EL SOCIALISTA Y EX MINISTRO URUGUAYO JOSÉ DÍAZ HA PARTIDO, PERO SU LEGADO DE LUCHA SOCIAL Y ANTIMAFIOSA SERÁ IRREMPLAZABLE


 Homenajearlo es poco tras su partida física en Montevideo, aquejado de un repentino quebranto de salud . Estoy hablando de José Díaz, el abogado socialista e histórico defensor de los derechos humanos y de las ideas de una izquierda -que hoy parecen estar adormiladas, funcionales al capital financiero y ausentes en las cúpulas de un frente amplio en la sede del Poder Ejecutivo- que fuera entrevistado por Antimafia Dos Mil, en el 2006 y recientemente, cuando él a la edad de 93 años tuvo una muy certera visión crítica del mundo, del socialismo de hoy y del Frente Amplio, fuerza política de izquierda que hoy gobierna el Uruguay. Tenía, como veterano frenteamplista, la esperanza de que se consolidaran las verdaderas ideas del socialismo de aquellos días y que el país entrara en un ritmo de vida política con más justicia social y especialmente con las herramientas de soberania necesarias para que el país no fuera saqueado por las corporaciones financieras internacionales; Díaz además disentía airadamente con las posiciones dentro de su fuerza política que fueran funcionales al capitalismo y más aún al sionismo genocida en Palestina, y además, tenía una postura muy firme en lo que atañe a la defensa de los derechos humanos y a la búsqueda de los restos de los detenidos desaparecidos enterrados en los cuarteles militares.    SEGUIR LEYENDO ACÁ

¿Cómo está el espacio aéreo en cuanto a cantidad de control? El comandante anterior de la Fuerza Aérea decía que se podía custodiar el 45%.


Sandra Lazo: "Manifestamos" a EEUU "voluntad del presidente" Orsi para cambiar ley de derribos


La ministra de Defensa asegura que este mes designarán al nuevo comandante de la Armada y señala que los gastos comprometidos dificultan la realización de nuevas inversiones, entre ellos el de las OPV cuyo contrato señaló es "flexible" pero no para beneficio del Estado uruguayo    SEGUIR LEYENDO ACÁ                                        

Arce habla con RT sobre comicios en Bolivia: La derecha quiere "entregar al imperialismo nuestros recursos naturales"


 Con la vista puesta en las próximas elecciones presidenciales de Bolivia, previstas para el 17 de agosto, el mandatario boliviano, Luis Arce, denunció en una entrevista a RT que el objetivo final de la derecha radica en "regalar" recursos naturales del país "al imperialismo".

"[La derecha] lo único que quiere es […] entregar al imperialismo nuestros recursos naturales", aseveró el mandatario, que se refirió a los partidos de izquierda como "único mecanismo de defensa" fente al mismo que tiene el país suramericano.   

Las noches heladas y el reto de sobrevivir a la intemperie


 Un debate imprescindible que tuvo como centro a Daniel Gerhard, Director Nacional de Protección Social. En un sistema económico excluyente, con altos niveles de concentración de riqueza y exclusión, y una sociedad incapaz de proteger a sus sectores más vulnerables, se hace necesario replantear las políticas sociales mercantilizadas, privatizadas y clientelares, notoriamente insuficientes para responder a una cuestión social.

URUGUAY A 52 AÑOS DEL GOLPE CÍVICO MILITAR NOS SIGUEN DISCIPLINANDO

 

""Ni impunidad, ni genocidio: resistencia” tal el título del conversatorio que se realizó al atardecer del 26 de junio en la la planta alta de la sede de Voces Insurgentes (OV), de Piedras y Misiones, en la Ciudad Vieja de Montevideo, en jornada previa al 27 de junio, a los 52 años de la Huelga General y fecha de inicio del golpe de Estado cívico-militar en el Uruguay. conversatorio que se realizó al atardecer del 26 de junio en la la planta alta de la sede de Voces Insurgentes (OV), de Piedras y Misiones, en la Ciudad Vieja de Montevideo, en jornada previa al 27 de junio, a los 52 años de la Huelga General y fecha de inicio del golpe de Estado cívico-militar en el Uruguay. este evento, interpretarlo como uno más del contexto en alusión a esa tenebrosa estapa de la historia uruguaya, pero no fue uno más, porque en él se expresaron militantes de esos años que sobradamente pautaron la tónica del presente mirando a aquellos días de junio, con la clara convicción de que aquella dictadura dejó profundas huellas en la sociedad uruguaya: huellas de disciplinamiento y de impunidad hoy de una vigencia inequívoca, terrible y lascerante para una democracia ficticia, contaminada, y alineada a una ideología donde el fascismo y el sionismo, y la omertá mafiosa de la casta militar con la complicidad del sistema político, no hacen más que sembrar olvido, ambiguedad y una cultura de la impunidad, cuando se trata -por ejemplo, a más de cinco décadas de haberse instalado la represión del terrorismo de Estado en el Uruguay- de aportar sobre los enterramientos de detenidos desaparecidos en cuarteles militares (que oportunamente oficiaron de centros “clandestinos” de detención, tortura y desaparición de personas) para hallar sus restos y darles cristiana sepultura. impunidad, ni genocidio: resistencia” tal el título del conversatorio que se realizó al atardecer del 26 de junio en la la planta alta de la sede de Voces Insurgentes (OV), de Piedras y Misiones, en la Ciudad Vieja de Montevideo, en jornada previa al 27 de junio, a los 52 años de la Huelga General y fecha de inicio del golpe de Estado cívico-militar en el Uruguay.


Debería, a propósito de este evento, interpretarlo como uno más del contexto en alusión a esa tenebrosa estapa de la historia uruguaya, pero no fue uno más, porque en él se expresaron militantes de esos años que sobradamente pautaron la tónica del presente mirando a aquellos días de junio, con la clara convicción de que aquella dictadura dejó profundas huellas en la sociedad uruguaya: huellas de disciplinamiento y de impunidad hoy de una vigencia inequívoca, terrible y lascerante para una democracia ficticia, contaminada, y alineada a una ideología donde el fascismo y el sionismo, y la omertá mafiosa de la casta militar con la complicidad del sistema político, no hacen más que sembrar olvido, ambiguedad y una cultura de la impunidad, cuando se trata -por ejemplo, a más de cinco décadas de haberse instalado la represión del terrorismo de Estado en el Uruguay- de aportar sobre los enterramientos de detenidos desaparecidos en cuarteles militares (que oportunamente oficiaron de centros “clandestinos” de detención, tortura y desaparición de personas) para hallar sus restos y darles cristiana sepultura.     SEGUIR LEYENDO ACÁ

«Si te negabas a recibir una educación colonial, te relegaban a reservas como a animales»

La imposibilidad de “existir plenamente” de las personas provenientes de países africanos con apartheid es un concepto que Tsitsi Dangarembga (Rodesia del Sur, actual Zimbabue, 1959) analiza desde diversos ángulos en Mujer y negra (Plankton Press, 2025). Este existir con restricciones no solo se da entre los ciudadanos que han sufrido la segregación en Sudáfrica o Zimbabue, sino también entre sus descendientes de la diáspora y los nietos de los nietos que fueron forzados a cruzar el Atlántico en barcos, como mercancía.

“Soy una refugiada existencial”, confiesa la autora, cuya primera herida es el imperio, que destruyó la cohesión social, los sistemas políticos y las subjetividades de “personas negras convertidas en recipientes de un discurso imperial”.


¿Cómo hacer para conformar un yo completo a partir del “estatus subjetivo del no yo” al que fueron relegadas las personas con demasiada concentración de melanina en la piel en la “empresa colonial”? Esta es la pregunta a la que Dangarembga –novelista, ensayista y cineasta– le da vueltas en este libro, valiéndose de herramientas históricas, psicoanalíticas y datos de la propia biografía personal.

Confronta, pues, con la subjetividad construida a partir de las “narrativas opresoras” que conducen al “no-somos” y aboga por una revolución del imaginario, que permita una igualdad discursiva frente al imperio “como guillotina”.

Actualmente, Tsitsi Dangarembga participa de un programa de residencias internacionales del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), “para compartir mis perspectivas con productores del sector cultural y del tejido social de aquí”, según sus propias palabras, en esta entrevista que mantuvimos con ella.

¿Podemos hablar de una noción interesante de su libro, como la del ‘regalo envenenado’ del colonialismo?

Quienes forman parte del proyecto colonial han proyectado una imagen de benevolencia, señalando aquellas cosas que trajeron a África. Por ejemplo, la tecnología, la construcción de carreteras, una forma de educación occidental, las lenguas europeas… en fin, esas cosas que no existían antes de la colonización europea y que permitieron a la gente africana participar de alguna manera en las formas de ser que Europa ‘globalizaba’ en ese momento.

Pero a ningún africano se le preguntó si quería participar. Así que no era una cuestión de voluntad, porque si te negabas, te aniquilaban de alguna manera. Si te negabas a ceder tus tierras, te mataban. Si te negabas a recibir educación, te relegaban a reservas como animales cercados en un campo. Por eso, cuando se analiza una donación, creo que siempre es necesario revisar la intención que hay detrás de ella. En este caso ¿la intención del regalo era emancipar a quien lo recibía o poner a quien lo recibía en un lugar que beneficiaba a quien lo daba?

Al mismo tiempo, usted afirma que el colonialismo trae dolor a todos los implicados, a ambos lados.

Sí, lo hace absolutamente. Afecta no solo a las personas que están en el continente africano, sino también a los millones de personas (incluidos sus descendientes) que sufrieron el sistema de esclavitud, en el Caribe y en los Estados Unidos.

Recuerdo, por ejemplo, la actuación de una mujer afroamericana en Suiza, en la década de 1990, que leyó un fragmento de un poema, que decía “¿cómo te imaginas millones y millones de personas que nunca podrán volver a casa?” No pueden construir un lugar que sea verdaderamente su hogar aquí y no pueden ir a ningún otro lugar al que puedan llamar hogar. Este es el legado del que hablo.

El colonialismo destruye las estructuras subjetivas que sustentan el modo de vida de un pueblo

En el propio continente, se destruyeron todas las formas de hacer que validaban su existencia como personas encarnadas tal y como somos los africanos. Esto se hizo intencionalmente, porque así es como se crea el sometimiento, destruyendo las estructuras subjetivas que sustentan el modo de vida de un pueblo. Los británicos lo llamaron ‘crear un imperio metafísico’. Es algo que está subjetiva y físicamente dentro de la memoria viva.

Hay quienes recuerdan que a los ciudadanos locales les vendían las hamburguesas en un pequeño callejón lleno de basura, porque no compraban en el mismo lugar que los colonizadores. Es decir, querían mi dinero, pero no mi sentimiento de valía como ser humano. Tenían que quitarme el dinero cuando ya me habían subyugado.

Quería preguntarle sobre la separación de sus padres en la década de los años 60, cuando la enviaron a vivir con una familia blanca británica, mientras sus padres estudiaban en la universidad, en Londres. ¿Aquella era una costumbre extendida?

Esto se desarrolló en Inglaterra, cuando las personas del continente africano necesitaban ir a Inglaterra para obtener la educación que se requería para volver y ser parte del sistema. Al principio, el gobierno británico exigía que se formaran solo los hombres, por lo cual viajaban sin sus familias. Luego vieron que cuando iban estos hombres –que al principio eran de África Occidental– tenían obviamente relaciones con mujeres blancas. Y esto se convirtió en un problema (incluso a veces también tenían esposas en casa). Así que cuando el gobierno británico adoptó la política de permitir a las familias viajar a Inglaterra, para que tanto la mujer como el hombre recibieran formación, se preguntaron ¿qué hacemos con los niños? Entonces, la solución que se encontró fue que estas familias con subvenciones o becas destinaran parte del dinero disponible a guarderías. Así, un sistema de acogida que ya existía entre los británicos se extendió a los niños de estas familias africanas, para que tanto la mujer como el hombre pudieran estudiar.

Entonces, se les pagaba a familias que no estaban bien económicamente, en ciertas áreas del sur de Inglaterra, para que cuidaran a los niños. De hecho, se convirtió en un sistema de gestión de la necesidad de educar a las personas melanizadas de las colonias.

Así que, sí, fue definitivamente algo así como una norma que se estableció con un propósito.

¿Necesitó un ‘ajuste de identidad’ para volver a su país, a su casa, tras criarse con padres ingleses blancos?

Realmente no puedo hablar de un ajuste de identidad para adaptarme a los padres blancos porque era muy pequeña. No tenía ni tres años cuando esto ocurrió. Por lo tanto, no había desarrollado mucho mi identidad. Obviamente, hubo una ruptura y fue muy traumático, pero no puedo hablar de ello en términos de identidad.

Pero, sí, cuando fui mayor, al volver a Zimbabue, tenía seis años, entonces, sí, entendí quién era o al menos creí entender quién era y luego tuve que reformular esa comprensión.

¿Siente que fue educada por personas que no eran sus padres?

Sí, en efecto, eso es lo que ocurrió. De hecho, hay historias sobre algunos niños que fueron incapaces de adaptarse cuando volvieron a su país de origen y que, por algunos incidentes, esos niños fueron devueltos a la madre de acogida y finalmente crecieron con los padres de acogida.

En uno de los tres ensayos de su libro, también habla de la brecha entre hombres y mujeres de la diáspora africana en Europa: “Allí, mi compañía fueron los amigos zimbabuenses de mi hermano, pues apenas había mujeres zimbabuenses en el grupo. Las mujeres negras solían ser jóvenes antillanas con trabajos manuales, obreras. Los hombres a mi alrededor languidecían en una nube de alcohol, marihuana y música dub”…

Eran los 70, y en esa época no había igualdad de género. Zimbabue todavía era Rodesia, es decir, un estado muy patriarcal, en el que había poco espacio para la emancipación de las mujeres, en general, pero aún más para las mujeres melanizadas. Así, pues, en aquella época no se animaba a muchas mujeres a cursar estudios superiores.

Por lo tanto, las personas que estaban fuera en la década del 70 eran principalmente hombres y a eso es a lo que me refería en ese pasaje.

En las últimas décadas, ha habido un gran impulso a la educación de las mujeres

Hoy en día no se ve una brecha entre la diáspora africana masculina y femenina en Europa. En las últimas décadas, ha habido un gran impulso a la educación de las mujeres que ha sido muy fructífero, creo, y muchas mujeres van al extranjero para formarse.

Lo que me preocupa en este momento es que, debido a la situación económica de Zimbabue, vemos que vuelve a empezar a haber una disparidad, por la que las niñas tienen más probabilidades de abandonar la escuela. Y esto se debe a que las niñas tienen más valor económico para la familia, pueden hacer más tareas domésticas en el hogar. O sea que podría suceder que, a menos que las cosas cambien, volvamos a ver que las mujeres están en desventaja educativa.

Por el momento, no es así en los niveles superiores de aprendizaje, lo cual es positivo.

Cito este texto suyo: “Ser categorizada como mujer y negra no limita mi escritura. Escribir me confirma que soy más que negritud y feminidad”. ¿Desde qué punto de vista hace esta afirmación?

La negritud es que alguien me diga “Tú eres negra”. ‘Soy más que negritud’ implica que no es cierto que alguien se identifique con la negritud.

Hay que aprender a buscar la esperanza

Tienes la sensación de que la gente te categoriza y yo digo que esa es “tu categoría”, pero no es una categoría real. El hecho de que pueda hacerlo es una prueba.

Cuando habla de un feminismo de mujeres melanizadas que debe ir más allá de la lucha de las mujeres de las ONG, ¿puede explicarnos cuáles son esas distancias que observa?

Para mí, una buena inversión de mi agencia humana es crear condiciones en las que los seres humanos puedan prosperar. Creo que esto es particularmente importante para muchas mujeres melanizadas que se identifican como feministas, o que practican el feminismo, porque hemos visto el daño que se hace en los grupos de identidad, ya sabes, en los lugares donde nos identificamos.

Muchas mujeres no han tenido una situación en la que puedan mirar a las personas excluidas y pensarse como parte de ese sector de la sociedad. Otras –que sí hemos formado parte de esos grupos– concebimos el mundo como un lugar que requiere inclusión. En cambio, si una persona es privilegiada, puede concebir el mundo como un lugar que requiere exclusión.

¿Cree que en Zimbabue hoy se puede dar esta esperanza?

No creo que esta esperanza tenga por qué venir solo del entorno físico inmediato. Porque muchos de nosotros vivimos en situaciones que son negativas y que realmente agotan la esperanza. Creo que la esperanza es un proceso interno. Hay que aprender a alimentarla y a seguir construyéndola. Hay que aprender a buscar la esperanza.

Así que, si estoy en Zimbabue, tengo que saber dónde buscar para poder alimentarla. Si busco en otro sitio, mataré la esperanza. Y creo que eso es probablemente cierto dondequiera que uno esté.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250501/Culturas/49251/Tsitsi-Dangarembga-zimbabwe-colonialismo-mujer-y-negra-entrevista.htm

PROSTITUCIÓN, PUTEROS Y LA IZQUIERDA


 

«La corrupción, la prostitución, la drogas y las diferentes economías ilícitas operan juntas, se alimentan entre sí»


En estos últimos días la prostitución se ha convertido en un debate colectivo. En primer lugar, las conversaciones grabadas entre Ábalos y Koldo han desvelado una trama de corrupción que nadie podía imaginar en un gobierno y en un partido que llegaron a la política precisamente para limpiar la trama corrupta del PP.

Sin embargo, este diálogo sobre corrupción contenía también una grabación entre Ábalos y Koldo sobre su pretensión de tener sexo con algunas mujeres que estaban en prostitución. El intercambio de apreciaciones entre ambos sobre ellas ha mostrado el núcleo más profundo de esta realidad social: en la prostitución las mujeres son objetos, cosas, mercancías y, por ello mismo, presas fáciles para su deshumanización. Y la deshumanización es la condición de posibilidad para justificar cualquier forma de violencia contra ellas. El feminismo ha tenido (y tiene) históricamente la razón: la prostitución es una forma criminal de violencia sexual. Como también una vulneración de los derechos humanos de mujeres que fueron expulsadas de sus familias, de sus entornos e incluso de sus propias expectativas de vida a causa de la pobreza.

Esta conversación entre ambos deja al desnudo el imaginario del putero, para el que las mujeres prostituidas son solo medios para gozar del placer que les proporciona el poder que ejercen sobre ellas. Ese placer del poder les devuelve la imagen de sí mismos como seres poderosos, casi omnipotentes. Su poder se alimenta de la falta de límites de sus deseos y de la ausencia de resistencia a sus demandas. La impunidad es el asiento sobre el que se desarrolla la corrupción, pero también la prostitución.

Tampoco debe extrañar que, en medio de conversaciones sobre comisiones y dinero negro, aparezca la compra de mujeres prostituidas. Las economías ilegales no funcionan aisladamente: la corrupción, la prostitución, las drogas y diferentes economías ilícitas operan juntas, se alimentan entre sí, utilizan los mismos circuitos semi-institucionalizados para rentabilizar sus beneficios. En pocos lugares tiene un espacio tan asegurado e inevitable la prostitución como en las tramas de corrupción.

La conversación entre Ábalos y Koldo es una más –y no de las más violentas– de aquellas que tienen lugar en los foros de puteros donde las mujeres prostituidas son calificadas y puntuadas en función de distintos criterios. Desde su procedencia hasta algunas características de su cuerpo, pero también, y sobre todo, la puntuación depende de que ellas no muestren resistencia a los deseos de los puteros. Escuchar esta conversación entre estos dos puteros nos obliga a hacernos preguntas: ¿Cómo argumentar que la prostitución es un trabajo después de esta grabación? ¿Cómo sostener que los puteros no deben ser sancionados y el proxenetismo perseguido? ¿Cómo no hacer una ley abolicionista de la prostitución? ¿Cómo puede haber sectores de la izquierda que defienden que la prostitución no es una quiebra extrema de la igualdad y una forma intolerable de explotación sexual? ¿Cómo puede recuperar la izquierda el sentido común?

Por eso, y voy a la segunda cuestión, el congreso de Comisiones Obreras de este pasado fin de semana corrige en parte ese virus neoliberal que ha penetrado en los rincones ideológicos más profundos de algunos discursos de izquierdas. Al argumentar que la prostitución es violencia sexual y desigualdad patriarcal y al negar que los cuerpos de las mujeres puedan ser lugares de trabajo, el sindicalismo de clase ha asumido que los cuerpos de las mujeres no pueden ser articulados en un mercado de consumo masculino.

Me pregunto si esta inequívoca posición política de CCOO, en la que el feminismo de clase del sindicato hacía mucho tiempo que estaba trabajando, es el principio de una nueva era ideológica de la izquierda. Me pregunto si los aplausos a Unai Sordo por parte de la vicepresidenta, Yolanda Díaz, cuando el secretario general afirmaba que la prostitución es explotación sexual, anuncian un cambio de rumbo de aquella izquierda que ha entendido la prostitución como un acto de libertad (neoliberal) de las mujeres prostituidas.

Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/prostitucion-puteros-izquierda_129_2019104.html

Rosa Cobo es profesora de sociología de la Universidad da Coruña, escritora y teórica feminista.

EE.UU. arrincona a Latinoamérica para que diga "de qué lado está" en conflicto con Irán


 EE.UU. exhortó este lunes a las naciones latinoamericanas a esclarecer "de qué lado están" en el conflicto con Irán, luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, atacara tres instalaciones nucleares iraníes.

Una alta funcionaria del Departamento de Estado, citada por la agencia EFE, afirmó que es "una gran oportunidad para que los países en la región se den cuenta de qué lado van a estar, si van a apoyar a un régimen que es un patrocinador estatal del terrorismo o qué postura van a tomar".         

Alucinaciones de libertad e ideologías de derecha: fantasmas que siguen recorriendo nuestra América

 




En el escenario político actual de Nuestra América siguen apareciendo, aquí y allá, opciones electorales que, cada vez con menos disimulo, expresan en su programas y formulaciones discursivas visiones ultraconservadoras y reaccionarias, algunas de ellas de fácil asociación con algún tipo de fascismo. Discursos autoritarios, de “mano dura”, de recortes de derechos, de desprestigio de las políticas públicas de bienestar, de ajuste económico, de defensa acérrima de la propiedad privada como valor supremo de la sociedad, de criminalización de la migración, entre muchos otros aspectos, ya no quedan reducidos como caracterización típica de los regímenes dictatoriales que asolaron el subcontinente en la segunda mitad del siglo pasado. Por el contrario, en pleno siglo XXI vemos resurgir y exacerbarse tales posturas, con el diferencial más reciente de ser recibidas con beneplácito por sectores amplios y para nada insignificantes de la población. Los ejemplos sobran; pasando de Peña Nieto en México, Uribe (y sus delfines) en Colombia, Piñera en Chile, Macri en Argentina, Bolsonaro en Brasil o Lacalle Pou en Uruguay, que se reencarnan transmutando territorios hacía el Paraguay de Peña, el Ecuador de Noboa, el Salvador de Bukele o a la Argentina de Milei. Así, vemos que no se trata de un pasado superado sino, más bien, de una continuidad derechista, conectada causalmente con el paupérrimo desempeño social y económico de los llamados progresismos de la primera década del nuevo siglo, que poco concretaron en modificación estructural del sistema de acumulación capitalista, y en mejoramiento sostenido de la situación existencial de las clases trabajadoras (empleadas o desocupadas). Ese derechismo que no ha muerto, se expresa ahora en las urnas bajo el sustento de los dispositivos tecnológicos; usados como aparatos ideológicos que los sectores dominantes pueden alinear a sus intereses. Tales dispositivos logran la exacerbación del individualismo y el no menos importante entendimiento de tal individualismo como una (supuesta) conquista de la libertad (obviamente, individual). La libertad, así asumida, se convierte en promesa de las ideologías de derecha y se transforma en el espejismo o la alucinación perseguida por millones de empobrecidos ciudadanos que, en uno y otro rincón de nuestra región, legitiman con sus votos ese sinsentido cruel que consiste en hacer elegir al pueblo quien será su próximo opresor. Las tecnologías, tal cual se encuentran dispuestas para el consumo masivo de la población, auspician la generación de burbujas de realidad bajo la cual crecen discursos de odio y polarización; disuelven los lazos sociales en fantasías de conexión virtual y terminan por validar puntos de vista formados por la desinformación y no por la construcción argumentada del criterio. Favorecen el distanciamiento transmutado en alucinación de libertad.

Las ideas de Marx

En este escenario contradictorio y complejo se hace necesario retomar aquellas ideas que han sido construidas con la intención de ayudarnos a descifrar la complejidad del sistema contradictorio en el que vivimos. Por ejemplo, en su análisis sobre el sistema capitalista, Karl Marx propuso una perspectiva de abordaje no reducible ni limitada al plano económico, que terminara reduciendo su dinámica a una cuestión meramente mercantil. Al contrario, se esforzó por analizarlo en su dimensión de totalidad social o, en otras palabras, invitó a ver al capitalismo como una modalidad de vida (un sistema social de producción y reproducción de la vida). Con el paso del tiempo, los defensores del propio sistema capitalista han logrado trasmutar esa idea del capitalismo como “modo de vida” en el rotulo más amable de modernidad (pretendiendo encapsular el concepto de capitalismo en su mera dimensión económica), equiparando tal modernidad con el aumento de la capacidad productiva de las sociedades, pero aislado de su contraparte de desigual distribución de beneficios existenciales propios del tiempo presente. Así, hoy por hoy defender los ideales de la modernidad suele generar menos oposición que hacerlo frente a las promesas de bienestar del capitalismo en estricto sentido; promesas que por todas partes vemos incumplidas. Y esto porque el devenir histórico ha llevado a creer (falsamente) que es posible asumir la modernidad o modernización como un proceso separado del capitalismo y las evidentes consecuencias de pauperización existencial que para las mayorías poblacionales ha causado. No son pocos quienes asumen la modernización como una consecuencia benéfica del desarrollo de las sociedades humanas contemporáneas, olvidando que tal modernización no es cosa separada o independiente del modelo capitalista de explotación del ser humano por el ser humano.

La modernidad debe asumirse más bien como un concepto que habilita la más amplia identificación del tipo de sociabilidad propia del despliegue del capitalismo a lo largo y ancho del planeta. Bien podemos afirmar que, ligadas al capitalismo como modo de vida (y no solo como modelo de producción de bienes y servicios) se hallan formas novedosas y distintivas de asociación, e insertas en ellas, nuevas clases de subjetividad individual. Las mismas, desde luego, no son formas estáticas o ahistóricas, sino que devienen permanentemente de la mano de los profundos cambios que el capitalismo determina en función de su creciente capacidad de concentración de la riqueza y opresión de la vida. El actual capitalismo, amparado en su dual manifestación de dotador de sentidos para las prácticas de sociabilidad, por un lado, y de gendarme de control y destrucción de todas aquellas formas sociales que le desafíen, por el otro, estructura los andamiajes principales de la sociabilidad moderna, determinando los modos de vida aceptables y útiles para ser parte del sistema en cualquier territorio (central o periférico) y, al mismo tiempo, condicionando la reorganización de la esfera privada del ser individual; tal el sentido que entiendo como definitorio de la modernidad.

Marx, pues, no fue en esencia un economista del capitalismo, sino ante todo un expositor de la sociología del capitalismo; esto es, de las formas de asociación y subjetividad que él presupone y para cuya generalización se ofrece como el vehículo clave. Esta aclaración, anclada en la necesidad de superar la explicación economicista de los planteamientos teóricos de Marx, parte de la reinterpretación de lo que comúnmente hemos entendido por modo de producción, que debería llegar a ser entendido como una forma de expresar la propia vida, con lo cual, el capitalismo, más que simplemente una estructura económica social, comprende más ampliamente toda una revolución cultural, esto es, la configuración de nuevas formas de sociabilidad y por ende de subjetividad de los seres humanos. Valores, creencias y comportamientos específicos; con creciente tendencia a la abstracción y al individualismo.

Al recordar esta dimensión, es viable retomar la explicación dada por Marx de las formas precapitalistas de subjetividad, bajo las cuales operaba una coincidencia de los elementos que constituían la personalidad individual y la identidad social, esto es, que la construcción de la personalidad reconocía la posición que se ocupaba dentro de la comunidad. Y es precisamente en este punto en donde opera el cambio fundamental del capitalismo, que recrea un distanciamiento entre una dimensión externa y una interna del ser individual, para justificar así la creencia de un ser abstracto que constituye la esencia de cada ser humano, que se supone libre e igual a los demás, y que puede desarrollarse con independencia de las circunstancias materiales que le envuelven, las cuales, cuando le son adversas, no dejan de suponerse como meros accidentes que no socavan la individualidad; ya que tal individualidad se piensa como independiente a sus circunstancias de contexto, y estas últimas no serían más que contingencias volátiles.

El individuo moderno (o modernizado) se autopercibe en calidad de sujeto, con independencia de los contextos sociales, y es dotado de forma abstracta con los atributos (jurídico-políticos) que le permiten posicionarse dentro de una relación de transacción comercial en un plano de igualdad y libertad con otros. Podría decirse que el sujeto se afirma como parte de una relación de intercambio para la cual opera una especie de hipertrofia de la subjetividad (pero carente de toda objetividad) toda vez que lo que realmente fundamenta las relaciones de intercambio son las cosas y nos las personas. Desenvolverse con independencia a su contexto material de vida parece representar la libertad moderna o, en otras palabras, liberarse (en abstracto) de las ataduras de su contexto material. Esa ilusión de libertad es la del individualismo; como imaginación de una separación posible de todo lo que no es querido o se entiende como atadura. Libertad que puede llegar al extremo de separarme de mi mismo (en mis condiciones materiales y concretas de vida) para llegar a ser otro, e incluso, un otro que se exprese como la negación de lo que concretamente soy. Tal enajenación conduce a una negación de mí mismo y, por añadidura, una animadversión con lo que me identifica como parte de una clase que vive materialmente según las condiciones impuestas por el sistema. Si, tal como lo propone Marx, las condiciones de explotación transforman las condiciones de la inmensa mayoría de la población, creando una situación común de explotación y, por ende, unos intereses comunes, esto es, una clase en sí, cabría esperar, según el propio autor, que sea la lucha colectiva la posibilidad de movilización consciente necesaria para la formación de la clase para sí. No obstante, los dispositivos de la modernidad tienden a coartar las experiencias de colectivización, obturando la praxis de lucha necesaria para la conciencia de clase, dando paso más bien a múltiples dispositivos de individualización que concluyen en la negación de lo colectivo y, en últimas, el odio a los aspectos materiales que identifican a la clase trabajadora entre sí; el odio de clase dirigido contra la propia clase, en tanto y en cuanto esta representa la atadura (material) que se necesita olvidar, en pro del ideal liberador del individualismo moderno. Todo esto supone, en otras palabras, el reemplazo del horizonte de liberación colectiva por la alucinación (inofensiva) de la libertad individual.

La supuesta libertad que soporta al individuo moderno, que ya no estaría supeditado a dependencias de otras personas, realmente lo limita más en la medida en que lo hace dependiente de las relaciones de intercambio en si mismas, esto es, de las cosas. Y tal circunstancia se posibilita y aumenta gracias a la división social del trabajo que requiere las nuevas formas de mercado. Así, la libertad del individuo es progresivamente menor toda vez el poder de decisión de los individuos con relación a sus condiciones de vida descansa en la órbita que regula el mercado y la división social del trabajo, formas que hacen que el individuo sea más interdependiente de las relaciones sociales que enmarcan estrechamente su desarrollo, relaciones que, como ya dijimos, aparentan ser más independientes en la medida que no se representan en las personas sino en las mercancías. Así, el estrecho marco de relaciones y proyecciones de vida que tienen los individuos los convierten, como figura social, en la forma de “ciudadano/a” que es un sujeto abstracto, potencialmente portador de derechos y prerrogativas idealizadas (como elegir qué consumir o a quien votar “libremente”), pero materialmente limitado a un contexto de relaciones que demarcan su identidad particular concreta.

En suma, las relaciones entre los individuos se presentan bajo el viso falsificador que esconden las relaciones de intercambio y, por consiguiente, la modernidad capitalista constituye a los individuos como sujetos, no a través de la sociabilidad concreta que los define y diferencia, sino en oposición a esta, es decir, aumentando la interdependencia despersonalizada de los individuos frente a su posicionamiento dentro de la división social del trabajo, mientras que se siguen alimentando los mitos sobre su valía interna independiente de las circunstancias externas, que induce al extremo de querer ser otro u odiar al que es igual a uno. Se trata de la creación de un abismo de distanciamiento entre las circunstancias concretas de vida y su representación abstracta. Para ello, se requiere que el individuo ignore u olvide su posición y sus relaciones dentro de la sociedad y que configure su identidad individual sobre la base abstracta de su libertad igualitaria dentro de la comunidad.

Este orden de cosas es sustentado por la configuración de una forma de Estado, como el Estado burgués que, con relación al sujeto, recrea la abstracción de su igualdad genérica, bajo supuestos como el imperio de la ley y la democracia, configurando una “comunidad ideal” que niega la diferencia a la par que regula las relaciones materiales que la aumentan. El sujeto libremente moderno se recrea dentro de la abstracción en que se formulan sus formas de sociabilidad y subjetividad. Las diferencias cualitativas particulares que hacen concretamente de los individuos lo que son parecen superfluas, en tanto que la igualdad genérica que parece caracterizar su subjetividad es abstracta, formal e ilusoria. La especificidad del capitalismo no está fundada exclusivamente en las relaciones de clase que genera y recrea (y en su antagonismo objetivo, que es fundamental), sino, complementariamente, en la sofisticada estructuración de una forma de sociabilidad y de subjetividad basada en la abstracción, en una alienación, en la que el ser humano está sujeto a unas condiciones de realidad específicas, pero a la vez amarrado a un ideal de sí mismo: el sujeto moderno, cada vez menos libre.

La batalla de ideas del presente

Las derechas político-ideológicas de Nuestra América parecen haber entendido muy bien algunos de los conceptos de Marx. No dejan a la suerte la profundización permanente y cotidiana de dispositivos de individualización que permean cada vez más a mayores sectores de la población. Esto resulta especialmente preocupante si se piensa en el detallado énfasis puesto en la publicidad para los consumos de las generaciones más jóvenes. Por añadidura, las mismas generaciones que se encuentran cada vez más vulnerables ante las prácticas de desinformación mediadas por el uso excesivo e irreflexivo de los dispositivos tecnológicos de comunicación (que ahora además cuentan con el impulso del sistema educativo), y que abonan a la transformación de las prácticas de comunidad por nuevas relaciones virtualizadas que se venden como posibilidad de ampliar el espectro de sociabilidad, cuando en realidad corrompen su sentido y aíslan a cada vez más jóvenes. Mismas juventudes (y personas no tan jóvenes también) que han sido profundamente golpeadas por la experiencia nefasta del aislamiento pandémico, que ha alterado la salud mental de la gran mayoría de la población que la padeció, significando tal experiencia una avanzada inigualable para la construcción del individualismo y el aislamiento social como alucinación del bienestar. Así, el panorama no parece alentador. Desde luego, las alternativas de cambio no van a llegar de la mano benefactora de ningún gobierno, ni podrán ser la obra mesiánica de ningún líder. Si las urnas se vuelcan cada vez más a la derecha el llamado urgente es a que las ideas de izquierda se vuelquen (otra vez) a las calles, que inunden los espacios de comunicación, formación y debate, rompiendo las barreras físicas y mentales del individualismo. La batalla de ideas en estos tiempos que tenemos que afrontar debe apuntar a desmitificar la ilusión individualista y construir sin pausa prácticas colectivas que borren ese velo fantasmal que nos divide. Si la derecha pretende apropiarse de la idea de la libertad, desde la izquierda debemos responder insistiendo en la lucha por la liberación, que solo es posible como creación colectiva; y para la cual hay que poner el cuerpo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.  

Fuentes: Rebelión




Documental la caída del 73


 

Tu iris por seis dólares: la oferta de una empresa en barrios pobres de Paraguay


 Una compañía hasta ahora no identificada está usando grupos de Facebook* para ofrecer el servicio de "escaneo de ojo" (iris) a personas que residen en barrios pobres de la ciudad paraguaya de Encarnación, a cambio de un monto exiguo en moneda local equivalente a entre seis y 18 dólares estadounidenses, según consta en una denuncia presentada por autoridades de la urbe, reportan medios locales.

La técnica empleada para capturar imágenes de alta resolución del iris permite obtener un dato biométrico único e intransferible, tanto como puede serlo una huella dactilar. Así, el concejal Andrés Morel, advirtió que se trata de una información que podría ser empleada con fines deshonestos.

"No hay un humano que tenga un iris similar [a otro]. Si en celulares y bancos se usa reconocimiento facial, un escaneo de ojos nos da una identidad única que puede ser usada para otros fines", alertó.
Investigación en curso   

El espíritu del nazismo aún se cierne sobre la humanidad





Con este artículo el autor quiere expresar su indignación por las atrocidades cometidas por el régimen sionista contra el pueblo palestino, afirmando que el nazismo no ha sido derrotado, sigue actuando en el régimen sionista.


¡El nazismo no ha terminado! ¡El nazismo no fue extirpado con la derrota sufrida por la Alemania hitleriana en 1945! ¡El nazismo y sus abominaciones están hoy más vigentes y en plena actividad que nunca!

A pesar de que los crímenes atroces cometidos a gran escala por los nazis alemanes en la primera mitad del siglo pasado suelen ser considerados como los más tenebrosos y perversos que el ser humano ha sido capaz de cometer, estamos obligados a reconocer que hay un sinnúmero de otros casos a lo largo de la historia que nada tienen que envidiar en términos de crueldad y perversidad a las prácticas malignas consumadas por los partidarios de Adolf Hitler.

Probablemente, la gran motivación para que las atrocidades hitlerianas sean calificadas como la cumbre de la perversidad humana es que, por primera vez, entre las víctimas que fueron blanco de la furia de sus perpetradores, había un contingente considerable de personas con las mismas características étnicas que quienes, sin duda, han sido los principales ejecutores de la mayoría de los genocidios conocidos en los últimos siete siglos.

Desde que las clases dominantes europeas se lanzaron en sus aventuras colonialistas, los pueblos del mundo han estado sufriendo las agresiones mortales desatadas por invasores provenientes de Europa. Esto ha ocurrido en todos los demás continentes de nuestro planeta: África, América, Asia y Oceanía. Civilizaciones enteras han sido simplemente diezmadas, todo para satisfacer la gula de acumulación de riquezas de las clases dominantes del llamado Occidente.

Aquí en América, la inmensa mayoría de los pueblos aborígenes fueron masacrados y sus tierras ocupadas en el proceso de colonización y despojo de sus riquezas naturales. África fue fuertemente atacada y buena parte de sus habitantes fueron secuestrados y llevados a otros continentes para que sirvieran como mano de obra esclava con el fin de producir ganancias para los amos europeos. En Asia y Oceanía las fuerzas invasoras europeas también cometieron atrocidades y exterminios de la misma magnitud con igual propósito.

Por lo tanto, el nazismo de Hitler no resultó ser muy diferente de la práctica habitual de exterminio de otros pueblos que ya se había llevado a cabo durante mucho tiempo. La gran diferencia es que, por primera vez, esta saña exterminadora también se desató contra una vasta comunidad de pura estirpe europea, y no sólo contra pueblos de fuera del mundo occidental.

Como es bien sabido por quienes estudiamos seriamente la evolución histórica, los judíos que estaban presentes en gran número en Europa hasta principios del siglo pasado no tenían nada que ver étnicamente con los antiguos pueblos hebreos que habitaban la región de Palestina en la Antigüedad, a no ser lazos de ascendencia religiosa. Por lo tanto, cuando los detalles sobre la horrenda masacre orquestada contra los judíos europeos por los nazis se hicieron públicos, más que justamente, los efectos de la repulsión y la condena vinieron a flote de manera generalizada.

Además, una parte muy significativa de esos judíos formaban parte de las clases trabajadoras, participando activamente en las luchas por superar las estructuras del capitalismo de la época. Tanto es así que muchos de los líderes del movimiento socialista de entonces provenían de comunidades judías.

Pero, con el pretexto de compensar a los judíos por los crímenes que habían cometido contra ellos en Europa, las clases dominantes europeas decidieron apoyar las pretensiones de los líderes sionistas de crear un Estado que pudiera acoger a esa población que por mucho tiempo había sido víctima de feroz persecución allí. Sin embargo, a ninguno de los representantes de estas clases dominantes se les ocurrió ofrecerles ninguna porción del territorio de Alemania, ni de Francia, ni de Austria, ni de Holanda, ni de ningún otro país europeo. ¡No, para nada! Se les animó a crear su Estado en Palestina.

Como también deben saberlo todos, el pueblo palestino nunca ha cometido ninguna atrocidad contra los judíos, ni en Palestina ni en ninguna otra región. Pero fueron ellos los elegidos para saldar la deuda moral que las clases dominantes europeas tenían con los sobrevivientes de las masacres y los intentos de exterminio que ellos mismos habían llevado a cabo. Cínicamente, pretendían matar dos pájaros de un solo tiro: al mismo tiempo que se liberaban del peso de la conciencia por los crímenes que habían cometido contra los judíos, sacaban de Europa a un grupo de supervivientes que podrían causarles problemas en el futuro.

Así, bajo la iniciativa y el mando del movimiento sionista europeo, se alentó al los judíos que restaban en Europa y a los de otras comunidades de otros lugares a trasladarse a Palestina para erigir allí su propio Estado. Por supuesto, el hecho de que esas tierras ya estuvieran habitadas por milenios por el pueblo palestino no significaba nada para los líderes sionistas. Así, aunque casi todos los principales teóricos del sionismo eran personas no religiosas, ellos pasaron a alegar que el derecho a ocupar ese espacio les había sido concedido por Dios. En otras palabras, renombrados ateos habían convertido a Dios en el más confiable agente de bienes raíces (para los intereses de ellos, por supuesto).

Empero, los sionistas que lideraban ese proceso no solo llevaron a Palestina a las personas de ascendencia judía que habían sobrevivido a las perversidades del nazismo en Europa. También trajeron con ellos la esencia misma de la ideología de los responsables del intento de exterminio de las comunidades judías europeas. Para que no haya malentendidos en cuanto a lo que les quiero expresar, los dirigentes sionistas se fueron a Palestina totalmente imbuidos del espíritu del nazismo, ya que, a todos los efectos, el sionismo y el nazismo tienen mucho, o más bien, muchísimo, en común. Aparte de alguna que otra divergencia sobre cuál sería la raza superior destinada a sobreponerse a las demás, en relación con los otros aspectos hay numerosas confluencias entre el sionismo y el nazismo, dos de las ideologías más perniciosas ya creadas por los seres humanos a lo largo de la historia.

Hoy, con el avance del genocidio que está en marcha en Gaza y Cisjordania, los sionistas están dando pruebas suficientes de que no sólo han asimilado bien las lecciones dictadas por los nazis, sino que han sido capaces de perfeccionar todas las técnicas de matar, torturar y exterminar a seres humanos no deseados que los hitlerianos habían desarrollado y promovido en su momento.

No obstante, mucho más eficazmente que sus predecesores nazis, los sionistas de hoy han demostrado tener una capacidad gigantesca para articularse con las clases dominantes de otros países y, lo que es más importante, con sus medios de comunicación. Por lo tanto, a pesar de que las monstruosidades cometidas contra los niños, las mujeres y la población civil indefensa puedan ser vistas casi en tiempo real en todo el mundo, y aunque estén delante de nuestros ojos las escenas de miles y miles de niños sufriendo hambre aguda debido a que los sionistas impiden la entrada de agua y alimentos en Gaza, los medios de comunicación apenas se detienen en estos detalles.

Además, en este momento, con la violenta agresión terrorista desatada por medio de los dispositivos bélicos del Estado sionista de Israel contra Irán, que han redundado en el brutal asesinato de decenas de oficiales iraníes, se evidencia otra faceta del sionismo que lo acerca aún más al nazismo: la presunción de poder imponer todos sus designios a otros pueblos, sin ninguna preocupación por las consecuencias derivadas de sus ataques asesinos, al igual como también actuaban los líderes de la Alemania nazi. Fue bajo similar inspiración que las hordas hitlerianas invadieron, ocuparon y llevaron la muerte y muchas otras desgracias a Francia, Checoslovaquia, Polonia, la Unión Soviética, etc.

En resumen, sin ningún subterfugio, el sionismo y el nazismo son ideologías de la misma orientación. Ambos se basan en el etnocentrismo excluyente, en la falta total de empatía con el sufrimiento de quienes están fuera de su propio grupo. Pero, la crueldad de los sionistas logra ser aún más insana. Sólo seres dotados de un gigantesco sentimiento de perversidad serían capaces de hacerse pasar por víctimas de una persecución prejuiciosa siempre que sus crímenes sean expuestos y denunciados. Tanto es así que es imposible hacerles una justa crítica y condena de sus crímenes sin que inmediatamente nos tilden de antisemitas. ¡Realmente, los hitlerianos no tenían la desfachatez de llegar a tal punto!

Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.

Fuente: https://www.viomundo.com.br/politica/jair-de-souza-o-espirito-do-nazismo-continua-pairando-sobre-a-humanidade.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

El pecado liberal de acumulación con desigualdad


 La dependencia y los desniveles en los términos del intercambio, que surgieron precisamente desde la época de la conquista y la colonización al iniciarse el siglo XVI fueron los factores esenciales para el “subdesarrollo” de América Latina, que continuó durante los siglos XIX y el imperialismo del XX, es decir, luego de las independencias, bajo nuevas “metrópolis”: Inglaterra, primero y Estados Unidos, después.



En el primer tomo de El Capital, publicado por Karl Marx (1818-1883) en 1867, hay un capítulo (el XXIV) titulado “La llamada acumulación originaria” que fue pionero en analizar dos asuntos clave para entender la economía contemporánea: de una parte, la génesis histórica del capital y de otra, el papel que en ello tuvo el colonialismo europeo. Son dos caras de la misma moneda.

Como era usual en varios de sus escritos, Marx comienza por una comparación bíblica y dice: “Esta acumulación originaria viene a desempeñar en economía política el mismo papel que desempeña en teología el pecado original. Al morder la manzana, Adán engendró el pecado y lo transmitió a toda la humanidad”. Y así fue. Marx comienza por distinguir muy bien la “era” del capitalismo frente al sistema capitalista como tal. Afirma: “Aunque los primeros indicios de producción capitalista se presentan ya, esporádicamente, en algunas ciudades del Mediterráneo durante los siglos XIV y XV, la era capitalista sólo data, en realidad, del siglo XVI”; pero el capitalismo definitivamente surge con la primera revolución industrial a mediados del siglo XVIII. Las condiciones de su existencia fueron preparadas por la acumulación originaria que “no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción. Se la llama “originaria” porque forma la prehistoria del capital y del régimen capitalista de producción”, concluye Marx.

En esa “disociación” los productores directos, los trabajadores de todo tipo, fueron literalmente expropiados de su propiedad y de los frutos de su propio trabajo, para ser convertidos en poseedores de fuerza de trabajo “libre” (en el doble sentido de quedar “libres” de propiedad y “libres” para la venta -salarios- de su fuerza de trabajo), de la cual ya pueden aprovechar los capitalistas contemporáneos para continuar su enriquecimiento. La economía ha olvidado el origen histórico de esa riqueza acumulada, que se ha logrado mediante la esclavitud, la servidumbre, la expulsión a los campesinos de sus tierras, la extorsión o la violencia para saquear recursos y, sin duda, por intermedio de la colonización, de la cual aprovecharon las potencias europeas. Marx resume: “El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria”.

A pesar de su análisis, Marx no llegó a profundizar en los procesos específicamente latinoamericanos, aunque retomó el tema del colonialismo en los tres años finales de su vida. Sin embargo, especialmente desde la década de 1960, América Latina transformó las ciencias sociales por su específico estudio de la región. Aquí surgió la que pasó a denominarse como “teoría de la dependencia”, con múltiples autores de renombre: Enzo Faletto, Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, e incluso extranjeros como Andre Gunder Frank y Samir Amin, junto al relevante papel internacional que adquirió la CEPAL y su Secretario Ejecutivo Raúl Prebisch.

Gracias a esas investigaciones se demostró que la dependencia y los desniveles en los términos del intercambio, que surgieron precisamente desde la época de la conquista y la colonización al iniciarse el siglo XVI (destacaron España y Portugal), fueron los factores esenciales para el “subdesarrollo” de América Latina, que continuó durante los siglos XIX y el imperialismo del XX, es decir, luego de las independencias, bajo nuevas “metrópolis” o “centros capitalistas”: Inglaterra, primero y Estados Unidos, después.

Desde luego, las teorías latinoamericanas eran combatidas por “comunistas” o “marxistas”. Pero nunca se pudo afectar ni desmontar la base histórica con la que se sustentaron los análisis económicos.

Un reciente estudio de Gastón Nievas y Thomas Piketty (este último investigador ampliamente reconocido por obras como “El capital en el siglo XXI”), titulado “Unequal Exchange and North-South Relations: Evidence from Global Trade Flows and the World Balance of Payments 1800-2025” (https://t.ly/kS47-) vuelve sobre el tema de las relaciones económicas internacionales; y, sobre el examen de un nuevo e impresionante material estadístico de algo más de dos siglos, llega a conclusiones decisivas: en el siglo XIX las potencias coloniales se enriquecieron a costa de imponer su poder y la extracción de recursos; en el siglo XX la globalización basada en un comercio internacional abierto no impidió sino que acentuó los desequilibrios mundiales en los cuales se perjudicaron los países del Sur global; el neoliberalismo global, que vendió la ilusión por la autocorrección que harían los mercados a los desequilibrios, ha sido un fracaso total y la desigualdad prosiguió. Los autores concluyen que es necesario cambiar el sistema internacional y sus instituciones económicas, para crear nuevas reglas que permitan revertir las desigualdades que incluso han generado tensiones geopolíticas mundiales.

El estudio de Piketty-Nievas revaloriza la “vieja” teoría de la dependencia y los estudios latinoamericanos sobre las relaciones económicas de la región con las potencias saqueadoras y permite reafirmar la perversidad de la “economía libre” para América Latina. Pero también recuerda a Marx, para quien estuvo muy claro que “el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”.



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BOLIVIA: UN PAÍS ROTO


 

CAPITALISMO Y FELICIDAD

Para el autor las grandes tareas de la izquierda actual pasan por romper en la teoría y en la práctica con las tendencias dominantes. En recuperar los espacios colectivos que se han fracturado y reconstruir una relación sana entre los social y lo individual.


Muchas veces nos venden la ilusión del capitalismo como un sistema de realización de los deseos, donde podemos avanzar en una ilimitada búsqueda de la felicidad. La lógica neoliberal refuerza este discurso, enseñándonos, además, que la búsqueda de la felicidad es siempre e invariablemente una cuestión individual. Los grandes relatos han muerto, sostienen, y con ellos la posibilidad de proyectos colectivos. Queda entonces el refugio de una individualidad hedonista, donde la felicidad se reduce a la satisfacción de necesidades individuales, en la forma y los marcos establecidos por el propio sistema.

El derrumbe del socialismo en Europa del Este reforzó los sentidos de lo que el marxista británico Mark Fisher denomina como “realismo capitalista”. Esto es, básicamente, la concepción de que nos hayamos no en el mejor de los mundos posibles, como sostenía un personaje del «Cándido», de Voltaire, sino en el único mundo posible y debemos aceptarlo. Así nos educan las industrias culturales, las redes sociales, los aparatos ideológicos del moderno estado capitalista, para la normalización de las relaciones de producción imperantes y la invisibilización del sistema. El show es una poderosa herramienta de educación e insensibilización política y, al mismo tiempo, es parte de la construcción de un mundo espectacularizado, donde predominan las apariencias sobre las esencias y donde se impone una violenta idea de la felicidad, asociándola de modo casi invariable al éxito y la belleza.

Como resultado de esto, sobre el individuo presionan por un lado estereotipos sociales prácticamente inalcanzables y, por el otro, se le atribuye la responsabilidad sobre procesos que son claramente sociales. Esto último comprende desde la responsabilidad individual con la crisis climática hasta la responsabilidad con su estabilidad laboral. Esto en un mundo donde la verdadera esencia de los problemas medioambientales reside más en la voracidad empresarial y las descontroladas dinámicas extractivistas que con el descuido individual y donde la precariedad del trabajo, oculta bajo la jerga neoliberal del emprendurismo, el “sé tu propio jefe”, etc., realmente ocultan el hecho de que el capital ha avanzado sobre el mundo del trabajo, destruyendo empleos y precarizando las opciones laborales de buena parte de la humanidad.

No es de extrañar que, en este hostil universo, Mark Fisher apunte que se debe tratar a la depresión como una crisis de salud producto del capitalismo, algo que no resulta para nada descabellado cuando se miran algunos indicadores en las sociedades del capitalismo desarrollado contemporáneo. Baste solo como dato marco, señalar que, según el Instituto Tricontinental en 2024 los dos mil 153 multimillonarios más ricos poseían más riqueza que el 60 por ciento de la población mundial, unos cuatro mil 600 millones de seres humanos. La forzada individualización del problema, se refuerza entonces con esta desigualdad estructural, fomentando sentimientos de exclusión y alienación.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en torno al cinco por ciento de los adultos en el mundo padecen depresión, unos 300 millones de personas, pero este dato cuantifica solo aquellos casos de personas que se han acercado a recibir atención médica especializada o viven en un país donde tienen acceso a este tipo de servicio. La propia OMS proyecta que, para 2030, la depresión será la principal causa de discapacidad social a nivel global.

Viendo algunos números por país, nos encontramos con que en 2020 en España 2,1 millones de personas sufrían algún tipo de cuadro depresivo, con 230 mil casos graves. En Portugal un 9,8 por ciento de la población ha sido diagnosticada con depresión y en Alemania un 9,2 por ciento de la población. La Unión Europea en general, para 2019, registraba un 7,2 por ciento de la población adulta, unos 30 millones de personas, con síntomas depresivos de diversa intensidad. Las mujeres con más incidencia de esta condición que los hombres.

En Chile, el laboratorio del neoliberalismo durante la dictadura pinochetista, según datos de 2017, unas 844 mil personas mayores de 15 años tenían un diagnóstico de depresión, con una tasa de suicidio de 11 por cada 100 mil habitantes. De hecho, durante el estallido social de 2019 en Chile, una de las consignas sostenidas por los manifestantes fue “No era depresión, era capitalismo”, en clara referencia a la relación entre enfermedad mental y el sistema hegemónico.

En Canadá, para 2021, el 15,2 por ciento de los adultos, unos 4,7 millones de personas, reportaron síntomas depresivos. Entre los jóvenes de 15 a 24 años la cifra alcanza el 20 por ciento. En Australia, en el otro extremo del mundo, entre 2020 y 2021 aproximadamente el 17,8 por ciento de los adultos reportaron síntomas de ansiedad y depresión. Entre los indígenas australianos, históricamente explotados y desfavorecidos, estas tasas se elevan hasta un 30 por ciento.

En el propio imperio norteamericano los datos no son menores. En 2021 el 18,8 por ciento de los adultos, unos 47 millones, experimentaron síntomas de depresión en algún momento. Entre los jóvenes de 18 a 25 años la cifra se eleva hasta el 24 por ciento. Tanto estos datos, como algunos de los anteriores, por las fechas que se manejan, pudieran considerarse, en lo fundamental, como indicadores del momento pandémico más que del sistema. Sin embargo, un análisis más cuidadoso, desmonta esta falsa impresión.

En su excelente investigación «Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream» (Ciencias Sociales, Cuba, 2022) la periodista de RT Helena Villar documenta voces y datos diversos que dan un panorama completo y complejo de la sociedad Norteamérica actual. En diálogo con una investigadora del Instituto Brookings, esta identifica la pobreza y las presiones económicas de la sociedad norteamericana como una de las principales causas de depresión.

“Hay algo de ser pobre en este país que es super deprimente. Vienes aquí y vas a lugares desfavorecidos, y, por encima de todo, del crimen o de todo aquello que no tienen está lo siguiente:

– la falta de esperanza

– la falta de respeto a sí mismos

– y el distanciamiento del resto de la sociedad.

Para mí, el mayor coste de ser pobre en Estados es el coste psicológico.”

A pesar de que el problema es evidente y está frente a los ojos, lo ocultan una serie de estructuras ideológicas, entre ellas la concepción médica predominante en buena parte de la medicina actual, que trata el problema de la depresión como producto, fundamentalmente, de un desbalance en la química cerebral, desconociendo las implicaciones sociales de este trastorno.

En otras palabras, sumado a las presiones económica y la iniquidad estructural, sumado a la violenta individualización de responsabilidades colectivas, sumado al estridente y constante espectáculo que nos impone modelos de vida y modelos humanos inalcanzables por irreales, sumado a las ilusiones de un sistema que te convence de que cualquiera puede hacerse rico, pero al mismo tiempo destruye empleos y precariza los existentes, los individuos deben lidiar con una cohorte de psiquiatras y sicólogos que atacan las consecuencias del problema, pero son incapaces de llegar a la raíz de sus causas. El resultado es una infelicidad anestesiada, que es la que predomina en muchas de nuestras sociedades contemporáneas.

Las grandes tareas de la izquierda actual pasan, entonces, por romper en la teoría y en la práctica con estas tendencias dominantes. En recuperar los espacios colectivos que se han fracturado y reconstruir una relación sana entre los social y lo individual, al tiempo que se plantea seriamente la superación efectiva del orden de producción y propiedad imperantes. Esto implica pensar y buscar modelos post capitalistas efectivos. No limitarse a ser la conciencia crítica del orden imperante, que al final contribuye a su mejoramiento al apuntar los nudos más álgidos de la contradicción sin hacer absolutamente nada por cortarlos, al mejor estilo alejandrino.

En la tradición marxista y revolucionaria, la respuesta que se ha buscado ha sido siempre colectiva, entendiendo que solo desde el punto de vista de la totalidad social es posible alcanzar una plena conciencia para la transformación del sistema. Y esa totalidad sólo se alcanza en las estructuras colectivas de una clase con potencial revolucionario. Esa clase, todavía hoy, sigue siendo el proletariado.

Desde los soviets hasta los consejos obreros, pasando por los consejos de fábrica turineses y otras muchas y múltiples formas de asociación, la búsqueda de estas alternativas ha sido heroica y en ella se combinan éxitos y fracasos. Marx, influido por los datos concretos aportados por la realidad, encontró en la Comuna de Paris como forma de organización del proletariado urbano y la comuna rural rusa como forma de organización de la producción los posibles modelos para configurar un horizonte comunal que permitiera, en los hechos, superar el orden capitalista con todas sus taras.

En el mundo de hoy, impregnado de realismo capitalista, de fines de la historia y otras fantasías neoliberales, se alza, entre otros proyectos alternativos, la Venezuela Bolivariana, desde cuyo seno se impulsa un gran proyecto comunal. Y si algo he aprendido en numerosas conversaciones con comuneras y comuneros es que la transformación que se vive al interior de las estructuras comunales, el paso de objetos a sujetos de cambio en el marco de un proyecto colectivo y solidario de superación de las relaciones capitalistas, le devuelve al ser humano una felicidad que yacía aletargada. La felicidad de construir su propia emancipación frente a la enajenación depresiva del capitalismo.

José Ernesto Nováez Guerrero. Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Coordinador del capítulo cubano de la Red en Defensa de la Humanidad. Rector de la Universidad de las Artes

Fuente: https://centrodescolonizacionvzla.wordpress.com/2025/06/09/capitalismo-y-felicidad/

Netanyahu busca la guerra


Las fuerzas de colonización e invasión de Israel –orwelianamente llamadas Fuerzas de Defensa, por Tel Aviv– atacaron ayer por la noche decenas de objetivos en Teherán y otras localidades iraníes con el pretexto de desmantelar el programa atómico persa al que acusa, sin pruebas, de perseguir objetivos militares. El pasado 5 de junio, Israel bombardeó áreas densamente pobladas de la capital libanesa, mientras ayer mismo en la madrugada invadieron Siria y secuestraron a varias personas, por lo que en apenas una semana las tropas israelíes han agredido a tres naciones soberanas, lo que, sumado a su ocupación permanente de los territorios palestinos, la ampliación de sus anexiones ilegales de tierras de Líbano y Siria y el rapto de un buque de la Flotilla de la Libertad que intentaba llevar ayuda humanitaria urgente a la franja de Gaza, da cuenta de los niveles de violencia alcanzados por Tel Aviv bajo el mando del fascista Benjamin Netanyahu.

En los bombardeos a edificios civiles de Irán fue asesinado, según una agencia de noticias de esa nación, el mayor general Hossein Salami, comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica; el régimen de Tel Aviv afirmó que además asesinó al jefe del ejército iraní, Mohammad Bagheri, así como a otros mandos militares y a científicos nucleares. Se trata de la enésima prueba de que el primer ministro israelí está dispuesto no sólo a exterminar al pueblo palestino, sino a arrastrar al mundo entero a una guerra total si ello es lo que requiere para eludir o al menos postergar los juicios por corrupción que se le siguen en su país y así mantenerse en el poder.

Asimismo, hay una deliberada provocación e incluso un insulto personal en el hecho de que la agresión fue llevada a cabo sólo tres días después de que su principal aliado, cómplice y patrocinador, el presidente estadunidense Donald Trump, le pidiera de forma explícita abstenerse de iniciar una confrontación con Teherán, mientras siguen su curso las negociaciones bilaterales en torno al desarrollo de la tecnología atómica iraní. Con sus actos, Netanyahu ratifica la postura israelí que se ha consolidado en los lustros recientes: Tel Aviv hará lo que quiera, cuando quiera, como quiera y contra quien quiera, dando por sentado que ninguna transgresión hará vacilar el apoyo incondicional de Washington al proyecto sionista.

Por otra parte, aunque Trump ha repetido sus llamados a la contención de Netanyahu desde su regreso a la Casa Blanca en enero pasado, no puede olvidarse que el magnate es el responsable principal de la virulencia israelí y de que hoy por hoy Medio Oriente pase por uno de los momentos más delicados de su convulsa historia. La ultraderecha israelí no tendría excusas para golpear a Irán si, en su primer mandato, Trump se hubiera limitado a respetar el histórico acuerdo alcanzado en 2015 por Washington y Teherán, con China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania como avales.

Ese tratado ya daba a Occidente todas las garantías y mecanismos para supervisar que el programa nuclear iraní siguiera objetivos civiles legítimos a cambio de suavizar las sanciones ilegales que asfixiaban al pueblo de la República Islámica, pero la manía trumpiana por borrar el legado de su antecesor demócrata Barack Obama lo llevó a retirarse unilateralmente y restablecer la política de aniquilación contra Irán. La irresponsabilidad y el cortoplacismo del magnate, junto a la sed de sangre de Netanyahu, amenazan con incendiar la región y llevar a una escalada de ramificaciones inquietantes.

Por último, es necesario remarcar que todos estos episodios de horror sólo son posibles por la permisividad de la comunidad internacional –y en particular de la supuestamente democrática Europa– con Israel, al que se le disculpan, justifican e incluso aplauden crímenes de guerra, asesinatos de funcionarios extranjeros, actos de terrorismo perpetrados en terceros países, violaciones permanentes a los derechos humanos e incluso un genocidio frente a los ojos del mundo.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/06/13/editorial/netanyahu-busca-la-guerra

"Fue una amistad y una relación profunda. Simplemente lo viví y ahora lo vivo en el recuerdo": entrevista con Lucía Topolansky, viuda de José "Pepe" Mujica


¿Cómo han sido estas últimas semanas para usted?

Un aluvión de cosas previsibles.

Hace un año, cuando se detectó la enfermedad, por la edad de Pepe y por el tipo de enfermedad, siempre tuvimos la sospecha de que no se avecinaba un tiempo eterno. Podía ser más, menos, pero…

Entonces fue un año en que uno fue pensando una cantidad de cosas, cerrando cosas. Y ahora empieza otro tiempo.

En ese momento tomamos algunas decisiones, porque no teníamos la posibilidad humana de tocar la melodía en todo el teclado.  SEGUIR LEYENDO ACÁ

“Sociedad automedicada”: los mitos y riesgos sobre salud mental en los jóvenes


 Cinco años después de la pandemia, algunos de sus efectos más profundos siguen presentes. La expansión de la virtualidad, el avance de la inteligencia artificial y una nueva forma de pensar la salud mental marcan el pulso de esta época.

Lo que empezó como una adaptación forzada se convirtió en una forma establecida de habitar el mundo: relaciones mediadas por pantallas, algoritmos que ofrecen respuestas, y la exposición a consideraciones sobre el malestar psíquico, frecuente en redes sociales. SEGUIR LEYENDO ACÁ

«La masacre de los hambrientos»: fueron a por ayuda humanitaria al punto que les dijeron en Gaza y acabaron tiroteados


 Cruz Roja ha confirmado la muerte de al menos 21 palestinos el domingo pasado cerca de un punto de distribución de ayuda. Los supervivientes aseguran que iban a recoger comida y acusan directamente a los soldados israelíes de la matanza. El ejército lo niega.


Más de 30 palestinos murieron el domingo por disparos israelíes cuando se dirigían a recibir alimentos en un punto de distribución de ayuda establecido por una fundación respaldada por Israel en Gaza, según testigos. Un hospital gestionado por la Cruz Roja confirmó que atendió a muchos heridos.

Los testigos dijeron que las fuerzas israelíes habían abierto fuego cuando los palestinos se dirigían al punto de distribución de ayuda en Rafah gestionado por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF).

“Mi hermano fue a recibir ayuda a los puntos de distribución estadounidenses de Rafah cuando empezaron a lloverles las balas”, declaró Yarin Abu al Naja, de 44 años. “Los soldados israelíes habían empezado a disparar contra la gente de allí. Mi hermano fue con dos de sus amigos. Uno de ellos resultó gravemente herido en la cabeza, el otro murió y a mi hermano le dispararon por la espalda”.

“Lo trasladaron al hospital en un carro tirado por un burro; ninguna ambulancia puede llegar a la zona y había docenas de heridos y muertos”, añadió Naja. “Le vimos colocado en el suelo. No había camas disponibles debido al gran número de heridos y muertos que llegaban desde el mismo lugar. Las escenas eran horribles: personas a las que les faltaban miembros, manos o piernas, otras decapitadas o con el abdomen abierto.”

Los medios de comunicación informaron de que decenas de personas estaban siendo atendidas en el hospital tras el último incidente en el controvertido emplazamiento de Rafah. Los funcionarios del hospital de campaña no precisaron quién abrió fuego, pero añadieron que otras 175 personas habían resultado heridas.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dijo que su hospital de campaña en Rafah recibió una “afluencia masiva de víctimas” de 179 personas, 21 de las cuales fueron declaradas muertas a su llegada. “Todos los pacientes dijeron que habían intentado llegar a un lugar de distribución de ayuda”, añadió el CICR, que lo describió como “el mayor número de heridos por arma en un solo incidente desde la creación del hospital de campaña hace más de un año”.

Según las autoridades sanitarias locales, al menos 31 de los muertos fueron trasladados al hospital Nasser. La Media Luna Roja también informó de que otros 14 palestinos habían resultado heridos cerca de otro punto de distribución de ayuda en el centro de Gaza. SEGUIR LEYENDO ACÁ

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 Por Angel Vera

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