La MRC se creó para intentar que los medios de comunicación rindieran cuentas, como un grupo de presión para que el gobierno desarrollara políticas que abordaran la concentración de la propiedad de los medios, que introdujeran resortes más eficaces para apoyar a los periodistas que realmente quieren pedir cuentas al poder mediático.
CONTENIDOS
- Notas y Reportajes (331)
- Verdad y Justicia (324)
- Derechos para todos (301)
- Actualizando información (159)
- Personajes y hechos importantes (150)
- Películas (82)
- Música (68)
- Escritores (61)
- Medio Ambiente (16)
- NUESTRA TV Y CINE NOTICIAS CONFERENCIAS VIDEOS PELICULAS CORTOS Y DUCUMENTALES (8)
- Actualizando informacion (7)
- TV EN VIVO RADIOS AM Y FM DIARIOS Y PORTALES DE URUGUAY Y EL MUNDO (5)
- VIDEOS PELICULAS CORTOS Y DUCUMENTALES (5)
- Notas (2)
- Reportajes (2)
- 🎵 Música (1)
Mostrando entradas con la etiqueta Escritores. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Escritores. Mostrar todas las entradas
Derechos laborales: el otro «enemigo»
En su codicia por extender los negocios e incrementar las rentabilidades privadas, los neoliberales, libertarios anarco-capitalistas, empresarios oligárquicos y sus gobiernos en América Latina, no solo atacan a los impuestos (https://t.ly/kBHLZ) sino que han llegado a concebir que los derechos laborales y sociales son un estorbo a la “libertad económica” y los trabajadores que luchan por defenderlos son sus verdaderos “enemigos” de clase. La historia del capitalismo y de la región contradice sus conceptos.
Mujeres, revolución y socialismo: “El nuestro es un feminismo de la lucha de clases”
Josefina L. Martínez
Lucía Nistal
Compartimos el video de la presentación que se hizo en la librería Traficantes de sueños de Madrid. Lucía Nistal es Doctora en el programa de Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura de la UAM, y portavoz de la CRT. Josefina Martínez, historiadora y periodista. Ambas son referentes en el Estado español de la agrupación de mujeres Pan y Rosas. En esta conversación, recorren varias cuestiones relacionadas con la lucha por la emancipación de las mujeres, como parte de la lucha por el socialismo. ¿Qué escribieron los marxistas revolucionarios sobre tema? ¿Por qué no hay emancipación sin revolución? ¿Qué proponen los feminismos reformistas e institucionales? ¿Por qué luchamos desde el feminismo socialista en la actualidad?
Oficios peligrosos y manipulaciones
El artículo no tiene desperdicio. La industria de la reescritura de la historia anda a toda marcha. Jacob Rees-Mogg, un parlamentario del partido de la Tatcher, en el Reino Unido, dibujó los campos de concentración, en la Sudáfrica bajo dominio británico, como un acto de protección de los –mayoritariamente niños– que en ellos perecieron: 50 000, pongámosle número. Realmente, la idea detrás del crimen era eliminar la línea de suministros a los Boers. ¿Les recuerda algo?
David Olusoga, un respetado historiador británico, tuvo que contratar a un guardaespalda para asistir a algunos eventos públicos. La historiadora Corinne Fowler, quien con su trabajo de investigación puso al descubierto el origen de despojo de determinados fondos británicos, recibió tal avalancha de ataques, difamaciones y distorsiones de su trabajo, por parte de políticos y medios, en no pocas ocasiones sin derecho a la réplica, que se ha visto en la necesidad de pedir protección policial y teme caminar sola.
#Ola Putero
Teresa Lozano y Zua Méndez son las protagonistas de un video contra la prostitución, que sorprende por su frontalidad, claridad de conceptos y por no andar con paños calientes a la hora de hablar de "la profesión más antigua del mundo".
"La pregunta no es si las mujeres tenemos derecho a ser putas. La pregunta es si los hombres tienen derecho a comprarnos", es uno de los cuestionamientos principales de '¡Hola Putero!' Una campaña que procura poner sobre la mesa "la barbarie de un modelo masculino que no debería tener cabida en nuestro mundo". Y que resulta incómoda para muchos, "porque todos somos parte de esta sociedad que lo permite, mirando hacia otro lado".
En el video, las dos mujeres dejan bien claro lo que no haría falta aclarar: que las prostitutas no tienen ningún interés en irse a la cama con sus clientes, simplemente lo hacen por un dinero que termina por legitimar una violación.
"Cuando tú hablas de trabajadoras sexuales, yo hablo de esclavas. Porque ellas son el producto", afirman las activistas desde el canal de Youtube Towanda Rebels.
"La pregunta no es si las mujeres tenemos derecho a ser putas. La pregunta es si los hombres tienen derecho a comprarnos", es uno de los cuestionamientos principales de '¡Hola Putero!' Una campaña que procura poner sobre la mesa "la barbarie de un modelo masculino que no debería tener cabida en nuestro mundo". Y que resulta incómoda para muchos, "porque todos somos parte de esta sociedad que lo permite, mirando hacia otro lado".
En el video, las dos mujeres dejan bien claro lo que no haría falta aclarar: que las prostitutas no tienen ningún interés en irse a la cama con sus clientes, simplemente lo hacen por un dinero que termina por legitimar una violación.
"Cuando tú hablas de trabajadoras sexuales, yo hablo de esclavas. Porque ellas son el producto", afirman las activistas desde el canal de Youtube Towanda Rebels.
Es momento de decir basta al abuso de poder de los medios de comunicación
Des Freedman es catedrático en Goldsmiths, University of London y activista por la reforma democrática de los medios de comunicación en el Reino Unido. Tras su conferencia en el VIII Congreso “Comunicación y Paz” de ULEPICC-España (Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura) en la Universidad Complutense de Madrid, conversamos sobre el estado del sistema de medios y las posibilidades de avanzar hacia una democracia mediática.
En relación con su trabajo como docente-investigador ha dedicado mucho tiempo al activismo para la democratización de los medios, especialmente en la Media Reform Coalition (MRC). ¿Podría recordar a los lectores de CTXT a qué se dedica esta coalición?
La MRC se creó para intentar que los medios de comunicación rindieran cuentas, como un grupo de presión para que el gobierno desarrollara políticas que abordaran la concentración de la propiedad de los medios, que introdujeran resortes más eficaces para apoyar a los periodistas que realmente quieren pedir cuentas al poder mediático.SEGUIR LEYENDO ACÁ
La MRC se creó para intentar que los medios de comunicación rindieran cuentas, como un grupo de presión para que el gobierno desarrollara políticas que abordaran la concentración de la propiedad de los medios, que introdujeran resortes más eficaces para apoyar a los periodistas que realmente quieren pedir cuentas al poder mediático.
Guerra, paz y periodismo en el genocidio del pueblo palestino
«Ninguna guerra es justa. Cuando no se hallan maneras de resolver políticamente los desacuerdos, la guerra no es otra cosa que la demostración de la ineficiencia diplomática o, peor, su inoperancia frente a los grandes intereses».
Estas dos frases son las más duras de un artículo de Chantal Maillard, poeta y filósofa española nacida en Bélgica, Premio Nacional de Poesía y Premio de la Crítica, que fue rechazado por los medios en los que habitualmente colabora.
Este rechazo ilustra muy bien el momento en el que estamos, una ola belicista en la que quien renuncia a surfearla, queda automáticamente arrinconado.
Paulo Freire : "El ser alienado, tiene vergüenza de su realidad"
"El ser alienado no busca un mundo auténtico. Esto provoca una nostalgia; añora otro país y lamenta haber nacido en el suyo.Tiene vergüenza de su realidad. Vive en el otro país y trata de imitarlo y se cree culto mientras menos nativo es." Paulo Freire. SEGUIR LEYENDO ACÁ.
Lógicas del capital, esperanzas y alternativas socialistas
El capitalismo global tiene problemas importantes para hallar campos de inversión rentable: son 80 billones de dólares disponibles (la cifra del PIB mundial sumó 81,4 billones en 2017, y 100,5 billones de dólares en 2022, según el Banco Mundial).
Gran parte de estos capitales se hallan “”inmovilizados” en fondos de inversión; en otros términos, “sólo hay un tipo de capital que puede acumularse sin límite, y es el capital monetario”, afirma el geógrafo marxista británico y teórico del capitalismo, David Harvey (Gillingham, Kent, 1935).
Los 83, buena excusa para recordar a Galeano
A Eduardo Germán María se le dio por firmar con el apellido materno, Galeano, para no usar el paterno anglosajón, Hughes, aun cuando utilizó el Gius para firmar sus caricaturas. Eduardo fue frustrado futbolista (por patadura), obrero, mensajero, caricaturista, periodista y finalmente escritor, para “ayudar a recuperar los colores y la luz del arco iris humano, algo mutilado por años, siglos, milenios de racismo, machismo, guerras y más”.
SE NECESITA SER MUY JODIDO
A raíz de un programa de televisión donde en un panel de periodistas uno de ellos afirmó haber dormido en la calle, cuando en realidad se refería a su experiencia como mochilero, pero poniéndose en el lugar de una mujer que efectivamente vive en situación de calle.
SEGUIR ESCUCHANDO Y LEYENDO ACÁ.
Los estatutos del hombre (Thiago de Mello, Brasil)
Memoria del Festival Internacional de Poesía de Medellín. El poeta brasileño Thiago de Mello, en su poema Los estatutos del hombre, compendia el sueño de la poesía para el cercano futuro de la humanidad en la transición de una sociedad capitalista a una sociedad regida por los principios humanistas.
Nació en Barreirinha, Brasil, en el corazón de la Selva Amazónica, en 1926. Tiene más de veinte libros publicados desde 1951. En el conjunto de su obra, se destacan: Está; Oscuro pero canto; La canción del amor armando; Bochorno en la floresta; Viento general y En un campo de margaritas; Noticias de la visita que hice en el verano de 1953 al río Amazonas y sus barrancos; Arte y ciencia de elevar cometas; Amazonía, La niña de los ojos del mundo; y El pueblo sabe lo que dice. Su poema Los Estatutos del Hombre fue editado en más de treinta países. Ha traducido al portugués a César Vallejo, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y Eliseo Diego, entre otros. Thiago de Mello piensa que el arte debe siempre servir a la vida; que además de su finalidad estética, debe tener también una finalidad ética.
HISTORIA MEMORIA DEL FUEGO
En 1988, un militar salvadoreño le obsequió a James Cantero un libro de Galeano atravesado por una bala que rescató de entre las pertenencias de un joven asesinado. El ex futbolista uruguayo lo conservó por 21 años hasta que decidió entregárselo al fallecido escritor. Esta es la historia del mejor regalo que le hicieron a Eduardo en su vida.
Tanta remoción de recuerdos casi que lo obligan a aferrarse a ese objeto tangible que le cala las emociones. “Esperame un poquito”, pide varias veces. Por momentos parece una necesidad más suya que de ningún otro. “¿Dónde lo puede haber guardado?”, se interroga a sí mismo en voz alta. Podría describirlo de memoria, pero precisa palpar ese elemento que le eriza la piel. Quiere preguntarle a su esposa, pero se advierte que ha salido. Le consulta a uno de sus hijos, pero no obtiene la respuesta deseada. En medio de la búsqueda James Cantero se confiesa desde el otro lado del teléfono en la charla con Enganche: “Otras veces me han llamado y me he negado, pero alguien me dijo que Eduardo publicaba en Página 12. Por eso acepté la charla”.
Eduardo es Galeano y su vínculo con Cantero estaba destinado, como le gusta decir a este último. “James Cantero, uruguayo como yo soy, jugador de fútbol como yo hubiera querido ser, me escribió una carta, en el año 2009”, reza el inicio del relato que el escritor publicó en “El cazador de historias” para resignificar el nombre del hoy ex futbolista radicado en Murcia. Porque Cantero no ganó ningún Mundial, pero logró emocionar a Galeano tanto como Obdulio Varela.
El hilo rojo entre el futbolista y el escritor comenzó a desovillarse en 1988, en plena guerra civil del Chalatenango, en El Salvador. Cantero, un trotamundos del balón, jugaba por entonces en Cojutepeque y conoció allí a un militar hincha del club –a quien prefiere mantener en el anonimato– que un día lo invitó a su casa y le hizo un regalo muy especial: un ejemplar de “Las venas abiertas de América Latina” agujereado por un disparo de bala que lo atravesaba de lado a lado, justo por el centro.
–¿Cómo llegó ese libro a manos del militar?
–Él había sido parte de un operativo en un enfrentamiento con el FMLN (N.d.R: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Al revisar la mochila de un guerrillero asesinado, un joven que no pasaba los 20 años, le llamó la atención que lo único que llevaba era ese libro, nada más. El chico había muerto por ese disparo. Se sorprendió y se quedó con el ejemplar. Y me lo regaló por ser uruguayo como Galeano, por ninguna otra razón en particular, pero te voy a contar algo textual que me dijo y todavía recuerdo. Me relató que el enfrentamiento fue “en el crepúsculo matutino”. Fue al amanecer. Nunca me olvidé de esa frase.
–Antes de entregarle ese libro a Galeano, lo tuviste 21 años con vos. ¿Sabías que algún día se lo harías llegar?
–Para nada, qué va, qué va. Lo tenía y nada más. Después de El Salvador me fui a jugar a Costa Rica, y de ahí me vine a España. Y luego a Perú, México, Arabia. Y siempre lo llevé porque era una cosa muy personal. Lo que ocurrió es que un día veo en las noticias que Galeano está en Madrid. Yo después de retirarme me hice agente de jugadores y representaba a Miguel Pardeza, que jugó en Real Madrid y fue capitán del Zaragoza. En ese momento, Pardeza era Director Deportivo del Real Madrid y me había dicho que Valdano tenía amistad con Galeano. Pero Pardeza no logró hablar con Jorge y entonces conseguí el fax a través de un amigo. Le escribí una carta contándole la historia y Helena, la esposa de Eduardo, me llamó a casa. Finalmente pude entregarle el libro en Sevilla y la primera vez que lo vio casi se cae de espaldas, no lo podía creer, estaba emocionado y agradecido. Él además estaba muy familiarizado con todo lo ocurrido en El Salvador. Había estado en el monumento que les hicieron a los caídos y conocía bien la historia del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, de los jesuitas. Se lo di en una cajita transparente de esas que se usaban para VHS y así lo guardó. Desde entonces, forjé una buena amistad con Eduardo. Siempre me dijo que lo que más le impresionó a él fue la cantidad de tiempo que tuve el libro y los lugares por donde lo llevé.
Cantero reflexiona sin parar, como si los recuerdos –“del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón”, al decir de Galeano en su preámbulo de “El libro de los abrazos”– se agolparan en su boca para emerger con frescura y la más uruguaya de las tonadas. “Lo bueno –discurre– hubiera sido que el libro salvara a este chico. Es un libro gordo. La bala lo perfora en el centro además, no en una esquina, ¿sabés? Está partido, pero unido, y está unido porque está fundido. No se puede leer. Como que la bala lo dejó remachado, pero está partido. Lo agujereó y lo partió. Es una bala potente, grande”. Y continúa, con un relato cautivador: “La verdad que la historia tiene un encanto. Yo podría haberme quedado el libro, pero creo que Eduardo era merecedor. Y después de conocerlo bien, claro que era merecedor. Ese libro le pertenecía. Él lo tenía como un tesoro y yo sé que Helena lo guarda muy bien. Una vez, yo estaba en Buenos Aires y entré a una librería en la calle Corrientes. Y estaba lleno, repleto de libros de Galeano. Entonces lo llamo para contarle y de paso preguntarle si algún día podríamos vernos porque esa misma noche yo llegaba a Montevideo. ¿Y sabés lo que me dice él? “Llegás y nos vamos a comer raviolones al Café Bacacay, ahí frente al Teatro Solís’. Y fuimos. El afecto era recíproco. Eduardo no tenía tiempo para nada, se quejaba de que le faltaba tiempo para escribir. Siempre lleno de compromisos. Sin embargo, le digo que llego y me va a buscar para ir al café. Estuvimos hasta que cerró, 3 o 4 de la mañana”.
–¿Seguís en contacto con Helena?
–Sí, seguimos. De hecho, tengo pendiente ir a su casa cuando vaya a Uruguay. Bellísima persona también y muy afín siempre a las ideas de Eduardo. A ella también le impactó mucho la historia. También, siempre me escribe un amigo de él, Daniel Weinberg, que es argentino y me cuenta cómo van las cosas.
Lo que James no necesita que le relaten es un detalle de Eduardo que aflora con la naturalidad de un suspiro que enseguida se convierte en sonrisa: “Él llevaba siempre un block pequeñito y un lápiz de grafo. No bolígrafo, sino lápiz. Lo sacaba y tomaba nota con letra pequeñita. De todo lo que le parecía interesante. Yo soy el quinto máximo goleador histórico de Murcia y sin embargo nunca hablaba de estas cosas con él. Charlábamos de fútbol, de lo que hago ahora, pero nunca de cuando era jugador. Siempre de otras cosas, de sus perros. Él amaba a sus perros, los adoraba. Eduardo era un crack. Un tipo que tenía mucho que decir. Fue un placer haber sido su amigo”.
“Esperame un momentito a ver si está por aquí. Ay, ay, ay. Es que me estoy mudando. Mi esposa ya vació todo lo de arriba y lo estamos poniendo en cajas. ¿En la estantería? No, abajo no está. ¿Pero en la estantería? ¡Ah, contra la pared, en la caja de cartón alta! Perdoname, es que me están guiando acá, ya casi está. Si me quedo sin señal es porque bajé un poco, pero aguardame en línea. ¡Ya los encontré! Esperame, están en el fondo de la caja. Momentito, eh. ¡Aquí está, mirá!”. Siete minutos y medio después de que inició la exploración por toda la casa, la voz de James irradia un genuino orgullo que antecede a la dedicatoria con la que Eduardo lo conmovió en el libro “Espejos”: “Estos espejos quieren verse en ti y que tú te veas. Ellos te llevan mi abrazo y también mi gratitud por el mejor regalo que recibí en mi vida”.
Hombre de pecho abierto que toca las nubes Poema Elegía a Karl Marx, de Sergio Saíz Montes de Oca
Foto: Archivo
Profeta de la cara cubierta,
por blanco que sobra,
de adentro del alma.
Apóstol sencillo, de los de mano dura,
encía en desilusión
y pecho abierto que toca las nubes.
Cantor al martillo, y a los ojos tristes,
defensor de hombres que lloran atados
a un monstruo aceitado.
Karl, el duro de tu nombre
sirve de ariete, en el asalto final
al enemigo de piernas fuertes y tórax grasoso.
Marx, el suave latir acompasado de tu apellido,
es el nuncio profético, del nuevo mundo
de justicia y decoro.
Germano de cuerpo, universal de miras,
en el fondo de tu cerebro siempre brilló la frase inmortal:
«proletarios del mundo, ¡uníos!»
La historia se estaba aburguesando,
echaba canas y dormía temprano,
la suave dureza de tu andar,
sirvió de quiebra, de despertar.
Karl Marx, el espacio se puebla de solemnidad,
al vibrar en sonoro, tu obra de redención,
tu mano golpeó muy hondo,
arremetió muy cerca, para dormir en paz.
Te saludo, lanzo al imperio de los soles
el grito sin nombre, de mi corazón
y uno mi mano, a tu cuerpo rudo
para luchar en alto, por la dignidad.
Tu rostro, cincelado en verdad,
en frío y en realidad, penetra en reto
hunde con sinceridad de alma cansada de esperar
el mudo escalpelo de tu doctrina,
hace temblar en vibraciones el duro templo
de la explotación.
Viniste tú, y de un golpe de arrojo.
Tu frente abombada, germinó en luz,
supiste hacer de ella,
cañón de grafito, bombas destructoras
de la infelicidad.
(Elegía a Karl Marx, de Sergio Saíz Montes de Oca)
Autor: Sergio Saíz Montes de Oca | internet@granma.cu
4 de mayo de 2018 20:05:20
Homenaje a Daniel Viglietti en el Parque de los Fogones. Convoca e invita: Coordinadora de Apoyo a Familiares
En un acto de las Madres y Familiares de detenidos desaparacidos el 7 de mayo de 2017 se nombra el Parque de los fogones con el Nombre del gran cantautor de canto popular uruguayo Daniel Viglietti, gran luchador por los mas necesitados y por todas las causas de derechos humanos.
Daniel Viglietti - Otra voz canta (Parque de los fogones SAYAGO 7/5/2017)
Acto de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos
Parque de los Fogones Sayago, Montevideo
7/5/2017
Daniel Viglietti 7/5/2017 Parque de los Fogones actuacion completa 42 minutos
Homenaje a Daniel Viglietti este sábado en el Parque de los Fogones
En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, la Comisión de Vecinos del Parque de los Fogones, la Coordinadora de Apoyo a Familiares (CAF) y la organización Familiares de Detenidos Desaparecidos realizarán este sábado a partir de la hora 17 un espectáculo artístico con entrada gratuita, en homenaje al cantautor recientemente fallecido Daniel Viglietti.
Entre otros artistas, participarán Rubén Olivera, Numa Moraes, Mauricio Ubal, Diego Kuropatwa, El Alemán y La Tabaré. El escenario está ubicado en Avenida Millán 5109, en el barrio Sayago, y dispone de ingreso para vehículos por María Orticochea y José Durán.
El propio Daniel Viglietti había participado el pasado 7 de mayo en un espectáculo artístico en este lugar, en el marco de la marcha del silencio, y en esa oportunidad se decidió por aclamación designar el escenario con su nombre.
Para este 9 de diciembre, en vísperas del Día Internacional de los Derechos Humanos, estaba previsto un nuevo espectáculo en el que Viglietti había comprometido su participación y en el que se pensaba descubrir una placa con su nombre, pero el pasado 30 de octubre se produjo la lamentable desaparición física del cantante, compositor y guitarrista.
De este modo, lo que en principio se había planificado como una celebración se transformó ahora en un homenaje a Daniel Viglietti, por lo que se está convocando a la ciudadanía en general a concurrir al espectáculo en recuerdo del artista recientemente desaparecido.
EL ESCENARIO ESTÁ UBICADO EN AVENIDA MILLÁN 5109
esquina martin ximeno
fuentes de diario la republica
Ya no habrá más A dos voces con Benedetti, ni actuaciones donde la solidaridad lo reclamara. Todos saben que El flaco murió de exceso de solidaridad, a los 78 años
Daniel Viglietti montevideaneaba habitualmente, con su guitarra-compañera y era fácil cruzarse con él por la calle, o encontrárselo en cualquier café del centro. Lejos de cualquier prototipo de artista exitoso, popular, querido.
¿Quién era Viglietti? Él se autodefine: “Soy eso, una especie de referencia de una etapa que se ha venido viviendo, con aciertos, errores, desajustes, con emociones, con valentía, con miedos, una etapa de hallazgos, de pérdidas… Seguimos buscando lo humano, eso que el Che simbolizaba como el hombre nuevo lo seguimos buscando, aún cuando seamos generacionalmente veteranos… Creo que no hay conciencia sin emoción”.
En realidad, decía, uno siempre se está componiendo, porque se está pensando, soñando, sufriendo, respirando la porción de realidad que al trovador le toca vivir, siempre se está como afinando ideas…Pero tampoco creer que uno es una máquina de cantos políticos. Así como me nacen canciones de opinión, me nacen otras sobre el paisaje, sobre el amor, sobre seres entrañables, siempre desde un modo de concebir la vida.
Y hablaba de “una vida igualitaria, lo más parejita posible, sin soberbia, sin codicia, defendiendo la alegría, como nos pedía nuestro entrañable Mario (Benedetti); la ternura, el compañerismo. “Defendiendo las arenas rochenses de Valizas al cantar El vals de la duna, defendiendo el amor al cantar “Anaclara”, defendiendo la educación al recordar a la maestra uruguaya desaparecida Elena Quinteros, cuestionando la impunidad al cantar mi música para el poema de Circe Maia Otra voz canta.
Y “defendiendo nuestra cultura cuando abordamos a Violeta Parra o a Atahualpa Yupanqui o a Mario Benedetti o a Eduardo Galeano, defendiendo la libertad de pensamiento cuando evocamos al sacerdote colombiano Camilo Torres que, en su momento, cambió la sotana por un fusil, o al capitán Carlos Lamarca que cambió la puntería del suyo, defendiendo la memoria de Salvador Allende, de Miguel Enríquez, de Víctor Jara en Chile, como en mi país la de Raúl “Bebe” Sendic, o en el mundo la del nuestroamericano que fue el argentino Ernesto Guevara”.
Quizá el lacónico título de la primera página de La Diaria lo expresa todo: Sólo digo compañero.
Muchos lo recuerdan por A desalambrar, un himno popular desde hace 50 años: “Ese verbo que inventé en 1966 es un símbolo que me nació del Reglamento de Tierras que Artigas creó en 1813. Se trata, todavía hoy y no solamente en Uruguay, de desalambrar los latifundios”. Y con Viglietti llegamos a la conclusión –ron mediante, en Caracas- que ahora había que desalambrar también los latifundios mediáticos.
“Permanece el latifundio, sobrevive, se realimenta, se redimensiona. El yugo de la banca internacional nos sigue sometiendo, salvo rarísimas excepciones como son los casos de Cuba y del proceso bolivariano, o una experiencia altamente positiva como la de Bolivia con Evo Morales. Todos esos elementos que permanecen hacen que la canción -en el caso mío- tenga un eco y pueda encontrar nuevos oídos”, decía a principios de octubre en Chile.
Seis décadas
Lo conocí hace 60 años, por su amistad entrañable y creativa con mi hermano Coriún. Quizá por eso se me hace difícil escribir. Recuerdo el estuche de su guitarra que antecedía a su enorme jopo mientras bajaba por la empinada Susviela, allá en El Prado, en el norte montevideano.
Dice La Diaria que “cuando cantaba no tenía edad. La memoria del cuerpo, ejercitada en la escuela exquisita de Abel Carlevaro, lo despojaba de los años y era cada vez el de siempre, como iluminado en integración perfecta con la guitarra, como si aquel mechón de pelo joven le cayera todavía sobre la frente.
Era parte de aquel renacer cultural uruguayo de los años 1960, junto a Los Olimareños, a Alfredo Zitarrosa, al Sabalero (José Carvajal), el payador Carlos Molina, y tantos otros, que –decía él- cantaban “a coro sin saberlo [...]. Todos amantes de la libertad en el sentido más profundo y menos manoseado del término; me gustaría decir libertarios”. “Ojo: no estoy olvidando a los luchadores anónimos. Todos son una especie de sujeto colectivo que impulsa a seguir”.
Recorrió medio mundo llevando su humildad y su solidaridad, su rebeldía y esperanza, su excelsa guitarra y su canto. Compuso hitos como A desalambrar, Canción para mi América, Declaración de amor a Nicaragua, La Patria Vieja, Duerme Negrito, Canción para el hombre nuevo…
Cuando lo detuvieron en 1972, los estudiantes rodearon en una manifestación relámpago la Jefatura de Policía y volantean una imagen con dos manos y una leyenda que dice “en Jefatura se está torturando a un patriota”, que obliga a las autoridades a visibilizarlo. Lo que permite la protesta internacional y su posterior liberación y exilio.
La tarea más dura en su exilio francés, fue abastecerlo de jalea y licor de pétalos de rosa negra, manufacturados por doña Victoria, la madre de su amigo Coriún. A éste se le dio por morirse tres semanas antes que Daniel, rompiendo seis décadas de amistad. El jueves último, lo recordó cenando comida armenia con su compañera Lourdes (mexicana y para peor psicoanalista) y Nairí, la hija de Coriún, extrañando a su propia hija, Trilce, quien vive en Paris.
Nuestroamericano soy
Recordaba El Flaco que “en 1982 en la Nicaragua sandinista inicial, se me ocurrió el término “nuestroamericano” en la letra de mi canción Declaración de amor a Nicaragua; me nació de un sentimiento de siempre que nos viene de Bolívar, de Martí, del Che, del propio Artigas, la idea de la unidad latinoamericana. Pero con el tiempo me doy cuenta que esto no borra las identidades, en sus aspectos positivos y negativos, de cada una de nuestras patrias”.
“Somos todos uno, pero cada una de nuestras historias es un mundo y tiene sus coordenadas propias. Pienso que hay que lograr aunar toda esa diversidad y los logros obtenidos”, remarcaba, grabadora en mano, dispuesto a entrevistar a su entrevistador.
Últimamente se había decidido mezclar temas de vieja y nueva cosecha –“es una despedida en continuado”, me dijo a principios de octubre-, como en su última presentación en Piriápolis, en Santiago de Chile, en Vallehermoso, “un paseo por diferentes estilos de músicas, seres que está prohibido olvidar, historias de amor y resistencia, algo de humor, con canciones en su mayoría de mi autoría, que voy a elegir desde mis comienzos en 1957 hasta este 2017, en que conmemoramos los cien años del nacimiento de ‘la única violeta que nació de una parra’”.
Le gustaba estar al tanto de la realidad y le preocupaba mucho el terrorismo mediático: “nos abarcan y nos manipulan en una hipnosis que rompe conciencias, que adormece el sentido crítico. No es fácil ni es habitual ejercitar la contralectura de lo que vemos, de lo que leemos, de lo que escuchamos en esa suerte de nueva iglesia inquisidora que son los medios. Las imágenes intentan dominar el imaginario colectivo, y muchas veces lo consiguen. Y lo cultural es infiltrado por la seducción de los mensajes del poder”.
“Si un día crece la rebelión popular, ahí está siempre latente la amenaza de la represión, de encarcelar, torturar, y si la situación se agrava, aplicar la receta de los misiles y las bombas, ahora muchas veces en ataques anónimos desde los siniestros drones no tripulados. En nuestro sur esto fue muy claro en los años de plomo, aunque sin la guerra generalizada. Y hoy continúa este otro conflicto, la guerra invisible, la de los medios… sin olvidar las de destrucción y las desesperadas migraciones de tantas poblaciones, como en campos de concentración móviles”, señalaba a principios de este octubre, 100 años después del otro.
“Como mínimo son cinco las prioridades para un mundo mejor: la alimentación, la vivienda, la salud, la educación y el trabajo: es un buen resumen de la sed de estos tiempos. Como los cinco dedos de la mano izquierda. En ese caso, de puño abierto”, le decía a periodistas curiosos.
Elegí recordar dos anécdotas, una de 1971 y la otra de 2005.
La patria chueca
Nelson El Chueco Maciel, a quien la prensa sensacionalista montevideana llegó a bautizar como “el enemigo público número uno”, nació en Tacuarembó y recaló junto con su familia en los cantegriles del barrio Marconi, por Aparicio Saravia, en la periferia de Montevideo.
Cantegril era una zona de más lujo en Punta del Estey el pueblo con ese humor crítico que lo caracteriza, le aplicó a los lugares más pobres, a las villas miseria, el término cantegril. “Y allí creció un muchacho que venía del interior del Uruguay, en el proceso de migración campo-ciudad, que se llamaba Nelson Maciel y le decían “chueco”, porque allá nombran así a los que caminan con los pies un poco hacia adentro”, recuerda Viglietti.
“Este muchacho comenzó a hacer algunos asaltos para acercar comida a los miembros del cantegril. Asaltó camiones de comestibles y bancos para conseguir dinero para ayudar a los del cantegril y así se convirtió en un símbolo creciente. Se le defendió mucho en el cantegril, hasta que un día de 1971 fue capturado y asesinado dentro de una camioneta. Esto despertó una enorme cantidad de sentimientos. Así yo hice la canción. Tuve la oportunidad de cantarla incluso delante de la madre del propio Chueco Maciel”.
Era época de persecución política, de medidas “prontas” de seguridad. En ese 1971, el general Líber Seregni, líder del recién fundado Frente Amplio, fue a visitar el comité de base que se había formado en el cantegril, mientras Viglietti componía con mucho cuidado su canción, para que no sirviera de excusa para alguna represión o prisión por ejemplo por apología del delito. Por eso, el Chueco “aprieta el gatillo y no quiere matar”.
Con Chávez, vía Alí Primera
Viglietti llegó por primera vez a Venezuela en 1974 para encontrarse con el cantautor Alí Primera. “Yo capté la autenticidad, profundidad, y el hecho de que no había que detenerse en dos o tres canciones para juzgar una obra. Cuando empecé a recorrer su obra, en la medida que lo conocí hablando de cosas políticas, ideológicas, en seguida me sentí cerca, amigo. Si alguien lo cuestionaba yo era de los que defendían”, explica, 40 años después de esos días de playa, cuando Viglietti dio algunos recitales en la aula magna de la Universidad Central de Venezuela.
En 1983, Daniel y Alí arriba de un avión de combate, sobrevolando el cielo de Nicaragua junto a la chilena Isabel Parra, y el cura y poeta sandinista, Ernesto Cardenal, cuatro años después de aquel ingreso triunfal rojo y negro por las calles de Managua, de la victoria revolucionaria. En cuartel de San Carlos, en la zona de frontera con Costa Rica, Alí tomó su cuatro y cantó a un grupo de milicianos sobre las luchas de ese país en revolución, que resistía contra una guerra dirigida desde Estados Unidos.
Ese recuerdos lo llevó de regreso a Venezuela, cuando se conmemoró un aniversario de su muerte, y se lo participó en 2005 al presidente Hugo Chávez, cuando lo conoció, frente a frente, guitarra en mano y asado y vino adelante, en los quinchos del Pepe Mujica. “Alí Primera es la banda sonora del chavismo”, me comentó entonces.
Estaba la larga mesa en U, con ministros, ex guerrilleros, dirigentes, trabajadores, disfrutando del asado y la presencia del “comandante”, y venezolanos y uruguayos intercambian opiniones y tarjetas. Chávez ya había anticipado que iba a estar un ratito, y que quería descansar.
De repente, con el postre ya servido y el vino mermado, aparece un flaco melenudo con una guitarra, sentado delante de Chávez, los embajadores Jerónimo Cardoso y María Urbaneja y otros homenajeantes, tocando unos acordes, en espera del silencio. Chávez miraba con cara de “no entiendo nada”, hasta que –como si hubiera un protocolo preestablecido – se fue haciendo silencio en la concurrida sala.
Obvio: ni un micrófono, ni una cámara de video, ni un grabador. Apenas tenedores y cuchillos. Hubo que explicarle silenciosamente a Chávez quién era ese señor tan serio que insistía con su guitarra. La segunda canción fue una de Alí Primera (Techos de Cartón, si no recuerdo mal) y a Chávez se le fue enseguida el cansancio y terminó cantando las coplas de Florentino y el diablo.
Numerosas veces Viglietti visitó, desde entonces, Venezuela. Siempre solidario, siempre presente. Siempre buscando material para sus audiciones de radio y televisión. Y su último mensaje a Chávez fue: "Los combates de la vida son tantos, tantos y tantos, por ellos canto".
“Mi deseo de cantar de nuevo en Venezuela, Cuba, Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú, El Salvador, siempre es fuerte, pero se pospone por razones de organización, de producción, o porque no hay eventos que hayan requerido de mi solidaridad. Siempre ando navegando a dos aguas; la de la solidaridad y la de mantenerme con mi trabajo. Es evidente que no formo parte del show business... Más de la mitad de mis actuaciones son por causas solidarias”, recapitulaba dos semanas atrás.
---
Ya no habrá más A dos voces con Benedetti, ni actuaciones donde la solidaridad lo reclamara. Todos saben que El flaco murió de exceso de solidaridad, a los 78 años, en la misma Montevideo, cuando La Cumparsita cumplía cien años. Pero la ciudad no era la misma: ya no estaban Benedetti, idea Vilariño ni Galeano, hacía mucho que se habían ido Zitarrosa, El Sabalero, Capagorry, Carlitos Molina, Lazaroff. Y reciencito nomás, se fue Coriún…
Aram Aharonian es periodista, comunicólogo, magister en Integración, codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)
Viglietti, el trovador muerto por exceso de solidaridad
Aram Aharonian
https://www.alainet.org/es/articulo/188978
fuentes de america latina en movimiento
Falleció Daniel Viglietti símbolo del canto de protesta de los años setenta y durante el exilio en la dictadura militar (1973-1984).
Daniel Viglietti murió hoy a los 78 años de edad, según dijeron personas allegadas al reconocido cantautor uruguayo. El músico falleció mientras se le realizaba una intervención quirúrgica.
Nacido el 24 de julio de 1939 en el seno de una familia de músicos —su madre era la pianista Lyda Indart, y su padre el guitarrista Cédar Viglietti—, desde niño entra en contacto con la música clásica y popular. Estudia guitarra con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro, adquiriendo así una sólida formación como concertista para luego dedicarse, en los años 1960, principalmente a la música popular.
Su obra musical se caracteriza por una particular mezcla entre elementos de música clásica y del folclore uruguayo y latinoamericano. Desde “Hombres de nuestra tierra”, su segundo disco a dos voces con Juan Capagorry, inicia un trabajo compartido con escritores, musicalizando luego poemas de Líber Falco, César Vallejo, Circe Maia, los españoles Rafael Alberti y Federico García Lorca, el cubano Nicolás Guillén entre otros.
Entre sus composiciones más conocidas están A desalambrar, Canción para mi América, Milonga de andar lejos y Gurisito. Su obra tiene proyección mundial, siendo interpretada por cantantes de varias nacionalidades, como Víctor Jara, Amparo Ochoa, Isabel Parra, Joan Manuel Serrat, Alí Primera, Mercedes Sosa, Chavela Vargas y Soledad Bravo entre muchos otros.
fuente de la DIARIO REPUBLICA
DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES Y SU LETRA
Daniel Viglietti Conciertos y recitales 16 vídeos
Falleció Daniel Viglietti
Había desarrollado una prolongada labor como músico y compositor y era uno de los iconos de la canción
política.
A los 78 años falleció este lunes el cantautor uruguayo Daniel Viglietti, víctima de un infarto cuando estaba siendo operado.
Viglietti fue un referente de la canción de protesta latinoamericana, había participado activamente de movimientos de solidaridad y apoyo a los revoluconarios en América Latina. Fruto de su compromiso fue “Canciones para el hombre nuevo”, de 1968, es uno de los discos más influyentes en la música popular iberoamericana. Algunas de sus temas fueron interpretados por artistas como Víctor Jara, Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Leo Maslíah, Fernando Cabrera y Tabaré Rivero, entre otros.
Fue autor de reconocidas canciones como “A desalambrar”, “El chueco Maciel” y musicalizó a numerosos poetas como Circe Maia, Líber Falco, Washington Benavídez, César Vallejo,Rafael Alberti, Federico García Lorca y Nicolás Guillén, entre otros. Realizó múltiples espectáculos y grabó discos “A dos voces” con Mario Benedetti, a quien le unía además una profunda amistad.
Exiliado durante la dictadura, regresó al país en 1984, y desde entonces vinculó su obra indisolublemente a las causas populares.
Había nacido el 24 de julio de 1939 en Montevideo en el seno de una familia de músicos. desde muy joven mostró sus inclinaciones por el arte. Estudio guitarra con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro.
Además de su actividad como músico, realizó una tarea de investigación, preservación y difusión de la música latinoamericana. Construyó un archivo musical al que denominó “Memoria Sonora de América Latina”. Desde 1994 realizó el programa “Tímpano” por Radio El Espectador de Montevideo, que fue retransmitido en Argentina, Venezuela y Francia.
El 2014 recibió el premio “Noel Nicola” en “Casa de las Américas” de La Habana, Cuba.
FUENTE CARAS Y CARETAS
Daniel Viglietti Conciertos y recitales 16 vídeos
DANIEL VIGLIETTI TODAS LAS CANCIONES Y SU LETRA
Murió a los 78 años el cantautor uruguayo Daniel Viglietti El artista será velado en el Teatro Solís este martes, de 10 a 14 horas El músico Daniel Viglietti, uno de los más influyentes de la música popular uruguaya, murió este lunes a los 78 años por complicaciones durante una operación quirúrgica, según confirmó a El Observador Eduardo Fernández, secretario del Partido Socialista.
Murió el cantautor urguayo Daniel Viglietti El músico murió en Montevideo, a los 78 años; es autor de "A desalambrar" y "Gurisito", entre otras
Daniel Viglietti, la voz de la canción de protesta uruguaya Falleció en Montevideo, a los 78 años; su último concierto fue el viernes en un festival de Piriápolis
Murió el cantautor uruguayo Daniel Viglietti, ícono de la música popular El músico tenía 78 años. Fue un referente de la protesta contra la dictadura uruguaya desde el exilio en los años 1970. Tuvo además una intensa actividad como comunicador en radio, prensa y televisión
Falleció el poeta Washington Benavides a los 87 años. es autor de libros como Tata Vizcacha, Tanta vida en cuatro versos y Sansueña, entre muchos otros.
dos de las últimas entrevistas En http://ladiaria.com.uy/UPX y En PORTAL 180 No toquen nada entrevistó a Benavides sobre la reedición y aquella quema de sus libros.
El trovador norteño
19 • jun. • 2015 Débora Quiring en Cultura
Con el poeta, letrista, ensayista y docente Washington Benavides.
Rodeado de cientos de vinilos, libros y casetes, Washington "Bocha" Benavides habla animado. Recuerda a su abuelo colorado -vencedor en Masoller- y su padre folclorista, sus primeras publicaciones en la revista "Asir", la inverosímil quema de su primer libro, "Tata Vizcacha" (1955), cuando ni siquiera se sospechaba un golpe de Estado. Pero además de su nutrida obra, sus letras y poemas han sido musicalizados por Alfredo Zitarrosa (“Chamarrita de una bailanta”, “Como un jazmín del país”, “Guitarrero viejo”, “Tanta vida en cuatro versos”), Eduardo Darnauchans (“El instrumento”), Daniel Viglietti y Héctor Numa Moraes, entre varios otros. A sus 85 años, este Ciudadano Ilustre, Premio Morosoli de Oro y Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual acaba de publicar tres libros: "Durandarte, Durandarte" (Yaugurú), ejemplar acompañado por un CD con Numa Moraes, "Rap" y "Diferencias con mirlos", editados por la Universidad del Trabajo del Uruguay. Lejos de abandonar las canchas, Benavides mantiene su escritura intensa y sus clases en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y continúa su incontenible central poética.
-Contrariando “Como un jazmín del país”, en Masoller pelearon su abuelo y su padre.
-Claro, a mi padre le metieron un tiro en la rodilla -una bala de plomo- y él no se dio cuenta, en medio de la tensión. Cuando terminó todo y bajó del caballo, tenía una bota llena de sangre. Era una familia muy especial, de origen leonés. Uno de mis bisabuelos, Manuel Benavídez, peleó junto con [Fernando] Otorgués. Mi abuelo, vencedor de Masoller, tenía un respeto hacia Aparicio... No se podía hablar en su contra. Es más, mi padre y sus hermanos, que tenían un pequeño grupo musical por 1904, tocaban un pericón por Saravia, contra el que luchaban. Esto ofrece una pista de por qué, por ejemplo, un “puente de guitarras fue lo que me trajo al mundo” y, por otro lado, no es extraño si contrapuntean aquí la guitarra de Gavino [Ezeiza, payador] y el arpa del rey David. Es decir, lo culto y lo popular se están entrecruzando permanentemente, y eso es lo que conforma la estructura de mi obra.
-Su padre fue un guitarrista y folclorista, al que Lauro Ayestarán le grabó 40 temas en su recorrida por el interior.
-Sí, claro.
-O sea que tuvo una formación musical muy temprana.
-Y yo no salí guitarrista porque era zurdo. Para tocar tenía que alterar el orden de las cuerdas o hacerme diestro. Por eso, lo que hice fue estudiar canto con don José Tomás Mujica [exiliado de la Guerra Civil Española], un vasco medalla de oro del conservatorio de Madrid. Él también fue maestro de Héctor Tosar y [Abel] Carlevaro. Aunque, significativamente, yo me inicié como dibujante y pintor, algo que atribuyo al asma, ya que la sufrí hasta la pubertad. De modo que esa enfermedad transformaba mi vida en dos períodos: en verano y primavera era un niño atorrante como cualquier otro, pasaba en el campito, en la sierra y en el monte; pero en otoño y en invierno era un pequeño monje. O sea que aquellos amigos de carne y hueso se transformaban en Sandokan, en piratas, en viajar en el Nautilus. Así había leído a [Charles] Dickens y a [Honoré de] Balzac antes de entrar a la escuela. Además de la radio, claro, que sonaba día y noche. Éstas son las razones de que a los 85 años todavía me considere el más joven de los ancianos poetas. Desde 2012 hasta ahora he publicado unos 11 libros. La reedición de Hokusai y de Tata Vizcacha, los seis libros reunidos en Como un comanche, del Ministerio de Relaciones Exteriores, Asuntos del falsificador, de Banda Oriental, y estos tres. Siempre cuento una anécdota de mis comienzos: cuando estaba en el liceo con Walter Ortiz y Ayala, éramos unos goliardos, unos vagabundos y pésimos estudiantes, pero pasábamos escribiendo. El excelente poeta Roberto Ibáñez, que trabajaba él solo como inspector de Literatura para todo el país, había implementado por su cuenta algo que ninguno continuó: pedir a los profesores de cada liceo que lo contactaran con estudiantes que gustaran de las letras. Una noche que para nosotros fue inolvidable, Walter y yo le leímos los poemas e Ibáñez nos pidió una copia porque creía que eso tenía que ser conocido. Los dos nos mirábamos sin poder creerlo, porque éramos dos caferatas, habitantes de café y nada más. Y todos los demás compañeros nos miraban réprobos. Así que de pronto, el dibujante tuvo que darle paso al escritor. La palabra dominó todo. Pero esto siempre lo he vinculado con ser un gran lector. Le doy toda la razón a aquella frase de [Jorge Luis] Borges que pedía que no lo juzgaran por lo que había escrito sino por lo que había leído.
-Después inició, desde Tacuarembó, un movimiento en torno al canto popular.
-Sí, eso después de haber concursado, haber trabajado en la enseñanza secundaria y haber sido profesor en Santa Isabel del Paso de los Toros.
-Hay una buena anécdota de cuando le mandó a Ángel Rama una serie de poemas isabelinos.
-Cuando Rama estaba al frente de la página literaria de Marcha, le enviaba no sólo mis poemas sino también los primeros textos en prosa de Tomás de Mattos (“quiero más de este muchacho extraño”, me escribió una vez). La cuestión es que un joven que trabajaba en el semanario le dijo a Rama: “Qué raro este Benavides, que viviendo allá en el norte, entre las vacas y el campo, se le ocurra mandarte poemas del mundo isabelino y jacobino”. “¿Qué?”, le preguntó Rama. “Estos poemas isabelinos que usted acaba de publicar”, respondió. Rama contaba que lo miró y le dijo: “Benavides vive en Santa Isabel del Paso de los toros, y a los habitantes de Paso de los Toros los llaman ‘isabelinos’”. Parece que la respuesta fue un “ah” seco. Es memorable. Y tampoco tenía nada extraño si los hubiera escrito, porque en una librería conseguía libros formidables. Ahí había descubierto la primera edición de Mas acá del paraíso, de Scott Fitzgerald, que me dio vuelta la cabeza, y Nadie encendía las lámparas, de Felisberto [Hernández], además de una antología de la poesía inglesa y alemana desde la edad media hasta el siglo XX. ¿Te das cuenta? Esto fue un impacto muy grande, porque en ese momento, a fines de los 50, lo que dominaba a los jóvenes poetas montevideanos era [Pablo] Neruda, [César] Vallejo y [Vicente] Huidobro, y los poetas de la generación española del 27. Por supuesto que para nosotros fueron modélicos, pero por encima de todos ellos la poesía sajona fue fundamental.
-A los años se convirtió en el maestro del Grupo Tacuarembó.
-No, siempre me negué a aceptar la idea de ser el maestro; más bien me consideré una especie de hermano mayor.
-Pero Darnauchans, Numa y Eduardo Larbanois lo identifican así.
-Sí, además de los dos poetas que sobresalieron: Eduardo Milán, a quien los mexicanos quieren convertir a toda costa en uno más, y Víctor Cunha. También estaba José Carlos Seoane, hoy doctor en lógica y ex decano de la facultad donde vivo. Todos nos reuníamos en mi casa. Darnauchans, con su humor genial, siempre decía: “Nosotros no sólo íbamos a lo del Bocha a participar en la búsqueda de poesía y de música, también íbamos a comer el arroz con leche que hacía Nené [esposa de Benavides]”. Y era verdad.
-Si pensamos en esos tres músicos, son muy distintos entre ellos: Larbanois, instrumentista; Numa, folclórico, con muchos ritmos norteños; y el Darno, una suerte de trovador medieval, por buscar una definición. Lejos de una actitud de formateo, los alentó en las características de cada uno, hasta el punto de que lo único que comparten es haber interpretado sus canciones.
-De Darnauchans también está su otro costado de [Leonard] Cohen y [Bob] Dylan, que comparto abiertamente. También Donovan, el trovador escocés. Hay artistas que entran en conos de sombras, y es una infamia que no se recuperen. Las milongas [su libro de 1965] se podría haber llamado de otra manera, como ahora Rap. A mí me interesa llevar a cabo aquello que [Igor] Stravinsky llamaba “música buena o música mala”. Porque no hay música culta o popular, hay buena o mala música.
-Con Numa fue con el que más trabajó de manera colectiva, más allá de que Zitarrosa haya grabado 23 temas suyos.
-Con él y Numa hicimos, en una trilogía muy especial, Almas y pájaros, que se convirtió en el último disco que hizo Alfredo. Ahí hay cosas suyas y de Numa que son formidables. Por ejemplo, en ese disco Alfredo rockea.
-¿Cómo se vinculó con Zitarrosa? Después fue muy cercano, y de hecho integró la comitiva que lo fue a recibir a Buenos Aires, para acompañarlo en su regreso.
-En la década del 60, en las primeras ediciones de la Feria del Libro de Nancy Bacelo, con la que yo estuve muy ligado siempre, uno de los primeros espectáculos fue de Alfredo, Los Olimareños y Ducho [Dahd] Sfeir, en el que cantaron y recitaron textos de un libro mío que estaba por salir, Las milongas. Después él me mandó una carta muy ceremoniosa -la han publicado por ahí-, con membrete que decía “Alfredo Zitarrosa”, en la que me solicitaba la posibilidad de musicalizar “El otro”, una de las milongas. Pero ya la había musicalizado y grabado Numa, así que le respondí que estaban a su disposición todas las demás. De ahí en adelante tuvimos una colaboración muy grande. La música fue el instrumento de grandes poetas, y nosotros, de alguna manera, intentamos replicarlo. En un disco del Darno –Sansueña-, que contó con la colaboración de ese admirable músico uruguayo que es Jorge Galemire, que fue el arreglador de casi todas las canciones, le ofrecí que grabara dos textos de Porfirio Barba Jacob. Este poeta paisa era considerado en Colombia un poeta maldito. Un tipo que decía, en la década del 20: “fui Eva y fui Adán”, y en otro poema escribía: “Soy un perdido, soy un marihuano. A cantar y a bailar al son de mi canción”. El Darno grabó, entonces, dos textos suyos y otro de José Asunción Silva, “Cápsulas”, a la que le iba agregando y cambiando cosas. Creo que en la última versión incluyó a [Leo] Maslíah. Quiero decir, en esa época tratábamos de encontrar a poetas que respondieran a una búsqueda incesante del mañana. De lo que teníamos que escribir y cantar mañana, no hoy.
-¿Cómo era este proceso junto a Zitarrosa?
-Era increíble. Porque Zitarrosa, en realidad, fue el que le dio el espaldarazo a todo el Grupo de Tacuarembó. Un día fue a mi casa, y mientras tomaba mate escuchaba sorprendido a los integrantes del grupo. Después les dijo a todos: “Muchachos, si me lo permiten, yo voy a grabar las canciones de ustedes. Y a su vez, les aseguro que voy a conseguir grabadoras para sus temas y discos personales”. Y así fue. Fijate que hay un disco de Zitarrosa que se llama Desde Tacuarembó; ya eso te da una idea de la vinculación que tuvo. Además, era un tipo muy especial: cuando algo lo emocionaba mucho se le caían las lágrimas. Y en esa foto [señala un retrato a su espalda] está llorando y tomando mate. Los integrantes del Grupo Tacuarembó estaban serios y nerviosos por su visita.
-Después de ser destituido -y encarcelado varias veces-, comenzó a trabajar en CX30, con el apoyo de José Germán Araújo. Allí tuvo un programa de referencia, Canto popular, en el que organizaba ciclos.
-Cuando en 1975 nos echaron a miles de la enseñanza, me rebusqué pintando como loco, hasta que Germán y Salvador Puig me invitaron a trabajar con ellos. Tuve dos programas por más de 20 años, Canto popular y Trovadores de nuestro tiempo. Me acuerdo de haber sido el primero en pasar por radio a [Joaquín] Sabina y a Patxi Andión, por ejemplo. Lo podíamos extender a una línea baladística, incluyendo rock y blues.
-¿Cómo recuerda el rol de resistencia que se realizaba desde CX30?
-Se llamaba “La radio”, porque desde Pacheco habían prohibido que se llamara “Nacional”. La gente que pudo quedarse en el país y colaborar estuvo en la radio: [Milton] Schinca, Salvador Puig, [Jorge] Denevi, [Alfredo] Percovich, Manuel Martínez Carril. A todos los que trabajábamos nos hacían llamadas anónimas del tipo “cuando llegues a tu casa vas a encontrar una sorpresita”. Schinca, que tenía su programa Boulevard Sarandí, un día dijo: “A ustedes, los modistos, les impusieron las botas”, y fue y escribió “La tiranía de las botas”. Jugando con el asunto de las botas femeninas comenzó a filtrar las otras botas. Pero cuando llegó a la radio, al otro día, un oficial lo enfrentó a Germán y le dijo: “Desde este momento, el señor Milton Schinca no puede salir al aire”. Ahí estaba la tiranía de las botas. Además, desde ese lugar se promovió el canto popular, que, a la larga, cuando se fue ampliando el público, era el modo de encontrarse y de intercambiar casetes. Ahí estaban los dos grupos claves: el de Tacuarembó, por un lado, y Los que iban cantando, por otro; dos líneas que no tocaron lo mismo y que buscaron estéticas musicales y literarias distintas, pero que fueron valiosísimas.
-En esos años publicó Hokusai (1975), un libro de culto para muchas generaciones, y clave en su trayectoria poética. Ahí surgió el concepto de “central poética” que Heber Raviolo le adjudicó en Marcha.
-La central poética, en el sentido de que ahí surgió no sólo la poesía sino también la vinculación con la canción, esa variedad de tonos y de registros. Esto ya está dado desde el comienzo.
-Ésa es otra impronta que define su obra, la musicalidad de sus versos, ya sean neoclásicos, vanguardistas o experimentales.
-El que rastree mi obra encontrará permanentes referencias a dos formas artísticas que para mí también son la poesía: el cine y la música. En Durandarte, Durandarte me llamo montajista y poeta. El montajista en el cine es el operario artista que corta, marca, reúne, separa y vincula. Es exactamente lo mismo que yo hago con muchos romances o villancicos del Renacimiento o el Barroco. Uno de mis primeros libros es Los pies clavados, 11 sonetos que se apoyan en un verso de Lope de Vega: “Cómo te digo que me esperes -dice Lope-, si estás para esperar los pies clavados?”. En esos sonetos aparece lo que soy: un extraño descreído. En mi familia no hay creyentes religiosos, yo soy un extraño cristiano, pero siempre con la fe en crisis. La contradicción como una fuerza positiva, junto a la filosofía de la duda. Es necesario un ejercicio de desconfianza con respecto a la obra.
-“Lo que es yo, nunca me aflijo y a todito me hago el sordo”: en Tata Vizcacha (1955, reeditado por Yaugurú en 2012) satirizaba una serie de personajes locales a partir de la moral vizcachera. El libro terminó siendo quemado en la plaza pública por el Movimiento de Acción Democrática [MAD], que lo denunciaba por soviético, cuando su inspiración era Edgar Lee Masters.
-Edgar Lee Masters escribe, entre una cantidad de libros, el fundamental The Spoon River Anthology, con el que fue el primero en inventar un pueblo como Santa María o Macondo, y en el que hace hablar a los muertos del cementerio, quienes cuentan la verdadera historia y no las falsas lápidas. Muchas veces son el marido y la mujer que cuentan la misma historia pero con un color distinto. Yo no maté a nadie de Tacuarembó, pero se me ocurrió versionar las tres clases que conforman un pueblo: los detentadores del poder, como los empresarios, hacendados y políticos; sus seguidores, los adulones; y el pobrerío. La moral vizcachera es: hacete amigo del juez y no le des de qué quejarse, “pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse”. Si habremos visto Vizcachas. En esa época era profesor de Historia del Arte en el Instituto Normal, y aquellos que habían sido mis colegas en el liceo, movido por los mayores de los partidos tradicionales y la iglesia preconciliar, crearon MAD para luchar contra el sovietismo. El que lo encuentre en el Tata es un mago. Pero cuando lo quemaron, a plena tarde, en la plaza principal, nadie dijo nada, y eso fue lo más doloroso para mí.
-Dos años después, uno de sus heterónimos, Pedro Agudo, murió tímido y alcohólico. ¿Cómo te vinculás con los demás, como John Filiberto y Joan Zorro?
-Se mantiene vivo John Filiberto y uno que saldrá ahora, nacido en el Sauce, Shelley Fagúndez, que ya ha publicado en México. Volviendo a las anécdotas, cuando yo recién comenzaba a mandar poemas para publicar en Marcha, Asir y El ciudadano, los mandaba por Pedro Agudo, que era mi primer heterónimo, pero Mingo [Domingo Bordoli] me lo publicaba como Washington Benavides. Yo le decía: “Pero no, es de Pedro Agudo”. “Dejate de joder, Bocha, esto es lo mismo que Roberto Chavero, Atahualpa Yupanqui, o Pablo Neruda, Ricardo Reyes. Es un seudónimo”, me decía. Pero yo la peleaba diciendo que no, porque Pedro Agudo no escribía como yo. Era difícil sostenerlo, porque en aquella época todavía no se estudiaba en profundidad la heteronimia. Y yo no podía decirle “son heterónimos” porque no lo sabía. Ésta es la prueba cabal de que la heteronimia es una realidad. Eso que tú decías ocurría también cuando escribía textos para Carlos Benavídez y Eduardo Larbanois, que eran más neofolclóricos, frente a los del Darno, que eran más baladas, o a Numa, probablemente uno de los más variados en ese sentido. Cuando Numa grabó su primer disco tenía 18 años. De un lado estaban las recreaciones del pago; del otro estaba la alarma, y una de las primeras canciones que se escribieron a la revolución cubana.
-Ha dicho que componer para Darnauchans implicaba otra ambientación e intensidad. ¿Cómo es eso?
-Con Darno era muy especial. Él probablemente fuera uno de los más ligados a mí, y yo era como su padre. La madre, que era una mujer muy especial, se enojaba con eso y me decía: “Vos no sos el padre. No te acostaste conmigo”. El vínculo empezó muy temprano. Él siempre recordaba cuando en una de mis clases dimos Noches blancas, de Dostoievski, y a su vez escuchamos una canción de Simon and Garfunkel: “A Most Peculiar Man”, que trata de un pobre loco que vive solo en la gran ciudad y cuando muere, en un apartamento, nadie se entera. Porque la mayor de las soledades no la vive el hombre en el desierto de Atacama o del Sahara, la mayor de las soledades se da en medio de la gente.
-Esa misma línea la continuó en Humanidades, donde daba autores que no se incluían en los programas, como Raymond Carver y Mijaíl Bulgakov.
-Exactamente. Resulta que [Gabriel] García Márquez decía que la mayor influencia que tuvo para escribir en sus años de soledad fue El maestro y Margarita [de Bulgakov], y nadie la había leído. Logré que en Lectores de Banda Oriental se pudiera publicar una novela más breve, Los huevos maléficos.
-¿Cómo ha sido su experiencia como docente en la facultad?
-En 1985 me reintegraron a secundaria y me plantearon la posibilidad de un concurso para entrar a Humanidades. Yo le llamo “el antro de cultura”, pero la quiero como a una madrastra.
-Pero su propuesta es muy distinta. Promueve el placer por la lectura.
-Eso mismo. Siempre traté de transmitirlo. Por ejemplo, se conocía de Lewis Carroll las dos Alicias, pero a nadie se le había ocurrido dar su poema “La caza del Snark”, que se plantea como la única obra que puede equipararse a Moby Dick, que es la lucha del hombre contra el demonio propio.
-Tampoco es usual que alguien de 80 años revea su biblioteca y continúe enseñando literatura contemporánea.
-Es cierto. Un año pudimos dar, por ejemplo, al gran colaborador y quien sostuvo en muchos aspectos a Fernando Pessoa, como fue Mário de Sá Carneiro. Hasta en Banda Oriental sacamos una pequeña antología bilingüe de este gran poeta, que se suicidó muy joven.
-Carlos Maggi decía que era uno de los chiquilines más inteligentes que había conocido. ¿Cómo fue su vínculo con la generación del 45, montevideana y urbana?
-Estaban las dos revistas, que correspondían a dos visiones distintas de la estética literaria. Una era Asir, a la que se llamaba entrañavivista y que era más bien para el interior; la otra era Número, que más bien era montevideana y abierta al exterior. Las dos conformaban, en el fondo, lo que había que hacer: sumar a las dos. Pero también hubo vinculaciones. Mi generación se liga mucho con la generación del 45, porque la mayoría de ellos publicaron entreverados con nosotros. La gran creación del 45 está cruzada con la generación de la crisis, que somos nosotros. Hubo una comunicación bastante atendible entre las dos.
-En lo que va del año ha editado tres libros. ¿Y ahora? ¿Seguirá medio sonriendo, montado en su redomón?
-Sí, ahora van a salir rimas del canario Shelley Fagúndez. Nos llevamos muy bien. Él es un transformador, y eso me llena de orgullo, porque destripa las rimas. El verdadero creador debe ser un autocrítico feroz. Siempre desconfiar de lo que se hizo. Que pudo ser de otra manera. Que pudo ser mejor.
Débora Quiring
FUENTES DE LA DIARIA
Vuelve Tata Vizcacha, el libro que ardió en democracia
En 1955 el poeta uruguayo Washington Benavides editó con dinero propio su primer libro, Tata Vizcacha, compuesto por poemas que describían a varios personajes “ajustados a la 'moral' vizcachera del acomodo” de su Tacuarembó natal. El libro generó tal revuelo que casi todos sus ejemplares terminaron en una hoguera en la plaza de la ciudad. Esto sucedió en democracia, pero nadie reprobó el hecho ni tomó acciones. Este 20 de abril, luego de 57 años, Tata Vizcacha será reeditado por primera vez.
Actualizado: 19 de Abril de 2012 | Por: Nadia Piedra Cueva
Vuelve Tata Vizcacha, el libro que ardió en democraciaSIN DATOS (TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS)
El viernes 20 de abril a las 20:00 en la Casa de la Universidad, frente a la misma plaza 19 de Abril en que fueron quemados los ejemplares de Tata Vizcacha, se presentará la reedición del libro, a cargo de la editorial Yaugurú. Allí participarán, entre otros, los músicos Larbanois-Carrero y el escritor y amigo del autor Agamenón Castrillón, que trabajó en la reedición.
“La primera edición tuvo un bautismo no de aguas lustrables sino más bien de fuegos”, recuerda Washington Benavides a pocos días de la presentación de la segunda edición de Tata Vizcacha. Todavía muestra asombro por la ausencia de repercusión que tuvo esta quema de libros “propia de la Inquisición” en plena democracia. Nadie denunció el hecho ni hizo nada al respecto.
Recién en 1986, 30 años después, Benavides es entrevistado y consultado acerca de lo sucedido por Elder Silva, del medio La hora.
Benavides recuerda que el contexto de esa época fue la Guerra Fría, el enfrentamiento sin armas que disputaban Estados Unidos y la Unión Soviética, y que manifestaba la dicotomía capitalismo/socialismo. En esa época “todos eran buenos o malos” y tenías que pertenecer a uno de los dos bandos, comenta Benavides.
A eso le adjudica el autor la paranoia y el revuelo que generó la aparición de Tata Vizcacha, que llevó a que un grupo de estudiantes de derecha (que quizás se sintieron mencionados en los poemas de Benavides) formara el Movimiento de Acción Democrática (MAD), publicara una proclama en el diario La voz del pueblo y decidiera comprar los ejemplares del libro en las cuatro librerías de la ciudad, para luego prenderlos fuego en la plaza principal.
Como ocurre en varias ciudades del interior del país, frente a la plaza estaba la catedral, la jefatura de Policía y otras oficinas públicas. Sin embargo, nadie reaccionó, ni a largo ni a corto plazo, ante esta quema de libros.
“Cuando yo cuento esto, y después de tanta agua que corrió bajo los puentes y de haber tenido 13 años de dictadura, alguna persona me dice 'así que a usted la dictadura le quemó el libro', y yo le tengo que decir 'no, fue en plena democracia'”, cuenta Benavides.
La proclama del MAD afirmaba que su creación respondía a que “un sector sindicado como rusófilo pretende deslizar en el seno del estudiantado y de la sociedad toda, un germen nocivo y extraño al sentimiento tradicional del pueblo uruguayo…” y que su objetivo como movimiento era luchar contra el “sovietismo”.
“El que encuentre sovietismo en el Tata Vizcacha tiene que ser un mago Merlín, pues no había nada de eso. Era simplemente un acto de conciencia de un adolescente que estaba viendo cosas que le parecía que estaban mal y dio su palabra”, comenta Benavides.
Tata Vizcacha nació por influencia del autor estadounidense Edgard Lee Masters, que escribió un libro de poemas llamado The Spoon River Anthology. Tata Vizcacha está compuesto por poemas-biografías de personajes de la aristocracia tacuaremboense que llevaron a cabo la cultura del “acomodo”. Si bien estos personajes aparecen con nombres ficticios, era fácil en el Tacuarembó del 55 reconocer a quiénes se referían, y quiénes eran mencionados en el libro. De ahí el revuelo que generó.
Cada uno de esos poemas empieza y termina con reflexiones del Tata Vizcacha, personaje del Martín Fierro de José Hernández que simboliza el individualismo, el resentimiento y la malicia, según palabras de Agamenón Castrillón. "Hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse", "el zorro que ya es corrido dende lejos olfatea", "lo que es yo, nunca me aflijo y a todito me hago el sordo" y "jamás llegués a parar ande veas perros flacos" son algunas de las frases del Vizcacha de Martín Fierro citadas en Tata Vizcacha.
"En el Tata Vizcacha de Benavides caminan por la galería provinciana, como en un desfile dominguero entre plaza y plasa, los señores y señoras de Tacuarembó, malbichos y algunos de sus víctimas", cuenta Castrillón en su comentario al comienzo del libro.
Quienes formaban parte del MAD, según muestra la firma de la proclama (incluida en esta reedición del libro), fueron Juan José Pereira, Nelson Díez, Gustavo Menéndez Giacosa, Ramón Rodríguez Cury, Felipe Yamandú Goiriena, Eugenio Monteiro y Yamandú Rodríguez. De ellos, Goiriena fue senador suplente por el Frente Amplio y Rodríguez Cury fue edil del Partido Colorado primero y del Partido Nacional (2005-2010) después.
Benavides contó a 180 que tuvo oportunidad de conversar con uno de ellos hace pocos días, y dijo, sin mencionar su nombre, que si bien no le pidió disculpas expresas manifestó que no recordaba el hecho. “Él tenía una vaga idea y casi se había olvidado de gran parte de lo ocurrido. Me dijo que habían sido movidos por determinadas fuerzas políticas y sociales”, contó Benavides, y agregó que con quien habló es una persona “que ha tenido su trayectoria” y que “afortunadamente” cambió radicalmente su posición filosófica.
“A mí lo que más me dolió es que no se hubiera levantado ninguna voz, de donde fuera, oficial, privada, personal o por grupo, a decir que fue una barbaridad eso”, expresa el autor de Tata Vizcacha.
Benavides cuenta que cuando se enteró de que iban a quemar sus libros estaba a media cuadra del lugar, y que presenció el acto junto a dos amigos suyos sin que el resto de las personas hiciera o dijera nada. Dijo que después de ese día todo siguió como si no hubiese ocurrido nada, y que luego pudo publicar otros libros sin inconvenientes.
Agamenón Castrillón, escritor, exalumno y amigo tacuaremboense de Benavides, opina que no es importante denunciar el acto y mucho menos a quienes lo perpetraron, sino que donde hay que poner el acento es en “cómo nosotros como sociedad nos permitimos este tipo de actos “purificadores” contra los “herejes”, y que se tapen”. Agregó además que no es la primera vez que en una ciudad del interior se ocultan secretos “turbios” de algunos integrantes de su aristocracia.
Para reivindicar esto, Castrillón afirmó que el próximo viernes, media hora antes de la presentación, se convocará a la gente en la plaza 19 de Abril para expresarse sobre lo ocurrido allí hace 57 años y hacer una especie de “cabildeo” o denuncia pública. Allí, dijo Castrillón, “resurgirá el Ave Fénix de las cenizas”.
El libro se presentará además en Montevideo, en Espacio Guambia, en mayo, y el 26 de ese mes en la Biblioteca Municipal de Maldonado.
Castrillón afirma que más allá de lo que sucedió en torno a Tata Vizcacha, realmente es un libro bueno, con “poemas buenísimos”, pese a los jóvenes 24 años del escritor, de verso libre, lenguaje contemporáneo y vanguardista.
El libro contiene además una especie de dossier con una nota del propio Benavides sobre la obra, un artículo de Martha Valentini de la época (que junto con un comentario de Benedetti en Marcha fueron los únicos que mereció la obra), los testimonios facsimilares del M.A.D. (declaratoria de fundación y un suelto publicado en el principal diario del pueblo), la entrevista de La hora y un contacto telefónico con Walter Ortiz y Ayala sobre el libro, cuenta Castrillón.
Washington Benavides es autor de letras que cantan Numa Moraes, Eduardo Darnauchans, Larbanois-Carrero y Daniel Viglietti. “Es el poeta más musicalizado. Zitarrosa tiene un disco que se llama Desde Tacuarembó que tiene todos temas de Benavides con música de otros artistas”, afirma Castrillón.
FUENTES DE PORTAL 180
Suscribirse a:
Entradas (Atom)