A 45 AÑOS DE LA JORNADA MÁS OSCURA DE LA HISTORIA URUGUAYA “Tenemos un problema, hay mucho autoritario escondido”


Resultado de imagen para 45 años del golpe de EstadoResultado de imagen para 45 años del golpe de Estado
Se cumplieron 45 años del golpe de Estado. Lo cierto es que ha pasado mucho tiempo y aún existen muchas preguntas y pocas respuestas. Entre ellas, la interrogante más problemática que aqueja tanto a legisladores como a organizaciones sociales es la siguiente: ¿Podría volver a ocurrir algo así? Ante esta situación, LA REPÚBLICA entrevistó a la diputada Bettiana Díaz, al senador Rubén Martínez Huelmo y a la integrante de la organización denominada “Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos”, Graciela Montes de Oca, quienes afirmaron que Uruguay tiene un “problema”: “hay mucho autoritario escondido”. Incluso la diputada Bettiana Díaz dijo que “la aparición de Julio María Sanguinetti en el ruedo político, la creación de un movimiento de militares retirados y la propuesta de Larrañaga no son casuales”: responden a una situación regional, “donde hay una vuelta de la derecha”.
“Quienes reclaman autoritarismo muchas veces no dan la cara. Lo dicen por las redes sociales y no lo discuten abiertamente. Por supuesto que también hay una intencionalidad ya que hay mucho autoritario escondido, que no sale a argumentar sobre los beneficios de la tortura o sobre el absolutismo en materia económica, social o cultural. Ese absolutismo es una tendencia en muchos grupos de la sociedad pero sería bueno que se manifestara de otro modo a los efectos de poder debatirlo”, reflexionó Martínez Huelmo.
En la misma sintonía, Montes de Oca sostuvo que Uruguay está en una situación “preocupante”. “Hay varios políticos e incluso un movimiento que pide un mayor protagonismo de los militares. Esto es alarmante porque el ejército no está preparado para cuidar a la ciudadanía, sino que haría todo lo contrario. Incluso la aparición de un movimiento político de militares retirados demuestra que sigue aún la impunidad porque muchos de ellos tal vez estén involucrados en los delitos de lesa humanidad y no han pasado por la Justicia”.
Por último, Díaz afirmó que la izquierda tiene que asumir el compromiso de cuidar las instituciones democráticas como lo ha hecho históricamente. “Tenemos que ver cómo se procesan algunos cambios. Uno puede ver la evolución de este tipo de movimientos claramente en el sistema brasilero. Por ejemplo, su bancada está conformada por retirados militares que plantean las políticas más conservadoras y el aniquilamiento de los derechos”.

Según la diputada Díaz, esta nueva conmemoración del golpe de Estado debería llamar a la reflexión a todos los ciudadanos, porque la región está pasando por un “muy mal momento”: “la democracia parecería estar en riesgo en América Latina”, ya que hay “un embate muy fuerte de la derecha sobre los movimientos sociales”. En la oportunidad puso el caso de Brasil –desde el ‘impeachment’ a Dilma Rousseff hasta el encarcelamiento de Lula da Silva- el argentino –con el procesamiento a líderes sociales como lo que le sucedió a Milagro Sala- o lo que está pasando en Ecuador con Rafael Correa, que está afrontando un proceso de juicio penal. Según Díaz, todos estos hechos suceden luego de que “el ciclo progresista en América Latina” finalizó.
“Lo que estamos viendo es que las instituciones políticas están utilizando algunos métodos que amenazan a la democracia. La verdad es que todos estos hechos nos deberían encender alarmas. Sin duda no somos un país que esté aislado, sobre todo por el tamaño que tiene Uruguay, lo que nos hace dependientes de la estabilidad política de la región. Eso nos debilita incluso en nuestro desarrollo comercial”, agregó.
“Lo que nos debería encender la alarma son algunas consignas o algunas acciones políticas que cuestionan la construcción del relato de la historia reciente. Incluso muchos actores políticos relativizan el rol que tuvo la izquierda en la defensa de la democracia”, reflexionó.
Consideró que debería llamar la atención la aparición en nuestro país del movimiento de retirados militares denominado “Unidos Podemos”. “Si bien están constitucionalmente habilitados a incluirse dentro de la vida política, es un fenómeno bastante reciente que debería llamar la atención. Por ejemplo, muchos retirados militares son suplentes de diputados o senadores en los partidos tradicionales, incluso durante la discusión al impuesto a los retirados militares, el Partido Nacional hace ingresar a un militar para que argumente contra del proyecto”.
“La aparición de Julio María Sanguinetti en el ruedo político, la creación de un movimiento de militares retirados y la propuesta de Larrañaga no son casuales porque responden al marco político regional, donde hay una vuelta de las derechas. Nosotros vamos a tener que asumir el compromiso de ser responsables en el cuidado de nuestras instituciones democráticas como lo ha hecho históricamente la izquierda. Tenemos que ver cómo se procesan algunos cambios. Uno puede ver la evolución de este tipo de movimientos claramente en el sistema brasilero. Por ejemplo, su bancada está conformada por retirados militares que plantean las políticas más conservadoras y el aniquilamiento de los derechos” agregó.
Por último sostuvo que a pesar de esta situación, Uruguay tiene una “calidad democrática ejemplo” en América Latina, y que se da gracias a que existe una muy buena articulación entre las instituciones y el movimiento social. “Uruguay es un ejemplo en lo que ha sido la defensa de la democracia. Creo que el movimiento social desde la dictadura hasta estos tiempos ha sido el que la ha sostenido. Sin embargo, a pesar de esta situación estamos ante un contexto que nos debería alertar”.
“Los pueblos están convencidos de la ventaja de la democracia”
Martínez Huelmo sostuvo que luego de aquellos años oscuros, el país ha reafirmado el paradigma de la democracia representativa republicana como sistema de gobierno. “No hay posibilidad alguna de que el absolutismo vuelva a gobernar. Debe imperar la Ley y las constituciones que son los elementos con los cuales los pueblos se pueden gobernar en un ámbito de libertad y respeto por los derechos establecidos a lo largo de la historia. No importa si el absolutismo es monárquico, militar o religioso. Es la negación del pensamiento, de la libertad de conciencia y no es avalado en ningún lugar del mundo y mucho menos en nuestro país”.
Señaló que a pesar de que existen algunas expresiones electorales y políticas preocupantes, no se ha desarrollado el autoritarismo que sucedió en la década del 70, que tomó la doctrina importada de EEUU. “Aquel esquema ha sido totalmente derrocado y no estamos en condiciones de que alguien pretenda sostenerlo. Los pueblos están convencidos de la ventaja de la democracia”.
Asimismo, dijo que el pensamiento autoritario es “hijo directo” del pensamiento absoluto, es decir de la idea de que tiene que haber un monarca. “Los mandos militares de la época actuaron con una idea totalmente absolutista sin pedirle permiso a la República, a la soberanía ni a la Constitución. Puede que haya algún grupo o persona con reminiscencia de aquel tiempo, pero no creo que en nuestro país se pueda dar. Ni los propios militares hoy podrían soñar con volver a esa época. La experiencia para Uruguay fue muy nefasta y lo reconoce todo el mundo”.
Sin embargo, admitió que hay muchos que sí reclaman un mayor protagonismo de los militares y una vuelta de la dictadura. “Quienes reclaman autoritarismo muchas veces no dan la cara. Lo dicen por las redes sociales y no lo discuten abiertamente. Por supuesto que también hay una intencionalidad ya que hay mucho autoritario escondido, que no sale a argumentar sobre los beneficios de la tortura, o sobre el absolutismo en materia económica, social o cultural. Ese absolutismo es una tendencia en muchos grupos de la sociedad pero sería bueno que se manifestara de otro modo a los efectos de poder debatirlo”.
“Uruguay vive en un estado de impunidad”
“Cuando era niña me crié en un hogar de trabajadores en la Teja. Por tanto, viví muy de cerca lo que fue todo el tema de la huelga general y los desalojos de las fábricas durante la dictadura. En ese momento realmente sentí inseguridad. Luego, cuando se llevaron a mi padre, vi que la gente ni siquiera se animaba a saludarse. La verdad que no me gustaría que se volviera a repetir. No encuentro razón y me es inexplicable de que haya personas que inciten a que vuelvan los militares. Ellos no generan seguridad, sino que todo lo contrario”, así comenzó su relato la integrante de “Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos”, Graciela Montes de Oca.
Según sus palabras, “Uruguay vive en un estado de impunidad”. Sostuvo que el país está en una situación “preocupante”. “Hay varios políticos e incluso un movimiento que pide un mayor protagonismo de los militares. Esto es alarmante porque el ejército no está preparado para cuidar a la ciudadanía. Incluso la aparición de un movimiento político de militares retirados demuestra que sigue aún la impunidad porque muchos de ellos tal vez estén involucrados en los delitos de lesa humanidad y no han pasado por la Justicia”.
Con respecto a las causas judiciales que aún no han sido resueltas –que son la enorme mayoría- dijo que en la mayoría de los casos lo militares no van a declarar y cuando lo hacen dicen que no saben nada o que no se acuerdan. “Además, con el paso del tiempo, los testigos terminan falleciendo. Esto hace que haya una reproducción absoluta de la impunidad”.

“Estamos mucho más lejos de los sueños de Juan PabloTerra”

Resultado de imagen para Juan PabloTerra”

–Juan Pablo Terra estuvo en la Unión Cívica, ¿usted también?

–Yo votaba a la Unión Cívica, pero nunca estuve afiliada.

–La imagen que yo tengo de la Unión Cívica es de gente muy brillante desde el punto de vista intelectual, pero a la vez siendo un grupo muy católico

–Sí, muy católicos. Pero había posiciones muy distintas, porque entre Dardo Regules, Tomás Brenna, Chiarino y Venancio Flores existían diferencias muy grandes. La base era la doctrina social de la Iglesia, donde cada generación la fue adaptando a las circunstancias del momento. Los cristianos creemos en el Cristo histórico. Un Cristo que existió, pero además…

–Me han dicho que en la Unión Cívica las reuniones se comenzaban rezando, ¿es así?

–Sí, sí. Había un crucifijo en la sala del Consejo, que cuando lo sacaron dio lugar a muchas discusiones.

–¿Por qué?

–Fue cuando trataron de construir un partido menos confesionario. Es que la Unión Cívica nació en momentos de enfrentamientos muy fuertes. Por un lado había un anticlericalismo y quizás una Iglesia que se afirmaba demasiado en algunas situaciones del siglo pasado (se refiere al siglo XIX). Defendiéndose de ese anticlericalismo la Unión Cívica creció, por ejemplo enfrentando la sacada de los crucifijos de los hospitales, aquello que dio lugar a aquel artículo tan lindo de Rodó.

Era un partido con un corte muy clerical. Cuando se transformó en Partido Demócrata Cristiano fue para dar lugar a un partido más abierto, que pudiera poner en práctica los valores sociales de la Iglesia para todos y no sólo para los católicos.

–¿Terra fue casi un hereje para la Unión Cívica?

–Más de una vez fue un hereje (se ríe).

–Terra no duda con la revolución cubana, ¿se define enseguida?

–Se define enseguida y escribe algunos artículos, lo que provoca que mucha gente lo consideraba un defensor en todo de la revolución cubana. Cuando condenó prisiones, incluso las matanzas, también los otros lo consideraban anticubano. En ese momento es hereje para los dos lados.

–La Democracia Cristiana se forma en 1962, pero en los primeros años Juan Pablo Terra queda aparte, solo.

–Hay una convención en que le gritan a Juan Pablo y a otros “¡Váyanse a Cuba, comunistas!” En 1962 votamos a Zelmar Michelini, que presentó lista propia. Pero vuelve después, en 1964, cuando se producen cambios en la Democracia Cristiana.

–Volviendo a la Unión Cívica, ¿cómo se llamó la corriente que lideró Terra?

–Fue el Movimiento Socialcristiano, de donde surgió –lo digo con un lenguaje un poco obsoleto– el ala izquierda de la Democracia Cristiana. Luego vinieron los Equipos del Bien Común, que fueron otra cosa distinta.

–¿Eso fue en 1947?

–Justamente, fue inspirado en el pensamiento del dominico Levert, que fue un hombre que abrió camino en la sociología empírica. Juan Pablo, junto con otros, decidió seguir la línea del pensamiento de Levert que propone, desde el punto de vista sociológico, conocer primero la realidad, para después buscar las soluciones.

–Entiendo que Levert cuando convoca a priorizar el estudio de la realidad pone a los sectores de la Iglesia Católica de cara a la realidad.

–Levert, que tenía una larga formación, sale a luz en la posguerra, en medio de una Francia que se estaba reconstruyendo y eso lo hace hombro a hombro con los marxistas. Por mucho tiempo Levert fue mirado como un personaje difícil.

–También hereje…

–Vino al Uruguay algunas veces, pero después ya no pudo venir porque a las autoridades de la Iglesia de aquel momento no les provocaba ninguna simpatía. Pero cuando cambia el pontificado, Pablo VI lo llama para escribir la Populorum Progressio. Fue su gran asesor. Con Juan Pablo tuvimos el privilegio de tener una entrevista privada con Pablo VI, lo primero que le preguntó fue si era alumno de Levert, “que fue mi colaborador en la Popularum Progressio”, una de las grandes encíclicas sociales cristianas.

–Creo que estamos ante la confluencia de muchas cosas: Juan Pablo Terra conoce a Levert, se produce la revolución cubana, Juan XXIII comienza a cambiar la Iglesia. Por esos años aparece la obra de Terra, “Mística, desarrollo y revolución”.

–La escribió en las vacaciones de 1969, cuando la situación del país ya era muy difícil y él era diputado. Creo que es el libro más importante de Juan Pablo y que hoy la juventud lo sigue leyendo.

–Lo interesante es que Terra impone cambios no sólo en las ideas filosóficas y políticas, sino también en la arquitectura. Incluso construye una Iglesia en la calle Millán, entre Cisplatina y Lucas Obes, donde la idea de comunidad aparece en el manejo de los espacios.

–Sí, es así. El altar está muy centrado y los bancos rodean ese altar. La comunidad cristiana, que es la Iglesia, que es asamblea, rodea al celebrante.
.
–Cuando Aldo Moro es muerto por las Brigadas Rojas en Italia, Juan Pablo Terra promueve una misa. ¿Vivíamos en dictadura?

–Sí, fue en la Iglesia de los Capuchinos. Aldo Moro fue el que formuló el “Compromiso histórico” para Italia, que implicaba la alianza de los católicos con los comunistas. Fue una propuesta de centro-izquierda.

Juan Pablo era amigo de Moro y le dolió mucho su muerte. En 1988, a los diez años de muerto Aldo Moro, hubo una semana de homenajes en la Alta Academia Aldo Moro, donde Juan Pablo expuso un tema. Yo lo acompañé y ahí conocí a Inés y a dos de sus hijos que estaban allí.

–Si seguimos en esta construcción histórica llegamos a que en 1968 Terra lanza la idea de un encuentro de las fuerzas progresistas…

–Era la época de las Medidas de Seguridad reiteradas, de prisiones políticas. En el Parlamento se daba un encuentro de legisladores de distintos partidos, que estaban de acuerdo con enfrentar aquellas medidas. Y Juan Pablo opinaba que había que unir a todos, en una acción política conjunta. En ese momento coincidía con una cantidad de gente, entre otros con el Partido Comunista, con los socialistas que no estaban el Parlamento, con Michelini, Batalla, pero también con la doctora Alba Roballo y con el doctor Amílcar Vasconcellos. La idea era hacer un frente único.

–Esto le da un perfil distinto a la Democracia Cristiana.

–Y no sólo a la Democracia Cristiana, sino a la unidad de las izquierdas. Por algo se votó en 1971 bajo el lema Democracia Cristiana, porque la aparición de los cristianos ahí sacaba, para mucha gente, el estigma del marxismo. Y esto permitió que se concretara en una forma política viable.

–Creo que Terra dijo alguna vez, me lo han dicho militantes cristianos, que Rodney Arismendi era un caballero en materia política.

–Sí. La Democracia Cristiana, el Partido Comunista y Michelini fueron los tres pilares de la unidad de las izquierdas. Primero se forma el Frente del Pueblo con Michelini y Juan Pablo, después se lanza el Frente Amplio con el general Líber Seregni que tuvo un carisma muy especial. Fue un acierto enorme elegirlo a él y que él aceptara.
–Luego los años previos al golpe de Estado y Terra también es actor principal.

–Fueron años muy duros. Las denuncias sobre el Escuadrón de la Muerte implicaron amenazas de muerte. El último caso fue la de Fernández Mendieta. Un muchacho que lo llevaron a las 9 de la mañana y a las 2 de la tarde lo entregan con el cajón cerrado y orden de no abrirlo. Juan Pablo fue, hizo abrir el cajón, consiguió un médico, se sacaron las fotos del cadáver y así se demostró que había sido horriblemente torturado. Le escribió una carta a Chappe Pose sobre las denuncias, que provocó que el ministro de Defensa se ofendiera. Cuando lo llamaron al Senado dijo que no iba hasta que Juan Pablo no se disculpara porque no le había escrito a él. En ese momento Juan Pablo se tuvo que ir a Yugoslavia e Italia, donde lo sorprendió la noticia del golpe de Estado.

Pero Juan Pablo volvió enseguida. A los pocos días sufrió la primera prisión, cuando cayó la Mesa del Frente. La más larga fue de un mes y medio, cuando fue degradado Seregni, cuando aún se editaba Aquí. Juan Pablo escribió bajo el título El caso Dreyfus, un militar francés que había sido degradado y preso a fines del siglo XIX, para referirse a Seregni. No lo tocaron nunca, aunque en un plantón se desmayó, yo creo que porque estaba muy nervioso porque tenía encima una carta de Seregni. Por suerte no lo revisaron y después, cuando fue al baño, se deshizo de la carta.

–Hoy, ¿estamos como sociedad más cerca o más lejos de los sueños de Juan Pablo Terra?

–Yo creo que estamos mucho más lejos. Hoy se está educando a los jóvenes, a través de los medios, en torno a los valores del éxito y de lo personal. Y en el disfrute del momento. Tengo la sensación de que aquella juventud de 1971 era mucho más comprometida políticamente, mucho más interesada.

ENTREVISTA REALIZADA POR RAÚL LEGNANI A MARIA DEL CARMEN ORTIZ TERRA EN SETIEMBRE DE 2001.

fuente  diario la republica

El pánico de la derecha brasileña Por Emir Sader.

Resultado de imagen para El pánico de la derecha brasileña
La derecha brasileña ha realizado el sueño que tenía desde 2003: sacar al PT del gobierno. Como no lo ha logrado por medio de elecciones -y se dio cuenta que nunca más lo lograría-, optó por el atajo del golpe. Estuvo condenada así a tener como presidente al vice de entonces, Michel Temer, con toda la carga de acusaciones de corrupción.


Pero la política económica neoliberal es la que unifica a toda la derecha brasileña. Como resultado, el golpe generó un gobierno que tiene 3% de apoyo, sea porque es el gobierno más corrupto de la historia política de Brasil, sea por la recesión que la política económica centrada en los ajustes fiscales ha producido, con sus crueles consecuencias sociales, antes de todo, el alto nivel de desempleo: alrededor de 27 millones de personas.

Si el atajo del golpe fue el camino más corto de la derecha hacia la presidencia de Brasil, tiene que pagar el precio de tener que mantener ciertas normas institucionales. Ha hecho uso amplio de la judicialización de la política, buscando sacar al favorito, Lula, de la disputa electoral; no ha podido, por lo menos hasta ahora, ni expropiar totalmente la representatividad de las elecciones -por medio de la instauración del parlamentarismo o del término de la obligatoriedad del voto-. Tampoco ha logrado encontrar una forma de cancelar las elecciones de octubre de este año.

La derecha brasileña hizo todo lo que pudo: sacó a Dilma de la presidencia, asaltó al gobierno, hizo aprobar leyes antipopulares, privatizó patrimonio publico de Petrobras. Además de levantar todo tipo de sospechas respecto a Lula para intentar destruir su imagen e impedir que volviera a ser presidente de Brasil.



Tumbaron a Dilma, aunque sin ningún fundamento legal, a punto que este mes la comisión del Senado brasileño que ha examinado el caso llego a la conclusión de que Dilma no había cometido ninguna infracción legal. Han tomado preso a Lula, aun con un proceso sin crímenes y una condena sin pruebas. Pero no se les pasa el susto. Aunque lleguen a impedir que Lula sea candidato, el fantasma de quien Lula indique que es favorito para ganar las elecciones y hacer que el PT vuelva a la presidencia de Brasil les quita el sueño.

El conteo regresivo hasta las elecciones presidenciales sólo hace que la derecha se ponga más nerviosa. La izquierda tiene su candidato -Lula- o quien él indique. La derecha ha agotado los intentos de tener un candidato antipolítica, que se valiera del rechazo generado en contra de la política y los políticos. Intentó un presentador de TV Globo, después un juez, pero ninguno cuajó. Se vuelven, entonces, intentos de, por lo menos, unificar a los candidatos que la derecha considera que son de centro. Cardoso se asume como articulador de esos intentos, que incluirían al candidato de su partido, el exgobernador de San Pablo, Alckmin, que no ha logrado superar 5% de apoyo, además de Marina Silva y otros nombres similares. Pero todos sumados no alcanzan siquiera a superar a Bolsonaro, el candidato de la extrema derecha.

El pánico mas grande de la derecha brasileña es el retorno del PT al gobierno. Significaría el fracaso del golpe y del intento del retorno al modelo neoliberal. Significaría asimismo una derrota política de gran dimensión, reabriendo un período de gobiernos populares que los volvería a marginar por un largo período.

Otro fantasma de la derecha brasileña es que ni siquiera sea el principal contendiente de la izquierda, siendo suplantada por la extrema derecha. Lo cual facilitaría todavía más el apoyo a la izquierda.

No son fáciles los tiempos para Brasil, pero tampoco lo son para la derecha brasileña. La más profunda y prolongada crisis de la historia brasileña se acerca a un desenlace. De alguna forma ese desenlace se dará con las elecciones. Derecha e izquierda afilan sus armas para ese enfrentamiento.

Calica Ferrer, fidelidad eterna a su amigo el Che


Imagen relacionada
Buenos Aires (PL) Calica Ferrer está a punto de cumplir 90 años y recorre Argentina y el continente americano a cada llamado honrando con fidelidad a su entrañable amigo Ernesto Che Guevara, compartiendo un poco de esas historias que vivieron juntos.

Estar al lado de Calica, quien hace mucho tiempo perdió el nombre de Carlos, es realmente sentir al Che vivo, ver a través de sus ojos, de su sonrisa y de sus muchas anécdotas sobre ese gran argentino que cambió para siempre la historia revolucionaria, que luchó y entregó su vida por un mundo mejor.

Por estos días de homenaje al Che en sus 90 se le sintió nostálgico, estuvo en Rosario y también en la distante ciudad patagónica de San Martín de los Andes, en el museo La Pastera, el lugar donde Ernesto Guevara (Rosario, Argentina, junio 14/1928-La Higuera, Bolivia, octubre 9/1967) se detuvo por un día en su recorrido con su otro amigo, Alberto Granado.

En la casa natal de Ernesto, como él lo llama, se le vio observar con detenimiento las fotos que allí cuelgan en las paredes. Hablaba con pasión y rememoraba desde aquella primera vez que comenzó a fundirse una entrañable amistad: él tenía tres años y su amigo cuatro.

Eran unos pibes (niños), y contó anécdotas y aventuras que lo llevaron juntos a recorrer Latinoamérica en uno de sus dos viajes en motocicleta (1953-1954), ese que convertiría al entonces joven médico en el Che. Calica conserva en su memoria detalles de cada día, de cada momento, y así lo reflejó a dos personalidades que estuvieron en el hogar natal del guerrillero heroico, el expresidente uruguayo José Mujica y el héroe cubano y luchador antiterrorista Antonio Guerrero. Miren esta foto, señalaba hacia una imagen donde aparecía el Che junto a Raúl Castro.

Miren el lomazo de Ernesto, eso se lo dio la natación, resaltaba y luego indicaba otra imagen y otra más donde estaba la familia Guevara de la Serna y personajes de la época que recuerda como si fuera hoy.

Cada vez que Calica habla del Che relata una historia nueva y guarda algunas que, dice, no puedo contar (sonríe). Conversa de aquella travesía que vivieron juntos, de las cosas que le pasaron en Perú y Ecuador.

También del día en el que vivió un susto grande pues su amigo, en pleno ataque de asma, casi se quedó sin respirar. ÂíPelotudo, que susto me has dado!, le dijo al Che tras superar la crisis.

Aunque no lo hace notar, a Calica se le vio emocionado en estos días y cuando le cedieron el micrófono para hablar el 14 de junio en la Plaza Che Guevara, de Rosario, en un frío mediodía, viró su torso en dirección a la escultura de hierro con la imagen de su amigo.

Allí estaban también María Victoria, Ramón, Celia, Ramiro y Juan Martín, cinco de los hermanos del guerrillero.

Estamos reunidos para rendir homenaje a este gran amigo que un día llegó a ser el Che. No quisiera dejar este momento, no dormiría tranquilo sin nombrar a Alberto Granado, su otro gran amigo, dijo a los presentes con esa modestia que caracteriza a uno de los compañeros de aventuras en su niñez y juventud, y para toda la vida.

Conversa Calica con esta redactora, quizás consciente de que tiene por contar mucho a las nuevas generaciones, y recuerda que también el Che contribuyó a fundar Prensa Latina. A la conversación espontánea se unen otros jóvenes deseosos de escucharlo.

Recuerda aquella tarea que le dio Celia de cuidar a Ernesto, y cómo su mamá le dio la tarea a Ernesto de cuidarlo a él en aquella aventura que emprendieron.

Le vienen a la memoria imágenes del Che cuando pidió prestado un traje de torero en Lima que inmortalizó en una foto pero luego se perdió. Él tenía un espíritu aventurero permanente, dice.

De aquella época no quedó mucho registro fotográfico, porque a pesar que el objeto más apreciado del Che en la valija era su camarita, las imágenes las perdió el guerrillero en un naufragio que tuvo en Nicaragua.

Calica y el Che, al igual que Granado, atravesaron caminos espantosos, con frío, calor, sin plata. Aún no he hecho la suma de los días de los viajes, dice y reitera que ese periplo le cambió la vida a Ernesto al descubrir la pobreza de nuestros pueblos, un recorrido que lo convertiría definitivamente en el Che.

Varios episodios vividos corren por su memoria, recuerda también cómo esperaba cartas de Ernesto e iba a buscarlas corriendo cuando Celia, su madre, le avisaba, en aquella barriada de Palermo donde vivían, en la esquina de Araoz 2180. Se las leía de un tirón.

Fue el 7 de julio de 1953 cuando el joven médico partió rumbo a la estación de tren de Retiro y allí se encontraron. Emprendían entonces su último viaje por Latinoamérica, ese que lo llevaría a ser después el Che Guevara.

Más allá de narrar sus historias, Calica hoy rinde homenaje a su amigo como mejor puede hacerlo, legando e inculcando a las nuevas generaciones las ideas del revolucionario.

Visita Rosario desde hace un tiempo acompañando a Mauro Testa, encargado de traducir al italiano el libro de Alberto Granado y quien desde 1999 trabaja en el Instituto para la Recuperación del Adolescente (IRAR), una cárcel donde hay jóvenes entre 16 y 18 años por causas penales graves.

A cuatro de ellos se le otorgó permiso para participar en una de las actividades organizadas por la Municipalidad de Rosario en honor al Che, y allí estaban orgullosos junto a Calica.

Testa relató a Prensa Latina que cuando llegó al lugar comenzó a convocar a muchos amigos, personajes y sobre todo aquellos que tuvieran relación con el Che y Calica se sumó.

Queremos que estos chicos, que ni siquiera tuvieron la suerte de una oportunidad puedan salir, trabajar, y no de los oficios para los pobres, sino tener una profesión creativa, como artistas, músicos, con profesiones diferentes, expresa.

En la Casa de la Memoria rosarina, en una exposición del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín en homenaje al Che, estaba Elías Montenegro, de 17 años, acompañando a Calica, un buen hombre, señala, a quien le tengo mucho cariño y lo sigo para todos lados, pido permiso para poderlo ver.

Me contó Calica cuando él y el Che eran amigos, cosas que vivieron juntos, subraya el joven, quien se muestra orgulloso porque ya pudo publicar un libro con la editorial municipal de Rosario, el cual recoge 'poesía romántica e historias de cómo sobrevivimos detrás de una reja', señala.

A su lado Ezequiel Soto, de 18 años y quien guarda prisión desde los 16. 'He aprendido mucho con Calica, nos enseñó cosas que no conocíamos. Tengo una hija y quiero cambiar mi vida, el encierro me hizo pensar que lo que estaba haciendo estaba mal, ahora hago audiovisual, carpintería', manifiesta.

Calica los escucha atento. Cuando voy a verlos a la cárcel, dice, le pasamos videos sobre el Che, le hablamos de él y de todo lo que significó y vivió, de la Revolución cubana, de Fidel Castro, de Raúl, de Camilo Cienfuegos.

Me da una alegría inmensa que me reconozcan y los tengo como amigos, en julio voy otra vez al IRAR a darle saludos a los que aún quedan allá, subraya Calica, quien sigue predicando así el legado y el sueño de un hombre nuevo posible.

Hay que poner el hombro, venir a ver a estos chicos, contestar las preguntas, aclararles un poco el panorama y esto se lo dedico a mi amigo Ernesto, porque quiero también que él se conozca más, el ejemplo que es para estas nuevas generaciones, afirma el gran amigo y casi hermano del Che.

Porque como Calica dijera, hoy, más que nunca, que estamos atravesando por una corriente de derecha espantosa en el continente, cuando hay momentos que uno está por el suelo, es necesario recordar una y otra vez al Che porque nos levanta el ánimo y el espíritu.
arb/may

Por Maylín Vidal *

*Corresponsal de Prensa Latina en Argentina.