontrará permanentes referencias a dos formas artísticas que para mí también son la poesía: el cine y la música. En Durandarte, Durandarte me llamo montajista y poeta. El montajista en el cine es el operario artista que corta, marca, reúne, separa y vincula. Es exactamente lo mismo que yo hago con muchos romances o villancicos del Renacimiento o el Barroco. Uno de mis primeros libros es Los pies clavados, 11 sonetos que se apoyan en un verso de Lope de Vega: “Cómo te digo que me esperes -dice Lope-, si estás para esperar los pies clavados?”. En esos sonetos aparece lo que soy: un extraño descreído. En mi familia no hay creyentes religiosos, yo soy un extraño cristiano, pero siempre con la fe en crisis. La contradicción como una fuerza positiva, junto a la filosofía de la duda. Es necesario un ejercicio de desconfianza con respecto a la obra.

-“Lo que es yo, nunca me aflijo y a todito me hago el sordo”: en Tata Vizcacha (1955, reeditado por Yaugurú en 2012) satirizaba una serie de personajes locales a partir de la moral vizcachera. El libro terminó siendo quemado en la plaza pública por el Movimiento de Acción Democrática [MAD], que lo denunciaba por soviético, cuando su inspiración era Edgar Lee Masters.

-Edgar Lee Masters escribe, entre una cantidad de libros, el fundamental The Spoon River Anthology, con el que fue el primero en inventar un pueblo como Santa María o Macondo, y en el que hace hablar a los muertos del cementerio, quienes cuentan la verdadera historia y no las falsas lápidas. Muchas veces son el marido y la mujer que cuentan la misma historia pero con un color distinto. Yo no maté a nadie de Tacuarembó, pero se me ocurrió versionar las tres clases que conforman un pueblo: los detentadores del poder, como los empresarios, hacendados y políticos; sus seguidores, los adulones; y el pobrerío. La moral vizcachera es: hacete amigo del juez y no le des de qué quejarse, “pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse”. Si habremos visto Vizcachas. En esa época era profesor de Historia del Arte en el Instituto Normal, y aquellos que habían sido mis colegas en el liceo, movido por los mayores de los partidos tradicionales y la iglesia preconciliar, crearon MAD para luchar contra el sovietismo. El que lo encuentre en el Tata es un mago. Pero cuando lo quemaron, a plena tarde, en la plaza principal, nadie dijo nada, y eso fue lo más doloroso para mí.

-Dos años después, uno de sus heterónimos, Pedro Agudo, murió tímido y alcohólico. ¿Cómo te vinculás con los demás, como John Filiberto y Joan Zorro?

-Se mantiene vivo John Filiberto y uno que saldrá ahora, nacido en el Sauce, Shelley Fagúndez, que ya ha publicado en México. Volviendo a las anécdotas, cuando yo recién comenzaba a mandar poemas para publicar en Marcha, Asir y El ciudadano, los mandaba por Pedro Agudo, que era mi primer heterónimo, pero Mingo [Domingo Bordoli] me lo publicaba como Washington Benavides. Yo le decía: “Pero no, es de Pedro Agudo”. “Dejate de joder, Bocha, esto es lo mismo que Roberto Chavero, Atahualpa Yupanqui, o Pablo Neruda, Ricardo Reyes. Es un seudónimo”, me decía. Pero yo la peleaba diciendo que no, porque Pedro Agudo no escribía como yo. Era difícil sostenerlo, porque en aquella época todavía no se estudiaba en profundidad la heteronimia. Y yo no podía decirle “son heterónimos” porque no lo sabía. Ésta es la prueba cabal de que la heteronimia es una realidad. Eso que tú decías ocurría también cuando escribía textos para Carlos Benavídez y Eduardo Larbanois, que eran más neofolclóricos, frente a los del Darno, que eran más baladas, o a Numa, probablemente uno de los más variados en ese sentido. Cuando Numa grabó su primer disco tenía 18 años. De un lado estaban las recreaciones del pago; del otro estaba la alarma, y una de las primeras canciones que se escribieron a la revolución cubana.

-Ha dicho que componer para Darnauchans implicaba otra ambientación e intensidad. ¿Cómo es eso?

-Con Darno era muy especial. Él probablemente fuera uno de los más ligados a mí, y yo era como su padre. La madre, que era una mujer muy especial, se enojaba con eso y me decía: “Vos no sos el padre. No te acostaste conmigo”. El vínculo empezó muy temprano. Él siempre recordaba cuando en una de mis clases dimos Noches blancas, de Dostoievski, y a su vez escuchamos una canción de Simon and Garfunkel: “A Most Peculiar Man”, que trata de un pobre loco que vive solo en la gran ciudad y cuando muere, en un apartamento, nadie se entera. Porque la mayor de las soledades no la vive el hombre en el desierto de Atacama o del Sahara, la mayor de las soledades se da en medio de la gente.

-Esa misma línea la continuó en Humanidades, donde daba autores que no se incluían en los programas, como Raymond Carver y Mijaíl Bulgakov.

-Exactamente. Resulta que [Gabriel] García Márquez decía que la mayor influencia que tuvo para escribir en sus años de soledad fue El maestro y Margarita [de Bulgakov], y nadie la había leído. Logré que en Lectores de Banda Oriental se pudiera publicar una novela más breve, Los huevos maléficos.

-¿Cómo ha sido su experiencia como docente en la facultad?

-En 1985 me reintegraron a secundaria y me plantearon la posibilidad de un concurso para entrar a Humanidades. Yo le llamo “el antro de cultura”, pero la quiero como a una madrastra.

-Pero su propuesta es muy distinta. Promueve el placer por la lectura.

-Eso mismo. Siempre traté de transmitirlo. Por ejemplo, se conocía de Lewis Carroll las dos Alicias, pero a nadie se le había ocurrido dar su poema “La caza del Snark”, que se plantea como la única obra que puede equipararse a Moby Dick, que es la lucha del hombre contra el demonio propio.

-Tampoco es usual que alguien de 80 años revea su biblioteca y continúe enseñando literatura contemporánea.

-Es cierto. Un año pudimos dar, por ejemplo, al gran colaborador y quien sostuvo en muchos aspectos a Fernando Pessoa, como fue Mário de Sá Carneiro. Hasta en Banda Oriental sacamos una pequeña antología bilingüe de este gran poeta, que se suicidó muy joven.

-Carlos Maggi decía que era uno de los chiquilines más inteligentes que había conocido. ¿Cómo fue su vínculo con la generación del 45, montevideana y urbana?

-Estaban las dos revistas, que correspondían a dos visiones distintas de la estética literaria. Una era Asir, a la que se llamaba entrañavivista y que era más bien para el interior; la otra era Número, que más bien era montevideana y abierta al exterior. Las dos conformaban, en el fondo, lo que había que hacer: sumar a las dos. Pero también hubo vinculaciones. Mi generación se liga mucho con la generación del 45, porque la mayoría de ellos publicaron entreverados con nosotros. La gran creación del 45 está cruzada con la generación de la crisis, que somos nosotros. Hubo una comunicación bastante atendible entre las dos.

-En lo que va del año ha editado tres libros. ¿Y ahora? ¿Seguirá medio sonriendo, montado en su redomón?

-Sí, ahora van a salir rimas del canario Shelley Fagúndez. Nos llevamos muy bien. Él es un transformador, y eso me llena de orgullo, porque destripa las rimas. El verdadero creador debe ser un autocrítico feroz. Siempre desconfiar de lo que se hizo. Que pudo ser de otra manera. Que pudo ser mejor.

Débora Quiring
FUENTES DE LA DIARIA


Vuelve Tata Vizcacha, el libro que ardió en democracia
En 1955 el poeta uruguayo Washington Benavides editó con dinero propio su primer libro, Tata Vizcacha, compuesto por poemas que describían a varios personajes “ajustados a la 'moral' vizcachera del acomodo” de su Tacuarembó natal. El libro generó tal revuelo que casi todos sus ejemplares terminaron en una hoguera en la plaza de la ciudad. Esto sucedió en democracia, pero nadie reprobó el hecho ni tomó acciones. Este 20 de abril, luego de 57 años, Tata Vizcacha será reeditado por primera vez.

Actualizado: 19 de Abril de 2012 | Por: Nadia Piedra Cueva

Vuelve Tata Vizcacha, el libro que ardió en democraciaSIN DATOS (TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS)
El viernes 20 de abril a las 20:00 en la Casa de la Universidad, frente a la misma plaza 19 de Abril en que fueron quemados los ejemplares de Tata Vizcacha, se presentará la reedición del libro, a cargo de la editorial Yaugurú. Allí participarán, entre otros, los músicos Larbanois-Carrero y el escritor y amigo del autor Agamenón Castrillón, que trabajó en la reedición.

“La primera edición tuvo un bautismo no de aguas lustrables sino más bien de fuegos”, recuerda Washington Benavides a pocos días de la presentación de la segunda edición de Tata Vizcacha. Todavía muestra asombro por la ausencia de repercusión que tuvo esta quema de libros “propia de la Inquisición” en plena democracia. Nadie denunció el hecho ni hizo nada al respecto.

Recién en 1986, 30 años después, Benavides es entrevistado y consultado acerca de lo sucedido por Elder Silva, del medio La hora.

Benavides recuerda que el contexto de esa época fue la Guerra Fría, el enfrentamiento sin armas que disputaban Estados Unidos y la Unión Soviética, y que manifestaba la dicotomía capitalismo/socialismo. En esa época “todos eran buenos o malos” y tenías que pertenecer a uno de los dos bandos, comenta Benavides.

A eso le adjudica el autor la paranoia y el revuelo que generó la aparición de Tata Vizcacha, que llevó a que un grupo de estudiantes de derecha (que quizás se sintieron mencionados en los poemas de Benavides) formara el Movimiento de Acción Democrática (MAD), publicara una proclama en el diario La voz del pueblo y decidiera comprar los ejemplares del libro en las cuatro librerías de la ciudad, para luego prenderlos fuego en la plaza principal.

Como ocurre en varias ciudades del interior del país, frente a la plaza estaba la catedral, la jefatura de Policía y otras oficinas públicas. Sin embargo, nadie reaccionó, ni a largo ni a corto plazo, ante esta quema de libros.

“Cuando yo cuento esto, y después de tanta agua que corrió bajo los puentes y de haber tenido 13 años de dictadura, alguna persona me dice 'así que a usted la dictadura le quemó el libro', y yo le tengo que decir 'no, fue en plena democracia'”, cuenta Benavides.

La proclama del MAD afirmaba que su creación respondía a que “un sector sindicado como rusófilo pretende deslizar en el seno del estudiantado y de la sociedad toda, un germen nocivo y extraño al sentimiento tradicional del pueblo uruguayo…” y que su objetivo como movimiento era luchar contra el “sovietismo”.

“El que encuentre sovietismo en el Tata Vizcacha tiene que ser un mago Merlín, pues no había nada de eso. Era simplemente un acto de conciencia de un adolescente que estaba viendo cosas que le parecía que estaban mal y dio su palabra”, comenta Benavides.

Tata Vizcacha nació por influencia del autor estadounidense Edgard Lee Masters, que escribió un libro de poemas llamado The Spoon River Anthology. Tata Vizcacha está compuesto por poemas-biografías de personajes de la aristocracia tacuaremboense que llevaron a cabo la cultura del “acomodo”. Si bien estos personajes aparecen con nombres ficticios, era fácil en el Tacuarembó del 55 reconocer a quiénes se referían, y quiénes eran mencionados en el libro. De ahí el revuelo que generó.

Cada uno de esos poemas empieza y termina con reflexiones del Tata Vizcacha, personaje del Martín Fierro de José Hernández que simboliza el individualismo, el resentimiento y la malicia, según palabras de Agamenón Castrillón. "Hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse", "el zorro que ya es corrido dende lejos olfatea", "lo que es yo, nunca me aflijo y a todito me hago el sordo" y "jamás llegués a parar ande veas perros flacos" son algunas de las frases del Vizcacha de Martín Fierro citadas en Tata Vizcacha.

"En el Tata Vizcacha de Benavides caminan por la galería provinciana, como en un desfile dominguero entre plaza y plasa, los señores y señoras de Tacuarembó, malbichos y algunos de sus víctimas", cuenta Castrillón en su comentario al comienzo del libro.

Quienes formaban parte del MAD, según muestra la firma de la proclama (incluida en esta reedición del libro), fueron Juan José Pereira, Nelson Díez, Gustavo Menéndez Giacosa, Ramón Rodríguez Cury, Felipe Yamandú Goiriena, Eugenio Monteiro y Yamandú Rodríguez. De ellos, Goiriena fue senador suplente por el Frente Amplio y Rodríguez Cury fue edil del Partido Colorado primero y del Partido Nacional (2005-2010) después.

Benavides contó a 180 que tuvo oportunidad de conversar con uno de ellos hace pocos días, y dijo, sin mencionar su nombre, que si bien no le pidió disculpas expresas manifestó que no recordaba el hecho. “Él tenía una vaga idea y casi se había olvidado de gran parte de lo ocurrido. Me dijo que habían sido movidos por determinadas fuerzas políticas y sociales”, contó Benavides, y agregó que con quien habló es una persona “que ha tenido su trayectoria” y que “afortunadamente” cambió radicalmente su posición filosófica.

“A mí lo que más me dolió es que no se hubiera levantado ninguna voz, de donde fuera, oficial, privada, personal o por grupo, a decir que fue una barbaridad eso”, expresa el autor de Tata Vizcacha.

Benavides cuenta que cuando se enteró de que iban a quemar sus libros estaba a media cuadra del lugar, y que presenció el acto junto a dos amigos suyos sin que el resto de las personas hiciera o dijera nada. Dijo que después de ese día todo siguió como si no hubiese ocurrido nada, y que luego pudo publicar otros libros sin inconvenientes.

Agamenón Castrillón, escritor, exalumno y amigo tacuaremboense de Benavides, opina que no es importante denunciar el acto y mucho menos a quienes lo perpetraron, sino que donde hay que poner el acento es en “cómo nosotros como sociedad nos permitimos este tipo de actos “purificadores” contra los “herejes”, y que se tapen”. Agregó además que no es la primera vez que en una ciudad del interior se ocultan secretos “turbios” de algunos integrantes de su aristocracia.

Para reivindicar esto, Castrillón afirmó que el próximo viernes, media hora antes de la presentación, se convocará a la gente en la plaza 19 de Abril para expresarse sobre lo ocurrido allí hace 57 años y hacer una especie de “cabildeo” o denuncia pública. Allí, dijo Castrillón, “resurgirá el Ave Fénix de las cenizas”.

El libro se presentará además en Montevideo, en Espacio Guambia, en mayo, y el 26 de ese mes en la Biblioteca Municipal de Maldonado.

Castrillón afirma que más allá de lo que sucedió en torno a Tata Vizcacha, realmente es un libro bueno, con “poemas buenísimos”, pese a los jóvenes 24 años del escritor, de verso libre, lenguaje contemporáneo y vanguardista.

El libro contiene además una especie de dossier con una nota del propio Benavides sobre la obra, un artículo de Martha Valentini de la época (que junto con un comentario de Benedetti en Marcha fueron los únicos que mereció la obra), los testimonios facsimilares del M.A.D. (declaratoria de fundación y un suelto publicado en el principal diario del pueblo), la entrevista de La hora y un contacto telefónico con Walter Ortiz y Ayala sobre el libro, cuenta Castrillón.

Washington Benavides es autor de letras que cantan Numa Moraes, Eduardo Darnauchans, Larbanois-Carrero y Daniel Viglietti. “Es el poeta más musicalizado. Zitarrosa tiene un disco que se llama Desde Tacuarembó que tiene todos temas de Benavides con música de otros artistas”, afirma Castrillón.

FUENTES DE PORTAL 180 

Mario Benedetti - Biografía Nació el 14 de setiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay,

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Nació el 14 de setiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay, donde sus padres Brenno Benedetti (químico farmacéutico y enólogo) y Matilde Farrugia se conocieron y se casaron. En 1922 se trasladaron a Tacuarembó, capital del departamento, y poco después a Montevideo, donde en 1928 nació Raúl, el hermano menor, enólogo en su juventud, que años más tarde habría de destacarse en el dibujo comercial y en la pintura. Mario ingresó en el Deutsche Schule de Montevideo, donde completó los seis años de Enseñanza Primaria y aprendió alemán, lo que le sirvió posteriormente para ser el primer traductor de Kafka en Uruguay. Cuando en esas aulas se hizo presente el nazismo, fue inmediatamente retirado por don Brenno.

Durante dos años fue alumno del liceo Miranda, pero el resto de Secundaria lo cumplió como estudiante libre. En esos mismos años aprendió taquigrafía, que durante largo tiempo fue su medio de vida. A los 14 años empezó a trabajar, primero como taquígrafo, luego como vendedor, funcionario público, contable, periodista, locutor de radio, traductor. Se formó como periodista junto a Carlos Quijano, en el semanario Marcha. En 1946 se casó con Luz López Alegre, que falleció en abril de 2006. Durante quince años integró el personal de una importante inmobiliaria, llegando a desempeñar el cargo de Gerente General. En 1948 funda y dirige la revista Marginalia y luego integra la redacción del semanario Marcha, en el que llegó a dirigir la sección literaria. Como periodista trabajó en El Diario y La Mañana (donde codirigió con Álvarez Olloniego la página literaria “Al pie de las letras”) publicando intensamente crítica cinematográfica y teatral. Integró además el staff del Semanario Brecha, y colaboró con El País de Madrid, la revista Punto Final de Santiago de Chile, la revista Crisis de Buenos Aires, entre otras.

Formó parte del grupo de la Revista Número de Montevideo junto a Idea Vilariño, Carlos Martínez Moreno, Emir Rodríguez Monegal, Sarandy Cabrera y Manuel Antonio Claps.

Desde 1968 a 1971 dirigió el Centro de Investigaciones Literarias, de la Casa de las Américas, en La Habana, y además integró el Consejo de Dirección de esa misma Institución. De 1971 a 1973 dirigió el Departamento de Literatura Hispanoamericana, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo. En 1973 a raíz del golpe militar renunció a este último cargo y debió abandonar el país por razones políticas. Etapas de sus doce años de exilio fueron Argentina, Perú, Cuba y España. A partir de 1985, con el restablecimiento de la democracia en su país residió una parte del año en Montevideo y otra en Madrid.

Ha publicado más de 80 libros con más de 1200 ediciones y ha sido traducido a más de 25 lenguas. Su obra aborda diversos géneros: poesía, cuento, novela, ensayo y crítica literaria. Como humorista publicó numerosas crónicas bajo el seudónimo Damocles, primero en Marcha y luego en la revista Peloduro. Ha escrito además numerosas letras de canciones, reunidas en el volumen Canciones del Más Acá (1988) e incorporadas al repertorio de más de cuarenta cantantes, entre los que figuran Joan Manuel Serrat, Nacha Guevara, Los Olimareños, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Pablo Milanés, Soledad Bravo, Amparo Ochoa, Laura Canoura, Rosa León, los Gambino, Eduardo Darnauchans, Adriana Varela, Numa Moraes, Tania Libertad, Marilina Ross, etc. El recital A dos voces, de canto (Daniel Viglietti) y poesía (Mario Benedetti) ha sido presentado en veinte ciudades de América Latina y Europa.

Ha integrado jurados de cine en los festivales internacionales de La Habana, San Sebastián y Valladolid, y de literatura en Uruguay, Argentina, Cuba, México, Ecuador, Panamá y España.

El Consejo de Estado de Cuba le otorgó en 1982 la Orden Félix Varela y en 1989 la medalla Haydée Santamaría. En 1987, Amnistía Internacional confirió en Bruselas el Premio Llama de Oro a su novela Primavera con una esquina rota, y en 1995 le fue otorgada en Chile la medalla Gabriela Mistral, así como en 2005 la medalla Pablo Neruda. En 1996 obtuvo en Uruguay el Premio Especial Bartolomé Hidalgo a su obra ensayística. En 1993 la Universidad de Buenos Aires lo designó Profesor Honorario, y en 1996 en Uruguay le fue otorgado el título de Profesor Emérito en la Facultad de Humanidades y Ciencias. En 1997 fue nombrado Doctor Honoris Causa por las Universidades de Alicante, Valladolid y La Habana, y en el 2004 recibió igual distinción de la Universidad de la República en Montevideo. En 1999 le fue otorgado en España el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En el mismo año, en Uruguay, el Ministerio de Educación y Cultura le otorgó (conjuntamente con el narrador Julio da Rosa) el Gran Premio Nacional a la Actividad Intelectual. En 1999 la Cámara de Representantes de Colombia le otorgó la Orden de la Democracia en el grado Gran Cruz. En el año 2005 le fue otorgado en Santander, España, el Premio Internacional Menéndez Pelayo. Recibió el Premio Alba en la categoría Letras y la Orden Francisco de Miranda Primera Clase por parte del Gobierno Bolivariano de Venezuela en 2007, y en 2008 el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Córdoba, Argentina.

Algunas veces en compañía de su mujer y en otras ocasiones en forma individual emprendió numerosos viajes, que incluyen países como España, Francia, Alemania, Suiza, Dinamarca, Noruega, Suecia, Bélgica, Gran Bretaña, Austria, Finlandia, Italia, Grecia, Portugal, Unión Soviética, Bulgaria, Egipto, Estados Unidos, Argentina, Cuba, México, Nicaragua, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú, Panamá y Costa Rica.

Fallece el 17 de mayo de 2009 en su casa de Montevideo.

FUENTES DE 

http://www.fundacionmariobenedetti.org/en/mario_benedetti/vida/



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FUENTES DE TV Y CINE SOCIAL DE AYER Y HOY POETAS Y ESCRITORES


Armando Tejada Gómez con Rosa Rodríguez Gerling Canción con todos (1971)

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Desde "Pachamama" y "Tonadas para usar", desde "La de los humildes" a mi última canción, escrita anteayer, siempre afirmé que la poesía mía estaba hecha para acompañar al hombre país. Porque ese es mi tema, porque ese es mi destino. El poeta no se absuelve por su canto sino por el destino de su canto. Asi que este nuevo disco viene a interenior, a continuar, a insistir en el vocerío candente de este tiempo nacional feroz y hermoso. Son poemas y canciones. Es decir que casi se trata de un solo poema largo a dos voces. Por aquello de que para nosotros -hablo de Hamlet, de Castillo, de Homero Expósito, de Margarido, de Ariel- la canción no es un subpoema, sino la continuidad sonora de la gran poesía. El modo colectivo de cantar. Porque en esta forma nueva interviene el músico, el intérprete, el sonidista, la gente pues. Un riesgo que ha abolido la soledad. Poesía de masas, es decir, poesía para todos. Hemos sustituido la solemnidad por el tumulto, nos gusta la gente y su respiración histórica, nos encanta ser tarareados, cuestionados, silbados, discutidos en cada esquina, en cada legua del camino. Para nosotros un poema es perdurable cuando se le siente el hombre adentro. Pero no el hombre abstracto, el hombre de aquí y ahora, o como dice Hamlet: el semejante.
En esta obra presentamos a Rosa Rodríguez Gerling, una cantora del nuevo tiempo, no una cancionista, una muchacha que canta, que canta con el sonido, con el sabor, con la palpitación de cualquier muchacha que esgrime el canto con esa actitud natural y fresca de asumir la vida. Ella ha surgidodel nuevo cancionero salteño y se adscribe, por vocación y destino, al nuevo cancionero de todo el país. Le hemos confiado nuestras canciones porque para ella la canción no es una carrera hacia el éxito sino una forma de lucha. Hemos contado con el inapreciable aporte de músicos de la talla de Mike Ribas, Raúl Parentella, Domingo Cura, Oscar Alem, y Kelo Palacios. Esta no es sólo una obra artística. Es un testimonio, La crónica cantada de un tiempo nacional y americano de soñar, cantar, padecer, luchar y reir a patria llena, de pie en la esperanza.
Armando Tejada Gómez

Armando Tejada Gómez con Rosa Rodríguez Gerling
CANCION CON TODOS
Trova XT 80011
1971

01 - Un grito de ida y vuelta
02 - Maria Baguala
03 - La vida dos veces-Cancion de la ternura
04 - Tonda tradicional cuyana-El aprendiz de brujo
05 - Hombre en el tiempo
06 - El pez por la boca muere-Torcaza, paloma torcaz
07 - Tonada que Dios nos guarde
08 - Pueblo chico, infierno grande
09 - Cancion del dia que vuelve
10 - Peaton, diga no-Tiempo de mayo

Grabado en Estudios KON S.A. - Octubre 1970 y Marzo 1971


a) UN GRITO DE IDA Y VUELTA
(poema)

recitado:
Es de andar el país, que traigo el rostro azotado de polen.
Azotado por un mapa de viento desmedido,
por una enormidad de olvido largo.
Pasan las estaciones como tumbas,
mientras los trenes pasan,
desvaneciendo ranchos y chilcales
y regiones de arena interminable.
A veces queda en la pupila ardiendo
la sal de una mirada,
donde la muerte talla en la pobreza
algún niño de trapo.
Y aquella vasta soledad que crece
en la geografía del espanto.
Vengo de andar país,
no impunemente tengo un país delante:
su gaviota, mi puerta,
sus raíces de guitarra en la sangre.
por ser nomás no soy.
Soy, si me incumben entera su distancia.
Ando territorial y amaneciendo
en el velamen de sus madrugadas,
protagonista de su luz enorme,
como una llamarada.

b) CANCIÓN CON TODOS
(canción)
cantado:
Salgo a caminar
por la cintura cósmica del sur.
Piso en la región
más vegetal del viento y de la luz,
siento al caminar
toda la piel de América en mi piel,
y anda en mi sangre un río
que libera en mi voz,
su caudal.
recitado:
Por eso cuando vuelvo
no me puedo en silencio que traigo.
Rostros y voces,
nombres y apellidos me acosan
preguntando por el futuro que jamás empieza.
Por la reforma agraria,
por las postergaciones y el bochorno
del latifundio rata,
por el sometimiento de lo sur
de la espalda del alba.
Por el miedo animal que merodea
con sus brujas gendarmes
entre décadas de hambre y de desprecio,
y discursos y salmos que no cree ni Dios.
Porque ayer mismo un niño murió de hambre,
y en La Rural,
un toro batió todos los records de subasta.
Y en Inglaterra,
a Borges lo nombraron Doctor Honoris Causa.
Por eso cuando vuelvo demolido
de ver a mi país crucificado,
estalla en mi guitarra como un grito
el silencio que traigo.
cantado:
Sol de Alto Perú,
rostro Bolivia estaño y soledad,
un verde Brasil
besa mi Chile, cobre y mineral.
Subo desde el sur
hacia la entraña América y total,
pura raíz de un grito destinado a crecer
y a estallar.
Todas las voces todas,
todas las manos todas,
toda la sangre puede
ser canción en el viento.
Canta conmigo canta,
hermano americano,
libera tu esperanza
con un grito en la voz.

MARÍA BAGUALA
(vidala bagualera)
recitado:
Voy a cantar una copla
por si acaso muera yo.
Porque nosotros los hombres
hoy somos, mañana no.
Esta copla que te canto
ya la oyeron las estrellas
por una boca vacía
que está mordiendo la tierra.
cantado:
Ay, María Baguala,
vestidito de sol
cuando sufre la copla
de todas las penas
su pena de amor.
Cuando vas campesina
semillando el sudor
a tu paso florece
la rosa violenta
de tu corazón,
de tu corazón.
Dice tu nombre María
madre baguala y total
aire de luna y simiente
tu copla es el pueblo,
la luz y el metal.
Ay, María Baguala,
pedacito marrón
el verano convoca
tu fuerte cintura
de greda y arroz.
Novedosa la tierra
sube a darse la flor
y María es la tierra
que crece en su paso
el vino y el sol,
el vino y el sol.
Dice tu nombre María
madre baguala y total
aire de luna y simiente
tu copla es el pueblo,
la luz y el metal,
la luz y el metal.
Ay, María Baguala.

a) LA VIDA DOS VECES
(poema)
recitado:
Miren como sonaba allá en mi barrio agreste
este nombre caído de los mares lejanos.
Todi Deusán, un niño alimentado a lirios,
una flor de su madre que soñaba otra vida.
Supe que no querían que jugara conmigo
porque yo era la forma del pánico y el hambre
y la más descarada miseria por el mundo.
Pero Todi, esa gracia hecha de mimbre y aire,
vivía hipnotizado por mi gran aventura.
Cuando huía del ojo celoso de su madre
se acercaba a mi sombra con cierto desenfado,
me mostraba sonriendo sus ignotos tesoros,
y me buscaba el lado más pájaro del alma.
Él descubrió en mis ojos cierto país del sueño,
donde se desnudaba un ángel con harapos,
algunos yacimientos de enterrada inocencia,
y un gran rompecabezas de ternura en mis manos.
Un día, ya vencidos por nuestra resistencia,
los padres me dejaron entrar en el santuario:
nos sirvieron un río de leche y medias lunas,
y yo los deslumbré dibujando caballos.
Después, siguió la vida, como siempre sucede.
Volvió el viento de agosto y crecieron los árboles;
sus padres, que tenían el sueño de otra vida,
una tarde ceniza se mudaron de barrio.
Yo olvidé al canillita en un cruce de esquinas,
entré al jornal violento del vino y los obrajes,
vestí los portentosos pantalones del viento,
y descubrí mi oficio de fábula y guitarra.
Todi, se llama Alfredo Deusán,
vive en Mendoza.
Casó con otro mimbre hace muchos veranos.
Seguramente tiene un puñado de niños
y es una pajarera su comedor de diario.
Acaso, un año de éstos,
cuando vuelva al oeste,
llame a su puerta clara y despierte sus pájaros,
sólo porque un amigo es la vida dos veces,
y desde aquella tarde no dibujo caballos.

b) CANCIÓN DE LA TERNURA
(canción)
cantado:
El cielo de mi niñez
tuvo un aroma de albahaca y pan,
un sol de candor bajo el sol.
Mi madre andaba en la luz
de una provincia de eternidad
y era un regazo el color,
y era ternura la flor del amor.
Allá, quedó mi madre y la luz
pero yo tengo que andar
cuidando que la ciudad
crezca la flor.
Yo sé que debo cruzar
lejos del cielo de mi niñez
un tiempo de furia y canción.
Yo tengo que rescatar
aquél aroma de albahaca y pan
que la ternura me dio
como una rama de amor,
verde y sol.
Allá, quedó mi madre y la luz
pero yo tengo que andar
cuidando que la ciudad
crezca la flor.
El cielo de mi niñez...

a) TONADA TRADICIONAL CUYANA
(tonada)
cantado:
Quien te amaba ya se va,
quien te amaba ya se va
supuesto que otro ha venido.
(bis)
Se acabarán tus tormentos
ya se va tu aborrecido,
se acabarán tus tormentos,
se acabarán tus tormentos
quien te amaba ya se va.

b) EL APRENDIZ DE BRUJO
(poema)
recitado:
Cantarle a la fiesta de los pobres
en aquellos domingos de sol alto.
Una misa de júbilo en el vino que aturdía,
guitarras en el patio
y uno, recién llegado a las raíces,
cogollo de vivir recién brotado,
arrimaba la sangre lentamente a un rescoldo
de coplas y de gallos,
hasta aprender por dentro
la hechicera antología leve de los astros
y esa luna solemne de la ausencia
que anda por la tonada hace mil años.
Era nuestro bautismo cancionero,
la iniciación raída de la magia,
la primera escritura en la memoria
del libro de los pueblos cuando cantan.
Era un vértigo oscuro,
un refusilo que nos ponía el corazón en llamas,
un sismo hacia lo hondo de la vida
buscándole la pulpa a las palabras,
la indagación del mundo.
La tristeza del árbol del olvido.
Alguna lágrima caída de los ojos hacia adentro,
donde la soledad la devoraba.
¿Cómo olvidar la fiesta de los pobres
en aquellos domingos de sol alto?
Si era un salmo cantor,
la poesía y el vino,
un sacerdote milenario.

c) EL VINO DEL POBRE
(aire de chaya)
recitado:
El vino pobre entra
como Juan por su casa
a la casa de Juan.
Canta,
revuelan pájaros de todos los rincones
le lastima una lágrima,
duerme el olvido y luego
como vino... se va.
Como vino,
morado de juntar el otoño
como vino,
desnudo de la piel a la sal,
como vino,
rajando la luz de un alarido
machazo como el vino,
como el vino nomás.
El vino pobre entra
como Juan por su casa
a la casa de Juan.
cantado:
Como el vino nomás.
(bis ad lib.)

HOMBRE EN EL TIEMPO
(canción latinoamericana)
cantado:
Delante hay un camino, por él me voy
con la sombra delante y atrás el sol
ando pisando el rastro del infinito
polvo que pisa el polvo,
la tierra soy.
laray la la...
recitado:
Hombre de todas partes, el hombre soy.
Memoria americana de la canción
y vaya adonde vaya,
soy tierra que anda
con la raíz afuera del corazón.
cantado:
Anduve con la sangre todos los siglos
hay sangre en mí en toda la eternidad
soy el tiempo que vuelve en cada niño
y desde la ternura vuelve a cantar.
recitado:
Digo que me negaron el pan y el agua,
digo que sé un misterio de luna y sal.
Me conocen los ríos porque en el barro
he sido un alfarero de libertad.
cantado:
Cuando la vida vuelva vendrá conmigo.
Un tumulto de pueblo continental.
Espérame en la fuerza de lo que ofreces,
de la tierra será aire, del aire el pan.
Anduve con la sangre todos los siglos
hay sangre en mí en toda la eternidad
soy el tiempo que vuelve en cada niño
y desde la ternura vuelve a cantar.
Delante hay un camino, por él me voy.
recitado:
Delante hay un camino, por él me voy.

a) EL PEZ POR LA BOCA MUERE
(poema)
cantado:
Torcaza, torcaza,
paloma torcaz,
tan breve el sueño de miga y nidal.
recitado:
Si la paloma muere de un hondazo
o de pasear la paz por las praderas.
Si muere de paloma, como es justo,
talvez la vida cumpla con la muerte.
Y si el cantor se muere de su canto
porque al cantar el corazón le crece,
está muriendo de gritar la vida
y si se quiere, de su propia muerte.
Así debiera ser un siglo y otro,
verano, otoño, invierno, primavera,
girando sobre el eje de los vientos
con el ritmo del cántaro y la rueca.
Debiera ser así.
El asesino desarmoniza la naturaleza,
mezcla las estaciones y los vientos,
corta las manos de las alfareras.
Si Pedro entra en el monte esta mañana
y no vuelve del hambre y la culebra,
si Juan se muere de soldado y lejos
y cae una napalm sobre una escuela,
la vida debe armarse hasta los dientes
y acribillar la muerte hasta la médula.
Después,
puede girar de nuevo el siglo
con el ritmo del cántaro y la rueca,
y en el eje del viento molinero:
verano, otoño, invierno,
primaveras.

b) TORCAZA, PALOMA TORCAZ
(canción)
cantado:
Quién puede matar a un ave
a un hombre puede matar
el hombre caerá llorando
el ave no llorará.
Yo no conozco tu rostro
misterioso cazador,
si matas tiempo matando
no tendrás tiempo de amor.
Torcaza, torcaza,
paloma torcaz,
tan breve el sueño de miga y nidal.
Torcacita pecho rojo
tu pluma quiere volar
el que ha nacido en el viento
al viento regresará.
Pichón que buscas el ala
donde encontrar un calor
toma el calor de mi mano
redímelo al cazador.
Torcaza, torcaza,
paloma torcaz,
tan breve el sueño de miga y nidal.
Torcaza, torcaza,
paloma torcaz.

TONADA QUE DIOS NOS GUARDE
(tonada)
cantado:
Hoy día domingo señor,
yo debo glorificarte
arando de sol a sol,
la tierra de otro y de balde. (bis)
Y estoy rezando tonadas
herejes que lleve el aire
dolido por mis hermanos
en el sudor y la sangre. (bis)
Ay María de los viñedos,
ay Juan de los tabacales,
Pedro verdes santos puna,
José de los yerbatales.
Hoy es fiesta de guardar,
del hambre que Dios nos guarde.
Trabajo todos los días
hasta el domingo a la tarde,
como soy esclavo manso
Dios tendrá que perdonarme. (bis)
El patrón está contento
lo que me ve religioso
soñando con otra vida
y en esta comiendo poco. (bis)
Ay gringo de los trigales,
Diego azúcar, Luís minero,
hoy es fiesta de guardar
mejor quemar los recuerdos. (bis)

PUEBLO CHICO INFIERNO GRANDE
(poema)
Soledad de pueblo chico en la desolada plaza
donde el sol de los domingos quema la vela del mástil.
El viento pasa furtivo sin acordarse de nadie.
Ay, soledad de los pueblos los domingos por la tarde,
ay, soledad, plaza sola,
pueblo chico, infierno grande.
En la calle principal donde viven los notables
hay rosas de invernadero,
pero no las mira nadie,
pero al fondo, pero atrás, pero al final de la calle,
la mano enorme del pueblo
cultiva un simple geranio,
a plena luz su color,
alegre y desfachatado.
El sol, en los pueblos chicos,
termina siendo solazo,
polvaderal del olvido,
olvido de tranco largo,
novenario pan comino,
gente arriba, gente abajo,
que se saluda de lejos
los domingos por la tarde.
Los de arriba con sombrero,
los de abajo, con la mano.
El hombre que digo aquí,
el latinoamericano,
agoniza en pueblos chicos
con una plaza y un mástil,
una calle principal
y otra calle de allá abajo.
Nadie ve,
que nadie ve que nos estamos secando.
Los de abajo por arriba,
los de arriba por abajo,
y todos un mismo pueblo
con una plaza y un mástil
y la hermosa rosa sola
y multitud de geranios,
sin ver que podemos ser
pueblo libre, cielo grande.

CANCIÓN DEL DÍA QUE VUELVE
(canción)
cantado:
Era un amanecer de pan crocante
el día y su pupila en la ventana
era un amanecer de palomares
y un puñado de niños, la mañana.
Era, recordarás todo de nuevo,
como una multitud de nacimientos,
y nosotros volvíamos mirándonos
mojados por la noche y el silencio.
recitado:
Todo se puso a andar,
se abrieron puertas,
toda la calle se llenó de obreros,
la vida regresaba a sus oficios
como una gran campana en movimiento.
Y nosotros volvíamos pisando la mala sombra
del país del miedo,
el dolor, el rencor,
el nudo oscuro que largamente
nos ató por dentro.
cantado:
Llorábamos los dos y amanecía
sin ninguna piedad sobre los árboles,
la luz será una lágrima en tus ojos
y el día un coro de ternura y madres.
Era, recordarás todo de nuevo,
como una multitud de nacimientos,
y nosotros volvíamos mirándonos
mojados por la noche y el silencio.
Entramos a la vida para siempre
y el júbilo cantaba en nuestra sangre.

a) PEATÓN, DIGA NO
(poema)
recitado:
Salir, el viento arriba,
cualquier mañana de éstas,
al día trepidante,
pisando la paciencia.
Insistiendo en los sueños que no se dan
y huyen locamente delante de nuestra suerte perra.
Salir,
ya malherido por los informativos
y con el diario en llamas por la chispa de América,
corriendo hacia lo de uno urgentemente solo:
es un fulero asunto.
Una ronca vergüenza,
escondida en el fondo del manso portafolios:
esa tonta mochila del peatón sin tregua.
Yo peatón, me digo,
con el pecho golpeado por la humillaciones sucesivas del día,
digo que yo me digo:
hay que hacer algo, viejo,
antes de que venga el cáncer y te deje en la vía,
hay que hacer algo pronto y aquí sin ir más lejos.
Hacer, no sé que cornos...
Empezar la podrida,
porque yo ya no llego ni con la lengua fuera
si no empiezo este asunto de enderezar la vida,
¡aquí y ahora mismo!,
digo sin dar más vueltas.
Asumiendo la bronca feroz de cada día,
Qué hacer...
Qué hacer, hermano, debajo de la lluvia,
debajo del cemento donde un perro agoniza.
Debajo del gobierno, inerme y ciudadano
yugando bajo el peso de sus grandes mentiras.
Qué hacer...
Qué hacer, hermano, lacerado de afiches
donde la coca-cola se mata de la risa.
Hay que encontrar la forma de dárselas con todo
porque a mí no me arreglan ya con otra aspirina.
Pero qué hacer, hermano, debajo de la lluvia,
como un desopilante inspector de cornisas.
Yo peatón,
culpable de ser la muchedumbre,
yo mismísima culpa no compro más tranvías,
¡digo No!
No y a muerte.
¡No!
Redondo y en seco.
Y para todo el viaje digo un No cañonazo,
No en la plena jeta del mercader de patria,
¡No!
Hasta que yo no tenga las treinta y tres de mano.
Se da cuenta compadre...
Era simple la cosa.
Como dicen los Bolches:
La libertad se ejerce,
ya tengo la precisa.
Digo No, simplemente,
y se le viene abajo toda la estantería...
Pruebe compadre,
empiece por los No más pequeños:
No a la pequeña burla, que casi ni se siente,
diga No a los legales, prósperamente oscuros,
a las fotonovelas, al cantante epiléptico,
No al opio venenoso de la tv y la radio,
diga No,
es una bomba...
y con la mecha ardiendo.
Dígalo en todas partes:
en su casa, en la feria, en la calle,
en los trenes, en la cancha, en el viento,
lléveselo al trabajo de modo bien visible,
y lúzcalo orgulloso como un pañuelo nuevo.
Después, vaya subiendo en grado subversivo,
hasta el No más heroico y de cada momento:
No a las persecuciones, a la atroz carestía,
a los golpes de estado y a los edictos rengos,
No a los yanquis en Cuba o en cualquiera otra parte,
a la guerra asesina en Viet-nam por ejemplo.
A que humillen la sangre como en Santo Domingo,
sumando nuestra sangre a sumados ejércitos.
Diga No sin tapujos allí donde le cuadre,
hasta que se propague por el país entero,
un No como una casa, grande como una casa,
donde un día podamos alojar nuestros sueños.
Pero... si acaso siente, por el aire,
un sonido como de pueblo andando caudal en su torrente.
Si fueran a buscarlo los compañeros ríos
para Jordán y limo de sus hondas vertientes,
empínese en la honra de la patria que amamos,
y salga a decir Sí,
sencillamente.

b) TIEMPO DE MAYO
(milonga)
cantado:
Si me voy de mayo a junio
si vuelvo de junio a mayo
no me caben en los dos puños
toda la furia que traigo. (bis)
De mayo traigo este grito
rebelde y desmesurado
para despertar en junio
las raíces de allá abajo. (bis)
Si el año se pone a arder
es que ha comenzado el alba
leña de patria mi pueblo
ha vuelto a ser llamarada.
Y es porque donde hubo fuego
la ceniza está preñada
en Córdoba el aldabón,
en Rosario, la campana.
Si mayo vuelve, que vuelva
en la dirección del viento
y que sea la conciencia
de mi pueblo en movimiento. (bis)
Compañeros esta es la huella
que llega de mayo a junio
no la ha de borrar el viento
si es que vamos todos juntos. (bis)
Si el año se pone a arder
es que ha comenzado el alba
leña de patria mi pueblo
ha vuelto a ser llamarada.
Y es porque donde hubo fuego
la ceniza está preñada
en Córdoba el aldabón,
en Rosario, la campana. (bis)

DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES PARA ESCUCHAR Y SU LETRA

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DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES PARA ESCUCHAR Y SU LETRA CLIK ACA

Daniel Viglietti: entre el canto y la acción. Historia de una amistad con Alí Primera y la revolución bolivariana

Daniel Viglietti y Alí Primera están arriba de un avión de combate, sentados donde suelen ir los paracaidistas, sobrevolando el cielo de Nicaragua. Junto a ellos va la cantora chilena Isabel Parra, y el cura y poeta sandinista, Ernesto Cardenal. Es 1983, han pasado cuatro años de aquel ingreso triunfal rojo y negro por las calles de Managua, de la victoria revolucionaria. Isabel, Alí y Daniel han participado del inmenso recital por la paz, y ahora se dirigen al sur del país, a Solentiname, la isla situada en el lago Cocibolca, donde Ernesto, desde 1966, ha venido desarrollando un trabajo con las comunidades.
El cura de la teología de la liberación y ahora también ministro de la cultura, quiere que los cantores americanos conozcan la realidad construida en la isla, al igual que lo ha hecho con tantos compañeros, como, entre otros, el escritor Julio Cortázar. Antes de embarcarse hacia la isla para el recorrido, el grupo se dirige al cuarte de San Carlos, en la zona de frontera con Costa Rica. Al llegar, Alí toma su cuatro y comienza a cantarle ante un grupo de aproximadamente 15 milicianos sandinistas. Les convida su música, su palabra, su mirada del mundo y de las luchas, en ese país en revolución, que resiste contra una guerra dirigida desde los Estados Unidos.

Ese es uno de los recuerdos con los cuales el cantor popular uruguayo llegó a Venezuela, para conmemorar los 30 años de la partida física de quien fue su amigo y compañero, Alí Primera. Trae más imágenes de años pasados: unos días compartidos en la playa de Macuto en 1974, donde le realizó una entrevista al músico venezolano que por entonces era criticado por algunos sectores progresistas y de izquierda por usar un lenguaje “muy directo”.

“Yo capté la autenticidad, profundidad, y el hecho de que no había que detenerse en dos o tres canciones para juzgar una obra. Cuando empecé a recorrer su obra, en la medida que lo conocí hablando de cosas políticas, ideológicas, en seguida me sentí cerca, amigo. Si alguien lo cuestionaba yo era de los que defendían”, explica, 35 años después de esos días de playa, cuando Viglietti visitó por primera vez Venezuela y dio algunos recitales en la aula magna de la UCV.

También trae otros recuerdos: el encuentro en México, cuando Alí se enteró que su familia había sufrido un atentado, o en Cuba, en un festival; caminos cruzados con quien define en varias oportunidades como su amigo.
En los años que siguieron a 1974 la figura de Alí tomó otra dimensión: “Fue cobrando una presencia muy grande, se transformó en un protagonista de opinión en lo que pasaba en Venezuela, y también en América Latina, en varios lugares, como Vietnam, con las diferentes luchas del mundo”, cuenta el cantor, cuya última visita a Caracas se remonta a abril del 2013, para las elecciones que dieron la victoria presidencial a Nicolás Maduro.

Hacía entonces pocas semanas desde la partida física de Hugo Chávez, y en las calles se oían de manera permanente las canciones de Alí Primera. “Se produjo un fenómeno natural, que todo lo que significó aquí el cambio a partir del chavismo, hace que esa voz de Alí, que era anterior, se vuelva la banda sonora natural, y eso es muy lindo”, reflexiona sobre quien, junto a la revolución bolivariana, fue ingresando en cada casa del pueblo.

¿Quién era Alí? Lo dicen sus canciones, sus actos: “Me parece que él fue un ejemplo de coherencia entre lo que cantaba, lo que vivía, su pasión por la justicia en Venezuela, a él le tocó vivir épocas donde realmente no se trataba de construir desde el poder, sino de oponerse a un poder injusto, y fue un cantor de opinión muy importante, como nos tocó ser a muchos de nosotros”.

¿Quién es Daniel? “He tratado de ser lo que Mario Benedetti definía como un militante de la vida, lo que yo pienso políticamente es bastante fácil de detectar a través de mi cancionero, se trata de una visión no dogmática de lo que es el cambio revolucionario, y también en diferentes etapas históricas, porque estamos viviendo momentos que son muy diferentes a los 60, 70, donde por más que en el horizonte siempre tenemos en toda América Latina la esperanza de una revolución profunda, ha habido mapas que han cambiando de signo a través de elecciones, y crean un panorama nuevo, que inquieta al imperialismo”.

Y ese imperialismo inquieto y decidido a desestabilizar la revolución bolivariana es con el que nuevamente se ha encontrado Daniel Viglietti en su paso por Venezuela. Porque al igual que abril del 2013, cuando desconociendo la victoria de Maduro la derecha encabezó acciones de violencia callejera asesinando a 11 venezolanos, dos años después la voluntad golpista no ha cesado: una semana antes de la llegada del cantor uruguayo, el presidente anunció la desarticulación de un intento de Golpe.

“Venezuela atraviesa ahora una etapa de amenazas, tensiones, provocaciones, que sabemos muchas veces están planificadas, escritas en inglés norteamericano. Están haciendo todo lo posible por modificar esta experiencia comunitaria, global, de justicia, reparto, trabajo sobre la salud, los bienes populares, las experiencias en los barrios, se está haciendo por parte de la reacción todo lo posible por contrariar esto, que fue obtenido en unas elecciones muy transparentes, de las cuales fui testigo, y sin ninguna duda me resultaron ejemplarizante”, analiza Viglietti, y agrega:

“No solo el caso de Venezuela, sino el caso de Bolivia, Evo Morales, una experiencia que eran inimaginable en un país como Bolivia que era campeón de los Golpes de Estado, era tremendo, y que ahora es un país conducido por alguien del propio pueblo originario, y con qué nivel de apoyo; todo eso despierta agresiones a diferentes niveles, es un poco un fenómeno casi de pulpo, de muchos tentáculos,  como, con los matices que sean respecto del gobierno de Brasil, de Argentina, están intentando desestabilizar”.

Daniel es un hombre que canta, que fue y sigue siendo parte activa de las luchas de su pueblo. De allí nacieron sus letras, melodías, la cárcel en 1972 y el exilio de 11 años que le siguió, cuando Uruguay –como Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Bolivia- estaba bajo el peso de una dictadura cívico-militar. Y él era hijo de un militar, Cédar Viglietti, que, como cuenta, pasó de posiciones de origen conservadoras a ser parte de la fundación del Frente Amplio, el espacio político que hoy está por asumir la tercera presidencia consecutiva.

“Con la historia de mi padre, y de algunos contados militares, tenía ya esa imagen posible, como había ocurrido con respecto a la iglesia: yo soy ateo pero sí había entendido cómo era posible un cambio, un giro, desde la figura del sacerdote colombiano Camilo Torres, a quien le canté en su momento, cómo era posible desde un aparato que funcionaba defendiendo los intereses del poder, cómo era posible revertirlo. Cuando vino el fenómeno de Chávez, con esos antecedentes fui comprendiendo rápidamente el rol que jugaba alguien de un ejército que había sido represor como tantos en América Latina, y educado en la Escuela de las Américas, podía cambiar de signo”.

Entonces desde el principio de la revolución bolivariana Viglietti anduvo cerca, escuchando, mirando, descubriendo: “Viendo el amor del pueblo, la confianza del pueblo venezolano y buena parte del pueblo latinoamericano, que si bien sufre ese trauma muy duro que es la muerte del presidente Chávez, tiene una continuidad que se va dando a través de Nicolás Maduro”.

Por eso nuevamente está en el país, para los 30 años de su amigo Alí, defender la revolución, cantar una y otra vez, despertar con la música ideas, sentimientos, necesidades. Como a él le sucedió de niño al oír a Atahualpa Yupanqui cantando la canción de cuna Duerme negrito, que le “abrió la sensibilidad”.

“Ninguna canción cambia el mundo, es un temblor de sociedad, pero, creo que no hay movimiento de cambio social a través del planeta que no esté acompañado por algo que tenga que ver con la canción, por la música. Tengo confianza en el género, sin creer en milagros, sin darle un sentido de acción de cambio que en las revoluciones y evoluciones sociales de importancia hacen los pueblos, los luchadores, la lucha misma, los sacrificios, pero no son movimientos mudos, están acompañados entiendo yo, siempre por la canción”, y nombra a Carlos Puebla, Chico Buarque, Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, entre tantos.

Viglietti en sus días venezolanos irá a la tierra natal de Alí, en Falcón, para unirse a los jóvenes cantores bolivarianos, a las voces nacidas en estos años de transformaciones profundas, que desde su búsqueda trajeron la música de su amigo, de quien guarda esa foto, esas historias, el recuerdo de sobrevolar el cielo nicaragüense y oírlo cantar ante milicianos, en el frente de la historia, como hoy, como siempre.
FUENTES
Marco Teruggi 
CONTRAHEGEMOÑIAWEB

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BIOGRAFÍA DE DANIEL VIGLIETTI


Biografía-Nacido el 24 de julio de 1939 en el seno de una familia de músicos - su madre la pianista Lyda Indart y su padre el guitarrista Cédar Viglietti - desde niño 

entra en contacto con la música clásica y popular y estudia guitarra con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro. Adquiere así una sólida formación como concertista para luego dedicarse, en los años 1960, principalmente a la música popular.


Durante esta década desarrolla una intensa actividad como cantor, docente y locutor en radio, en el marco de una creciente movilización popular en Uruguay. Participa en el semanario Marcha y crea y dirige el Núcleo de Educación Musical (Nemus). Su primera obra discográfica es “Impresiones para canto y guitarra y canciones folclóricas” en 1963, a la que le seguirán cinco producciones más hasta 1973.


Su obra adquiere un carácter radical de fuerte contenido social y de izquierda con letras asociadas a las luchas populares en Uruguay y en Latinoamérica. En el marco de represión de los movimientos de izquierda que precedió al golpe de estado cívico-militar de 1973, Viglietti es preso en 1972. La campaña por su liberación desde el exterior fue encabezada por nombres como Jean Paul Sartre, François Mitterrand, Julio Cortázar y Oscar Niemeyer. En 1973 comienza su exilio en Argentina, que después continuará en Francia donde vivió por 11 años. Durante el exilio recorre en giras musicales Europa, Latinoamérica, África y Australia, llevando su canto y denunciando a la dictadura uruguaya.


Su exilio termina con su regreso a Montevideo el 1 de septiembre de 1984, donde es recibido por miles en un recital que recuerda como "el más emocionante en 40 años de carrera". Desde entonces edita y reedita numerosos trabajos entre los que se destaca, en particular, el titulado A dos voces con Mario Benedetti en 1985, reflejo discográfico de numerosos recitales realizados junto al gran poeta uruguayo durante el exilio compartido por ambos.


Su obra:

Su obra musical se caracteriza por una particular mezcla entre elementos de música clásica y del folclore uruguayo y latinoamericano. Desde "Hombres de nuestra tierra", su segundo disco a dos voces con Juan Capagorry, inicia un trabajo compartido con escritores, musicalizando luego poemas de Líber Falco, César Vallejo, Circe Maia, los españoles Rafael Alberti y Federico García Lorca, el cubano Nicolás Guillén entre otros.


Entre sus composiciones más conocidas están A desalambrar, Canción para mi América, Milonga de andar lejos y Gurisito.


Algunos intérpretes de su obra:

Victor Jara

Amparo Ochoa

Isabel Parra

Joan Manuel Serrat

Mercedes Sosa

Chavela Vargas

Soledad Bravo


Discografía:

Canciones folklóricas y 6 impresiones para canto y guitarra (Antar PLP 5024, 1960)

Hombres de nuestra tierra (junto al narrador Juan Capagorry. Antar PLP 5045, 1964)

Canciones para el hombre nuevo (Orfeo, 1968)

Canto libre (Orfeo ULP 90.537, 1970)

Canciones chuecas (Orfeo ULP 90.558, 1971)

Trópicos (Orfeo, 1973)

En vivo (Le Chant du Monde, 1978)

Trabajo de hormiga (Music Hall, 1984)

Por ellos canto (Orfeo, 1984)

A dos voces junto a Mario Benedetti (Orfeo, 1985)

A dos voces junto a Mario Benedetti (Orfeo, 1987)

Esdrújulo (Orfeo, 1993)

A dos voces junto a Mario Benedetti (Orfeo, 1994)

Devenir (Ayuí / Tacuabé, 2004)


Enviada por pampin52


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