Los escuadrones de la muerte en Uruguay, también conocidos como Comandos Caza Tupamaros o Defensa Armada Nacionalista (DAN), fueron grupos parapoliciales de extrema derecha que operaron en Uruguay en las décadas de los años 1960 y 1970.


LA DETENCIÓN DE MIGUEL SOFIA
Los lazos del Escuadrón de la Muerte

La reciente captura del Dr. Miguel Antonio Sofía Abeleira, acusado de integrar el Escuadrón de la Muerte, de desapariciones forzadas y homicidios cometidos durante la dictadura militar, sacudió el polvo de un expediente de un metro y medio de altura.

En la Alemania nazi estaban los Einsatzgruppen, escuadrones de ejecución itinerantes especiales formados por miembros de las SS, SD y otros miembros de la policía secreta de Hitler. En El Salvador, los escuadrones de la muerte eran un movimiento armado de extrema derecha. En Guatemala, era un movimiento radical de extrema derecha que deliberadamente persiguió a la nación indígena, durante la guerra civil, con la limpieza social. En Honduras existió el Batallón 3-16, escuadrón de inteligencia anticomunista de las Fuerzas Armadas de ese país que actuó entre 1982 y 1997. En Colombia, se llamaban Autodefensas Unidas de Colombia, grupo paramilitar de extrema derecha que está oficialmente desmovilizado y que contó en su momento con el apoyo tácito del Ejército, la Policía y el Estado. En Argentina, era la Triple A, grupo parapolicial argentino de extrema derecha.

La guatemalización

Allá por los años 60, Eduardo Galeano escribió ‘Informe especial sobre operaciones parapoliciales y paramilitares. Escuadrón de la muerte: de Guatemala al Uruguay’. Contaba sobre la NOA (Nueva Organización Anticomunista), la cual escribió en un comunicado a la prensa, a principios de 1967, que operaba “junto al glorioso ejército de Guatemala”. Había prometido arrancar la lengua y cortar la mano izquierda a todos los revolucionarios. También relataba sobre la MANO (Movimiento Anticomunista Nacionalista Organizado), que funcionaba en la órbita de la policía.

Tanto la NOA como la MANO difundían con frecuencia datos confidenciales que sólo estaban en poder del ejército o de la policía política.

Era lo que se llamó, más tarde, la guatemalización del Uruguay.

En los años 1966 y 1967, Guatemala sirvió de campo de experimentación para la puesta en práctica de la guerra sucia contra la revolución en ascenso, contaba Galeano, y desde acá se veía ese proceso como muy lejano. Guatemala se había convertido en un laboratorio gigante.

Soledad Barrett

Mucho antes que Galeano, Manuel Martínez Carril denunciaba, en la prensa local, los ataques fascistas contra mujeres.

El 6 de julio de 1962, cuando tenía 17 años, la paraguaya Soledad Barrett, que vivía exiliada en nuestro país, fue secuestrada en un automóvil por un comando nazi uruguayo, cuyos integrantes le marcaron en los muslos una cruz esvástica, con hojas de afeitar o una navaja, por negarse a repetir la consigna “¡Viva Hitler! ¡Abajo Fidel!”. Esto porque dichos grupos asociaban el antisemitismo con el antisocialismo y Barrett tenía ascendencia judía por parte de su madre.

Lo mismo sucedió con otras personas a las que se sometió a distintos castigos tras lo cual se les tatuaba una cruz esvástica. Una noche de 1962, el entonces jefe de Policía de Montevideo, coronel Mario O. Aguerrondo, entró en el diario El País.

El jerarca se reunió con el cronista policial y responsables del diario, al día siguiente, el matutino mostraba una fotografía obtenida en una manifestación meses atrás y en la que se había identificado -entre otras personas- a la joven militante. Así la Policía -en aquel momento muy activa en la organización de golpes como el asalto a la Universidad que durante años tuvo separado de su cargo al comisario Orestes Braida Arbulo- trataba de desviar la atención sobre las bandas fascistas que ella misma armaba.

Por aquellas fechas, un asesino protegido por la oscuridad de la noche arrojó una bomba incendiaria contra un local comunista. El fuego causó la muerte de una criatura de meses, hija de los cuidadores del lugar. Esa vez el escándalo había sido muy grande y la Policía no tuvo más remedio que “aclarar” el caso y detener al homicida que, casualmente, resultó ser un habitual informante y delator ubicado en el medio estudiantil. Esa era la democracia de aquellos años.

En materia de bandas fascistas hay, como se ve, una larga y, muchas veces, dolorosa experiencia.

Desde la embajada estadounidense, a través de sus agentes, se financió a grupos como la Confederación Sindical del Uruguay (CSU), intentando quebrar el movimiento obrero aún dividido, o el Movimiento Estudiantil de Defensa de la Libertad (MEDL), que ya en 1962 y, por medio de una conferencia de prensa, trataba de desvincularse de otros grupos igualmente totalitarios (como el Fedan, Moensu, Alerta, Gallo, etc.), acusando a la Lista 15 de ser “tontos útiles”, mientras Benito Nardone los tildaba de “comunistas chapa 15” a través de Radio Rural.

La calavera y las tibias cruzadas

En Brasil, la policía había organizado equipos de asesinos a sueldo, reclutados en sus propias filas, para limpiar el país de delincuentes. Sérgio Paranhos Fleury se convirtió en el jefe del “escuadrón”, y fue quien disparó uno de los cuatro tiros que mataron al líder comunista Carlos Marighella en 1969. También fue responsable del ataque contra miembros del Partido Comunista de Brasil en 1976, a quienes el régimen militar había calificado de terroristas. Estuvo directamente involucrado en la tortura de Tito de Alencar Lima, conocido como Padre Tito, un fraile católico que luchó contra el régimen militar en Brasil.

Fleury fue investigado y denunciado por los fiscales Hélio Bicudo y Dirceu de Mello por los asesinatos cometidos por el Escuadrón de la Muerte. El senador estadounidense William Proxmire denunció que se estaba utilizando la ayuda de Estados Unidos para financiar las operaciones del “escuadrón de la muerte” y el régimen decidió lavarse las manos. Sérgio Fleury, organizador del “escuadrón” en Brasil, vino contratado dos meses a nuestro país. Hubo policías que no quisieron creer cuando sus propios compañeros los metieron presos como miembros del “escuadrón”.

Algunos se “fugaron” misteriosamente y nunca más se supo. El jefe, Fleury, se curó en salud. Cuando lo amenazaron con 150 años de cárcel o pena de muerte, se limitó a decir: “Todo lo que hice fue por orden del general Ernani Airosa Da Silva, jefe del Estado Mayor del Segundo Ejército”. No se animaron a meterlo preso. Murió el 1º de mayo de 1979, a los 45 años. Según su esposa, se ahogó mientras estaba en su bote.

El escuadrón uruguayo

Los escuadrones de la muerte en Uruguay, también conocidos como Comandos Caza Tupamaros o Defensa Armada Nacionalista (DAN), fueron grupos parapoliciales de extrema derecha que operaron en Uruguay en las décadas de los años 1960 y 1970. Integraron un movimiento de contrainsurgencia conformado por civiles, militares y policías cuyo accionar tenía por objeto la represión de integrantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) por medio de atentados, secuestros, torturas y homicidios. Aunque no limitaron su accionar violento a guerrilleros, también realizaron atentados a abogados defensores de presos políticos y familiares de aquellos.

El vínculo de Miguel Sofía con la ultraderechista Juventud Uruguaya de Pie (JUP) y el Comando Caza Tupamaros quedó al descubierto a partir del testimonio de Nelson Bardesio, obtenido durante su secuestro por parte del MLN-T y su reclusión en la Cárcel del Pueblo. En su declaración -confirmada ante varios legisladores la noche en que fue liberado-, Bardesio identificó a Sofía como un joven de confianza del subsecretario del Interior de la época, Armando Acosta y Lara, que tenía acceso directo a las dependencias de la Jefatura de Policía de Montevideo y a las oficinas del personal estadounidense que colaboraba con esta en Uruguay, según publicó Brecha el 29 de agosto de 2008.

La JUP fue un movimiento estudiantil uruguayo, fundado en 1970, que nucleaba a jóvenes de diversas tendencias políticas y se disolvió en 1974.

En 2009, la Justicia uruguaya procesó al exfotógrafo policial Nelson Bardesio y al exagente de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia Pedro Freitas por homicidio muy especialmente agravado. El entonces fiscal letrado en lo Penal de 1er Turno, Ricardo Perciballe, solicitó también el procesamiento y prisión de Miguel Antonio Sofía Abeleira por el delito de asociación para delinquir en calidad de autor en concurrencia fuera de la reiteración con un delito de desaparición forzada y dos delitos de homicidio muy especialmente agravados en calidad de coautor.

El 24 de febrero de 1972, los tupamaros secuestraron a Nelson Bardesio, quien habría confesado en la Cárcel del Pueblo la existencia de una organización terrorista integrada por civiles, militares y policías responsable del secuestro y muerte de Abel Ayala, Manuel Ramos Filippini, Héctor Castagnetto e Íbero Gutiérrez. Bardesio habría sostenido que había recibido entrenamiento en Buenos Aires, mientras que otros miembros lo habían recibido en Brasil y que autoridades de ambos países habían provisto a los escuadrones de armas y explosivos. Habría confirmado que los escuadrones habían atentado con explosivos contra el domicilio de varios abogados defensores de presos políticos y realizado un secuestro extorsivo contra el abogado de una empresa textil. El testimonio más impactante de Bardesio habría sido su participación directa junto a otros integrantes de los escuadrones en el secuestro de Castagnetto y la revelación de que su cadáver había sido arrojado a la bahía de Montevideo.

El 14 de abril de 1972 los tupamaros asesinaron a Armando Acosta y Lara, al subcomisario Óscar Delega, al agente Carlos Leites y al capitán de corbeta Ernesto Motto, todos acusados de pertenecer a los escuadrones de la muerte. Acosta y Lara estaba acusado de ser uno de los ideólogos.

Un documento desclasificado por el National Security Archive de Estados Unidos confirmó que en 1972 la embajada de ese país en Uruguay creía en la existencia de los escuadrones de la muerte. Para la diplomacia estadounidense de la época, los homicidios de los jóvenes Abel Ayala, Héctor Castagnetto, Manuel Ramos Filippini e Íbero Gutiérrez fueron obra de los escuadrones de la muerte.



Charles Adair

Documentos desclasificados de Estados Unidos permitieron conocer un informe confidencial del embajador estadounidense en Uruguay, Charles Adair, enviado al Departamento de Estado en febrero de 1972. En él se adjudica al expresidente Jorge Batlle la idea de crear un grupo pequeño, secreto e ilegal, que combatiera a los tupamaros “en sus propios términos”. El documento, obtenido por el investigador Carlos Osorio en el Archivo Nacional de Estados Unidos, es una síntesis del embajador Adair de una serie de conversaciones que funcionarios de la embajada tuvieron con Batlle, el senador Eduardo Paz Aguirre, el administrador del diario Acción, Enrique Piqué, y el politólogo Ulyses Graceras. Luego señalaba las características del presidente electo, Juan María Bordaberry, quien asumiría semanas después, el 1º de marzo de 1972.

El informe de Adair analizó las consecuencias del reciente resultado electoral antes de referirse al “terrorismo”. “Tal como en previas conversaciones con nosotros, Batlle repitió que está a favor de atacar el problema terrorista con un grupo nuevo, pequeño y secreto que lucharía contra los tupamaros en sus propios términos. Dijo que un grupo tal tendría que ser formado fuera de las autoridades constituidas legalmente”, concluyó el embajador en su informe. Sin embargo, al Escuadrón de la Muerte se le atribuyen, al menos, la desaparición de Abel Ayala, el 17 de julio de 1971, el asesinato de Manuel Ramos Filippini, secuestrado el 31 de julio de 1971, el asesinato de Héctor Castagnetto Da Rosa, el 18 de agosto de 1971 y el asesinato de Íbero Gutiérrez, el 28 de febrero de 1972.

fuente de  caras y caretas

¿Cómo pudo el “Cabo Anselmo” entregar a los torturadores brasileños a su propia compañera, a la hermosa Soledad Barrett Viedma, quien estaba además embarazada de su propio hijo? Esa misma muchacha paraguaya que había sido noticia en su adolescencia cuando exiliada en Uruguay le tajearon las bellas piernas con esvásticas por negarse a dar mueras a Fidel Castro. La misma cara bonita, esbelta, de largo cabello cobrizo, a quien habían dedicado poemas y cantos Mario Benedetti y Daniel Viglietti.

Resultado de imagen para soledad barret

Viglietti Benedetti ||| Soledad Barrett


Esa historia de pasiones extremas, de dolores inmensos y de grandes preguntas sobre el alma humana llena varias investigaciones históricas, biográficas y programas de debate en la televisión brasileña, uruguaya y paraguaya. Soledad murió acribillada, con el feto de sus entrañas, aparentemente abortado, al lado de su cadáver que jamás fue entregada a la familia, en un aparente enfrentamiento, como solían presentar los regímenes de entonces; se sabía que fue delatada, después se supo que el infiltrado en la Vanguardia Revolucionaria del Pueblo era su amado esposo. Desde 2004 se supo quién era ese exmilitar que actuó como doble agente y entregó a varios militantes de izquierda en los duros años 70.

El “Cabo Anselmo”, José María Ferreira de Araujo, fue entrevistado varias veces y los videos se pueden encontrar en el Internet. Los periodistas no pueden disimular su repugnancia al escuchar su versión para justificar por qué era el agente que llevó a la muerte a tantos jóvenes. Ya no se esconde como cuando se hizo cirugía plástica y se cambió varios nombres. Ahora es un lumpen y quiere recibir una pensión de jubilado militar por los sucios servicios prestados.

Es el rostro del Plan Cóndor que planeó por todo el continente hace una generación llevándose a los más idealistas. El Plan que sigue sin castigo, salvo algunos presos pues muchos de sus agentes siguieron en los sistemas de inteligencia en las democracias latinoamericanas.

Su caso tiene el agravante de haber provocado la muerte de Soledad Barret, nieta del famoso anarquista español paraguayo Rafael Barrett y de la descendiente Francisca de la épica familia paraguaya Solano López; hija del militar comunista Alex Barrett que se alzó contra la dictadura de Alfredo Stroessner y hermana de otros nueve muchachos enrolados en diferentes guerrillas de Latinoamérica. Una biografía única entre las muchas historias del realismo mágico continental.


El abuelo anarco

Conocí la obra de Rafael Barrett (España 1876, Francia 1910), publicada en 1976 en Venezuela, gracias a su nieta María, exiliada en Colombia. Encontré en esas crónicas a mi padre literario y desde entonces lo leo cotidianamente y lo divulgo donde puedo.

Barrett era un señorito pendenciero europeo, amigo de literatos famosos, hasta que conoció en carne propia la hipocresía y bajeza de su propia clase y partió a Argentina con pocos recursos, en busca de un “nuevo mundo”. Sensible, se convirtió al anarquismo al contemplar la explotación de los nativos guaraníes en los yerbales paraguayos y desde entonces no dejó de publicar en diferentes periódicos el horror de esos parajes y de la miseria. Denunció las torturas a rebeldes en Asunción y fue exiliado a Corumbá, en la frontera entre Brasil y Bolivia, pero pronto pudo volver.

Periódicos liberales en Buenos Aires y Montevideo acogieron sus escritos y alcanzó el reconocimiento que no buscaba. Samuel Blixen y otros periodistas le dieron espacio, pero su principal vocero fue su propio semanario, “Germinal”.

En 1907 tuvo a su único hijo, Alex, ya enfermó de la tuberculosis que lo llevaría a la tumba a los 34 años, el mal que compartió con los semiesclavos de las haciendas al sur del continente. Ese pueblo que lo despidió en masa cuando partió a curarse a Francia, donde ni los cuidados de su familia irlandesa lograron salvarlo.

Sus escritos inspiraron al anarquismo humanista de muchísimos latinoamericanos, como Líber Forty, quien a su vez lo dio a conocer al poeta León Felipe cuando él visitó La Paz.

Muchos escritores, españoles de la generación del 98 y latinoamericanos de la talla de Augusto Roa Bastos o Jorge Luis Borges destacan su fina pluma y, como dice el argentino, “su espíritu libre”.


Alex en mi recuerdo

Llegué a la casa de Alex en el centro de Caracas. Había sido comunista y parte de los militares rebelados contra la dictadura paraguaya. Exiliado a Argentina cuando Soledad tenía sólo tres meses, junto a su ya numerosa familia, tuvo que partir de nuevo a Uruguay y al final a Venezuela, país que en los 70 recibía a los perseguidos el Cono Sur.

Entonces se mantenía enseñando matemáticas a los colegiales. Vivía modestamente, pero con abundante amor y hospitalidad. Me enseñó a ser metódica, incluso para resolver crucigramas. Siempre tenía un pan para compartir, a veces el pan que le hacía falta. La esposa, descendiente a su vez de estirpes aristocráticas, lo acompañaba silenciosa.

Recuerdo nítidamente que me sentía cohibida de quitarle su merienda y él me corrigió: “Puedo ser pobre, no miserable”, frase aprendida para siempre, qué diferencia es la pobreza de la miseria, la austeridad que la avaricia. Hospitalidad que gocé de toda su familia. Los Barrett siempre fueron así, incluso los hijos y nietos y bisnietos que pueblan la tierra.

La pareja vio partir uno a uno a sus hijos a diferentes combates en los años incendiarios de los 60 y 70 en América Latina.


Ilicha, Nanny, Fernando

María, Ilicha, era madre de José Alejandro —el mismo nombre de mi hijo— cuando la conocí. Asilada en Bogotá parió a Bolívar, famoso desde sus diez años como niño prodigio, conocedor como pocos de insectos y alimañas.

Ilicha se relacionó más con Bolivia con el amor por un guitarrero y vivió algunos años en La Paz.

Igual que Soledad, es una cantante privilegiada y su voz hacía vibrar las peñas en Caracas y en nuestra ciudad. Todos los Barrett son músicos y lutieres pues hacen sus propios instrumentos, guitarras, con troncos de su amado Paraguay. Varios ya han muerto, como Nanny, la más famosa en el canto, que compuso “En el sur del continente” para su hermana Soledad y grabó en disco acompañada por músicos cochabambinos, también asilados en Caracas.

Fernando fue combatiente guerrillero en varios frentes y defendió los procesos socialistas en el continente.   


MARIO BENEDETTI

Viviste aquí por meses o por años trazaste aquí una recta de melancolía que atravesó las vidas y las calles


Hace diez años tu adolescencia fue noticia te tajearon los muslos porque no quisiste gritar viva Hitler ni abajo Fidel


Eran otros tiempos y otros escuadrones pero aquellos tatuajes llenaron el asombro a cierto Uruguay que vivía en la luna y claro entonces no podías saber que de algún modo eras la prehistoria de ibero


Ahora acribillaron en Recife tus veintisiete años de amor templado y pena clandestina


Quizá nunca se sepa cómo ni por qué


Los cables dicen que te resististe y no habrá más remedio que creerlo porque lo cierto es que te resistías con sólo colocárteles en frente sólo mirarlos sólo sonreír sólo cantar cielitos cara al cielo


Con tu imagen segura con tu pinta muchacha pudiste ser modelo

Actriz

Miss Paraguay…

Los Barrett, rebeldes, anarquistas y marcados por la tragedia


fuente los tiempos

Los grandes medios de la derecha son la punta de lanza de esta “guerra sucia” que se nutre de mentiras, exageraciones y noticias falsas, y que se propone sacar del gobierno al Frente Amplio, que ha procurado llevar al Uruguay por la senda del crecimiento económico inclusivo.

Vázquez despeja todas las dudas sobre la economía
En reiteradas ocasiones y con ejemplos concretos (el déficit fiscal que está situado en 2,9% del Producto Interno Bruto, PIB; y el crecimiento del PIB, que será de 2,5% en 2018, mal que le pese a muchos “ortodoxos” que nunca anunciaron las crisis de 1982, 1987 y 2002, sino que las alentaron a su manera), yo sigo en Caras y Caretas dando batalla a todos los “intérpretes” interesados en mostrar que nuestra economía se hunde, como forma de que no vengan inversiones y los uruguayos vivan peor para que la derecha gane las próximas elecciones.



Así es la historia y la más pura verdad. La realidad desmiente a quienes lo que les importa no son las verdaderas cifras del déficit fiscal, sino la idea macabra del ajuste fiscal.

Los grandes medios de la derecha son la punta de lanza de esta “guerra sucia” que se nutre de mentiras, exageraciones y noticias falsas, y que se propone sacar del gobierno al Frente Amplio, que ha procurado llevar al Uruguay por la senda del crecimiento económico inclusivo.
Así es que mejoraron sus remuneraciones las empleadas domésticas, los policías, los soldados, los maestros, los enfermeros, y tantos otros sectores de trabajadores que durante décadas fueron postergados.

En esa guerra contra el pueblo trabajador y sus representantes políticos y sindicales , están empeñados los grandes medios (Búsqueda, El País, El Observador); las grandes cámaras empresariales que se nuclean en Confederación de Cámaras Empresariales (las mismas entidades que apoyaron sin ambages, desde el primer momento, el Golpe de Estado de 1973, dado por uno de sus socios, Juan María Bordaberry Arocena), las que, como se ha informado, trabajan para “instalar” la idea de crisis en Uruguay. Así, un portal informa que “mientras el presidente Tabaré VVázquez disertaba en ADM, varios presentes escucharon (a un alto dirigente de una importante Cámara) recitar a viva voz el plan para que “el país cambie de partido de Gobierno”.

El expresidente de la referida cámara, Carlos Perera, habría asegurado a los presentes que para que el país cambie de partido de gobierno “tiene que haber crisis económica y un buen programa de gobierno de la oposición”. Narró que el primer punto “ya está en camino” y aseguró que se está trabajando a través de los medios de comunicación y las redes sociales “para instalarla desde enero”. Para el dirigente uno de los “puntos de quiebre” y de “apoyo” será el “impacto” de una eventual crisis turística. El dirigente gremial cree que “hay que esperar a marzo” para que el arco opositor consolide “un buen programa de Gobierno” y ve al expresidente Julio María Sanguinetti como “un buen estratega”.
De lo que no cabe duda es que Julio Sanguinetti está involucrado en una operación con estos objetivos, habida cuenta que es el único dirigente de la oposición con suficiente altura intelectual para articularla, a pesar de la larguísima lista de traiciones que acumula sobre antiguos dirigentes del Partido Nacional, como Wilson Ferreira Aldunate (al que mantuvo preso, proscripto y silenciado en 1984, junto con sus socios militares) y Luis Alberto Lacalle Herrera, al que, sin perjuicio de los méritos propios, casi logra encarcelar mediante las operaciones de sus revistas Tres y Jaque.

Pero la única verdad es la realidad, y Uruguay no sólo es una “estrella solitaria” dentro de América Latina y el Caribe, sino una realidad en sí misma para todos sus pobladores.



Qué dicen The Economist, Cepal, FMI, el Banco Mundial y hasta Búsqueda:

Los logros del Uruguay del Frente Amplio son comentados por gente tan ponderada como el semanario conservador inglés The Economist, que hace poco publicó varias notas tituladas “La magia de Montevideo”, “Crecimiento económico récord en Uruguay” y “Cómo un país pequeño supera a sus vecinos”, donde afirma que “el crecimiento de Uruguay avergüenza a Brasil y Argentina a raíz de su crecimiento ininterrumpido por 15 años” y que, “a pesar de las dificultades que se registran desde 2015, el gobierno del Frente Amplio sigue cosechando éxitos”, destacando que tiene el ingreso per cápita más alto de la región.
En 2013, The Economist eligió a Uruguay como “país del año” por su crecimiento con redistribución, el cambio de la matriz energética por fuentes renovables de energía y las leyes de corte progresista, como el matrimonio igualitario y la legalización del cannabis. Destaca que a pesar de las dificultades, el PBI creció 2.7% en 2017, completando el ciclo económico más largo de su historia nacional.

Según la publicación: “El director regional del Banco Mundial, Jesko Hentschel, recordó que Uruguay, a diferencia de Argentina, ganó la confianza de los inversores. Su vecino del Río de la Plata incumplió pagos en varias ocasiones desde el ‘desastre’ de la crisis de 2001”. “Los líderes uruguayos se dieron cuenta que la economía debía diversificarse” agrega, precisando que: “El Frente Amplio comenzó un esfuerzo por desacoplarse de sus vecinos”. Así fue que entre 2001 y 2016, la participación de Argentina y Brasil como destino de exportaciones uruguayas disminuyó de 37% a 21%.

También afirma que “la fórmula de la heterodoxia económica uruguaya “ha funcionado”, aunque advierte que “no todo es color de rosa”.

También destaca que “Uruguay ingresó a nuevas industrias, como software y servicios audiovisuales, que exportaban a nuevos mercados”, que recientemente “el gobierno ha invertido en aumentar la productividad”, y que “el gasto público en ciencia y tecnología aumentó en un 73% en términos reales entre 2007 y 2015”.
También destaca el éxito de la “trazabilidad” que tanto mejoró las exportaciones de carne y que “la clase media, según la definición del Banco Mundial, creció del 39% de la población en 2003 al 71% en 2015. El ingreso de Uruguay por persona es el más alto de América Latina”.



El presidente Vázquez en ADM

En su reciente disertación en ADM, el presidente Tabaré Vázquez destacó que Uruguay registra 16 años consecutivos de crecimiento económico y del salario de los trabajadores, a lo cual se suma una disminución significativa de la pobreza y la indigencia. Por otra parte, el país cuenta con reservas internacionales por 17.000 millones de dólares y es uno de los seis países latinoamericanos calificados con grado inversor.

“Entre 2015 y 2018, Uruguay concretó un crecimiento acumulado del 7,4%, Argentina lo hizo en un 1% y Brasil cayó un 4,5%. Si agregamos las previsiones para 2019, según los datos difundidos por el Fondo Monetario Internacional, Argentina caerá un 0,1% y Brasil un 2,3%, mientras que Uruguay crecerá casi un 11%, lo que marca un desacople de la región”, dijo el mandatario. “Para la región, los vientos de cola soplan igual para todos los países”, subrayó. El presidente Vázquez indicó que el crecimiento estimado en 2019 estará entre el 2,5% y el 3%.
“Queremos que ese crecimiento económico incluya a todos los uruguayos, sobre todo a quienes más lo necesitan”, reafirmó. “Uruguay es el país en la región que tiene la mejor distribución de la riqueza, como lo marca el índice Gini (indicador de la desigualdad de los ingresos de un país), que ha variado del 0,455 en 2006 al 0,38 en 2017. Somos el país más igualitario de América Latina y el Caribe”, afirmó.

Además, “la pobreza disminuyó del 32,5% en 2006 al 7,9% en 2017 y la indigencia prácticamente no es medida”, dijo. “Tenemos el mayor ingreso per cápita de la región, 16.000 a 17.000 dólares por año, y la mejor distribución de la riqueza, lo que nos destaca en el contexto regional”, afirmó.

“Uruguay tuvo 16 años de crecimiento ininterrumpido sostenido, no hay antecedentes en el país de un ciclo con estas características. Pese a lo que se dijo en cuanto a que nuestro país iba a entrar en recesión este año, no entramos en recesión en diciembre. El tercer trimestre marcó un crecimiento del 2,5% y, de acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas, el crecimiento este año será de entre el 2% y el 2,5%”.

El mandatario destacó “la ley de pago de aguinaldo y salario vacacional e IRPF (impuesto a las rentas de las personas físicas), aprobada en mayo de 2015, en la que el cálculo de ambos se realiza de forma separada del resto de las retribuciones, generando una mejora de los ingresos de los trabajadores”.

Vázquez recordó que, de acuerdo a estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de 2016, “Brasil y Argentina tienen una carga tributaria superior a Uruguay”.
Además, sostuvo que, de los 19 países de América Latina evaluados por las agencias calificadoras, solo seis fueron calificados con grado inversor: Chile, México, Perú, Colombia, Panamá y Uruguay. Fundamentó que nuestro país es confiable para la inversión extranjera. Entre 1985 y 2006 registró una tasa de inversión respecto de su producto del 15%, pero entre 2007 y 2017 esa tasa fue del 20%. El promedio de inversión directa en América Latina fue del 2,9% en 2007, el Uruguay alcanzó un 3,8% de tasa de inversión directa extranjera.

Expresó que entre 2015 y 2017 los salarios reales, es decir, descontado el efecto de la inflación, alcanzaron un aumento del 6,2%. Recordó que se priorizaron los incrementos de los salarios más bajos, se mejoró el salario mínimo nacional y los salarios sumergidos en las negociaciones colectivas. Destacó que hubo negociación colectiva y canasta de fin de año para los jubilados de menores ingresos.

Durante 2018 funcionaron 198 Consejos de Salarios, 188 del total están concluidos y firmados y 158, es decir, un 84%, han sido por acuerdo entre empresarios y trabajadores. Se emitieron 7 decretos, menos del 4%, en situaciones en las que, por no haberse cerrado la negociación, el Gobierno debió decretar. En 10 casos el Poder Ejecutivo votó con los trabajadores, en 8 con los empresarios y hay 9 pendientes de resolución. “Nadie puede decir que el Gobierno está flechado hacia una u otra parte”, dijo.
Vázquez refirió que en 2017 el Banco Interamericano de Desarrollo consideró a Uruguay como mejor país en relación a calidad del trabajo. Según el Instituto Nacional de Estadística, la tasa de formalidad media del empleo a julio de 2018 fue 75,7%.

“En los últimos 15 años, las pasividades mínimas reales en Uruguay aumentaron un 157% y, desde diciembre de 2004 a diciembre de 2017, el aumento real de todas las jubilaciones por encima de la inflación es de casi 50%”.

El Sistema Nacional de Cuidados brindó atención a 18.690 personas desde 2015. Más de 13.250 niños de entre 0 y 3 años recibieron atención por parte del Sistema Nacional de Cuidados, una de las políticas más importantes que impulsa el Gobierno encabezado por Tabaré Vázquez. Además, 4.608 personas en situación de dependencia también están protegidas. Por otra parte, se implementaron 40 cursos de formación en cuidados, especialidad que ya cuenta con 4.773 personas capacitadas.

En dicho sistema 1.773 personas completaron el curso de atención y más de 3.000 se formaron para la asistencia a la primera infancia. El sitio web ha recibido consultas de más de 48.740 personas desde abril de 2016.
¡A redoblar!!!
A ningún lector de buena fe de Caras y Caretas que haya seguido nuestras ediciones, le cabe duda de que los más poderosos de Uruguay le han declarado la guerra al Frente Amplio .

Nosotros no queremos guerra y mucho menos guerra a muerte y sin prisioneros.

Convocamos sí a redoblar la lucha, y a que los que valoramos los logros de la gestión de gobierno del Frente Amplio y estamos dispuestos a luchar por un programa y un candidato común, salgamos a proclamar nuestras verdades.

Parece también oportuno que, aprovechando la circunstancial  baja del precio del petróleo, los combustibles no suban este fin de año y se considere la posibilidad de bajar alguna de las tarifas públicas.

No olvidar que los Ignacio de Posadas que claman por congelar salarios y jubilaciones, privatizando empresas, bancos y educación pública para que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres, también quieren que haya menos democracia.

Como en 1971, hay una alternativa: oligarquía o pueblo. ¡A redoblar!

GUERRA SIN CUARTEL A LA MENTIRA
Vázquez despeja todas las dudas sobre la economía

Por Alberto Grille.
CARAS Y CARETAS

Contemplo el ir y venir de la gente, que deambula entre tanta parafernalia simbólica, en busca de algún regalo navideño -carísimo, inútil e inevitable-, observo los rostros abrumados de quienes cumplen con sus obligaciones de consumo, como si se tratara de un ritual cuya inobservancia merece un despiadado castigo y me siento tentada a huir de allí lo más pronto posible.

Resultado de imagen para navidad y consumismo
Estas crueles Navidades
Voy a un conocido shopping y apenas piso su umbral, me recorre un estremecimiento. Cuando empiezo a caminar por sus amplios pasillos comienzo a descubrir las señales de alarma. Por todos lados se despliegan los símbolos de este concierto perverso entre la psicología y el consumismo. Se ejerce, por otra parte, con total impunidad, como si se tratara de una práctica obvia y encima saludable.

En el medio hay un gigantesco árbol de Navidad. Del techo cuelgan los más variados arreglos navideños: escenas del pesebre bíblico, bolas plateadas, guirnaldas, oropeles surtidos. Para acrecentar aun más mi horror, a los lados se despliegan carteles y en cada uno de ellos figuran hermosas palabras que apelan a otros tantos pretendidos valores: amor, paz, solidaridad, familia.

Contemplo el ir y venir de la gente, que deambula entre tanta parafernalia simbólica, en busca de algún regalo navideño -carísimo, inútil e inevitable-, observo los rostros abrumados de quienes cumplen con sus obligaciones de consumo, como si se tratara de un ritual cuya inobservancia merece un despiadado castigo y me siento tentada a huir de allí lo más pronto posible. Es así. Se acercan las temidas fiestas navideñas, que incluyen la de fin de año y la de Reyes.

No solamente por la avidez innoble del comercio, sino también por otros motivos, estas fechas suelen presentarse revestidas de colores, de promesas y de tentaciones, pero sus mensajes son más ominosos que alegres y más negativos que positivos. Es como si se hubiera caído en una trampa bien urdida desde la noche de los tiempos, de la que no hay manera de salir. La causa principal de la opresión que directa o indirectamente nos atenaza el pecho en Navidad es precisamente la de la apelación a determinados valores con los que se pretende legitimar el acontecimiento: la familia, la unión, la paz, el amor y la solidaridad. Como en esos carteles a los que me refería.

La locura colectiva crece y se refleja en los más variados ámbitos: en el tránsito, en la oficina, en los mensajes de texto, en las frenéticas corridas para organizar los eventos, en la afloración de los viejos rencores y de los no menos viejos duelos que cada uno arrastra consigo al paso de los años, y que se ven continuamente engrosados por las pérdidas de todo tipo que se les van sumando.

Se trata de una época cruel porque la orden social de reunirse en familia ahonda más que nunca el pozo de la soledad y de las pérdidas, asunto ya de por sí grave para cualquier persona. Pero si a esto le sumamos el desenfreno del consumo, la situación se vuelve desesperada.

¿Qué pasa con aquellos que no tienen familia, en una fiesta dedicada a la familia? ¿Qué pasa con el concepto mismo, exasperado y casi violento, de unión y de reunión familiar? ¿Qué pasa con aquellos que desean, con todo derecho, escapar de esa parafernalia, dejar atrás la vorágine del ruido y de las falsas consignas y refugiarse en una soledad, no digamos pacífica ni placentera, pero al menos consoladora? Pasa que la conjura, el pacto implícito, la orden silenciosa, no se lo permiten, y en caso de que ese ser siga adelante con su designio de soledad, hace caer sobre él todo el peso de la sanción social y del estigma. No exagero. Aunque más no sea porque las fiestas tradicionales son motivo de suculentas ganancias, el aparato del consumo no dejará escapar a nadie ni a nada de la incomparable oportunidad de hacerse con su dinero. A eso me refería cuando hablaba de exquisita trampa.

Entre la nostalgia y melancolía por un lado, y la conminación consumista por el otro, no tenemos demasiadas posibilidades de que las fiestas navideñas nos permitan arribar sanos y salvos al 7 de enero. En el medio están los excesos habituales, que hasta hace poco tiempo incluían disparos al aire y que hoy por hoy atruenan el cielo con los fuegos artificiales, por más que se luche por eliminarlos. En el medio están también los atracones de comida y de bebida. Ya lo escribió García Márquez en magistral artículo, cuando habla de “una operación comercial de proporciones mundiales que es al mismo tiempo una devastadora agresión cultural”. Tenía razón al mencionar la mutación de las Navidades, que comenzó en América Latina más o menos en los años 60.

Recuerdo las fiestas navideñas de mi infancia como una época feliz, no solamente por mi condición de niña, sino también por el tenor de aquellas celebraciones. El árbol no se compraba. Íbamos al monte de pinares con mi padre y mi hermano y elegíamos uno lo bastante lindo. Después hundíamos una parte del tronco en el agujero superior de la quematutti de hierro y ya estaba. Más tarde rodeábamos el tronco con papel piedra y lo decorábamos. El árbol se quedaba ahí durante todo el mes de enero, hasta que perdía el verde oscuro y se tornaba de color ocre, y empezaba a perder su pinocha. Entonces lo sacábamos, lo cortábamos y lo usábamos como leña con los primeros fríos.

Como vivíamos en una chacra, nuestro consumismo era casi nulo. Se carneaba un cordero o un lechón, se traían lechugas, tomates, cebollas y perejil del huerto y nosotros nos trepábamos a los árboles frutales para bajar duraznos, higos y ciruelas. Al llegar las 12 de la noche, la oscuridad del monte circundante y el silencio del campo despedían la noche vieja y le daban la bienvenida a la verdadera Navidad.

Era lindo aquello, y se perdió. Ignoro cómo será la Navidad actual de los niños del campo, más allá de su variable condición económica, pero me consta que estas exasperadas Navidades montevideanas son crueles y tiránicas. Se han convertido, como también escribe García Márquez, en “la noche más espantosa del año. No es una noche de paz y amor, sino todo lo contrario. Es la ocasión solemne de la gente que no se quiere… es la alegría por decreto, el cariño por lástima, el momento de regalar porque nos regalan”. Pero vaya y pase con las circunstancias familiares de cada cual, que por suerte no suelen ser eternas, sino que van mutando también.

Lo peor, lo verdaderamente indignante, es la danza del consumismo, las tiendas atestadas, tomadas por asalto por ejércitos de compradores que no saben, ni ellos mismos, por qué y para qué llenan sus carros hasta las nubes. Sólo se obedece la consigna de comprar y comprar, de mostrar opulencia, abundancia, mesas que se desploman de manjares. Después, al tsunami comercial y anímico sigue el retroceso de la ola. Nos despertamos con resaca, con evidente y comprensible malhumor, con la sombra del gasto sobre nuestras conciencias, con los regalos más o menos inútiles que hemos hecho y que nos han hecho a nuestro alrededor, sus papeles abiertos y desperdigados, los moños de colores por el piso, torres de platos y de vasos sucios, y un cansancio en el alma que no obedece solamente a la noche de irracionalidad y desenfreno.

Alguien ha dicho que la Navidad vale la pena aunque más no sea por ver brillar la ilusión en los ojos de los niños. Si eso es cierto, razón de más para llamarse a reflexión. Es a ellos, a nuestros niños, a quienes estamos inculcando el terrible ritual de la locura navideña, con todo lo que eso supone.

Tal vez sea hora de respirar profundo y decidir no pisar los centros comerciales ni en sueños; no comer y beber por diez o por doce, no atiborrar el árbol de regalos comprados, mencionar poco y nada a Papá Noel y a sus secuaces del mercado, evitar los refrescos, las torres de pan dulce, de turrón y de frutas secas, las cajas de cerveza y de whisky que llegan al cielo, apelar a una región más intimista de las cosas, más casera y más sana; por nuestros niños, digo. No sea cosa que sus propios sueños de adultez se conviertan, dentro de poco tiempo, en una poderosa pesadilla viviente.

Por Marcia Collazo.

fuente  caras y caretas

El patriarcado cotiza a la baja. No porque las mujeres recién tomemos conciencia de la posición de subordinación que estamos con relación al hombre, ese camino hace años que lo venimos transitando, sino porque ahora comenzamos a trotar. Y eso se palpa hasta en las tareas cotidianas.


La revolución de 2018: Mujeres en marcha

Este año se ha caracterizado por poner en la agenda política y social la voluntad de las mujeres de terminar con el sistema patriarcal. A los ponchazos, elevando la voz o en silencio, las mujeres hemos dicho “basta” y comenzamos a trotar.

Cuento con decenas de años, tantos que puedo decir sin chance alguna a equivocarme, que estoy más cerca de la tierra que del amnios. Crecí en lo que se podría llamar “un hogar de avanzada”. Mi madre y mi padre trabajaban a la par, pero a la hora de las tareas domésticas, mi padre ayudaba. Sin embargo, mis amigos y amigas de juegos, que se escandalizaban cuando veían al hombre de la casa lavar los platos, eran los mismos que consideraban a Mafalda la capa de un grupo en el que Susanita era la tonta. ¿Acaso no estábamos cambiando nuestras cabezas cuando nos identificábamos con los personajes de Quino en aquella década del 60 y principios de los 70 de nuestra infancia?

Y seguimos avanzando. En la actual agenda de derechos ya no se acepta más que los hombres ayuden. Ahora barren, lavan el piso, hacen las camas como cualquier integrante más de la casa. Porque lo son, pero por sobre todas las cosas, porque nosotras no aceptamos el rol de sumisión del que ya salimos.

¿Que aún existe discriminación de género? Claro que sí. No es de un día para el otro que se termina con la dominación ni que la estructura vertical se transforma en horizontal. Pero hay un gran camino recorrido y no hay marcha atrás. Sólo queda seguir avanzando en todos los planos.

En el laboral, a nadie en su sano juicio se le ocurriría pedir ganar más por ser de un género u otro, no obstante, sabemos que, si el salario es mayor al laudo, la estadística marca que se le hace una mejor oferta al hombre que a la mujer; en lo político, si no hay cuota tenemos mayores posibilidades de estar destinadas a las suplencias; en lo deportivo, se le da más relevancia a lo masculino; lo mismo sucede en el arte con algunas excepciones como el ballet, lo que bien podría considerarse como una de las tantas supervivencias que, aun cuando se nieguen, subsisten. Y así se podría seguir nombrando. ¿Dónde está el mérito entonces? En que sería un escándalo aceptar que todo debería ser como antes.

Tampoco vale engañarse: en algún momento deberán reverse las estructuras jerárquicas sociales en función de clase, porque si no, todo queda en una suerte de cambio sin cimientos firmes con el peligro que eso conlleva. ¿A qué me refiero? A que las mujeres de las clases socioeconómicas dominantes tienen más derechos que sus pares de las clases socioeconómicas más bajas. Eso implica que en el cuarto y quinto quintil puede haber un patriarcado más debilitado, pero cuyo dominio impacta en los quintiles que están más abajo, creando una suerte de sumisión que se traslada de lo macro a lo micro, temiendo el macho la pérdida de poder y actuando con violencia en el afán de perpetuarlo. Eso se traduce en el aumento de los femicidios y de las mujeres en situación de vulnerabilidad, con mayor preponderancia entre las clases media baja y baja.

Esa asimetría no sólo es resultante del patriarcado, sino de la inexorable división de la sociedad en clases sociales. Obviar esa realidad podría llevar a pensar el problema de manera transversal y no de manera vertical y jerárquica. En la medida que el poder del macho se debilita en el ámbito de la pareja, el patriarcado se potencia y se traslada a los sectores socialmente más bajos con mayor virulencia. En otras palabras, la reivindicación de los derechos y de la libertad de la mujer (que en definitiva de eso se trata) son pura ilusión si partimos de la base de una supuesta “igualdad”, que no existe en la sociedad. Género y clase no son categorías independientes. Conforman una espiral en la cual una categoría no puede ser comprendida sin la otra.

Pero reinventemos el principio: las mujeres unidas cotizamos al alza. Porque aún a sabiendas de que vamos a tener bajas, gritamos: “Ni una menos”, porque somos parte activa de la construcción de nuestro presente, porque estamos escribiendo el futuro que es posible que no leamos, porque nos sobreponemos a nuestras postraciones, porque no negamos las ambiciones, porque decidimos dejar de ser invisibles, o porque, simplemente, llegó el momento de que la sociedad, sus problemas, sus goces y sus penas sean vistos con ojos de mujer. Con esa mirada se pueden descubrir aspectos de la realidad diferentes a los que se pueden percibir desde una visión patriarcal.

Sin soutien, o con él, seguimos andando.

POR ISABEL PRIETO FERNÁNDEZ

fuente  caras y caretas