ASÍ FUE LA TORTURA EN ÉPOCAS DE BORDABERRY en el Batallón 13



“Siento correr un portón de hierro y me invade una música estridente. Me bajan, me atan fuertemente las manos por detrás con un cable y me sacan la funda que me envuelve la cabeza: estoy contra una pared. Luego me tapan los ojos con una tela áspera y la anudan fuertemente. También me cuelgan algo del cuello y alguien me dice que en adelante me llamarán por un número que me

indica y que por los nervios olvido de inmediato. Ahora me toman firmemente del brazo y me conducen unos metros. Una voz me pregunta: cómo te llamás. Contesto Martínez. Una bofetada. Me pregunta de nuevo: cómo te llamás. Uno aprende rápido y contesto José Jorge Martínez. El Tito, comenta el interrogador, y sigue: la mano viene brava para vos, ¿vas a hablar? Callo, esperando otra bofetada. No se produce. Me toman de nuevo del brazo y me llevan, me hacen subir una escalera de madera y luego de unos pasos nos paramos. De súbito me toman vigorosamente de los brazos y de la nuca, son dos pienso, y me doblan, hundiéndome la cabeza en un tacho con agua. Es un agua con algo viscoso, con olor nauseabundo, vómito pienso, es un olor inconfundible pienso, mientras cierro fuertemente la boca. Al cabo de un momento, es fácil de aguantar me digo. Pasa el tiempo y sigo con la cabeza en el agua. Siento que me asfixio, el pecho parece explotar, me agito inútilmente, lo único que pienso es no abrir la boca, pero el agua comienza a entrar por la nariz, me sacudo, la nariz me arde. Me levantan. Respiro a bocanadas, ruidosamente, ansiosamente. Me preguntan: vas a hablar. No digo nada. Otra, se dicen, y de nuevo me empujan por la nuca hacia el agua, larga, interminablemente; siento que voy perdiendo el control, no resisto, no resisto, abro la boca y aspiro, el agua y la porquería entran pero no aire, me convulsiono, me sacan. Me preguntan: vas a hablar, puto. No digo nada. Me impulsan otra vez hacia el tacho y así todo recomienza.

Estoy parado hace mucho tiempo, no sé dónde ni cuánto. Pienso insistentemente, obsesivamente, bueno, esto es así, se aguantó una vez, se puede aguantar otra, hay que pasarlo de a una vez, de una vez por vez, sí, de una vez por vez”.

“Siento que me ponen una capucha, no sé de que material: está húmeda, huele a roña, a inmundicia. Me llevan casi corriendo, a los tropezones y de inmediato estoy otra vez con la cabeza en el agua. Pero para mi alivio esta vez me sacan pronto: un tipo me toma la capucha a la altura de la garganta y la aprieta. No entiendo qué pretende. El tipo la aprieta aun más, la estruja y siento que me falta el aire; abro bien la boca y en vez de aire me entra la capucha, me sacudo como loco, me sujetan violentamente, deben ser tres, me asfixio, siento que me voy, el tipo afloja y me llega aire que trago a borbotones; el tipo vuelve a estrujar la capucha, imagino que la capucha entra también por la nariz, pataleo y logro zafar pero un golpe en la cabeza da conmigo en el suelo y puedo respirar aliviado. Una voz me dice: vos te la buscaste, ahora vas a saltar, vas a ver lo que es bueno. Advierto que a los tirones me arrancan la ropa y me dejan desnudo; me tiran sobre algo duro pero flexible, no sé, sí, parece una cama metálica con elásticos y con una arpillera mojada arriba.

Picana, es la picana; me recorren el cuerpo y yo me arqueo, salto como una rana, me tiran agua encima y siento que vibro todo entero. Alguien me dice: vas a hablar, hijo de puta. La picana pasa por el pecho y me da como un golpe, percibo lejanamente que me paralizo. Un tipo me levanta los labios, hurga en mi boca cerrada y un rayo continuo se me descarga. Oigo a alguien que grita, que aúlla, soy yo”.

“Me están haciendo subir otra vez la escalera; de nuevo la picana, me digo, ¿cuántos días van? Tres, cuatro, no me acuerdo bien. Una vez por vez me repito monótonamente, hay que pasarlo una vez por vez. Estoy arriba y con las vísceras apretadas espero que empiece, pero no, un tipo me habla. Amable, firme. Me está diciendo que es al cohete que me haga masacrar, que tarde o temprano todos terminan hablando. A esta altura por las voces ya me he dado cuenta que los que torturan son oficiales, que los soldados, los números, sólo te llevan y traen, pero aun así éste es otra cosa”.

“El tipo pierde la paciencia, o hace que la pierde, y me grita, es un truco, pienso, es técnica elemental de interrogatorio, pienso, y el tipo me insulta, se evapora su corrección, me golpea, es un golpe seco y duro, es una cachiporra de goma identifico, el tipo me da en la espalda, en los brazos, se encarniza en los muslos, que queman, atontado en un momento me caigo y el tipo me sigue dando en el suelo, sin parar. No, ahora se detiene y me vuelve a conminar, vuelve a ser convincente, dice que me tiene lástima, que no sea idiota al pedo. Callo. Vuelve a pegarme en los muslos. Duele mucho, pero pienso que se puede soportar, que al lado de la picana en la pija eso no es nada, que mejor siga con los golpes y gimo para impresionarlo.

Al final se detiene. Debe haber hecho un gesto porque sin más palabras me agarran y me llevan escaleras abajo. Me hacen caminar un trecho y luego me dicen quieto y me dejan. Estoy desconcertado. Ya sé que alzando con disimulo la cabeza puedo entrever algo debajo de la venda, por las comisuras: lo hago brevemente y percibo otros pies, concluyo que estamos de plantón, esperando. Siento una conversación, parece radial, alguien está diciendo 300 Carlos, sí, aquí Oscar 2, escucho”.

“Debe ser ya media mañana. Alzo la cabeza para tratar de ver algo cuando un fuerte golpe en la cabeza me saca las ganas: y al cabo de un rato alguien viene y me coloca algodones en los ojos debajo de la venda: esto debe ser jodido, pienso, cuando noto que algunas hebras se me han metido debajo de los párpados.

Me vienen a buscar y me digo, con pánico, de nuevo arriba. No, me ponen otra vez la atadura a la espalda, maniobran con ella y siento que soy lentamente izado, mis brazos arqueados en la espalda se elevan y alzan tras ellos el cuerpo, éste se estira, me pongo de puntillas, se sigue elevando: estoy en el aire. Alguien ha tanteado con el pie haciéndome oscilar y así quedo.

No pensaba en nada, duraba como una cosa, cuando me apercibo que ahora con las puntas de los pies rozo el piso: me duelen terriblemente los omóplatos pero igual hago un esfuerzo para bajar; me retuerzo, lo voy logrando y consigo que los dedos de mi pie derecho se apoyen, sí, se apoyan en el suelo. No me dan tiempo para saber si he mejorado o empeorado porque alguien viene, siento que maniobra con la cuerda y vuelvo a elevarme en el aire. Es insoportable, pero continúa sin pausas.

Puedo ver, a través de la venda puedo ver con claridad a unos niños que me miran atentos, curiosos, son cinco o seis y uno tiene los dedos en la boca: están callados e inmóviles; ahora se mecen, crecientemente se mecen en el aire mientras me miran reflexivos. Estoy abstraído ante los niños que me custodian expectantes mientras oscilan ingrávidos como movidos por una brisa.

Alguien me toma por los sobacos y me alza mientras otro va soltando la cuerda; voy recobrando la lucidez en tanto los músculos de los hombros se van encogiendo entre punzadas taladrantes: siento que me voy a derrumbar pero me sostienen y luego uno me lleva trastabillando, me hace acostar y me arropa con un poncho. Quedo muerto.

Estoy otra vez en el gancho, colgado. Una voz, alguien, me habla y yo me retuerzo en el aire; la voz me pregunta si ahora estoy dispuesto a hablar, nada digo, el tipo me insulta larga y pacientemente, me lo pregunta de nuevo y yo decido no contestarle pero me oigo decir entre gemidos nombres no, nombres no cuando algo me toca y salto, es la picana, yo me arqueo, los omóplatos van a reventar, me sacudo, cimbreo como una bandera sacudida por un ventarrón. Voy perdiendo la noción de las cosas.

Alguien me toma por los sobacos”.

“Nuevamente estoy de plantón. Llevo cinco, no, seis días con esta rutina diabólica, plantón, gancho, picana, reposo, plantón, gancho, picana. Llevo cinco, no, seis días, dormitando sólo parado, los pies están hinchados y vivo en un sopor que no sé qué pensarán ellos pero que hacen más soportable el tormento”.

“Estoy colgado del gancho. De pronto aparece Adriana que se detiene a lo lejos y me mira callada, meditativa. Yo me pregunto qué estará haciendo ahí, qué imprudencia, la van a agarrar, qué incauta. Ella me mira en silencio y yo me esfuerzo para hacerle señas con la cabeza de que se vaya ya, que no se arriesgue porque la va a quedar. No me hace caso y mi tensión sube: qué temeridad y todo para qué, si al menos tentara aflojarme la cuerda y yo pudiera apoyarme en el suelo: pero no, está demasiado lejos. Ahora parece que me ha comprendido y sin darse vuelta comienza a alejarse lentamente, cuando yo me apercibo que tengo una necesidad y le digo que me traiga un par de alpargatas, sí, necesito imperiosamente un par de alpargatas. Ella no contesta ni da señales de haber oído; alpargatas, le imploro, le grito, por favor, alpargatas. Desaparece, se ha ido: pero yo necesito alpargatas.

Estoy de plantón. Siento ruidos familiares porque estoy al lado del baño y del baño mana como un arroyo de aguas servidas que empieza a mojarme los pies: es mierda, diablos, es mierda...”

“Estoy sentado: es el descanso de cinco minutos. Siento los ojos pegajosos. Me preocupa que la infiltración de los algodones debajo de los párpados haga que sienta que mis ojos supuren permanentemente y que provoque que la pringue de hilos de algodón, pestañas y líquido vayan formando como pequeños bolsones. Alguien viene y me examina la pierna. Es que al costado de la pantorrilla ha erupcionado como una úlcera y exuda una débil mezcla de pus y sangre. Ya lo había entrevisto con indiferencia, como una curiosidad. Ahora que me examinan me digo que es raro porque nunca he tenido várices, me pregunto displicente a qué se deberá. El tipo parece que me pasa un algodón mojado, una y otra vez, y en la maniobra le huelo un tufo alcohólico; me pone una gasa y la sujeta con una cinta. Yo pienso decirle que no se preocupe por pavadas, lo que me importa son los ojos que supuran cada vez más, sí. El tipo parece que se ha ido: a mí lo que me preocupan son los ojos

Estoy sentado y viene alguien que me dice: tomá, mientras me da un par de pastillas y yo me digo: qué bueno, debe ser para los ojos, el médico será un borracho pero se acordó; las trago y luego recuerdo que no alcancé a planteárselo pero tal vez el tipo se dio cuenta, y me digo qué atento, qué tipo piola. Mientras, viene la orden, de pie, y cuando me dispongo a pararme siento una mano en el hombro y me dicen no, vos no, dormí. Me invade una enorme sensación de felicidad, de reconocimiento y gratitud, y me recuesto encogido entre los ponchos. Qué bien se está: mi agradecimiento es totalizador, qué buenos son pienso, después de nueve días podré dormir, qué tipos macanudos. Me despierto y quedo absorto: veo grandes manchas de color, geométricas, como un conjunto de edificios que se movieran lentamente, meciéndose, tal como si fueran haces de luz multicolor. Es un espectáculo tranquilo, de una serenidad increíble, profundamente armonioso, que trae paz y bienestar. Lo observo sosegado, sin preguntarme a qué corresponderá. Lo acepto plácidamente encantado. Los planos de luz se cortan, se entroncan como si estuvieran regidos por una música inaudible. Es posible que me haya muerto, me digo sin el menor asomo de inquietud, sí, es posible, mientras alguien cerca está diciendo: 300 Carlos, aquí Oscar 1.

Los plazos se han acortado: ahora, cuando me cuelgan del gancho, los niños me vienen a ver casi de inmediato”.

“... ¿cuánto llevo aquí? Concluyo que debe ser un mes, más o menos un mes. Qué mierda. Me viene una certidumbre, absoluta, total: estoy en reparaciones y dentro de poco recomenzará todo, pero sólo una vez, sí, una vez, y luego abandonarán y me llevarán al Juzgado: si después de todo ya saben todo, me dejarán en paz. Sólo tengo que aguantar otra tanda de torturas como la primera: si aguanté una puedo aguantar otra, y después me dejarán en paz, me dejarán en paz”.

“Luego de cuatro o cinco días de recuperación todo ha recomenzado: la colgada, la picana, los plantones; todo el día, todos los días. Es inaguantable; antes me decía una vez por vez, pero ahora ya sé que esa una vez va a durar un mes por lo menos, un mes soportando esto. Ya no sólo me duelen los hombros cuando me cuelgan, sino que al llevarme y tocarme casualmente siento ya un tormento. Mejor estar muerto, me digo, mejor morir que seguir soportando esto.

Dale, puto de mierda, hablá, qué ganás con hacerte masacrar. Nombres no, nombres no. Salto en el aire, siento que me desgarro.

Me llevan, otra vez me llevan al gancho: pero no, la escalera, será otra vez el tacho, es preferible, me enlazan una cuerda al cable que me ata las muñecas en la espalda y me empujan, tropiezo, me empujan y quedo montado a caballo sobre una barra. Un tipo me dice: mirá que esto nadie lo aguanta, largá mejor. Quedo expectante, aterrado, y contesto nombres no, nombres no. La picana, salto en el aire, me retuerzo y caigo, la barra es filosa y el tajo es como si me seccionara en la entrepierna el hueso, no me dan tiempo ni para pensar y vuelvo a saltar, es como si me rajaran todo el cuerpo, siento que todo yo estallo, ahora caigo sobre los testículos, van a explotar, vuelvo a saltar, siento que me voy, salto.

Estoy acostado porque han suprimido los plantones: luego que me aplican el caballete me bajan y me acuestan. Y aquí quedo, en un sopor, idiotizado, todo el resto del día. Rechazo la comida, mejor dicho, no la ingiero, simplemente no hago nada. Nada. Dormito.

Me tiran agua a la cara, cobro conciencia, me levantan y me llevan: de nuevo el caballete, mejor morir me digo. Estoy en lo alto de la escalera, doy un brusco tirón, me suelto, monto a horcajadas sobre la baranda, voy a saltar, me agarran, me tiran al suelo, gritan. Pará, hijo de puta, qué querías, tirarte, bien, soldado, bien, estuvo atento, pero para qué querías hacerlo, para qué, qué fanáticos.

Me llevan, otra vez me llevan. Me digo esto no va a parar nunca, no, no va a parar”.

“Viene alguien que me quita la atadura y me alcanza una camisa y un short. Recién me apercibo que estoy casi desnudo, con sólo un calzoncillo: y que está mugriento. En dos meses sólo una vez me ducharon con una manguera y cantidad de veces me cagué encima. Sí: no sólo es el calzoncillo, soy yo el que está inmundo. Me pongo la ropa y me preocupo porque el short es muy chico: qué falta de consideración, me digo.

Voy en un camión cerrado. Pienso que a lo mejor me llevan a un Juzgado militar (...). Sigue otro rato y ahora se detiene. Me bajan con cuidado y me doy cuenta que no venía solo. Siento gritos e insultos, me empujan, me golpean, hemos llegado a un cuartel, imagino”. http://www.laondadigital.com/laonda/laonda/201-300/265/a3.htm

Comentario de Andres Gesto: La Unidad de Capacitación (de la UDELAR) se llama José Jorge "Tito" Martínez Fontana en honor a un reconocido funcionario de la Universidad de la República. José Jorge "Tito" Martínez Fontana nació en 1931. En 1954 ingresó por concurso a la Universidad de la República como funcionario no docente.
Estudió arquitectura, fue militante del Centro de Estudiantes, tuvo una destacada participación en la consecución de lo que fue el Plan de Estudios 1952 y en la lucha por la Ley Orgánica.
Durante la Dictadura fue detenido, torturado durante 37 días y recluido, primero en un cuartel y luego en el Penal de Libertad, durante nueve años.
Cuando el Ing. Rafael Guarga fue electo Rector de la Universidad de la República, Martínez le acompañó como Asistente Académico desde 1998 hasta su jubilación en el 2000. A modo de homenaje se le asignó su nombre a la Unidad de Capacitación.
Ricardo Ferré

José Jorge Martínez. Uno de los capítulos de su libro “Crónicas de una derrota-Testimonio de un luchador”.

FUENTES DE FEDERACION DE BASES PATRIA GRANDE 
Publicado por Ricardo Ferré

Tomado del Blog de la Federación de Bases Patria Grande ,

Combatiendo privilegios: la imprescindible Reforma de la Caja Militar

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FOTO DEL El Observador  Nota: Artículo publicado en Liberarce impreso edición febrero-abril de 2017.

Con la firma del dictador Juan María Bordaberry, el 19 de febrero de 1974 (a casi 8 meses de dar el golpe de Estado) se decreta la Ley Orgánica Militar que establecía un esquema de privilegios para los altos mandos militares, creando principalmente el cálculo del “haber básico de retiro”. Ley que hoy continúa vigente y a la que se le han sumado otras leyes y decretos aumentando los beneficios y ampliando la brecha de desigualdad distributiva. Protegidos por la acción corporativa, las presiones y amenazas que ejercen sus beneficiarios, miembros del Centro Militar, esta suma de privilegios le ha significado al Estado 1.523 millones de dólares de déficit fiscal entre el 2011 y el 2015, a los que se suman 400 millones de dólares durante el 2016. Son más de 50.000 los jubilados y pensionistas que integran la Caja Militar, pero sólo 1.573 los altos mandos que cobran casi 100 de los 400 millones de dólares. En el otro extremo, las jubilaciones que promedian los 23 mil pesos, las pensiones de 15 mil y el 60% del personal subalterno en actividad, cuyos ingresos rondan los 20 mil pesos al mes.

Dentro de los grandes desafíos que tiene el gobierno del Frente Amplio por delante se encuentra la necesaria reforma de la Caja Militar. Un tema que nuevamente ha tomado el Poder Ejecutivo, enviando para estudio del Parlamento un anteproyecto de ley de reforma de esta caja, en los últimos meses del año pasado. 
Las resistencias “previsibles y no tanto”, no se hicieron esperar. Tanto sectores de la oposición, como el diputado de la Unidad Popular y el ex diputado frenteamplista Gonzalo Mujica, manifestaron que no acompañaban (léase votaban) la propuesta de reforma, tras el argumento de inconstitucionalidad dada la doble tributación que más adelante explicaremos.
Ante las posiciones negativas del Parlamento, el presidente decidió la conformación de un nuevo grupo de trabajo que estudie un nuevo proyecto de reforma.
Pero este no fue el primer intento de modificar este sistema jubilatorio. Ya durante la primera presidencia del Frente Amplio, en el año 2008, buscando equiparar los distintos sistemas de previsión social, el Poder Ejecutivo envió al Legislativo proyectos de reforma de las Cajas Policial, Bancaria y Militar. De los que fueron aprobadas las leyes correspondientes a las reformas de la Caja Policial y la Caja Bancaria, quedando postergada la Militar. 
Casi una década después se replantea el tema y aunque la base de discusión ha sido la económica por el enorme gasto fiscal que representa, no dejan de ponerse sobre la mesa inocultables razones sociales, políticas e ideológicas que hacen al avance en justicia social. Así como es insostenible que el Estado vuelque el 1% del PBI (equivalente al 11% del presupuesto nacional) para solventar la buena vida del personal superior de las fuerzas armadas; es impostergable el avance hacia una más justa redistribución del ingreso y de la riqueza. 
Beneficios del Servicio de Retiros y Pensiones de las Fuerzas Armadas
- La jubilación equivale al 100% del salario que tenían como activos.
- Se cuentan como años de trabajo los que están en los centros de formación (escuela militar)
- Se computa doble cada año en el exterior.
- Reciben aguinaldo.
- Al fallecer buena parte de lo que cobran lo hereda la familia.
- Al jubilarse pueden hacerlo con un grado más que el tenían.
- Retiro voluntario: con el régimen actual, el personal superior puede jubilarse con 20 años de servicio y menos de 50 años de edad.
- Retiro obligatorio según el rango:
*Generales: 60 años de edad                                                              
*Coroneles: 55 años de edad
*Tenientes Coroneles: 52 años de edad.
*Mayores: 48 años.
*Suboficiales Mayores: 55 años.
*Sargentos primero: 52 años.
*Sargentos: 50 años.
*Cabos de primera: 48 años.
*Cabos de segunda: 46 años.
*Soldados: 45 años.
*Soldados de segunda: 40 años.
Los números del déficit
Las pérdidas se duplicaron en la última década.
Los montos destinados al pago de jubilaciones de la Caja Militar fueron:
2011: 312,6 millones de dólares
2012: 236,5 millones de dólares
2013: 285 millones de dólares
2014: 343,2 millones de dólares
2015: 345,7 millones de dólares
2016: 400 millones de dólares.
El déficit de la Caja Militar y el del BPS es de alrededor de 400 millones de dólares cada uno, con la diferencia de que, los 400 millones de dólares que salen de Rentas Generales al Banco de Previsión Social se usan para complementar el pago de 600.000 pasivos; mientras que los 400 millones de dólares destinados a la Caja Militar son para el pago de 50.000 jubilaciones.
La pérdida millonaria de la Caja Militar tiene varias causas:
1) La relación activo-pasivo: cada 2 jubilados hay uno en actividad, por lo que los ingresos que tiene la Caja sólo cubren un 13% de los gastos. El 87% restante proviene de Rentas Generales. Esta transferencia, porcentualmente es mucho mayor que la que se destina a Educación, Salud y Vivienda.
2) La edad promedio de retiro, que en el 2015 fue de 49 años.
3) No hay un tope a las jubilaciones.
4) Cobran más como pasivos que como activos porque se los asciende un grado cuando se jubilan.
Mientras que por año, el Estado uruguayo aporta U$S700 por cada jubilado de la Caja Bancaria, U$S1.600 por cada jubilado del BPS y U$S3.500 por cada jubilado de la Caja Policial; el aporte por cada jubilado de la Caja Militar asciende a U$S8.100.
Hoy, todos los uruguayos pagamos más de 1 millón de dólares por día para bancar los privilegios de los altos mandos militares. Porque esos 8.100 dólares no los cobra un soldado ni un cabo, los cobran los mandos superiores.
Son el 20% de las jubilaciones las que generan el 70% del déficit. Es decir que, casi 10.000 oficiales cobran 280 de los 400 millones de dólares.
Y si se especifica más a los privilegiados, resulta que, el 3% de los pasivos militares cobran el 20% de los 400 millones de dólares. Este 3% corresponde a 1.573 altos oficiales retirados que cobran cada uno, entre 133.000 y 345.000 pesos al mes, sumando casi 100 millones de dólares al año.
El actual sistema jubilatorio militar representa un verdadero esquema de privilegios, en primer lugar a la interna de las propias fuerzas armadas, entre los casi 54.000 pasivos y los 27.000 militares activos. Donde la jubilación promedio es de $23.000, la pensión de $15.000 y los salarios de los soldados de las categorías más bajas, de $14.000.
Esta suma de injustas desigualdades se ha mantenido por más de 40 años, generando enormes diferencias también con respecto al resto de la población, tanto en las condiciones para acceder a la jubilación como en el valor de la misma. 
En busca de la igualdad
Los principales cambios propuestos por el Poder Ejecutivo en el anteproyecto de ley de reforma de la Caja Militar
Equiparar la cantidad de años de edad y de servicio con las condiciones del resto de los regímenes jubilatorios: 60 años de edad y 30 de servicio.
No contar como años de servicio los de la educación militar.
Quitar el beneficio del ficto “casa-habitación”.
Derogar la devolución de montepíos.
Cambiar las condiciones para acceder a retiros por incapacidad.
Cambiar los cálculos para fijar las pasividades.
La creación de un impuesto que toma como base las franjas del IRPF, con lo que a cifras del 2016 las pasividades militares que no superaran los $50.100 quedaban exentas del pago; las que superaran los $50.100 y hasta los $53.440 pagarían un 2%; con una tasa progresiva hasta la última franja que tributaría un 20% y corresponde a las jubilaciones y pensiones superiores a los $133.600. Este sistema impositivo es similar al de la Caja Bancaria.
Con este impuesto, que afectaba sólo al 20% de las jubilaciones más altas, el Ministerio de Economía buscaba generar un ingreso de 40 millones de dólares, o dicho de otra forma, bajar en un 10% el déficit de la Caja Militar.
Aquí se plantea uno de los principales argumentos en contra, el de la inconstitucionalidad de la reforma porque tendrían un doble pago de impuestos, el IASS y este nuevo.
Públicamente conocidas y reproducidas han sido las respuestas por parte de los altos mandos, organizados en el Centro Militar y el Círculo Militar, entre otros. Desde la calificación de la propuesta de reforma como “discriminatoria”, “estigmatizante”, e “inaceptable”, escudándose en las bajas remuneraciones de la tropa, a las reuniones que tuvieron con algunos legisladores y la propia Suprema Corte de Justicia, para que entendieran lo “injusto” del planteo.
A las voces de la resistencia se sumó la editorial del diario El País, que en noviembre del año pasado planteaba:
“El gobierno recorre un camino equivocado”, “mantiene viva la llama del resentimiento amparado en mayorías que desprecian a una Institución que es la columna vertebral de un nuevo concepto de la seguridad nacional”, “porque para el Frente Amplio siguen existiendo ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, a pesar de lo que diga la Constitución”.
Dos meses después, a comienzos del 2017 y tras la muerte del dictador Gregorio Álvarez, salieron a la luz los indignantes montos jubilatorios que aún hoy cobran los militares que han sido procesados y permanecen en prisión por los delitos que cometieron en la dictadura.
El que cobraba más era Gregorio Álvarez, que tuvo hasta su muerte una jubilación de $172.647, a él le siguen las jubilaciones de Jorge Silveira: $128.744, José Araújo Umpiérrez: $118.278 y Juan Carlos Gómez: $112.744. José Gavazzo cobra $68.348 y Ernesto Soca $24.245. 
Muchos se preguntarán, como lo hice yo en su momento, ¿por qué se mantiene esta aberrante situación perpetuadora de impunidad? Y la respuesta es la falta de establecimiento del Tribunal de Honor que tienen como institución, que es quien debe tomar la decisión de impedir el cobro. Los motivos de la no reunión del Tribunal de Honor para tratar este tema, los desconocemos, aunque no son muy difíciles de imaginar.
Mucho camino queda por recorrer.
Está claro que ellos, hoy como ayer, defienden sus intereses y exponen su naturaleza de clase recordándonos que hay cosas que no cambiaron, simplemente están ahí.
De este lado, nosotros, impulsores de los gobiernos del FA, militantes por un nuevo Uruguay que debe construirse necesariamente con los cimientos de la igualdad, la solidaridad y la justicia social.
   
Nota: Artículo publicado en Liberarce impreso edición febrero-abril de 2017.
FUENTES  DE  PERIÓDICO LIBERARCE

LEONARDO BOFF “El objetivo del imperio es eliminar liderazgos progresistas”



Con 78 años, el referente brasileño de la Teología de la Liberación continúa más que activo, entusiasmado por las ideas del papa Francisco. Su visión de la situación en Argentina y Brasil, donde se quiere llevar el proyecto neoliberal hasta sus últimas consecuencias.

Por Washington Uranga
“La crisis es tan global que se nos hace difícil hacer análisis”, afirma este hombre de pelo canoso y barba blanca que habla pausadamente en español, sin poder disimular su acento portugués. Se lo puede caracterizar como un filósofo muy crítico y agudo de la sociedad actual. Se sigue considerando un teólogo porque esa fue su formación fundamental como religioso franciscano, a pesar de que desde 1992 se apartó del sacerdocio católico planteando discrepancias con la institución eclesiástica. Ha sido uno de los iniciadores latinoamericanos de la Teología de la Liberación. Hoy es uno de los mayores predicadores de la lucha ecológica y de la sustentabilidad. También un firme defensor del papa Francisco, a quien considera junto al Dalai Lama, uno de los más importantes líderes mundiales, “en un mundo en el que carecemos de liderazgos políticos y populares”.

Leonardo Boff, ese es su nombre. Estuvo en Buenos Aires para brindar una serie de conferencias en distintos ámbitos, pero también para escuchar, dialogar, encontrarse con sus amigos políticos, dirigentes sociales, religiosos. Hubo un tiempo para el diálogo con PáginaI12. A sus 78 años Boff conserva una enorme vitalidad, derrocha entusiasmo en cada afirmación, pero deja transparentar una enorme preocupación por el momento que vive la humanidad.

“Hay cuarenta puntos de guerra en el mundo, es una guerra mundial balcanizada”, dice. “No sabemos hacia dónde vamos, nadie sabe hacia dónde vamos. Tengo la impresión de que estamos en un vuelo ciego, de un avión sin piloto”, subraya.

Para Boff “estamos inmersos en una gran crisis sistémica, que pone en duda un modo de vivir”. Vuelve sobre lo  que a su juicio es una cuestión central: la ecología. “La crisis ecológica es de tal gravedad que no podemos dimensionar el daño que está causando y tampoco alcanzar a ver la gravedad de la crisis que estamos enfrentando”, afirma. Y repite, de distintas maneras, lo que también escribió en su último libro publicado en Argentina (Sustentabilidad, Editorial Santa María, 2017): “La estrategia de los poderosos consiste en salvar el sistema financiero, no en salvar nuestra civilización y garantizar la vitalidad de la Tierra”.

Las referencias al papa y a su encíclica Laudato Si son constantes a lo largo de la conversación. La mención puede resultar sorprendente viniendo de un hombre que abandonó el ministerio sacerdotal en la Iglesia Católica como consecuencia de la persecución a la que fue sometido por la institución que le impidió expresarse, enseñar, ejercer su condición de teólogo. Jozef Ratzinger, antes de ser Benedicto XVI y actuando como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) fue uno de sus implacables perseguidores. El libro titulado “Iglesia, carisma y poder” (1981) encierra una de las más duras críticas que se haya conocido a la Iglesia Católica como institución. En 1985 fue condenado a un año de silencio por Ratzinger. En 1991 se le impuso censura eclesiástica previa a sus escritos y ese mismo año Boff  renunció a la dirección de la revista teológica Vozes (Petrópolis, Brasil) una tribuna de la teología de la liberación.

Hoy Leonardo Boff resalta la figura del Papa y de sus enseñanzas. Admite que tiene una relación fluida con Francisco a quien le envió, apenas fue electo, una serie de ideas sobre la ecología y el ambiente. Menciona también que en aquella oportunidad recibió respuestas de Bergoglio a través de un amigo común: el entonces embajador argentino ante la Santa Sede Eduardo Valdés. Boff no lo dice, pero quienes conocen sus escritos y han profundizado en el documento papal sobre la ecología saben que muchas de las ideas plasmadas por Francisco estaban ya en el pensamiento de este hombre formado en las ideas de Francisco de Asís. “La encíclica Laudato Si no está dirigida a los cristianos, sino a la humanidad y su pedido es salvar la tierra. Es una respuesta de ecología integral, que abarca todos los órdenes de la vida. No es una ecología boba, tonta. Con este documento el Papa se puso a la vanguardia”, sostiene.

No elude las respuestas políticas. “No es posible analizar Argentina o Brasil solo desde aquí. Tenemos que mirar nuestras realidades en el marco de la crisis de la globalización, de la planetarización”. Y refuerza la idea subrayando que “dependemos los unos de los otros y cada país no puede salvarse por sí mismo, encontrar su propia salida”.

Cuando se refiere a Brasil abona la idea del “golpe parlamentario” y, con desazón, sostiene que “no vemos ninguna salida” porque los actuales gobernantes “quieren llevar el proyecto neoliberal hasta sus últimas consecuencias”. La crisis, real o supuesta, de los llamados “gobiernos progresistas” de la región también se incorpora al diálogo. “El objetivo del imperio es eliminar los liderazgos progresistas y de izquierda de raíz popular”, sostiene. “La estrategia para hacerlo es usar la represión, por una parte, utilizar a la Justicia (Poder Judicial) con ese propósito y deslegitimar la movilización popular como lucha política”. Sintetiza: “No hay leyes, sino poderes en disputa”.

“La estrategia del imperio es: un mundo, un imperio; cubrir todos los espacios y desestabilizar todos los gobiernos de base popular, ya no a través de la fuerza militar, sino utilizando a los parlamentos. Es lo que han hecho en América Latina”. Y sigue su argumentación: “El Atlántico Sur estaba abierto. Es una zona de muchos recursos en la que gobernaban las democracias de base popular. Había que intervenir para ocupar los espacios y, además, para ponerle límite a la presencia de China en la región, dado que China está entrando cada día más en América del Sur. Estados Unidos tiene que frenar a China. Es un juego geopolítico”.

“Por eso digo que el problema de Argentina y de Brasil y del resto de los países sudamericanos no se resuelve solo desde aquí”. Como dato agrega que “los recursos de agua y petróleo de Brasil están entre los más grandes del mundo y los están privatizando a precio vil”. A esta altura del diálogo, Boff pone más y más énfasis en cada afirmación. “Todo eso hace muy difícil una historia con solidaridad… y tenemos democracias de muy baja intensidad”. Vuelve otra vez sobre la política: “Se pretende el desprestigio de la política presentándola como el mundo de los sucios, donde todos son corruptos”. ¿Cuál es la alternativa? “Los gestores, los gerentes que actúan por fuera de la política. Y esto es muy peligroso, porque, yo creo, no se resuelve nada sin pasar por el mundo de la política”.

“Nadie sabe hacia dónde vamos” reitera. Y, a modo de anécdota refiere conversaciones que ha mantenido con militares brasileños. “Algunos quieren que vuelvan los militares pero ellos mismos no quieren afrontar la situación porque perciben la gravedad de la crisis”, dice mientras sonríe con picardía.

Pone su esperanza en los movimientos populares y en su capacidad de movilización. “Los movimientos sociales están despertando y ocupando las calles”, señala. Pero vuelve a advertir que “no hay líderes y eso hace difícil la construcción de alternativas. Quizás la crisis facilite la emergencia de nuevas personas que asuman esos lugares de liderazgos”.
FUENTES  DE  PAGINA12     (Imagen: Dafne Gentinetta)

PABLO CHARGOÑIA “Los torturadores usan hoy los mismos argumentos que los nazis en los años 60”


El Observatorio Luz Ibarburu llevará a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el caso de las amenazas del Comando Barneix. En entrevista con Caras y Caretas, el coordinador del equipo jurídico de esa institución, Pablo Chargoñia, explicó cuál es el estado y el alcance actual de las investigaciones.  

Por Manuel González Ayestarán
¿Qué puntos desarrollarán en su exposición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?

Solicitamos una audiencia para plantear las dificultades que existen en Uruguay en la persecución de graves violaciones a los derechos humanos, poniendo el foco, en particular, en las amenazas del presunto Comando Barneix, que tienen por objeto amedrentar y perturbar el trabajo que algunos actores sociales e institucionales desarrollan en torno a los crímenes de lesa humanidad. También vamos a tratar de aprovechar la oportunidad, en el escaso tiempo que tendremos, para plantear las omisiones y demoras que verificamos en el Estado uruguayo con relación a las investigaciones de los crímenes de la dictadura y a la persecución de sus responsables. Nosotros como observatorio vemos que no hay colaboración eficaz del Poder  Ejecutivo, que es el que tiene que auxiliar a la Justicia a la hora de investigar crímenes complejos ocurridos hace mucho tiempo. Tampoco vemos que el sistema judicial adopte medidas tendientes a que esa investigación se desempeñe en los tiempos que las causas requieren. Estos tiempos son acotados porque tanto las víctimas como los victimarios se mueren, y porque es muy difícil desarrollar una investigación si no hay una actitud eficaz de los poderes de Estado.

¿En qué estado se encuentra la investigación referente al Comando Barneix?

Nos preocupa que no haya avances. Contrariamente a una información errónea que circuló días atrás, se manejan unos servidores que estarían en dos países fuera de Uruguay, pero no se localizaron exactamente las computadoras desde las que se emitieron los mensajes amenazadores, por tanto no sabemos si se hizo desde Uruguay o desde el exterior. En la medida en que el tiempo pasa y no se avanza en esta investigación, la preocupación aumenta, porque se requiere esclarecer los hechos para trabajar en un ambiente de tranquilidad sin que el amedrentamiento cause un efecto disuasivo. Relacionamos este hecho con el caso de la invasión y atentado al local del Grupo de Investigación en Arqueología Forense del Uruguay [GIAF], donde trabajaba el grupo interdisciplinario, bajo amenazas implícitas de las que tampoco se sabe nada. Inevitablemente, uno también tiene que vincular todo esto con los hechos ya verificados sobre la existencia de espionaje militar en democracia, información que surgió a partir del descubrimiento de los archivos de Elmar Castiglioni. Esto dio lugar a la intervención de una comisión parlamentaria de investigación en la que también creemos que es necesario hacer avances, porque queremos saber quiénes, cómo y por orden de quién operan ilícitamente en contra de los impulsores de causas de derechos humanos.

¿Cómo se estructuran actualmente la defensa y la acusación respecto de los crímenes de la dictadura en Uruguay?

Desde el punto de vista jurídico, la defensa de los represores consiste en invocar una norma relativa a la prescripción de la acción penal, existente en el Código Penal uruguayo. Del otro lado, los denunciantes sostenemos que, en el caso de los crímenes de lesa humanidad o de las graves violaciones de los derechos humanos, esa acción penal no prescribe, sea cual sea el tiempo que transcurra desde la comisión de estos hechos. Durante mucho tiempo la defensa jurídica de los torturadores fue la ley de caducidad. Sin embargo, desde 2011 ya no es esa la defensa jurídica, sino que tratan de intentar guarecerse en el transcurso del tiempo para escapar a la persecución penal. Son los mismos argumentos que usaron los nazis en Alemania durante la década de 1960. El debate interno actual en el sistema judicial uruguayo es acerca de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad. Hay algunas señales, escasas pero favorables, en el sentido de considerar que se trata de crímenes de lesa humanidad, Hay otras posiciones judiciales que consideran que durante la vigencia de la ley que consagra la impunidad no se computa plazo, por tanto, la acción penal puede ejercerse hoy. También hay otras posiciones judiciales, que deberían ser mucho más abundantes, que hacen mención a la sentencia internacional dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en referencia al caso Gelman. La corte ordena a la Justicia uruguaya no adoptar normas de prescripción ni ninguna otra exención de responsabilidad. Eso los jueces uruguayos y los tribunales lo tienen que tomar y obedecer, porque Uruguay reconoció la competencia y la jurisdicción de la Corte Interamericana.

¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan las investigaciones?

Lo que yo veo es que no hay voluntad política de adoptar ninguna medida eficaz. Hay omisiones, hay descoordinación, hay falta de presupuesto, hay falta de personal, hay falta de calificación; todo esto parte de un problema sustancial, que es que los jerarcas políticos no tienen mucho interés en estas causas y, por tanto, las víctimas se encuentran con una nueva frustración: un sistema muchas veces inoperante, que hace recaer de nuevo en las víctimas actividades como la recolección de pruebas. El impulso de las causas es una actividad que no debería desarrollar solamente la víctima, sino que debería fundamentalmente hacer de oficio el propio Estado. Veo falta de interés del sistema político en avanzar en estas causas. Esto es muy grave, porque supone una afirmación del sistema general de los derechos humanos sin persecución a los casos de graves violaciones a los derechos humanos. Eso nos pone en riesgo como sociedad en cualquier ámbito. En el Frente Amplio hay sectores a los que no les interesan demasiado estas causas, y se dan situaciones paradójicas, en las que víctimas del terrorismo de Estado han expresado que hay que dar vuelta la página y dedicarse a otra cosa. Seguramente son las influencias de sectores conservadores, la presión de la derecha y de la interna militar, a la que no se termina de enfrentar. Nosotros denunciamos en su momento la postura del que fue ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, quien ostensiblemente no colaboraba, desde un ámbito muy sensible como es el ámbito del Ministerio de Defensa Nacional y de las Fuerzas Armadas, con el aporte de información oportuna y completa para estas causas. Pero esto trasciende las figuras políticas concretas: es un tema de voluntad política general que afecta al conjunto del Estado. También hemos encontrado dificultades en el sistema judicial. Como Observatorio Luz Ibarburu planteamos que los juzgados se organicen para investigar adecuadamente estos crímenes. En este sentido, hemos solicitado la descongestión de los juzgados que tienen más causas vinculadas a la dictadura, es decir, que se los libere de la investigación de delitos comunes ordinarios, para que con los escasos recursos personales con los que cuentan puedan dedicarse a esta tarea tan compleja. Sin embargo, no hemos tenido ninguna respuesta favorable.

¿Hay algún país que pueda servir de modelo a imitar por Uruguay en este ámbito?

Nosotros seguimos muy de cerca a Argentina, aunque la sustitución del kirchnerismo por el macrismo implicó algunos retrocesos en esta materia. Pero siempre tomamos nota de las respuestas eficaces que implementó el Estado en el marco del impulso de las causas. En Argentina hemos visto una eficaz colaboración del Ministerio de Defensa con los juzgados, veíamos algunos casos de jueces acompañados por personal especializado en investigar crímenes cometidos en la dictadura. Estas circunstancias las cotejábamos con Uruguay, y veíamos la enorme distancia a la que estábamos de ellos. Por otro lado, allí habilitaron fiscalías especializadas en crímenes de lesa humanidad, que aquí no tenemos, con personal adecuado en cantidad y en calidad (es decir, especialistas), dotadas de presupuesto suficiente. Por eso Argentina implica un modelo de avance inexorable de las causas vinculadas a los delitos de lesa humanidad, con algunos aspectos que ya no eran debatibles y que en Uruguay todavía se siguen discutiendo. Su sistema, naturalmente, no está exento de dificultades, el modelo argentino tampoco es perfecto, pero es una referencia que nos permitía sostener que Uruguay está muy lejos de ese estándar.

FUENTE CARAS Y CARETAS

Foto: Sandro Pereyra (archivo, marzo de 2013)
Foto: Sandro Pereyra (archivo, marzo de 2013)

Referente del Observatorio Luz Ibarburu sostiene que el Grupo por Verdad y Justicia ha sido “inoperante”
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) recibirá el 25 de mayo al Observatorio Luz Ibarburu de seguimiento de las denuncias penales por violaciones a los derechos humanos en Uruguay. Raúl Olivera, junto al abogado Pablo Chargoñia, representarán al Observatorio en esa instancia. Olivera explicó a la diaria que señalarán al sistema interamericano el “empantanamiento” de las causas judiciales vinculadas al pasado reciente en Uruguay y la “falta de interés del Estado” en que esto cambie.

¿Qué planteos van a realizar a la CIDH?

Serán en función de un tema que veníamos analizando desde hace mucho tiempo, que es el cumplimiento de la sentencia del caso Gelman. Habíamos realizado un pedido de información a Presidencia de la República para que nos comunicaran cuáles eran las respuestas que el Estado uruguayo había dado a la Corte Interamericana, para saber qué es lo que opina el Estado sobre su propio accionar. Hicimos una solicitud (ante la CIDH) que también incluye las amenazas del “Comando Barneix”. Lo que se trata es de analizar la independencia de los operadores del sistema judicial acá en Uruguay. Cierta jurisprudencia que existe en la Corte dice que cuando hay amenazas y presiones sobre distintos operadores del sistema judicial y de derechos humanos, de alguna manera se está afectando la vida democrática. Como la amenaza al “Comando Barneix” implicaba no solamente al responsable del equipo jurídico del Observatorio, el doctor Pablo Chargoñia, sino a un conjunto de abogados, todos ellos vinculados al Observatorio, eso motivó que el 1º de marzo mandáramos la solicitud. Por un lado, vamos a historiar las distintas amenazas, veladas o no tanto: el robo del Grupo de Investigación en Arqueología Forense del Uruguay, y otras situaciones que buscaron menoscabar la independencia, ya sea de los fiscales, en el caso de Mirtha Guianze, por ejemplo, o de los jueces. Vamos a hacer un petitorio específico sobre los reclamos que buscamos que la Corte haga al Estado uruguayo.

¿Cuáles son esos reclamos?

La sentencia de la Corte Interamericana (en el caso Gelman) dice que no debe haber ninguna traba para el proceso de justicia. El gobierno tomó algunas medidas: desactivó las decisiones administrativas que habían comprendido los antiguos casos en la ley de caducidad, porque la Suprema Corte de Justicia (SCJ) la declaró inconstitucional. Lo que sigue en el debate es la prescripción, y el uso abusivo, permitido por el sistema judicial, de los recursos que presentan los defensores de los militares. A nosotros nos parece que son pertinentes. Está bien que los presenten, pero no puede ser que esos recursos paren las investigaciones, y que sean en el marco de una estrategia de dilación. Hay una estrategia de dilación de los abogados de los militares tratando de estirar esto para que pase el tiempo, se mueran los acusados y termine la causa penal. Frente a eso, el Estado no actúa en consecuencia para que esa dilación sea la menor posible, en función de que hubo 40 años en los que no pudo actuar la Justicia por propia decisión de los organismos estatales.

Hay un mecanismo que se repite, independientemente de los juzgados.

Se repite, y en cascada: primero es la inconstitucionalidad de la ley, que implica que los expedientes se paralicen, vayan a la SCJ, pasen alrededor de nueve meses, y si hay cinco imputados, lo presentan de a uno y no todos juntos. Después van a apelaciones pidiendo la prescripción. Y la sentencia Gelman planteó que Uruguay debía legislar para penalizar determinado tipo de delitos, y salvo estos últimos meses, que hubo procesamientos por tortura, acá en Uruguay no existía ninguno. A las desapariciones se les aplica el homicidio y no la desaparición, y no ha habido ninguna condena por apropiación de menores, cuando se sabe que acá en Uruguay hubo por lo menos una docena.

¿Hay expedientes de esos casos?

Está el caso de [los hermanos] Julien, el caso de Simón [Riquelo]. Lo que nosotros evaluamos es que hay un empantanamiento y una falta de interés del Estado en que eso termine. Cuando hablamos del Estado, no partimos las responsabilidades: hablamos del Poder Judicial, del Parlamento y del Poder Ejecutivo. El Parlamento de alguna manera tiene que estar vigilante en el cumplimiento de las leyes; no creemos que hoy tenga una visión de vigilancia sobre eso. En el Ejecutivo se han creado algunos instrumentos, como el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, la unidad especial del Ministerio del Interior, la secretaría de seguimiento de la Comisión para la Paz, un montón de organismos que para nosotros son inoperantes, no han sido eficaces. Si no, no se explica por qué se avanza tan poco.

¿En qué situación están las excavaciones?

Sobre eso también hay cierto marco de silencio, no hay una democratización de la información de qué pasa con eso. Hay dos expedientes en los que están radicadas búsquedas de restos en unidades militares; uno es la Montañesa, una causa que tiene siete u ocho años, y el Batallón 13, creemos que vinculado al caso Gelman. Después, no conocemos otros casos.

¿Qué podría implicar la aplicación del nuevo Código del Proceso Penal para las causas?

Nada. Tiene efectos sobre las futuras causas, pero sobre las actuales no. También tenemos dudas, porque ahora hay un proyecto de ley en el Parlamento para crear la fiscalía especializada en derechos humanos. Nosotros pensamos que está bien que haya una unidad que se ocupe de esos temas, porque al condensar la información de todas las causas, puede tener una visión global de la actuación del Estado terrorista. Ahora, si a esa unidad no se le da suficiente personal y recursos, se crea un organismo que no va a poder abarcar el universo de causas. Hay alrededor de 300 expedientes radicados en todo el país. Si no tiene personal, puede ser un organismo ineficaz.

Otra circunstancia que ha afectado los procesos han sido los cambios y rotaciones de jueces.

Eso ha sucedido últimamente. Desde el traslado de Mariana Mota, ha sucedido reiteradas veces. El cambio de juez y de fiscal, si bien se puede decir que es una medida administrativa y que está dentro del funcionamiento normal, creo que debe ser tenido en cuenta, porque son expedientes complejos de cosas que sucedieron hace mucho tiempo. Lo que percibimos es que hoy en el Poder Judicial no tenemos una situación como antes, que cuando íbamos a presentar una causa estábamos mirando en qué juzgado la radicábamos y qué fiscal nos tocaba para que por lo menos fuera alguien que tuviera un pensamiento más afín con el derecho internacional. Hoy, en general, no encontramos esa dificultad, ni en los fiscales ni en los jueces, pero sí encontramos distinto empeño en el cumplimiento de su función. Tenemos fiscales que estudian los expedientes y otros que no, que hace que a veces se suspendan audiencias. Y entre los jueces, hay quienes son más eficaces y más inteligentes para manejar los interrogatorios de los militares, y otros que no. Y después, está la preocupación de fundamentar. Hay sentencias muy interesantes y muy bien fundamentadas, como la del juez [José] Gómez y la del juez Fernando Cardinal, que tienen efectos en el resto de las sentencias, incluso para cambiar las posiciones que tenían originariamente algunos ministros de la SCJ.

¿Hay algún pedido de procesamiento pendiente?

Aproximadamente 30.

De la sociedad civil, todo

El Observatorio Luz Ibarburu apoyará a todos los candidatos a integrar el directorio de la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) que sean propuestos por la sociedad civil, aseguró Olivera, y rechazó que los nombres sean tratados como “un paquete” objeto de negociación entre los partidos políticos. “Hay que ver qué es lo que hacen los partidos. Si hay negociación, por lo menos que sea transparente, y no entre bambalinas, porque eso viola los acuerdos internacionales en materia de defensoría del pueblo”, sostuvo Olivera. La INDDHH debe renovar próximamente al menos tres integrantes de su directorio. Hasta ahora, se han manejado los nombres de la jueza Mariana Mota, de la ex directora de Televisión Nacional Virginia Martínez, de la abogada Marina Morelli, de Mujer Ahora, y de Ivonne Klinger, integrante de la asociación de ex presos políticos Crysol, entre otros.


Luis Rómboli
FUENTES DE LA DIARIA



El espionaje, estaba focalizado en partidos políticos y “fundamentalmente de izquierda”,

Jorge Tiscornia (d) asiste a la comisión investidadora de actividades de inteligencia del Estado, ayer, en el edificio anexo del Palacio Legislativo. Foto: Andrés Cuenca

Jorge Tiscornia (d) asiste a la comisión investidadora de actividades de inteligencia del

Estado, ayer, en el edificio anexo del Palacio Legislativo. Foto: Andrés Cuenca

Documentos de archivos confirman espionaje en democracia

La comisión que investiga los “posibles actos de inteligencia de Estado” desde 1985 a la fecha recibió ayer a Jorge Tiscornia y María del Carmen Martínez, dos de las personas que fueron designadas para la digitalización del “archivo Berrutti”, encontrado en 2007, durante la gestión de Azucena Berrutti como ministra de Defensa Nacional, en una dependencia de su cartera.

El diputado comunista Gerardo Núñez aseguró que, sin haber hecho un análisis “demasiado profundo” de la información, “se puede asegurar que el espionaje en democracia es abundante”, y que este archivo, sumando los documentos hallados en la casa del coronel (r) Elmar Castiglioni, abarca desde 1985 hasta 2002. El espionaje, aseguró, estaba focalizado en partidos políticos y “fundamentalmente en partidos de izquierda”, como el Movimiento de Participación Popular, el Partido por la Victoria del Pueblo y el Partido Comunista del Uruguay.

Según Núñez, las tareas de espionaje “dependían directamente de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas al más alto nivel”. “Cuando se comienza a hacer la microfilmación de los archivos, fue autorizada por militares de rangos en algunos casos muy importantes, como [el general] Pedro Barneix. No digo que cuando se autorizó esto estuviera él al frente de las operaciones, pero seguramente conocía este tipo de prácticas porque era uno de los que autorizaban la microfilmación”, sostuvo.

El diputado dijo que se está pensando en que todos los insumos de esta investigadora puedan ser utilizados por la comisión especial que legislará sobre los servicios de inteligencia, en particular para el caso de los militares. “Faltó control de los servicios de inteligencia, sobre todo de los militares”, aseguró.

En tanto, el diputado del Partido Independiente Iván Posada dijo que los contenidos de la documentación no le sorprenden, en la medida en que “los relatos de lo que decían los archivos” incluían ese tipo de información. “El espionaje en democracia me parece fuera de discusión, y ahora hay que establecer las responsabilidades”, dijo.


Entre los próximos convocados a la comisión estarán todas las autoridades del Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa Nacional desde 1985 hasta la fecha, que deberán responder si tenían conocimiento de estas actividades de espionaje. Además, el diputado
independiente dijo que posiblemente el paso siguiente sea citar a los comandantes en jefe de
las Fuerzas Armadas durante este período. “Hay por delante un arduo trabajo”, resumió.

FUENTE LA DIARIA