Contrataciones en origen y economía sumergida
De forma reciente, en el artículo “La estafa de las contrataciones de origen” (1), Carlos Soledad, de «Diásporas. Centro de Investigación Migrante para la Interculturalidad», se ha referido a las contrataciones en origen de personas trabajadoras migrantes a efectos de reducir costes laborales y disponer de mano de obra barata y servicial en sectores económicos intensivos, refiriéndose al caso de “las Kellys” (personal de servicio de hostelería, especialmente mujeres migrantes que son contratadas en sus países de origen).
Soledad replica al argumento típico de las patronales empresariales que protestan por la falta de personal disponible mientras se niegan a mejorar las condiciones laborales del sector (comenzando por las excesivas cargas de trabajo) y, en particular, a mejorar los salarios de las trabajadoras. La queja empresarial se centra en una supuesta negativa a trabajar, como si los pésimos salarios y las condiciones laborales que predominan en ese sector no fueran suficientemente disuasorias. La estrategia empresarial es clara: contratar a trabajadoras en origen para incrementar la rentabilidad privada en condiciones de precariedad laboral, sin afrontar uno de los problemas de fondo del mercado de trabajo: la falta de contratos dignos en ciertos sectores económicos. En suma, lo que genera escasez de personal de servicios es la persistencia de un modelo de contratación basado en el empleo precario, la temporalidad, las remuneraciones bajas y la restricción de derechos laborales bajo la amenaza recurrente de despido
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