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Asume la primera legisladora trans de Uruguay "VOY A IMPULSAR ACCIONES AFIRMATIVAS PARA LOS TRANS"

"voy a impulsar acciones afirmativas para los trans"Asume la primera legisladora trans de Uruguay

El martes 10 de octubre, la abogada Michelle Suárez jurará como senadora, asumiendo como suplente de Marcos Carámbula en el Partido Comunista. Es la primera vez que una persona trans asumirá un escaño parlamentario en Uruguay. Es más: ni ella ni el actual director nacional de Promoción Sociocultural del Mides, Federico Graña, compañero de militancia LGBTI, recuerdan otro caso como el suyo en los poderes legislativos de la región y del mundo, según publicó el sitio web Ecos.uy.
Nacida en 1983, residente en Salinas, Canelones, dice que tuvo una niñez feliz y una adolescencia dura, sobre todo a partir de asumirse como mujer, a los 15 años.
Egresó de la Facultad de Derecho en 2010, fue protagonista de la ley de matrimonio igualitario y ahora se sentará en el Parlamento.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene del Poder Legislativo?
El primero es bastante fresco, de 2013, cuando estuvimos en las barras. En ese momento yo era parte de la sociedad civil. Fue cuando se votó el proyecto de ley del matrimonio igualitario, del cual fui autora. Claro que fui ahí de chica, pero lo primero que se me viene a la mente fue eso, porque fue un momento determinante tanto para el país como para mí, porque estaba unido a momentos personales muy profundos.
Yo llegué al activismo, a elaborar ese proyecto, en un momento de mi vida en el que estaba emocionalmente muy lastimada. Es que había fallecido mi madre, Nair, y estaba buscando una manera de canalizar productivamente un dolor que me ahogaba. La razón que me llevó al activismo tiene que ver con mi dolor. Comencé a trabajar en este proyecto en marzo de 2010; mi madre había fallecido el 20 de noviembre de 2009.
¿Qué la impulsó a la política?
De 2010 en adelante, estimaba que lo mejor para hablar con diversos operadores políticos era que yo me mantuviera en un lugar independiente, en un lugar técnico, como letrada. Muchos de mis compañeros sí venían de militancias históricas y tal vez eso podía desarrollar algún tipo de prejuicios. Pero cuando llegó el año preelectoral, eso que me resultaba cómodo comenzó a resultarme incómodo.
Además, observaba que en muchos países, cuando cambian los vientos políticos, muchas normas que consagran derechos son revisadas. A veces derogadas y otras modificadas.
Su opción por el FA parecía clara. Hizo bandera con varias de esas causas. ¿Pero por qué el Partido Comunista? Su vínculo histórico con los homosexuales nunca fue el mejor.
En primer lugar, por eso, porque tal vez no fue el más tolerante. La historia la construyen las personas que estuvieron en esos lugares. Yo creo en el derecho y en el Estado de Derecho. Y en una época, los integrantes del Poder Judicial vieron ante sus ojos las violaciones a los derechos humanos durante un gobierno de facto, se atornillaron a sus asientos y no alzaron la voz.
Sin embargo hoy eso cambió. Obviamente, las personas hacen a las instituciones. Pero más allá de eso, hay elementos coyunturales. Como dijo alguien: yo me casé con el único que me lo pidió. ¡Y en mi caso fue igual! Muchos coquetearon, pero el que me trajo el anillo fue el Partido Comunista.
A partir de ahora, ¿cuál cree que será su impronta en el Senado?
Mi gran intención, en primer lugar, es poder desde el Senado debatir e impulsar el proyecto del cual soy coautora que es el de la Ley Integral Trans. Esa es mi primera intención, que ya fue presentado en Comisión de Población y luego irá al Plenario.
¿Y más allá de eso? Desde la militancia, se dice que la población trans es el sector más vulnerable de todos.
Una de las cosas más interesantes de conseguir es una visibilización, pero también una norma de acción afirmativa, algo que en Uruguay es muy incipiente, recién se empieza a caminar. El único antecedente es la acción afirmativa para la afrodescendencia. Se están buscando crear herramientas legales para que esa vulnerabilidad histórica de la población trans, en los accesos igualitarios y la protección de sus derechos, se pueda sortear con medidas específicas. Y creo que es un camino sumamente interesante y muy esperanzador.
Michelle Suárez Bertora nació para romper moldes, o para hacerte notar que el molde es un recurso de espíritus perezosos. Abogada, trans, integrante del colectivo LGBT Ovejas Negras, aún vive en su Salinas natal con su padre, jubilado de la intendencia canaria. Se traslada a diario a Montevideo, donde atiende parte de sus tareas profesionales y militantes desde el Bar Sportman, frente a la Universidad.verr clik aca

Homo, lesbo, transfobia en el sistema educativo uruguayo


Testimonios de estudiantes y profesores sobre su experiencia con la homo/lesbo/transfobia en el sistema educativo de Uruguay. Las fotos intercaladas al comienzo y el final del audiovisual pertenecen a grafitis de insultos homo/lesbo/transfóbicos encontrados en distintas localidades uruguayas. Este material fue realizado para el Día Mundial contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia de 2013.




 

imagen17 de mayo: Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia

Un día para reflexionar


El estigma y la discriminación afectan la salud de lesbianas, gays, bisexuales y trans, advirtió la OPS/OMS.


El prejuicio, la indiferencia, el odio y la discriminación tienen efectos negativos sobre la salud de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) en las Américas y obstaculizan su acceso a los servicios de salud, advirtió la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud en el marco del Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia.

"Todas las manifestaciones de intolerancia y odio afectan el bienestar de las personas, las familias y las comunidades; causan sufrimiento y estrés y crean situaciones de riesgo. Por eso puede decirse que la homofobia y la transfobia son problemas de salud pública que se tienen que enfrentar", señaló el asesor principal en VIH, enfermedades de transmisión sexual y hepatitis de la OPS/OMS, Rafael Mazin.

El Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia se observa cada 17 de mayo desde que en 1990 la OMS eliminó la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). Hasta entonces, el sector de la salud y la sociedad en general consideraban que lesbianas, gays y bisexuales tenían una "enfermedad" o una "dolencia" debido a su orientación sexual.

Por otra parte, en la CIE las personas trans siguen siendo consideradas "enfermas" por la falta de conformidad entre su identidad con el sexo asignado al nacer y durante la crianza. Sin embargo, esto no significa que tengan una condición psicopatológica, según expertos. Esta situación ha impulsado pedidos de revisión de la clasificación. "Cuando reciben apoyo y son tratadas con respeto, consideración y solidaridad son tan adaptadas, productivas y felices como cualquier otra persona", aclaró Mazin.

Además del impacto que la intolerancia provoca en la salud emocional y mental, también significa que las personas LGBT tienen más riesgo de sufrir lesiones como consecuencia de la violencia física. Hombres gay y mujeres trans son víctimas frecuentes de crímenes de odio y homicidios, los que muchas veces son encubiertos al calificarlos como "crímenes de pasión" en lugar de expresiones de intolerancia extrema.

Mujeres lesbianas - cuyo número ha sido insuficientemente documentado- han sido y sigue siendo víctimas de abusos sexuales bajo el pretexto de "cambiar" su orientación sexual y muchos hombres gays, bisexuales y trans están todavía sujetos a las llamadas "terapias reparativas", que carecen de justificación médica y representan una grave amenaza para la salud y el bienestar de las personas afectadas, según un posicionamiento técnico de la OPS de mayo de 2012.
 

Información: OPS/OMS

Trans reclamaron cambios en la educación para ser aceptados 

Realizaron una nueva movilización en la que denunciaron discriminación y pidieron una educación inclusiva. Agrupaciones de homosexuales, transexuales y lesbianas reclamaron a la autoridades "cambios en el sistema educativo" para lograr una "verdadera inclusión", y celebraron la reciente aprobación en del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Uruguay "avanzó mucho" en los últimos tiempos" en el reconocimiento de derechos para los homosexuales, transexuales y lesbianas pero "aún falta mucho camino por recorrer" para considerar a la sociedad uruguaya como "igualitaria", dijo a Efe la Doctora Michelle Suárez, del colectivo Ovejas Negras y primer abogada transexual del país.

Lograr "modificaciones imprescindibles" para tener una "educación inclusiva" fue el reclamo central en un acto que se celebró en el centro de Montevideo coincidiendo con el Día Mundial de la Lucha contra la Transfobia, Homofobia, Lesbofobia.

El sistema educativo uruguayo "es violento y excluye a los transexuales con actos disfrazados pero que son una clara discriminación", afirmó.

Una representante de la Unión Trans del Uruguay, tras destacar que en el acto estaban presentes representantes de catorce de los diecinueve departamentos uruguayos, denunció una "peligrosa transfobia que atraviesa el país".

"Reclamamos a las autoridades que se aclaren los seis homicidios de compañeras trans ocurridos en el último año y que siguen impunes", afirmó en su discurso.

Además, pidió a la sociedad uruguaya "que levante las barreras" para "permitir el acceso" de las transexuales a "trabajos dignos" y no "condenarlas a la prostitución, la pobreza y la marginación".

En la concentración se destacó la reciente aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario, como una "importante conquista" luego de "muchos años de esfuerzo".

Michelle Suárez, demoledora de prejuicios




Uruguay – Demoledora de prejuicios: Michelle Suárez, abogada y militante del colectivo Ovejas Negras






Michelle Suárez Bertora nació para romper moldes, o para hacerte notar que el molde es un recurso de espíritus perezosos. Abogada, trans, integrante del colectivo LGBT Ovejas Negras, aún vive en su Salinas natal con su padre, jubilado de la intendencia canaria. Se traslada a diario a Montevideo, donde atiende parte de sus tareas profesionales y militantes desde el Bar Sportman, frente a la Universidad.

Esta mujer eligió el camino difícil para desanudar las redes de prejuicios: asumiéndolos en primera persona, sin posar de víctima. Narra su vida desde la resistencia, no desde el sufrimiento. “Todos tenemos prejuicios y los reproducimos”, aclara. “¿Y qué vas a hacer con ellos? O los justificás o los enfrentás.”

Michelle Suárez paladeó muy temprano la artificialidad de la discriminación. “Jugaba con las nenas a las muñecas, y con los varones, a las escondidas, al manchado. Mis amigos no me cuestionaban, pero a los cuatro años supe, por comentarios dichos muy ‘sin querer’ que para sus padres era demasiado delicada, que no tenía ‘comportamiento de varoncito’”.

-¿Siempre fuiste grande?

-De beba, no. Después, sí, fui muy alta y gordita. A los 12 medía 1,73. Siempre fui muy femenina. En el liceo me fascinaba que vieran en mí a una mujer, incluso sin maquillaje, de pelo corto y uniforme de varón. Con la ropa, negociábamos. Si yo quería un equipo deportivo rosadito, con encajes y un bordadito, mi madre decía de comprarlo con el bordadito, con el encaje, sí, pero verde agua. Me evitaba problemas con los varones y yo tenía lo que quería.
-¿Tus padres tuvieron choques con tus amigos?

-Difícil que alguien se enfrentara con mi madre. Era una dulzura, pero si te metías conmigo te iba a ir muy mal.
Hija’e tigra

“No firmo con el segundo apellido para darme importancia, como muchos abogados. Es para que no se pierda el apellido de mi madre, que falleció días antes de que me recibiera”, se enorgullece.
Michelle Suárez Bertora asistió a consultas con una psicóloga infantil a raíz de un hecho fortuito: se le atoró un zapato de tacón jugando con sus compañeros de jardinera y no se lo pudo sacar en todo el recreo. “La maestra lo señaló con tanta alarma que mi madre creyó que pude haber sufrido una situación de abuso. Al final, la psicóloga le dijo que mi construcción era absolutamente femenina. Más o menos: ‘Señora, hágase a la idea. Preséntele juegos de varón. Si no los quiere, deje’”.

-Mi madre nunca me sancionó. Hizo mi infancia muy feliz. No era tonta: sabía lo que pasaba. Ella veía las muñecas que compraba con mis ahorritos, y me decía cómo lavarles la ropita. En las jugueterías me mostraban metralletas con luces, con colores… nada me gustaba. Una vez morí con un auto gigante de muñecas, amarillo, con ruedas verdes, el parabrisas fucsia y pegotines de Frutillitas, carísimo. Mi madre preguntó: “¿Te gusta eso? Los varones también juegan con autos”. Y lo compró.

-Descomprimía situaciones.

-Por eso nunca me sentí un monstruo, como muchas mujeres trans. Mi madre siempre estaba controlando, pero yo no lo sabía. No me mentía, no me sometía, no aplastaba mi voluntad.
Infierno absoluto

“Mi primer choque feo fue el liceo”, recuerda. “Esas cinco horas de lunes a viernes eran el Gernika, el infierno absoluto. Me veían como una mujer hipersexuada. Si saludaba a un compañero era porque quería irme al baño con él. Eso bloqueaba cualquier tipo de relación sana. Yo podía soportar los latigazos, pero ellos, no. Y la institución callaba. La peor discriminación es la invisibilidad”.
-¿Cómo aguantabas?

-Elaboraba estrategias, nunca desde el lugar de víctima. Ni suavecita, ni dulce paloma. Di la guerra. Nada me haría abandonar mis objetivos. Si dejaba el liceo sería por decisión mía, no porque me negaran el derecho a aprender. Me sumergí en lo académico: más me discriminaban, más altas eran mis notas. Salvaba todo con 12. Otra estrategia: no salía en los recreos, cuando quedaba más vulnerable. Estaba siempre certificada por enfermedades que fingía para no asistir a gimnasia. Me sentaba bien cerca del escritorio del profesor para que se conectara conmigo y me protegiera. Pero docentes, psicólogos, orientadores pedagógicos, todos fingían que nada pasaba. Es muy difícil sufrir tanto y que nadie te pregunte ni cómo te sentís. La mayoría de las trans abandonan.
Mientras, Michelle Suárez se mantenía bien lejos de la violencia adolescente que suele saltar de la costa canaria a la crónica roja. “Nunca socialicé desde un lugar masculino. Cuando se acercan a una pelea, las mujeres buscan novio, ¿entendés? A mí no me interesaban esos novios”.

En la Facultad de Derecho se mantuvo la desidia institucional. “La mayoría de los administrativos me ponía cara de ‘se equivocó’. Pensarían: ‘¿Qué está haciendo acá?’. Recién pertenecí a ese lugar cuando habían pasado cinco años”.

Montevideo, tu casa

A los 15, Michelle Suárez encontró cierto refugio en Montevideo, la capital que conocía muy bien de visitarla con sus padres para despuntar el vicio por el cine. “Ni siquiera iba a boliches gay. Iba con una amiga a discotecas hetero. Nos gustaba Le Cirque, en Punta Gorda. Era menor, pero medía 1,80, el pelo largo por la espalda, el busto prominente… Pasaba por la puerta como ‘holaaaaa…’”.
-¿Y el flirteo?

-Esa idea de baile es bien masculina. Las mujeres vamos a divertirnos y a que nos persigan [risas]. Siempre tuve quien me persiguiera. Siempre hay paladar para lo exótico. La belleza depende del ojo que la mira. En el espejo encuentro siempre a la mujer que soñé de mí misma.
-Pero muchas trans parecen pasarse pidiendo disculpas o permisos innecesarios.

-Es un mecanismo de supervivencia. Si cada vez que entrás a un lugar te echan o te maltratan, siempre vas a esperar maltrato. En los años 80, el espacio de socialización era la noche, los boliches. Ahí no te iban a golpear, ni a violar, ni a encarcelar. Pero si sólo sos considerada útil como depósito de semen, llegás a resignarte.
-¿Cómo explicar los asesinatos de chicas trans de los últimos meses?

-Ante los cambios vertiginosos, todo sistema reacciona. Estamos dejando de lado una visión fundamentalista, homogeneizadora y unidireccional. Hay fricciones. Los que manejan los medios no bajaron de un platillo volador. Viven en una sociedad según la cual el rosadito es para las damas, la heterosexualidad es obligatoria y los demás imitamos el original masculino o el original femenino. Pero venimos dándonos cuenta de que no hay una utopía única, buena y ordenadora. Que todas las utopías merecen espacio de desarrollo.



La sexualidad como derecho humano
-Para deconstruir prejuicios, ¿las instituciones son necesarias?
-En muchos aspectos, sí. Construyen realidad. Si no podés casarte, tener nombre ni bienes, y el resto sí puede, seguís siendo objeto, no sos sujeto de derecho y nunca vas a lograr un cambio.

-¿Los partidos políticos son sitios acogedores?
-Los partidos no brotan abajo de las piedras. Padecen los mismos problemas que las personas. Toda institución discrimina, pero más me asusta cuando dicen que acá no pasa nada.

-¿Mejoró el vínculo entre la comunidad LGBT y los partidos?
-En los 80 ni abrían la puerta. En los 90 abrían y te decían “suerte en pila”. Hoy, levantan la mano y votan… Sí, hay un franco avance. El partido más receptivo, lejos, ha sido el Frente Amplio, pero mi opinión es técnica, no política. En los otros partidos hay personas aisladas. Beatriz Argimón dio una lucha constante en cuestiones de género. Fernando Amado ha representado una sorpresa para muchos.

-¿Dónde se trabaja mejor desde el Estado?
-En el Ministerio de Desarrollo Social, que actúa en consultas constantes con la sociedad civil. No es “siéntense y cuéntennos lo horribles que son sus vidas”. Es: “Sentate, dame tu diagnóstico. ¿En qué podemos ayudar? ¿Qué proponés?”. Pero todo depende demasiado del funcionario: cuando lo cambian, cambia todo.

-¿Qué viene faltando?
-Que se apruebe el matrimonio igualitario… Lo que hay no alcanza y no está bien trabajado. Se han acumulado en poquitos años leyes defectuosas con enormes vacíos legales. El Legislativo vota una ley y se desconecta. No hay políticas públicas.

-¿Uruguay toma conciencia?
-Empieza a madurar gracias al gran esfuerzo de la sociedad civil. Antes hasta parecía natural que ciertos seres fueran torturables.

-¿Qué les falta a los educadores?
-Sentir empatía. La sensibilización sólo es posible trabajando con los prejuicios, con los estereotipos de lo femenino y de lo masculino. Las instituciones desconocen la discriminación porque se limitan a enseñar nociones básicas de reproducción, sin concebir la sexualidad como derecho humano. Ni siquiera hay una política de salud sexual y reproductiva. La formación en género se enfoca en una mujer universitaria, de clase media, blanca, heterosexual, atacamos la situación de una mujer, de un tipo de mujer que, seguramente, también es oprimida. Pero ojo: las construcciones de masculinidad tampoco son liberadoras, ni siquiera para los hombres. Oprimen hasta a aquellos que ejercen poder.
Marcelo Jelen


http://ladiaria.com.uy/articulo/2013/3/demoledora-de-prejuicios/